miércoles, 30 de mayo de 2012

El Domingo Siete

Hace tiempo, en un olvidado pueblito de Salta, habían dos hombres que tenían inmensos "coto-bocios". Cuentan que los cotos eran tan grandes que los hombres cuando salían a la calle, tenían que hacerlo con una carretilla "porta-coto".

Uno era Ramón, y el otro Jacinto. Ramón era tímido, razón por la cual se cansó de las burlas y un día resolvió alejarse para siempre, de su pueblo natal. Jacinto, el otro "megacoto", era extrovertido, fanfarrón, y quizá, por eso, soportaba las pullas, aunque también vivía atormentado.

Ramón, resuelto a irse del pueblo, se echó al monte, tomó su carretilla "porta-coto" y partió con sus pertenencias. Caminó tarde y noche, por selvas y montes, hasta que cansado se acostó a dormir. Al día siguiente, continuó adentrándose en la espesura.

Al segundo día, encontró un árbol inmenso, que tenía muy limpio los alrededores. Inspeccionó el lugar, observó su copa y descubrió que era posible subir con el "megacoto" a cuesta. Ramón, convencido de que estaba en el lugar que tanto había buscado, decidió eligir ese hermoso Pacará para que sea su vivienda, vaya a saber por cuánto tiempo. Acomodó sus cosas, hizo fuego y comida, y al final, subió como pudo hasta la rama más alta y gruesa para pasar una noche tranquilo. Se acomodó y a poco, concilió el sueño. Durmió hasta pasada la media noche, cuando se despertó por el barullo de conversaciones que no entendía, pero que venían desde bajo del árbol.

Se asomó con sigilo por entre el follaje, y vió unos bultos que parecían estar participando de una curiosa reunión. Creía estar viendo visiones, pero a poco cayó en cuenta que estaba frente a una salamanca, los cuales al parecer habían hecho la limpieza alrededor del árbol y, luego, prendido una gran fogata de la cual emanaba un fuerte olor a azufre, mientras uno de los seres del Averno tiraba sobre él, víboras, sapos, ranas, serpientes, lagartijas y culebras.

Vió que después de prolongadas conversaciones, los "astudos", aferrados de las manos cantaban y bailaban alrededor del árbol, como si fuera una ronda, diciendo: "Lunes, martes, miércoles tres"; "lunes, martes, miércoles tres"; y así sucesivamente. Tanto repitieron los estribillos, que Ramón, cansado, gritó: "¡jueves, viernes, sábado seis...!".

En el acto, el fuego se apagó, los diablos quedaron paralizados y levantaron sus miradas, en un silencio sepulcral. En la oscuridad, los saltones y rojizos ojos de los mandingas -que pueden ver en las más espesas de las noches- buscaban en lo alto del Pacará, al autor del canto, hasta que descubrieron a Ramón, que espeluznado tiritaba "coto i'todo" en las alturas, ya arrepentido de haber pronunciado palabra alguna.

Los maléficos, de un solo salto bajaron a Ramón, que horrorizado esperaba ser sometido a los peores castigos del infierno. Ya en el suelo, fue mantenido en andas por las manos "quemantes" de sus captores que apestaban a azufre y huevo podrido.

Así permaneció hasta que Satanás en persona se hizo presente con toda su pompa, se acercó y le dijo: "Tu nuevo canto me gusta y estoy agradecido, razón por la cual te concedo una gracia, cualquiera que sea, en el acto se hará realidad". Y dicho esto, Satanás hizo un chasquido con los dedos de "fierro" de la mano izquierda de donde salió una llamarada que iluminó el monte y lo colmó de humo y olor a azufre.

Ramón, sorprendido por la reacción de los diablos -que sonrientes mostraban sus puntiagudas lenguas, sus afilados y grandes colmillos, mientras exhalaban un inaguantable y fétido aliento - pensó deshacerse del coto. Ansiosos y con la sonrisa congelada, las criaturas esperaban la repuesta de Ramón, hasta que éste, con asco y miedo dijo: "quiero que me saquen el coto", y no bien terminó de decir esto, Satanás chasqueó sus dedos, y en el acto el coto rodó por el suelo, rebotando como una bola, hasta caer sobre la cola de un diablo menor, que al moler su extremidad trasera, dio un desgarrante grito, mientras lanzaba tantas maldiciones, que Ramón casi muere de espanto y susto.

Timidamente Ramón levantó sus cosas y emprendió su regreso al pueblo, mientras a lo lejos escuchaba a la diablada, que cantaba: "lunes, martes, miércoles tres; jueves, viernes, sábado seis". Ya en el pueblo, encontró a Jacinto, quien le preguntó cómo se había deshecho del coto. Le relató todo y casi sin escuchar el final, Jacinto salió por el árbol al que subió, y esperó la noche. A las 12 de la noche llegó la diablada, la que mientras esperaban la llegada de Mefistófoles, comentaban sus maldades diarias.

Finalmente con el Señor de las Tinieblas, la fiesta empezó, asiéndose todos de las manos y cantando alrededor del gran tronco, "lunes, martes miércoles tres, jueves, viernes, sábado seis". Jacinto, en lo alto de la copa, no esperó mucho y al escuchar "...sábado seis", a todo pulmón gritó "¡Domingo siete!" y en el acto, todo fue silencio, la gran llamarada se esfumó y los diablos paralizados, buscaban al osado cristiano que había tenido el atrevimiento de nombrar, en esta salamanca-chica, al "Domingo", el día de Dios, y acto seguido, un diablo a coscorrones bajó al pobre Jacinto.

Mandinga, impuso silencio e hizo traer el coto de Ramón que aún estaba a la orilla y se lo adosó al mismo lado del propio, quedando Jacinto con dos cotos. Mandinga, con una palmada hirviente le dijo: "Esto te pasa por opa. ¡Ya te vuá dar que me vengás con un Domingo siete" y dicho a duras penas salió el "superdoble megacoto" con su carretilla.

Por Luis Borelli
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martes, 29 de mayo de 2012

El Mikilo


Leyenda conocida en las provincias de La Rioja, Tucumán, Santiago del Estero y Salta. Según se cuenta, es esquivo y poco sociable; se lo reconoce por su grito ululante, casi como un lamento en la noche. Deja una pisada desconocida, que se parece a la de un gallo; algunos lugareños lo describen como un animal demoníaco, que tiene la mitad del cuerpo de humano, y la otra mitad de perro, patas de gallo, manos enormes y una larga cola emplumada. 
No siempre ataca a los hombres, comúnmente los espía. Su pagana, naturista y pintoresca imagen, refugiada en los bosques y montañas, en cuya penumbra vive, lo ha librado del exorcismo de la colonia y de la profanación de la cultura europea. Pertenece a la familia de los dioses salvajes y demóticos sin templo ni ofrendas de oro que despertaran la codicia y el fanatismo de la Conquista...Y tal vez es esa la razón de su supervivencia en la memoria y en el culto de la gente...Es un dios de múltiples formas variantes con la inconstancia de los juegos de luz en las arboledas y en la peñas, por lo que resulta difícil reconocerlo. 
 En algunas partes de La Rioja, Mikilo es el Duende: hombrecillo de poncho y sombrero negro llevar, este pequeño ser fue denunciado a la policía riojana por los habitantes de la apacible Chilecito por andar posándose en las entradas de las casas de los lugareños y asustar a los paseantes. 

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lunes, 28 de mayo de 2012

Apuntes sobre la Revolución de Mayo - parte 1

¡Cuántos puntos de vista hemos trazado sobre la Revolución de Mayo! ¿Tendrá sentido seguir discutiendo? ¿Qué discutimos? Puedo decir qué discutía yo en 1975 cuando escribí Filosofía y Nación y fui duro y crítico con Moreno y los suyos. Durante esos días, la organización político-militar Montoneros se había trenzado en una guerra aparatista –al margen de todo apoyo de masas; al margen, también, de todo intento de recurrir a ellas– con los grupos terroristas de la derecha del peronismo, respaldada por el aparato del Estado que presidía Isabel Martínez de Perón bajo los mandatos de José López Rega. Las discusiones que sosteníamos eran de superficie. 
No sé si en la Orga se discutiría algo o se sometería todo a la conducción de Firmenich, Perdía y Vaca Narvaja. Años después, Perdía habría de reconocer que el “pasaje a la clandestinidad” fue el error más grande de la Orga. Fue uno de los tantos, pero determinó la militarización y el accionar violento, la criminalidad indiscriminada, el alejamiento total de las masas, de la población y, sobre todo, del sentimiento popular, que no era el de una guerra de muertes incesantes, muchas inexplicables, o de simples policías a los que –en su totalidad– se había condenado a morir donde se los encontrara. En esta coyuntura atroz se discutió la alternativa a la opción por los fierros, que, como siempre, fue la opción por la política. Pero no hay política en medio de las balas. Y tampoco hay masas ni población que se acerque a algo o que salga con cierta tranquilidad de su casa. Era, Montoneros, la vanguardia armada. 
No necesitaba del pueblo y el pueblo, para la vanguardia, siempre está al margen de la comprensión profunda de la historia. 
Puesto a escribir sobre la Revolución de Mayo no me fue difícil llegar a un trazado de historias con similitudes conceptuales, que ayudaran a la comprensión. Moreno y sus amigos eran la vanguardia ilustrada de Buenos Aires. No voy a comparar a Moreno y a Castelli con Firmenich y Perdía, pero la política se hace con los fierros o se hace con los pueblos. Moreno y Castelli no estaban extraviados y posiblemente fueran personajes trágicos, que le pedían a su tiempo algo que no podía entregarles. Grave error político. Un gran músico o un gran escritor puede –según suele decirse– “adelantarse a su tiempo”, pagará su gesto con la soledad y la incomprensión. Estos precios no los puede pagar un revolucionario. Salvo al costo de no hacer una revolución y quedar para la posteridad como un tipo bárbaro, lleno de buenas intenciones, pero fatalmente derrotado por mediocres que no volaban tan alto como él. ¿Pasó esto con Moreno?

sábado, 26 de mayo de 2012

Apuntes sobre la Revolución de Mayo - parte 3


Lo que hizo Moreno fue introducir en el Plata la Razón Iluminista. Esta razón se centra en Buenos Aires y se desplegará desde ahí. Desde este punto de vista (salvo el interregno “bárbaro” de Rosas) será la razón occidental, la razón del tecnocapitalismo, la razón instrumental, la que triunfará en el Plata como triunfa en todo el mundo colonial. 
El único sentido lateral que hubo en este país ante esa racionalidad conquistadora fue el de las masas federales. (¿Por qué no Artigas antes que Moreno? ¿Por qué regalárselo a los uruguayos, si hasta muchos de ellos dicen que fue el más grande de los caudillos argentinos? ¿Por qué no Artigas, que era un líder de pueblos, un enemigo de portugueses y británicos y partidario de repartir las tierras a los pobres?) Y las masas federales fueron aniquiladas por el poder de Buenos Aires. 
Poder que –según nada menos que Alberdi– fue el que vino a centralizar la Revolución de Mayo estableciendo un reemplazo del coloniaje, no su sustitución. A partir de Mayo, Buenos Aires fue la metrópoli; las Provincias, la colonia. Esa lucha duró todo el siglo XIX y concluyó en el ’80, con la conquista del desierto y la federalización de Buenos Aires. Luego de aniquilar a los negros, a los gauchos y a los indios, Buenos Aires festeja el centenario de su revolución en 1910. Ahora, el Otro absoluto es nuevo y vino de afuera: es la chusma ultramarina. La opulenta capital también sabrá castigarla siempre que intente tomar o desordenar la casa.

Por José Pablo Feinmann
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Apuntes sobre la Revolución de Mayo - parte 2


Concedo, si quieren, que Moreno era un enemigo del Imperio Británico. Concedo que, en alta mar, según sugiere su hermano Manuel y afirman quienes hacen de Mariano un revolucionario, lo envenenó el capitán de la nave por órdenes del saavedrismo “reaccionario” o del mismísimo Imperio contra el que bravamente había luchado. Confieso que el Plan de operaciones es un gran texto político y que con gusto lo aplicaría hoy mismo en la Argentina. Imagínense: “Centralización de la economía en la esfera estatal, confiscaciones de las grandes fortunas, nacionalización de las minas, trabas a las importaciones suntuarias, control estatal sobre el crédito y las divisas, explotación por el Estado de la riqueza minera” (J. P. F., Filosofía y Nación, p. 36 de la edición de Legasa de 1986. El libro se publicó en 1982. 
Lo iba a publicar Amorrortu en 1976. Por supuesto no lo hizo). Y luego, en la parte económica del Plan, Moreno propone una de sus medidas más osadas: “Se verá que una cantidad de doscientos o trescientos millones de pesos, puestos en el centro del Estado para la fomentación de las artes, agricultura, navegación, etc., producirá en pocos años un continente laborioso, instruido y virtuoso, sin necesidad de buscar exteriormente nada de lo que necesite para la conservación de sus habitantes, no hablando de aquellas manufacturas que, siendo como un vicio corrompido, son de un lujo excesivo e inútil, que debe evitarse principalmente porque son extranjeras y se venden a más oro de lo que pesan”. Sería fascinante traerlo a Moreno al presente argentino. Decirle, por ejemplo, que, en 2008, un gobierno nacional, democrático, perteneciente al partido de masas más grande del país y de América latina, intentó meter levemente su mano en el bolsillo de los señores de la tierra, no confiscarles su propiedades, no controlar el crédito, no nacionalizar nada, sino meramente retenerles un 3 por ciento de la renta de la que gozan y estalló la patria indignada. Tanto, que el gobierno tambaleó y si se mantuvo aún nadie sabe bien por qué, acaso porque esos mismos que quieren tirarlo tienen, a la vez, terror de gobernar el país con la gente que cuentan entre bobos traidores y malandras pendencieros.

Moreno parecía no comprender acabadamente una regla de oro de las revoluciones: nadie hace una revolución sin una base revolucionaria. 
Si pretendía ser un jacobino tenía que preguntarse –ante todo– si contaba con una burguesía revolucionaria. Jacobino sin burguesía gira locamente en el aire. Tenía, en Buenos Aires, a los que buscaban comerciar libremente con Gran Bretaña (y ya lo hacían a través del contrabando). A los comerciantes españoles, cada vez menos representativos. Y a los ganaderos bonaerenses, que buscaban exportar y miraban a los países del desarrollo europeo. Esto es tan sencillo que nada les ha costado verlo a Mariátegui, Milcíades Peña o José Luis Busaniche. El país tenía que salir de la órbita española. Había que echar de América a ese imperio decadente, inútil. 
El Plan tiene muchas concesiones a los ingleses. Si quieren no las vemos. Pero, ¿con qué poder pensaba Moreno hacer lo que proponía ese Plan? Puede conmovernos como Guevara en Bolivia. Pero no llevarnos a decir que la de Mayo fue una Revolución. Castelli puede conmovernos a orillas del lago Tiahuanaco, lugar al que convoca a las comunidades indígenas de la provincia de La Paz, a poca distancia del Titicaca. Claro que rechazamos la broma fascista de Hugo Wast que les hace decir a los indios una burrada infame como respuesta al discurso del orador de Mayo: “¿Qué preferís? ¿El Gobierno de los déspotas o el de los pueblos? Decidme vosotros qué queréis”. Y los indios: “¡Aguardiente, señor!”. Pero aun rechazando la injuria, la tomadura de pelo racista, era cierto que los indios no entendían el idioma de Castelli ni éste el de ellos. 
Es como Inti Peredo aprendiendo quechua en medio de la selva boliviana. O hablándoles a los campesinos de la Revolución Cubana. Lo que lleva a Guevara a confesarse que los campesinos lo miran con una mezcla de incredulidad y temor.


Mariano Moreno

El 25 de mayo, reunido en la Plaza de la Victoria, actual Plaza de Mayo, el pueblo de Buenos Aires finalmente impuso su voluntad al Cabildo creando la Junta Provisoria Gubernativa del Río de la Plata integrada por: Cornelio Saavedra, presidente; Juan José Castelli, Manuel Belgrano, Miguel de Azcuénaga, Manuel Alberti, Domingo Matheu, Juan Larrea, vocales; y Juan José Paso y Mariano Moreno, secretarios. Quedó así formado el primer gobierno patrio, que no tardó en desconocer la autoridad del Consejo de Regencia español.

Hemos elegido algunos extractos del pensamiento de Mariano Moreno, uno de los más esclarecidos patriotas de la Revolución de Mayo, donde reivindica valores todavía vigentes como la importancia de la instrucción y la educación como método contra las tiranías, la necesidad de vigilar la conducta de los representantes, los reparos ante las injerencias del extranjero y la necesidad de una organización federal en el gobierno.

“El oficial de nuestro ejército después de asombrar al enemigo por su valor, debe ganar a los pueblos por el irresistible atractivo de su instrucción. El que se encuentre desnudo de estas cualidades redoble sus esfuerzos para adquirirlas, y no se avergüence de una dócil resignación a la enseñanza que se le ofrece, pues en un pueblo naciente todos somos principiantes, y no hay otra diferencia que la de nuestros buenos deseos: el que no sienta los estímulos de una noble ambición de saber y distinguirse en su carrera, abandónela con tiempo, y no se exponga al seguro bochorno de ser arrojado con ignominia: busque para su habitación un pueblo de bárbaros o de esclavos y huya de la gran Buenos Aires que no quiere entre sus hijos hombres extranjeros a las virtudes.”

“El pueblo tiene derecho a saber la conducta de sus representantes, y el honor de éstos se interesa en que todos conozcan la execración con que miran aquellas reservas y misterios inventados por el poder para cubrir sus delitos. El pueblo no debe contentarse con que sus jefes obren bien, debe aspirar a que nunca puedan obrar mal.

“Si los pueblos no se ilustran, si no se vulgarizan sus derechos, si cada hombre no conoce, lo que vale, lo que puede y lo que sabe, nuevas ilusiones sucederán a las antiguas y después de vacilar algún tiempo entre mil incertidumbres, será tal vez nuestra suerte, mudar de tiranos, sin destruir la tiranía”

“Los pueblos deben estar siempre atentos a la conservación de sus intereses y derechos y no deben fiar más que de sí mismos. El extranjero no viene a nuestro país a trabajar en nuestro bien, sino a sacar cuantas ventajas pueda proporcionarse. Recibámoslo en buena hora, aprendamos las mejoras de su civilización, aceptemos las obras de su industria y franqueémosle los frutos que la naturaleza nos reparte a manos llenas; pero miremos sus consejos con la mayor reserva y no incurramos en el error de aquellos pueblos inocentes que se dejaron envolver en cadenas, en medio del embelesamiento que les habían producido los chiches y coloridos abalorios. Aprendamos de nuestros padres y que no se escriba de nosotros lo que se ha escrito de los habitantes de la antigua España con respecto a los cartagineses que la dominaron:

Libre, feliz, España independiente
Se abrió el cartaginés incautamente:
Viéronse estos traidores
Fingirse amigos, para ser señores;
Entrar vendiendo para salir mandando’”

Fuente: Mariano Moreno, Escritos Políticos, Buenos Aires, La Cultura Argentina, 1915
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viernes, 25 de mayo de 2012

El 25 de Mayo en Nuestra América


El 25 de mayo parece ser un día más en el calendario si la Historia no hay dejado reguero de hechos y personajes, en particular para Nuestra América. Las luchas por la libertad, por la independencia, por los derechos de los hombres y mujeres de este continente son las palabras claves para esta efeméride de carácter múltiple.

1. En 1809 la pólvora revolucionaria americana se incendia en Chuquisaca (ayer Alto Perú, hoy Bolivia) con el llamado “Primer Grito Libertario de América”. Es cierto que previo hubo muchos gritos, en particular de los pueblos originarios como la rebelión de Tupac Amarú. Sin embargo la revuelta liderada por Juan Antonio Álvarez de Arenales ha sabido nutrirse de esas luchas previas y alcanzar el fuego revolucionario con la expulsión del presidente de la Real Audencia, el español Ramón García Pizarro, un 25 de mayo.

2. Un año después, 1810, el calor del fuego iniciado en Chuquisaca prendió en la cuenca del Río de la Plata, en el puerto de Santa María de los Buenos Ayres. Los revolucionarios, agrupados en el cabildo de esta ciudad, protagonizan lo que se llama la “Revolución de Mayo”. Algunos de estos integrantes levantan la bandera de la unidad americana y la independencia de cualquier dominio extranjero. Eso los llevó a protagonizar encarnecidamente la lucha contra los porteños que, aliado con la inminente potencia Inglaterra, buscaban reemplazar una metrópoli colonial por otra. Mariano Moreno, Manuel Belgrano, Juan José Castelli y tantos otros son las voces revolucionarias que 201 años después aún resuenan llamándonos a alcanzar la segunda y definitiva independencia.

3. Como forma de consolidar la ola revolucionaria que se alcanzaba en Nuestra América se iniciaron diferentes batallas contra los godos instalados en estas tierras y con refuerzos enviados por la corona española. Cuatro años después de la Revolución de Mayo, el coronel Juan Antonio Álvarez de Arenales (el mismo líder de la revuelta de Chuquisaca) derrotó a una fuerza peninsular tres veces mayor en La Florida, Alto Perú. Esta batalla sumada a tantas otras son las que luego culminarán con la gloriosa victoria de José Antonio Sucre en la batalla de Ayacucho.

4. Sin embargo la lucha continuó aún después de la expulsión del colonialismo español en Nuestra América, la misma lucha por la liberación de los pueblos. Con el advenimiento de las industrias surgieron grupos de proletarios explotados. Muchos de ellos eran inmigrantes europeos. Pero supieron saber que estaban en una tierra con una rica historia revolucionaria y rebelde. Es así que también en un 25 de mayo pero de 1857 los obreros gráficos fundaron la Sociedad Tipográfica Bonarense, la primera asociación de socorros mutuos de la Argentina. Estos obreros iniciaron una lucha por las 8 horas de trabajo, mejores condiciones laborales y salariales, y también por una sociedad mas justa y equitativa.

5. El mayo rebelde aún sigue cabalgando en el calendario. Esta vez con tristeza y vergüenza para Latinoamérica. Tristeza por la muerte de la heroína de la independencia americana Juana Azurduy. Vergüenza por el estado de pobreza y abandono en que fallece esta mujer que dio su familia por la liberación de estas tierras. Juana Azurduy había sido protagonista junto a su esposo Manuel Ascencio Padilla en la revuelta de Chuquisaca de 1809. Luego combatieron en las tropas patrióticas, con Juana como líder guerrillera y mujer combatiente dejando un ejemplo de que el género no es impedimiento. Sin embargo Juana ha sido reivindicada en el 2009 por la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner al ascenderla post mortem a General del Ejército Argentino.

En este recorrido por el calendario del Mayo rebelde de Nuestra América podemos encontrar que el 25 es un día muy particular. Una fecha con varios aniversarios, con hechos y actores históricos que nos convocan a reflexionar y debatir nuestra Historia. Hace un año los argentinos festejamos el bicentenario, como lo están haciendo ahora nuestros hermanos paraguayos, con alegría y ganas de seguir luchando por la segunda y definitiva independencia americana. Objetivo que hoy retoman los gobiernos revolucionarios y progresistas de la región para alcanzar el sueño de nuestros libertadores.


Roberto Deibe
Dpto. Historia CCC
http://www.centrocultural.coop

miércoles, 9 de mayo de 2012

La Ideología del Desarrollo y el Desarrollo de la Ideología – parte 9


El derrocamiento de Frondizi, el interinato vigilado de Guido y la posterior caída de Illia, potenciados por una colosal campaña de acción psicológica, generan en grandes sectores de la opinión pública una pérdida de fe en el sistema democrático como el instrumento más apto para promover los cambios estructurales que permitan superar el subdesarrollo.

Aparece entonces, a la luz del desarrollismo autoritario que desplegaban aceleradamente los militares brasileños, la idea de que las fuerzas armadas podían ser, en las condiciones históricas referidas, el agente impulsor más eficaz de los cambios estructurales y el desarrollo económico. No podemos dejar de señalar que, mientras los militares brasileños mantuvieron inalterable la estrategia del “nacional desarrollismo” y un régimen parlamentario, la versión Argentina barrió con las instituciones de la República e inició el largo proceso de desindustrialización que se consumaría en la segunda mitad de los años 70.

En el pensamiento de Frondizi las sucesivas frustraciones democráticas desde Yrigoyen hasta Illia, mostraban claramente la impotencia del sistema de partidos para asegurar, al mismo tiempo, la consolidación democrática y el desarrollo económico. En su cosmovisión los cambios en la estructura económica harían viable la democratización de la sociedad, pero ese proceso requería una secuencia y no una simultaneidad.

La falta de una burguesía nacional consolidada y conciente que condujera el proceso hacía que las fuerzas armadas se subrogaran en el papel de la burguesía para materializar los cambios. La inexistencia de un movimiento nacional que uniera a la élite industrial, con las clases medias y el proletariado mostraba la impotencia, del régimen democrático y de los gobiernos surgidos de su seno, para asegurar las estrategias de desarrollo a mediano y largo plazo.

Frondizi comienza a visualizar lo que el llama “la revolución nacional” como la alternativa frente al estancamiento y la eventual desintegración social. Sin embargo, en sus declaraciones de la época subraya que el principal objetivo de esa revolución es posibilitar el retorno a la estructura democrática, lo que sólo considera posible si se produce la transformación de las estructuras económicas, sociales y políticas de la Argentina.

Pronto habría de decepcionarse del pretendido rol transformador de los gobiernos militares. Su activa participación en el Frente Cívico de Liberación Nacional en 1972 y en la Comisión Multipartidaria en 1981, marcarían su retorno a la premisa ideológica inicial de la correlación entre democracia y desarrollo.

Por el Dr. José Miguel Amiune



martes, 8 de mayo de 2012

La Ideología del Desarrollo y el Desarrollo de la Ideología – parte 8



Quizás la mayor innovación en su pensamiento y el elemento central que incorpora en esta etapa, se vincula con la participación del capital externo y la asistencia técnica para impulsar el desarrollo económico de la Argentina. Si bien es cierto que existían observaciones aisladas sobre el capital extranjero “bueno” y el “malo”, el tema nunca había sido desarrollado sistemáticamente. Ahora Frondizi comienza a sentar las bases para la aceptación del capital externo como instrumento del desarrollo, un aspecto de su ideología que irá haciéndose más claro en sus subsecuentes acciones.

En materia de política exterior Frondizi mantiene el compromiso formal de no participar en pactos internacionales, particularmente de carácter militar, pero atempera la tradicional posición yrigoyenista. En el Programa de Chascomús se dice: “Nosotros ratificamos la tradicional política Argentina de paz y respeto a los principios de autodeterminación de los pueblos y de no intervención. La Nación participará en organizaciones que promuevan la paz, el derecho y la convivencia entre los pueblos del mundo.
La política internacional de nuestra nación debería proyectar sus objetivos nacionales para obtener la cooperación de naciones con más alto nivel de desarrollo y para asegurar la solidaridad de los pueblos de Latinoamérica en el propósito común del desarrollo”.
Se deduce de esta Declaración como de las acciones del Presidente, el propósito de impulsar acuerdos con los organismos internacionales de crédito como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y el, recién creado, Banco Interamericano de Desarrollo, para incorporar el capital y la asistencia técnica que la Argentina necesitaba para modernizar y desarrollar su economía.

Desde el punto de vista de la estrategia política Frondizi es, en esta etapa, un celoso defensor de la legalidad y la estabilidad institucional. Con la UCRI bajo su control, su mayor esfuerzo apunta en dirección de conseguir el apoyo de la clase obrera para sumarla a la tradicional base de clase media con que cuenta su Partido. Al principio esta estrategia se expresa en el acuerdo con el peronismo y, posteriormente, en la política de “integración” un intento, como se dijo, de ampliar las bases de su movimiento político con la participación de la dirigencia de la clase obrera de origen peronista.

Mientras que la relación entre desarrollo y democracia no es todavía explícitamente elaborada, es probable que esa conexión se hiciera no sólo para contrabalancear el poder de la oligarquía agro-exportadora, sino para demostrar que un régimen democrático podía impulsar el desarrollo y sostener una creciente y próspera economía.

La ideología desarrollada en esta tercera etapa del pensamiento de Frondizi permaneció inalterada desde su ascenso al poder, en sus principales premisas, pero fue experimentando ajustes, adecuaciones y cambios instrumentales que la hicieron aparecer como contrastando con muchos aspectos de la etapa siguiente.

La etapa del desarrollismo militarizado (1966-1970)

A mediados de los años 60 con un escenario internacional de Guerra Fría, la política hemisférica pasa a ser dominada por el conflicto Este-Oeste y la lucha contra el comunismo. Con la emergencia de la Doctrina de la Seguridad Nacional como divisa oficial de Washington, las débiles democracias latinoamericanas son sustituidas por regímenes militares que toman el poder sin plazos, en un intento por contener el avance del comunismo en la región y consumar una reorganización total del estado, la sociedad y la economía. El golpe de Estado de los militares brasileños en 1964 sienta el precedente y, a partir de entonces, el modelo se extiende a otros países, fundamentalmente en el Cono Sur de América.

lunes, 7 de mayo de 2012

La Ideología del Desarrollo y el Desarrollo de la Ideología – parte 7


La etapa desarrollista democrática (1956-1966)

Esta nueva fase del desarrollo ideológico de Arturo Frondizi comienza a emerger durante un extenso período de la etapa transicional, pero se desarrolla aceleradamente a partir de la caída de Perón. En 1956, conoce a Rogelio Frigerio el más lúcido expositor del desarrollismo, una visión de la Argentina, cuyas raíces se encuentran en un libro escrito por Carlos Hojvat, sobre geografía económico-social argentina, publicado en 1947 y titulado ¿Somos una Nación? Frigerio se constituye en la persona más influyente en el entorno de Frondizi y en el proveedor, con su equipo conocido como la Usina, de todas las estrategias políticas de orden nacional e internacional de su gobierno. Frigerio comenzó a apoyarlo desde la revista “Qué sucedió en 7 días” y, desde entonces, unieron sus destinos políticos hasta el cenit de sus respectivas trayectorias.

Esta tercera etapa es menos complicada en su estructura que la precedente. El tema central y excluyente de su visión ideológica es el desarrollo. Los tonos dominantes del nuevo esquema son expuestos por Frondizi en una monografía publicada en 1957. Aquí los viejos temas de la reforma agraria y la nacionalización son omitidos. La agricultura es ahora visualizada en términos de mecanización y utilización de tecnología avanzada para alcanzar incrementos en la producción.

Frondizi comienza a trascender su propio pensamiento y a integrarlo. Argumenta que no es real el dilema entre el país agrario o la nación industrial, y cita a los Estados Unidos como un ejemplo donde agricultura e industria se refuerzan y potencian mutuamente. Con respecto a la industrialización Frondizi comienza un proceso de diferenciación respecto de la fallida experiencia del peronismo, poniendo el énfasis en el desarrollo de la industria pesada, sin la cuál considera imposible completar el ciclo que supere la dependencia externa. Aparece claro que considera al acero como un elemento clave dentro del complejo de la industria pesada, pero también menciona al petróleo y la petroquímica. Sin duda, la más notable ruptura con su pensamiento de la etapa anterior es la completa ausencia de propuestas de nacionalización de industrias y servicios.

En el discurso inaugural de su Presidencia Frondizi acentúa el énfasis en la creación de la industria pesada y habla de la agricultura en términos de mecanización y tecnificación. Aquí ya muestra su abierta decepción respecto de las nacionalizaciones al decir: “Durante nuestro mandato el Poder Ejecutivo no propondrá nuevas nacionalizaciones, dado que nosotros consideramos que los graves problemas que el país enfrenta actualmente, no se resolverán transfiriendo actividades del sector privado al sector público”.

Que la ideología de Frondizi había sufrido una transformación permanente se confirmó en el Programa de Chascomús, adoptado por la UCRI en 1960. En él se afirma: “El objeto de esta etapa de nuestra historia se expresa en la urgente necesidad del desarrollo nacional. Para superar la estructura dependiente que asfixia nuestra economía e impide la elevación de los niveles culturales y materiales de vida de nuestro pueblo, es necesario crear las bases reales de la independencia nacional”.

Frondizi innova también en el tema del federalismo tan caro al pensamiento del radicalismo histórico. Sostiene que el desarrollo permitirá la integración económica nacional, superando la brecha histórica entre la opulenta Buenos Aires y el interior empobrecido. Crea para ello, el Consejo Federal de Inversiones, como un instrumento de planificación e integración.

El rol activo del Estado en la promoción del desarrollo es defendido y amplificado por Frondizi. En su monografía de 1957 -ya citada- afirma vigorosamente las políticas de protección para las industrias emergentes, citando una vez más a los Estados Unidos como modelo.

La Ideología del Desarrollo y el Desarrollo de la Ideología – parte 6


Otros nuevos elementos que aparecen en esta etapa tienen que ver con diversas medidas para expandir el rol del Estado en función de estimular el desarrollo económico. Uno de esos elementos tiene que ver con la protección a la industria nacional. Otro se relaciona con el planeamiento económico que Frondizi propugnaba a través de la creación Consejo Económico Nacional. Un tercer aspecto, postulaba el uso del ahorro externo para proveer a la mecanización de la agricultura.

En el terreno de la política exterior reafirma la posición de Yrigoyen en el mantenimiento de la neutralidad y el no alineamiento, que ya se había convertido en una tradición sostenida por la Intransigencia. La posición de Frondizi se expresa en un documento de 1950 sobre el Tratado de Río de Janeiro (TIAR) y contra cuya ratificación votó el bloque de la UCR, pero favorablemente por los peronistas, con muy pocas excepciones. En un extenso análisis Frondizi afirma que los compromisos de “mutua seguridad” comprometen a la soberanía argentina. Él condena cualquier medida que
pudiera automáticamente comprometer a la Argentina en un conflicto internacional entre otros países, y especialmente con los EE.UU.

Hubo también cambios ideológicos respecto de las condiciones para alcanzar el poder. Frondizi continuó trabajando por la reforma partidaria pero, a partir de 1948, con el triunfo de los Intransigentes el objetivo pasó a ser consolidar el poder antes que conseguirlo. En esta época se incorpora oficialmente la “Declaración de Avellaneda”, aprobada en 1945, como documento oficial del Partido. Frondizi había leído las obras del social demócrata inglés e ideólogo del Laborismo, Harold Lasky. Junto con Moisés Lebenshon representaban la vanguardia intelectual de la UCR y, ambos, participaron en la redacción de “Declaración de Avellaneda”.
En un documento inédito, muy posterior, de su archivo personal, Frondizi recuerda que: “La Declaración de Avellaneda fue la bandera de lucha de la Intransigencia contra los sectores Unionistas que representaban una típica mentalidad conservadora, enemiga de los cambios estructurales. El hecho es que, visto desde la distancia, el Programa de Avellaneda fue mucho más una bandera de lucha que posibilitó el triunfo de la Intransigencia que una respuesta científica a los problemas que afligían al país en la década de los años 40”.

En 1948, Frondizi ya estaba convencido que el desarrollo sería un factor decisivo para derrotar a la oligarquía, dado que el poder que detentaba la misma se basaba en el control de las exportaciones tradicionales en materia agrícola.
Dado su interés por los estudios económicos estaba familiarizado con los análisis sobre la emergencia de modernas burguesías industrializantes que reemplazaban a las viejas oligarquías agrarias. Frondizi consideraba esencial el fortalecimiento de una burguesía nacional, una poderosa élite nacional que pudiera desplazar a la oligarquía tradicional y echar las bases para expandir la economía y consolidar un sistema democrático estable.
Finalmente, debemos aclarar que hemos denominado a esta etapa “transicional” porque reconoce elementos que estaban en la etapa anterior y anticipa elementos que caracterizarán a la etapa siguiente.

domingo, 6 de mayo de 2012

La Ideología del Desarrollo y el Desarrollo de la Ideología – parte 5


Existe otro punto de necesaria clarificación, su convicción de que la democracia era un medio antes que un fin en sí mismo. Hay numerosos pasajes en los escritos de Frondizi en los cuáles indica que esa es la correcta interpretación. En un artículo de 1933 describe a la democracia como un medio para alcanzar la soberanía económica y la igualdad. En un artículo publicado un par de años después habla de dos aspectos fundamentales de la democracia: su “forma” que es política y su “contenido” que es económico y social. En un artículo posterior (1937) distingue entre la estructura formal y el contenido de la democracia, definiendo a éste último como el “fin” o la “meta” de la acción política.

Esta primera etapa de la ideología de Frondizi había adquirido solidez y consistencia hacia mediados de los años treinta y no existe evidencia de cambios sustanciales antes de 1940. Sin embargo sus artículos de 1944 y 1946 representan considerables cambios, por lo cuál resulta conveniente trazar una línea divisoria en 1943, cuando se derrumba el régimen conservador y Perón inicia su ascenso al poder.

La etapa de transición (1943-1955)

Los primeros signos de esta segunda etapa que llamaremos transicional, aparecen en un artículo publicado por Frondizi en 1944. No hay evidencias de que Frondizi hubiera cambiado sus principales metas ideológicas, que continúan siendo la autonomía nacional y las reformas económico-sociales. Pero, en ese artículo aparece un nuevo concepto: el desarrollo económico, que emerge estrechamente vinculado con la industrialización. Frondizi señala la creciente importancia de los problemas de la industria nacional cuya emergencia ha capturado la atención de los estudiosos de la economía. Se referirá a los potenciales efectos de la industrialización sobre la economía argentina pero insistiendo, todavía, en que la nacionalización y la reforma agraria constituyen prerrequisitos esenciales para el desarrollo económico.

En 1946 Frondizi publica un importante artículo donde vuelve a focalizar la atención en el desarrollo y afirma: “Cualquier plan para contar con una economía independiente o para elevar los niveles de vida del pueblo, está atado al crecimiento industrial”.

En el mismo año afirma que: los servicios públicos en manos de la nación permitirán su utilización como un factor para estimular el progreso económico y cultural. Agrega que los transportes y los recursos energéticos deben estar en manos públicas para servir al interés colectivo del desarrollo antes que a los intereses y utilidades privadas. También señala que en ausencia de un monopolio estatal del petróleo, las corporaciones extranjeras podrían mantener deliberadamente bajos los niveles de producción para favorecer la importación de petróleo del exterior, afectando negativamente el desarrollo de Argentina. Similar argumento fue sostenido en “Petróleo y Política” (1954).

Los seis años de Frondizi como Diputado (1946-1952) marcan su formación en el manejo de los asuntos gubernamentales. Los viejos funcionarios de la Dirección de Información Parlamentaria, lo recuerdan como el legislador más trabajador, serio y dedicado de su tiempo. Fundamental para nuestra tesis, es consignar su avidez de información no convencional que lo llevaba a abrevar en los famosos “Kissing’s Contemporary Archives”, que llegaban a Información Parlamentaria, en épocas de don Carlos Bidegain, y nadie -excepto Frondizi- consultaba.

sábado, 5 de mayo de 2012

La Ideología del Desarrollo y el Desarrollo de la Ideología – parte 4


La etapa reformista (1930-1943)

Durante todo este período Frondizi se vio envuelto en las luchas internas del radicalismo para llevar a la Intransigencia a la conducción del Partido y, al mismo tiempo, combatir al régimen conservador y fraudulento que gobernaba la Argentina. Su pensamiento apunta a dos metas muy claras: la mejora de los estándares de vida del pueblo y la lucha por la autonomía nacional. En un artículo de 1937 expone las contradicciones económicas que genera el desigual reparto de la riqueza, concluyendo que el problema más urgente no es de producción sino, esencialmente, de distribución de la riqueza en el contexto de aquellos años.

Sin embargo, el alcanzar la emancipación nacional aparece como la precondición y el objetivo prioritario. Esa meta tiene dos aspectos interrelacionados. El primero es la soberanía económica. Como Argentina estaba fuertemente influenciada por los intereses monopólicos extranjeros, era necesario desplazarlos del manejo de los resortes básicos de la economía. En tal sentido Frondizi se pronuncia por la nacionalización del petróleo, los transportes y los servicios públicos. El otro aspecto era la soberanía política. Frondizi sostenía que la influencia extranjera disminuiría en la medida que se restringiera su control sobre los mecanismos básicos de la economía.
Sostenía otras medidas de contenido social como la reforma agraria, necesaria para terminar con los grandes latifundios improductivos, el derecho de huelga y otras reformas que elevaran las condiciones de vida de los trabajadores y ampliaran el acceso a la educación.

Otro rasgo fundamental de la ideología de Frondizi, en este período, tenía que ver con las condiciones para alcanzar el poder e implementar las políticas propuestas. Ello suponía cumplir dos objetivos: la reforma al interior del Partido Radical y la eliminación del fraude electoral, es decir, el establecimiento de elecciones libres y transparentes. La reforma partidaria se imponía para establecer un liderazgo que consagrara las reformas económicas y sociales que Frondizi postulaba. Al mismo tiempo, era necesario asegurar elecciones libres ya que éstas representaban la única posibilidad pacífica por la cuál el radicalismo podía acceder al poder.

Uno de los temas favoritos de Frondizi, en este período, fue sostener que la preservación de un sistema democrático estable dependía del debilitamiento del poder de la oligarquía doméstica que había sido usado para deponer a Yrigoyen. Era claro que las reformas económicas y sociales que proponía no buscaban solamente mejorar las condiciones de vida de las clases populares, sino también echar las bases de una democracia estable. La nacionalización, pues, suponía servir a dos propósitos: impulsar el nacionalismo económico y asegurar el régimen democrático.

Había otra cuestión en relación con su visión ideológica de los años ‘30 vinculada con la postura argentina en materia de política internacional. La política de Yrigoyen había favorecido la neutralidad y el no alineamiento con bloques políticos internacionales. La posición de Frondizi, en la década siguiente, fue consecuente con los postulados irigoyenistas.

La Ideología del Desarrollo y el Desarrollo de la Ideología – parte 3


La lección que esos hechos nos dejan, fue anticipada en la teoría y la práctica por Arturo Frondizi. La ideología debe someterse a dos pruebas para garantizar su viabilidad: el libre debate de sus postulados incorporando nueva información e integrándola al acervo preexistente y su consistencia con la realidad social. Ellas se construyen todos los días, su revisión es una tarea permanente. La realidad las modifica, les impone límites y condiciones de factibilidad. Siempre, la realidad impone su sello a los anhelos ideológicos. Si una ideología resiste ambas pruebas es buena. Pero esta no es una bondad universal. Es una bondad referida necesariamente a condiciones espacio-temporales determinadas.

Se ha dicho hasta el cansancio que la política es el arte de lo posible pero también es el arte de hacer posible lo deseable. Para esto último la ideología es esencial. Tan esencial que la propia afirmación de que “las ideologías han muerto” es, en sí misma, un acto ideológico de claro contenido reaccionario.

Las etapas del cambio ideológico en Arturo Frondizi

Nuestra exposición se encuadra en el marco temporal que va de 1930 a 1970. A lo largo de esas cuatro décadas identificamos cuatro etapas en su evolución ideológica, que ordenamos de la siguiente manera:
- De 1930 a 1943, la que denominamos etapa “reformista”
- De 1944 a 1955, la que llamamos etapa de “transición”
- De 1956 a 1966, la que consideramos etapa “desarrollista democrática”
- De 1966 a 1970, la que conceptuamos como “desarrollismo militarizado”
- Finalmente haremos una sumaria mención al retorno a una concepción que vincula democracia y desarrollo, de 1973 a 1975 y desde 1983 hasta su muerte.

Frondizi se interesó por la política antes de 1930, pero resulta difícil ahondar en su pensamiento por los escasos antecedentes escritos de que se dispone. En general, él mismo se identifica con el radicalismo de Yrigoyen, aunque esta identificación no fuera total. Según Isidro Odena parecía estar más influido por el pensamiento marxista que por el irigoyenismo, pero a la vez se sentía mucho más nacionalista que socialista. Personalmente, luego de relevar la opinión de muchos de sus contemporáneos, lo calificaría como un “roosveltiano” fuertemente influenciado por el New Deal.

En consecuencia, sus dos principales orientaciones eran la reforma social y el nacionalismo. Estos dos temas se reflejan en sus escritos universitarios.
En 1928, argumenta que la verdadera tarea patriótica es reformar y renovar la sociedad argentina. Y agrega que él siempre ha pertenecido a la “línea reformista” del radicalismo. También se identifica fuertemente con la Reforma Universitaria, ocurrida durante el Gobierno de Yrigoyen y con la orientación reformista que ella representa.

Los factores que explican este tipo de orientación política tienen que ver con su pertenencia a la clase media de origen inmigratorio que adhería masivamente al radicalismo; sus tendencias intelectuales; su trayectoria universitaria en un tiempo en que en los claustros el debate político se orientaba hacia posiciones de izquierda. Además, su atracción por la filosofía, a la que no eran ajenos sus hermanos Silvio, Ricardo y Risieri, indicaba una predisposición hacia el pensamiento complejo y sistemático. Su adhesión al radicalismo dentro de un contexto universitario, sesgado hacia el izquierdismo y el anarquismo, fue un signo de independencia intelectual y pragmatismo político. Pero Frondizi era y sería un radical singular, con una mente abierta a la pan-política que, en ese entonces se proyectaba en la propuesta del Frente Unitario y que, con los años, devendría en la idea del Frente Nacional. Acorde con ese perfil de libre pensamiento, no puede omitirse su extensa y prolífica actuación intelectual en el Colegio Libre de Estudios Superiores.

viernes, 4 de mayo de 2012

La Ideología del Desarrollo y el Desarrollo de la Ideología – parte 2


La ideología como objeto de análisis

La primera cuestión es ponernos de acuerdo sobre las palabras. A los efectos de nuestro análisis entenderemos por ideología una visión del mundo que incluye una filosofía de la historia y el papel del hombre en ella. Una estimación de las probables líneas del desarrollo hacia el futuro y un conjunto de prescripciones sobre como acelerar, retardar y/o modificar la dirección del desarrollo histórico.

Nos parece que, en el caso de Arturo Frondizi, tal concepto de la ideología resulta compatible con su “Weltanschauung”, para utilizar la intraducible palabra de los alemanes, o, lo que resulta más comprensible, su cosmovisión del mundo.

Las ideologías políticas dicen lo que hay que hacer desde el poder y para quién, mientras que los esquemas programáticos, que son un desprendimiento de ellas, señalan el cómo y el cuándo de tales acciones. En consecuencia, la fijación de prioridades en el gasto público es una cuestión esencialmente ideológica. El por qué se privilegia una inversión o se hace una obra y se posterga otra, encuentra en la ideología su respuesta.
Y puesto que inevitablemente sus propuestas tienen destinatarios, es decir, favorecen o perjudican a alguien concreto, todas las ideologías políticas llevan en sus entrañas una ética, o sea una justificación deontológica o axiológica de sus planteamientos. Hay una ética del poder y una ética de la distribución del ingreso o de la solidaridad. Esa ética del poder que subyace en las ideologías y en sus cambios o transformaciones es la que, a nuestro parecer, funda la sólida personalidad moral de Arturo Frondizi.

Una de las grandes falacias de nuestro tiempo es que han muerto las ideologías. Es una tesis falsa y peligrosa promovida por quienes hacen política hablando contra la política y cultivan la antipolítica postulando el “gobierno de los gerentes”. Es falsa, porque no es verdad que hayan muerto: están indisolublemente ligadas a la teoría y práctica del gobierno.

Es cierto que algunas ideologías han entrado en crisis, porque la crisis es parte de la existencia y de la vida. Las ideologías tienen vida, por tanto, están sometidas a las inexorables leyes de la dialéctica. Ellas son perfectibles, están en permanente revisión e integración, como lo demuestra el ejemplo de Frondizi. La quietud ideológica no existe, no hay sagradas escrituras políticas establecidas de una vez y para siempre. Ninguna ideología es eterna. Lo que muere, o debiera morir, son los dogmas, los fundamentalismos, la charlatanería seudo-ideológica y las verdades políticas inmutables. Han muerto, o deben morir, los paradigmas políticos con pretensiones de eternidad. Pero las ideologías viven, evolucionan, se transforman y trascienden a sí mismas. Son las diversas formas de entender la organización de la sociedad y la conducción del Estado.

La Ideología del Desarrollo y el Desarrollo de la Ideología – parte 1


Introducción

Transcurrida una década desde la muerte de Arturo Frondizi, cuando muchas pasiones se han acallado y emerge un sereno y extendido reconocimiento de su condición de estadista, no se ha disipado, aún, el estereotipo que estigmatizó su figura como un ejemplo de oportunismo político, capaz de pactar sacrificando principios y cultivar una vocación de poder por encima de toda norma moral. Nada más alejado de la verdad.

Sin embargo, es posible que las futuras generaciones hereden ese estereotipo acuñado por buena parte de la historiografía, el periodismo y la intelligentzia de su tiempo que lo juzgó, desde la derecha hasta la izquierda, de manera inmisericorde como un frío táctico que subordinó los fines a los medios. La declinación física de sus últimos años y algunos personajes que lo rodearon, contribuyeron a afirmar en el imaginario colectivo, ese injusto estereotipo.

En suma, en el debate político nacional ya no se discute seriamente el papel del capital externo en el desarrollo, la integración del justicialismo a la vida político-institucional, el papel de la energía, la ciencia y la técnica como factores clave del desarrollo, la modernización del sistema educativo, la integración nacional y regional, ni la necesidad de una política exterior con grados de autonomía que permitan a la Argentina vincularse al mundo en condiciones de actor del sistema internacional. Las ideas y los postulados de Frondizi se han impuesto. La revalorización de la dimensión ideológica y moral de su figura está pendiente.

Ese debiera, a nuestro entender, ser el eje, el sentido y la propuesta de este homenaje público, al conmemorar la primera década de su desaparición física.
En línea con las reflexiones que anteceden, nos proponemos abordar esta exposición, comenzando por definir la ideología como un objeto de análisis en el cuál subyace una ética específica. Luego analizaremos las diferentes etapas de la evolución ideológica de Arturo Frondizi, examinando los cambios operados en su cosmovisión política a lo largo de más de cuarenta años. Fundaremos el análisis en base a la relación entre información e ideología, su interacción y los modelos de cambio ideológico que la incorporación de nueva información implica.

El sentido de este análisis es demostrar que la visión simplificadora que lo condenó como un político oportunista, maquiavélico y desconcertante es falsa y errónea. Por el contrario, Arturo Frondizi fue un actor político permanentemente comprometido con la evaluación crítica y la revisión de su propia ideología, lo que le permitiría entender las aceleradas transiciones del mundo de postguerra y usarlas como guía para la acción.

miércoles, 2 de mayo de 2012

EL HUNDIMIENTO DEL BELGRANO - 2 de mayo de 1982 - parte 5


Otro aspecto que fue quedando claro con el correr del tiempo, es que la suerte política del gobierno británico fue un elemento de consideración permanente en las conversaciones sobre los modos de resolver el conflicto. Surge del relato de fuentes que incluso manifestaron su simpatía por los británicos, como el mismo canciller norteamericano, Alexander High, quien años después, al relatar el proceso de mediación que encabezó en la inminencia del conflicto, describió como fue percibiendo y manifestando que distintas propuestas de los planes de paz que manejó podrían acarrear la caída de Thatcher e incluso hechos tales como que el embajador inglés en Washington le dijo que estaban dispuestos a hundir a toda la flota argentina para impedir esa caída.

Pero es la misma Thatcher la que describe ampliamente como, ante el último plan de paz que se siente obligada a considerar, a los fines de garantizar que tras su fracaso los Estados Unidos apoyen la acción inglesa en el Atlántico Sur, pasa el que para ella fue el peor día de la crisis por el temor de que el gabinete de guerra decidiese aceptarlo, porque percibía que eso la obligaría a renunciar.

Ante estos relatos, la hipótesis pertinente a este punto no es si, producida el 30 de abril, la declaración norteamericana que pone fin a la mediación High y anuncia el apoyo de los Estados Unidos a Inglaterra, el Belgano habría sido hundido para terminar con el plan Belaunde, sino si, en la oportunidad, habría sido hundido para terminar con la posibilidad de que surgiese o progresase un plan de paz, cualquiera fuese. También resulta paradójico que, al publicarse la última obra de Lawrence Freedman sobre el conflicto de Malvinas, que se publicitase como la historia oficial británica, se señalara que la misma afirmaba la legalidad del ataque al Belgrano.
Es cierto que allí se sostiene, lo que dio pie al comentario, que la intención con que se llevó a cabo el ataque, no se vinculó con la gestión de Belaunde, pero no lo es menos, que el libro contiene afirmaciones favorables a que los militares británicos habían intentado una acción de desgaste tendiente al retiro de los barcos argentinos, lo que implica admitir precisamente la presencia de una intención incompatible con dicha legalidad. En efecto, esta obra rinde tributo en algunas frases a la teoría de que el Belgrano representaba un riesgo para la fuerza de tareas.
Pero, por otro lado, aparecen párrafos en los que inscribe el ataque en la intención del Almirante Woodward de producir un ejercicio de envergadura que, a través de la producción de un daño severo a los argentinos, les determinase un gran debilitamiento en la voluntad de emplear las fuerzas de su armada. Con ese propósito, en esta versión de los hechos, el almirante británico busca la realización de una acción de importancia e incluso trata de inducir a los argentinos a tomar riesgos con el fin de encontrar su oportunidad. A través del hundimiento del Belgrano, rematará para más claridad el autor de esta historia, los militares lograron exactamente el efecto deseado: la armada argentina no se aventuró a salir de nuevo.

Es cierto que antes, este resultado había sido esgrimido como la más clara justificación de la acción. Incluso Thatcher lo había hecho. Pero cuidándose de decir que no lo había anticipado. Es decir que el ataque no había sido ejecutado con esa intención deliberada. ¿Porque? Porque jurídicamente una acción de desgaste de esta naturaleza no encuentra amparo normativo. Y esto, al punto que, las afirmaciones que comentamos, probablemente hayan estado entre los motivos que determinaron que el gobierno inglés, que había apoyado su realización, tomara distancia de la obra. Dos corolarios finales pueden anotarse a partir de lo narrado. Primero, que la justificación legal del ataque al Belgrano en los hechos fracasó. Segundo, que los mismos ingleses, que negaron los hechos, pero no el derecho, consideraron que dicha justificación era necesaria.

El ataque al Belgrano: Explicando lo inexplicable Por Pablo E. Baccaro Abogado y Doctor en Sociología. Se ha desempeñado como profesor de Derecho Internacional Publico en las Facultades de Derecho y de Ciencias Sociales de la Universidad del Salvador y como patrocinante de familiares de caídos en el hundimiento del crucero General Belgrano. (Colaboración de Cesar Trejo - Ex combatiente de Malvinas)

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EL HUNDIMIENTO DEL BELGRANO - 2 de mayo de 1982 - parte 4

En la mecánica de adopción y ejecución de esa orden sin embargo, parecía ahora faltar una pieza. En su búsqueda surgiría una nueva revelación. La orden que había producido el Gabinete de Guerra el 2 de Mayo antes de almorzar en la residencia campestre de la Primer Ministro, no había sido: hundan al Belgrano.
Lo que había hecho había sido habilitar el hundimiento de cualquier nave argentina fuera de las 12 millas de la costa argentina. De hecho, se estaba ordenando el hundimiento del Belgrano, que se sabía, porque Lewin acababa de llegar con la noticia, estaba a tiro de un submarino que lo venía siguiendo. Pero en la forma en que se da la instrucción, el rumbo y peligro concretos dejaban de ser motivo de consulta para la fuerza en operaciones.

Lo significativo de este relato no estriba en que se hayan dado versiones falsas. Lo importante es notar lo que se dijo y sobretodo porque se lo dijo, advirtiendo que lo que se intentó dejar sentado es que el Belgrano representaba un peligro inminente. Y la razón para ello finca en que esa era, en el marco del encuadre jurídico que señaláramos al principio, la única razón válida para justificar el ataque. Los cuestionamientos a la legalidad del hundimiento del Belgrano suelen avanzar sobre aspectos que, sin dejar de ser importantes, no son una condición necesaria a los efectos de desplazarla. Así, la adscripción del ataque a las motivaciones del gobierno inglés para forzar una salida bélica a la crisis que lo beneficiaria políticamente, liquidando a gestión de paz que llevaba adelante el presidente del Perú, Fernando Belaunde Terry o a la intención de los militares británicos de producir un daño inicial importante a la Armada Argentina que la disuadiera de usar sus unidades en el conflicto.

El modo en que Margaret Thatcher se lanzó progresivamente a un torbellino que la fue dejando sin otra alternativa política que una salida militar del conflicto y el proceso en el marco del cual los mandos militares ingleses, pusieron en marcha un dispositivo formidable sin poder aventar, a pesar de ello, el temor de que en el juego convencional las cosas les salgan mal, sin duda constituyen las otras historias centrales que hacen a las razones por las que se hundió al Belgrano y a la demostración de la ilegalidad de su ataque. Sin embargo, lo sustantivo a determinar en orden a establecer la ilegalidad del ataque al Belgrano, no es si la razón por la que fue atacado reside en que representaba un peligro inminente para la fuerza de tareas británica o en que se deseaba acabar con el plan de paz peruano.

Tampoco consiste en resolver la disyuntiva de si se lo atacó porque era peligroso o para producir un castigo que quitara a los argentinos la voluntad de emplear su armada. Lo que debía dejarse inequívocamente sentado es que se lo atacó por el peligro inminente que representaba y no por otra razón, cualquiera fuese. Por eso, el esfuerzo puesto en demostrar esto por los británicos, así como el fracaso resultante, son la cuestión central a la hora de evidenciar la ilegalidad del ataque. Es por ello que para establecer que el Belgrano fue hundido en violación al Derecho Internacional no es necesario probar que Thatcher conocía el plan peruano. Como nota adicional, podría decirse que el modo en que suele plantearse la cuestión relativa a éste último, también debiera ser modificado.

EL HUNDIMIENTO DEL BELGRANO - 2 de mayo de 1982 - parte 3

La situación pedía a gritos otra explicación.

En la tercera versión aparecerá un elemento novedoso. Según se dice ahora, en el lado de la Zona de Exclusión mas próximo a donde navegaba el Belgrano, hay carteada un área con aguas poco profundas. El Banco Burwood. El ataque entonces se había precipitado porque el submarino habría podido perder al barco argentino si se internaba en el mismo. Era cierto que el Belgrano se estaba alejando de la fuerza de tareas y también que el submarino llevaba siguiéndolo por mas de un día, pero había surgido esta urgencia para el ataque en función de que era posible que el Belgrano se fugase a través del Banco Burwood y se dirigiera libremente a través de la zona de exclusión a atacar a la flota inglesa.

Esta explicación también fue cediendo con el tiempo. Para comenzar, ya de partida, cuando se tuvo en claro el curso del Belgrano y lo sostenido del mismo, precisamente el aspecto principal que la explicación tendía a resolver, se notó que el Belgrano no iba en dirección al Banco en cuestión. Luego, en ningún momento estuvo claro porque no habría podido el submarino atacar al Belgrano recién en caso de que el mismo comenzara a navegar hacia ese sitio y aun dentro del mismo.
Por último esta versión colapsa cuando se sabe que el Belgrano ha seguido para retroceder una ruta no muy lejana a la que siguió para avanzar, con lo cual resulta inexplicable que una situación que convierte al barco en peligroso al atravesar un punto determinado, yendo en dirección contraria a la de las naves británicas, no existía cuando el barco atravesó el mismo punto con proa hacia las mismas. Cuando pasado el tiempo la bitácora del submarino nos permitiera saber que el Banco en cuestión no era precisamente el motivo de desvelo a bordo, no hubo sorpresas.
Pero ahora, lo que comienza a llamar la atención es lo vinculado al tratamiento de la información sobre el cambio de rumbo del Belgrano.
La nave argentina había tomado una dirección contraria a la zona del conflicto, ocho horas antes de ser hundida.
En determinado momento, comienza a estar fuera de discusión que el submarino había dado esa información a su base no menos de cuatro horas antes del ataque. Descifrar el mensaje en Northfolk llevó un par de minutos. ¿Y después? ¿Qué se hizo con esa información relativa a una nave que supuestamente representaba un peligro inminente? Aparentemente no se la considera digna de urgente mención, ni para el Gabinete de Guerra, ni tan siquiera para el almirante Lewin, a la sazón jefe supremo de las operaciones en el Atlántico Sur. Algo no encajaba. A pesar de que sus elementos principales han caído hay algo en las versiones que relatamos hasta aquí, que subsiste. Algo que parecía estar fuera de discusión. Esto es que hubo una orden, que partió de los máximos niveles del gobierno británico que decía: hundan al Belgrano.

martes, 1 de mayo de 2012

EL HUNDIMIENTO DEL BELGRANO - 2 de mayo de 1982 - parte 2

El principio de proporcionalidad tiende a evitar que, bajo el pretexto de un acto defensivo, se lleve a cabo un acto de agresión. Frente a esto, la perspectiva inglesa del marco jurídico del conflicto, a ese momento, admite su sencilla explicación. Gran Bretaña, reconociendo que el derecho internacional vigente prohíbe el uso de la fuerza por un estado, excepto en autodefensa, había anunciado que la utilizaría en el nivel mínimo necesario para retomar el control de las Malvinas.
De ese modo, las unidades navales británicas no podían emplear su potencial bélico de modo irrestricto, sino con el único fin de la protección de la fuerza de tareas, la que, a su vez, circunscribiría su accionar a la recuperación las islas. Todo el esfuerzo explicativo inglés, a partir del ataque, trataría de probar que el mismo no se había salido de este marco. Llegada a Londres la noticia del ataque, el gobierno inglés se aboca a la tarea de explicarlo. Comenzará así a tomar forma lo que podríamos denominar la primera versión británica.
En ésta el Belgrano:
1) portaba proyectiles Exocet;
2) se dirigía hacia la fuerza de tareas inglesa;
3) podía atacarla en un corto periodo de tiempo;
4) es sorprendido por un submarino que, tras informar rápidamente sobre la situación, recibe de inmediato la orden de hundirlo;
5) es atacado en virtud de una orden cursada específicamente a su respecto y en atención a la situación de peligro concreto que representaba. Lo primero que desaparecerá y rápido, es lo de los Exocet, una ocurrencia indefendible.
En la medida en que, en el mismo Parlamento inglés, comiencen a formularse preguntas que erosionan las dos afirmaciones siguientes, el gobierno reconocerá que el Belgrano no llevaba rumbo hacia la zona de exclusión al ser atacado. Pero, a diferencia de la cuestión de los Exocet, aquí ya no resultaría suficiente con volverse atrás, sino que debería proporcionarse otra explicación. Es así que veremos surgir la segunda versión británica sobre las razones del ataque al Belgrano.
En esta segunda explicación, el Belgrano, si bien no lleva rumbo hacia la fuerza de tareas, lleva un rumbo cambiante, que en cualquier momento puede ser revertido. El Belgrano, ha sido sorprendido en una acción ofensiva sin que tenga mayor importancia hacia donde tenia apuntada la proa justo en ese instante. Para más, el barco argentino estaba conformando una operación de pinza con otras naves, de modo que, llevase el rumbo que llevase, conformaba un grupo empeñado en una operación de ataque. Nuevos problemas surgirán cuando en el Parlamento comienza a indagarse sobre el tiempo que llevaba el submarino siguiendo al Belgrano. Y se avance a saber que han sido muchas horas, tantas que superan las que tiene un día. De modo que no ha sido sorprendido.
Ha sido seguido de un modo que no permite albergar dudas sobre cual era su trayectoria. Para peor, estas indagaciones llevan la dirección de averiguar que el cambio de rumbo del Belgrano databa de horas antes del ataque y que había sido informado a Inglaterra desde el submarino. De este modo, no solo se derrumba la cuarta afirmación de la primera versión, según la cual el ataque sucedió inmediatamente al avistamiento, sino que queda muy deteriorada la segunda explicación. Quedaba la pinza, claro, pero una pinza con sus brazos a 600 kmts de distancia, en la más favorable de las lecturas o incluso a 1000, depende como se midiera, distaba de parecer resistente. La situación pedía a gritos otra explicación.

EL HUNDIMIENTO DEL BELGRANO - 2 de mayo de 1982 - parte 1

El ataque al Belgrano: Explicando lo inexplicable Por Pablo E. Baccaro (*)

El dos de mayo de 1982, alrededor de las cuatro de la tarde el buque de la armada argentina General Belgrano, con 1093 personas a bordo, fue hundido, mediante un ataque con torpedos, por el submarino nuclear británico de la armada británica Conqueror.
Como consecuencia del ataque murieron 323 personas. Otras muchas quedaron heridas. Los sobrevivientes permanecieron en la soledad del océano, a la espera del rescate, por más de un día. El derecho internacional prohíbe la guerra, con dos excepciones, el uso de la fuerza colectiva y la autodefensa, ambas, en los términos y dentro de los procedimientos previstos por la Carta de las Naciones Unidas.
En efecto, este instrumento establece, en su artículo 2, apartado 4: "Los Miembros de la Organización, en sus relaciones internacionales, se abstendrán de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial o independencia política de cualquier Estado, o en cualquier otra forma incompatible con los propósitos de las Naciones Unidas". Por otra parte, tras dictar varias resoluciones afirmando la importancia del desarrollo progresivo del derecho internacional, como la 1815 (XVII) de 1962, 1966 (XVIII) de 1963, 2103 (XX) de 1965, 2181 (XXI) de 1966, 2327 (XXII) de 1967, 2463 (XXIII) de 1968 y 2533 (XXIV) de 1969, las Naciones Unidas produjeron uno de los instrumentos que mas frecuentemente se citarán como sustantivos a la cuestión.
Se trata de la Resolución 2625 (XXV) de 1970, la que, tras ratificar lo estatuido en la norma citada mas arriba, agrega que la amenaza o uso de la fuerza a la que la misma alude, constituye una violación del derecho internacional y de la Carta de las Naciones Unidas y no se empleará nunca como medio para resolver cuestiones internacionales. Y pauta luego: “Una guerra de agresión constituye un crimen contra la paz que, con arreglo al derecho internacional, entraña responsabilidad”.
La autodefensa, en tanto, está prevista en el artículo 51 de la Carta, la que la reconoce como un derecho inmanente de los Estados. Su ejercicio viene siendo precisado desde hace largo tiempo, e incluye varias reglas. Una de las mas antiguas es la de la necesidad, que exige como condición para la legalidad de las acciones que invoquen esta excepción, el que las mismas resulten una respuesta ineludible, instantánea, frente a un peligro que no deja alternativa, ni tiempo para deliberar.
En vinculación con esta primera regla, existe otra que es la de inmediatez, de conformidad con la cual es condición de la legítima defensa que el ataque que tiende a repeler o prevenir, sea actual o inminente, no pasado o situado en un eventual futuro. Y otra regla es la de proporcionalidad, la que implica un requerimiento de racionalidad para la acción, al demandar que exista un equilibrio entre la amenaza o agresión efectiva que debe enfrentarse y los medios a emplear para neutralizarla. Se vincula a la regla que prohíbe la matanza o la provocación de sufrimiento humano innecesario.