domingo, 29 de abril de 2018

Juan Moreira / 1886 – Parte 10

Por que tal es [el] realismo de las escenas, que allí mismo se enciende el fuego y se coloca un asador con su cordero; por allí, por delante de los espectadores, husmeando la carne que se asa, pasean los perros que van a los ranchos y a las pulperías criollas y que son lo que el agua para los patos, indispensable. 

Esto por lo que toca a la representación; en cuanto a los episodios que surgen de ella y se desarrollan allí mismo, es mejor verlos que contarlos. 

Juan Moreira está a la orden del día; en las calles, en los clubs, no se oye sino esta frase: ¡Che! ¿has visto Juan Moreira? que es lo suficiente para que se vea. 

Damos a continuación los sitios y los nombres de los más entusiastas propagandistas. Es bueno que la empresa los conozca. 
Club del Progreso: Edmundo A. Mackinlay y Servando Ferro. 
Bolsa: inglés Balcarce y Ramóm Arriola. 
Criterion: Alberto Alcobendas y Carlos Dosse. 
Confitería del Aguila: Ricardo Thwaites y César Vivot. 
Con propagandistas como estos la vida de Juan Moreira tiene asegurada desde ya la mar de admiradores. 

Sud América"

"Y al interesarse la crítica, el público selecto, siempre dócil a esa cátedra, no siempre sincera y fiel, no siempre generosa y desinteresada, invadió nuestro modesto circo y aplaudió a nuestros humildes gauchos. 

Todavía no contábamos con tranvías eléctricos, ni autos, ni llegaba la instalación de luz eléctrica hasta allí. 

Las aceras de las calles durante las funciones se veían ocupadas por dobles hileras de carruajes, en una extensión de varias cuadras." 



Los gauchos en el escenario de la Opera 

"El empresario César Ciacchi, italiano, fuerte contratista de óperas y por lo tanto uno de los que juraban que los dramas gauchos eran una horrible profanación en la escena del peor teatro, vio en "Moreira" un filón y nos propuso el Politeama Argentino, entonces uno de los proverbiales escenarios del "bel canto". 

Como negocio, nos convenía más el circo, porque allí no teníamos que dividir con nadie las ganancias, pero aspirábamos a ascender, y esta idea nos dominaba; además hacía seis años que en ese mismo Politeama habíamos representado la pantomimaJuan Moreira, en la hora inicial de la farándula criolla, y por inevitable sentimentalismo no podíamos disimular el placer de exhibir en aquel escenario el resultado de nuestros progresos, honrarlo a la par que él y su empresa, el formidable Ciacchi, nos honraba y se avenían a ser "profanados". 

El 20 de Diciembre debutamos en el Politeama. 
Nuestro espectáculo se componía de números de acrobacia, canciones de Pepino 88 y Juan Moreira con "La Rubia" cantora y el Pericón, este último super-novedad que arrastraba al público como por encanto. 
Noche a noche llenos completos. En esa oportunidad nos honró con su presencia varias veces el doctor Pellegrini. 

Juan Moreira constituyó la nota de 1891 en Buenos Aires. 

Cincuenta funciones dimos en el Politeama, y entre ellas un beneficio a la viuda e hijos de Eduardo Gutiérrez." 
Sigue refiriendo el autor nuevos sucesos de la obra y sus consecuencias en la producción teatral, pero está dicho en lo reproducido cuanto interesa directamente a los primeros pasos del drama que publicamos. C.V. 




Eduardo Gutiérrez (1851-1889)
José J. Podestá (1858-1937)
Fuente: Facultad de Filosofía y Letras, Instituto de Literatura Argentina, Sección de documentos: Tomo VI, N° 1, Buenos Aires, Imprenta de la Universidad, 1935. [Reproducción textual] 

sábado, 28 de abril de 2018

Cartas de Belgrano -Fragmentos - Parte 4


Carta a San Martín comentando la derrota de Ayohuma–Jujuy 25 de diciembre de 1813.


“Se me ha negado la licencia absoluta porque tengo que responder de mi conducta en un Consejo de Guerra, que celebro infinito. Aún no me puesto en marcha por mis males y mis trabajos; sin embargo sí puedo ir con usted, aunque sea de soldado, me alegraría pues deseo batirme con esa indecente canalla que sólo por castigo del cielo pudo arrollarnos.

Carta a San Martín –Santiago del Estero -21 de abril de 1814


Belgrano fue sometido a Consejo de Guerra por las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma. Pero el Consejo comunicó al gobierno la suspensión de la actuación “por la desmoralización que resulta de procesar a un General con mando, haciendo deponer contra él a sus subalternos”. Belgrano pidió la baja y le fue negada. (Antonio Cacua Prada. El General Manuel Belgrano, maestro de la libertad argentina). 

NOTA: Como vemos, Belgrano se vuelca entero a una tarea superior, pues ha echado sobre sus hombros la bendita aspiración de liberar su patria de la opresión española. 
Belgrano de alguna manera se apodera sin pensarlo, del alma de las muchedumbres que le siguen en ese camino de derrotas y victorias, marcando todos los derroteros, en un alucinante desborde de actividades, muy a pesar de su cuerpo enfermo. 
Fue un General exitoso, pues consolidó las fronteras de la argentinidad, sin los desbordes del caudillo, inclinando su frente y su pensamiento en el yunque de la libertad, de la honradez, en la suprema fuente de la luz. Esto nos hace pensar en la argentina de hoy, en la Argentina que de alguna manera por acción o por omisión estamos despedazando. Belgrano ha cumplido su misión sobre la tierra, sobre esta bendita tierra donde faltan estadistas y sobran inescrupulosos.


POR EL DR. RICARDO FEDERICO MENA


Juan Moreira / 1886 – Parte 9

En fin, no acabaríamos si fuéramos a nombrar a todas las personas espectables que van diariamente al circo, que ha tenido la rara virtud de interesar con sus espectáculos a la sociedad masculina de Buenos Aires. 

No diremos nada de juventud high-life porque ella está alegremente representada noche a noche por el inglés Balcarce, Juancito Varela, Saturno Unzué, Mackinlay, Catelin, Arriola, Ferro, Martín Echeverría, Ocampo, Urquiza, Frías, Lynch, Acevedo, en fin, cuanto muchacho conocido y distinguido, cuanta persona seria y espectable acude a rememorar las hazañas del valiente gaucho. 

Ahora bien, ¿qué significa esto? Juan Moreira plat du jour del Buenos Aires high-life, del Buenos Aires de Otelo de Tamagno y del Nerone de Novelli, significa patriotismo -¡ojalá!- o relajación del gusto artístico, o tendencia plebeya del espíritu o simple y mera ocurrencia con ribetes de originalidad, para ahogar con impresiones fuertes, con verdaderos sacudimientos de imaginación, ese germen de monotonía social o intelectual cuyo desarrollo es ya amenazante en nosotros. 

Será simplemente el interés en sí de la obra, será lo que se quiera, el caso es que algún atractivo ha de tener la dichosa representación cuando de tal manera se ve cumplimentada. 
Está, indudablemente, correctamente dada, sin que esto signifique que no se pueda y se deba dar mejor. 

Es sin duda un espectáculo alegre, de atractivos chocotones. Moreira no es una especialidad sino por el contrario él representa con austeridad, sí, lo característico de toda una raza donde el valor es innato, así es que sin estimular en absoluto su representación, pues la influencia de estas cosas es muy directa en las imaginaciones plebeyas, vale la pena de ir a ver la representación de Juan Moreira que, por otra parte, y a pesar de las exageraciones teatrales, no es sino un palidísimo reflejo de la vida heroicamente aventurada de un noble gaucho argentino perseguido por la fatalidad, y que ha llevado con sus hazañas el valor gauchesco a tal grado, que más bien parecen creaciones romancescas que hechos reales de vida palpitante. 

La vida representada de Juan Moreira es hoy la admiración de la sociedad más distinguida de la capital. 

Ya pueden imaginarse las impresiones de algunos de esos high-life, no de todos, que creen que el ser pobre es malo cuando sus ojos hayan visto en vez de las vistosas decoraciones de la ópera, en vez de los lujosos sillones de los aposentos de Otelo, una simple y vera cabeza de vaca sirviendo de asiento a una modesta criolla de liso vestido de zaraza y a un gaucho tendido boca abajo sobre su poncho. 


Cartas de Belgrano -Fragmentos - Parte 3

CARTA AL GENERAL REALISTA PÍO TRISTÁN, con quién mantenía una vieja relación de amistad, en la que comenta su traslado a la Campaña del Alto Perú, donde habrán de enfrentarse. Yatasto- Salta, 27 de marzo de 1812 


(…) Siempre se divierten los que están lejos de las balas y no ven la sangre de sus hermanos, ni oyen los ayes de los infelices heridos; también son esos mismos los que critican las determinaciones de los Jefes. Por fortuna dan conmigo que me río de todo y que hago lo que me dicta la razón, la justicia y la prudencia, que no busco glorias sino la unión de los americanos y prosperidad de la patria. 


CARTA A FELICIANO CHICLANA, GOBERNADOR DE SALTA-SALTA 1º DE MARZO
 

EL RELEVO

¡Ay! Amigo mío! ¿Y qué concepto se ha formado usted de mí? Por casualidad, o mejor diré porque Dios ha querido, me hallo de General sin saber en qué esfera estoy. No ha sido esta mi carrera y ahora tengo que estudiar para medio desempeñarme y cada día veo más y más las dificultades de cumplir con esta terrible obligación. (…) Crea que jamás me quitará el tiempo y me complaceré con su correspondencia, si gusta honrarme con ella y darme alguno de sus conocimientos, para que pueda ser útil a la patria.

CARTA A SAN MARTÍN- Lagunillas –Alto Perú, 25 de septiembre de 1813


"No siempre puede uno lo que quiere, ni con las mejores medidas se alcanza lo que se desea. He sido completamente batido en las pampas de Ayohuma cuando más creía conseguir la victoria; pero hay constancia y fortaleza para sobrellevar los contrastes, y nada me arredrará para servir, aunque sea en la clase de soldado por la libertad e independencia de la patria”. 

“Mi corazón toma un nuevo aliento, cada instante que usted se me acerca, porque estoy firmemente persuadido de que con usted se salvará la patria y podrá el Ejército tomar un diferente aspecto. Soy solo, esto es hablar con claridad y confianza. No tengo ni he tenido quién me ayude, y he andado los países en los que he hecho la guerra como un descubridor, pero no con hombres que tengan iguales sentimientos que los míos, de sacrificarse antes que sucumbir a la tiranía (…) Entré a esta empresa con los ojos cerrados y pereceré en ella antes de volver la espalda. En fin, mi amigo, espero en usted un compañero que me ilustre, que me ayude y quién conozca en mí la sencillez de mi trato y la pureza de mis intenciones, que Dios sabe no se dirigen ni se han dirigido más que al bien general de la patria y asacar a nuestros paisanos de la esclavitud en que vivían”.

viernes, 27 de abril de 2018

Cartas de Belgrano -Fragmentos - Parte 2

LA GUERRA

“Pierdo mi paciencia, mi salud y el tiempo, que es lo peor en tanta menudencia que no debía ser de mi resorte. (…) Así estoy rabiando siempre, y no sé cómo los músculos de mi cara pueden tomar contracciones de risa, para no manifestar mi estado. Por eso me alegro que la junta se haya decidido del todo por el Paraguay primero, pues podré ir formando soldados y oficiales, si es posible antes de pasar a la otra Banda.

(…) Mi espíritu no se retrae por el trabajo. Lo que más me incomoda son las terribles distancias y los obstáculos que la naturaleza nos presenta, casi desnudos de todo auxilio del arte como trescientos años atrás”. 

Carta a Mariano Moreno, Secretario de la Primera Junta-Bajada del Paraná- Entre Ríos 27 de Octubre de 1810-


“Con 135 infantes logré imponer al enemigo que en número de 3.400 me atacó en Tacuarí. Felizmente, esto ha dado motivo a principiar una negociación con el Paraguay, de la que espero resulte que se una a las demás provincias del Río de La Plata”.


Carta a Celedonio José del Castillo, Subdelegado de Concepción, Misiones, comentando el encuentro de Tacuarí, en el que fue derrotado el 9 de marzo de 1811. 

Camino al norte

“Mi querido Pío: ¡Cuán distante estaba yo de venir a escribirte en estos lugares! La enfermedad de Pueyrredón me ha conducido hasta aquí desde las orillas del Paraná donde me hallaba con mi regimiento, poniendo una puerta impenetrable para todos los enemigos de la patria. Fui el pacificador de la gran provincia del Paraguay. ¿No me será posible lograr otra tan dulce satisfacción en estas provincias? Una esperanza muy lisonjera me asiste de conseguir un fin tan justo, cuando veo a tu primo (José Manuel Goyeneche) y a ti, de principales jefes”. 


Cartas de Belgrano -Fragmentos - Parte 1

Fragmento de algunas cartas de Belgrano que descubren su intimidad
Fue un General exitoso, pues consolidó las fronteras de la argentinidad, inclinando su frente y su pensamiento en el yunque de la libertad, de la honradez, en la suprema fuente de la luz

LA CORRUPCIÓN
 
“Haré cuanto pueda para darles pruebas de que pienso como usted por la patria. No quedará ni un fusil y ni un hombre malo en la Provincia del Paraguay, y no dude que mi rapidez, si la naturaleza no se trastorna, será como la del rayo, para reducir a nada, si es posible, a los insurgentes de Montevideo. Me quemo cuando pienso en esa canalla.

(…) mi amigo, todo se resiente de los vicios del antiguo sistema, y como en él era condición sine qua non el robar, todavía quieren continuar. Es de necesidad que se abran mucho los ojos en todos los ramos de la administración y se persiga a los pícaros por todas partes, porque de otro modo nada nos bastará”. 

Carta a Mariano Moreno, compañero de la Primera Junta Bajada del Paraná –Entre Ríos – 20 de octubre de 1810 

La Primera Junta no fue reconocida por la Banda Orienta, El Paraguay y el Alto Perú, de allí la decisión del gobierno de emprender las respectivas campañas. Belgrano había sido recientemente nombrado General en Jefe de las fuerzas destinadas a la Banda Oriental y al Paraguay. 


Juan Moreira / 1886 – Parte 8

ORIGINALIDADES SOCIALES 

"Juan Moreira" 

"Buenos Aires, Noviembre II de 1890.

Allá por la calle de Montevideo, en un sitio en que no hace mucho tiempo era imposible oírse de vereda a vereda, por los rumores sordos de los motores del aserradero de Ocampo, una inmensa lona circular y un arco de gallardetes de todos colores, amén de unos avisos de redacción yankee, anuncian la existencia de algo destinado a espectáculos teatrales. 

Y lo es, en efecto; acercándose a los inmensos carteles se ve groseramente litografiada la figura de un gaucho recostado en la cruz de su caballo, debajo, en caracteres resaltantes, estas palabras: Juan Moreira, drama criollo, etc., etc. 
Al instante se sienten revivir las famosas hazañas del heroico gaucho inmortalizado, más que por sus propios actos, por la pluma llena de colorido del malogrado, hábil y fecundo pintor de nuestras costumbres nacionales, Eduardo Gutiérrez. 

Así, pues, ya por alterar con un espectáculo sensacional la fastidiosa monotonía diaria, ya por simple curiosidad, ya por contemplar de una manera real los episodios interesantes de esa vida de leyenda, que teniendo por teatro las llanuras porteñas, representó Juan Moreira al impulso fatal de un destino infortunado y al amparo exclusivo de un valor de sublime heroicidad, ya debido a la espontánea y entusiasta propaganda de excelentes patriotas, como el simpático inglés Balcarce, cuya propaganda es más eficaz que el más llamativo de los reclame, puesto que lo anuncia de vereda a vereda, es que este circo, sitio de reunión hasta ayer de una cierta y determinada clase social, se ve hoy noche a noche invadido por lo más distinguido que tiene Buenos Aires. 

No se crea que exageramos; allí, en algo que según la empresa son palcos y los cobra a precio de tal, cuyas divisiones son los propios respaldares de viejas y sucias sillas de esterilla, se ven sentados, ya en atenta y emocionada actitud, ya dueños de un excelente buen humor manifestado bajo la forma de francas y expansivas carcajadas, a personas cuya vida social es un mito y a las cuales sin embargo las hazañas casi fantásticas del héroe de Navarro han tenido la virtud de sacar de su tranquilo alejamiento para confundirlos en las bulliciosas alegrías de un circo donde la urbanidad, la corrección y el orden son pura metafísica. 

Ejemplo al caso: ¿Quién ha visto jamás en circo alguno al doctor Ignacio Pirovano, el cirujano famoso? Sin embargo era él el que se encontraba el sábado confundido entre la inmensa muchedumbre que aplaudía, reía y gozaba en las diversas escenas de la vida del noble y valiente gaucho a quien Adolfo Alsina le regaló la daga famosa que había más tarde de servirle en sus heroicas aventuras pampeanas. 

Al general Campos, el valiente jefe de las fuerzas revolucionarias de Julio, ¿se le ha visto alguna vez en reuniones de esta naturaleza? Sin embargo también estaba allí y por cierto que ha compensado la seriedad obligada de los últimos tiempos, con el derroche de su risa varonil, hecho allí ante los dichos graciosos del napolitano del porongongó (pericón). 


Fábrica Rigolleau en Berazategui (1964)

Así se fábrica un vehículo argentino - Película Documental 1951

jueves, 26 de abril de 2018

Juan Moreira / 1886 – Parte 7

"Moreira" en Montevideo. 



Un éxito inolvidable 

"Terminada esa temporada, volvimos a casa, a La Plata, hasta fines del 89, que partimos para Montevideo en el vapor "Lavalleja" remolcado por el célebre "Empereur". 

En un local que se estaba concluyendo para una gran caballeriza, calle Yaguarón entre San José y Soriano, hicimos un circo-teatro, allí realizamos aquella memorable temporada de circo y drama ¡¡42 veces "Moreira"!! 
¡¡¡Era lo único que teníamos!!!". 
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 


El pericón 

"Nunca olvidaré la primera representación de "Moreira", pues aparte de su enorme éxito, como no se vio otro en Montevideo, tiene para mí el recuerdo de haberme sido presentado, después del espectáculo, Elías Regules padre, cuya oportuna y entusiasta intervención habría de cooperar al mejoramiento de nuestra rudimentaria obra, inicial y precursora por muchos conceptos en nuestro Teatro y en la difusión de nuestro folklore. 

La primera observación del señor Regules, fue para que cambiáramos el Gato por el Pericón, pues era esta danza más apropiada y de mayor efecto para la fiesta campestre del drama; pero no lo conocíamos y él se comprometió en el acto a darnos las lecciones necesarias. Fue cosa instantánea: al otro día de mañana el señor Regules congregó en nuestro local un grupo de guitarreros orientales conocedores de la música del Pericón, y él personalmente nos dirigió, con tanta eficacia que esa misma noche, sin aviso previo, lo bailamos ante el público con delirante suceso." 

Recuerda Podestá con gratitud las actividades del doctor Elías Regules, colaborador y consejero desinteresado y entusiasta, que hizo entonces un arreglo escénico del Martín Fierro y produjo más tarde El entenao y Los guachitos. Se refiere luego a la creación de personajes populares, como el "gaucho pobre", el "borrachón serio", etc., dedica un capítulo a "Cocoliche" y pasa a ocuparse de la crítica: 



La crítica levanta bandera blanca 

"Poco después arrendamos el gran local donde hoy está el mercado Modelo, Montevideo y Sarmiento. 
Allí fue donde la crítica recién tomó en serio a "Moreira", que con su creciente éxito desbarató sus vaticinios y venció sus ridículos escrúpulos. 

Los diarios se ocuparon seriamente de nosotros y del vilipendiado héroe popular de nuestro drama paisano inicial, "¡el bandido Moreira!" 
Reproduzco un sugestivo artículo de "Sud América" del 11 de Noviembre de ese año, proclamando el triunfo de nuestro primer drama en la sociedad porteña, que conceptúo fue el toque de atención de aquel momento: 




miércoles, 25 de abril de 2018

Juan Moreira / 1886 – Parte 6

En ese tiempo Pablo Raffetto había levantado un politeama cubierto de chapas de fierro en Buenos Aires (calle Europa y Piedras). Como se aproximaba el invierno, era necesario procurarse abrigo bajo techo seguro y dejar la carpa para mejor estación, y al efecto, nos asociamos a Raffetto para trabajar en el citado politeama. 

Como era un barrio un poco apartado del centro, en aquel entonces, y a pesar de haber gustado muchísimo "Moreira", su fama no pasó de la parroquia San Telmo y la prensa poco o nada se ocupó de él. 

Don Eduardo Gutiérrez dio la ingrata nota de demandar a Raffetto por la interpretación indebida de "Juan Moreira." 
Cuando Raffetto se presentó al Juzgado y habló con Gutiérrez, le explicó que quienes representaban "Moreira" eran los Podestá y no él, y que según tenía entendido, lo hacían porque el mismo Gutiérrez le había concedido verbalmente autorización para hacer ese drama. 

Gutiérrez que era un buen criollo, se acordó sin duda de su concesión y de que yo lo había invitado para "Moreira" teatralizado, y dijo a Raffetto que continuara trabajando tranquilo, que ese asunto ya estaba concluido." 

Pasó la compañía a Rosario, a La Plata y a Córdoba. De nuevo en Rosario la Municipalidad suspendió, y autorizó luego la representación de Juan Moreira. "Temores oficiales, simulaciones literarias y escrúpulos sociales..." - escribe el autor. Agrega más adelante que volvió a Buenos Aires, cuyo público seguía ignorando a Juan Moreira. En La Plata Podestá recibió la visita del actor español Valero: 
"Yo y los míos trabajábamos en el Politeama "25 de Mayo". Una noche que representábamos Juan Moreira Valero fue como espectador, y al terminar la función, el celebrado artista pasó a mi humilde camarín para conocerme, saludarme y decirme muy emocionado: 
-Vuestra manera de representar es muy diferente a la de los otros teatros, en el nuestro, por ejemplo, sólo las primeras figuras y algunas veces las segundas, son las que hablan, accionan y se mueven; en el de ustedes todo el mundo hace algo, sin estorbarse los unos a los otros. En la pulpería veo gente en una mesa jugando a los naipes, en otras platicando; en el mostrador unos que beben, más allá unos guitarreros musitando con sus instrumentos; el pulpero atendiendo a todos y cada uno en su papel... hasta los perros que trabajan son artistas, porque saben lo que tienen que hacer!... Ustedes llevan la ficción hasta parecer verdad; en las peleas entra el deseo de gritar ¡basta!... En fin, que para el que ve por primera vez un espectáculo como éste, con sus rudeces, con su lenguaje, al que hay que acostumbrar el oído, con su naturalismo y con el entusiasmo con que vosotros lo hacéis, se da cuenta del porqué el público siente y se entusiasma." 




Juan Moreira / 1886 – Parte 5

SEGUNDO ACTO 

1er. cuadro. - Moreira salva a Marañón - (escenario). 
2.° cuadro. - Habitación de Marañón - (escenario). 
(Estos dos cuadros se suprimieron después por innecesarios). 
3.° cuadro. - Casa del compadre Giménez - (escenario). 
4.° cuadro. - Juzgado de Paz - (picadero). 
5.° cuadro. - Pulpería "La Paloma" - (picadero). 
Fiesta campestre, único baile el Gato con relaciones. 
(Cocoliche todavía no había nacido para la escena). 
6.° cuadro. - Casa de baile - (escenario). 
(Mutación - Patio con tapial al fondo). 
7.° cuadro. - Muerte de Moreira (con tapial al fondo). 



"Moreira" habla 

"De arrecifes nos trasladamos a Chivilcoy y el 10 de abril (fecha memorable), estrenamos por primera vez el drama criollo habladoJuan Moreira. 
El público, acostumbrado a ver pantomima a base de vegigazos, y sainetes con finales en que el garrote de paja resolvía todas las intrigas, se halló de buenas a primeras con algo que no esperaba, y, de sorpresa en sorpresa, pasó al más vivo interés y de éste al entusiasmo demostrado al final en una gran ovación. 
Al día siguiente se hablaba en todas partes del suceso de "Moreira" en el circo Podestá-Scotti. 
El compadre Legris no pudo gozar de este éxito por que pocos días antes se había marchado al Uruguay, para incorporarse a los revolucionarios orientales cuya empresa terminó con el desgraciado desastre del Quebracho. 

El 21 de Abril la Sociedad Opera Italiana de Chivilcoy, nos nombró socios honorarios con medalla de plata a Scotti y a mí. 
Algunos escritores han "visto visiones" hablando de visiones y clarividencias sobre el advenimiento del Teatro Nacional Rioplatense, que tengo el deber de aclarar: - Beaupuy no vio en su indicación otro resultado que el de un mayor éxito en una mejor comprensión.- Eduardo Gutiérrez tuvo aún menos visión futura, pues a pesar del éxito obtenido en el Politeama Argentino con su pantomima, se mostró indiferente cuando lo invité a que presenciara su Juan Moreira arreglado por mí en drama hablado. 
Si Gutiérrez hubiera tenido la visión de que "Moreira" iba a ser la base del teatro nacional, se habría preocupado más de la obra, y, seguramente, habría escrito algo de más valor para la escena, y tan evidente es esto, que Gutiérrez, nunca presenció su "Moreira" hablado. 

Nadie pensó en el alcance de la indicación de don León; ella nos demostró que teníamos entre manos un diamante en bruto; había que pulirlo para que brillara, y el tiempo se encargó de ello." 



A Buenos Aires por primera vez con "Moreira" 

"Las fiestas Mayas de ese año las pasamos en Mercedes. Allí fue donde Alberto Ghiraldo me conoció representar a "Moreira". Más tarde él y otros muchachos no pudieron sustraerse a la influencia del drama criollo; imitándome en la voz y los modales representaban el drama recién revelado en improvisadas farándulas. 


Juan Moreira / 1886 – Parte 4

Transcribe el autor nota en la que la Municipalidad de Arrecifes le comunica la adscripción al espectáculo de su "beneficio" (con diez pesos) y prosigue: 
"Al día siguiente, [del beneficio] por la mañana, como de costumbre, fui al circo para presenciar los ensayos de los diferentes animales que poseíamos. 
Don León Beaupuy, de nacionalidad francesa, con muchos años de residencia en el país, tenía gran afición por las cosas del circo, ese día madrugó, cuando yo llegué él ya estaba cómodamente sentado viendo la forma o secreto de que se valen los amaestradores para enseñar a las bestias. 

En cuanto me vio se puso de pie y se dirigió hacia mí para felicitarme por el gran éxito de la función de la noche anterior. 
Al preguntarle qué le había parecido "Moreira", me dijo: 
-Yo he visto muchas pantomimas en Francia, entiendo algo la expresión de la mímica, y sin embargo anoche me he quedado en ayunas en algunos de los pasajes de la obra; y si esto me pasa a mí, que he visto tanto, ¿qué no les sucederá a los más negados que yo? 
-Observe, amigo León, que junto con la mímica se produce el hecho que la hace comprensible. 
-Convenido, pero no siempre. Por ejemplo: ¿qué dice el soldado del alcalde después de haber ido a ver quién llamaba a la puerta de calle? 
-Nada más claro -y haciendo la más expresiva mímica le fui indicando-: "Allí está Moreira." 
-¿Y por qué en vez de hacer mímica no dicen: "Señor, allí está Moreira que quiere hablar con usted?" ¿No es más claro y más fácil? 
¡En el acto comprendí todo el alcance de aquellas palabras! Pensé que la tarea sería en verdad fácil, puesto que mientras se acciona los artistas dialogan la mímica por lo bajo, para hacer más exacta la expresión muda. 

Referí a los míos la indicación que me hiciera don León y todos se miraron gratamente sorprendidos. 
La idea había caído en terreno fértil. El cambio era un poco brusco, pero, no imposible. Había que resolver el problema de la transformación de la pantomima en drama hablado, y se acordó que yo hiciera el arreglo, por conocer a fondo el argumento de la obra. 

La pantomima constaba de muchos cuadros, pero, al transformarlos en drama hablado tuve que modificarla en la forma siguiente: 

PRIMER ACTO 

1er. cuadro. - La alcaldía - (en el picadero). 
2.° cuadro. - Pulpería de Sardetti - (escenario). 
3.° cuadro. - Casa de Moreira - (escenario). 
4.° cuadro. - Entrevista de Moreira y Julián - (picadero). 
5.° cuadro. - Casa de Moreira - (escenario). 


martes, 24 de abril de 2018

Juan Moreira / 1886 – Parte 3

Empezamos a funcionar con circo lleno noche a noche. 

El repertorio de primera y segunda parte era extenso y en cada espectáculo se cambiaban algunos números. En cambio el de pantomimas y sainetes era reducido, lo que nos empezó a preocupar, pues, económicamente nuestro negocio consistía en permanecer todo el mayor tiempo posible en cada localidad; de ese modo ganábamos viajes y días en armar y desarmar el pabellón. Nuestro representante era Egesipo Legris, uno de los tantos emigrados del Uruguay, por opiniones políticas. Notable jinete y gracioso narrador de anécdotas militares. 

Por él, toda la compañía estaba al tanto de los innumerables hechos de armas desde Artigas a Flores, desde Flores a Timoteo Aparicio; como también de la Tricolor con todas sus peripecias. Tenía una memoria privilegiada. 

En las noches en que por mal tiempo no se podía trabajar, nos reuníamos en medio del picadero del circo y alrededor del fogón, el compadre Legris o "capitán Legris", como lo llamábamos, entre mate y mate y fumando cigarrillos de tabaco negro, nos contaba sus aventuras revolucionarias, y su vida de matrero, entre miles de heroicidades de los viejos caudillos orientales. Nos resultaba un verdadero artista narrando esos episodios. 

Me he desviado un instante haciendo un paréntesis para presentar al hombre que, sin sospechar siquiera su alcance, tuvo la feliz idea, en aquel momento, de aconsejar la representación de la pantomima Juan Moreira que dos años antes habíamos representado con los Hermanos Carlo en el Politeama Argentino de Buenos Aires. 
-Compadre -me dijo-. ¿Por qué no hacemos Juan Moreira que sería un éxito seguro? 
-Ya lo había pensado compadre -le contesté-, pero desistí porque nos falta todo lo necesario para representarla. 
-Si usted se anima a ponerla en escena enseguida, yo me comprometo a conseguir todo lo que haga falta. 
En vista de tanta seguridad de éxito nos reunimos los Podestá-Scotti para deliberar si era posible o no la representación aludida. 
Después de aprobada la idea se procedió al reparto de roles, tocándole al compadre Legris, el de sargento Navarro, aunque estaba en su elemento, no le gustaba mucho que Moreira tuviera que plancharle el lomo y desarmarlo. 


Otra vez "Moreira" mudo 

A los pocos días, el 16 de Enero, con motivo de mi beneficio, pusimos en escena Juan Moreira. 

El circo resultó pequeño para tanta gente; el éxito fue clamoroso. Al entusiasmo general se unía el nuestro por contar con una pantomima más en el repertorio." 




Juan Moreira / 1886 – Parte 2

El día del ensayo general a muchos de los artistas les parecía que la pantomima iba a fracasar, al extremo que el mismo director de mímica, señor Pratesi, me decía entre serio y broma: 
-Pepe, ¡esta noche nos matan! 
Yo me reía de las dudas de todos porque tenía fe en la obra y sobre todo en la escena final. 

Para el efecto combiné, sin decir nada a nadie, con un moreno peón de la compañía, que cuando yo lo matara cayera atravesado en el puente que dividía el escenario, con la cabeza y los brazos colgando y que no se levantara hasta que yo se lo ordenara. 
El moreno cumplió al pie de la letra lo convenido. 

Terminada la obra y después de muchísimas llamadas a los artistas y al autor, el moreno seguía muerto, lo que intrigó al público, que saltó al picadero, se llegó hasta el escenario para ver si efectivamente había sucedido alguna desgracia, y cuando creí oportuno di la voz de ¡ahora! y el muerto se levantó, alzó los brazos y soltó una carcajada estridente que se remató con un gran aplauso, mientras Gutiérrez, su señora esposa y muchos amigos me abrazaban y felicitaban por mi trabajo y por la sorpresa del moreno, que sin ser artista había coadyuvado al éxito general. 

Así terminó aquella memorable noche de Juan Moreira, sin sospechar siquiera que con el correr del tiempo iba a ser el primer jalón sobre cuya base se levantaría nuestro Teatro. 

La pantomima se representó trece veces seguidas y si no se continuó por más tiempo fue porque los hermanos Carlo debían embarcarse para Río de Janeiro, cumpliendo un contrato firmado con anterioridad. 

Cuando se resolvió representar la pantomima Juan Moreira , en la que se tenía muy poca fe, faltaban pocos días para terminar en el Politeama Argentino su contrato los Hermanos Carlo, mayor motivo para que hubiera menos interés en el decorado, sastrería y atrezos, pues casi todo fue alquilado y prestado. Moreira lucía botas, espuelas, calzoncillo cribado, chiripá negro, poncho, rebenque, cinto con botones-monedas, barba, peluca, vincha, camisa blanca y facón de madera pintada. Así se representó sin calcular que el protagonista en sus aventuras y correrías no siempre iría en mangas de camisa y arremangado, como tampoco se pensó que peleando con el facón de madera podía romperse y dejarlo desarmado, haciéndole hacer un mal papel, como sucedió en la primera función, que casi al terminar la lucha final se partió el facón." 

Refiere Podestá su viaje a Río de Janeiro con la compañía de los Hermanos Carlo y sus éxitos e impresiones en aquella ciudad, y luego su regreso y la formación de la sociedad Podestá-Scotti en La Plata. Después de un año de actuación en la capital bonaerense, la compañía salió a la provincia: 
"En marzo del 86 llegamos a Arrecifes; plantamos nuestro Pabellón Argentino frente a la iglesia, en el corralón del hotel de don León Beaupuy. 


Juan Moreira / 1886 – Parte 1



Apéndice

Refiere en sus memorias el señor José J. Podestá [IV] , que cuando empezó a trabajar en el circo [allá por los años 1873-1875] se representaba ya en el picadero algunos sainetes con final obligado de vegigazos y palos. Piezas del repertorio circense eran El modo de pagar sus deudas, María Cota, El negro boletero, El maestro de escuela. Y pantomimas a base de Pierrot o de argumento melodramático como Los Brigantes de la Calabria, Los Bandidos de Sierra Morena, Los dos Sargentos y Garibaldi en Aspromonte. Partícipe en ellas, Podestá era un mimo experimentado cuando fue invitado a desempeñar el papel principal en la pantomima "Juan Moreira". Dice el autor: 



La pantomima "Juan Moreira" 

"Después de más de cien funciones que los Carlo habían dado, y ya agotado el repertorio y acercándose la fecha del beneficio de ellos, se buscaba una novedad y no se daba con ella, hasta que una tarde, conversando Eduardo Gutiérrez con el representante de la empresa del Politeama, señor Alfredo Cattaneo, se le ocurrió a éste decirle a Gutiérrez: 
-¿Por qué no arreglás Juan Moreira en pantomima y la representamos en el beneficio de los hermanos Carlo? 
Gutiérrez después de un momento de meditación contestó: 
-No, no puede ser. Para representar Moreira se necesitaría un hombre que fuera criollo, que supiera montar bien a caballo, que accionara, cantara, bailara y tocara la guitarra, y sobre todo que supiera manejar bien un facón; en fin, un "gaucho"; y en esta compañía de extranjeros no hay ninguno que posea esas cualidades tan necesarias para representar al héroe. 
Cattaneo, competente hombre de teatro, no tardó en contestarle en el acto: 
-Yo sé dónde está ese hombre; trabaja en el "Humberto Primo"; es el payaso "Pepino 88", José J. Podestá. 
Gutiérrez, que ya me conocía, accedió y se comprometió a arreglar la pantomima con la condición de que los Carlo me contrataran, y así fue. Los Carlo, que no reparaban en gastos cuando deseaban dar una nota novedosa, me contrataron lo mismo que a mi familia y así unidos se reforzó el elenco, y pudo a los pocos días representarse "Moreira", con aperos, trajes, guitarreros, cantores, bailarines... todo un mundo de cosas extrañas en un circo de aquellos tiempos. 

La obra se componía de varios cuadros. 

Todo se expresaba con mímica, acompañada de música apropiada; sólo el Gato con relaciones y el Estilo que cantaba Moreira en la fiesta campestre, interrumpían el mutismo de los actores. 
Por primera vez la concurrencia oía cantar un Estilo en una obra y el entusiasmo se apoderó de ella, que no cesaba de aplaudir. Eduardo Gutiérrez, que conocía el alma popular, aprovechó las décimas del poema "Lázaro" de su hermano Ricardo, cuyas estrofas encuadraban perfectamente dentro de la idiosincrasia y el fatalismo del protagonista: 


          El hondo pesar que siento 
          y ya el alma me desgarra, 
          solloza en esta guitarra 
          y está llorando en mi acento: 
          como es mi propio tormento 
          fuente de mi inspiración, 
          cada pie de esta canción 
          lleva del alma un pedazo, 
          y en cada nota que enlazo 
          se me parte el corazón. 
          . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 


miércoles, 18 de abril de 2018

Fresedo - Entrevista a Osvaldo Fresedo en 1976 - Parte 4


-¿Y aquella música, esos compases eran distintos, eran más fáciles que los que vinieron después?

-También se hacían ligados y staccatos. Yo en el viejo Cine Ástor, donde después estuvo el Astros, allá por el treinta tenía una orquesta filarmónica de veintiocho músicos, con instrumentos de viento como el clarinete y el oboe y de metales como el pistón y el trombón y en otra orquesta puse el vibrafón y el arpa.

-¿Cómo se hizo conocido en salones y embajadas?

-No sé, pienso que fue cuando tocaba en el Royal Pigalle, luego allí pusieron El Tabarís, allí se hacían bailes donde los hombres iban de smoking y también de jaquet. Era cita obligada de cuanto casamiento importante había en Buenos Aires. 

Allí me conoció mucha gente y luego me llamaban. Toqué en el Palacio Errázuriz cuando vino el príncipe de Gales, y también cuando el gobernador Cantilo homenajeó al Príncipe Humberto.

¿Tiene muchos gatos por lo que veo?

Si, gato que llega se queda, es el animal de la noche y de los solitarios. Pero yo no soy muy solitario, “noctivago” sí. Estoy acostumbrado a acostarme muy tarde. 

A eso de las tres de la mañana, comienzo a leer el diario de la mañana y me duermo como a las seis. Vivo un poco al revés, como antes. Desayuno a las tres de la tarde y luego doy vueltas y vueltas, pasa el tiempo, estamos juntos con Nenette.

Fresedo se alisa el cabello, se recuesta en el sillón y mira caer la lluvia. Un amigo suyo que nos acompaña fue al tocadiscos y comenzó a sonar una melodía armoniosa y emocionante que invade el living. Fresedo en voz baja me dice: «Son Los Diez Mandamientos, lo grabé con Daniel Riolobos. 
Son poemas religiosos y tangueros, escuche como suena.», y lentamente se va. Pero no la melancolía ni la lluvia.

Publicado en el diario Clarín, agosto de 1976.


http://www.todotango.com/historias/cronica/335/Fresedo-Entrevista-a-Osvaldo-Fresedo-en-1976/

martes, 17 de abril de 2018

Fresedo - Entrevista a Osvaldo Fresedo en 1976 - Parte 3


-¿Y los grandes virtuosos, a quienes admiró de su tiempo?

A Cobián, en el piano. Tal vez a Minotto, pero no, él era un gran técnico, perfecto, pero sin corazón. Ahora todos me preguntan por Piazzolla, y yo sé que es el más grande virtuoso con el bandoneón que he visto. Pero claro, él no haría lo que yo hago con una orquesta, esa manera de inculcar, de persuadir el oído, el alma.

-¿Y usted aquí en su casa, sigue tocando?

-No, hace años, tampoco el piano, los veo, están con polvo encima y no me da tristeza. Me gustaría volver a ser joven para hacer mucha música otra vez.

-Veo una foto color sepia donde se lo ve al lado de una avioneta, entonces le pregunto ¿Y esto?

-Fue por el año 1923, era un avión SVAR de 240 caballos, lo compré por 4.500 pesos. Por ese entonces gané una carrera en La Plata y tuve el brevet de piloto 231. Yo era bastante aventurero de muchacho. Entonces ya había viajado a Estados Unidos con Enrique Delfino y Tito Rocatagliatta, contratados por la Victor en 5.000 dólares. Pero no era mucho, nuestro peso estaba dos a uno con el dólar. 

Allí en Filadelfia, compartí algunas tertulias con Gardel y Le Pera y de los discos que grabé, había uno que de un lado tenía el tango “Entrada libre” y del otro “Entrada prohibida”.

Fresedo - Entrevista a Osvaldo Fresedo en 1976 - Parte 2


-Para entonces usted seguía componiendo además de tocar, ¿quién le enseñó?

-Creo que fui un intuitivo, desde muy chico me di cuenta que tenía uno de esos oídos privilegiados y lo que escuchaba lo retenía aquí adentro ¿sabe? Por suerte mi padre, después se dio cuenta y me compró un bandoneón de concierto, uno en serio, y me puse a aprender con Carlos Besio, que de día era cochero del cementerio de la Chacarita y de noche tocaba. Cuando vaya por la estación La Paternal fíjese en una casa que tiene dos copas de cemento, que da sobre las vías del tren. Bueno, allí mi padre instaló un café para que yo tocara y no saliera por allí hasta la madrugada y allí formamos un dúo con José Martínez, el pianista autor de “Canaro”, “El cencerro” y tantos más.

-Pensar que a usted se lo llamó “El pibe de La Paternal” y que raro ¿no?, después pasó a convertirse en director de una orquesta para elegantes, o para exquisitos.

Yo siempre seguí en lo mío. Esa música de melodía limpia, llena de matices, el equilibrio de bandoneones y violines. Yo que soy bandoneonista siempre llené el escenario con cuerdas. El bandoneón no es un instrumento completo y si son muchos ensucian el sonido. Quiero decirle que yo quiero impresionar a la gente con la melodía, quiero tocarla en el corazón, pero con delicadeza ¿sabe? Además una orquesta, es un mundo que tiene que estar de acuerdo. Lo primero que hacía era convencer a cada uno de los músicos que sintieran lo que iban a tocar. Claro, para eso era necesario dedicación, fanatismo y tiempo, cosas que ahora no hay. 

Ensayo cada instrumento por separado. Primero las cuerdas, después el piano, los bandoneones y el violonchelo. Voy marcando los matices, esas sutilezas de la música que quiero que toquemos. Nunca me apuro en reunirlos a todos juntos, hasta que cada uno sepa y lleve metido en la piel que es lo que va a hacer. Cuando llega el momento del encuentro están preparados. En ese primer contacto de la orquesta, cada uno de los integrantes puede percibir y gozar los efectos de un “fortíssimo” o un “pianíssimo”. 

Y el que toca el violín escucha como suena acompañado por el piano. Y eso es lo lindo. No el virtuosismo que es para un solista, sino el conjunto impresionando, llegando al alma de la gente.

lunes, 16 de abril de 2018

Fresedo - Entrevista a Osvaldo Fresedo en 1976 - Parte 1


Estamos en Martínez; el río rumorea abajo en la barranca. Llueve como el segundo diluvio. Vamos a escuchar a Osvaldo Fresedo pero sin su orquesta, sólo dirigiendo su voz sosegada y tranquila. La casa es grande, inmensa para los dos que la habitan, él y Nenette, su esposa. Una piscina sin nadie desborda de lluvia en medio del parque. Por empezar con algo pregunto por el “Espiante”.

-¡El espiante!, ¿Qué lindo tango, no? Lo compuse cuando tenía 17 años y vivía en La Paternal. Mi padre había alquilado una casa quinta, una de esas casas que tenían mas jardín y pasto que habitaciones. 
Yo estudiaba hasta las doce de la noche porque me había agarrado el metejón con la música. Entonces solo con mi bandoneón, oía a lo lejos la ronda de los vigilantes. Allí había una parada y otra en la curva de Garmendia y otra más allá en la esquina del Hospital Tornú. En medio de la noche yo escuchaba “Tururú, tururú, turú”. 

El sonido inconfundible del silbato de la ronda. Y fíjese, así quedó grabado en el tango que lo hice y tuvo mucho éxito, ¿sabe?...

-Usted me dice que tenía 17 años con toda naturalidad y le pregunto si todo fue tan fácil como me lo cuenta.

-Bueno, a mí me parece que si. Yo hice la partitura, la llevé a una editorial y me la aprobaron. Calcule que estamos hablando del año 1914 o 1915. Cuando no había radio y tocar el bandoneón era un prestigio que se disputaban los muchachos de cualquier barrio. El músico, el que tocaba, era una especie de mito ¿sabe? Si hasta el que llevaba el bandoneón a uno empezaba a tener fama o se daba dique.

-¿Pero no a todos les ocurrió como a usted, a tocar como usted?

-Es cierto, pero en mi casa mi madre era profesora de piano, sentía la música, nos hacía escuchar a los clásicos. Pero yo por culpa del bandoneón y de la noche me enojé con mi padre. Es que para ir a ver a los grandes de ese tiempo como Juan MaglioDomingo Santa CruzAugusto Berto, el Tano Genaro, me escurría de casa y empecé a faltar al negocio donde trabajaba con mi padre. 

Durante un tiempo viví en una piecita que me prestaba Nelo Cosimi, él fue el primer actor del cine argentino. Para vivir pintaba paredes y casas, las blanqueaba con cal y yo lo ayudaba. Por entonces me había comprado un bandoneón chiquito, de 50 voces, con el que daba serenatas y tocaba en algún baile de muchachos.

domingo, 15 de abril de 2018

Batalla de Caseros - Parte 4

El 20 de febrero las tropas vencedoras de Urquiza, Caxias y Márquez de Souza entraron en Buenos Aires y desfilaron por sus calles.

Llevaría mucho espacio analizar el trasfondo y las circunstancias en que se desarrolla la traición de Urquiza, no a Rosas sino a la Patria. Pero si tratásemos de adoptar una actitud pragmática, podríamos echar un vistazo a las consecuencias de Caseros y determinar así las “bondades” de la actitud del general en jefe pasado al enemigo que debía enfrentar.

Consecuencias de la Batalla de Caseros

1) Pérdida definitiva de la Misiones Orientales (territorio de igual superficie que la provincia de Entre Ríos), que correspondía por derecho a la Argentina y se cedió con motivo de los pactos firmados por Urquiza al entrar en alianza con los brasileños.

2) Ridícula renuncia a la soberanía sobre nuestros ríos interiores, regalando vilmente lo que se había conseguido luego de tantos años de bloqueo y sangre argentina derramada. Esto se realiza a través de la sanción de la Constitución Nacional y bajo el influjo del pensamiento alberdiano de que había que abrir nuestros ríos a la “civilización” (conceptos inexistentes en todo otro lugar de la tierra).


sábado, 14 de abril de 2018

Batalla de Caseros - Parte 3


Como también se explica la reacción de Pacheco, que fue natural en un hombre de honor al sentirse sospechado: tanto más valiosa cuanto que arrostraba con ella el disgusto del Restaurador, en momentos decisivos fue, con todo, una más en el cúmulo de circunstancias desgraciadas que decidieran la caída de Rosas y el fin de la Confederación.  ¿Habría sido otro el resultado de la batalla, de haber comandado Pacheco las fuerzas argentinas? Sólo Dios lo sabe.

A fines de enero, las tropas aliadas se encontraban ya a la vista de Buenos Aires, defendida por su ejército veterano. Rosas convocó a un junta de guerra en la noche del 2 de febrero, a la que concurrieron el general Pinedo y los coroneles Chilavert, Díaz, Lagos, Costa, Sosa, Bustos, Hernández, Cortina y Maza. Se decidió dar la batalla al día siguiente.  El ejército de Urquiza estaba constituido por los contingentes del litoral, al que se había sumado la flaca pero activa legión de los emigrados; por la división oriental, en la que pululaban los extranjeros, y por la brasileña, animada del odio atávico y ansiosa de lavar la humillación de Ituzaingó. 

En la función de boletinero del ejército y vestido con un raro uniforme de coronel francés, venía el ya celebre polemista don Domingo Faustino Sarmiento. En la artillería, un joven coronel que hacía versos malos y se llamaba Bartolomé Mitre. Ambos futuros presidentes de la República habían allegado a Gualeguaychú en un barco de guerra brasileño y habían sido presentados y recomendados por el comandante brasileño al general Urquiza. 

Las fuerzas aliadas alcanzaban a 24.000 hombres.

El ejército de la Confederación, animado por la voluntad de defender una vez más el honor y la integridad de la patria contra la agresión extranjera y sus cómplices, alcanzaba a 22.000 hombres -12.000 de caballería y el resto infantería— pero muchos eran bisoños, sin ninguna experiencia de guerra. Sus 60 cañones viejos casi no tenían munición.

El choque se produjo el 3 de febrero en las inmediaciones del Palomar de Caseros. La batalla comenzó a las nueve de la mañana y terminó al comenzar la tarde. Rosas, herido en una mano de un balazo, se alejó acompañado de un auxiliar. Bajó un ombú situado en Hueco de los Sauces (actual Plaza Garay) redactó su renuncia que encomendó a su ayudante, quien inmediatamente la hizo llegar a la Junta de Representantes. Luego, cubierto por un poncho, durmió —llevaba tres noches en vela— una hora. A las cuatro de la tarde llega a la embajada inglesa; esa misma noche, con el auxilio de Manuelita, el embajador inglés Gore lo convence de la necesidad de refugiarse en el buque de guerra Centaur, anclado en la rada. Rosas lo hace finalmente y junto con algunos miembros de su gobierno navega, días después, hacia el exilio en la nación que él mismo, años atrás, obligara a agachar su altivez imperial ante la denodada defensa de la soberanía argentina.



viernes, 13 de abril de 2018

Batalla de Caseros - Parte 2

Inicio de las operaciones

Urquiza inició enseguida sus operaciones. Después de concentrar sus fuerzas en Gualeguaychú, se movió hacia el Paraná y lo cruzó, sin encontrar la resistencia que esperaba por el lado de Santa Fé. El gobernador de esta provincia, general Echagüe, en efecto, al no recibir los refuerzos que había solicitado, resolvió batirse en retirada para unirse al grueso del ejército de Rosas. Casi sin obstáculos, Urquiza pudo proseguir su marcha sobre Buenos Aires y llegar al Arroyo del Medio a mediados de enero. En San Lorenzo le había desertado en masa, matando a su jefe, la división de Aquino, fuerte de 600 hombres, para pasarse al ejército de Rosas.

Salvo una escaramuza, en los campos de Alvarez, con un destacamento de las fuerzas del coronel Lagos, jefe del departamento del norte, el ejército aliado pudo conseguir sin inconvenientes su camino sobre la capital. Se había impuesto, en los consejos de guerra de Rosas, la táctica de concentrar todas las fuerzas en el campamento de Santos Lugares para resolver la contienda con una batalla decisiva.

Con todo ello, no se había presentado en el campamento de Urquiza ni un solo hombre de Buenos Aires, mientras que de aquél desertaban continuamente muchos para incorporarse al del Restaurador. Las “Memorias” del general César Díaz –jefe de la división oriental del ejército aliado- nos dan un preciso testimonio del estado de poblaciones. Parece que el mismo Urquiza se impresionó por la frialdad con que lo recibieron en Pergamino y en Luján y manifestó dudas sobre la legitimidad y la oportunidad de la empresa en que se había lanzado, aunque tratando de cohonestarla con el pretexto de la “organización nacional”. 

La popularidad de Rosas –afirma el autor- “era tan grande o tal vez mayor de lo que había sido diez años antes”. Todavía en la víspera de la batalla –el 1º de febrero- 400 hombres más abandonaron el ejército aliado para plegarse al de Santos Lugares.

Hay un problema de Caseros que sigue sin solución y es el referente a las relaciones de Rosas con el general Pacheco, que por su prestigio militar y su cargo en el comando de Santos Lugares, era el jefe indicado para organizar la batalla decisiva. No obstante ello, renunció en las vísperas, fundándose en el hecho de haber asumido Rosas personalmente la dirección de la campaña.

¿Desconfió Rosas de Pacheco? ¿Hubo motivos para tal desconfianza? Parece seguro que aquél desaprobó una maniobra de su subordinado, al abandonar la defensa de Puente Márquez, en lugar de hacerse fuerte allí; y es posible que, en las circunstancias en que se encontraba, haya atribuido esa retirada a un súbito enfriamiento de la fe o a un debilitamiento de la voluntad. Se explica así su decisión de asumir personalmente el comando. 

jueves, 12 de abril de 2018

Batalla de Caseros - Parte 1



El 21 de noviembre de 1851 se firmó en Montevideo el tratado de alianza entre el imperio del Brasil, Entre Ríos (con Corrientes como agregada) y el Estado Oriental, para llevar la guerra contra la Confederación, bajo la máscara de una cruzada contra el “dictador argentino”.

Conviene recordar las cláusulas de este tratado, cuya mención suele omitirse por explicables escrúpulos.

Después de fundar su acuerdo en declaraciones y los preparativos bélicos del gobernador de Buenos Aires, los firmantes declaraban solemnemente no llevar la guerra a la Confederación sino a su gobierno y convenían luego la forma de la colaboración. La iniciativa de la guerra se atribuía a los estados de Entre Ríos y Corrientes, reservándose el Brasil y la Banda Oriental el papel de “meros auxiliares”. 

Además del aporte militar, ya mencionado, el Brasil se comprometía a financiar la campaña, mediante la entrega de cien mil patacones mensuales, al seis por ciento de interés, durante el término de cuatro meses, más todo el material de guerra que le fuese solicitado y que se consideraría como empréstito adicional. Urquiza debía hacer reconocer esa deuda, en efectivo y armamentos, por el gobierno futuro de la Confederación; mientras tanto, ella quedaba a cargo de Entre Ríos y Corrientes, las cuales daban “desde ya” en hipoteca, como garantía de su pago, todas sus rentas y territorios de propiedad fiscal. 

Por el artículo VIII se establecía que el Ejército Imperial permanecería (sin fijar término) ocupando la Banda Oriental, para responder a cualquier requisición de Urquiza; pero se agregaba expresamente que podría trasladarse al teatro de la guerra por su propia decisión, aunque dicha requisición no se produjese: es decir, que se le dejaba la puerta abierta. Por el artículo IV se ratificaba el compromiso de conceder la libre navegación de los ríos y por el XX volvía a reconocerse la independencia del Paraguay. Se trataba, como se ve, de un convenio leonino, con todas la ventajas para el empresario.

A cambio de la ayuda extranjera para su empresa interna, Urquiza renunciaba a derechos inherentes a nuestra soberanía y precipitaba la desintegración de la patria. Brasil ganaba el territorio paraguayo librado a su influjo, la ocupación sine die del Uruguay, el libre acceso por nuestra vías fluviales a su provincia del Mato Grosso y un derecho real de hipoteca como acreedor privilegiado sobre todos los recursos de dos provincias argentinas.

Mucho más, por cierto, y con un riesgo mínimo, de lo que hubiese podido esperar de una guerra victoriosa.

Ese tratado debía permanecer, por supuesto, secreto (art. XXI), para evitar la oleada de indignación que habría provocado su publicación anticipada, poniendo en peligro el éxito de los confabulados.


martes, 10 de abril de 2018

La Batalla de Caseros, punto de partida de la unión nacional - Parte 2

Según se sabe, algunos de los jefes rosistas -con Ángel Pacheco a la cabeza- desistieron en días previos al combate por estar en desacuerdo con los planes trazados por Rosas; cuando éste advirtió que el resultado del enfrentamiento era irreversible, comenzó a alejar a sus asistentes delegándoles diversas misiones y acompañado por un reducido grupo se alejó del campo de batalla.

Fue en estas circunstancias que su yegua Victoria, así llamada en homenaje a la reina de Inglaterra, rodó (se cree que metió una de sus patas en una vizcachera) y provocó una supuesta caída de Rosas. Las consecuencias de esto se ven claramente expresadas en su renuncia cuando pide perdón "por lo trabajoso de mi letra". 

La caída hizo que un almacén de ramos generales (pulpería) de las cercanías pasase a llamarse "El trompezón", término que dio el nombre a una estación del ferrocarril Urquiza: Tropezón, en el actual barrio de Caseros.

En la batalla sobresale la presencia, además de Rosas y de Urquiza, de futuros presidentes argentinos: Mitre y Sarmiento, quien obraba como boletinero del Ejército Grande. Es este último quién relata los hechos y pone foco en algo singular: Purvis, el perro de Urquiza. El nombre se lo puso el entrerriano como homenaje a Robert Purvis, un militar inglés que había adherido a la causa contra Oribe (sitio de Montevideo). Parece que el perro era celoso guardián de su jefe, quien lo halló en Montevideo y lo mantuvo cerca durante toda la campaña; aparece incluso en los grabados que realiza Penutti y que se editan en la imprenta del Ejército Grande. Sarmiento contaba que una vez se cruzó con Mitre volviendo de la carpa de Urquiza y lo primero que le preguntó don Bartolomé fue: ¿No lo mordió Purvis?

https://www.infobae.com/historia/2018/02/03/la-batalla-de-caseros-punto-de-partida-de-la-union-nacional/

La Batalla de Caseros, punto de partida de la unión nacional - Parte 1



La contienda militar, celebrada el 3 de febrero de 1852, es el hecho que habilita la organización del país y la sanción de una constitución orientada a construir un estado central republicano.

La Batalla de Caseros (3 de febrero de 1852) es uno de los momentos clave en la fundación de la Argentina moderna. Por un lado representa la conclusión de un debate por el control del puerto de Buenos Aires, su aduana o el acceso a los ríos, y por otro es el epílogo final de un conflicto entre federalismo y centralismo. No es sólo una batalla, es el punto de partida para la unión nacional, el hecho que habilita la organización del país y la sanción de una constitución orientada a construir un estado central republicano, resguardando los valores del federalismo.

Siempre me sentí orgulloso de haber nacido en Caseros, muy cerca de donde ocurrió esta histórica batalla. Hoy me toca ser el intendente de Tres de febrero, justamente, municipio que debe su nombre a ese hecho y donde se asientan dos mudos testigos de aquellos acontecimientos: la chacra de Diego Casero y su histórico Palomar, ambos declarados monumentos históricos nacionales y situados dentro del predio del Colegio Militar de la Nación. En la casa de Casero -una chacra construida en 1788 que producía alimentos para la Buenos Aires colonial- se realizó además la primera reunión que culminó con el Pacto de Unión Nacional (San José de Flores).

El lugar merece una visita: en él se respira historia, se puede observar un paisaje casi como el que vieron Rosas y Urquiza.  Allí hacemos la Noche de los Museos y una muy entretenida carrera de 10 kilómetros que atraviesa no sólo los lugares históricos, sino la pista de entrenamiento de los cadetes del Colegio Militar y hasta un arroyo.

La batalla en sí misma se realizó probablemente entre las 8 y las 14 horas de aquel 3 de febrero de 1852. En total participaron algo más de 50 mil hombres y desde el mismo comienzo las tropas del Ejército Grande mostraron su superioridad, pese a que los federales contaban con cuatro coheteras, última tecnología en armas por entonces.