miércoles, 25 de febrero de 2015

Pelicula argentina "Frontera Sur" (1943)



San Blas Film Presenta "Frontera Sur"
Director: Belisario García Villar
Reparto: Elsa O'Connor, Froilán Varela, César Fiaschi, Elisardo Santalla, Inés Edmonson, Elsa Martínez, Amelia Senisterra, Juan Pérez Bilbao, Fernando Lamas, Juan Farías, Jorge Olive, Federico de la Villa, Jorge Villoldo, Diana Maggi, Felipe Dudan, Enrique Núñez, Tito Martínez, Juan Gianelli, Jaime Saslavsky
Argumento: Belisario García Villar
Director de Fotografía: Hugo Chiesa
Cámara: Luis Grazziani
Ayudante: Carlos Bonatti
Sonido: José Lara
Ayudante: Héctor F. Blanco
Música: A. Gutiérrez del Barrio
Decorados: Arquitecto Abel López Chas
Compaginación: Carlos Rinaldi
Asistente General: Adalberto Páez Arenas
Ayudantes: Alfredo McLoughlin - Tito Pizzella
Script: Gloria Piró
Maquillaje: Felipe de Angelis
Vestuario: Tuka de Alvarado
Sastrería: Danyans
Ponchos y objetos de época cortesía de Don Carlos G. Daws
Laboratorio Alex - Estudios Nira
(Argentina/16mm/Blanco y negro)
Fecha: 20/1/1943
Duración: 65 minutos
Código del film: 944

viernes, 20 de febrero de 2015

La Catedral de Las Heras – Parte 5

Como la Corte Suprema en ese entonces no hacía lugar al criterio largamente reclamado de la devaluación de la moneda y su incidencia negativa en pleitos de la duración como el de que se trata, se comprenderá cuan magra resultó a la postre tanta y tan larga labor profesional y desde luego es de imaginar la desilusión de los herederos del Sr. Arturo Prins. Sigue redactando el Dr. Eymann: – Otra acotación al margen de ese juicio, es la de que durante su transcurso fallecieron la Sra. Carmen Llobet de Prins, esposa del Ing. Arturo Prins, mi primer letrado patrocinante el Dr. Eduardo H. Maglione. De manera que tuve que seguir el juicio hasta sus últimas instancias con el Dr. Eduardo Maglione (h).” Lo percibido alcanzó para que sus 4 hijos, sus cónyuges, y los 4 nietos de Prins, nos reuniéramos en un cordialísimo almuerzo, en un medio día de la ciudad de Buenos Aires.
               
En cuanto al Ingeniero y Arquitecto Arturo Prins, enfermó y terminó sus días en una habitación del entonces Sanatorio Podestá, ubicado en la esquina de la calle Uruguay y Viamonte, en el año 1939, rodeado del afecto de sus seres queridos, muy lejos de un suicidio, con la serenidad del que vivió una vida llena de vida y alegría. 

Y en cuanto al Derecho, refiere su nieto Robredo, abogado él, ” … esto le permitió, al también profesor universitario Prins, dar su lección póstuma por medio de la pluma de Rafel Bielsa, cuyo comentario de la sentencia fue el primero que planteó la injusticia de un pronunciamiento justo aniquilado en sus efectos por la inflación, con lo que puso la piedra fundamental del desarrollo de la teoría de la imprevisión y de la indexación, culminadas en la valoración colectiva de la estabilidad” .
               
Sea este mi homenaje a nuestro abuelo, a tan dignos letrados y todos aquellos que tomaron esta causa con la seriedad e imparcialidad también demostrada.
Enrique Gustavo Prins




jueves, 19 de febrero de 2015

La Catedral de Las Heras – Parte 4

El escrito de demanda que redactó el Dr. Maglione contenía nada menos que 50 fojas, lo que puede dar una idea de la complejidad de su contenido. Al iniciar la demanda, me entrevisté con el Secretario de turno ante el cual debía tramitarse y a quien le hice notar el problema que significaba la agregación de su documentación. Este sin valorar mayormente mi preocupación, me contestó que no consideraba que existiera ningún inconveniente en que esa documentación se acompañara con el escrito de demanda, tal como exigía y lo exige el Código Procesal. Sin embargo cambió de parecer cuando le manifesté que nada más que en planos tenía que agregar más de 2.000, alguno de los cuales tenían cerca de 4 metros de superficie, con los cuales estimaba que la Secretaría iba a quedar obturada.
             
Convinimos en llegar a un acuerdo con el Fiscal en lo Federal, en ese entonces el Dr. Bullrich Urioste y con él resolvimos practicar un inventario de todos esos planos y depositarlos en el Centro de Arquitectos para su oportuna verificación y confrontación por los peritos Ingenieros que correspondería designar. Así se hizo. Cuando se le confirió traslado de la demanda al Fiscal, este solicitó seis meses de plazo para su contestación dada la magnitud del juicio y de la enorme documentación acompañada. Vencido ese plazo, el Dr. Bullrich Urioste, solicitó otros seis meses más hasta llegar a un año, fecha en recién contestó dicho traslado. Debo aclarar que en la demanda se reclamaban los honorarios de los proyectos de edificio – el greco romano y el gótico, con sus correspondientes planos y muy distintos unos de los otros, como asimismo, la dirección de las obras de estilo gótico. En total su importe era de $ 1.000.000 m/n.(tener en cuenta que este libro es abril de 1973).
                 
Al fin luego de enorme demora debido sobre todo a la prueba pericial en la que intervinieron los peritos de parte y un tercero designado por el Juzgado, obtuvimos sentencia favorable que la Cámara en lo Federal confirmó. Recurrido el fallo ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación por el Agente Fiscal, este alto Tribunal modificó la sentencia de Ira. Instancia y de la Cámara, con el argumento de que siendo uno sólo el edificio levantado y dirigido por el Ing. Prins, no procedía hacer lugar a la reclamación de dos proyectos de edificios distintos. Por consiguiente la acción en definitiva prosperó prácticamente por la mitad de lo reclamado, más sus intereses y costas de Ira. y 2da. Instancia y los de la Corte, en el orden causado.
                 
do gran amigo de aquel y además conocía, a través de esa amistad, todos los pormenores de la gran obra. Todos los herederos aceptaron esa determinación del Dr. Montes de Oca aunque impusieron que la representación de ellos la ejerciera mi persona. Yo no conocía al Dr. Maglione, pero puedo decir que desde el primer momento de nuestra actuación, mantuvimos una cordial cooperación que perduró hasta el día de su fallecimiento, ocurrido antes que el juicio terminara.


                   

La Catedral de Las Heras – Parte 3

Para que se tenga una idea de la magnitud de la labor desarrollada por el Ing. Prins, es menester hacer un poco de historia. Al comienzo de este siglo, o sea en el año 1908 más o menos, el Consejo Directivo de la Facultad de Derecho, que funcionaba en la vieja casona de la calle Moreno al 400, abrió un concurso para la construcción de un edificio que reuniera las condiciones adecuadas para el funcionamiento de esa casa de estudios en el amplio predio de la Avenida Las Heras. El concurso fue ganado por el Ing. Arturo Prinas, quien al efecto confeccionó los planos de un edificio de estilo greco-romano a semejanza de la mayoría de las construcciones de esa época con destino oficial. 

Hubo las consiguientes demoras para el comienzo de las obras y ello dió lugar a que el Consejo Directivo que sucedió al anterior cambiara de opinión en cuanto al estilo que debía imprimirse al edificio, resolviendo en definitiva, que debería utilizarse el gótico. Impuesto de esa variante, el Ing. Prins, después de realizar un viaje a Europa ex profeso para estudiar y tomar apuntes de las catedrales de Reims, Colonia, Chartres. Chalón-sur-Saone, etc., presentó un proyecto de edificio gótico de la Facultad de Derecho, el que fue objeto de entusiasta aprobación por parte de los señores Consejeros.

Entre las cláusulas del contrato de adjudicación de las obras, existía una por la cual el Ing. Prins recién podría cobrar sus honorarios cuando el edificio quedara habilitado. Las obras comenzaron y fueron detenidas muchas veces, la mayor parte de ellas por falta de fondos para proseguirlas. 
Por fin sólo se levantó la parte de su frente, sin las torres que la coronaban y quedando sus paredes sin el correspondiente revoque. Sin embargo es de admirar la gracia y armonía de ese edificio en su “maquette”, aun cuando es necesario reconocer que el edificio no se adecuaba al destino que se le quiso dar, pero ello no era culpa del Ing. Prins, sino del Consejo Directivo de la Facultad de Derecho que así lo dispuso.
                 
Sin ver coronado tan gran esfuerzo, tal vez la obra cumbre de su vida, el edificio de la Avenida Las Heras fue habilitado tal como se encontraban las obras, pues a él se trasladó la Facultad de Derecho que funcionaba en la calle Moreno. Con la habilitación de la obra en condiciones tan precarias, quedaba expedida la vía para hacer efectivos los honorarios por parte del Ing. Prins. 
Este en vida realizó muchas gestiones en ese sentido, pero sin resultado positivo. El Dr. Ángel R. M. Montes de Oca rehusó hacerse cargo del juicio por cobro de los honorarios que correspondían al Ing. Prins, declinando ese cometido en el Dr. Eduardo H. Maglione, que había sido gran amigo de aquel y además conocía, a través de esa amistad, todos los pormenores de la gran obra. Todos los herederos aceptaron esa determinación del Dr. Montes de Oca aunque impusieron que la representación de ellos la ejerciera mi persona. 
Yo no conocía al Dr. Maglione, pero puedo decir que desde el primer momento de nuestra actuación, mantuvimos una cordial cooperación que perduró hasta el día de su fallecimiento, ocurrido antes que el juicio terminara.

                   

Juan B. Justo – Parte 5


En mayo de 1916, mientras salía del local de La Vanguardia junto a su amigo y compañero, el doctor Enrique Dickman, un desconocido se le acercó y le disparó un tiro. El disparo impactó gravemente en una de sus piernas. Con la herida todavía abierta y, tras recibir las primeras curaciones, se presenta en el Congreso y participa en el debate del día.

En 1918, frente a las protestas de los estudiantes de Córdoba que piden una profunda reforma universitaria, el Dr. Justo apoyará sus reclamos desde el parlamento.

Los graves hechos conocidos como la Semana Trágica de 1919, encuentran en Justo una vibrante condena y el pedido de investigación para los responsables de la represión policial y parapolicial. En ese mismo año viaja a Europa para participar de las reuniones de la Segunda Internacional en Berna y Ámsterdam como representante de todo el socialismo sudamericano. A su regreso, dicta tres conferencias sobre la Revolución Rusa que publica en un volumen bajo el título El momento actual del Socialismo, donde condena los métodos de los bolcheviques y llega a la conclusión que el modelo soviético no es viable para la Argentina.

En 1920, Justo se casa con la joven doctora Alicia Moreau -hija de refugiados franceses de la Comuna de París- veinte años menor que él, con quien tendrá otros tres hijos y compartirá su pasión por el socialismo y su interés por los temas médicos.

En las elecciones de 1924, a las que el radicalismo concurre dividido entre los personalistas, partidarios de Yrigoyen, y los antipersonalistas, partidarios del entonces presidente Marcelo T. de Alvear, Justo, a los 59 años, resultó electo senador por la capital. Uno de sus primeros proyectos fue el que solicitaba la separación de la Iglesia y el Estado, desatando una fuerte polémica con las bancadas radical y conservadora que se opusieron a que fuera considerado sobre tablas. Para 1926 el Partido Socialista contará con una bancada de 26 diputados nacionales y dos senadores.

El 23 de enero de 1927, Justo pudo ver cumplido uno de sus grandes sueños: inaugura la Casa del Pueblo, con su gran biblioteca, su salón de conferencias y sus aulas nocturnas dedicadas a la enseñanza de los obreros. Sería una de sus últimas alegrías, casi exactamente un año después, el 8 de enero de 1928, mientras pasaba una temporada de vacaciones en compañía de su esposa Alicia y sus hijos, en su quinta de Los Cardales, Juan B. Justo moría de un síncope cardíaco.
Autor: Felipe Pigna

miércoles, 18 de febrero de 2015

Juan B. Justo – Parte 4

Justo nunca hablaba de su vida privada y sólo una vez lo hizo por escrito en su columna del diarioLa Nación definiéndose así: "Soy el más vulgar de los hombres. Si alguno de los héroes de Cervantes figura entre mis antepasados, es seguramente Sancho. Me gustan las mujeres hermosas, pero menos para cantar la belleza de sus formas, que porque prometen una prole sana y vivaz".

1912 fue un año muy particular para Justo. Muere su esposa Mariana dando a luz al séptimo hijo de la pareja. Profundamente afectado el líder socialista se mudará a una casona del Barrio de Belgrano donde su madre, doña Aurora, se encargará de la crianza de sus hijos. En ese año 1912, en el marco de la limpieza electoral impuesta por la Ley Sáenz Peña, es electo diputado nacional. En el parlamento se destacará como orador y por la cantidad de proyectos presentados, casi todos ellos vinculados a los derechos de los trabajadores.

Mientras tanto en Santa Fe se produce la revuelta de los chacareros de la pampa gringa que protestan por los altos precios de los arrendamientos rurales y los altos intereses que les cobran los bancos por los créditos que solicitan para producir. La protesta pasará a la historia como el "Grito de Alcorta", en referencia a la localidad santafecina que fue epicentro de los acontecimientos y primera sede de la recién fundada Federación Agraria Argentina. En uno de los actos más multitudinarios del grito de Alcorta, Juan B. Justo participa como orador y dice entre otras cosas:"Sólo el Partido Socialista ha tenido hasta ahora algo que decir sobre la política agraria. El Partido Radical calla por completo a este respecto, limitándose a sus promesas de honradez y de moral. Un partido puede ser tan bueno como infecundo en la vaguedad de sus intenciones”.

En un famoso debate en 1913 con el futuro dictador José Félix Uriburu, por entonces diputado conservador por Salta, dirá: "Desde que tengo memoria he oído hablar de los partidos argentinos como de grupos que se decían de gente decente. Los socialistas hemos introducido en la política nacional esta novedad: no somos el partido de la gente decente; somos el partido de los trabajadores".
A lo largo de los años la perseverancia y la conducta coherente de Justo habían logrado la incorporación de valiosas figuras al socialismo como Nicolás Repetto, Augusto Bunge, José Ingenieros, Leopoldo Lugones, los hermanos Enrique y Adolfo Dickman, Alfredo Palacios y Mario Bravo.


El Partido Socialista obtendrá a partir de 1912 triunfos electorales sucesivos, superando en varias ocasiones al radicalismo. En 1913 logró su primera banca en el senado en la figura de Enrique del Valle Iberlucea.

Juan B. Justo – Parte 2

Durante su estadía en Europa tomó contacto con las ideas socialistas, y pudo leer y concretar la primera traducción al castellano de El Capital de Carlos Marx, que se publicaría años mas tarde en Madrid. Por ese entonces comenzó a operarse en su conciencia un gran cambio. Así lo cuenta en una carta a un amigo: "Hubo una época en mi vida en que pasaba el día en el hospital con los enfermos, los lisiados, los inválidos, las víctimas variadas de la miseria, de la explotación. ¿Valía la pena empeñarse tanto en conservar esas vidas, fatalmente condenadas a un vil sufrimiento? Gradualmente comprendí que había mucho de estéril e indigno en mi tarea, que aquello tenía algo de fanático y unilateral. ¿No era más humano ocuparse de evitar en lo posible tanto sufrimiento y tanta degradación? Y pronto encontré en el movimiento obrero el ambiente propicio a mis nuevas y fervientes aspiraciones”.

Con este estímulo y sus convicciones por delante, en abril de 1894 fundó junto a un grupo de compañeros de ideas entre los que se contaban Augusto Kühn, Esteban Jiménez e Isidro Salomó, el periódico socialista La Vanguardia. Para afrontar los gastos vendió el coche que utilizaba en sus visitas de médico y empeñó la medalla de oro que le había otorgado la Facultad de Medicina. Justo escribía en el primer editorial de La Vanguardia: "hay que construir una alternativa política al pillaje y la plutocracia. Los Pereyra, los Unzué, los Udaondo, tan ricos que no tendrían por qué robar, son hoy los preferidos para los altos puestos públicos por los otros ricos, cuya única aspiración política es que sus vacas y ovejas se multipliquen sin tropiezos”.

En 1895, viajó a los Estados Unidos. A su regreso publicará dieciocho notas en La Vanguardia referidas a sus impresiones sobre el país del norte. En la primera de ellas dice que "es en Norteamérica donde el capitalismo se desarrolla hoy más grande y más libre. Es aquí pues donde conviene estudiar su evolución”.

El periódico La Vanguardia se había transformado en el ámbito natural de reunión de los socialistas de Buenos Aires. Fue creciendo la necesidad de crear un partido propio que expresara estas ideas y las llevara a la práctica. Así nació en 1896, bajo la inspiración de Justo, el Partido Socialista, que proclamaba en su carta orgánica: "El Partido Socialista es ante todo el partido de los trabajadores, de los proletarios, de los que no tienen más que la fuerza de su trabajo; las puertas del partido están, sin embargo, abiertas para los individuos de otras clases que quisieran entrar, subordinando sus intereses a los de la clase proletaria. Lo que es importante es patentizar nuestra independencia de todo interés capitalista o pequeño burgués".

La Catedral de Las Heras – Parte 2

Recorría yo una de las calles de mi actual ciudad, Rosario, viendo vidrieras o las baldosas de las veredas que pasaban por debajo, al ritmo que imprimían mis zapatos, en el acostumbrado caminar… Me detengo en uno de esos locales atestados de libros viejos, ingreso y recorro las estanterías buscando con melancolía lo que siempre algún pasado nos muestra. 

Tomo un libro, aún no sé qué me llevó a elegirlo, pues jamás hubiera elegido tan, para mí, árido tema: “Mi Paso por los Tribunales” de Alfredo Eymann, lo abro, voy al índice y empiezo a pasear mi vista a lo largo de los temas, 51 en total, y me detengo en uno, (me sigo preguntando porqué, porque jamás me interesé por ningún tema que tenga cualquier ítem del Derecho, o conexión con algún Tribunal): “El pleito más largo en mi vida profesional” pág.15. Busco la página 15 y comienzo a leer: (copio textualmente)

“Bien se dice que la Justicia cuando más breve, mejor. Desgraciadamente esta condición esencial unida a la buena y barata, no se cumple en nuestro país. Múltiple factores contribuyen a largar la dilucidación de los procesos, entre ellos el engorroso trámite de nuestros Códigos de Procedimientos y la desidia humana, en la que no siempre la responsabilidad debe recaer en los encargados de administrar Justicia. También es necesario involucrar a todos aquellos que comparten esa responsabilidad, como fiscales, asesores de menores, peritos y no pocas veces a los propios profesionales.
                El caso es que la tónica de la Justicia se caracteriza por la lentitud, o sea que se trata de una maquinaria sumamente pesada. Esto me ocurrió en un juicio bastante famoso, el que duró en su tramitación cerca de un cuarto de siglo, para ser más preciso 22 años, o sea desde 1940 a 1962. Se trató del cobro de los honorarios del Ingeniero Don Arturo Prins, fallecido en el año 1939. El Sr. Arturo Prins fue un hombre de probada capacidad intelectual y vasta cultura, que ostentó los títulos de ingeniero y arquitecto, culminando su trayectoria de hombre útil a la civilidad cuando mereció ser galardonado con las palmas de miembro de la Academia de Bellas Artes. 

Con el Dr. Ángel Rómulo Mariano Montes de Oca, iniciamos su juicio sucesorio en representación de todos sus herederos, el que debimos suspender hasta que se resolviese el juicio por cobro de honorarios por los proyectos y dirección del edificio de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, ubicado en el amplio solar de la Avenida Las Heras, cerca de la Avenida Pueyrredón. Este juicio se caratuló “Sucesión Arturo Prins c/ La Nación s/cobro de honorarios” y tramitó ante la Justicia Federal.

Juan B. Justo – Parte 3

Justo jamás se definió como marxista. Decía en una conferencia años más tarde: "Necesitamos y debemos saber más que Marx en materia histórica y social. Marx nunca fue marxista. Era demasiado genial para suponerse fundador de una nueva doctrina que habría de llamarse marxismo, como se llama cristianismo al sistema de instituciones eclesiásticas que provienen o dicen provenir de Cristo".

Justo adhería a la corriente socialista iniciada por Eduardo Bernstein conocida como "revisionista", ya que se proponía revisar las ideas de Marx y Engels a la luz a los acontecimientos posteriores a la publicación de los libros básicos de los padres del socialismo científico. Estas ideas de Justo se asemejaban a las de una de las figuras más notable del socialismo de la época, Jean Jaures -con quien tomó contacto en Copenhague en 1910 durante un congreso socialista y a quien invitó a viajar a Buenos Aires-. Jaures se oponía a la acción violenta y proponía la organización metódica y legal de sus propias fuerzas bajo la ley de la democracia parlamentaria y el sufragio universal. Decía textualmente: "No es por el hundimiento de la burguesía capitalista sino por el crecimiento del proletariado por lo que el orden socialista se implementará gradualmente en nuestra sociedad".

El debut político del Partido Socialista no fue muy auspicioso. Ocurrió en ocasión de las elecciones legislativas del 8 de marzo de 1896. El primer candidato a diputado fue el propio Justo y obtuvo 138 votos. Como comentara algún socialista de entonces, "ni siquiera nos votaron todos nuestros parientes”.
En 1899, Justo se casa con Mariana Chertkoff, una joven inmigrante rusa de origen judío. La pareja se instala en Junín, donde residirá hasta 1904. Ese año será muy importante para el Partido Socialista. Será electo por el barrio de La Boca el primer diputado socialista de toda América, el doctor Alfredo Palacios. Este hecho y la designación de Justo como profesor titular en la Facultad de Medicina de Buenos Aires, provocan el traslado de la familia a dicha ciudad.

En 1905, funda junto a otros once compañeros del Partido la Cooperativa de consumo crédito y vivienda "El Hogar Obrero".


El año 1909 estará signado por la lucha obrera, huelgas de los anarquistas, actos socialistas y la represión del Estado reflejada en la matanza de obreros en la Plaza Lorea el 1º de mayo. Tanto los socialistas como los anarquistas repudian el hecho y declaran la huelga general, solicitando la renuncia del Jefe de Policía de la Capital, coronel Ramón Lorenzo Falcón. El gobierno de Alcorta hace caso omiso a los pedidos obreros y confirma a Falcón en su cargo. Pocos meses después Falcón morirá en un atentado perpetrado por el joven anarquista ruso Simón Radowitzky. 
En ese año tan particular, Justo, que había repudiado la represión policial declarando: "Este es un país civilizado con un gobierno bárbaro", publicará su obra más destacada: Teoría y Práctica de la Historia. Jean Jaurés en ocasión de su visita a Buenos Aires, tomó contacto con el texto y se lo llevó a París para publicarlo en Europa.

martes, 17 de febrero de 2015

Juan B. Justo – Parte 1





Juan Bautista Justo, el destacado cirujano, precursor de las ideas de izquierda en Argentina y fundador del Partido Socialista, nació en el barrio de San Telmo en Buenos Aires, el 28 de junio de 1865. Su padre, don Felipe Justo, se dedicaba a las tareas agrícolas.

Al terminar Justo la escuela primaria, su madre, Aurora Castro, se opuso a que abandonara los estudios para colaborar con su padre y le brindó todo su apoyó para que ingresara en 1876 al Colegio Nacional de Buenos Aires y posteriormente a la carrera de medicina en 1882.

Mientras cursaba la carrera, ingresó a la redacción de La Prensa, donde escribió crónicas parlamentarias. Allí tomó contacto con el mundo político de la época y sus principales personajes.

En 1888, recibió su título de doctor en medicina con notas sobresalientes. Su tesis de graduación, que contó con la tutoría del doctor Ignacio Pirovano, se titulaba: "Aneurismas arteriales quirúrgicos" y fue calificada por el decano de la facultad de medicina, Dr. Avelino González, como "el estudio más acabado y perfecto que puede hacerse sobre el tema".

El doctor Justo era un gran investigador y un innovador. Introdujo en nuestro país las prácticas antisépticas en las operaciones quirúrgicas y el uso de la cocaína como anestésico. Por sus investigaciones, la Facultad de Medicina lo premió con la medalla de oro, y le otorgó, además, un viaje de estudios por las principales capitales europeas. Tenía apenas 23 años.

En 1890, regresó al país y fue designado jefe de sala del actual hospital Ramos Mejía y profesor de Clínica Quirúrgica en la Facultad de Medicina.

También en el convulsionado año 1890 se incorporó a las filas de la Unión Cívica, que preparaba su revolución contra el gobierno de Juárez Celman. Justo se oponía al uso de la fuerza. Propuso como método de lucha una huelga de contribuyentes y trabajadores. Prefería la resistencia civil no violenta y decidió intervenir en la Revolución del Parque sólo como médico.

La Catedral de Las Heras – Parte 1



LA “CATEDRAL” DE LA AVENIDA LAS HERAS – LA VERDADERA HISTORIA CONTADA POR UNO DE LOS NIETOS DEL ARQUITECTO ARTURO PRINS

El Sr. Enrique Gustavo Prins, nieto del Ingeniero y Arquitecto Arturo Prins, me envió el siguiente texto que escribió sobre los detalles de la historia y el juicio que tuvo que llevar adelante su familia por la construcción del edificio de la facultad de derecho de la Universidad de Buenos Aires sobre la Avenida Las Heras, actual Facultad de Ingeniería. Quisiera compartirlo con ustedes acompañado de algunas imágenes.
Arturo Prins 1877 – 1939


Hay un viejo dicho que algunas cosas suceden no por casualidad, sino por causalidad. A lo largo de mi vida, he ido comprobando con la sonrisa típica del que ve la cosa desde lejos, desde fuera de la escena, la cantidad de dimes y diretes, acerca de tu inconclusa facultad, querido abuelo: un sin fin de artículos, algunos con rigor científico, otros con la sabiduría del que se cree un experto en el tema y con el pulgar escondido en el bolsillo o al costado del chaleco, daba cátedra ante sus escuchas, en al ámbito que le tocara, o escuchar micros televisivos referidos a este tema etc., y hasta en la facultad de arquitectura me han contado alumnos que se escuchaba por boca de algún profesor, que haciéndose eco, se hacía cómplice de la tan difundida y aguda mentira de su suicidio.

Cuenta otro de tus nietos, Alberto R. Robredo, en un artículo: “Las Heras no fue un megalómano intento de Prins, como se afirmó tantas veces, sino el megalómano proyecto inconcluso de las autoridades de la Facultad de Derecho de esa época”…”Cuando dichas autoridades llamaron a concurso, lo ganó con un proyecto afín con el siglo XX, en sus primeros años. El Consejo de la Facultad de Derecho, lo anuló y llamó a un nuevo concurso para construir en gótico, por considerar este estilo más adecuado al Derecho”… “Los debates entre el arquitecto Prins y el Consejo de la Facultad fueron memorables, ya que éste sostenía que edificar gótico en pleno siglo XX era indigno para un país moderno y pujante, además de la enorme inversión que eso representaba”.

El Consejo no dio marcha atrás y Prins viajó a Europa a estudiar gótico. A su regreso nuevamente ganó el concurso, pero sucedió lo anticipado por él: los fondos eran insuficientes y hubo que suspender la obra del Palacio del Derecho, del que sólo queda una inconclusa muestra en Av. Las Heras, inaugurada el 22-12- 1925.  Por supuesto quedaron también inconcluso el pago de los honorarios. Esto derivó en un largo juicio. Y aquí viene no la casualidad sino la causalidad.


domingo, 15 de febrero de 2015

Roque Sáenz Peña en la guerra del pacífico: el ideal, el coraje y el honor - Parte 2


Bajo fuego 

La espera fue larga. El sitio se prolongó durante meses hasta que en junio de 1880, el ejército chileno lanzó la ofensiva final con fuerzas bien adiestradas que triplicaban a las peruanas. Según relató más tarde Roque, el jefe de la guarnición de Arica, el coronel Bolognesi, intimado a capitular, convocó a su estado mayor y le dijo: 'Yo soy viejo, para mí será un golpe de fortuna morir gloriosamente aquí, pero no es el caso de ustedes, que son jóvenes". Los oficiales en forma unánime decidieron luchar hasta el final y a la tropa no le quedó otro camino que seguirlos. La ofensiva duró tres horas. Roque, herido en un brazo, siguió defendiendo su sector. Cuando el enemigo avanzaba a degüello, sin hacer prisioneros, el argentino se encontraba en el reducido grupo de los sobrevivientes. Un oficial chileno que lo reconoció le salvó la vida. Mientras lo llevaban en cautiverio, Roque pasó junto al cadáver destrozado de Bolognesi. Nunca olvidaría la trágica escena. 

Prisionero en Chile, se habló de fusilarlo. Pero de nuevo se movilizaron sus amigos y lograron que una dama de la aristocracia chilena, Emilia Herrera de Toro, muy activa en el mundo político e intelectual, intercediera ante el Presidente. Fue Cané quien se ocupó de informarla. Emilia era una figura legendaria de la sociedad local, protectora y amiga de los exiliados argentinos de la época de Rosas (como Sarmiento y Juan María Gutiérrez). Ella se ocupó de Roque con tino e inteligencia y logró que fuera confinado en un buen lugar. Se empeñó asimismo en curar la intensa desazón y angustia que le producía la campaña de la prensa chilena para desprestigiarlo: el prisionero temía que las calumnias repercutieran en Buenos Aires con resultados lesivos a su honor, y se negaba a volver a su país mientras todo esto no se hubiera aclarado. 

Finalmente, Roque volvió y en Buenos Aires se le hizo un gran recibimiento, como digno representante de la opinión y de los sentimientos argentinos. Después de unos meses de duelo retomó su carrera civil y a partir de entonces sobresalió entre los notables de su generación como diplomático al servicio de las relaciones interamericanas y como político partidario del sufragio libre. No obstante, su acción juvenil y romántica en el Perú lo marcó para toda la vida. Cuando en 1902 el país estuvo a punto de entrar en guerra con Chile, y el presidente Roca se inclinó por aceptar los Pactos de Mayo, Roque se alineó entre los que condenaban al gobierno argentino por su derrotismo. Entonces doña Emilia Herrera volvió a escribirle y con elegancia y sentido común le expresó las ventajas de la paz para las dos naciones. Roque tomó nota de estas observaciones. Su actitud hacia Chile se flexibilizó 

En 1905, el gobierno del Perú, que estaba en tren de modernizarse y necesitaba apelar a la memoria de los héroes, decidió hacerle un homenaje: lo ascendió al grado de general de brigada del ejército peruano y lo invitó a estar presente en la inauguración del monumento al coronel Bolognesi, en Lima. Roque viajó acompañado por su mujer y su hija. Funcionarios y entidades privadas se desvivieron por agasajarlo. En los discursos y conferencias pronunciadas, insistió en que el sufragio libre es el único que legitima a los gobiernos; también afirmó que el Estado moderno debe atender la cuestión social y arbitrar en el conflicto entre patronos y obreros. Estos conceptos novedosos formaban parte del ideario político de quien ya se proyectaba como futuro presidente. Realizar esta reforma pacífica requería tanto o más decisión y coraje cívico que el valor que se pone a prueba en la guerra. 

Roque Saenz Peña pudo concretar en parte su proyecto cuando fue elegido presidente de la Nación, en 1910. Su mandato concluyó antes de lo esperado. Falleció a consecuencia de una enfermedad contraída en su juventud, en los campamentos de la Guerra del Pacífico. 

© LA GACETA María Sáenz Quesada - Licenciada en Historia. Directora de la revista Todo es Historia.


Roque Sáenz Peña en la guerra del pacífico: el ideal, el coraje y el honor - Parte 1



Hace 100 años era el presidente argentino. Todos lo recuerdan por la ley que lleva su apellido y que instauró el voto universal, secreto y obligatorio. Pero pocos saben que, siendo joven, tuvo una valiente participación en la Guerra del Perú y Bolivia contra Chile. A pesar de la oposición de su padre Luis, quien también sería presidente, se alistó como voluntario para probar su coraje en una contienda que le dejaría secuelas que lo llevarían a la muerte en 1914, antes de terminar su mandato.

En el otoño de 1879, un joven argentino se presentó en Lima y manifestó su voluntad de luchar como voluntario en las filas del ejército. No era un buen momento para alistarse en la Guerra del Perú y de Bolivia contra Chile. Mejor armados y con voluntad de vencer, los chilenos iban por la explotación del salitre. No los asistía el derecho sino la fuerza. Tales perspectivas desfavorables no desalentaron al voluntario argentino. Se llamaba Roque Sáenz Peña, tenía 28 años, era abogado, con una brevísima experiencia en la milicia, y pertenecía a una familia de arraigo y prestigio en Buenos Aires. Quería probar su coraje al servicio de una causa justa, inspirada en el sentimiento americano y explicó su posición en un banquete al que asistieron altas personalidades: 

"No he venido envuelto en la capa del aventurero preguntando dónde hay un ejército para brindar espada… La causa del Perú y Bolivia es en estos momentos la causa de América y la causa de América es la causa de mi patria y sus hijos". 

Las autoridades peruanas, gratamente sorprendidas, le ofrecieron un cargo pasivo en la reserva pero él prefirió ser destinado al frente, en el Ejercito del Sur, con el grado de teniente coronel. Desde Iquique, principal puerto de exportación del salitre, le escribió a su padre con la intención de reconciliarse con él antes de entrar en combate. 

En la Argentina, donde la relación con Chile se hallaba en su punto más bajo debido a la cuestión de la soberanía en la Patagonia, las simpatías populares estaban a favor del Perú y el gesto de Roque era bienvenido. No obstante su padre, el abogado Luis Sáenz Peña, se oponía con firmeza al proyecto; lo consideraba una calaverada más del hijo al que le reprochaba llevar una vida desordenada y -algo más grave- la intención de casarse. ¿Con quién? en la Gran Aldea porteña corrían toda clase de rumores sobre la filiación de la joven. Lo cierto es que Roque, ya tachado de romántico por amigos y adversarios, quiso ponerle paños fríos a la disputa familiar: 

"Mi querido Tata, tranquilícese de mi separación momentánea; volveré a sus brazos más hombre aún y sin otra idea que compensarle los malos ratos que le doy y devolver a los míos la tranquilidad que les quito". 

Como todo voluntario, soñaba con la ocasión de pelear en una guerra justa y contra un enemigo al que consideraba también el enemigo de su Patria. Entonces comenzaron las dificultades y los sufrimientos de la campaña. La fuerza marchó 120 leguas por el desierto de Atacama, bajo un sol abrasador, sin agua, con la tropa en desorden y el armamento destrozado. En tales circunstancias Roque, como ayudante del jefe, se empeñó en evitar motines y tumultos. Esa fuerza desmoralizada sufrió un primer revés, y un triunfo casi inesperado, en Tarapacá, antes de llegar a reforzar a la guarnición de Arica, sitiada por los chilenos. 

Entre tanto en Buenos Aires, ante la ausencia de noticias sus amigos hicieron lo posible por localizarlo. Uno de los más íntimos, Miguel Cané, viajó a Chile y con permiso de las autoridades se dirigió a la plaza sitiada donde encontró a Roque animoso y saludable, pero no pudo convencerlo de que abandonara la lucha: tenía un compromiso de honor y debía cumplirlo. 


jueves, 12 de febrero de 2015

BERNARDO A. HOUSSAY, EL INVESTIGADOR PIONERO – Parte 6

LOS DESCUBRIMIENTOS CIENTÍFICOS

Nada era ajeno a la curiosidad de Houssay en el momento de encarar una nueva investigación. Su interés primordial fue la Fisiología, muy especialmente en el campo de la endocrinología y el metabolismo, pero investigó también en áreas como la neurofisiologia, sangre e inmunidad, respiración, digestión y función renal, hasta llegar a 70 líneas de investigación simultáneas. Vamos a repasar tres de estas líneas, con resultados felices y de trascendencia internacional.

La hipertensina. Bajo la dirección de Houssay se continuaron los experimentos de Harry Golbatt que había descubierto que la obstrucción de la arteria renal en los perros producía una hipertensión permanente. Injertando uno de esos riñones obstruidos a un perro sano, se observaba en éste un aumento de la presión arterial, lo que probaba que debía existir alguna sustancia generada por el riñón obstruido que, volcada a la sangre, producía el aumento de la presión arterial. Un equipo integrado por los doctores Fascioli, Braun Menéndez, Leloir, Muñoz y Taquini encontró esa sustancia: la renina, una proteína de origen renal, que actuando sobre otra proteína de la sangre determina la producción de un polipéptido, responsable del aumento de la presión arterial, al que llamaron hiperterama.

Pero un grupo de investiga dores del laboratorio Eli Lilly de Indianápolis, conducidos por el doctor Page, poco después publict5 las mismas conclusiones proponiendo el nombre de anqiotonina. Mediante una reunión entre Page y Braun Menéndez, se llegó a un nombre de compromiso: angiotensiria. Hacemos hincapié en esta investigación, porque hasta el día de hoy, todos los productos farmacéuticos destinados a combatir la hipertensión se basan en este descubrimiento, que data de 1939.
Test de embarazo. El equipo que conducía el doctor Galli Mainini , descubrió que inyectando gonadotrofina (presente en la orina de la mujer embarazada) a un sapo macho, éste ibera espermatozoides que pasan a la orina y se pueden detectar fácilmente. Este test se utilizó durante muchos años en todo el mundo.

EL NOBEL

Sí bien la comunicación del Real Instituto Carolino Médico-Quirúrgico que le concedió el Premio Nobel hizo mención a sus estudios sobre la hipófisis (en realidad mencionó la pituitaria, cosa que Houssay rechazó de plano), en realidad se estaba concediendo el premio a toda una trayectoria científica, impresionante por la diversidad y trascendencia de los trabajos que, además de la hipófisis, hicieron fuerte hincapié en la función del páncreas y el estudio de la diabetes. Es casi imposible resumir en tan poco espacio el quehacer y la personalidad de alguien tan grande. Pero su obra continuó en las instituciones que dejó, por ejemplo, el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, fundado en 1955 y presidido por él hasta su muerte, acaecida el 21 de septiembre de 1971.


miércoles, 11 de febrero de 2015

BERNARDO A. HOUSSAY, EL INVESTIGADOR PIONERO – Parte 5

PARA DESTACAR…


En octubre de 1947 le informaron que había sido galardonado con el Premio Nobel en Medicina. Pocas líneas le dedicó la prensa peronista al investigador, la noticia fue silenciada por el gobierno peronista, que los consideraba un opositor. Este texto escrito por Houssay revela su ética y sus principios.

EL INSTITUTO DE BIOLOGÍA Y MEDICINA EXPERIMENTAL

Dos días después de ser separado de su cargo, lo visitaron para ofrecerle ayuda económica para proseguir sus investigaciones. Así, la Fundación Juan B. Sauberán, a la que se sumaron aportes de empresas y particulares, impulsó la creación del Instituto de Biología y Medicina Experimental, que debería establecer un centro de investigaciones científicas desinteresadas, da carácter privado e independiente de los recursos y la dirección del gobierno o de sus dependencias. Instalado bastante precariamente en una vieja casona de la calle Costa Rica, allí trabajó desde 1944. Al año siguiente una amnistía lo repuso por unos meses en su cátedra, pero rápidamente fue invitado a acogerse ‘a los beneficios de la jubilación” siete años antes de llegar a la edad reglamentaria.
El 27 de octubre de 1947 lo sorprendió el telegrama que le informaba que había ganado el Premio Nobel de Medicina o Fisiología por sus contribuciones científicas en el “papel de la hipófisis en la regulación del metabolismo de los hidratos de carbono”. El premio fue compartido con los esposos Cori, científicos estadounidenses que investigaban también el metabolismo de los hidratos de carbono.


BERNARDO A. HOUSSAY, EL INVESTIGADOR PIONERO – Parte 4

LA POLÍTICA, ESA ENTROMETIDA

Esos veinticinco años de esfuerzos resultan poca cosa para quienes no tienen escrúpulos ni siquiera para usurpar el poder. Una declaración pública firmada por Leloir entre otras personalidades de las ciencias, las artes y la cultura reclamando la vuelta a la normalidad institucional, tras el golpe del 4 de junio de 1943, determinó su separación de la cátedra, diversas comisiones oficiales y hasta de la presidencia de la Asociación Argentina para el Progreso de las Ciencias, una entidad privada de bien público. Para Houssay fue un golpe demasiado fuerte.

Tras una tensa reunión en la que algunos de sus colaboradores decidieron quedarse para salvar lo que pudieran, quince de sus más inmediatos renunciaron a sus cargos y lo siguieron a la nada. Houssay pasó a ser mala palabra. Se le prohibió consultar libros y revistas del Instituto (la mayoría de los cuales habían sido donados por él). Visitó la Facultad de Veterinaria para operar una oveja con gran conmoción del alumnado y a partir de allí se le prohibió la entrada. Se distribuyeron panfletos y revistas dedicados a insultarle y hasta se colocó una bomba en una ventana de su casa que no provocó su muerte por cuestión de minutos. Pero lo peor para Houssay era la inmovilidad. No podía dedicar-se solamente a estudiar y escribir; necesitaba acción, más acción. Su vida era su trabajo, si era mucho, mejor.

Su rutina diaria, de lunes a sábado, comenzaba a las 8 en punto cuando se reunía con sus colaboradores inmediatos. De 9 al 2 dictaba cartas, discutía con sus colaboradores el progreso de las investigaciones, recibía visitantes distinguidos, recorría todas las salas de trabajo y se detenía a conversar con los alumnos. Tres veces por semana dictaba clase de una hora con una puntualidad llamativa y nunca alterada. A las 12 se iba a almorzar a su casa y aprovechaba esas 8 cuadras de caminata para leer algún texto científico. Nadie se explica cómo hacía para entenderlo, memorizarlo hasta poder discutirlo y, a la vez, no tener un accidente callejero.

A las 2 de la tarde operaba animales de laboratorio durante dos o tres horas mientras conversaba con los que lo rodeaban y a la vez dictaba cartas a su secretario. Un breve intervalo para tomar un té con sus discípulos y una última recorrida por el laboratorio para informarse de los progresos o aconsejar algún nuevo enfoque. Un hombre así no podía quedarse quieto mucho tiempo.

mismo viajó mucho (aunque su primera salida del país fue en el año 1937), pero siempre quiso volver. Así lo prueban infinidad de invitaciones rechazadas y una conocida carta desde Washington a uno de sus colaboradores: nos quieren hacer quedar y hasta ofrecen traer todo el personal de Buenos Aires, si quiero. Pero entre el 9 y el 12 de abril estaré en Buenos Aires. El 31 de marzo acaba mi compromiso. Los recursos son amplios, la gente amable, ávida para aprender, llena de interés científico. Pero (…) quiero dedicarme al desarrollo científico del país donde nací, me formé, tengo amigos, nacieron mis hijos, luché, aprendí, enseñé, etc.



martes, 10 de febrero de 2015

BERNARDO A. HOUSSAY, EL INVESTIGADOR PIONERO – Parte 3

TRASCENDENCIA INTERNACIONAL

El Instituto de Fisiología pronto alcanzó resonancia internacional. Al decir del eminente fisiólogo estadounidense Carlson, “Houssay puso a la Argentina en el mapa mundial de la Fisiología”. En ese Instituto comenzó una etapa brillante de las ciencias argentinas. Houssay supo encontrar a los mejor dotados, intelectual y moralmente, para formarlos en una ciencia básica cuyo desarrollo, decía convencido, beneficiaría a la medicina, criterio que no compartían muchos de sus colegas, pues no entendían “por qué prefería la locura de enterrarse en el laboratorio aguantando malos olores para tener el placer de ver bailar las patas de una rana. Además, sus trabajos no permitían ver utilidad práctica inmediata 

En ese instituto—cátedra, se enseñaba fisiología a estudiantes de medicina, farmacia y odontología, pero, al decir de Virgilio Foglia, uno de sus alumnos y posteriormente dilecto colaborador “entre las tres carreras sumaban mil estudiantes (…) ya que todas tenían el mismo profesor. Houssay sostenía que la enseñanza no tenía que ser teórica sino también práctica, por eso mostraba experimentos y trataba, en lo posible, que los alumnos pudieran realizarlos. Pero para atender a mil estudiantes tenía sólo tres ayudantes.

Por supuesto eso no funcionaba. Lo solucionó organizando un concurso entre los alumnos del año correspondiente, entre los cuales elegía a veinte. El enseñaba a esos veinte y éstos a su vez a sus compañeros”. Años después, un aumento del presupuesto le permitió a Houssay nombrar veinte ayudantes rentados. Allí comenzó su carrera de investigador el doctor Foglia y muchos otros discípulos entre los que descollaron Eduardo Braun Menéndez y Luis Federico Leloir.

Durante casi 25 años al frente del Instituto de Fisiología, Houssay investigó y publicó sobre infinidad de ternas, colaboró con revistas internacionales y por sobre todas las cosas formó excelentes investigadores, no sólo de nuestro país sino becarios que llegaban de todas partes del mundo. Uno de ellos, tal vez el más destacado, el doctor Ulf Von Euler, Premio Nobel de Fisiología en 1970.

Todo lo lograba en base a talento y esfuerzo, era incansable. Según su propia definición “descansaba cambiando de tarea”. Pero tal vez lo más destacable de su personalidad fue su amor a la patria. Incontables veces envió a sus discípulos a perfeccionarse en el exterior (dos líneas suyas bastaban para conseguir una plaza y hasta una beca en cualquier Centro del mundo); él mismo viajó mucho (aunque su primera salida del país fue en el año 1937), pero siempre quiso volver. Así lo prueban infinidad de invitaciones rechazadas y una conocida carta desde Washington a uno de sus colaboradores: nos quieren hacer quedar y hasta ofrecen traer todo el personal de Buenos Aires, si quiero. Pero entre el 9 y el 12 de abril estaré en Buenos Aires. El 31 de marzo acaba mi compromiso. Los recursos son amplios, la gente amable, ávida para aprender, llena de interés científico. Pero (…) quiero dedicarme al desarrollo científico del país donde nací, me formé, tengo amigos, nacieron mis hijos, luché, aprendí, enseñé, etc.


BERNARDO A. HOUSSAY, EL INVESTIGADOR PIONERO – Parte 2

LA DIVERSIÓN MAS BARATA ES EL TRABAJO

Con esta frase don Bernardo estimuló siempre a sus discípulos y no hay duda que predicó con el ejemplo desde su juventud. Su tesis doctoral la preparó en aquel incómodo laboratorio de la Facultad de Veterinaria, conde continuó las investigaciones iniciadas cuando era estudiante de Farmacia mediante técnicas desarrolladas por él mismo basándose en los conocimientos adquiridos en la lectura del libro de Claude Bernard.

En esos años, la glándula hipófisis, mal llamada pituitaria, era muy poco conocida. Su tesis doctoral sobre “La acción fisiológica de los extractos hipofisarios” fue el primer tratado de endocrinología del mundo, por lo que la facultad le regaló mil ejemplares que se distribuyeron en todas las escuelas de medicina del exterior e hicieron famoso a su autor. Además, esa tesis le valió el premio ‘Facultad de Ciencias Médicas” y fue el punto de partida de la investigación científica por el método experimental en nuestro país.
Entre 1911 y 1919 ejerció la medicina clínica en el Hospital Alvear y en su consultorio privado; dictó su cátedra en la Facultad de Veterinaria y desde 1915 integró el cuerpo de investigadores del Instituto Bacteriológico, organismo oficial dedicado a la preparación de sueros y vacunas. 
Tanta actividad lo obligaba, claro, a comenzar su día a las 5 de la mañana. Pero en 1919 ganó por concurso la titularidad de la Cátedra de Fisiología de la Facultad de Medicina y poco después consiguió del Consejo Directivo de esa facultad la creación del Instituto de Fisiología y la figura de profesor full-time, condición largamente anhelada por Houssay. Este Instituto fue su laboratorio de enseñanza e investigación con la posibilidad para los alumnos de tener profesor y personal docente con dedicación exclusiva.


Toda una revolución para la época y un considerable deterioro para la economía personal de Houssay, que debió abandonar su consultorio para dedicarse de lleno a su nueva tarea, porque, como él decía, “el soplete, aplicado en un punto, perfora, pasado sobre la superficie, apenas entibia”.

lunes, 9 de febrero de 2015

BERNARDO A. HOUSSAY, EL INVESTIGADOR PIONERO – Parte 1


Sin duda el Nobel no era la meta de Bernardo H. Houssay, nacido el 10 de abril de 1887 cuando egresó como bachiller con las mejores calificaciones a los 13 años de edad, después de haber pasado, en solo cinco meses, el tercer grado a primer año. Su ingreso a la carrera de Farmacia a los 14 años no extrañó tanto como la facilidad con que aprendía y con que expresaba lo que había aprendido. Farmacéutico a los 17 años, inició sus estudios de Medicina trabajando simultáneamente como técnico de farmacia en el Hospital Francés y poco después en la Farmacia del Hospital de Clínicas. Su actividad laboral y dieciocho meses de servicio militar demoraron sin duda sus estudios, desarrollados en siete años, pero tampoco en la Facultad de Medicina pasó desapercibido.

Sus compañeros recuerdan que “los exámenes que rendía Houssay eran tan brillantes que concitaban nuestra curiosidad y no olvido cómo entre nosotros se decía “mañana da examen el francés” , que así lo llamábamos aludiendo al origen de sus padres, y allí nos reuníamos un buen grupo de condiscípulos para presenciar su prueba” Su fama se extendía rápidamente en el reducido mundillo científico de la primera década del siglo. En 1908 ingresó por concurso como ayudante de trabajos prácticos en la cátedra de Fisiología, donde tenía a su cargo la publicación de las clases dictadas por su titular, el doctor Piñero. Apenas recibido de médico, en 1911, fue nombrado profesor de Fisiología de la Facultad de Veterinaria, donde instaló un rudimentario laboratorio en un enorme galpón, sin luz eléctrica y calentado a brasero y superposición de ropas de abrigo.

domingo, 8 de febrero de 2015

COMBATE DE SAN LORENZO - 3 de febrero de 1813



El 28 de enero, el Triunvirato ordena al coronel San Martín que protegiese las costas del Paraná del desembarco realista. Los granaderos siguieron el avance de la flota enemiga que constaba de 11 naves y unos trescientos soldados. Las naves pasaron el pueblo de Rosario y fondearon frente al Monasterio de San Carlos, en San Lorenzo, aguas arriba. Los españoles bajaron a tierra, subieron las altas barrancas y se encontraron con los pacíficos frailes. Luego llegaron algunos paisanos al mando de Caledonio Escalada, comandante militar del Rosario, y, cuando los realistas volvían a embarcarse, intercambiaron algunos disparos de cañón. El dos de febrero por la noche llegan los granaderos de San Martín al convento y se ocultan en el patio, en silencio, sin encender fuegos. 

Desde la torre del convento, el Coronel vigilaba las señales de luces de las naves enemigas. Cuando despuntaba el sol del día 3 de febrero, las lanchas de la expedición realista tocaban tierra y subían el barranco en dos columnas dispuestos al combate. San Martín dividió a los granaderos también en dos columnas que, cuando sonó el clarín, cargaron desde cada lado del convento. 

En la primera carga, el caballo de San Martín fue derribado trabando una pierna del Coronel. El granadero Baigorria traspasa con una lanza a un soldado español que intentaba herir a San Martín. El soldado Juan Bautista Cabral echó pie a tierra y levantó el caballo permitiendo a su jefe incorporarse, entonces fue herido de muerte. A las pocas horas del combate, ya conociendo el resultado, pronunció las famosas palabras:

"¡Muero contento! ¡Hemos batido al enemigo!"




Argentinos a exportar - Film Institucional (1973) - DiFilm

sábado, 7 de febrero de 2015

Las mujeres de Buenos Aires: La Alameda, el teatro y el baile a principios del siglo XIX


A principios de la década de 1820 un viajero inglés, cuyo nombre no quedó registrado, dejó sin embargo, sus nítidas impresiones sobre la forma en la que se entretenían las mujeres a principios del siglo XIX. En su libro Cinco años en Buenos Aires (1820-1825) el visitante describía, entre otras cosas, el paseo de la Alameda (hoy Leandro N. Alem) y dedicaba algunas líneas al teatro y al baile en Buenos Aires.


“Este paseo ubicado en un barrio de mala fama es indigno de la ciudad. Apenas alcanza a las 200 yardas de longitud, con arboledas de escasa altura y bancos de piedra demasiado honrados por quienes los emplean para sentarse. Los domingos por la tarde es muy frecuentado: la belleza e indumentaria de las mujeres es lo único que puede llevar a un extranjero hasta ese sitio (…) La cazuela o galería es semejante a la del Astley, aunque no tan amplia. Van allí únicamente mujeres.
Juntar en esa forma a las mujeres y separarlas de sus protectores naturales me parece abominable. Un extranjero suele formarse juicios erróneos sobre las bellas cazueleras, y apenas pueden creer que las niñas más respetables se encuentren en ese lugar. Así es, sin embargo, y esposos, hermanos y amigos esperan en la puerta de la galería. Se dice que esta costumbre ha sido transmitida por los moros. Las diosas de la cazuela se portan correctamente; y sospecho que las muchachas inglesas no demostrarían tanta seriedad en análoga situación. (…)
Las damas van bellamente ataviadas a los palcos, combinando la pulcritud con la elegancia. Por lo general visten de blanco. El cuello y el seno están bastante descubiertos para despertar admiración sin escandalizar a los mojigatos. Una cadena de oro u otra alhaja suele pender del cuello. El vestido lleva mangas cortas y el cabello arreglado con mucho gusto: una peineta y algunas flores, naturales o artificiales, por todo adorno.

Las noches de estreno presenta el teatro (Comedia) un conjunto de hermosas mujeres (como no podría soñar un extranjero). A menudo he contemplado sus oscuros ojos expresivos y el negro cabello que, si posible fuera,  embellecería aun más esos bellos rostros. Creo que ninguna ciudad con la misma población de Buenos Aires puede vanagloriarse de poseer mujeres igualmente encantadoras. El aspecto que presentan en el teatro no es sobrepasado ni en París ni en Londres (he sido un asiduo concurrente a los teatros de ambas capitales). (…) La majestuosa elegancia del paso, tan admirada en las españolas, en ninguna parte es más notable que en Buenos Aires. Y esta gracia no es patrimonio de las damas: mujeres de todas las clases sociales la poseen, por donde se concluye que debe ser un don natural. (…)

Los caballeros se conducen muy cortésmente con las mujeres. (...) Me han asegurado que son maridos negligentes…pero los maridos de Buenos Aires que he tenido el placer de conocer atienden religiosamente a sus esposas y las tratan con una ternura que sería difícil hallar en la misma Inglaterra. (…)

En los bailes las mujeres se sientan juntas. Con paso vacilante se aproxima un caballero a solicitar un vals o un minué. (…) Los porteños adoran el baile. En las horas de la noche, hijas, madres y abuelas se entregan a esta diversión con espíritu juvenil. (…) Las damas se mueven con mucha gracia. (…)(Además del minué, la contradanza y el cielito.) El vals tiene gran aceptación; no han leído los sermones de nuestros moralistas y se entregan a las volteretas frenéticas de esta danza voluptuosa.”

Fuente: Un inglés, Cinco años en Buenos Aires (1820-1825), Buenos Aires, Solar, 1942, en Héctor Iñigo Carrera, La mujer argentina, pág. 24-25.

miércoles, 4 de febrero de 2015

La revolución radical de 1905 y sus consecuencias - Parte 2


”En nuestra República el pueblo no vota; he ahí el mal, todo el mal, porque en los pueblos de régimen representativo, cuando falta el voto popular, la autoridad sólo surge y se apoya en la mentira o la fuerza; sólo tendremos autoridades respetables y pueblos respetuosos, cuando hayamos conseguido encarnar en nuestras masas y en todas las clases sociales, que el voto electoral no es sólo el más grande de nuestros derechos, sino el más sagrado de nuestros deberes; que es el voto lo único que levanta y dignifica al ciudadano.

”…Cuando recorría la gran República del Norte, cuando contemplaba esa aglomeración de razas, de religiones, de tendencias diversas, y cuando, en medio de esa gigantesca batalla de ideas y de pasiones, veía la máquina institucional funcionar regularmente sin choques ni tropiezos, me preguntaba: ¿cuál será el secreto de ese perfecto organismo que así resuelve el problema del Gobierno firme, de un pueblo en camino de ser el mayor imperio de la tierra?

”…cuando vi en torno de las urnas, fieles a la cita, todas las clases sociales, desde las más grandes hasta las más pequeñas, desde los hombres fabulosamente ricos hasta los proletarios, cuando vi en Nueva York, sólo tres veces más poblada que Buenos Aires, votar 650.000 ciudadanos, y en toda la Unión depositar su voto 15.000.000 de electores, el 20% de la población total; y cuando recordé que en esta gran ciudad, con 1.000.000 de habitantes, apenas reunía, en circunstancias análogas, 30.000 electores, el 3 % de la población total; entonces comprendí y sentí por qué aquel pueblo era tan grande, tan fuerte y tan libre…
”Un pueblo que vota es dueño de su propio destino: nada se realiza sino por su voluntad, y nada puede haber dentro de su soberanía que sea superior a su soberanía misma…

”Vamos, pues, mis jóvenes amigos, a aprestarnos para la gran tarea, y llamo a alistarse no sólo a vosotros, sino a las nuevas generaciones en toda la República. No las convoco a una campaña electoral inmediata con el solo propósito de hacer triunfar una tendencia, sino a una cruzada política contra la indiferencia que pesa como manto de plomo sobre nuestra vida pública…

”Sólo conseguiremos despojar nuestro título de sudamericanos de su significado deprimente, sólo podremos rechazar las humillantes protecciones del monroísmo, sólo seremos, en una palabra, pueblo respetado y respetable, cuando sepamos votar”.



La revolución radical de 1905 y sus consecuencias - Parte 1


El 4 de febrero de 1905 estalló una revolución de la Unión Cívica Radical en diversos puntos del país. La sublevación fue sofocada pero convenció a los dirigentes de la época de la necesidad de realizar cambios profundos en el sistema político vigente. Desde finales del siglo XIX, un sector del grupo gobernante había comenzado a darse cuenta de que la prosperidad alcanzada podía peligrar si no se atendían los reclamos de la oposición.  Se mostraron entonces dispuestos a considerar reformas graduales en el sistema electoral, con el fin de evitar conflictos sociales. Pero la “máquina electoral”, aceitada en base a fraude y corrupción, continuaría funcionando a  la perfección durante muchos años. A continuación, incluimos algunos  fragmentos de un discurso de Carlos Pellegrini, pronunciado pocos meses después de la revolución radical, donde manifiesta su convicción de llevar a cabo una apertura política en el sistema electoral. 

Fuente: Discurso de Carlos Pellegrini en el banquete que le ofreció la juventud del P.A.N., el 25 de agosto de 1905.

“Nuestro país despliega ante el mundo sus tesoros y escucha satisfecho el coro de alabanzas y de elogios que se tributa siempre a los afortunados; pero su concepto como Nación no crece cual debiera, y asoman a veces dudas hirientes sobre su capacidad política.
”…Nuestra historia política de los últimos quince años es, con ligeras variantes, la de los quince años anteriores; casi puede decirse, la historia política sudamericana; círculos que dominan y círculos que se rebelan; opresiones y revoluciones, abusos y anarquía. Pasan los años, nada se corrige y nada se olvida…
”Vivimos girando en un círculo funesto de recriminaciones recíprocas y de males comunes. Los unos proclaman que, mientras haya gobiernos personales y opresores, ha de haber revoluciones; y los otros contestan que mientras haya revoluciones, han de existir Gobiernos de fuerza y de represión. Todos están en la verdad, o, más bien, todos están en el error.
”Hay que convencer a los unos que por fundadas que sean sus protestas contra la violación de derechos y garantías, nunca podrán alcanzar el remedio de esos males con revueltas populares o motines militares, y que el testimonio, no sólo de nuestra propia historia, sino de la historia de la humanidad, les dice que, de esas revueltas y motines, han surgido muchas veces Gobiernos de hecho y de fuerza, obscuras y torpes tiranías; pero jamás Gobiernos de libertad y derecho.
”Pero, cuando condenamos estos remedios anárquicos, no podemos admitir que esa condenación se traduzca en garantía para el abuso, y debemos recordar a los Gobiernos que es la libertad y no la represión la que curará males que tienen su origen en nuestra deficiente educación política, y que inútilmente apelarán al rigor de las leyes, pues que aún cuando condenen a los culpables a presidios y destierros, la sentencia caerá sobre ellos sin inflamarlos, porque la conciencia y el sentimiento públicos saben que no hubo en su acto intención criminal, sino vicios de educación política…

”Todos estos males, mis jóvenes amigos, reconocen una sola y única causa y tienen un solo y único remedio, es que todo nuestro régimen institucional es una simulación y una falsedad. Nuestra Constitución proclama como base institucional la soberanía popular, y la soberanía popular no existe; declara que el voto popular es fuente de toda autoridad, y esa fuente está cegada o cubierta de malezas; quiere que nuestro Gobierno sea fuerte y eficaz por la opinión que lo vigorice, y la opinión pública carece de vigor necesario, pues se la ve cobijarse tras voluntades y energías personales…