domingo, 31 de agosto de 2014

Entrevista a Astor Piazzolla - Parte 4



Neustadt: Se sostiene que musicalmente y en poesía, la tortura, la angustia ayuda a crear. ¿Precisás dolor o podés arrancar desde la felicidad para producir como ahora...?

Piazzolla: Produciendo soy feliz...

Neustadt:
 ¿Te animás a producir sin tocar?

Piazzolla: No... Además, cada vez toco mejor. Mirá, Arturo Rubinstein, cada día está más pleno. Y ya pasó la barrera de los 80...

Neustadt: ¿A quién reprocharías algo?
Piazzolla: A la gente joven que no vive la euforia de hacer cosas... Decime... ¿Por qué durante todo 1969 se te dio por exaltar a la gente joven? Si vive desde el miedo. Miedo a no tener para comer, a no tener coche, vergüenza de subirse a un colectivo... Parece que hubiera muerto el esfuerzo... De EE.UU. viene esta tendencia al superlujo...

Neustadt: ¿Compondrás "Balada para un cuerdo"?

Piazzolla:
 No... El que no tiene un poco de locura es un idiota. Los cuerdos son muy aburridos. Sería una "Balada a la rutina..."

Neustadt: Entonces, ¿asumís tu condición de un "poco loco"?

Piazzolla: 
No la niego. Sí, además, los primeros locos son los analistas... No. Jamás haría "Balada para un cuerdo"... No tendría interés ponerle música a la cordura... Esel aburrimiento. La llamaría "Balada para un empleado de Banco" (y que no se enojen los empleados de banco).

Neustadt: A mí me parece que Horacio Ferrer en su letra no quiso ir al fondo mismo de nuestra locura. Se quedó a mitad de camino... Porque de a ratos nos sentimos identificados. Y de a ratos la poesía se va por el limbo...

Piazzolla: Es que "Balada" es una invitación a levantar la capacidad de fantasía... La realidad empieza a tener fantasía... Cuando la gente camine por la calle Arenales verá el carro del frutero, sus naranjas... Mirará la Luna por Callao...

Neustadt: 
¿Necesitás tomar alcohol, drogas, fumar mucho, en la hora inmensa de la inspiración..?

Piazzolla 
(a carcajadas): Si tomo un whisky, me quedo dormido. La droga es el teclado.

Neustadt: Por fin, como te definirías...?

Piazzolla (rascándose la cabeza): No tengo tortura interior, aunque mi música tiene mucho de neurosis. Neurosis de Buenos Aires. No sé... soy muy ingenuo... Extraño, y necesito de todo. Me quejo, pero soy feliz... ¿Adulto? ¡Qué se yo!

Neustadt: No sé porqué te vivo con el dolor alegre del payaso...

Piazzolla: Y no me vivís mal...

Neustadt: Me voy.

Piazzolla: ¿Vas a publicar todo esto...?

Neustadt: ¿Para qué te creés que vine? ¿Para verte la cara?

Piazzolla: ¡Carajo!... qué agresivo...

Bernardo Neustadt 
REVISTA EXTRA - AÑO 6 - Nº 54 - ENERO 1970
ENTREVISTA A ASTOR PIAZZOLLA


sábado, 30 de agosto de 2014

Entrevista a Astor Piazzolla - Parte 3



Neustadt: Si en mi testamento decido que a la hora de mi muerte me acompañés con tu orquesta interpretando "Adiós, Nonino", ¿lo harás?

Piazzolla: Pero vos no te vas a morir... Además, yo tendré 100 años y no podré tocar el bandoneón...

Neustadt: ¿Lo harás?

Piazzolla: Lo haré.

Neustadt:
 Dentro de esta hora de triunfo, ¿no te falta algo? ¿Amor?

Piazzolla: (aquí no contesta enseguida; piensa, evoca, se cubren de nostalgia); No... Yo amo lo que hago; ahí tengo mi amor. Mi bandoneón es como tener una mujer en los brazos. Lo acaricio, le pego. La excitación rítmica me lleva a eso. Un músico no es un empleado solemne. Además, estamos muy calientes con lo que nos pasa. Nadie se distrae. Nos escuchamos el uno al otro. Sería muy triste que cuando Agri hace un solo de violín estemos distraídos. Fuera de ese mundo como los del "chim-pun". Además, estoy aprendiendo a creer en mí...

Neustadt: ¿Te importa menos lo que diga o piensa la gente...?

Piazzolla:
 Decía que no importaba. Pero me importaba. No vivo sin eco. Tengo más responsabilidad que antes, después de "Balada". Piazzolla tiene otro público. Que se sumó. Antes tenía a los "de la primera hora", como dicen los políticos...

Neustadt:
 ¿Estos no harán conflicto con la manada que se viene?

Piazzolla:
 No creo... Porque yo seguiré siendo Piazzolla, sin entregarme. Sin claudicar. Horacio Ferrer lo sabe. Hace justo dos años, ahora, que trabajamos juntos. Fueron mis mejores años. Parecemos hijos de la misma madre. Parecerse es un misterio...

Neustadt: La relación humana es un misterio...

Piazzolla: Pero lo mío con Ferrer es casi de hechiceros. En 1965, Horangel, haciendo mi carta astral, me anunció que dentro de dos años aparecería un hombre en mi vida...
Vital. Que golpearía la puerta de mi casa. En 1967, viene Horacio. Como el timbre no funciona, golpea la puerta. Desde entonces no nos separamos más...
¿Qué te parece?

Neustadt: Alguna gente dice que le falta profundidad, que es cursilongo... Algunas cosas de María de Buenos Aires...

Piazzolla: (salta). ¡Por favor...! En la línea poemática te digo que es más importante que Discépolo... No hablo de filosofía... Ojo. Como poeta para este tiempo, es mucho más que Homero Manzi, para mí... Homero era un fenómeno describiendo... Este se mete en el paisaje...
Crea fantasías que están vivas. Te toma de la mano, te pide que volés. De pronto se mete en la tierra y le canta al pibe de Bachín, el pibe de mil años, el de dáme un ramo de vos" el de "baleame con tres rosas..." Cursilongo... Ferrer sí que se desabrocha el alma...


Neustadt:
¿Qué es "Balada" filosóficamente, para vos?

Piazzolla:
 Qué querés que te diga. Todos tenemos un loco adentro. Es una invitación para que todo el mundo se saque el loco lindo que lleva y lo exhiba sin vergüenza.

Neustadt: ¿Crees en el gusto popular?

Piazzolla: Me asusta y me asombra. No eligieron a Corsini o a Agustín Irusta. Eligieron a Carlos Gardel. No se volcaron a Enrique Rodríguez; quisieron y quieren a Troilo.

Neustadt: ¿Qué es lo que esperas ahora?

Piazzolla: Quiero mucha gente escuchándome. Como si Perón entrara en la cancha de Boca...

Neustadt: ¿Hiciste algo por que te entendieran más y mejor?

Piazzolla:
 No sé. Creo que fue un esfuerzo recíproco. De la gente. Mío... Además, empecé a tener difusión. Otras orquestas tocaron "Adiós, Nonino", "Lo que vendrá", "Verano porteño"...

viernes, 29 de agosto de 2014

Entrevista a Astor Piazzolla - Parte 2




Neustadt: Entonces al Colón...?

Piazzolla: ¿Por que no? Sería mi sueño mayor. Como ganar en el Luna Park. Acaso en el Luna Park no estuvo Mariano Mores... en la época de Perón? ¿Acaso Julio de Caro no hizo en el Colón todo un carnaval?

Neustadt: ¿Por qué te la tomás con Julio de Caro que es un músico de excepción?

Piazzolla: Por que él se la toma conmigo. Ahora no le gusta Piazzolla... Me critica. Lo que pasa es que él claudicó...

Neustadt: Tiene años...

Piazzolla: Yo no claudicaré jamás. Seguiré componiendo hasta los 100 años...

Neustadt: Estoy pensando lo que dijiste antes. Si lo graban conjuntos beat y Riolobbo y Las Voces Blancas y lo baila María Fux, quiere decir que Balada no es tango.

Piazzolla: De ningún modo. Rompemos el sentido de que el tango sea local. Ampliamos su vidriera... ¿Qué querés seguir en 1970 con "Confesión" y "El Choclo"?

Neustadt: Pero, entonces, ¿reconocés por primera vez que lo tuyo es tango? Porque antes decías que era música...

Piazzolla: Sí, admito que es tango... Ahora, en "Balada", fui a una cuerda desconocida. Compuse para cantar. Como en "María en Buenos Aires". Nunca había hecho música para cantar... Pero me encontré con Horacio Ferrer...

Neustadt: ¿Cómo encontraste este hermano, este siamés...?

Piazzolla: Por carta. Me escribía a París. No te olvides que tiene 11 años menos que yo. Ni sabía qué era poeta... Un día le digo: ¿No sabés de alguien que pueda hacerme la letra para una operita...? Me contesta: "La puedo hacer yo..." Lo miro. Le insisto: No te enojes. Vos no... Vos de esto no sabés nada... En 24 horas me trajo el primer borrador. Como ahora me acercó los primeros párrafos de "Balada para un loco". Me senté, puse las manos sobre el piano, y nació la unión. Con una trilogía ahora: Amelita... Es tan difícil la síntesis... Por supuesto, no es la euforia de Picasso.

Neustadt: Te noto inseguro pese al éxito. Yo confío en vos más que vos en vos mismo.

Piazzolla: Siempre tuve una gran inseguridad desde una máscara de seguridad en mí mismo. Ya me lo dijo el analista...

Neustadt: ¿Analizarte no te quita la locura que necesitas para ser Astor Piazzolla...?

Piazzolla: Al contrario. El analista no te quita la locura. Te la muestra... Te la deja al rojo vivo. Si querés seguir siendo loco, porque lo necesitás, seguís... nadie te lo prohibe. Menos él...

Neustadt: Le tenés terror pánico a la soledad...

Piazzolla:
 Sí. No lo niego. La soledad me gusta únicamente para escribir música. Claro que la soledad que pido para crear mi obra no siempre se la doy a los demás. No soy generoso ahí. A Horacio Ferrer lo espío sobre el hombro cuando escribe para ver qué está componiendo. Y así lo jodo... Pero no me aguanto la expectativa.

Neustadt: Decís que en ese campo no sos generoso. ¿Lo sos en algún otro...?

Piazzolla: Nunca me interesó la plata. Mirá cómo vivo... ¿Sabés cuánto perdí con "María"? Pero hago lo que quiero... Tengo lo que quiero tener...

Neustadt: Necesitás mucha ternura al hombro...

Piazzolla: Sí, sin afecto no funciono...

Neustadt:
 ¿Te preocupa que la gente que tenés cerca y querés critique lo que hacés?

Piazzolla:
 Me aterra. Porque me trabaja la cabeza...

Neustadt: Entonces no admitís la crítica...

Piazzolla: Admitirla, la admito. Pero no puedo evitar que me trabaje la cabeza. Siellos dudan... qué no será con el público. Sin embargo, mis músicos tienen enorme capacidad de crítica. Discutimos mucho. A veces no entienden lo que yo hago. Y me lo dicen...

Neustadt: En el año 2000 todas las orquestas tocarán como vos. ¿Te gusta tener la sensación de que recibirás el título de "Enterrador del tango"?

Piazzolla: El título me hace mal... No lo merezco. No lo quiero. Además, soy un transformador. No un enterrador. No está muerto el tango. Están muertos los tangueros...

Neustadt: Insisto. ¿Admitís que hacés tango?

Piazzolla: Más tango que nunca... "Primavera porteña" es un tango químicamente puro. Lo que pasa es que describo siempre a Buenos Aires de 1970. En "Tangata" quise volar. Es un tango religioso. Como "Adiós, Nonino", arrancado desde el dolor. Un réquiem tanguero.
Quise honrar la memoria de mi padre, a quien le gustaba lo rítmico. El final de "Los mareados" tiene mucho de Juan Sebastián Bach. Porque yo conocí mucho a Cobián. A él le gustaba escuchar a Bach acostado...

Entrevista a Astor Piazzolla - Parte 1






"Yo soy Astor Piazzolla, tengo 48 años y a mí me gusta mucho Astor Piazzolla..." Mientras pronuncia esta declaración del fondo mismo de su última bronca, en la calle, un pueblo que nunca le comprendió, va coreando su "Quereme así, piantao, piantao, piantao..."

Crucificado entre su talento y su carácter, luchando solo desde hace 25 años, por un tango distinto, que lo revitalice, que le quite las polillas, que lo extraiga de la tristeza llorona y del "chim-pun" tradicional, Astor agravió y fue agraviado y tuvo que vivir tenso y alerta. Alerta como un soldado en víspera de la batalla. Duro, sacrificado, honesto consigo mismo, tiene "la facha" de un león incorruptible, de una dulzura inhumana. Uno tiene la impresión de que se colocaría frente a un tren expreso y lo haría parar.

Pertenece a la familia de los sentimentales incontrolados. Tiene un tremendo apetito de afecto, tan enorme, tan enorme, con su poder de irritación. Puede ser arbitrario sin el menor esfuerzo, y causar la herida última. Conflictuado y temible, inseguro y genial, difícil, sensible, desamparado. Para quererlo hay que ser su amigo. De otro modo, es fácil odiarlo, discutirlo, rechazarlo. Tiene hambre de ética y de rigor. Se exige a sí mismo como el demonio para terminar de ser el peor diablo. O el mejor músico. Es un argentino que dejó de ser italiano de New York hace mucho tiempo, cuando el acordeón de su padre despilfarró los primero sones de algo que quería ser tango mezclado con música de calesita. Por eso sus compases tienen acentos de la música que acompaña la tristeza infinita de las películas de Fellini. "El valcesito" casi circence, con que el loco de la Balada recibe la narración de su propia descripción, que es la descripción de casi todos nosotros. De los locos buenos que habitamos el mundo y queremos cambiarlo. Piazzolla fue un enigma para él mismo, hasta el Luna Park. Ahí se descubrió. Quiere ser mayoritario. Su música para minorías, es un recuerdo muy lejano y querido. Amado y ahora cumplido. Quiere ver 2600 personas en La Plata. Quiere que lo saluden los pañuelos en alto. Quiere tocar en la cancha de Boca. Quiere gritar que "le ganó al país", o que le venció. Sí, porque lo convenció. Un soñador desengañado que mantiene la esperanza de no se sabe que... Está frente a mí. En mangas de camisa. Excitado. Sólido y solitario. Vital y nihilista. Exaltado por su encuentro con el público-masa. No comprendiendo nada de lo que le pasa sobre el filo de un año que se fue... lo tiene a Horacio Ferrer pegado como si fuera su pared de apoyo. Su respaldo filial. Se miran, se adivinan. Sueñan, vuelan, viven en el piso mejor de la fantasía...

Bernardo Neustadt: Pero igual estás con Bronca...

Astor Piazzolla: Sí, un poco de bronca me queda. Ahora me descubren... El otro día Jorge Sobral me quería probar que Balada tiene éxito porque es polémico. No por su calidad...

Neustadt: Está equivocado. Balada ya no se discute. Se acepta...

Piazzolla: Lo gravaron Goyeneche, Lavie, Las Voces Blancas, Daniel Riolobbo, un conjunto beat que no recuerdo su nombre. Lo bailará María Fux...

Neustadt: Sabés lo que te pasa: ahora tu conflicto es doble. Eras antes el músico-tanguero para los exquisitos. Para la minoría selecta. Daba "status" gustar de Piazzolla, entenderlo. Codearse con él. Poner cara extraña en cada desgarro del bandoneón, en el golpear del piano... Ahora vos querés el Luna Park y el Colón al mismo tiempo...

Piazzolla: Claro que sí... ¿por qué no voy a tocar en el Colón mi Balada? Es un conjunto de cuerdas... Tiene calidad musical.

Lo digo sin miedo al reproche de los que creen que no puedo autojuzgarme.

Neustadt: Sin embargo en Balada hay más letra de Ferrer que música de Piazzolla. ¿Te parece que se reconoce a Piazzolla en Balada? ¿En su tonalidad, en ese ir al fondo mismo de la música mejor?

Piazzolla: Es mi mejor producción. Que sea simple no quiere decir que sea pobre. ¡Soy músico! (Grita y mordisquea un cigarrillo).

Entrevista a Astor Piazzolla - Tango

miércoles, 27 de agosto de 2014

Entrevista a Julio Cortázar – Parte 14

¿Por qué accedió a conversar con nosotros, Julio Cortázar?

Porque le tengo confianza. Eso es una cosa que cuenta para mí más que cualquier otro tipo de referencia. Se dice muy frecuentemente que yo desprecio a los críticos, que desprecio a los periodistas. Eso es también una calumnia. Yo no desprecio a nadie en principio. Pero sospecho a veces las intenciones. Sospecho quién manda a un señor. Quién telemanda a un señor. Y entonces no es que lo desprecie, simplemente no le concedo lo  que me pide y eso crea, naturalmente, un mecanismo de resentimiento que se expresa luego por la palabra. El día que se presentó mi último libro la prensa dio una información falsa: dijo que yo iba a asistir a ese acto. Yo no he asistido ni asistiré jamás a la presentación de un libro mío, porque creo que un libro mío debe abrirse su propio camino, ya no necesita de mí. Yo le di todo lo que pude para hacerlo, ahora él tiene que seguir solo. Yo no iba a ir a esa reunión, no iré a ninguna de ese tipo. El resultado fue que, al día siguiente, cuando encendí la radio, un señor se estaba explayando sobre mi desprecio a los críticos y la provocación que, según él, suponía el hecho de haber anunciado mi presencia y no haber ido. Yo no tengo la culpa de una noticia falsa. Y mi editor puede dar fe de que, cuando me pidió que fuera por el hecho de que se había anunciado mi presencia, le dije una cosa en la que creo: yo pienso que una noticia falsa no puede obligar a un hombre a ajustar su conducta a una falsedad y conducirse él también falsamente.

¿Se ha psicoanalizado?

Jamás. Tengo amigos psicoanalistas.


Fuente: “La vuelta a Julio Cortázar en 80 preguntas”, por Hugo Guerrero Marthineitz, Revista Siete Días, N° 311, 30 de abril al 6 de mayo de 1973


Entrevista a Julio Cortázar – Parte 13

¿Ha visitado a su amigo Urondo en la cárcel?

No, porque las visitas no están permitidas. Sólo pueden verlo los familiares más inmediatos.

¿Y le han hecho llegar sus saludos?

Por supuesto. Y él a mí.


Los nuevos escritores


¿Qué se hace, cuando se es tan importante como usted, en Europa, por la difusión de los escritores que comienzan su tarea?

Se puede hacer mucho. Hay unos cuantos argentinos, peruanos, gente que vive en París y que hace mucho por los jóvenes. Yo creo en los buenos parricidios. Así como Freud sostiene que el adolescente tiene que, simbólicamente, matar a su padre para convertirse en un auténtico adulto, las generaciones literarias deben proceder de la misma manera. Hay un momento en que hay que matar al padre; es decir, al maestro, al modelo. Pero hay que matarlo en buena ley y no con golpes bajos. Entonces, ese tipo de parricidio me parece necesario. Yo pienso, por ejemplo, que esa generación latinoamericana que se ha llamado del boom, ha completado su obra; muchos de nosotros seguiremos escribiendo porque nos da la gana y porque es nuestro derecho, pero en el terreno de la acción, de la influencia literaria, yo creo que éste es el momento en que la palabra les es dada a los jóvenes, y que ellos deben asumir esa responsabilidad. Entonces, por mi parte, en la medida de mis fuerzas, yo ayudo todo lo que puedo. Yo soy el hombre más odiado por todos los carteros de París, porque tienen que subir cuatro pisos dos veces por día, con varios metros cúbicos de paquetes de libros y cartas que me llegan de América latina. Los jóvenes me mandan sus libros. Y en la medida de mis fuerzas, yo los miro. La lectura de todos es imposible por razones físicas, pero con los años uno tiene un olfato y un cierto instinto, y yo sé muy bien si un libro merece ser leído íntegramente, me doy cuenta casi en seguida. Y entonces, siempre que me es posible, recomiendo ese libro a las editoriales francesas.

¿Un nombre?

Néstor Sánchez, por ejemplo. Un novelista que es muy criticado y muy combatido por el carácter experimental, muy audaz, de su obra, pero que a mí me parece un escritor sumamente útil en nuestro medio. Es un hombre que rechaza los moldes ordinarios de la literatura narrativa y busca escribir libros que, siendo novelas, tienen al mismo tiempo un aspecto formal, un aspecto idiomático, que está lleno de belleza porque va en contra de todos los lugares comunes de la adjetivación usual. Néstor Sánchez tiene una imaginación muy extraña y que trabaja a base de síntesis fulgurantes, lo cual dificulta mucho la lectura. Es un problema, yo lo sé, es muy difícil leer a Sánchez, pero yo siempre lo he querido y lo he estimado mucho y estoy contento de pensar que uno de sus libros se va a traducir ahora al francés. Y luego, supongo, seguirán los otros. Ese es un nombre. Estoy muy contento también de saber que Manuel Puig ha sido inmediatamente traducido y conocido en Francia, y estimado. Y pienso que muchos otros seguirán el mismo camino.

Y de los tangueros contemporáneos, ¿cuáles son los que oye en su discoteca, en su casa de París? 

Bueno, sucede que a mí me gustan tanto los viejos tangueros (en eso soy un perfecto reaccionario, evidentemente) que no he tenido realmente tiempo de estudiar un poco más, conocer un poco más, lo que está sucediendo en este momento. Justamente, en estos días ando buscando discos para llevarme a París. Anoche, por la radio pasaban un tango: me gustó mucho cómo sonaba, un sonido nuevo, moderno, diferente. Me enteré que lo interpretaba un conjunto que se llama algo así como Guardia Nueva. Bueno, no tengo la menor idea de quiénes son, pero me gustó mucho. A lo largo de América latina me han preguntado mucho por la música de Piazzolla; evidentemente hay un gran interés por estos experimentos que se hacen con el tango. Pero, volviendo a mi aspecto reaccionario, cuando es medianoche, estoy cansado y es la hora del último trago antes de dormir, yo sé que casi siempre pongo un disco de Pichuco.


¿Por qué Pichuco?

Porque lo quiero mucho. Porque creo que es un gran, gran artista. El bandoneón, en manos de Pichuco, es un instrumento de posibilidades infinitas. Tiene una manera de frasear, de murmurar un tango, que me parece incomparable. Yo sé que, sin duda, debo ser injusto con otros bandoneonistas, que los habrá quizá tan buenos como él. Pero tengo un disco de Pichuco donde Roberto Grela toca la guitarra, que me parece absolutamente admirable. Espero llevarme una buena cantidad de discos de gente joven.

Entrevista a Julio Cortázar – Parte 12

¿Y económicamente?

Bueno, eso se traduce, naturalmente, en un aumento del número de ejemplares vendidos. En cuanto a los derechos por la película, le voy a decir una cosa muy divertida que le probará mi incurable ingenuidad. Es feo dar cifras, pero usted me hace la pregunta y yo le contesto. Por
 Blow Up ese genio de las finanzas modernas que es Carlo Ponti me ofreció, y yo acepté, 4.000 dólares; ellos ganaron 25 millones con la película. Eso no tiene ninguna importancia. El resultado es que Antonioni hizo una admirable película y él se dio el gusto: eso cuenta mucho más que 4.000 dólares.

Y usted se dio el gusto de verla.

Sí, claro. Y verla así, como un espectador cualquiera; estaba en Amsterdam, un día de lluvia, estrenaban Blow Up, pagué mi entrada y la vi. Me gustó mucho.

¿Cuántos idiomas habla, Cortázar? 

Bueno, aparte del español, hablo el francés y, con dificultades por falta de práctica continua, el inglés. Es un idioma que me gusta mucho, pero como voy poco a Londres, y no voy nunca, por fundados motivos, a Estados Unidos, tengo pocas posibilidades de practicar el inglés en París.

Pero ha estado en Estados Unidos.

Estuve una sola vez, en el año 60, trabajando en uno de estos organismos de las Naciones Unidas: me ofrecieron un contrato de revisor de traducciones en Washington, en un congreso de quince días; entonces fui por las Naciones Unidas, estuve en Washington y con el dinero que gané en esos quince días me fui a Nueva York y me los gasté en otros quince días. Fue muy divertido, porque cuando volví a París saqué la cuenta y ese viaje me había salido un dólar. Fue una experiencia muy hermosa para mí, porque Nueva York me exaltó y aplastó al mismo tiempo, me pareció (estos son lugares comunes, porque creo que todos los latinoamericanos sienten más o menos lo mismo) una ciudad absolutamente inhumana para nuestro temperamento, pero en la que hay cosas extraordinarias para ver y para conocer. De modo que había una ambivalencia continua de sentimientos. Se puede ser muy desdichado y feliz, al mismo tiempo, en esa ciudad. Lo que sé es que cuando el avión despegó para llevarme de vuelta a Francia, yo pedí cuatro whiskies seguidos. Tenía una sensación de felicidad infinita. Sí, tenía la sensación de escaparme de algo que no era para mí. Yo no podría nunca vivir en Nueva York.

¿Y se toma whiskies cuando se va de Buenos Aires, en el avión?

No, jamás. Bueno, tomo los whiskies que me ofrece la aeromoza, que tienen esa manera de ofrecer absolutamente irresistible. Tomo cualquier cosa que me den, pero no tengo ninguna razón para tomar whisky; en cambio, cuando me marché de Nueva York sí necesitaba festejar que volvía a un lugar en el que me siento mejor.

Cuando se va de Buenos Aires, ¿siente tristeza de dejar su país? ¿Quisiera quedarse? ¿Cómo se siente Cortázar cuando se va de su ciudad?

Cuando me voy de Buenos Aires, y no me preocupa en absoluto que alguien pueda pensar que estoy mintiendo, no siento que me voy de Buenos Aires, no tengo nunca la sensación de irme de Buenos Aires, porque apenas llego a París entro en una órbita de vida en la que Buenos Aires está cotidianamente presente; sobre todo en estos últimos años. Cuando digo Buenos Aires estoy diciendo la Argentina y América latina. Para eso trato, en la medida de lo posible, de identificarme con toda nuestra América latina. En estos últimos años, el trabajo que un grupo de gente intenta realizar en París (entre otras cosas, por ejemplo, la defensa de los prisioneros políticos) hace que aquello siga siendo Buenos Aires en cierta medida. Yo recibo llamadas telefónicas que son de porteños, seguimos hablando nuestro idioma y leyendo los diarios de aquí.

Cortázar, en este momento se me acaba de ocurrir una pregunta, hablando de los presos políticos. ¿Qué se hace por los presos políticos que puede haber en Cuba?

Bueno, en primer lugar habría que tener información más precisa sobre los presos políticos que puede haber en Cuba, y por qué siguen presos. La información que yo he tenido siempre es que los presos políticos de la Isla están purgando una pena que les fue impuesta por un tribunal. Es decir, que es gente, algunos de los sobrevivientes del ataque de Playa Girón, que puede estar presa por ese motivo y tendrá que purgar una condena de equis años. Yo no conozco casos de presos políticos que no hayan sido juzgados en Cuba.


En este momento, si hay alguna reacción contra el sistema cubano dentro de Cuba, ¿no se llevan presa a la gente, no se la arresta? ¿Hay libertad de expresión? ¿Podríamos hablar como en la Argentina, en este momento, de Paco Urondo sin mayores temores que los propios miedos internos?

Bueno, piense en eso que se llamó el "caso Padilla". Las modalidades que se aplicaron en ese caso a mí me parecen criticables, esa llamada autocrítica que hizo Padilla me pareció una cosa inútilmente espectacular y, además, repetía modelos que no me son simpáticos, como los soviéticos. Pero es evidente que Padilla tuvo el pleno derecho de hacer su autocrítica, de contestar a las preguntas y de responder a cualquier tipo de interpretación que se hiciera en el curso de aquella reunión en la Sociedad de Escritores. Tras lo cual Padilla se reintegró a su vida ordinaria; no sé si sabe que tiene un puesto de traductor en el ministerio y trabaja como cualquier otro cubano. Por eso es que cuando en Europa los firmantes de aquella triste y lamentable segunda carta a Fidel Castro aludían a procesos en Moscú y al stalinismo, se equivocaban tristemente. Porque los procesos en Moscú terminaban habitualmente con una bala en la nuca del acusado, y Padilla termina con un empleo de traductor en el ministerio. Tengo la impresión de que hay alguna diferencia.

martes, 26 de agosto de 2014

Entrevista a Julio Cortázar – Parte 11

Salgamos de la política, y de los escritores. Con los pintores, ¿cómo andamos? ¿Cuáles son sus preferencias, de acuerdo con los plásticos argentinos que están en el candelero, como suele decirse? Los nombres que suenan, los nombres que repercuten. ¿Tienen trascendencia en París estos pintores?

Sí, usted sabe bien que hay una serie de pintores argentinos que tienen prestigio, no sólo en el país sino en todos los grandes centros europeos y en USA. Supongo que no hay por qué repetirlo: gente como Macció, como Julio Le Parc, como Torres Agüero. Toda esa gente es muy conocida y estimada. Lo que sucede es que la proliferación de pintores latinoamericanos ha confundido un poco a los europeos. No distinguen demasiado bien, me parece a mí, entre un pintor peruano y un argentino o mexicano.

¿No distinguen tan bien como en el caso político?

No, por la sencilla razón de que pocas pinturas, relativamente pocas, expresan claramente un contenido ideológico. Cada vez con más frecuencia lo vamos a ir viendo. Es el caso de muchas de las pinturas de Seguí, y muchas de las cosas que ha dicho o hecho Julio Le Parc. Pero el conocimiento es menos definido que en el caso de la literatura. Es cierto que hay signos de cansancio en Europa. No es el cansancio que lleva a decir a algunos que Europa está muerta y liquidada, pero hay una madurez que se traduce a veces en una pintura o en una literatura excesivamente reflexiva o excesivamente hecha de recapitulaciones culturales. En cambio, llegan los latinoamericanos con una pintura fresca, llena a veces de ataques contra todo un sistema de valores, y eso al europeo lo sorprende y lo admira profundamente. Yo me he fijado cómo asisten ellos a las bienales de pintura sudamericana que se organizan de vez en cuando. El francés se interesa mucho por eso. Nota que hay algo que es diferente. Pero no incide demasiado la nacionalidad de los pintores.

Debido a Los Beatles, que se fueron a la India y encontraron sonidos nuevos para su sorprendente expresión musical popular, pude oír también que en los europeos hay una búsqueda de sonidos autóctonos latinoamericanos: se usa la quena, se usa el charango... ¿Usted pudo apreciar algo allá?

Sí, lo de la quena es algo muy divertido, porque su sonido se escucha cuando uno se pasea por las calles de París. Ya sea que provenga de un altoparlante, de la radio, de un disco o de uno de esos aparatos de los cafés: hay un sonido a quenas por todos lados. Además, en la noche, en las boîtes, en los cafés, en los lugares donde hay pequeños conjuntos, siempre hay alguien que está tocando quena o charango.

Y usted, ¿toca la trompeta?

Sí, para gran desesperación de mis vecinos. Yo la tengo como procedimiento higiénico. Cuando estoy muy cansado, fatigado, por haber escrito o leído mucho, tocar un rato la trompeta es un ejercicio respiratorio formidable. El problema de la trompeta es que es un instrumento implacable porque exige una preparación previa de los labios y eso se consigue tocando bastante seguido unos cuantos días. O sea que, en el momento en que yo empiezo a sentirme un poco satisfecho, o me voy de viaje o no puedo tocar durante un mes; entonces, cuando vuelvo, es una calamidad. Pero me divierto mucho.

¿Vio la película El Perseguidor, que se hizo sobre un cuento suyo?

Sí, la vi en un festival europeo. En esa película me gustó mucho la banda sonora. Entonces yo no sabía que el que tocaba era el Gato Barbieri, porque el Gato no tenía en aquel momento la justa fama que consiguió después. Yo sabía que había dos hermanos Barbieri, que uno había hecho los temas y el otro, los había tocado, pero no los conocía. Cuando vi la película, la música me impresionó, porque yo me estaba temiendo que se hiciese un simple pastiche de Charlie Parker. Puesto que el personaje, en alguna medida, encarnaba a Charlie Parker, los Barbieri tuvieron la extraordinaria habilidad y la honestidad de hacer una música muy original y que, al mismo tiempo, tenía un estilo. Era un homenaje, pero no un pastiche.

¿Cuántas películas basadas en sus cuentos se han filmado ya?

Yo me olvido fácilmente. Manuel Antín filmó tres películas de las que yo conozco dos. Hay una,Circe, que no vi nunca. Bueno, luego los mexicanos filmaron un mediometraje basado en el libro El ídolo de las Cícladas, que vi en París. Creo que la película no tuvo éxito, no se la vio más. Los mediometrajes son de difícil ubicación en las salas, me parece. Era, tal vez, una película sin intenciones comerciales. Luego, usted sabe, está Blow Up.


¿Qué significa para un escritor como Julio Cortázar, que filmen una película como Blow Up? ¿Tiene repercusión económica satisfactoria, trasciende como promoción para la venta de sus libros?

En el caso de Blow Up la repercusión de tipo económico yo la advertí únicamente en USA, porque la película de Antonioni tuvo un enorme éxito, despertó gran interés e hizo que la gente empezara a leer mis cuentos. Ahora los leen mucho más allá.

Entrevista a Julio Cortázar – Parte 10

Pero esto viene, perdón que le interrumpa, a raíz de mi recorrida por América latina. Yo no sé si seré chauvinista en cuanto a la Argentina, pero no se da frecuentemente en el resto de América latina. Usted puede llegar a Chile, y dirán "Ahí va Cortázar". Pero ese acercarse, ese querer tocarlo, no por fanatismo sino por agradecimiento por lo que usted da... Ha podido comprobar que la gente argentina agradece lo que le dan, siendo que lo que usted le da es su trabajo, porque si no lo da se muere, y si la gente no la recibe se muere dos veces.

Eso lo comprendo muy bien y además lo estoy palpando en la calle, diariamente...

Y su anécdota, ¿cuál es?

Sí, mi anécdota es muy divertida. No me pasó ahora. Me pasó en ese viaje muy breve de hace dos años. Una noche tomé el subte con un amigo, el poeta Francisco Urondo, que en este momento está detenido en la cárcel de Villa Devoto, como usted sabe...

Sí, señor.

Yo estaba con Francisco Urondo, a las once de la noche esperando el subte, creo que en la estación de Pacífico. No había prácticamente nadie en la plataforma. De pronto, de un quiosco de diarios salieron dos personas que se acercaron con unos guardapolvos grises: eran los vendedores del quiosco. Uno de ellos, el más viejo, hizo eso que usted explicaba tan bien hace unos segundos. Me demostró inmediatamente una especie de amistad y ternura, con la discreción del criollo. Me dijo: "¿Le puedo estrechar la mano? Yo vendo sus libros". Entonces, el más joven dijo: "No sólo los vende, sino también los lee". Bueno, eso me pareció extraordinario, porque había una toma de contacto llena de pudor y, al mismo tiempo, había una tal confianza... Ellos estaban seguros de que yo iba a estar contento de eso, ¿y cómo no iba a estarlo?

Sí, creo que es una gratificación. Una constante gratificación. Y un constante agradecimiento.

Yo tengo un amigo diarero en la esquina de Maipú y Viamonte. Somos amigos desde la otra noche, en que yo volvía a mi casa a las dos de la mañana y él estaba todavía allí. Evidentemente hay noctámbulos que compran diarios. Bueno, estaba ahí, me vio y me llamó de una manera que me conmovió porque me dice: "Che, Julio, vení. Che, Julio, vení a charlar". Yo crucé, la calle estaba totalmente vacía. Él estaba con un amigo, y terminamos tomándonos un café en el bar de enfrente. Él dejó a un pibe para que le cuidara los diarios, había muy pocos clientes a esa hora. Y desde la ventanilla del café se podía ver el quiosco. Hablamos como una hora y media, de un montón de cosas. Yo me di cuenta de que él no había leído gran cosa; puede haber leído notas sobre mí, pero no ha leído libros, me lo dijo además. Pero tenía una especie de conocimiento, no tenía nada que ver con la literatura, pero era igualmente entrañable. Y discutimos duro sobre ideología y política. No estábamos de acuerdo en muchas cosas. El empezó diciéndome: "Porqué vivís lejos de aquí? ¿No sabés que la Argentina es el mejor país del mundo?". Yo le dije: "Mirá, estás equivocado: que yo viva lejos (puedo tener mis motivos) es un problema, pero en lo que estás equivocado es en afirmar, como lo estás afirmando, engolando la voz, que la Argentina es el mejor país del mundo. La Argentina no es el mejor ni el peor país del mundo. La Argentina es un país como todos los países del mundo. Pensá que en este momento que vos decís esto, hay un mexicano que está diciendo: México es el mejor país del mundo, y hay un peruano que está diciendo: Perú es el mejor país del mundo. ¿Te das cuenta de que eso nos está desuniendo en vez de juntarnos?" El muchacho, que es muy, muy inteligente, comprendió inmediatamente. Me dijo: "Sí, es cierto, uno a veces exagera, pero éste es un hermoso país". Claro que es un hermoso país, pero no el mejor del mundo. Y mientras no nos quitemos esa tontería de la cabeza y se la quiten los mexicanos, los peruanos y toda esa escala de chauvinismo latinoamericano, le haremos el juego al enemigo, que busca (es uno de sus caminos) dividirnos por el lado del nacionalismo.

Y Francia, ¿no es el mejor país del mundo para los franceses?

Probablemente, sí. Y se equivocan exactamente como mi amigo, el diarero. ¿Usted cree que un país, que cualquier país, es el mejor país del mundo?


Usted me dijo al principio que no era político y le hacían preguntas como si manejara política, sobre todo, latinoamericana. Yo tampoco soy político, quizá sea un tanto soñador, un tanto más que idealista, fantasioso. Yo creo que en este momento, en su país, en nuestro país, lo que hace falta es realmente esa toma de conciencia para que toda la gente trabaje y saque adelante este país.

Bueno, algunos elementos de esa toma de conciencia, sin ser político, yo puedo intuirlos. Tengo la impresión de que hay una voluntad deliberada de salir del inmovilismo, de la actitud pasiva de la aceptación, que ha sido muy frecuente, en mis tiempos, por lo menos. La aceptación de lo que sucedía en eso que llaman "las esferas superiores", con la compensación privada de hablar mal del gobierno, pero sin la menor responsabilidad, sin comprometerse, eso lo he vivido yo en la Argentina y tengo la impresión de que es una etapa superada. Es admirable ver cómo la gente da su opinión en la calle, en las librerías, en los cafés, en los lugares donde yo puedo hablar con ellos. Opiniones que a veces podrían ser, incluso peligrosas para la persona que las está diciendo, y sin embargo, las dan. Los jóvenes, sobre todo, las dan sin ningún temor, y eso me parece admirable, eso es lo que usted llama toma de conciencia, y yo también.

lunes, 25 de agosto de 2014

Entrevista a Julio Cortázar – Parte 9

¿Tiene parientes en la Argentina?

Muy pocos, mi familia es muy pequeña y tengo más amigos que parientes. Pero casi todos mis parientes son también mis amigos.

Entre las fantasías que circulan por allí, se cuenta la de su juventud, la de su gran vitalidad, la de su rostro impecable. Hace unos días, conversando con una amiga mía que es muy varonista, me dijo: "Es una pena que Julio se haya dejado la barba". Y recurrió al disco suyo que editó aquí Héctor Yánover. Me lo mostró y dijo: "Mirá el rostro que tiene Cortázar; con la barba se afea..." 

Bueno, habría que ver si en caso que yo me afeitara para complacer a su amiga, el resultado sería la misma cara que ella vio en la tapa del disco; porque esa foto ya tiene unos cuantos años... De todas maneras, me siento muy joven. Incluso, a veces tengo la impresión de estar viviendo hacia atrás; es decir, sentirme cada vez más joven. Cuando yo tenía 25 años me sentía realmente mucho más viejo que hoy. No por razones de tipo físico, sino, probablemente, por razones de contexto local: yo pertenecía a una generación que se ponía cuello y corbata (incluso conocí los famosos cuellos almidonados que son una verdadera tortura), sombrero; una generación que jamás estaba en mangas de camisa en ninguna parte... Había todo un ceremonial de vestimenta que, lógicamente, expresaba otra clase de represiones, de almidonamientos internos. Entonces yo era un joven viejo, un viejo joven en esa época. Yo lo sé muy bien. En ese sentido, la experiencia europea y los años me liberaron fácilmente de todo eso. De una manera natural, un buen día volaron los anteojos (en realidad, yo no necesitaba usar anteojos; había un oculista que había decidido que yo tenía que usar anteojos permanentes), descubrí que realmente no los necesitaba. Ahora los necesito para leer, por cierto. Hace veinte años yo podía pasarme toda una noche leyendo, escuchando música; ahora se me cansa la vista.

¿Qué artistas de tango son sus preferidos?

Yo, por razones de edad, sigo identificando al tango con Carlos Gardel. Eso es una preferencia de tipo histórico. Gardel ha muerto hace 37 años, aunque como dicen los muchachos, "cada día canta mejor", lo cual es muy cierto.

¿Le gusta toda la discografía de Gardel?

No, toda no. La discografía de un artista es como la bibliografía de un escritor. A mí me gusta mucho Balzac, pero hay libros de Balzac que se me caen de la mano. Y hay grabaciones de Gardel que me parecen de una mediocridad total...

¿Qué libro de Balzac se le cayó de la mano?

No me acuerdo, quizá porque se me cayó de la mano. Olvido muy hábil: olvidar lo que no me interesa.

¿Y qué discos de Gardel son sus preferidos?

Mire, a mí me gustan, sobre todo, los que él grabó entre el 30 y el 35, más o menos. Cuando se acompañaba exclusivamente con guitarra, cuando tenía el famoso grupo con Barbieri y toda esa gente. Es la época en que grabó Mano a mano y Mi noche triste. Creo que son los dos tangos de Gardel que yo prefiero. Luego llegó el Gardel del éxito, el Gardel de Hollywood, de las películas. Cuando él perfeccionó su técnica vocal, y el disco perfeccionó su técnica de grabación (la grabación eléctrica) Gardel empezó a ser acompañado por orquesta. Eso, desde un punto de vista puramente estético, también son discos muy hermosos: El día que me quieras, Luces de la ciudad... Es decir, los que le dieron importancia latinoamericana y a nivel mundial, pero que no superan, para mí, al Gardel de los años 30.

¿Qué otros artistas de la época pasada del tango figuran en su preferencia?

Figura Rosita Quiroga, por ejemplo. A propósito, hace unos meses me conmovió mucho; estando en París, recibí una carta de ella. Me mandó una carta muy simpática, pidiéndome una foto. Y yo, que no le doy fotos a nadie, fotos autografiadas, porque me parece un vedettismo tonto...

¿Una tontería?

Una tontería, sí. Bueno, busqué desesperado la foto más grande que podía conseguir, se la firmé, se la dediqué con mucho cariño y se la envié.


Fíjese, Julio, que antes de llegar a conversar como estamos haciéndolo, yo lo vi dos veces a usted en Buenos Aires. Hace unos días salía yo de mi casa y usted, con la misma vestimenta que tiene ahora, estaba parado en la esquina de Córdoba y Leandro Alem. Lo vi a usted, lo vimos, la señorita que dijo que la barba no le quedaba tan bien como el rostro afeitado, y me dije: "Acercarme lo encuentro irrespetuoso; Julio me dijo que lo llamara para concederme una entrevista...". Entonces, me quedé observando cómo mucha gente lo observaba. Cuando usted cruzó, el joven que vende diarios en la esquina dijo: "Ahí va, ¿no?".

Es algo que me sorprende y me emociona. Yo le puedo contar una anécdota...