La ciudad de Buenos Aires, a partir de su traza fundacional a fines del siglo
XVI, evoluciona principalmente hacia el sur, en función de las actividades
relevantes, ligadas al puerto que se encontraba en el Riachuelo. Este “Río
Pequeño” tal como lo bautizara el cronista Ulrico Schmidel ofrecía ya en ese
siglo un refugio seguro a las embarcaciones.
Hacia fines del siglo XVII, y a lo largo del XVIII, comenzaron a levantarse
sobre su margen unas construcciones precarias denominadas “barracas” que
posibilitaban el almacenamiento de productos, frutos, cueros para el depósito y
tráfico de la actividad comercial que allí se desarrollaba.
Es así, que el nombre de Barracas, va adquiriendo identidad y se apropia de
esta zona, conociéndose progresivamente como Barracas del Riachuelo, y también
Barracas al Norte en el siglo XIX.
En 1785, se leyó en el Cabildo el informe del Procurador General, en el que
manifestaba la necesidad y utilidad de construirse un puente, en el lugar que
llaman “de las barracas”.
Las obras estuvieron a cargo de Juan Gutiérrez Gálvez, que poseía una quinta en
la margen derecha, y era propietario de una de las canoas que efectuaba el
cruce del río.
El Puente de Gálvez, inaugurado el 1° de diciembre de 1799, marcó el precedente
del Puente de Barracas, luego llamado de Restauración de las Leyes, y del ahora
denominado Puente Pueyrredón.
Su enlace con lo “pagos del sur” o también denominado “pago de la Magdalena” y
la importancia como paraje, determinaron con el correr del tiempo la agrupación
de vecinos con quintas que habitaban el lugar.
Ya desde 1789, los cabildantes procedieron a convocar a “los quinteros del
Riachuelo” y a los “carretilleros” a fin de resolver qué contribución debían
pagar para formar un fondo que permitiera nivelar los pantanos que había en los
“caminos de barracas”.
Fue necesario desmontar la abrupta barranca de la Calle Larga (hoy Av. Montes
de Oca) y suavizar su pendiente para facilitar el tránsito desde la Plaza Mayor
al Riachuelo.
En 1806 el Puente de Barracas se transformó en escenario estratégico de la
Invasión Británica (nota 1),
incendiado ex profeso para evitar el avance de los soldados británicos. El
puente fue reparado nuevamente y el 23 de diciembre de ese mismo año, se lo
consideró apto para su tránsito.
Nuevamente en 1807, la Calle Larga y el Puente de Barracas vuelven a ser
escenarios de la heroica defensa posibilitando el paso de Liniers hacia los
Corrales de Miserere para impedir el avance de las fuerzas británicas. En los
prolegómenos de 1810, una quinta de Barracas, cuya propiedad pertenecía a
Francisco M. Orna, adquiere relevancia al transformarse en punto de encuentro
de los patriotas que gestaban la tan ansiada Revolución de Mayo.
En 1812, otra propiedad vuelve a ser sitio de conspiraciones. La quinta de
Álzaga en Barracas se transforma en “Cuartel General de los Conjurados”. La
Capilla de Santa Lucía se convierte así en refugio de Martín de Álzaga ante las
persecuciones del cual era objeto, siendo finalmente ajusticiado en la Plaza de
la Victoria.
Ese mismo año, se afinca en el barrio el Almirante Guillermo Brown, en la hoy
denominada Av. Martín García. Dos de sus hijos, Guillermo y Eduardo, asisten a
la escuela de Vicente Sánchez, quien en 1825 instala la misma en la Calle
Larga. En 1841, este maestro oriundo de Castilla recibe a José Hernández y sus
hermanos como alumnos, quienes vivían junto a su abuelo en una quinta ubicada
en la actual esquina de la Av. Montes de Oca y Osvaldo Cruz.
En 1853, otro acontecimiento transcurre de manera relevante en la zona de Barracas.
El denominado “sitio de Buenos Aires” opera con sus diversas fuerzas en
distintos puntos de la zona sur. En los potreros de Langdon ubicados en las
alturas barraqueñas, el coronel Bartolomé Mitre recibe una herida en la frente
provocada por un disparo. El 11 de julio, finaliza la lucha cuyas acciones
tuvieron lugar en los sectores correspondientes al barrio y sus alrededores.
El 30 de agosto de ese mismo año, se crea el primer Juzgado de Paz de Barracas
al Norte, designándose para ocupar dicho cargo a don Juan Mildberg. Barracas se
separa del Juzgado de Paz de San Telmo, comprendiendo también a La Boca, cuyo
Juzgado se crea recién en 1870.
La llegada del ferrocarril en 1865, provoca cierta fractura entre las quintas,
dando lugar a durmientes, vías y acero para la habilitación de los trenes del
F.F.C.C. Sud. Desde Constitución, la primera estación más cercana fue Barracas,
la segunda Lomas de Zamora, finalizando el trayecto en la localidad de
Jeppener.
En 1871, la terrible epidemia de fiebre amarilla, azota también el barrio. La
cantidad de enfermos asciende a 426, y los fallecidos 144. Los doctores
Federico de la Serna e Iriarte fueron designados, en la zona para la atención
de los enfermos.
En 1901, la educadora Antonia Capurro, crea la primera escuela nocturna para
mujeres obreras. Se incorpora así, otro nivel a los ya conocidos en Barracas:
Escuela Manuel de Sarratea (1865) fray Justo Santa María de Oro (1866), Escuela
Normal de Maestras Nro. 1 (1874), Esc. Bernardo de Irígoyen (1875), Escuela
Superior de Comercio Joaquín Víctor González (1905), Escuela Normal Nro .5
(1909) Escuela de Artes Gráficas (1940), Escuela Industrial Nro. 3 (1940).
La vigencia de ciertas instituciones de bien público, que trascendieron a
través del tiempo, le otorga a Barracas otra condición relevante. Aún se
encuentran en el barrio la Asociación Española de Socorros Mutuos de Barracas y
Buenos Aires fundada en 1862, la Asociación Fratelanza Artesana (1891),
Sociedad Luz (1899) Club Social de Santa Lucía (1901), Club Barracas Central
(1904), Asociación Fraga (1905), Club Barracas Juniors (1912), Club Sportivo
Barracas (1913), Club Sportsman (1920).
La expresión más genuina de la música porteña el tango, tuvo en este barrio a
los más destacados representantes. Por sus calles cafés, pulperías y esquinas
se pudieron ver y escuchar a diferentes figuras como el legendario Pedro
Chiappe, allá por 1890 y, desde principios del siglo XX, a creadores de la
talla de Eduardo Arolas, Agustín Bardi, los Bernstein, Carlos Marcucci, Eduardo
del Piano, Rodolfo Sciamarella, Teófilo Ibañez, Armando Posada, Ignacio
Riverol, Ángel Condercuri, Juan Velich, Alfredo Bigeschi, Normando lazara, y
Carlos Piccione, y Fulvio Salamanca entre otros.