jueves, 30 de junio de 2016

Camino Buenos Aires - Santa Fe - Parte 2


La superficie de esta nueva población estaba comprendida dentro de las actuales calles 11 de Septiembre, Pampa, Crámer y Monroe. Este pueblo adquiría plena autonomía por estar separado de San José de Flores (hipotéticamente pero no legal). Antes de la fundación del pueblo había en la esquina noroeste de Cabildo y Pampa una pulpería conocida como La Blanqueada, llamada así porque estaba pintada de blanco.

Alrededor de ella se formó un caserío que también fue pintado de blanco llamándose más tarde al conjunto las Blanqueadas. Allí paraban las carretas y tropas de carros que iban al norte y llegaban a Santa Fé en busca de frutas para proveer al mercado de Buenos Aires. La pulpería subsistió hasta 1919 año en que sus instalaciones se usaron para un colegio. Luego en ese lugar funcionó el Banco de Italia (hoy Banca Nazionale del Lavoro). Más alejada en el cruce con el arroyo Medrano existía otra pulpería llamada Las Palmitas, donde se reunían los domingos los paisanos para correr carreras.

El origen del pueblo de Belgrano data del decreto del 6 de Diciembre de 1855. En Enero de 1856 el ingeniero Aurelio López de Bertodano construyó la primera casa de material levantada en el pueblo. Se hallaban los lotes ubicados en la calle Ciudad de la Paz, entre Sucre y Echeverría.
El nuevo plano de Belgrano fue publicado en 1858. El 3 de Diciembre de 1856 el gobernador Obligado creó el Partido judicial de Belgrano, fijando los límites hasta la casa de Palermo, la antigua residencia de Rosas. Al Sur Oeste del pueblo se encontraba el Circo de las Carreras de caballos con su correspondiente pista oval de 1500 metros de largo, entre las actuales calles Crámer, Pampa, Melián y Olazábal.

Se facilitó el acceso al hipódromo haciéndose construir un camino que iba desde el pueblo hasta la boca del camino de las Cañitas, atravesando el puente sobre el arroyo Maldonado. A este puente se lo llamaba Puente Obligado en honor al gobernador Pastor Obligado. Un caso singular era que los carruajes debían pagar peaje, cuatro ruedas 2$, dos ruedas 1$ y los jinetes gratis.



Lo Pasado Pensado - Héctor José Cámpora - 2008 - Parte 4

Lo Pasado Pensado - Héctor José Cámpora - 2008 - Parte 3

Lo Pasado Pensado - Héctor José Cámpora - 2008 - Parte 2

Lo Pasado Pensado - Héctor José Cámpora - 2008 - Parte 1

Camino Buenos Aires - Santa Fe - Parte 1

Barrio de Belgrano

Orígenes

Su historia comenzó cuando el mismo Juan de Garay hacia 1580 se deslumbró ante los Montes Grandes o Pago de los Montes Grandes, o la costa de Monte Grande (actualmente San Isidro), como se llamaba a esa zona tupida de árboles y matorrales, que se extendía con frente a la costa desde el límite urbano hasta el río de las Conchas. Más tarde en 1605 el hijo de la Tierra, Hernandarias, puso el mojón junto al Camino Real que iba al Monte Grande.

Esa fue la ruta que iba o bajaba de Bs. As. a Santa Fe, o viceversa, y desde aquel paraje transitó el general Garay en su periplo hacia la Santa María de los Buenos Ayres que fundó el 11 de Junio de 1580. Por esos caminos también pasaron personajes de la primera novela histórica argentina como Amalia, de José Mármol en 1840, Cuitiño hizo la ronda de la Batería de San Isidro, luego vino el sitio de López, la llegada de Balcarce y el gobierno de Rosas, quien poseyó muchos solares por estos lugares.

Según se dijo le sirvió de pretexto la circunstancia de un pedazo de tierra que originalmente tuvo su esposa Encarnación de Ezcurra, al que agregó luego otros. A cuyos campos Rosas hizo traer una manada de avestruces y 300 vacas para que apacentaran en sus alrededores. La primera traza de Belgrano fue aprobada en el año 1856.

En el Museo Histórico Sarmiento se conservan copias auténticas de tres planos que constituyen los antecedentes de la fundación del pueblo, en cuyo trazado se muestran las propiedades de Rosas, Corvalán, Banegas, Castillo, Idoyaga, entre otros, poblados con una docena de casitas y ranchos en esta zona y la existencia de La Calera en las barrancas -donde existían grandes depósitos calcáreos que habían sido explotados por frailes franciscanos- que se hallaba en los alrededores de la actual intersección de las calles Tres de Febrero y Mendoza. También se pueden observar en los planos los caminos existentes: el Real a San Isidro y el del bajo.

martes, 21 de junio de 2016

Belgrano parte rumbo a la muerte - Parte 5


Muerte sin eco


Tres periódicos se editaban entonces en Buenos Aires: “La Gaceta”, que era el oficial, “El Argos” y “El Despertador Teofilantrópico”, dirigido por el famoso fraile Castañeda. 

Este último papel fue el único que, días después, comentó en verso: “Triste funeral, pobre y sombrío,/ que se hizo en una iglesia junto al río/ en esta capital al ciudadano/ brigadier general Manuel Belgrano”.

El 14 de agosto de 1820, Domingo Belgrano escribió a Tucumán al futuro obispo, doctor José Agustín Molina. Narraba patéticos entretelones. Cuando su hermano era general, como nadie quería prestar dinero al Ejército, había garantizado con su firma varias de esas operaciones.

Patética secuela


Sucedía que un acreedor, Teodoro Fresco, había presentado su libranza y el gobierno de Buenos Aires no se la pagó. El hecho afectó seriamente a Belgrano. “Se apesadumbró y se hirió tan vivamente en lo puro de su honradez, que la melancolía acabó con él”, narraba su hermano. “¡Ay, amigo! ¿Quién creyera que a este estado lo había reducido el haber amado tanto a su ejército y su patria?”.

Domingo explicaba a Molina que no tenía dinero para pagar a Fresco. La única posibilidad era presentar el libramiento a las autoridades de Tucumán. Si no conseguía que lo pagaran, indicaba Domingo, “que se venda la casita que hay en esa, de su propiedad”, y “con ello se pague a dicho fresco los mil y cerca de trescientos pesos”. Encargaba entonces a Molina: “a la casa la haces tasar y, según el resultado del valor, o la ofreces a Fresco o la vendes. Ojala alcance para pagarle. Así se verificará que en vida y después de muerto, todo lo sacrificó a la patria”.







Belgrano parte rumbo a la muerte - Parte 4


Disposiciones finales


Lo vino a visitar su amigo Balbín. Según este narraría, Belgrano deploró que no pudiera montar a caballo “para tomar parte de la defensa de Buenos Aires”. Le dijo “me hallo muy malo: duraré muy pocos días”, y agregó: “muero tan pobre, que no tengo con qué pagarle el dinero que usted me prestó”. 

Pero le aseguró que se lo podría cobrar de “algunos miles de pesos de mis sueldos” que le debía el gobierno, y que le serían pagados a su albacea “cuando el país se tranquilice”. Fray Cayetano Rodríguez venía con frecuencia a asistirlo.

El 25 de mayo, firmó su testamento. Instituía heredero a su hermano Domingo y, dice Mitre, le hizo el “encargo secreto” de que, pagadas todas las deudas, aplicase el remanente de sus bienes a favor de Manuela. Esto además de encargarle que “hiciera con ella las veces de padre y cuidara de darle la más esmerada educación”.

¡Ay, patria mía!


El 19 de junio, pidió a su hermana que le alcanzara el reloj de oro que colgaba en la cabecera de su cama. Se lo entregó al doctor Redhead. “Es todo cuanto tengo que dar a este hombre bueno y generoso”, dijo. 
Escribe Mitre que “luego empezó su agonía, que se anunció por el silencio, después de prepararse cristianamente, sin debilidad y sin orgullo, como había vivido, a entregar su alma al Creador. Las últimas palabras que salieron de sus labios, fueron estas: ¡Ay, Patria mía!”.

Así, el 20 de junio de 1820, a las 7 de la mañana, expiró el general Manuel Belgrano, diecisiete días después de haber cumplido los 50 años. En ese momento, Buenos Aires llegaba al clímax de la anarquía, con tres pretendidos gobernadores: Ramos Mejía, el general Miguel Estanislao Soler y el Cabildo.


lunes, 20 de junio de 2016

Manuel Belgrano - Parte 2

Belgrano parte rumbo a la muerte - Parte 3


Ingratitudes y despedida


Los escasos visitantes de su casa se redujeron aun más. Una tarde, confió a Balbín: “Yo quería a Tucumán como a la tierra de mi nacimiento; pero han sido aquí tan ingratos conmigo, que he determinado irme a morir a Buenos Aires, pues mi enfermedad se agrava cada día más”. Pidió auxilio al gobierno para los gastos del viaje, pero le contestaron que no había fondos en la caja, ni podían proporcionarle caballos para su carruaje.

Enterado de esto, Balbín le facilitó sin titubear el dinero que necesitaba. El general lo aceptó, dice Mitre, “agradecido, con cargo de devolución”. Según Juan Bautista Alberdi, niño entonces, el general se despidió emocionado de “los campos vecinos al Aconquija”. Puso “en aquella hermosa montaña una mirada llena de amor, y bajando el rostro bañado en lágrimas dijo: Adiós por última vez, montaña y campos queridos”.

Un penoso viaje


El carruaje partió de Tucumán en febrero de 1820. Lo acompañaban el médico Redhead, el capellán Villegas y dos de sus antiguos oficiales: sus grandes amigos, los coroneles Emigdio Salvigni y Gerónimo Helguera. En cada posta, éstos lo cargaban para bajar del coche, ya que sus piernas hinchadas le impedían todo movimiento. Soportaba silencioso los desdenes. En territorio cordobés, llamó a un maestro de posta, y el insolente le mandó a decir “que viniera él, porque estaban a la misma distancia”.

El gobernador de Córdoba, su antiguo subordinado Juan Bautista Bustos, fue tan mezquino como el gobierno de Tucumán, y no le proporcionó ayuda alguna. Pero un comerciante de esa ciudad, Carlos del Signo, le acercó 400 pesos, sin admitir recibo. Belgrano le escribió “agradecidísimo” y le envió “un libramiento para Buenos Aires, el mismo que tengo el honor de acompañarle, contra mí mismo y a quince días visto, para la mejor exactitud de su pago”.

En Buenos Aires


Gracias a estos auxilios, “el vencedor de Tucumán y Salta pudo arrastrarse moribundo hasta su ciudad natal”, escribe Mitre. Llegó en marzo y se alojó en la casa de su hermano, el presbítero Domingo Belgrano. Allí lo cuidaba su hermana Juana. Llegó a visitarlo un día el general Gregorio Aráoz de La Madrid. Conversaron con gran afecto y Belgrano sacó de su escritorio unos apuntes sobre las campañas militares que La Madrid había escrito, por su orden, años atrás. Le dijo que “los recorra y detalle más prolijamente y me los traiga”. Serían la base de las famosas “Memorias” del tucumano.

El gobernador Ildefonso Ramos Mejía le envió un auxilio de 300 pesos. Pero Belgrano necesitaba más, para pagar sus muchas deudas. Ramos Mejía planteó el asunto a la Junta de Representantes. Pero los diputados ni siquiera trataron el pedido: la amenaza de invasión de los caudillos concentraba su preocupación.

Belgrano parte rumbo a la muerte - Parte 2


En la Ciudadela


En realidad, las “afecciones particulares” estaban representadas sobre todo por su hija Manuela Mónica, nacida el 4 de mayo de 1819 de sus amores con Dolores Helguero. El hecho es que, llegado a Tucumán, se instaló en la humilde casa que había edificado en las afueras de la ciudad, próxima a La Ciudadela y sobre el terreno que el Cabildo le obsequió en 1816. 
La vivienda estaba “al sur y a continuación de la Casa de Jesús”, hoy Colegio de las Esclavas, según precisaba en 1884 don Marcelino de la Rosa, albacea de la familia Belgrano. Agregaba que entonces se divisaban todavía “algunos vestigios de la casa y un pozo de balde”.

Estaba retirado de toda actividad pública y se trataba con muy pocas personas. Antes de que la enfermedad lo atara a la cama por períodos cada vez más largos, salía a caballo por las tardes. Generalmente, en compañía del comerciante porteño José Celedonio Balbín. Se habían hecho amigos en las campañas del Alto Perú, y Balbín lo ayudaba económicamente, porque Belgrano estaba en pésima situación económica: le debían muchos meses de su sueldo de general.

Noche de atropello


Así estaban las cosas la noche del 11 de noviembre de 1819, cuando el capitán Abraham González se alzó en armas contra el gobernador Feliciano de la Mota Botello, lo apresó y se instaló en el despacho oficial del Cabildo.

Temeroso de la actitud que Belgrano, aunque retirado, pudiera asumir frente al golpe, González ordenó arrestarlo. Un piquete irrumpió en la casa del creador de la Bandera, que estaba en cama. Según el historiador Bartolomé Mitre, el general le espetó: “¿Qué quieren de mí? Si es necesaria mi vida para asegurar el orden público, aquí está mi pecho; quítenmela”.

Intentaron encadenar las hinchadas piernas de Belgrano, que ya no soportaban el roce de las sábanas. Sólo la enérgica actitud de su médico, el doctor José Redhead, pudo impedir el atropello. De todas maneras, le pusieron un centinela en la puerta. Aunque después el soldado fue retirado, todo el episodio dejó a Belgrano muy deprimido.

Belgrano parte rumbo a la muerte - Parte 1

  
En febrero de 1820, enfermo y desencantado, el creador de la bandera se alejó de Tucumán. Moriría cuatro meses después.

Después de haber pasado intermitentes temporadas en nuestra ciudad –iniciadas en aquel glorioso setiembre de 1812- Manuel Belgrano se estableció en ella a partir del 7 de agosto de 1816. Había sido designado otra vez jefe del Ejército del Norte, que desde entonces permanecería acampado en Tucumán durante más de dos años.

Fue en diciembre de 1818 que el gobierno central, enfrentado con los caudillos, ordenó que la fuerza de Belgrano marchara a Santa Fe, para hacerse cargo del ejército de operaciones contra Estanislao López. La marcha se ejecutó desde enero de 1819, en forma escalonada. Pero no hubo ocasión de luchar: en abril, el caudillo López firmó un armisticio con las fuerzas nacionales del general Juan José Viamonte, en San Lorenzo.

Luego de hacer jurar a sus tropas fidelidad a la efímera Constitución de 1819, Belgrano contramarchó hacia Córdoba. 

Adiós al Ejército


Estaba acampado en la Cruz Alta, sobre el Río Tercero, cuando lo visitaron los médicos Manuel Antonio de Castro y Francisco de Paula Rivero. Advirtieron, muy preocupados, que la enfermedad (una hidropesía, sumada a varias otras) había avanzado sobre el organismo del general. “Sé que estoy en peligro de muerte”, les dijo. “Tienen aquí una capilla donde entierran a los soldados. También pueden enterrar allí al general”.

El 11 de setiembre, Belgrano resolvió dejar definitivamente el mando. Se lo transfirió al coronel mayor Francisco Fernández de la Cruz y partió a Tucumán. “Estando tan cerca de Buenos Aires, donde abundaban los buenos médicos y demás recursos del arte, jamás quiso ir, y prefirió trasladarse a una provincia lejana”, apunta en sus “Memorias” el general José María Paz. Y se preguntaba: “¿Fue causa de esta resolución la enemistad personal que se le suponía con el director supremo Pueyrredón? ¿O solamente fue efecto de afecciones particulares que lo traían a Tucumán?”.


lunes, 6 de junio de 2016

DiFilm - Puerto de Buenos Aires - documental (1953)

Antes de la Gral. Paz y Panamericana


El puente sobre las vías del por entonces F.C.C.A. en su ramal a Delta y un Vickers corriendo hacia esta, Borges o Retiro junto al desaparecido PAN de la calle Zufriategui y Roseti todo esto antes que se instalara la fábrica Philips.


    http://forotransportes.com/showthread.php?t=3147&page=26

domingo, 5 de junio de 2016

Himno a Manuel Belgrano


En la cima del péndulo del tiempo vivirán
Tus designios acuñados, con tu vida y lealtad
Hasta el fin de los siglos tu memoria quedará
En la entrega de tu oro y en tu gesta inmortal

La tinta de tu sangre sacra defendió
En la pluma de los justos a la libre educación,
Y a la luz de Moreno y de Castelli, su voz,
Alumbró tu pensamiento, el rumbo de revolución

A merced de la Virgen guiaste a un pueblo fiel,
Y en las piedras, tu valor vistió a Jujuy, verde laurel
Con tu espíritu guerrero, ardió en Salta y Tucumán,
El fuego de los criollos, del fusil y del metal

Y en las sombras de la guerra surge un niño y su candil
Es Pedro Ríos, gran patriota ¡paladín de Tacuarí!

Vilcapugio y Ayohuma no apagaron tu fervor,
Al poder enfrentaste, no cediste a la traición,
Y al partir a la gloria, nuestra patria naufragó
Y en los templos las campanas se lamentan de dolor

A orillas del rio Pasaje y Paraná
Consagraste en tu pueblo, su bandera y majestad
Que en tu cielo coronada por el sol, en tierra y mar
Al grito de tu jura, fue bastión de libertad

ESTRIBILLO
¡Noble Belgrano! Símbolo y virtud
Estela sublime de América del sur,
Valedor de Cumbay y Tupac Inca Rey,
Columna de un país, tu horizonte y tu fe

(Música: Prof. Héctor José Devito - Letra: Diego Abraham Bellene - Héctor José Devito)

viernes, 3 de junio de 2016

Himno a Manuel Belgrano (Arreglo Para Tres Voces)



(Versión NO OFICIAL para estreno sujeta a modificaciones) CANTANTES: SERGIO YAÑEZ (TENOR PRIMERO) - HECTOR DEVITO (TENOR SEGUNDO) - ALEJANDRO VILLALONGA (BARITONO) 

jueves, 2 de junio de 2016

Pensamiento económico de Manuel Belgrano - Parte 3


  
El comercio resultaba de importancia vital para la agricultura. Sostuvo que el valor de la producción agrícola crece cuando se han removido los obstáculos al comercio.


Esos obstáculos consistían en:
a) la ignorancia del pueblo; de ahí su insistencia en crear escuelas públicas donde se enseñara matemáticas, castellano, latín, dibujo y las cuestiones prácticas inherentes a la actividad agrícola, mercantil y a la navegación.
b) la falta de comunicaciones adecuadas, tanto internas como externas, bregando permanentemente por la construcción de caminos, puentes, muelles, canales, etc.
c) la falta de libertad para comerciar.


Belgrano se refiere al desarrollo gradual de las actividades manufactureras a las que les atribuye la mayor significación para el logro del desarrollo económico equilibrado y sostenido. Deberían "gozar de especial cuidado por parte del gobierno ... la industria del hilado de lana y algodón, los cultivos industriales del lino y cáñamo y la industria de los cueros ... Es imprescindible traer de Europa las máquinas y los maestros necesarios ... así como curtidores de los excelentes que se pudiesen conseguir ... o, en su defecto, se envíen jóvenes para aprender cuantas nociones teóricas y prácticas" sean necesarias.

Dinero


Belgrano expone sus ideas monetarias en varios artículos aparecidos en el Correo de Comercio. No desarrolla, desde luego, una teoría monetaria pero su pensamiento al respecto denuncia ciertos conceptos, a veces explícitamente, que merecen algún comentario. Tales conceptos se refieren a la naturaleza del dinero y a sus funciones.
Contiene, además, la idea implícita del velo monetario, como asimismo la de una teoría cuantitativa del dinero. Con respecto a la naturaleza, Belgrano expone sus ideas de forma tal vez no muy satisfactoria. No obstante no encontrar en sus escritos una definición precisa acerca de qué es el dinero, existen varios pasajes cuyo contenido se inclinaría por ubicarlo en la corriente metalista, es decir, entre aquellos que consideran al dinero como una mercancía, con valor intrínseco.



http://grupo10belgranoeconomista.blogspot.com.ar/2008/06/pensamiento-econmico-de-manuel-belgrano.html

Pensamiento económico de Manuel Belgrano - Parte 2


Conceptos sobre valor



Belgrano, a pesar de haberse formado en la escuela liberal smithiana, no establece la diferencia entre valor de uso y valor de cambio que caracteriza a la escuela clásica inglesa. Él apunta más bien al valor de cambio, es decir, al precio.
Es justamente en este terreno en el cual Belgrano tiene conceptos muy claros y precisos sobre la determinación del precio, tan claros y precisos que evidencian una superioridad con respecto a Galiani y al mismo Smith. Su razonamiento es impecable estableciendo una combinación entre elementos subjetivos y objetivos en la formación del precio de las cosas, es decir, hace intervenir a los elementos oferta y demanda. Dice en uno de los artículos del Correo de Comercio, N° 27 del 1/9/1810: “Ninguna cosa tiene su valor real, ni efectivo en sí mismo, sólo tiene el que nosotros le queremos dar; y éste se liga precisamente a la necesidad que tengamos de ella; a los medios de satisfacer esta inclinación; a los deseos de lograrla y a su escasez y abundancia.
Belgrano estableció una estupenda combinación entre el valor de uso y el valor de cambio, cosa que no supieron hacer los clásicos quienes al no poder encontrar la conexión entre ambos conceptos sólo consiguen retardar el progreso de la ciencia en este aspecto.

Productividad



Uno de los aspectos en que Manuel Belgrano evidencia la influencia fisiocrática es el que se refiere a la agricultura y el papel que ésta desempeña en el campo económico.
Tuvo un punto de vista ético, lo cual denuncia una influencia roussoniana ejercida a través de la fisiocracia: “La agricultura es el verdadero destino del hombre. En el principio de todos los pueblos del mundo, cada individuo cultivaba una porción de tierra, y aquellos han sido poderosos, sanos, ricos sabios y felices, mientras conservaron la noble simplicidad de costumbre que procede de una vida siempre ocupada, que en verdad preserva de todos los vicios y males”.
Belgrano tenían un significado superior a las doctrinas de la fisiocracia y de los primeros clásicos de la economía política por sus aportes en relación a lo que él denominó desarrollo económico armónico y autónomo. Armónico, porque debía articular la prosperidad económica de la agricultura con el incipiente desarrollo de la industria, el comercio y las artes. Autónomo, en el sentido de la necesidad de romper los lazos económicos con la metrópolis española como intermediadora y receptora de riqueza. Para Belgrano, como así también para otros pensadores de la época, el comercio libre fue sinónimo de independencia política.

miércoles, 1 de junio de 2016

Pensamiento económico de Manuel Belgrano - Parte 1



Manuel Belgrano estudió Latín y Filosofía en el Real Colegio de San Carlos de Buenos Aires y abogacía en las Universidades de Salamanca y Valladolid. En Madrid se vinculó con conocidos economistas españoles que abrazaban las ideas fisiocráticas y clásicas de la época. Escribió numerosos artículos sobre economía entre los que sobresalen las Memorias sobre el estado de las Provincias.

Belgrano fue un economista sistémico, es decir un pensador que concebía la economía como una ciencia que debía enmarcarse en el contexto político y sociocultural de la época, en permanente conexión con otras ramas del conocimiento científico-social. El progreso material, decía en sus Memorias, no se puede considerar como un compartimiento estanco, aislado del socio-político y a éste desvinculado del progreso cultural. "Sin enseñanza persiste la ignorancia, sin educación, la barbarie. Para encauzarse en la senda del progreso lo que más urge, pues, es ampliar y diversificar los establecimientos educativos y formar al hombre moral".
Belgrano se formó filosófica y económicamente dentro del movimiento intelectual racionalista y liberal que caracterizó al siglo XVIII.

Sus maestros Smith y Quesnay, marcaron en forma definitiva el pensamiento de Belgrano, le proporcionaron un punto de vista relativamente ecléctico entre la abstracción y generalización smithiana y el pragmatismo mercantilista absoluto.
Transmitió sus ideas económicas a través de tres instrumentos diferentes dos traducciones efectuadas en 1794 y 1796; las Memorias que debía leer anualmente ante los miembros del Real Consulado de Buenos Aires, del cual fue su Secretario; y diversos artículos publicados en el semanario Correo de Comercio.