La historia es la única rama del conocimiento que nos puede decir qué fuimos en el pasado, qué somos en el presente y qué seremos en el futuro.
miércoles, 25 de febrero de 2015
Pelicula argentina "Frontera Sur" (1943)
San Blas Film Presenta "Frontera Sur"
Director: Belisario García Villar
Reparto: Elsa O'Connor, Froilán Varela, César Fiaschi, Elisardo Santalla, Inés Edmonson, Elsa Martínez, Amelia Senisterra, Juan Pérez Bilbao, Fernando Lamas, Juan Farías, Jorge Olive, Federico de la Villa, Jorge Villoldo, Diana Maggi, Felipe Dudan, Enrique Núñez, Tito Martínez, Juan Gianelli, Jaime Saslavsky
Argumento: Belisario García Villar
Director de Fotografía: Hugo Chiesa
Cámara: Luis Grazziani
Ayudante: Carlos Bonatti
Sonido: José Lara
Ayudante: Héctor F. Blanco
Música: A. Gutiérrez del Barrio
Decorados: Arquitecto Abel López Chas
Compaginación: Carlos Rinaldi
Asistente General: Adalberto Páez Arenas
Ayudantes: Alfredo McLoughlin - Tito Pizzella
Script: Gloria Piró
Maquillaje: Felipe de Angelis
Vestuario: Tuka de Alvarado
Sastrería: Danyans
Ponchos y objetos de época cortesía de Don Carlos G. Daws
Laboratorio Alex - Estudios Nira
(Argentina/16mm/Blanco y negro)
Fecha: 20/1/1943
Duración: 65 minutos
Código del film: 944
sábado, 21 de febrero de 2015
viernes, 20 de febrero de 2015
La Catedral de Las Heras – Parte 5
Como la Corte Suprema en ese entonces no hacía lugar al
criterio largamente reclamado de la devaluación de la moneda y su
incidencia negativa en pleitos de la duración como el de que se trata, se
comprenderá cuan magra resultó a la postre tanta y tan larga labor
profesional y desde luego es de imaginar la desilusión de los herederos
del Sr. Arturo Prins. Sigue redactando el Dr. Eymann: – Otra acotación al
margen de ese juicio, es la de que durante su transcurso fallecieron la
Sra. Carmen Llobet de Prins, esposa del Ing. Arturo Prins, mi primer
letrado patrocinante el Dr. Eduardo H. Maglione. De manera que tuve que
seguir el juicio hasta sus últimas instancias con el Dr. Eduardo Maglione
(h).” Lo percibido alcanzó para que sus 4 hijos, sus cónyuges, y los 4
nietos de Prins, nos reuniéramos en un cordialísimo almuerzo, en un medio
día de la ciudad de Buenos Aires.
En cuanto al Ingeniero y Arquitecto Arturo Prins, enfermó y
terminó sus días en una habitación del entonces Sanatorio Podestá, ubicado
en la esquina de la calle Uruguay y Viamonte, en el año 1939, rodeado del
afecto de sus seres queridos, muy lejos de un suicidio, con la serenidad
del que vivió una vida llena de vida y alegría.
Y en cuanto al Derecho,
refiere su nieto Robredo, abogado él, ” … esto le permitió, al también
profesor universitario Prins, dar su lección póstuma por medio de la pluma
de Rafel Bielsa, cuyo comentario de la sentencia fue el primero que
planteó la injusticia de un pronunciamiento justo aniquilado en sus
efectos por la inflación, con lo que puso la piedra fundamental del
desarrollo de la teoría de la imprevisión y de la indexación, culminadas
en la valoración colectiva de la estabilidad” .
Sea este mi homenaje a nuestro abuelo, a tan dignos letrados
y todos aquellos que tomaron esta causa con la seriedad e imparcialidad
también demostrada.
Enrique Gustavo Prins
jueves, 19 de febrero de 2015
La Catedral de Las Heras – Parte 4
El escrito de demanda que redactó el Dr. Maglione contenía
nada menos que 50 fojas, lo que puede dar una idea de la complejidad de su
contenido. Al iniciar la demanda, me entrevisté con el Secretario de turno
ante el cual debía tramitarse y a quien le hice notar el problema que
significaba la agregación de su documentación. Este sin valorar mayormente
mi preocupación, me contestó que no consideraba que existiera
ningún inconveniente en que esa documentación se acompañara con el escrito
de demanda, tal como exigía y lo exige el Código Procesal. Sin embargo
cambió de parecer cuando le manifesté que nada más que en planos tenía que
agregar más de 2.000, alguno de los cuales tenían cerca de 4 metros de superficie, con
los cuales estimaba que la Secretaría iba a quedar obturada.
Convinimos en llegar a un acuerdo con el Fiscal en lo
Federal, en ese entonces el Dr. Bullrich Urioste y con él resolvimos
practicar un inventario de todos esos planos y depositarlos en el Centro
de Arquitectos para su oportuna verificación y confrontación por los
peritos Ingenieros que correspondería designar. Así se hizo. Cuando
se le confirió traslado de la demanda al Fiscal, este solicitó seis meses
de plazo para su contestación dada la magnitud del juicio y de la enorme
documentación acompañada. Vencido ese plazo, el Dr. Bullrich Urioste,
solicitó otros seis meses más hasta llegar a un año, fecha en recién
contestó dicho traslado. Debo aclarar que en la demanda se reclamaban los honorarios
de los proyectos de edificio – el greco romano y el gótico, con
sus correspondientes planos y muy distintos unos de los otros, como
asimismo, la dirección de las obras de estilo gótico. En total su importe
era de $ 1.000.000 m/n.(tener en cuenta que este libro es abril de 1973).
Al fin luego de enorme demora debido sobre todo a la prueba
pericial en la que intervinieron los peritos de parte y un tercero
designado por el Juzgado, obtuvimos sentencia favorable que la Cámara en
lo Federal confirmó. Recurrido el fallo ante la Corte Suprema de
Justicia de la Nación por el Agente Fiscal, este alto Tribunal modificó la
sentencia de Ira. Instancia y de la Cámara, con el argumento de que siendo
uno sólo el edificio levantado y dirigido por el Ing. Prins, no procedía
hacer lugar a la reclamación de dos proyectos de edificios
distintos. Por consiguiente la acción en definitiva prosperó prácticamente
por la mitad de lo reclamado, más sus intereses y costas de Ira. y 2da.
Instancia y los de la Corte, en el orden causado.
do gran amigo de aquel y
además conocía, a través de esa amistad, todos los pormenores de la gran
obra. Todos los herederos aceptaron esa determinación del Dr. Montes de Oca aunque
impusieron que la representación de ellos la ejerciera mi persona. Yo no
conocía al Dr. Maglione, pero puedo decir que desde el primer momento de
nuestra actuación, mantuvimos una cordial cooperación que perduró hasta el
día de su fallecimiento, ocurrido antes que el juicio terminara.
La Catedral de Las Heras – Parte 3
Para que se tenga una idea de la magnitud de la labor
desarrollada por el Ing. Prins, es menester hacer un poco de
historia. Al comienzo de este siglo, o sea en el año 1908 más o menos, el
Consejo Directivo de la Facultad de Derecho, que funcionaba en la vieja
casona de la calle Moreno al 400, abrió un concurso para la construcción
de un edificio que reuniera las condiciones adecuadas para el
funcionamiento de esa casa de estudios en el amplio predio de la Avenida
Las Heras. El concurso fue ganado por el Ing. Arturo Prinas, quien al
efecto confeccionó los planos de un edificio de estilo greco-romano a
semejanza de la mayoría de las construcciones de esa época con destino
oficial.
Hubo las consiguientes demoras para el comienzo de las obras y
ello dió lugar a que el Consejo Directivo que sucedió al anterior cambiara
de opinión en cuanto al estilo que debía imprimirse al edificio,
resolviendo en definitiva, que debería utilizarse el gótico. Impuesto
de esa variante, el Ing. Prins, después de realizar un viaje a Europa ex
profeso para estudiar y tomar apuntes de las catedrales de Reims, Colonia,
Chartres. Chalón-sur-Saone, etc., presentó un proyecto de edificio gótico
de la Facultad de Derecho, el que fue objeto de entusiasta aprobación por
parte de los señores Consejeros.
Entre las cláusulas del contrato de adjudicación de las
obras, existía una por la cual el Ing. Prins recién podría cobrar sus
honorarios cuando el edificio quedara habilitado. Las obras
comenzaron y fueron detenidas muchas veces, la mayor parte de ellas por
falta de fondos para proseguirlas.
Por fin sólo se levantó la parte de su
frente, sin las torres que la coronaban y quedando sus paredes sin el
correspondiente revoque. Sin embargo es de admirar la gracia y armonía de
ese edificio en su “maquette”, aun cuando es necesario reconocer que el
edificio no se adecuaba al destino que se le quiso dar, pero ello no era
culpa del Ing. Prins, sino del Consejo Directivo de la Facultad de Derecho
que así lo dispuso.
Sin ver coronado tan gran esfuerzo, tal vez la obra cumbre
de su vida, el edificio de la Avenida Las Heras fue habilitado tal como se
encontraban las obras, pues a él se trasladó la Facultad de Derecho que
funcionaba en la calle Moreno. Con la habilitación de la obra en
condiciones tan precarias, quedaba expedida la vía para hacer efectivos
los honorarios por parte del Ing. Prins.
Este en vida realizó muchas
gestiones en ese sentido, pero sin resultado positivo. El Dr. Ángel
R. M. Montes de Oca rehusó hacerse cargo del juicio por cobro de los
honorarios que correspondían al Ing. Prins, declinando ese cometido en el
Dr. Eduardo H. Maglione, que había sido gran amigo de aquel y
además conocía, a través de esa amistad, todos los pormenores de la gran
obra. Todos los herederos aceptaron esa determinación del Dr. Montes de Oca aunque
impusieron que la representación de ellos la ejerciera mi persona.
Yo no
conocía al Dr. Maglione, pero puedo decir que desde el primer momento de
nuestra actuación, mantuvimos una cordial cooperación que perduró hasta el
día de su fallecimiento, ocurrido antes que el juicio terminara.
Juan B. Justo – Parte 5
En mayo de 1916, mientras salía del local de La
Vanguardia junto a su amigo y compañero, el doctor Enrique Dickman, un
desconocido se le acercó y le disparó un tiro. El disparo impactó gravemente en
una de sus piernas. Con la herida todavía abierta y, tras recibir las primeras
curaciones, se presenta en el Congreso y participa en el debate del día.
En 1918, frente a las protestas de los estudiantes de
Córdoba que piden una profunda reforma universitaria, el Dr. Justo apoyará sus
reclamos desde el parlamento.
Los graves hechos conocidos como la Semana Trágica de 1919,
encuentran en Justo una vibrante condena y el pedido de investigación para los
responsables de la represión policial y parapolicial. En ese mismo año viaja a
Europa para participar de las reuniones de la Segunda Internacional en Berna y Ámsterdam
como representante de todo el socialismo sudamericano. A su regreso, dicta tres
conferencias sobre la Revolución Rusa que publica en un volumen bajo el título El
momento actual del Socialismo, donde condena los métodos de los bolcheviques y
llega a la conclusión que el modelo soviético no es viable para la Argentina.
En 1920, Justo se casa con la joven doctora Alicia Moreau
-hija de refugiados franceses de la Comuna de París- veinte años menor que él,
con quien tendrá otros tres hijos y compartirá su pasión por el socialismo y su
interés por los temas médicos.
En las elecciones de 1924, a las que el radicalismo concurre
dividido entre los personalistas, partidarios de Yrigoyen, y los
antipersonalistas, partidarios del entonces presidente Marcelo T. de Alvear,
Justo, a los 59 años, resultó electo senador por la capital. Uno de sus
primeros proyectos fue el que solicitaba la separación de la Iglesia y el
Estado, desatando una fuerte polémica con las bancadas radical y conservadora
que se opusieron a que fuera considerado sobre tablas. Para 1926 el Partido
Socialista contará con una bancada de 26 diputados nacionales y dos senadores.
El 23 de enero de 1927, Justo pudo ver cumplido uno de sus
grandes sueños: inaugura la Casa del Pueblo, con su gran biblioteca, su salón
de conferencias y sus aulas nocturnas dedicadas a la enseñanza de los obreros.
Sería una de sus últimas alegrías, casi exactamente un año después, el 8 de
enero de 1928, mientras pasaba una temporada de vacaciones en compañía de su
esposa Alicia y sus hijos, en su quinta de Los Cardales, Juan B. Justo moría de
un síncope cardíaco.
Autor: Felipe Pigna
miércoles, 18 de febrero de 2015
Juan B. Justo – Parte 4
Justo nunca hablaba de su vida privada y sólo una vez lo
hizo por escrito en su columna del diarioLa Nación definiéndose así: "Soy
el más vulgar de los hombres. Si alguno de los héroes de Cervantes figura entre
mis antepasados, es seguramente Sancho. Me gustan las mujeres hermosas, pero
menos para cantar la belleza de sus formas, que porque prometen una prole sana
y vivaz".
1912 fue un año muy particular para Justo. Muere su esposa
Mariana dando a luz al séptimo hijo de la pareja. Profundamente afectado el
líder socialista se mudará a una casona del Barrio de Belgrano donde su madre,
doña Aurora, se encargará de la crianza de sus hijos. En ese año 1912, en el
marco de la limpieza electoral impuesta por la Ley Sáenz Peña, es electo
diputado nacional. En el parlamento se destacará como orador y por la cantidad
de proyectos presentados, casi todos ellos vinculados a los derechos de los
trabajadores.
Mientras tanto en Santa Fe se produce la revuelta de los
chacareros de la pampa gringa que protestan por los altos precios de los
arrendamientos rurales y los altos intereses que les cobran los bancos por los
créditos que solicitan para producir. La protesta pasará a la historia como el
"Grito de Alcorta", en referencia a la localidad santafecina que fue
epicentro de los acontecimientos y primera sede de la recién fundada Federación
Agraria Argentina. En uno de los actos más multitudinarios del grito de Alcorta,
Juan B. Justo participa como orador y dice entre otras cosas:"Sólo el
Partido Socialista ha tenido hasta ahora algo que decir sobre la política
agraria. El Partido Radical calla por completo a este respecto, limitándose a
sus promesas de honradez y de moral. Un partido puede ser tan bueno como
infecundo en la vaguedad de sus intenciones”.
En un famoso debate en 1913 con el futuro dictador José
Félix Uriburu, por entonces diputado conservador por Salta, dirá: "Desde
que tengo memoria he oído hablar de los partidos argentinos como de grupos que
se decían de gente decente. Los socialistas hemos introducido en la política
nacional esta novedad: no somos el partido de la gente decente; somos el
partido de los trabajadores".
A lo largo de los años la perseverancia y la conducta
coherente de Justo habían logrado la incorporación de valiosas figuras al
socialismo como Nicolás Repetto, Augusto Bunge, José Ingenieros, Leopoldo
Lugones, los hermanos Enrique y Adolfo Dickman, Alfredo Palacios y Mario Bravo.
El Partido Socialista obtendrá a partir de 1912 triunfos
electorales sucesivos, superando en varias ocasiones al radicalismo. En 1913
logró su primera banca en el senado en la figura de Enrique del Valle
Iberlucea.
Juan B. Justo – Parte 2
Durante su estadía en Europa tomó contacto con las ideas
socialistas, y pudo leer y concretar la primera traducción al castellano de El
Capital de Carlos Marx, que se publicaría años mas tarde en Madrid. Por
ese entonces comenzó a operarse en su conciencia un gran cambio. Así lo cuenta
en una carta a un amigo: "Hubo una época en mi vida en que pasaba el
día en el hospital con los enfermos, los lisiados, los inválidos, las víctimas
variadas de la miseria, de la explotación. ¿Valía la pena empeñarse tanto en
conservar esas vidas, fatalmente condenadas a un vil sufrimiento? Gradualmente
comprendí que había mucho de estéril e indigno en mi tarea, que aquello tenía
algo de fanático y unilateral. ¿No era más humano ocuparse de evitar en lo
posible tanto sufrimiento y tanta degradación? Y pronto encontré en el
movimiento obrero el ambiente propicio a mis nuevas y fervientes aspiraciones”.
Con este estímulo y sus convicciones por delante, en abril
de 1894 fundó junto a un grupo de compañeros de ideas entre los que se contaban
Augusto Kühn, Esteban Jiménez e Isidro Salomó, el periódico socialista La
Vanguardia. Para afrontar los gastos vendió el coche que utilizaba en sus
visitas de médico y empeñó la medalla de oro que le había otorgado la Facultad
de Medicina. Justo escribía en el primer editorial de La Vanguardia: "hay
que construir una alternativa política al pillaje y la plutocracia. Los
Pereyra, los Unzué, los Udaondo, tan ricos que no tendrían por qué robar, son
hoy los preferidos para los altos puestos públicos por los otros ricos, cuya
única aspiración política es que sus vacas y ovejas se multipliquen sin
tropiezos”.
En 1895, viajó a los Estados Unidos. A su regreso publicará
dieciocho notas en La Vanguardia referidas a sus impresiones sobre el país del
norte. En la primera de ellas dice que "es en Norteamérica donde el
capitalismo se desarrolla hoy más grande y más libre. Es aquí pues donde
conviene estudiar su evolución”.
El periódico La Vanguardia se había transformado
en el ámbito natural de reunión de los socialistas de Buenos Aires. Fue
creciendo la necesidad de crear un partido propio que expresara estas ideas y
las llevara a la práctica. Así nació en 1896, bajo la inspiración de Justo, el
Partido Socialista, que proclamaba en su carta orgánica: "El Partido
Socialista es ante todo el partido de los trabajadores, de los proletarios, de
los que no tienen más que la fuerza de su trabajo; las puertas del partido
están, sin embargo, abiertas para los individuos de otras clases que quisieran
entrar, subordinando sus intereses a los de la clase proletaria. Lo que es
importante es patentizar nuestra independencia de todo interés capitalista o
pequeño burgués".
La Catedral de Las Heras – Parte 2
Recorría yo una de las calles de mi actual ciudad, Rosario,
viendo vidrieras o las baldosas de las veredas que pasaban por debajo, al
ritmo que imprimían mis zapatos, en el acostumbrado caminar… Me detengo en
uno de esos locales atestados de libros viejos, ingreso y recorro
las estanterías buscando con melancolía lo que siempre algún pasado
nos muestra.
Tomo un libro, aún no sé qué me llevó a elegirlo, pues jamás hubiera
elegido tan, para mí, árido tema: “Mi Paso por los Tribunales” de Alfredo
Eymann, lo abro, voy al índice y empiezo a pasear mi vista a lo largo de
los temas, 51 en total, y me detengo en uno, (me sigo preguntando porqué,
porque jamás me interesé por ningún tema que tenga cualquier ítem del
Derecho, o conexión con algún Tribunal): “El pleito más largo en mi vida
profesional” pág.15. Busco la página 15 y comienzo a leer: (copio
textualmente)
“Bien
se dice que la Justicia cuando más breve, mejor. Desgraciadamente esta
condición esencial unida a la buena y barata, no se cumple en
nuestro país. Múltiple factores contribuyen a largar la dilucidación de
los procesos, entre ellos el engorroso trámite de nuestros Códigos
de Procedimientos y la desidia humana, en la que no siempre la
responsabilidad debe recaer en los encargados de administrar Justicia.
También es necesario involucrar a todos aquellos que comparten esa
responsabilidad, como fiscales, asesores de menores, peritos y no pocas veces
a los propios profesionales.
El
caso es que la tónica de la Justicia se caracteriza por la lentitud, o sea
que se trata de una maquinaria sumamente pesada. Esto me ocurrió en un juicio
bastante famoso, el que duró en su tramitación cerca de un cuarto de
siglo, para ser más preciso 22 años, o sea desde 1940 a 1962. Se
trató del cobro de los honorarios del Ingeniero Don Arturo
Prins, fallecido en el año 1939. El Sr. Arturo Prins fue un hombre de
probada capacidad intelectual y vasta cultura, que ostentó los títulos de
ingeniero y arquitecto, culminando su trayectoria de hombre útil a la
civilidad cuando mereció ser galardonado con las palmas de miembro de la
Academia de Bellas Artes.
Con el Dr. Ángel Rómulo Mariano Montes de Oca,
iniciamos su juicio sucesorio en representación de todos sus herederos, el
que debimos suspender hasta que se resolviese el juicio por cobro de
honorarios por los proyectos y dirección del edificio de la Facultad de
Derecho y Ciencias Sociales, ubicado en el amplio solar de la Avenida Las
Heras, cerca de la Avenida Pueyrredón. Este juicio se caratuló “Sucesión
Arturo Prins c/ La Nación s/cobro de honorarios” y tramitó ante la
Justicia Federal.
Juan B. Justo – Parte 3
Justo jamás se definió como marxista. Decía en una
conferencia años más tarde: "Necesitamos y debemos saber más que Marx
en materia histórica y social. Marx nunca fue marxista. Era demasiado genial
para suponerse fundador de una nueva doctrina que habría de llamarse marxismo,
como se llama cristianismo al sistema de instituciones eclesiásticas que
provienen o dicen provenir de Cristo".
Justo adhería a la corriente socialista iniciada por Eduardo
Bernstein conocida como "revisionista", ya que se proponía revisar
las ideas de Marx y Engels a la luz a los acontecimientos posteriores a la
publicación de los libros básicos de los padres del socialismo científico.
Estas ideas de Justo se asemejaban a las de una de las figuras más notable del
socialismo de la época, Jean Jaures -con quien tomó contacto en Copenhague en
1910 durante un congreso socialista y a quien invitó a viajar a Buenos Aires-.
Jaures se oponía a la acción violenta y proponía la organización metódica y
legal de sus propias fuerzas bajo la ley de la democracia parlamentaria y el
sufragio universal. Decía textualmente: "No es por el hundimiento de
la burguesía capitalista sino por el crecimiento del proletariado por lo que el
orden socialista se implementará gradualmente en nuestra sociedad".
El debut político del Partido Socialista no fue muy
auspicioso. Ocurrió en ocasión de las elecciones legislativas del 8 de marzo de
1896. El primer candidato a diputado fue el propio Justo y obtuvo 138 votos.
Como comentara algún socialista de entonces, "ni siquiera nos votaron
todos nuestros parientes”.
En 1899, Justo se casa con Mariana Chertkoff, una joven
inmigrante rusa de origen judío. La pareja se instala en Junín, donde residirá
hasta 1904. Ese año será muy importante para el Partido Socialista. Será electo
por el barrio de La Boca el primer diputado socialista de toda América, el
doctor Alfredo Palacios. Este hecho y la designación de Justo como profesor
titular en la Facultad de Medicina de Buenos Aires, provocan el traslado de la
familia a dicha ciudad.
En 1905, funda junto a otros once compañeros del Partido la
Cooperativa de consumo crédito y vivienda "El Hogar Obrero".
El año 1909 estará signado por la lucha obrera, huelgas de
los anarquistas, actos socialistas y la represión del Estado reflejada en la
matanza de obreros en la Plaza Lorea el 1º de mayo. Tanto los socialistas como
los anarquistas repudian el hecho y declaran la huelga general, solicitando la
renuncia del Jefe de Policía de la Capital, coronel Ramón Lorenzo Falcón. El
gobierno de Alcorta hace caso omiso a los pedidos obreros y confirma a Falcón
en su cargo. Pocos meses después Falcón morirá en un atentado perpetrado por el
joven anarquista ruso Simón Radowitzky.
En ese año tan particular, Justo, que
había repudiado la represión policial declarando: "Este es un país
civilizado con un gobierno bárbaro", publicará su obra más destacada: Teoría
y Práctica de la Historia. Jean Jaurés en ocasión de su visita a Buenos Aires,
tomó contacto con el texto y se lo llevó a París para publicarlo en Europa.
martes, 17 de febrero de 2015
Juan B. Justo – Parte 1
Juan Bautista Justo, el destacado cirujano, precursor de las
ideas de izquierda en Argentina y fundador del Partido Socialista, nació en el
barrio de San Telmo en Buenos Aires, el 28 de junio de 1865. Su padre, don
Felipe Justo, se dedicaba a las tareas agrícolas.
Al terminar Justo la escuela primaria, su madre, Aurora
Castro, se opuso a que abandonara los estudios para colaborar con su padre y le
brindó todo su apoyó para que ingresara en 1876 al Colegio Nacional de Buenos
Aires y posteriormente a la carrera de medicina en 1882.
Mientras cursaba la carrera, ingresó a la redacción de La
Prensa, donde escribió crónicas parlamentarias. Allí tomó contacto con el
mundo político de la época y sus principales personajes.
En 1888, recibió su título de doctor en medicina con notas
sobresalientes. Su tesis de graduación, que contó con la tutoría del doctor
Ignacio Pirovano, se titulaba: "Aneurismas arteriales quirúrgicos" y
fue calificada por el decano de la facultad de medicina, Dr. Avelino González,
como "el estudio más acabado y perfecto que puede hacerse sobre el
tema".
El doctor Justo era un gran investigador y un innovador.
Introdujo en nuestro país las prácticas antisépticas en las operaciones
quirúrgicas y el uso de la cocaína como anestésico. Por sus investigaciones, la
Facultad de Medicina lo premió con la medalla de oro, y le otorgó, además, un
viaje de estudios por las principales capitales europeas. Tenía apenas 23 años.
En 1890, regresó al país y fue designado jefe de sala del
actual hospital Ramos Mejía y profesor de Clínica Quirúrgica en la Facultad de
Medicina.
También en el convulsionado año 1890 se incorporó a las
filas de la Unión Cívica, que preparaba su revolución contra el gobierno de
Juárez Celman. Justo se oponía al uso de la fuerza. Propuso como método de
lucha una huelga de contribuyentes y trabajadores. Prefería la resistencia
civil no violenta y decidió intervenir en la Revolución del Parque sólo como
médico.
La Catedral de Las Heras – Parte 1
LA “CATEDRAL” DE LA AVENIDA LAS HERAS – LA VERDADERA
HISTORIA CONTADA POR UNO DE LOS NIETOS DEL ARQUITECTO ARTURO PRINS
El Sr.
Enrique Gustavo Prins, nieto del Ingeniero y Arquitecto Arturo Prins, me envió
el siguiente texto que escribió sobre los detalles de la historia y el juicio
que tuvo que llevar adelante su familia por la construcción del edificio de la
facultad de derecho de la Universidad de Buenos Aires sobre la Avenida Las
Heras, actual Facultad de Ingeniería. Quisiera compartirlo con ustedes
acompañado de algunas imágenes.
Arturo Prins 1877 – 1939
Hay
un viejo dicho que algunas cosas suceden no por casualidad, sino
por causalidad. A lo largo de mi vida, he ido comprobando con la
sonrisa típica del que ve la cosa desde lejos, desde fuera de la escena,
la cantidad de dimes y diretes, acerca de tu inconclusa facultad, querido
abuelo: un sin fin de artículos, algunos con rigor científico, otros con
la sabiduría del que se cree un experto en el tema y con el pulgar escondido
en el bolsillo o al costado del chaleco, daba cátedra ante sus escuchas,
en al ámbito que le tocara, o escuchar micros televisivos referidos a este
tema etc., y hasta en la facultad de arquitectura me han contado alumnos
que se escuchaba por boca de algún profesor, que haciéndose eco, se hacía
cómplice de la tan difundida y aguda mentira de su suicidio.
Cuenta otro de tus nietos, Alberto R. Robredo, en un
artículo: “Las Heras no fue un megalómano intento de Prins, como se afirmó
tantas veces, sino el megalómano proyecto inconcluso de las autoridades de
la Facultad de Derecho de esa época”…”Cuando dichas autoridades llamaron a
concurso, lo ganó con un proyecto afín con el siglo XX, en sus primeros
años. El Consejo de la Facultad de Derecho, lo anuló y llamó a un nuevo
concurso para construir en gótico, por considerar este estilo más adecuado
al Derecho”… “Los debates entre el arquitecto Prins y el Consejo de la
Facultad fueron memorables, ya que éste sostenía que edificar gótico en
pleno siglo XX era indigno para un país moderno y pujante, además de la
enorme inversión que eso representaba”.
El Consejo no dio marcha atrás y Prins viajó a Europa a estudiar gótico.
A su regreso nuevamente ganó el concurso, pero sucedió lo anticipado por
él: los fondos eran insuficientes y hubo que suspender la obra del Palacio
del Derecho, del que sólo queda una inconclusa muestra en Av. Las
Heras, inaugurada el 22-12- 1925. Por supuesto quedaron también
inconcluso el pago de los honorarios. Esto derivó en un largo
juicio. Y aquí viene no la casualidad sino la causalidad.
lunes, 16 de febrero de 2015
domingo, 15 de febrero de 2015
Roque Sáenz Peña en la guerra del pacífico: el ideal, el coraje y el honor - Parte 2
Bajo fuego
La espera fue larga. El sitio se prolongó durante meses hasta que en junio de
1880, el ejército chileno lanzó la ofensiva final con fuerzas bien adiestradas
que triplicaban a las peruanas. Según relató más tarde Roque, el jefe de la
guarnición de Arica, el coronel Bolognesi, intimado a capitular, convocó a su
estado mayor y le dijo: 'Yo soy viejo, para mí será un golpe de fortuna morir
gloriosamente aquí, pero no es el caso de ustedes, que son jóvenes". Los
oficiales en forma unánime decidieron luchar hasta el final y a la tropa no le quedó
otro camino que seguirlos. La ofensiva duró tres horas. Roque, herido en un
brazo, siguió defendiendo su sector. Cuando el enemigo avanzaba a degüello, sin
hacer prisioneros, el argentino se encontraba en el reducido grupo de los
sobrevivientes. Un oficial chileno que lo reconoció le salvó la vida. Mientras
lo llevaban en cautiverio, Roque pasó junto al cadáver destrozado de Bolognesi.
Nunca olvidaría la trágica escena.
Prisionero en Chile, se habló de fusilarlo. Pero de nuevo se movilizaron sus
amigos y lograron que una dama de la aristocracia chilena, Emilia Herrera de
Toro, muy activa en el mundo político e intelectual, intercediera ante el
Presidente. Fue Cané quien se ocupó de informarla. Emilia era una figura
legendaria de la sociedad local, protectora y amiga de los exiliados argentinos
de la época de Rosas (como Sarmiento y Juan María Gutiérrez). Ella se ocupó de
Roque con tino e inteligencia y logró que fuera confinado en un buen lugar. Se
empeñó asimismo en curar la intensa desazón y angustia que le producía la
campaña de la prensa chilena para desprestigiarlo: el prisionero temía que las
calumnias repercutieran en Buenos Aires con resultados lesivos a su honor, y se
negaba a volver a su país mientras todo esto no se hubiera aclarado.
Finalmente, Roque volvió y en Buenos Aires se le hizo un gran recibimiento,
como digno representante de la opinión y de los sentimientos argentinos.
Después de unos meses de duelo retomó su carrera civil y a partir de entonces
sobresalió entre los notables de su generación como diplomático al servicio de
las relaciones interamericanas y como político partidario del sufragio libre.
No obstante, su acción juvenil y romántica en el Perú lo marcó para toda la
vida. Cuando en 1902 el país estuvo a punto de entrar en guerra con Chile, y el
presidente Roca se inclinó por aceptar los Pactos de Mayo, Roque se alineó
entre los que condenaban al gobierno argentino por su derrotismo. Entonces doña
Emilia Herrera volvió a escribirle y con elegancia y sentido común le expresó las
ventajas de la paz para las dos naciones. Roque tomó nota de estas
observaciones. Su actitud hacia Chile se flexibilizó
En 1905, el gobierno del Perú, que estaba en tren de modernizarse y necesitaba
apelar a la memoria de los héroes, decidió hacerle un homenaje: lo ascendió al
grado de general de brigada del ejército peruano y lo invitó a estar presente
en la inauguración del monumento al coronel Bolognesi, en Lima. Roque viajó
acompañado por su mujer y su hija. Funcionarios y entidades privadas se desvivieron
por agasajarlo. En los discursos y conferencias pronunciadas, insistió en que
el sufragio libre es el único que legitima a los gobiernos; también afirmó que
el Estado moderno debe atender la cuestión social y arbitrar en el conflicto
entre patronos y obreros. Estos conceptos novedosos formaban parte del ideario
político de quien ya se proyectaba como futuro presidente. Realizar esta
reforma pacífica requería tanto o más decisión y coraje cívico que el valor que
se pone a prueba en la guerra.
Roque Saenz Peña pudo concretar en parte su proyecto cuando fue elegido
presidente de la Nación, en 1910. Su mandato concluyó antes de lo esperado.
Falleció a consecuencia de una enfermedad contraída en su juventud, en los
campamentos de la Guerra del Pacífico.
© LA GACETA María Sáenz Quesada - Licenciada en Historia. Directora de la revista Todo es Historia.
Roque Sáenz Peña en la guerra del pacífico: el ideal, el coraje y el honor - Parte 1
Hace 100 años era el presidente argentino. Todos lo
recuerdan por la ley que lleva su apellido y que instauró el voto universal,
secreto y obligatorio. Pero pocos saben que, siendo joven, tuvo una valiente
participación en la Guerra del Perú y Bolivia contra Chile. A pesar de la
oposición de su padre Luis, quien también sería presidente, se alistó como
voluntario para probar su coraje en una contienda que le dejaría secuelas que lo
llevarían a la muerte en 1914, antes de terminar su mandato.
En el otoño de 1879, un joven argentino se presentó en Lima
y manifestó su voluntad de luchar como voluntario en las filas del ejército. No
era un buen momento para alistarse en la Guerra del Perú y de Bolivia contra
Chile. Mejor armados y con voluntad de vencer, los chilenos iban por la
explotación del salitre. No los asistía el derecho sino la fuerza. Tales
perspectivas desfavorables no desalentaron al voluntario argentino. Se llamaba
Roque Sáenz Peña, tenía 28 años, era abogado, con una brevísima experiencia en
la milicia, y pertenecía a una familia de arraigo y prestigio en Buenos Aires.
Quería probar su coraje al servicio de una causa justa, inspirada en el
sentimiento americano y explicó su posición en un banquete al que asistieron
altas personalidades:
"No he venido envuelto en la capa del aventurero preguntando dónde hay un
ejército para brindar espada… La causa del Perú y Bolivia es en estos momentos
la causa de América y la causa de América es la causa de mi patria y sus
hijos".
Las autoridades peruanas, gratamente sorprendidas, le ofrecieron un cargo
pasivo en la reserva pero él prefirió ser destinado al frente, en el Ejercito
del Sur, con el grado de teniente coronel. Desde Iquique, principal puerto de
exportación del salitre, le escribió a su padre con la intención de
reconciliarse con él antes de entrar en combate.
En la Argentina, donde la relación con Chile se hallaba en su punto más bajo
debido a la cuestión de la soberanía en la Patagonia, las simpatías populares
estaban a favor del Perú y el gesto de Roque era bienvenido. No obstante su
padre, el abogado Luis Sáenz Peña, se oponía con firmeza al proyecto; lo
consideraba una calaverada más del hijo al que le reprochaba llevar una vida
desordenada y -algo más grave- la intención de casarse. ¿Con quién? en la Gran
Aldea porteña corrían toda clase de rumores sobre la filiación de la joven. Lo
cierto es que Roque, ya tachado de romántico por amigos y adversarios, quiso
ponerle paños fríos a la disputa familiar:
"Mi querido Tata, tranquilícese de mi separación momentánea; volveré a sus
brazos más hombre aún y sin otra idea que compensarle los malos ratos que le
doy y devolver a los míos la tranquilidad que les quito".
Como todo voluntario, soñaba con la ocasión de pelear en una guerra justa y
contra un enemigo al que consideraba también el enemigo de su Patria. Entonces
comenzaron las dificultades y los sufrimientos de la campaña. La fuerza marchó
120 leguas por el desierto de Atacama, bajo un sol abrasador, sin agua, con la
tropa en desorden y el armamento destrozado. En tales circunstancias Roque,
como ayudante del jefe, se empeñó en evitar motines y tumultos. Esa fuerza
desmoralizada sufrió un primer revés, y un triunfo casi inesperado, en
Tarapacá, antes de llegar a reforzar a la guarnición de Arica, sitiada por los
chilenos.
Entre tanto en Buenos Aires, ante la ausencia de noticias sus amigos hicieron
lo posible por localizarlo. Uno de los más íntimos, Miguel Cané, viajó a Chile
y con permiso de las autoridades se dirigió a la plaza sitiada donde encontró a
Roque animoso y saludable, pero no pudo convencerlo de que abandonara la lucha:
tenía un compromiso de honor y debía cumplirlo.
jueves, 12 de febrero de 2015
BERNARDO A. HOUSSAY, EL INVESTIGADOR PIONERO – Parte 6
LOS DESCUBRIMIENTOS CIENTÍFICOS
Nada era ajeno a la curiosidad de Houssay en el momento de
encarar una nueva investigación. Su interés primordial fue la Fisiología, muy
especialmente en el campo de la endocrinología y el metabolismo, pero investigó
también en áreas como la neurofisiologia, sangre e inmunidad, respiración,
digestión y función renal, hasta llegar a 70 líneas de investigación
simultáneas. Vamos a repasar tres de estas líneas, con resultados felices y de
trascendencia internacional.
La hipertensina. Bajo la dirección de Houssay se continuaron
los experimentos de Harry Golbatt que había descubierto que la obstrucción de
la arteria renal en los perros producía una hipertensión permanente. Injertando
uno de esos riñones obstruidos a un perro sano, se observaba en éste un aumento
de la presión arterial, lo que probaba que debía existir alguna sustancia
generada por el riñón obstruido que, volcada a la sangre, producía el aumento
de la presión arterial. Un equipo integrado por los doctores Fascioli, Braun
Menéndez, Leloir, Muñoz y Taquini encontró esa sustancia: la renina, una
proteína de origen renal, que actuando sobre otra proteína de la sangre
determina la producción de un polipéptido, responsable del aumento de la
presión arterial, al que llamaron hiperterama.
Pero un grupo de investiga dores del laboratorio Eli Lilly
de Indianápolis, conducidos por el doctor Page, poco después publict5 las
mismas conclusiones proponiendo el nombre de anqiotonina. Mediante una reunión
entre Page y Braun Menéndez, se llegó a un nombre de compromiso: angiotensiria.
Hacemos hincapié en esta investigación, porque hasta el día de hoy, todos los
productos farmacéuticos destinados a combatir la hipertensión se basan en este
descubrimiento, que data de 1939.
Test de embarazo. El equipo que conducía el doctor Galli
Mainini , descubrió que inyectando gonadotrofina (presente en la orina de la
mujer embarazada) a un sapo macho, éste ibera espermatozoides que pasan a la
orina y se pueden detectar fácilmente. Este test se utilizó durante muchos años
en todo el mundo.
EL NOBEL
Sí bien la comunicación del Real Instituto Carolino
Médico-Quirúrgico que le concedió el Premio Nobel hizo mención a sus estudios
sobre la hipófisis (en realidad mencionó la pituitaria, cosa que Houssay
rechazó de plano), en realidad se estaba concediendo el premio a toda una
trayectoria científica, impresionante por la diversidad y trascendencia de los
trabajos que, además de la hipófisis, hicieron fuerte hincapié en la función
del páncreas y el estudio de la diabetes. Es casi imposible resumir en tan poco
espacio el quehacer y la personalidad de alguien tan grande. Pero su obra
continuó en las instituciones que dejó, por ejemplo, el Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas, fundado en 1955 y presidido por él
hasta su muerte, acaecida el 21 de septiembre de 1971.
miércoles, 11 de febrero de 2015
BERNARDO A. HOUSSAY, EL INVESTIGADOR PIONERO – Parte 5
PARA DESTACAR…
En octubre de 1947 le informaron que había sido galardonado
con el Premio Nobel en Medicina. Pocas líneas le dedicó la prensa peronista al
investigador, la noticia fue silenciada por el gobierno peronista, que los
consideraba un opositor. Este texto escrito por Houssay revela su ética y sus
principios.
EL INSTITUTO DE BIOLOGÍA Y MEDICINA EXPERIMENTAL
Dos días después de ser separado de su cargo, lo visitaron
para ofrecerle ayuda económica para proseguir sus investigaciones. Así, la
Fundación Juan B. Sauberán, a la que se sumaron aportes de empresas y
particulares, impulsó la creación del Instituto de Biología y Medicina
Experimental, que debería establecer un centro de investigaciones científicas
desinteresadas, da carácter privado e independiente de los recursos y la
dirección del gobierno o de sus dependencias. Instalado bastante precariamente
en una vieja casona de la calle Costa Rica, allí trabajó desde 1944. Al año
siguiente una amnistía lo repuso por unos meses en su cátedra, pero rápidamente
fue invitado a acogerse ‘a los beneficios de la jubilación” siete años antes de
llegar a la edad reglamentaria.
El 27 de octubre de 1947 lo sorprendió el telegrama que le
informaba que había ganado el Premio Nobel de Medicina o Fisiología por sus
contribuciones científicas en el “papel de la hipófisis en la regulación del
metabolismo de los hidratos de carbono”. El premio fue compartido con los
esposos Cori, científicos estadounidenses que investigaban también el
metabolismo de los hidratos de carbono.
BERNARDO A. HOUSSAY, EL INVESTIGADOR PIONERO – Parte 4
LA POLÍTICA, ESA ENTROMETIDA
Esos veinticinco años de esfuerzos resultan poca cosa para
quienes no tienen escrúpulos ni siquiera para usurpar el poder. Una declaración
pública firmada por Leloir entre otras personalidades de las ciencias, las
artes y la cultura reclamando la vuelta a la normalidad institucional, tras el
golpe del 4 de junio de 1943, determinó su separación de la cátedra, diversas
comisiones oficiales y hasta de la presidencia de la Asociación Argentina para
el Progreso de las Ciencias, una entidad privada de bien público. Para Houssay
fue un golpe demasiado fuerte.
Tras una tensa reunión en la que algunos de sus
colaboradores decidieron quedarse para salvar lo que pudieran, quince de sus
más inmediatos renunciaron a sus cargos y lo siguieron a la nada. Houssay pasó
a ser mala palabra. Se le prohibió consultar libros y revistas del Instituto
(la mayoría de los cuales habían sido donados por él). Visitó la Facultad de
Veterinaria para operar una oveja con gran conmoción del alumnado y a partir de
allí se le prohibió la entrada. Se distribuyeron panfletos y revistas dedicados
a insultarle y hasta se colocó una bomba en una ventana de su casa que no
provocó su muerte por cuestión de minutos. Pero lo peor para Houssay era la
inmovilidad. No podía dedicar-se solamente a estudiar y escribir; necesitaba
acción, más acción. Su vida era su trabajo, si era mucho, mejor.
Su rutina diaria, de lunes a sábado, comenzaba a las 8 en
punto cuando se reunía con sus colaboradores inmediatos. De 9 al 2 dictaba
cartas, discutía con sus colaboradores el progreso de las investigaciones,
recibía visitantes distinguidos, recorría todas las salas de trabajo y se
detenía a conversar con los alumnos. Tres veces por semana dictaba clase de una
hora con una puntualidad llamativa y nunca alterada. A las 12 se iba a almorzar
a su casa y aprovechaba esas 8 cuadras de caminata para leer algún texto
científico. Nadie se explica cómo hacía para entenderlo, memorizarlo hasta
poder discutirlo y, a la vez, no tener un accidente callejero.
A las 2 de la tarde operaba animales de laboratorio durante
dos o tres horas mientras conversaba con los que lo rodeaban y a la vez dictaba
cartas a su secretario. Un breve intervalo para tomar un té con sus discípulos
y una última recorrida por el laboratorio para informarse de los progresos o
aconsejar algún nuevo enfoque. Un hombre así no podía quedarse quieto mucho
tiempo.
mismo viajó mucho (aunque su primera salida del país fue
en el año 1937), pero siempre quiso volver. Así lo prueban infinidad de
invitaciones rechazadas y una conocida carta desde Washington a uno de sus colaboradores:
nos quieren hacer quedar y hasta ofrecen traer todo el personal de Buenos
Aires, si quiero. Pero entre el 9 y el 12 de abril estaré en Buenos Aires. El
31 de marzo acaba mi compromiso. Los recursos son amplios, la gente amable,
ávida para aprender, llena de interés científico. Pero (…) quiero dedicarme al
desarrollo científico del país donde nací, me formé, tengo amigos, nacieron mis
hijos, luché, aprendí, enseñé, etc.
martes, 10 de febrero de 2015
BERNARDO A. HOUSSAY, EL INVESTIGADOR PIONERO – Parte 3
TRASCENDENCIA INTERNACIONAL
El Instituto de Fisiología pronto alcanzó resonancia
internacional. Al decir del eminente fisiólogo estadounidense Carlson, “Houssay
puso a la Argentina en el mapa mundial de la Fisiología”. En ese Instituto
comenzó una etapa brillante de las ciencias argentinas. Houssay supo encontrar
a los mejor dotados, intelectual y moralmente, para formarlos en una ciencia básica
cuyo desarrollo, decía convencido, beneficiaría a la medicina, criterio que no
compartían muchos de sus colegas, pues no entendían “por qué prefería la locura
de enterrarse en el laboratorio aguantando malos olores para tener el placer de
ver bailar las patas de una rana. Además, sus trabajos no permitían ver
utilidad práctica inmediata
En ese instituto—cátedra, se enseñaba fisiología a
estudiantes de medicina, farmacia y odontología, pero, al decir de Virgilio
Foglia, uno de sus alumnos y posteriormente dilecto colaborador “entre las tres
carreras sumaban mil estudiantes (…) ya que todas tenían el mismo profesor.
Houssay sostenía que la enseñanza no tenía que ser teórica sino también
práctica, por eso mostraba experimentos y trataba, en lo posible, que los
alumnos pudieran realizarlos. Pero para atender a mil estudiantes tenía sólo
tres ayudantes.
Por supuesto eso no funcionaba. Lo solucionó organizando un
concurso entre los alumnos del año correspondiente, entre los cuales elegía a
veinte. El enseñaba a esos veinte y éstos a su vez a sus compañeros”. Años
después, un aumento del presupuesto le permitió a Houssay nombrar veinte
ayudantes rentados. Allí comenzó su carrera de investigador el doctor Foglia y
muchos otros discípulos entre los que descollaron Eduardo Braun Menéndez y Luis
Federico Leloir.
Durante casi 25 años al frente del Instituto de Fisiología,
Houssay investigó y publicó sobre infinidad de ternas, colaboró con revistas
internacionales y por sobre todas las cosas formó excelentes investigadores, no
sólo de nuestro país sino becarios que llegaban de todas partes del mundo. Uno
de ellos, tal vez el más destacado, el doctor Ulf Von Euler, Premio Nobel de
Fisiología en 1970.
Todo lo lograba en base a talento y esfuerzo, era
incansable. Según su propia definición “descansaba cambiando de tarea”. Pero
tal vez lo más destacable de su personalidad fue su amor a la patria.
Incontables veces envió a sus discípulos a perfeccionarse en el exterior (dos
líneas suyas bastaban para conseguir una plaza y hasta una beca en cualquier
Centro del mundo); él mismo viajó mucho (aunque su primera salida del país fue
en el año 1937), pero siempre quiso volver. Así lo prueban infinidad de
invitaciones rechazadas y una conocida carta desde Washington a uno de sus colaboradores:
nos quieren hacer quedar y hasta ofrecen traer todo el personal de Buenos
Aires, si quiero. Pero entre el 9 y el 12 de abril estaré en Buenos Aires. El
31 de marzo acaba mi compromiso. Los recursos son amplios, la gente amable,
ávida para aprender, llena de interés científico. Pero (…) quiero dedicarme al
desarrollo científico del país donde nací, me formé, tengo amigos, nacieron mis
hijos, luché, aprendí, enseñé, etc.
BERNARDO A. HOUSSAY, EL INVESTIGADOR PIONERO – Parte 2
LA DIVERSIÓN MAS BARATA ES EL TRABAJO
Con esta frase don Bernardo estimuló siempre a sus
discípulos y no hay duda que predicó con el ejemplo desde su juventud. Su tesis
doctoral la preparó en aquel incómodo laboratorio de la Facultad de
Veterinaria, conde continuó las investigaciones iniciadas cuando era estudiante
de Farmacia mediante técnicas desarrolladas por él mismo basándose en los
conocimientos adquiridos en la lectura del libro de Claude Bernard.
En esos
años, la glándula hipófisis, mal llamada pituitaria, era muy poco conocida. Su
tesis doctoral sobre “La acción fisiológica de los extractos hipofisarios” fue
el primer tratado de endocrinología del mundo, por lo que la facultad le regaló
mil ejemplares que se distribuyeron en todas las escuelas de medicina del
exterior e hicieron famoso a su autor. Además, esa tesis le valió el premio
‘Facultad de Ciencias Médicas” y fue el punto de partida de la investigación
científica por el método experimental en nuestro país.
Entre 1911 y 1919 ejerció la medicina clínica en el Hospital
Alvear y en su consultorio privado; dictó su cátedra en la Facultad de
Veterinaria y desde 1915 integró el cuerpo de investigadores del Instituto Bacteriológico,
organismo oficial dedicado a la preparación de sueros y vacunas.
Tanta
actividad lo obligaba, claro, a comenzar su día a las 5 de la mañana. Pero en
1919 ganó por concurso la titularidad de la Cátedra de Fisiología de la
Facultad de Medicina y poco después consiguió del Consejo Directivo de esa
facultad la creación del Instituto de Fisiología y la figura de profesor
full-time, condición largamente anhelada por Houssay. Este Instituto fue su
laboratorio de enseñanza e investigación con la posibilidad para los alumnos de
tener profesor y personal docente con dedicación exclusiva.
Toda una revolución para la época y un considerable
deterioro para la economía personal de Houssay, que debió abandonar su
consultorio para dedicarse de lleno a su nueva tarea, porque, como él decía,
“el soplete, aplicado en un punto, perfora, pasado sobre la superficie, apenas
entibia”.
lunes, 9 de febrero de 2015
BERNARDO A. HOUSSAY, EL INVESTIGADOR PIONERO – Parte 1
Sin duda el Nobel no era la meta de Bernardo H. Houssay,
nacido el 10 de abril de 1887 cuando egresó como bachiller con las mejores
calificaciones a los 13 años de edad, después de haber pasado, en solo cinco
meses, el tercer grado a primer año. Su ingreso a la carrera de Farmacia a los
14 años no extrañó tanto como la facilidad con que aprendía y con que expresaba
lo que había aprendido. Farmacéutico a los 17 años, inició sus estudios de
Medicina trabajando simultáneamente como técnico de farmacia en el Hospital
Francés y poco después en la Farmacia del Hospital de Clínicas. Su actividad
laboral y dieciocho meses de servicio militar demoraron sin duda sus estudios,
desarrollados en siete años, pero tampoco en la Facultad de Medicina pasó
desapercibido.
Sus
compañeros recuerdan que “los exámenes que rendía Houssay eran tan brillantes
que concitaban nuestra curiosidad y no olvido cómo entre nosotros se decía
“mañana da examen el francés” , que así lo llamábamos aludiendo al origen de
sus padres, y allí nos reuníamos un buen grupo de condiscípulos para presenciar
su prueba” Su fama se extendía rápidamente en el reducido mundillo científico
de la primera década del siglo. En 1908 ingresó por concurso como ayudante de
trabajos prácticos en la cátedra de Fisiología, donde tenía a su cargo la
publicación de las clases dictadas por su titular, el doctor Piñero. Apenas
recibido de médico, en 1911, fue nombrado profesor de Fisiología de la
Facultad de Veterinaria, donde instaló un rudimentario laboratorio en un enorme
galpón, sin luz eléctrica y calentado a brasero y superposición de ropas de
abrigo.
domingo, 8 de febrero de 2015
COMBATE DE SAN LORENZO - 3 de febrero de 1813
El 28 de enero, el Triunvirato ordena al coronel San Martín
que protegiese las costas del Paraná del desembarco realista. Los granaderos
siguieron el avance de la flota enemiga que constaba de 11 naves y unos
trescientos soldados. Las naves pasaron el pueblo de Rosario y fondearon frente
al Monasterio de San Carlos, en San Lorenzo, aguas arriba. Los españoles
bajaron a tierra, subieron las altas barrancas y se encontraron con los
pacíficos frailes. Luego llegaron algunos paisanos al mando de Caledonio
Escalada, comandante militar del Rosario, y, cuando los realistas volvían a
embarcarse, intercambiaron algunos disparos de cañón. El dos de febrero por la
noche llegan los granaderos de San Martín al convento y se ocultan en el patio,
en silencio, sin encender fuegos.
Desde la torre del convento, el Coronel
vigilaba las señales de luces de las naves enemigas. Cuando despuntaba el sol
del día 3 de febrero, las lanchas de la expedición realista tocaban tierra y
subían el barranco en dos columnas dispuestos al combate. San Martín dividió a
los granaderos también en dos columnas que, cuando sonó el clarín, cargaron
desde cada lado del convento.
En la primera carga, el caballo de San Martín fue derribado trabando una pierna
del Coronel. El granadero Baigorria traspasa con una lanza a un soldado español
que intentaba herir a San Martín. El soldado Juan Bautista Cabral echó pie a
tierra y levantó el caballo permitiendo a su jefe incorporarse, entonces fue
herido de muerte. A las pocas horas del combate, ya conociendo el resultado,
pronunció las famosas palabras:
"¡Muero contento! ¡Hemos batido al enemigo!"
sábado, 7 de febrero de 2015
Las mujeres de Buenos Aires: La Alameda, el teatro y el baile a principios del siglo XIX
A principios de la década de 1820 un viajero inglés, cuyo
nombre no quedó registrado, dejó sin embargo, sus nítidas impresiones sobre la
forma en la que se entretenían las mujeres a principios del siglo XIX. En su
libro Cinco años en Buenos Aires (1820-1825) el visitante describía,
entre otras cosas, el paseo de la Alameda (hoy Leandro N. Alem) y dedicaba
algunas líneas al teatro y al baile en Buenos Aires.
“Este paseo ubicado en un barrio de mala fama es indigno de
la ciudad. Apenas alcanza a las 200 yardas de longitud, con arboledas de escasa
altura y bancos de piedra demasiado honrados por quienes los emplean para
sentarse. Los domingos por la tarde es muy frecuentado: la belleza e
indumentaria de las mujeres es lo único que puede llevar a un extranjero hasta
ese sitio (…) La cazuela o galería es semejante a la del Astley, aunque no tan
amplia. Van allí únicamente mujeres.
Juntar en esa forma a las mujeres y separarlas de sus
protectores naturales me parece abominable. Un extranjero suele formarse
juicios erróneos sobre las bellas cazueleras, y apenas pueden creer que las niñas
más respetables se encuentren en ese lugar. Así es, sin embargo, y esposos,
hermanos y amigos esperan en la puerta de la galería. Se dice que esta
costumbre ha sido transmitida por los moros. Las diosas de la cazuela se portan
correctamente; y sospecho que las muchachas inglesas no demostrarían tanta
seriedad en análoga situación. (…)
Las damas van bellamente ataviadas a los palcos, combinando
la pulcritud con la elegancia. Por lo general visten de blanco. El cuello y el
seno están bastante descubiertos para despertar admiración sin escandalizar a
los mojigatos. Una cadena de oro u otra alhaja suele pender del cuello. El
vestido lleva mangas cortas y el cabello arreglado con mucho gusto: una peineta
y algunas flores, naturales o artificiales, por todo adorno.
Las noches de estreno presenta el teatro (Comedia) un
conjunto de hermosas mujeres (como no podría soñar un extranjero). A menudo he
contemplado sus oscuros ojos expresivos y el negro cabello que, si posible
fuera, embellecería aun más esos bellos rostros. Creo que ninguna ciudad
con la misma población de Buenos Aires puede vanagloriarse de poseer mujeres
igualmente encantadoras. El aspecto que presentan en el teatro no es
sobrepasado ni en París ni en Londres (he sido un asiduo concurrente a los teatros
de ambas capitales). (…) La majestuosa elegancia del paso, tan admirada en las
españolas, en ninguna parte es más notable que en Buenos Aires. Y esta gracia
no es patrimonio de las damas: mujeres de todas las clases sociales la poseen,
por donde se concluye que debe ser un don natural. (…)
Los caballeros se conducen muy cortésmente con las mujeres.
(...) Me han asegurado que son maridos negligentes…pero los maridos de Buenos
Aires que he tenido el placer de conocer atienden religiosamente a sus esposas
y las tratan con una ternura que sería difícil hallar en la misma Inglaterra.
(…)
En los bailes las mujeres se sientan juntas. Con paso
vacilante se aproxima un caballero a solicitar un vals o un minué. (…) Los
porteños adoran el baile. En las horas de la noche, hijas, madres y abuelas se
entregan a esta diversión con espíritu juvenil. (…) Las damas se mueven con
mucha gracia. (…)(Además del minué, la contradanza y el cielito.) El vals tiene
gran aceptación; no han leído los sermones de nuestros moralistas y se entregan
a las volteretas frenéticas de esta danza voluptuosa.”
Fuente: Un inglés, Cinco años en Buenos Aires (1820-1825), Buenos Aires, Solar, 1942, en Héctor Iñigo Carrera, La mujer argentina, pág. 24-25.
jueves, 5 de febrero de 2015
miércoles, 4 de febrero de 2015
La revolución radical de 1905 y sus consecuencias - Parte 2
”En
nuestra República el pueblo no vota; he ahí el mal, todo el mal, porque en los
pueblos de régimen representativo, cuando falta el voto popular, la autoridad
sólo surge y se apoya en la mentira o la fuerza; sólo tendremos
autoridades respetables y pueblos respetuosos, cuando hayamos conseguido
encarnar en nuestras masas y en todas las clases sociales, que el voto
electoral no es sólo el más grande de nuestros derechos, sino el más sagrado de
nuestros deberes; que es el voto lo único que levanta y dignifica al ciudadano.
”…Cuando
recorría la gran República del Norte, cuando contemplaba esa aglomeración de
razas, de religiones, de tendencias diversas, y cuando, en medio de esa
gigantesca batalla de ideas y de pasiones, veía la máquina institucional
funcionar regularmente sin choques ni tropiezos, me preguntaba: ¿cuál será el
secreto de ese perfecto organismo que así resuelve el problema del Gobierno
firme, de un pueblo en camino de ser el mayor imperio de la tierra?
”…cuando
vi en torno de las urnas, fieles a la cita, todas las clases sociales, desde
las más grandes hasta las más pequeñas, desde los hombres fabulosamente ricos
hasta los proletarios, cuando vi en Nueva York, sólo tres veces más poblada que
Buenos Aires, votar 650.000 ciudadanos, y en toda la Unión depositar su voto
15.000.000 de electores, el 20% de la población total; y cuando recordé que en
esta gran ciudad, con 1.000.000 de habitantes, apenas reunía, en circunstancias
análogas, 30.000 electores, el 3 % de la población total; entonces comprendí y
sentí por qué aquel pueblo era tan grande, tan fuerte y tan libre…
”Un
pueblo que vota es dueño de su propio destino: nada se realiza sino por su
voluntad, y nada puede haber dentro de su soberanía que sea superior a su
soberanía misma…
”Vamos,
pues, mis jóvenes amigos, a aprestarnos para la gran tarea, y llamo a alistarse
no sólo a vosotros, sino a las nuevas generaciones en toda la República. No las
convoco a una campaña electoral inmediata con el solo propósito de hacer
triunfar una tendencia, sino a una cruzada política contra la indiferencia que
pesa como manto de plomo sobre nuestra vida pública…
”Sólo
conseguiremos despojar nuestro título de sudamericanos de su significado
deprimente, sólo podremos rechazar las humillantes protecciones del monroísmo,
sólo seremos, en una palabra, pueblo respetado y respetable, cuando sepamos
votar”.
La revolución radical de 1905 y sus consecuencias - Parte 1
El 4 de
febrero de 1905 estalló una revolución de la Unión Cívica Radical en diversos
puntos del país. La sublevación fue sofocada pero convenció a los dirigentes de
la época de la necesidad de realizar cambios profundos en el sistema político
vigente. Desde finales del siglo XIX, un sector del grupo gobernante había
comenzado a darse cuenta de que la prosperidad alcanzada podía peligrar si no
se atendían los reclamos de la oposición. Se mostraron entonces
dispuestos a considerar reformas graduales en el sistema electoral, con el fin
de evitar conflictos sociales. Pero la “máquina electoral”, aceitada en base a
fraude y corrupción, continuaría funcionando a la perfección durante
muchos años. A continuación, incluimos algunos fragmentos de un discurso
de Carlos Pellegrini, pronunciado pocos meses después de la revolución radical,
donde manifiesta su convicción de llevar a cabo una apertura política en el
sistema electoral.
Fuente: Discurso
de Carlos Pellegrini en el banquete que le ofreció la juventud del P.A.N., el
25 de agosto de 1905.
“Nuestro
país despliega ante el mundo sus tesoros y escucha satisfecho el coro de
alabanzas y de elogios que se tributa siempre a los afortunados; pero su
concepto como Nación no crece cual debiera, y asoman a veces dudas hirientes
sobre su capacidad política.
”…Nuestra
historia política de los últimos quince años es, con ligeras variantes, la de
los quince años anteriores; casi puede decirse, la historia política
sudamericana; círculos que dominan y círculos que se rebelan; opresiones y
revoluciones, abusos y anarquía. Pasan los años, nada se corrige y nada se
olvida…
”Vivimos
girando en un círculo funesto de recriminaciones recíprocas y de males comunes.
Los unos proclaman que, mientras haya gobiernos personales y opresores, ha de
haber revoluciones; y los otros contestan que mientras haya revoluciones, han
de existir Gobiernos de fuerza y de represión. Todos están en la verdad, o, más
bien, todos están en el error.
”Hay que
convencer a los unos que por fundadas que sean sus protestas contra la
violación de derechos y garantías, nunca podrán alcanzar el remedio de esos
males con revueltas populares o motines militares, y que el testimonio, no sólo
de nuestra propia historia, sino de la historia de la humanidad, les dice que,
de esas revueltas y motines, han surgido muchas veces Gobiernos de hecho y de
fuerza, obscuras y torpes tiranías; pero jamás Gobiernos de libertad y derecho.
”Pero,
cuando condenamos estos remedios anárquicos, no podemos admitir que esa
condenación se traduzca en garantía para el abuso, y debemos recordar a
los Gobiernos que es la libertad y no la represión la que curará males que
tienen su origen en nuestra deficiente educación política, y que inútilmente
apelarán al rigor de las leyes, pues que aún cuando condenen a los culpables a
presidios y destierros, la sentencia caerá sobre ellos sin inflamarlos, porque
la conciencia y el sentimiento públicos saben que no hubo en su acto intención
criminal, sino vicios de educación política…
”Todos
estos males, mis jóvenes amigos, reconocen una sola y única causa y tienen un
solo y único remedio, es que todo nuestro régimen institucional es una
simulación y una falsedad. Nuestra Constitución proclama como base
institucional la soberanía popular, y la soberanía popular no existe; declara
que el voto popular es fuente de toda autoridad, y esa fuente está cegada o
cubierta de malezas; quiere que nuestro Gobierno sea fuerte y eficaz por la
opinión que lo vigorice, y la opinión pública carece de vigor necesario, pues
se la ve cobijarse tras voluntades y energías personales…
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