martes, 10 de febrero de 2015

BERNARDO A. HOUSSAY, EL INVESTIGADOR PIONERO – Parte 2

LA DIVERSIÓN MAS BARATA ES EL TRABAJO

Con esta frase don Bernardo estimuló siempre a sus discípulos y no hay duda que predicó con el ejemplo desde su juventud. Su tesis doctoral la preparó en aquel incómodo laboratorio de la Facultad de Veterinaria, conde continuó las investigaciones iniciadas cuando era estudiante de Farmacia mediante técnicas desarrolladas por él mismo basándose en los conocimientos adquiridos en la lectura del libro de Claude Bernard.

En esos años, la glándula hipófisis, mal llamada pituitaria, era muy poco conocida. Su tesis doctoral sobre “La acción fisiológica de los extractos hipofisarios” fue el primer tratado de endocrinología del mundo, por lo que la facultad le regaló mil ejemplares que se distribuyeron en todas las escuelas de medicina del exterior e hicieron famoso a su autor. Además, esa tesis le valió el premio ‘Facultad de Ciencias Médicas” y fue el punto de partida de la investigación científica por el método experimental en nuestro país.
Entre 1911 y 1919 ejerció la medicina clínica en el Hospital Alvear y en su consultorio privado; dictó su cátedra en la Facultad de Veterinaria y desde 1915 integró el cuerpo de investigadores del Instituto Bacteriológico, organismo oficial dedicado a la preparación de sueros y vacunas. 
Tanta actividad lo obligaba, claro, a comenzar su día a las 5 de la mañana. Pero en 1919 ganó por concurso la titularidad de la Cátedra de Fisiología de la Facultad de Medicina y poco después consiguió del Consejo Directivo de esa facultad la creación del Instituto de Fisiología y la figura de profesor full-time, condición largamente anhelada por Houssay. Este Instituto fue su laboratorio de enseñanza e investigación con la posibilidad para los alumnos de tener profesor y personal docente con dedicación exclusiva.


Toda una revolución para la época y un considerable deterioro para la economía personal de Houssay, que debió abandonar su consultorio para dedicarse de lleno a su nueva tarea, porque, como él decía, “el soplete, aplicado en un punto, perfora, pasado sobre la superficie, apenas entibia”.

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