sábado, 30 de abril de 2022

Secretos del Palacio Bosch, una joya de la arquitectura que cumple 100 años - Parte 2

 Si bien las arañas de los pasillos perimetrales son originales de la casa, la luminaria central, que tiene más de 2, 5 metros de altura, fue incorporada en la restauración del fines de los 90. “Y es de fabricación argentina, ya que se hizo en Cristales San Carlos, en la provincia de Santa Fe”, agrega Clerico Mosina.

Las alfombras también datan de la década del 90, y fueron tejidas en Georgia (EE.UU.) con lanas provenientes de Nueva Zelanda. Pero conviven en armonía con taburetes originales circa 1825, un tapiz de 1680 donado por un príncipe ruso y toda una colección que perteneció a la familia Bosch-Alvear y que incluye muebles de madera con dorado a la hoja y mármoles en verde antico y rojo de Alicante, sillones tapizados en telas francesas y gabinetes chinos de laca Coromandel.

La arquitecta Mosina, que se especializó en técnicas de housekeeping (cuidado de casas) en la firma Waddesdon Manor, en Inglaterra (dedicada a lo que se conoce como “conservación preventiva”) detalla que cada año se hacen inspecciones de todos los ambientes y se adjudican prioridades en base a las urgencias.

El sistema de trabajo del mantenimiento incluye la identificación de las piezas, el retapizado de los muebles, la homologación de pinturas y la reparación de los dorados a la hoja. Por caso, el beige original de los pasillos (que alguna vez fueron pintados de blanco) se determinó gracias a los cateos realizados por el estudio estadounidense Matthew J. Mosca. Y cuando hubo que volver a entelar las paredes del Salón Rojo (o pequeño comedor) se contactó a la empresa francesa Prelle, que había realizado la tela damasco original y pudo hacer una réplica exacta a partir de un retazo que se encontró por casualidad, al mover un gabinete.

 

Otra de las historias que guardan las paredes del palacio es la de la chimenea ubicada en la biblioteca, que Elisa de Alvear -quien al parecer no estaba de acuerdo con la venta de la residencia al Gobierno de los Estados Unidos- hizo desmontar para llevársela a otra propiedad. En su lugar se instaló otra más pequeña, que se cambió por una réplica de la original en la restauración de 1999, realizada en base a fotografías de época.

“La gran ventaja -considera Clerico Mosina- es que la casa fue diseñada como residencia para un diplomático, que tenía muy claras las necesidades de su función, entonces todas las prestaciones, las circulaciones están muy bien pensadas”. Y cita como ejemplo la mesa del gran comedor, de 9 metros de largo, que puede desmontarse y retirarse porque está hecha en módulos, si hace falta ese espacio para otro tipo de eventos. O el Salón de Baile, inspirado en el Salón de los Espejos del Palacio de Versailles, cuyas puertas espejadas pueden replegarse a los costados para expandirse hacia el Salón de Música.

También está encantado con la casa Tom Cooney, Encargado de Negocios de la Embajada y embajador interino, quien la considera “un tesoro arquitectónico”. Cooney asegura que en su país se sienten “afortunados y honrados de contar con una residencia de esta naturaleza, que sirve de puente para fortalecer la relación bilateral”.

Todo gracias a Robert Woods Bliss, quien era embajador en 1929 y logró comprarla: después de mucho insistir consiguió que Ernesto Bosch pusiera un precio venta que consideraba exorbitante: $ 3.000.000 (US$ 1,3 millones de la época), y que, inesperadamente para él, fue aceptado.

 

https://www.clarin.com/arq/patrimonio/secretos-palacio-bosch-joya-arquitectura-cumple-100-anos_0_SyXP5F2dG.html?gclid=CjwKCAjw_b6WBhAQEiwAp4HyIEVGrPWUvoAbcgNYj8ZcjL5_ur4ZRNPnRsu8Su7_LEhF1uYuQVMxsBoCCzwQAvD_BwE

Secretos del Palacio Bosch, una joya de la arquitectura que cumple 100 años - Parte 1

Parece un museo, pero acá no hay cuerditas para mirar desde la puerta. Los salones se usan, hay eventos en los jardines, la gente se sienta en los sillones, se ofrecen banquetes y cócteles. Todo se puede manchar, romper, estropear. Sin embargo, el Palacio Bosch, residencia del embajador de los Estados Unidos desde 1929, luce espléndido en su centenario.

Sucede que esta magnífica construcción neoclásica, proyectada por René Sergent entre 1911 y 1918, está al cuidado de la Overseas Buildings Operations, una oficina que regentea las 3.500 construcciones de los Estados Unidos en otros países. Y también sucede que este palacio, diseñado para Ernesto Bosch (por entonces Ministro de Relaciones Exteriores) y su esposa Elisa de Alvear, está entre las 33 propiedades consideradas “culturalmente significativas”, no sólo por la riqueza de su arquitectura sino también por sus muebles, objetos y piezas de arte.


Fachada principal. Con la marquesina de hierro original (Rubén Digilio).

“Eso hace que se la cuide especialmente”, explica Marcela Clerico Mosina, supervisora de preservación arquitectónica, un cargo que se creó en 2004 con ese fin, y que reporta oficialmente a la oficina de Patrimonio Cultural del Departamento de Estado.

La residencia, ubicada en la Avenida Libertador y las calles Seguí, Oro y Kennedy, se alojaron presidentes estadounidenses en sus visitas a la Argentina: Franklin Delano Roosevelt, en 1936; Dwight Eisenhower, en 1960; George H. W. Bush, en 1994; y Barack Obama, en 2016.

La primera restauración integral se realizó entre 1996 y 1999 y a partir de ahí se conformó un equipo con 7 personas fijas para mantenimiento y 2 jardineros.

La construcción ocupa 3.996 m2 cubiertos, sobre un lote de 7 mil m2, donde, además de los jardines, hay un quincho, huerta, vestuarios, salas de máquinas y canchas de tenis. De los exteriores, lo que más impacta es el jardín francés, un diseño preliminar de Achille Duchêne que luego materializó Carlos Thays, estudiando varios esquemas. “Aparentemente -cuenta Clerico Mosina- en un principio no era tan extenso, sino que Bosch fue comprando y adicionando lotes linderos”. En cuanto a la fuente que remata el eje principal de composición de la casa y el jardín, un estudio del Historic Structures Report (la entidad que elaboró el masterplan para los cuidados de la residencia) detectó que originalmente no era una fuente sino una “jardinera”, ya que bajo el grupo escultórico había plantas.

En el nivel de ingreso se ubican la cocina y las áreas de servicio; el primer piso es el de uso público y social; el segundo piso se destina a las áreas privadas del embajador y su familia; y en el tercero están los apoyos.

Los salones, entre los que se destacan el de música, el de baile, el comedor rojo, la biblioteca y un gran comedor para 30 invitados, son el eje de la vida social y se organizan a partir de un gran espacio central bañado en luz cenital, al que se accede a través de una escalera imperial de doble circulación.

“La tradición oral -cuenta Clerico Mosina- dice que cuando la casa fue abierta al público por primera vez, a la escalera le faltaban los pasamanos”. Ocurre que Bosch, que había sido Ministro Plenipotenciario ante la República Francesa, hizo traer materiales y mobiliario directamente desde París y, en plena Guerra Mundial, uno de los barcos fue bombardeado y hundido, por lo que hubo que volver a comprar algunas piezas y la boiserie. “Todo se armaba acá como un rompecabezas -recuerda la arquitecta-. Incluso hoy, si alguna pieza se sale o se remueve para repararla, se puede ver que detrás tiene una numeración y, escrito en francés, el salón al que pertenece”.


viernes, 29 de abril de 2022

Batalla de Famaillá (Argentina, 1841)


La batalla del Monte Grande también conocida como la batalla de Famaillá se libró 19 de septiembre de 1841, en el enfrentamiento reinó la victoria del ejército federal argentino, al mando del expresidente uruguayo Manuel Oribe, sobre el ejército unitario del general Juan Lavalle (el asesino de Manuel Dorrego, el primer presidente popular de Argentina) durante las guerras civiles argentinas. Los veteranos del ejército federal superaban fácilmente a los hombres de Lavalle. La victoria quedó en manos de Oribe, y Lavalle y sus hombres tuvieron que huir. La batalla de Famaillá señaló el final de la Coalición del Norte. También fue el último enfrentamiento de Lavalle, y la penúltima de esa guerra civil; cinco días más tarde, Lamadrid fue derrotado en la batalla de Rodeo del Medio, y el país volvió a ser controlado por el partido federal, casi sin oposición, por otros diez años. 

Antecedentes 

Fuerzas muy desparejas

Las tropas que Juan Manuel de Rosas había enviado para reprimir a la Liga, estaban al mando del general uruguayo Manuel Oribe, y constituían el denominado "Ejército Unido de Vanguardia de la Confederación". Se concentró en Santiago del Estero, a comienzos de septiembre de 1841, y sumaba cerca de 3000 soldados con 6 cañones. Inició la marcha para enfrentarse con la Liga, el 2 de septiembre. Uno de sus jefes, el general Eugenio Garzón, procedió a ocupar la ciudad de Tucumán sin inconvenientes.

Esto porque Lavalle había resuelto dirigirse -desde Los Nogales, donde acampaba- al sur de la provincia, con sus soldados del pomposamente llamado "Segundo Ejército": eran muy inferiores en número, armamento y veteranía, a los de Oribe. Llegó a tener Lavalle unos 1.300 hombres de caballería, y sus mal armados infantes no sumaban un centenar. Arrastraba cuatro cañones.

Su intrépido plan era atacar a Oribe, en lugar de sentarse a esperarlo. Suponía que la mitad de las fuerzas federales estaba en la ciudad, con Garzón, y quería "cortar" a Oribe, "tomándolo entre sus fuerzas y la ciudad".

Marchas en el Sur

La presurosa marcha de Lavalle al sur no estuvo exenta de problemas. En la noche del 15, desertaron los oficiales Peña y Graneros, con varios soldados: a algunos los pudo abatir a balazos el coronel Zerrizuela, y a dos que fueron capturados, Lavalle ordenó ejecutarlos.

Entretanto, Oribe iba también con rumbo sur, detrás de Lavalle. El 15 acampó en Lules y al alba del 16 siguió detrás de su presa. Se detuvo en Famaillá. Según el "diario" del coronel García, del ejército federal, la villa estaba despoblada: "sus moradores intimidados han huido a las sierras y montañas próximas", apuntó.

Por su lado, Lavalle acampó a orillas del río Balderrama. De acuerdo al relato de Paul Groussac -quien habló sin duda con testigos- el 17 marchó a la estancia de La Florida y, tras un breve descanso, torció el rumbo para llegar, en la mañana del 18, a Negro Potrero. Allí carnearon reses para la tropa y, a la noche, Lavalle atravesó el río Famaillá, a unas 20 cuadras de distancia de la fuerza de Oribe.

Los ejércitos a la vista

Al amanecer del 19 de septiembre de 1841, cada ejército tenía al otro ante su vista. El general Lavalle formó su línea a espaldas de los federales, a un costado de la arboleda conocida como Monte Grande. De inmediato, Oribe ordenó dar vuelta a sus tropas y avanzó. La caballería del ejército federal estaba dispuesta en ambas alas: a la derecha, los escuadrones de Hilario Lagos, y a la izquierda, los de Juan Felipe Ibarra. Al centro, estaban los infantes de Mariano Maza. Contaba además con dos escuadrones de reserva, un cuadro de oficiales orientales y la escolta del general en jefe.

Las fuerzas de Lavalle tenían a la izquierda la caballería, que mandaba el general Juan Esteban Pedernera, y a la derecha, las milicias tucumanas que conducían los coroneles José Ignacio Murga y Manuel Torres de la Rambla. El comandante Estanislao del Campo era responsable de la infantería y los tres cañones, mientras Manuel Hornos estaba a cargo de la reserva. Afirma el historiador Antonio Zinny que el líder civil de la Liga del Norte, doctor Marco Manuel de Avellaneda, participó en la acción.

En su carta posterior a José María Paz, explicaría Lavalle que "el éxito de la batalla dependía del combate entre mi izquierda y la derecha enemiga, donde estaba lo selecto de la caballería de ambas". Antes de empezar la acción, el federal Maza desafió al liberal Pedernera a zanjar el asunto con un duelo singular entre ambos, que no llegó a trabarse.

La batalla

Inicios

A las 7 de la mañana dio comienzo la batalla de Famaillá. Según Oribe, a unas 150 varas de distancia hizo alto y lanzó guerrillas desde su derecha. Las fuerzas de la Liga hicieron lo mismo y atacaron sus escuadrones de la izquierda, "con lo que se trabó el combate, que luego se hizo general".

Según el relato del historiador Isidoro Ruiz Moreno, "Lavalle buscó una definición inmediata en su costado izquierdo, y sus tropas salieron al encuentro de los federales". Sus escuadrones lancearon a un centenar de ellos, mientras los cañones de la Liga contenían a los infantes de Oribe, forzándolos a tenderse en el suelo.

El coronel Gainza, participante de la acción, pensaba que Lavalle quería hacerse matar, porque "avanzó personalmente con la artillería y se puso casi a medio tiro de la enemiga".

Pero, en ese momento, el escuadrón "Libertad", que mandaba Juan Francisco Olmos, "volvió caras a poca distancia del enemigo a su frente", con lo que empezó a desmoronarse el ala izquierda de Lavalle. Entonces, el general lanzó su escolta sobre el flanco de la derecha federal. La arrolló en un principio pero, dice Lavalle, "no fue ayudada por los otros escuadrones, que debían haber vuelto caras inmediatamente, y huyó también".

Derrota

En el testimonio de Gainza, al flaquear el escuadrón "Libertad", la caballería del coronel Manuel Saavedra amagó retirarse, pero luego volvió a cargar con decisión sobre los federales. "Les hicimos muchos muertos y heridos a lanza, pero también en ese momento veíamos a toda la caballería tucumana ponerse en vergonzosa fuga", narra Gainza.

A su juicio, "esa defección fue causa de que la derrota fuese un hecho inevitable, y se pronunció hasta en nuestros escuadrones al tiempo de retirarnos. Saavedra parecía un león y hacía esfuerzos inauditos por contener a nuestros soldados".

Narraría Lavalle a Paz que, cuando mandó cargar su ala derecha, "esta se disolvió sin moverse". Ya no tenía enemigos la izquierda de Oribe, por lo que avanzó cómodamente. Y los infantes, "cuya mayor parte tenía los fusiles descompuestos, huyeron a salvarse en un bosque inmediato".

Degüellos a granel

Todo había terminado en desastre para el "Segundo Ejército" de la Liga del Norte, en esta batalla que duró unas tres horas. Había 600 muertos en el campo, y la crueldad del jefe federal hizo crecer la cifra: según el coronel García, "todo cuanto cayó en poder del general Oribe en clase de oficial, fue degollado, y no se movió del campo sin haber ultimado a todos los jefes y oficiales rendidos".

Como se sabe, tanto Lavalle como el doctor Avellaneda lograron escapar del campo de batalla, pero la muerte los esperaba pocos días después. Avellaneda quería refugiarse en Bolivia, pero fue traicionado y entregado a Oribe, quien lo hizo degollar en Metán el 3 de octubre. En cuanto a Lavalle, el 8 de octubre le destrozó la cabeza un disparo federal en el zaguán de la casa de Jujuy donde se había refugiado.

En Tucumán, todo quedaba en calma. El general Celedonio Gutiérrez, uno de los jefes federales combatientes en Famaillá, asumió la gobernación de la provincia el 4 de octubre. Permanecería en el sillón por espacio de 11 años desde entonces.

https://www.ecured.cu/Batalla_de_Famaill%C3%A1_(Argentina,_1841)

 


Microbio: Roberto Arlt - Canal Encuentro

domingo, 3 de abril de 2022

Esteban Echeverría, por Juan Bautista Alberdi - Parte 2

Un escritor de Rosas, un extranjero mezclado en las disensiones de Buenos Aires, por vía de especulación, ha supuesto calumniosamente que la doctrina formulada por Echeverría, era la misma que propagaban los perturbadores de la paz en Europa. El nombre, el título de la publicación, han dado pretexto para esa innoble y pérfida imputación. Echeverría contestó en el lenguaje merecido al autor del Archivo Americano.

Todo el socialismo de Echeverría se encierra en esta fórmula que tomo de su libro excelente, calumniado por los asalariados de la tiranía; -“Para que la avocación corresponda ampliamente a sus fines (se lee en el Dogma), es necesario organizarla y constituirla de modo que no se choquen ni se dañen mutuamente los intereses sociales y los intereses individuales, o combinen entre sí estos dos elementos –el elemento social y el elemento individual, la patria y la independencia del ciudadano. En la alianza y armonía de estos dos principios, estriba todo el problema de la ciencia social”.

¿Y cómo resuelve Echeverría este problema? –“La política, dice él, debe encaminar sus esfuerzos a asegurar por medio de la asociación de cada ciudadano su libertad y su individualidad”. –“La sociedad no debe absorber al individuo o exigirle el sacrificio absoluto de su individualidad”.

¿Es eso el comunismo que hoy aflige a la Francia y amenaza a Europa?

El libro de Echeverría o más bien de la juventud que le adoptó por órgano, es el punto de partida de toda propaganda sana y fecunda para estos países. Contiene el credo político con que la juventud de Buenos Aires se preparó a la vida pública en 1837, cuando parecía llegada la hora de sus destinos. As cosas han vuelto al punto de arranque. Mañana cuando la juventud se apronte de nuevo, debe acudir a esa fuente porque no hay otra. Es el honor, es la lealtad, es la religión, es el desprendimiento aplicados a la política. Echeverría ha sellado la pureza de su doctrina, con su muerte, aceptada con tranquilidad y nobleza, en país extraño, en medio de la pobreza, lejos de la tiranía, que le hubiera recibido con caricias, lejos de sus bienes de fortuna, que no ha querido poseer bajo la tiranía.

He aquí sus máximas; Armando Carrel habría tenido envidia de tanta virilidad y energía; -“Asociarse, mancomunar su inteligencia y sus brazos para resistir a la opresión, es el único medio de llegar un día a constituir la patria… Uníos y marchad… No os arredre el temor, ni os amilanen los peligros… Del coraje es el triunfo; del patriotismo el galardón; de la prudencia el acierto. Acordáos que la virtud es la acción, y que todo pensamiento que no se realiza, es una quimera indigna del hombre. Estad siempre preparados porque el tiempo de la cruzada de emancipación se acerca… Caed mil veces; pero levantaos otras tantas. La libertad como el gigante de la fábula, recobra en cada caída nuevo espíritu y pujanza; las tempestades la aguardan y el martirio la diviniza”.

El Correo de Ultramar, del 15 de diciembre de 1849, ha publicado su retrato, y uno de sus poemas titulado la Guitarra. –El espiritual Rugendas ha ilustrado algunas escenas de la Cautiva, -poema descriptivo del desierto o la pampa, con cuadros que se han publicado en Europa.- La última obra publicada por él, es el Avellaneda, poema político en que canta al héroe de este nombre, muerto gloriosamente por la libertad en la última revolución argentina.

Pero el más hermoso trabajo suyo está inédito tal vez hasta hoy; pues aunque lo tiene el señor Frías, en París, con encargo de imprimirlo, no tenemos noticias de que lo hay llevado a cabo.

En cartas que el ilustre muerto hoy día, nos hizo el honro de escribir hace un año, nos habla de esos poemas en estos términos, que creemos dignos de reproducir, pues serán el único prefacio de tales trabajos; -“No sé si habré acertado en la pintura de Tucumán. En cuanto al carácter de Avellaneda, me he atendido a lo ideal. No poco me ha dañado a este propósito la circunstancia de ser hombre de nuestro tiempo. No se pueden poetizar sucesos ni caracteres contemporáneos, porque la poesía vive de la idealización. Avellaneda es una transformación de un tipo de hombre que figura en todos mis poemas, en varias edades de la vida y colocado en situaciones distintas”.

“El Ángel Caído” me decía en otra carta, es un poema serio y largo: tiene once cantos y más de once mil versos. Es continuación de la Guitarra. El Avellaneda es una transformación del personaje principal de aquellos poemas. El Pandemonium, que escribiré si Dios me da salud y reposo de ánimo, será el complemento de un vasto cuadro individual y social en el Plata”.

La muerte ha segado en su germen esas brillantes flores que un día debían ornar las letras de la América del Sud.
El sol fulgente de mis bellos días
Se ha oscurecido en su primera aurora
Y el cáliz de oro de mi frágil vida
Se ha roto lleno.
Ángel de muerte de mi vida en torno
Mueve sus alas y suspira sólo
Fúnebre canto.
Como la lumbre de meteoro errante,
Como el son dulce de armoniosa lira,
Así la llama que mi vida alienta,
Veo extinguirse.
Lira enlutada melodiosa entona
Funeral canto, acompañadla gratas,
Musas divinas; mi postrer suspiro
Un himno sea.

La aurora de esperanzas políticas aparecida en el horizonte argentino en 1838, hermoseó la tumba de Juan Cruz Varela, el barco de la guerra de la Independencia de aquel país. Echeverría cierra hoy sus ojos cuando de nuevo bullen las esperanzas de la libertad en el corazón de su patria. Ellos se han ocultado cual luceros al despuntar el día de la regeneración política de los pueblos del Plata.

https://www.elhistoriador.com.ar/esteban-echeverria-por-juan-bautista-alberdi/

 


Esteban Echeverría, por Juan Bautista Alberdi - Parte 1


El 19 de enero de 1851 moría en Montevideo, Uruguay, Esteban Echeverría. Fue precursor del romanticismo rioplatense, autor de El Matadero y La cautiva. Fundó la Asociación de mayo, que congregó a intelectuales proscritos por el régimen rosista. Fue una de las principales figuras de la generación del ’37. Redactó en parte el Dogma Socialista. A continuación transcribimos un texto de Juan Bautista Alberdi sobre Esteban Echeverría publicado en Chile en ocasión de su muerte.

Fuente: Alberto Palcos, Esteban Echeverría, los ideales de Mayo y la tiranía, colección “Grandes escritores argentinos”, Buenos Aires, W. M. Jackson, Inc. Editores, sin año. Págs. 9 y 10.

Esteban Echeverría
Noticias de este poeta americano, muerto recientemente en Montevideo, Valparaíso, mayo de 1851.

Las letras americanas a causa de las ideas en esta parte del continente, tan comprometidas por los escándalos continuos de su vida pública, acaban de tener una pérdida grave en la persona de don Esteban Echeverría, muerto en Montevideo, en el último enero, a la mitad de una vida de probidad, de sufrimiento, de triunfos literarios.

La tiranía de Buenos Aires, su país nativo, es causa de que sus restos descansen en sepulcro extranjero, como Varela, Indarte, y tantos otros. No hay protesta más honorífica para el partido liberal de aquel país que la que forman sus numerosas tumbas esparcidas en casi todos los cementerios de América.

En la temprana muerte de Echeverría, se han malogrado un hombre y un talento. Su corazón era tan puro y elevado, como brillante las facultades de su inteligencia; asociación rara de cualidades en nuestra América tan fecunda en talentos, como estéril en caracteres.

Como talento, su pérdida interesa a todos los países que hablan español. Más feliz que Olmedo, el cantor de Bolívar, más digno de serlo que Heredia, superior a todos los poetas de su país, él consiguió acogida honrosa y brillante renombre tanto en América como en España. Sus obras han sido objeto de especulación para editores de la Península, que las han reimpreso allí con éxito, no obstante la adhesión del poeta americano a la causa liberal de este continente. En América se han hecho también varias ediciones de sus trabajos en verso, que forman volúmenes, sin embargo, de estar inéditos la mayor parte.

Echeverría había recibido una educación distinguida, que bien resalta en sus obras sanas de fondos y elegantes de forma. Aunque conocido como poeta principalmente, escribía prosa con fuerza y elegancia, y sus conocimientos como publicista eran de una extensión considerable.

Él se educó en Francia. Favorecido de la fortuna, rodeado de medios ventajosos de introducción en el mundo, frecuentó los salones de Laffitte, bajo la restauración, y trató allí a los más eminentes publicistas de esa época, como Benjamín Constant, Manuel, Destut, de Tracy, etc.

Regresó a Buenos Aires en 1830, dejando preparada la revolución de Julio, cuando en el Plata se entronizaban los hombres retrógrados que han gobernado hasta hoy.

Echeverría fue el portador, en esa parte de América del excelente espíritu y de las ideas liberales desarrolladas en todo orden por la revolución francesa de 1830. Como la de 89, cuyos resultados habían favorecido y preparado el cambio argentino de 1810, la insurrección de Julio ejerció en Buenos Aires un influjo que no se ha estudiado ni comprendido aún en toda su realidad. Echeverría fue el órgano inmediato de esa irrupción de las ideas reformadoras.

No hay hombre de aquel país, en efecto, que con apariencia más modesta haya obrado mayores resultados. Él ha influido como los filósofos desde el silencio de su gabinete, sin aparecer en la escena práctica. Él adoctrinó la juventud, que más tarde impulsó a la sociedad a los hechos, lanzándose ella la primera.

Todas las novedades inteligentes ocurridas en el Plata, y en más de un país vecino, desde 1830, tienen por principal agente y motor a Echeverría. Él cambió allí la poesía, que hasta entonces había marchado bajo el yugo del sistema denominado vulgarmente “clásico”; introdujo en ese arte las reformas que este siglo había traído en Europa. Gutiérrez, Mármol, y cuantos jóvenes se han distinguido en el Plata como poetas, son discípulos más o menos fieles de su escuela.

En otro orden más serio, en el camino de las ideas políticas y filosóficas, no fue menos eficaz su influjo. Él hizo conocer en Buenos Aires, la “Revista Enciclopédica”, publicada por Carnot y Leroux, es decir, el espíritu social de la revolución de julio. En sus manos conocimos, primero que en otras, los libros y las ideas liberales de Lerminier, filósofo a la moda en Francia, en esa época, y los filósofos y publicistas doctrinarios de la Restauración.

Él promovió la asociación de la juventud más ilustrada en Buenos Aires; difundió en ella la nueva doctrina, la exaltó y la dispuso a la propaganda sistemaza, que más tarde trajo o impulsó enérgicamente la agitación política, que ha ocupado por diez años la vida de la república argentina. Es raro el joven escritor de aquel país de los que han llamado la atención en la última época, que no le sea deudor de sus tendencias e ideas en mucha parte, por más que muchos de ellos lo ignoren.

A este espíritu de asociación y a las ideas adoptadas como palabras y principios de orden, ha dado Echeverría el título de dogma socialista, en la última edición del código o digesto de principios que la juventud argentina discutió y adoptó en 1836. Ese trabajo, de que fue redactor Echeverría, muestra lo adelantado de la juventud de Buenos Aires, en ese tiempo, gracias a sus esfuerzos propios, pues la revolución francesa de febrero no ha dado a luz una sola idea liberal que no estuviese propagad en la juventud de Buenos Aires, desde diez años atrás.

El socialismo originado por ese movimiento, ha hecho incurrir en el error de suponer idéntico a ese loco sistema, el formulado en Buenos Aires por el escritor americano de que nos ocupamos. Hay un abismo de diferencia entre ambos, y sólo tienen de común el nombre, nombre que no han inventado los socialistas o demagogos franceses, pues, la sociedad y el socialismo tales cuales existen de largo tiempo, expresan hechos inevitables reconocidos y sancionados universalmente como buenos. Todos los hombres de bien han sido y son socialistas al modo que lo era Echeverría y la juventud de su tiempo. Su sistema no es el de la exageración; jamás ambicionó mudar desde la base la sociedad existente. Su sociedad es la misma que hoy conocemos, despojada de los abusos y defectos que ningún hombre de bien autoriza.


viernes, 1 de abril de 2022

18 de agosto de 1961: La entrevista de Frondizi con el “Che” Guevara

Luego de sellar un decisivo pacto con Juan Domingo Perón, Arturo Frondizi triunfó en las elecciones presidenciales del 23 de febrero de 1958. Durante su gestión, el presidente radical se propuso promover el desarrollo de las industrias básicas -siderurgia, petróleo y maquinarias- recurriendo a la inversión extranjera. 

Luego obtuvo un crédito del Fondo Monetario Internacional, condicionado al aumento de tarifas, del precio del petróleo y al despido de empleados públicos, lo que le valió la ruptura de la alianza con Perón. En política exterior, el líder radical se opuso a la exclusión de Cuba del sistema interamericano e, intentando oficiar de mediador entre Estados Unidos y el bloque socialista, el 18 agosto de 1961, se entrevistó con Ernesto “Che” Guevara, ministro de Relaciones Exteriores de Cuba. Tras la reunión, debió afrontar un planteo militar, evidencia del malestar que existía en las Fuerzas Armadas. Pocos meses más tarde, el 29 de marzo de 1962 Frondizi sería derrocado. A continuación, transcribimos el testimonio del ex presidente radical sobre la entrevista con el “Che”.

Fuente: Testimonio de Arturo Frondizi en Menotti, Emilia, Arturo Frondizi, Buenos Aires, Editorial Planeta, 1998.


“Llevado a mi presencia, tuvimos una charla absolutamente a solas, que duró aproximadamente unos setenta minutos. Cuando abordamos el tema de la posibilidad de elaborar algún tipo de status de convivencia con Estados Unidos, me hizo notar que lo consideraba improbable por la resistencia de los grupos más duros del país del Norte; pero que, de todas maneras, si yo lo consideraba conveniente, explorara la posibilidad, pues él estaba de acuerdo en buscar, en la medida de lo posible, alguna salida al aislamiento. Si el statu quo entre los Estados Unidos se acordaba a través de la gestión de América latina, Cuba permanecería en el sistema interamericano. De lo contrario deberían los Estados Unidos negociarlo con la Unión Soviética, y Cuba integraría entonces el sistema del Pacto de Varsovia, como efectivamente sucedió. 

Mi interlocutor opinaba no obstante que el camino de América pasaría en algún momento por un enfrentamiento total con Estados Unidos. Creía que en pocos años América latina se transformaría en un gigantesco Vietnam. Nosotros expusimos nuestra tesis sobre la integración y el desarrollo. Guevara aparecía algo desencantado con respecto al curso de la revolución cubana, sobre todo porque descreía ya de las posibilidades de una industrialización acelerada por falta de medios de financiamiento. Cuando salió de la entrevista, en un comentario marginal que hizo en el reducido grupo de los que habían participado del trámite, confesó risueñamente que habían tenido que “encañonar” a los rusos para que les financiaran una acería con capacidad para 700.000 toneladas. 

Nunca más lo volví a ver. Pocos meses después yo sería derrocado; él encontraría la muerte, años más tarde, en la selva boliviana, empeñado en el estéril intento de “fabricar” una revolución en un medio que desconocía y ante un pueblo sufrido que, como todos los del mundo, aspira a su rendición pero para hacerla por sí mismo, con sus formas propias de participación y movilización.”

Fuente: www.elhistoriador.com.ar

 

 

Documentos que ratificarían la soberanía de Argentina en las Islas Malvinas


ROBERTO COLIMODIO GALLOSO 05-11-2018