viernes, 30 de noviembre de 2018

Nostalgias del creador del Parque Sarmiento - Parte 2

Cuenta que el objetivo para el Parque Sarmiento fue similar al del Parque Roca, aunque con más énfasis en el deporte. “Tenía una buena pista de atletismo, canchas de tenis, dos piletas de natación olímpicas… El piso de madera de la cancha de básquet se importó de Estados Unidos, ¿usted sabía eso? -dice con orgullo-. También trajimos una superficie sintética para jugar tenis. El predio podía utilizarse para la alta competencia, no tenga la menor duda”. A Kocourek lo inspiraron los centros deportivos europeos y menciona los de Alemania. “Yo convencí al intendente de que el Parque Sarmiento tuviera piletas, al explicarle que en la Ciudad de Buenos Aires no existían natatorios públicos climatizados, mientras Uruguay tenía uno en Colonia. ‘Hágalas’, me dijo. Yo dirigí la obra del parque hasta su inauguración. La constructora fue una gran empresa mendocina, Cartellone, y el resultado fue el mejor. Era un potrero que se convirtió en un centro bárbaro. El vecindario estaba muy contento”, evoca el arquitecto.

“Un puñal en el pecho”

Dentro de su vasto curriculum profesional, Kocourek le asigna a los tres centros deportivos creados para la Ciudad de Buenos Aires un valor enorme: “Lamentablemente, dos de ellos no fueron cuidados. El intendente Osvaldo Cacciatore tuvo la preocupación de mantenerlos, por eso en su momento se los dio a manos privadas; el Parque Sarmiento se lo entregó a COAS. Durante años vi que estaba bien cuidado y yo lo visitaba por curiosidad. 

Después empezó a venirse abajo y hace quince o veinte años dejé de ir porque verlo abandonado fue como un puñal en el pecho. Me partió el alma encontrarlo destruido la última vez que fui”.
-¿Es doloroso para un arquitecto ver malogrado el destino de una creación? Clorindo Testa decía que las obras no están hechas para perdurar.
-Creo que Testa se equivocó: seguimos disfrutando el arte romano, bizantino, gótico… El Parque Sarmiento es moderno, sigue teniendo actualidad. Por eso me duele su abandono. En el mundo estos proyectos funcionan debido a buenas administraciones, estatales o privadas, y a un pueblo educado que cuida la obra pública. Porque son proyectos que pagamos todos. 

En el Parque Sarmiento he visto los vidrios rotos, los sanitarios destruidos…
El prematuro ocaso del predio se inició tras el retiro de COAS y el paso de la administración a la órbita municipal, algo parecido a lo sucedido con el Parque de la Ciudad tras la rescisión a Interama. Kocourek pierde el rastro de lo sucedido en los años subsiguientes y se escandaliza cuando le comentamos lo que pasó con el parque en la década del 90, durante la intendencia de Carlos Grosso y la concesión a una empresa privada. Pregunta interesado por el destino actual de las piletas y el gimnasio y vuelve a recordar los años gloriosos. “¡Usted no sabe lo que era el Parque Sarmiento, la calidad de los materiales! -exclama con entusiasmo-. Vaya a ver el Parque Jorge Newbery, que ahora es el Club de Amigos, y comprobará lo que le digo. Es más chico que el Parque Sarmiento, la pileta tiene 25 metros”.

La del Parque Sarmiento no fue la única huella que dejó Kocourek en la Comuna 12. “Yo participé del Plan 60 Escuelas y como había que terminarlas en nueve meses la Municipalidad nombró cuatro estudios de arquitectura para desarrollar el proyecto, uno de ellos el mío”. La historia cuenta que sólo lograron terminarse 24 edificios antes de que Cacciatore fuera removido de su cargo, aunque son coincidentes las voces en que se trató del último plan de construcción de escuelas primarias a gran escala en la Capital Federal. El Estudio Kocourek también tuvo a su cargo la modernización de los hospitales Argerich, Fernández y Pirovano, este último en Coghlan.

El recuerdo de Cacciatore

Sobre la polémica figura de Osvaldo Cacciatore, Kocourek guarda un buen concepto. “Fue una persona muy trabajadora y honesta -afirma-. Como director de obra sé cuándo un precio está inflado. 

Le dije a Cacciatore que si queríamos hacer las cosas bien debíamos implementar un tipo de licitación que nos diera la tranquilidad de saber que las empresas procedían correctamente. Le propuse un procedimiento internacional que evita las trampas. Un sistema de doble sobre: uno grande con los antecedentes de la empresa y dentro otro más chico con la cotización del trabajo. Primero se juzgan los antecedentes y se elige a los mejores oferentes. Luego se abre el sobre de la cotización. De esta manera se evitan manejos espurios. Tuvimos obras muy bien construidas y a un precio de mercado. Creo que el Parque Sarmiento costó 25 millones de dólares”.

Más allá del afecto que los vecinos de Villa Urquiza, Saavedra y barrios aledaños tienen por el Parque Sarmiento, un lugar que al menos en los años 80 sirvió de esparcimiento a grandes y chicos, los méritos de este proyecto son reconocidos por los especialistas. 
El Consejo Profesional de Arquitectura, Diseño y Urbanismo lo destacó recientemente junto a otras tres obras similares: los parques Roca, Jorge Newbery y Reconquista, de San Isidro. El destino del Sarmiento preocupa a Kocourek, quien sobre el final de la charla nos pregunta si sabemos qué va a ser del parque. 

Habría que recuperarlo tal cual estaba -sugiere melancólico-. En lugar de andar pavoneando, la gente joven podría hacer deporte, ¿se da cuenta del valor que tiene eso? En el predio había hasta lugares donde sentarse a comer, confiterías…

Kocourek se emociona y por unos segundos hace silencio. Tal vez en los cuarenta minutos de entrevista, que está llegando a su fin, asomaron algunos recuerdos que estaban bien guardados. A modo de defensa, la mente suele archivar aquellos episodios de la vida de las personas que no tuvieron un final feliz. El Parque Sarmiento, por culpa del vandalismo y la falta de control, es uno de ellos en la historia personal de este reconocido arquitecto. Hay tiempo para que ensaye una última reflexión, en tono de esperanza: “Yo lo conozco a Mauricio Macri, pero no lo veo hace muchos años. Le preguntaría qué ideas tiene con respecto al parque: debería darle pena su situación”.



Nostalgias del creador del Parque Sarmiento - Parte 1


A 33 años de la inauguración del que fuera el principal polideportivo de Sudamérica dialogamos con el responsable de su diseño. El autor de emprendimientos relevantes como el Edificio Conurban, la Torre Madero o el Plan 60 Escuelas recuerda con nostalgia, a sus 84 años, aquel histórico proyecto. Tras visitarlo por última vez hace más de una década, decidió no volver por el dolor que le produjo su abandono.


Decíamos en el editorial del mes pasado que el Parque Presidente Sarmiento, extraordinaria obra de la arquitectura moderna ubicada entre las avenidas General Paz, Ricardo Balbín, Triunvirato, Crisólogo Larralde y la calle Andonaegui, tenía la misma edad de Jesús al morir: apenas 33 años. Para llegar a su precoz decadencia fue necesario que desde 1984 las diferentes gestiones municipales hicieran una lamentable contribución. Porque, paradójicamente, la función social, deportiva y recreativa de este predio de 60 hectáreas se pudo cumplir durante un breve período de tres años -y bajo la gestión de una organización privada- en tiempos dictatoriales.

Recordemos que el polideportivo fue inaugurado, literalmente con bombos y platillos, el 17 de setiembre de 1981. Desde el comienzo estuvo a cargo de la Cooperadora de Acción Social (COAS), una entidad sin fines de lucro conocida por organizar la Feria de las Naciones. Gracias a este antecedente, COAS se hizo cargo de la puesta en marcha del Parque Sarmiento. Inicialmente, los deportes que podían practicarse eran fútbol, vóley, básquet, tenis, rugby, béisbol, pelota a paleta, atletismo, natación, saltos ornamentales, patín, ciclismo, hockey y pelota al cesto. “La desgracia ocurrió cuando el intendente de Buenos Aires, Julio César Saguier, creyó que el parque era un buen negocio. No era así: todo era pura reinversión”, relataba en 2011 la vicepresidenta 1° de COAS, Elena de Basavilbaso.

“Si bien en la Argentina hubo innumerables ejemplos del desguace privatista en detrimento de lo público, este no fue el caso del Parque Sarmiento en sus primeros tres años de vida: seguridad, calidad de la infraestructura y los recursos humanos, masividad y acceso popular podrían ser algunos de los principales aspectos a destacar. Luego el polideportivo sería protagonista de una serie de saqueos y malas administraciones privadas y públicas que llevarían a una serie de intentos fallidos por recuperar su esplendor inicial”, escribíamos hace tres años, en uno de los tantos informes dedicados a su penosa situación. Después de la anunciada y demorada llegada del subte a Villa Urquiza, el Parque Sarmiento debe ser el tema al que dedicamos más tapas en la historia de este periódico, desde la primera allá por 1999.

El padre de la criatura

En esta ocasión nos propusimos un enfoque distinto; conocer la opinión del hombre que proyectó y dirigió la construcción “del complejo polideportivo más importante de Sudamérica”, como se lo consideraba en esa época. Se trata de Estanislao Kocourek (84), un arquitecto muy reconocido, autor de obras notables y ganador en 1988 del Premio Konex. Después de algunos días de búsqueda infructuosa, lo ubicamos en San Isidro y acordamos un encuentro. Nos recibe con un apretón de manos firme, que desmiente la edad que tiene. Hijo de inmigrantes checoslovacos arribados al país en la década del 20, vivió su infancia en Villa Devoto y se define como “un pibe de barrio”.

Estamos en presencia del creador del Parque Presidente Sarmiento, un emprendimiento que fue orgullo de Saavedra y también de su autor intelectual. “Yo hice además los parques Julio Roca y Jorge Newbery, actualmente Club de Amigos. Sólo este último, debido a su ubicación sobre Figueroa Alcorta, su clientela selecta y un buen concesionario, se mantiene en buenas condiciones. El Roca y el Sarmiento están destruidos, todo debido a un problema cultural de los argentinos. En países de Europa, los centros deportivos son de excelencia porque los cuidan el administrador y el público”, arranca Kocourek.

El arquitecto recuerda que cuando le encargaron el proyecto del Parque Sarmiento se sintió tremendamente orgulloso de poder realizar una obra así, porque siempre entendió al deporte y la recreación como actividades necesarias para las personas que trabajan o estudian. Kocourek fue un exitoso deportista, que practicó atletismo y yachting. De hecho, tiene el privilegio de haber aparecido en una tapa de la revista El Gráfico de 1952, donde se lo observa saltando una valla. Corrió regatas en Brasil, Inglaterra y Estados Unidos y participó en los Juegos Olímpicos de Helsinski, en 1952, donde salió tercero en su serie con un tiempo de 15.20 segundos. Además, fue campeón argentino en los 110 metros con vallas. De modo tal que el desarrollo del gigantesco parque polideportivo no podía haber caído en mejores manos que las suyas.

“Primero me llamó el Secretario de Obras Públicas de la Municipalidad de Buenos Aires,Dr. Guillermo Laura, para que nos conozcamos. Les interesó mi trabajo en el Boating Club de San Isidro, un bañado que convertí en una marina: es decir, casas y barcos. Me pidieron transformar el basural de Villa Soldati en un parque deportivo y recreativo. Fue un desafío muy grande: hicimos el proyecto, la licitación y se concretó un parque maravilloso, el Roca. Les gustó la forma en que trabajé, por lo que me convocaron para hacer también los parques Jorge Newbery y Sarmiento”, recuerda Kocourek acerca de cómo llegó a este proyecto. Este arquitecto es famoso, además, por haber diseñado el Edificio Conurban y la Torre Madero, en Retiro, y el Hotel Sheraton Iguazú, entre otros emprendimientos.


martes, 27 de noviembre de 2018

BATALLA DE LA TABLADA - 22 de junio de 1829 - Parte 10

Una sucesión de imponderables se encarga de entrelazar, en el transcurso de pocas horas, los sucesos más diversos, más contrapuestos y también más imprevistos.

Por ambas partes se ha hecho derroche de valor y de pericia. Los dos jefes que han ido a colocarse frente a frente sobre el campo de La Tablada, demostraron igual pericia y valor.

Pero Paz ha cometido menores errores que Facundo, y su triunfo es la consecuencia de ello. Es muy posible que si Quiroga, en lugar de alejarse en dirección opuesta a la que las circunstancias le aconsejan, lo hace en sentido contrario, todo hubiese cambiado. Pero Quiroga ha cometido ese error, y el precio que tiene que pagar por ello se traduce en su derrota.

Facundo pudo triunfar cuando ya estaba derrotado, sin que Paz tuviese posibilidades de evitarlo. Para lograrlo, debió hacer todo lo contrario de lo que hizo. Pero procedió a la inversa y cuando quiso reaccionar contra el error cometido, era demasiado tarde. Y entonces ya no había nada que intentar, nada que fuese posible llevar a cabo para evitar la derrota, consumada.

Un golpe de audacia, uno de esos golpes que muy frecuentemente resuelven sobre el destino de hombres como Facundo, está a punto de darle, en La Tablada, una victoria dentro de su propia derrota. Una vacilación, cuando está próximo a triunfar, lo priva de la victoria y lo obliga a huir rumbo a La Rioja, iniciando así la tercera etapa de su existencia, aquella durante la cual ha de saborear más de una vez el amargo sabor de la derrota.

Al producirse la caída de Facundo en La Tablada, Lavalle ya ha perdido el control de la provincia de Buenos Aires, que pasa a manos de Rosas. Se originan, así, dentro del país, dos frentes: uno, federal, que tiene su base en las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes; otro, unitario, con su centro en Córdoba y su jefe visible en el general Paz.

La Tablada es un episodio trascendente, porque mediante él se logra la consolidación del partido unitario en Tucumán, la incorporación de Salta al mismo frente y la expulsión del gobernador Ibarra de Santiago del Estero. Pero, simultáneamente, la derrota de Lavalle en la provincia de Buenos Aires, federaliza la conducción de este poderoso Estado, que al quedar dependiendo de Rosas, priva al partido unitario de su principal y más rica base de operaciones. Estos hechos alteran fundamentalmente la fisonomía del país, con relación a la de 1820 y 1821.





lunes, 26 de noviembre de 2018

BATALLA DE LA TABLADA - 22 de junio de 1829 - Parte 9


Durante largo tiempo la suerte de la lucha permanece en suspenso. Las fuerzas de Quiroga no parecen haber sido derrotadas el día anterior, tan elevada es su moral. Pero, a medida que transcurre el tiempo, el panorama cambia.

"Empeñado, según he dicho, el fuego del modo más terrible, empezó al fin a flaquear por parte del enemigo y a triunfar la pericia, ya que no la bravura de nuestros soldados, porque sea dicho en honor de la verdad, los de Quiroga se condujeron del modo más bizarro. Vencidos, perseguidos, acosados por todas partes, arrinconados en las quiebras del terreno, se defendían con la rabia de la desesperación; hubo hombres que, inutilizadas sus armas, las arrojaban y tomaban piedras para defenderse individualmente; y uno de nuestros jefes, experimentado en las guerras de la Independencia, me dijo con este motivo: "Me he batido con tropas más aguerridas, más disciplinadas, más instruidas; pero más valientes, jamás".

"La victoria fue completa. La artillería fue tomada como también toda la infantería que no murió con las armas en la mano. En el campo quedaban más de mil cadáveres enemigos, incluso los de la tarde anterior, que eran la cuarta parte de su fuerza. Mortandad enorme en proporción al número de los combatientes. Además, teníamos como quinientos prisioneros, entre ellos varios jefes y oficiales".

"Quiroga, al fin, despechado, huyó con un grupo de caballería, siempre perseguido por los mismos. Yo, siguiendo sus movimientos, fui a encontrarme con el coronel Lamadrid a dos leguas del campo de batalla, en un terreno sumamente escabroso y cubierto de ese bosque bajo y espinoso que tanto abunda en los alrededores de Córdoba. Era incierta la senda que había seguido el general enemigo, pero del todo probable que llevaba la dirección de la sierra, que lo conducía también a La Rioja".

A pesar de todos estos elogios sobre la bravura del adversario, ese mismo día, quizá en represalia por las ejecuciones de Facundo en Río Cuarto, Paz manda fusilar algunos oficiales prisioneros, sobre el mismo campo de batalla.

En sus Memorias, el general Paz trata de justificar este hecho, alegando que sólo se entera de él cuando los prisioneros ya han sido pasados por las armas. Pero, en otro pasaje del mismo documento manifiesta que es una represalia que sus tropas exigen en términos perentorios. Aunque no único en las guerras civiles, es un hecho lamentable.

De acuerdo con lo que el propio general Paz confiesa en sus "Memorias`, la suerte de Facundo Quiroga no se ha jugado precisamente en la batalla de "La Tablada", sino en un indefinible conjunto de circunstancias vinculadas a ella. No la ha perdido Facundo con sus torpezas; tampoco la ganó Paz con la precisión de los movimientos dispuestos para los cuerpos militares bajo su mando.


BATALLA DE LA TABLADA - 22 de junio de 1829 - Parte 8


A pesar de todo, la situación continúa siendo desesperante, y ahora todo depende de lo que disponga Facundo. Si su maniobra prosigue con la rapidez y con la audacia inicial, Paz está perdido. Pero Facundo vacila. ¿Por qué? Nadie lo sabe; nadie puede ni podrá explicarse jamás por qué se detiene el hombre que termina de ensayar una de las maniobras militares más audaces de su tiempo. El propio Paz permanece atónito ante aquella vacilación, en la que estriba su única posibilidad de salvación:

"El enemigo, contra lo que se temía, hizo alto en la cresta de la altura, después de haber dispersado y puesto en desorden nuestra retaguardia, sin que nuestra artillería, que se hallaba al pie de la pendiente, pudiese hacer fuego desde esta ventajosa posición. El comandante de ella la creyó en tanto peligro que llegó a mandar clavar algunas piezas, que creyó a punto de perderse. La demora del enemigo nos dio tiempo a combinar mejor nuestros medios. Hasta ahora me es difícil explicarme por qué el arrojo sin igual con que el general Quiroga había conducido su atrevida operación, le faltó en aquel momento. Sea que no quisiese dejar la posición, sea que esperase que fuese más claro el día, sin lo cual hubiese sido nuestra situación más crítica de lo que era ya. Hubo momentos en que creí que se escapaba la Victoria de nuestras manos tan inesperado había sido el ataque y tan atrevido su movimiento".

Pero, por una o por otra causa, la verdad es que Facundo vacila en el momento en que tiene que dar más resueltamente el golpe, y que un instante después, cuando quiere intentarlo, ya es tarde, porque el enemigo lo está contraatacando con fuerzas más considerables, desaparecido el peligro de que lo arrollen en el desfiladero.

Cuando las tropas del general Paz ocupan algunas alturas en los bordes del desfiladero, sin que Quiroga advierta que lo hacen, "colocadas las fuerzas en un terreno igual, se traba el más reñido combate. El fuego es vigorosamente sostenido por ambas partes".

La forma en que se suceden las descargas de artillería y fusilería es tal, que el propio Paz tiene que admitir que es "uno de los fuegos mejor alimentados que he presenciado, atendido el número de los contendores".


domingo, 25 de noviembre de 2018

BATALLA DE LA TABLADA - 22 de junio de 1829 - Parte 7


"Algunos de los oficiales tucumanos que iban al flanco derecho de nuesta columna de camino, pues íbamos a cuatro de frente, se habían alejado un poco sobre dicho costado, para reconocer los muchos cadáveres que se descubrían en el campo de batalla, cuando uno de los oficiales descubre a los novecientos infantes que Quiroga había dejado en el pueblo, formados en batalla, un poco más adelante, a vanguardia del flanco derecho de los tucumanos'.

"Dicho oficial, en vez de dar aviso al gobernador del descubrimiento que acaba de hacer, corre a mí y me dice:

¡Mi coronel, vea usted la línea de la infantería de Quiroga! y me la indica con su mano; fíjome bien, pues no estaba bien aclarado el día, y reconozco en realidad la línea enemiga".

"Adviértase que cuando esto sucedía la mitad de nuestro ejército o algo más, había descendido al bajo del río, por el noroeste del pueblo. Mi ayudante parte a escape en alcance del general con dicho aviso, cuando dispáranos Quiroga dos cañonazos a bala y hace dar un fuerte viva a sí mismo por toda la línea. Fue tal la sorpresa que los cañonazos y los vivas a Quiroga produjo en los tucumanos, que se precipitaron todos sobre la cerca que llevábamos a la izquierda y se pusieron en fuga".

Mientras Lamadrid trata de contener a sus soldados en fuga, el general Paz advierte que la cola de su columna es atacada y que, en el caso de ser derrotada, envuelta y en desorden como se encuentra, se precipita sobre el resto de la columna, los arrastrará a todos a una caída inevitable, pues "el camino estaba bordeado de cercos por ambos lados y era un verdadero callejón que no dejaba otra escapatoria a los que quisieran huir del enemigo".

Facundo está casi triunfante, después de su tremenda derrota del día anterior, pero, en última instancia, todo depende de que el general Paz no tenga tiempo de tomar algún desesperado dispositivo de defensa.

Frente a cualquier otro adversario, Facundo habría triunfado. No frente a un táctico y estratega de la capacidad luminosa de Paz, quien no vacila un instante frente al peligro:

"Ordené al coronel Pedernera que siguiese con su regimiento hasta salir de lo más estrecho del desfiladero y encontrar un lugar donde pudiese medianamente maniobrar y esperar allí; y a los batallones de infantería 29 y 59 que rompiesen el cerco de la izquierda, entrasen en el cercado, desmontasen y formasen, dejando expedito el camino"...


BATALLA DE LA TABLADA - 22 de junio de 1829 - Parte 6



Nadie puede predecir, en este momento, cuál será el curso futuro de los sucesos, pues una tremenda confusión impera en el ánimo de todos, con la sola excepción, quizá, del general Paz, quien parece haber previsto y calculado lo que va a suceder.

Lo que sí puede apreciarse, en términos generales, es que la situación de Quiroga parece debilitarse en la misma medida en que la de Paz se consolida. Pero ésta es una simple apreciación, cuyo proceso posterior está pendiente de infinidad de circunstancias, muchas de ellas de carácter psicológico.

La retirada de Quiroga tiene todos los síntomas de un principio de derrota. Pero, ¿quién puede asegurar que este singular caudillo no sea capaz de rehacerse para volver a la carga? El que no acepta, el que no puede creer que aquella reacción se produzca, es el jefe unitario, quien procede de acuerdo con esta apreciación suya, respecto del futuro del combate. 


Se reanuda la lucha en la Tablada



Gral.Gregorio A. de Lamadrid.    


Al ver que Quiroga, con las pocas fuerzas de caballería que le quedan, se interna en un espeso monte, Paz lo considera definitivamente vencido y ordena que sus tropas marchen sobre la ciudad de Córdoba, donde están la infantería y la artillería de aquél, para retomarla. Pero Facundo aún no se considera vencido, y pronto va a dar pruebas de ello.

En horas de la noche, mientras los soldados del general Paz festejan una victoria que aún no lograron por completo, Quiroga abandona el bosque con su caballería, manda salir la artillería y la infantería que tiene en la ciudad, se coloca al frente de todos los efectivos y se dispone a librar una batalla en cuyo éxito nadie puede creer, razonablemente.

Hablando de esta maniobra militar, el general Paz, indiscutible autoridad en la materia, comenta:

"No trepido en decir que es la operación militar más arrojada de que he sido testigo o actor en mi larga carrera. Para apreciarla debidamente ha de suponerse un ejército completamente batido unas horas antes, al que sólo había quedado una fracción que no ha participado de la derrota. Cualquiera creería, y yo mismo participé de esta opinión, que no sería capaz de tomar la ofensiva y buscar al vencedor en el mismo campo de la gloria, para arrebatarle el triunfo por una acción desesperada. Mas fue al contrario y el general Quiroga tuvo bastante audacia y bastante ascendiente sobre sus soldados para traerlos a buscar nuevos peligros y un sacrificio completo. Efectivamente, la posición en que los colocó no podía ser más decisiva y era necesario que venciesen o que quedasen todos a discreción del enemigo".

En la madrugada del 23 de junio, el ejército del general Paz avanza lentamente hacia la ciudad de, Córdoba, sin imaginarse la sorpresa que le espera, descendiendo lentamente por la pendiente que, desde el campo de la Tablada, conduce al río. Avanza en una columna, porque las características del angosto desfiladero no permiten otra cosa, y también porque la falta de luz impide ver bien. Las tropas de caballería, el regimiento 2 dé dicha arma, que es el que lleva la vanguardia y con el cual va el propio general Paz, está ya en el bajo del río. Lo siguen, aun dentro del desfiladero, la artillería y la infantería, cerrando la marcha los milicianos de Tucumán y Córdoba, los cuales, ubicados en el extremo más elevado del desfiladero, aún no dan comienzo al descenso.

De pronto se escucha el ruido de un disparo de cañón; después otro, cuyo proyectil cae cerca de la caballería de Paz.¿Qué ocurre? ¿Es la propia caballería unitaria que cañonea a un grupo cualquiera del enemigo ya disperso? No. Es Facundo, que habiendo comprendido finalmente que no bastan las cargas de caballería para ganar las batallas, usa la artillería que acaba de sacar de la ciudad de Córdoba. El coronel Lamadrid, cuyas tropas reciben el primer impacto en la arremetida de Quiroga, recuerda el episodio en esta forma:


sábado, 24 de noviembre de 2018

BATALLA DE LA TABLADA - 22 de junio de 1829 - Parte 5


Se suceden los choques vigorosos y las cargas resueltas, hasta que las fuerzas de Quiroga se paran, arrolladas pero no vencidas del todo. Ceden terreno, se repliegan en desorden sobre las reservas, pero no huyen decididamente. Aún tienen esperanzas, porque las últimas reservas no ceden. 
El general Paz las ve desde lejos y las describe en esta forma: "formaban un compacto grupo de más de mil hombres que su terrible jefe (era allí ,donde estaba Quiroga) hacía esfuerzos sobrehumanos para reorganizar y traer otra vez al combate. Los momentos eran preciosos y era preciso aprovecharlos para no darle tiempo y consumar su derrota. Quiroga era el alma y el nervio de su ejército, y era allí, donde él estaba, el punto esencial y decisivo del combate".

Desde que descubre el lugar donde se encuentra Facundo, Paz deja el control de todo el resto de la lucha en manos de su jefe de Estado Mayor, y se contrae a la atención de aquél. Sólo tiene un propósito: derrotar al enemigo antes de que Quiroga logre reorganizar al grupo que lo rodea. Animado por este pensamiento, convencido de que aquí se libra en definitiva la suerte del combate, reúne cuanto escuadrón encuentra a su paso. Pero el total de hombres así logrado no pasa de trescientos, y entonces, ¿cómo lanzarlos sobre los mil jinetes que Quiroga manda en persona?

Paz no puede cometer un error semejante, por mucho que de su acción dependa el resultado de la lucha entablada. Ve que nuevas partidas van reuniéndose al grupo central de la caballería enemiga, y comprende que sólo le queda un camino: hostilizarlos para que tengan que continuar su retirada, sin tiempo para reorganizarse.

"Nuestros escuadrones -dice Paz explicando sus maniobras- eran sencillos, es decir, formaban una sola fila para suplir la escasez del personal y pude medio arreglar cuatro o seis, formando escalones, ya por la izquierda, ya por la derecha, amagando uno u otro costado del enemigo, logrando que aquel que amenazaba cargar volvía caras y se ponía lentamente en retirada. Entonces se hacía la maniobra de un modo inverso, y se conseguía hacer retroceder a los que habían quedado firmes".

Era lucha del ingenio, quizá del genio militar , contra el coraje, contra la fiereza. No se trata de valor, sino de dominio de las tácticas militares, pues la figura de Facundo continúa dominando el campo, como su propio enemigo lo reconoce:

"Era fácil conocer el punto que personalmente ocupaba Quiroga, pues allí se contenían los que iban en retirada, y daban frente a los que los perseguían, pero mientras volvían a otro punto, mediante los continuos amagos de nuestros escuadrones, volvían a continuar la retirada. Allí fue donde aquel caudillo atravesó con su terrible lanza a algunos que fueron menos dóciles a su mandato. En cuanto a mí, era seguro que si yo me desorganizaba, aunque no fuese enteramente, y si permitía que el enemigo volviese sobre sí, era peligrosa mi situación".

Durante dos horas, aquel duelo entre Facundo y Paz se realiza en medio de cargas y más cargas de caballería, siempre con armas blancas, sin que se escuche siquiera un disparo. Se alejan hasta dos leguas del campo de batalla, como si el de ellos fuese un pleito ajeno al que están tratando de resolver los otros. Al cabo de ese tiempo, Paz, que no ha dejado de enviar mensajes pidiendo recursos, comienza a comprender que si tardan en llegar, está perdido. Mas cuando todo va encaminándose en tal dirección, llegan los refuerzos pedidos: doscientos hombres del batallón número 5, con dos piezas de artillería.

Cuando los cañones comienzan con sus disparos, y la caballería carga protegida por el fuego de ellos, las fuerzas de Quiroga que aún tratan de hacerse fuertes en el linde de un bosque, no tienen más remedio que penetrar en él, en el momento en que entrando ya las sombras de la noche, se interrumpe el combate.


BATALLA DE LA TABLADA - 22 de junio de 1829 - Parte 4


Comienza la batalla de la Tablada

El 22 de junio de 1829, las fuerzas de Paz y Quiroga se disponen para dar comienzo a la batalla de la Tablada. El primero de ellos encierra a sus tropas en un gran corral con espesos cercos, en el que manda abrir tres grandes brechas. El segundo espera con sus fuerzas tendidas en línea de batalla, en campo abierto.

Tan pronto como Facundo se convence de que el enemigo está dispuesto a librar batalla, se mueve con la vertiginosa rapidez y violencia que le son características y, aprovechando la superioridad numérica de que dispone, despliega su línea, envolviendo a la de Paz en toda su extensión y por ambos costados.

Es la iniciativa y la resolución del jugador la que actúa. Todo o nada. Es la apuesta integral; absoluta. Un claro y terminante grito, digno de Facundo "¡Copo la banca!"

En un momento, el ala derecha del ejército de Paz, que está al mando del coronel Lamadrid, es arrollada y perseguida hasta el sitio mismo en que se encuentran la artillería y la infantería. La caballería de Facundo resulta incontenible. Se lanza inclusive sobre los cañones, los enlaza y los arrastra.

La batalla de la Tablada parece haberse resuelto en esta primera carga. Pero, en realidad, recién comienza. Los milicianos ubicados en el ala derecha de Paz, que son los que reciben el fuerte golpe inicial, se desbandan, abandonan el campo de batalla y propalan a los cuatro vientos que se pierde todo.

El general Paz, que por algo tiene fama de ser el militar con mayor capacidad técnica de su época, vislumbra el peligro, y manda que se adelanten las reservas. Eso no basta, y el propio Paz tiene que mezclarse con sus tropas, para tratar de contenerlas.

"Pero venían mezclados con los enemigos -escribirá posteriormente él mismo , y llegué a verme personalmente comprometido; mis ayudantes casi me arrastraron para hacerme seguir el movimiento general, hasta que, habiéndonos aproximado a la infantería, mandé con toda mi fuerza que hicieran fuego sobre los fugitivos".

La orden del general Paz no llega a cumplirse, pero surte efectos y los que no han logrado alejarse se reúnen en torno a él para apoyar el movimiento de la reserva.

En un momento, la presencia de ánimo del general Paz y la resolución de algunos jefes veteranos de las guerras de la Independencia, comienzan a estabilizar un frente de batalla roto en el instante mismo de comenzar el encuentro. El coronel Pedernera se adelanta sobre el flanco enemigo y manda a la carga a un escuadrón del 2 de caballería a las órdenes del comandante Pringles. Esta carga, llevada a término con la resolución peculiar de quien la encabeza, restablece el equilibrio del combate y proporciona los elementos necesarios para que se vuelque a favor de las tropas del general Paz.


BATALLA DE LA TABLADA - 22 de junio de 1829 - Parte 3


El general Bustos, como militar de carrera que es, le previene sobre los riesgos que corre al desprenderse de la artillería, pero Facundo no lo atiende. El no es partidario de los cañones. Asegura que no los necesita. Le bastan sus jinetes, con los cuales ya ha derrotado anteriormente a los veteranos del Regimiento l° de los Andes, y al coronel Lamadrid.

En momentos en que Facundo está con todas sus disposiciones tomadas, llega al lugar el jefe unitario. Y cuál no ha de ser su sorpresa, cuando se encuentra con que Córdoba está ya en poder de Quiroga. Su desconcierto es enorme, especialmente porque sus planes no tienen ya aplicación práctica. El mismo lo confiesa:


"A las siete de la noche nos hallamos en los arrabales de Córdoba, junto a los Mataderos. ¿Se creerá que me hallaba a pocas cuadras de la plaza, después de haber descendido de los altos que la circuyen, desde los que se distinguía una muy extensa línea de fogones en el campo de La Tablada que indicaban el campo enemigo, y al mismo nivel que ella, sin saber si se había o no rendido?"

Hasta este momento, el plan del general Paz consiste "en meter víveres en la plaza, a cuyo efecto traía una buena tropa de ganado, reforzarla con igual número de infantes al que traía desmontado", dejar una de las piezas de artillería que lleva y salir al encuentro de Quiroga, teniendo a la ciudad de su parte.

Ahora, con la ciudad en poder de aquél, y con sus tropas formadas en batalla sobre el campo de La Tablada, la situación cambia fundamentalmente.

A la mañana siguiente, después de una consulta con su Estado Mayor, y ante la evidencia de que Quiroga lleva la ventaja de la iniciativa, Paz trata de encontrar medios adecuados para contrarrestarla.

Existe una confesión del general Paz, que constituye algo así como el punto clave para estimar sus temores con relación a las posibilidades de triunfar de Quiroga.

"Iba, pues -dice Paz- , a entablar el combate por la tarde, pero con el presentimiento de que si lograba al anochecer desorganizar la masa de caballería enemiga, le sería imposible al general Quiroga, cuya influencia personal era mucha, el reunirla y aun contenerla".

Evidentemente, el general Paz, gran conocedor de hombres, está en lo cierto cuando hace la apreciación anterior, porque en la batalla que se aproxima, él no va a combatir solamente contra el ejército de Facundo Quiroga, sino también contra la influencia personal que el riojano ejerce sobre su gente. Desorganizar a Quiroga mentalmente, desorientándolo en el momento en que vayan a tener comienzo formal las operaciones militares, tiene que ser, por lo tanto, y lo es, uno de los principales objetivos que persigue Paz.

Todo está listo para la batalla que se aproxima, y ya no será posible que ninguno de los protagonistas de este episodio acumule a su favor otros factores que no sean los de carácter psicológico o, simplemente, los vinculados a las oportunidades en que han de ser llevados a la realidad los planes esbozados.



viernes, 23 de noviembre de 2018

BATALLA DE LA TABLADA - 22 de junio de 1829 - Parte 1



Vísperas de La Tablada

En s marcha para enfrentarse con el general Paz, Facundo acampa en las inmediaciones de Río Cuarto, población que el enemigo no parece dispuesto a defender. Su ejército, en estos momentos, está compuesto por unos cinco mil hombres, entre riojanos, catamarqueños, puntanos, mendocinos y cordobeses, pues los sanjuaninos, sublevados en el camino contra sus propios conductores, han regresado al punto de partida. Para castigar a los autores de esta sedición Quiroga manda al coronel Félix Aldao, quien una vez en San Juan procede violentamente contra los cabecillas del motín, la mayoría de los cuales es pasada por las armas.


Además de los Aldao, que mandan los efectivos de Mendoza y San Luis, van junto a Quiroga el general Bustos, ex gobernador de Córdoba, y el coronel Figueroa Cáceres, gobernador de Catamarca.

Desde Río Cuarto el ejército federal avanza hasta el Salto del río Tercero, donde se detiene en medio de un fuerte temporal de lluvia y viento.

Enterado de la ubicación de su enemigo, el general Paz avanza violentamente, de día y de noche, a pesar de que las lluvias convierten los caminos en verdaderos lodazales y que sus tropas van rendidas de cansancio. Lo guía el propósito de resolver el problema cuanto antes, en un solo combate, especialmente porque la ciudad de Córdoba, que queda a sus espaldas, no tiene suficientes medios de defensa. Llega por fin, tras grandes sacrificios, a la margen del río Tercero, cuando ya es de noche. Se preparan para atacar al enemigo, que está en la orilla opuesta, al amanecer el día siguiente.



El "manco" Gral. Paz.    


Cuando amanece, Paz se dispone a iniciar el combate. Monta a caballo para hacer personalmente el último reconocimiento, y descubre que el ejército de Facundo no está a la vista.

En el primer momento, el general Paz se desconcierta. Después se desespera, porque comprende que ha caído en una trampa preparada por Facundo. Quiere movilizarse en el acto, pero los jefes a sus órdenes le advierten que la tropa no ha comido, que los caballos no toleran una nueva y dilatada marcha.

¿Qué ocurre para que el jefe unitario se alarme en esta forma? Y, especialmente, ¿qué ha hecho Facundo durante la noche?

Facundo hace, precisamente, lo que el general sospecha. Prevenido de la proximidad de éste, y de que la ciudad de Córdoba carece de una guarnición capaz de defenderla, levanta campamento, retroce tres leguas buscando un vado en el río, Tercero, lo encuentra, lo pasa y se lanza violentamente hacia la capital de la provincia.


La Sirena dejó de sonar



Ubicado en la esquina de Ricardo Balbín y Núñez, fue un verdadero templo para trabajadores y vecinos. El “Polaco” Goyeneche era uno de sus clientes más fieles. En 2011 este periódico anunció que le quedaba poco tiempo de vida ya que sus dueños no quisieron declararlo Bar Notable y tenían intenciones de desprenderse del negocio.

El histórico bar La Sirena, que abrió sus puertas en el siglo diecinueve como una pulpería, no era una simple construcción vieja ubicada en la esquina de Ricardo Balbín y Núñez. Se trataba, por sobre todas las cosas, de una leyenda arquitectónica, testigo de una época que ya pasó e ícono del imaginario popular del barrio de Saavedra. Tras permanecer cerrado algunos años, finalmente se construyó en esa propiedad un supermercado Día, que abrió sus puertas a fines de diciembre pasado. Se trata de una empresa que desembarcó con fuerza en la Comuna 12, ya que instaló varios locales simultáneamente en el último tiempo.

Originalmente en esa ochava funcionó, desde 1876, una tienda de venta de bebidas también llamada La Sirena, cuando la zona todavía pertenecía al Partido de Belgrano. En 2011 este periódico anunció el inevitable final con una entrevista al por entonces propietario, Marcelino Mayol, quien contó: “En 1930 mi padre había renunciado a su trabajo y estaba en la búsqueda de una nueva actividad. Junto con mi abuelo descubrimos que se encontraba este mismo local cerrado y en alquiler. Inmediatamente informamos esta situación a mi padre, quien se acercó, lo alquiló y el 12 de febrero de 1930 abrió sus puertas”.

A lo largo del siglo veinte el café se convirtió en la escala obligada entre el trabajo y el hogar, en un verdadero templo para los vecinos de Saavedra. La mayoría de los clientes eran fieles integrantes de las tertulias que finalizaban al amanecer. El propio Mayol contó que en la década del 50, a raíz de la consolidación de las fábricas lindantes Fate y Nestlé, el bar permanecía abierto desde las cuatro de la madrugada hasta la medianoche.Roberto Goyeneche fue un habitué de La Sirena. En una nota publicada en septiembre de 2015, su viuda, Luisa, contó a este periódico que el cantante solía ir al café a tomar “la última” después de algún show en el mítico Caño 14. Cinzano, Campari y Hesperidina eran los tragos que el Polaco solía ingerir en soledad o acompañado por amigos del barrio.

Un final anunciado

El dueño de la propiedad nunca quiso declarar a La Sirena como un Bar Notable, lo que hubiese impedido su cierre. En la mencionada entrevista de 2011, Mayol le informó a El Barrio que el café se encontraba en venta. “Tomamos esta decisión porque los dueños ya somos personas mayores y nuestros hijos no están interesados en continuar con el negocio”, indicó. El final del mítico templo era inminente.

En 2012, cuando cerró sus puertas, se organizó una movida vecinal para impedir la transformación del lugar y con la pretensión que el Gobierno de la Ciudad lo expropiara. “La Sirena constituyó una página de Buenos Aires, con su pasado y su presente”, dijo en aquella ocasión Juan “Tata” Cedrón, músico nacido en Saavedra, quien brindó un show junto a otros artistas para rescatar el bar.

Lamentablemente, el final no se pudo evitar. La propiedad fue vendida a una compañía privada y a fines del año pasado se terminó el último capítulo de una de los cafés con más historia de Saavedra y de la Ciudad de Buenos Aires, cuando la cadena de supermercados Día abrió un nuevo local en la esquina de Ricardo Balbín y Núñez. Un lugar más que sólo quedará en la memoria.




BATALLA DE LA TABLADA - 22 de junio de 1829 - Parte 2


La nerviosidad y la preocupación del general Paz, su afán por movilizarse cuanto antes, resultan de que ha descubierto los planes de Facundo.

"No trepidé entonces -dice Paz- , y dando el tiempo necesario para que el ejército comiese y reposase, de que necesitaba mucho, marché a las dos de la tarde de regreso a Córdoba, pero no ya por el mismo camino que fui, sino aproximándome al que el enemigo llevaba hasta tomar al fin sus mismas huellas".

Sin preocuparse por el seguimiento de Paz, Quiroga se dirige tan rápidamente sobre la capital de la provincia, que en el transcurso de ese día y su correspondiente noche recorre veinticuatro leguas, a pesar de los malos caminos y de las condiciones poco propicias del tiempo.

Merced a esa capacidad de movimiento, de la que han de maravillarse siempre todos, el 20 de junio está ya sobre los arrabales de San Francisco, dominando las alturas de Córdoba por el extremo sur.

Sin preparativos previos de ninguna naturaleza, Facundo ordena cargar contra la ciudad por la calle de la Iglesia de San Francisco y todo parece estar a merced suya. Mas de pronto la tropa que avanza se encuentra frente a un foso, desde cuyo lado opuesto la acribillan a balazos, y tiene que retroceder en desorden.

De pronto Facundo se da cuenta de que algo anda mal. Averigua y descubre que la ciudad, aun teniendo pocas tropas para su defensa, cuenta con buenas trincheras, que no será fácil tomar. Lo desorienta la audacia de aquel puñado de hombres, atreviéndose contra el ejército que forman los contingentes de cinco provincias. Y entonces descubre algo más: que los defensores no creen tener que habérselas con él, sino con los montoneros que pululan por las inmediaciones.

Busca los medios necesarios para que los ocupantes de la plaza sepan la verdad, y cuando esto ocurre, Córdoba se entrega sin oponer nueva resistencia.

Ocupada la ciudad, Facundo manda que penetren y queden en ella la artillería y los infantes, mientras él va a situarse con la caballería en el campo de La Tablada, dispuesto a enfrentarse con el general Paz en campo abierto.


jueves, 22 de noviembre de 2018

Bar "La sirena"





En la tradicional esquina de Núñez y Av. Balbín se erige el bar " La sirena".
"La historia de este bar  nos llega contada por uno de  los descendientes de los propietarios. Gracias a la continuidad familiar, que ha permitido la reconstrucción completa de un periodo determinado de su existencia, donde fue fonda, bar, restaurante y confitería, lo que revela claramente las modificaciones del contexto social y económico en que estuvo inserta hasta el presente.

Es uno de los más antiguos establecimientos del barrio, cuyo edificio data de 1876-78, habiendo sido reformado en 1950. Fue fonda frecuentada por los feriantes que a las 4 de la mañana se reunían a tomar grapa, ginebra y café. Existía la feria de Av. del Tejar, desde Núñez a Republiquetas (hoy Crisólogo Larralde) y contaba con un boulevard. Esta feria funcionaba dos veces por semana: los miércoles y los sábados. Los camiones de los feriantes estacionaban en Núñez hasta  Juana Azurduy. Estos parroquianos al mediodía se juntaban con los obreros de las fabricas vecinas a saborear las consabida sopa, el opíparo puchero y el salpicón o minestrón a la noche (es decir una mezcla de verduras con poca carne) la comida habitual. Era un negocio atendido por toda la familia, hasta que con el tiepo se fue produciendo la desaparición de sus integrantes. Después tuvo billares, cancha de bochas y glorieta con espectáculos de varietés los fines de semana. La prosperidad sobrevenida en la década del 40 permitió a los descendientes adquirir el local."




domingo, 18 de noviembre de 2018

Timbó Histórico




Ubicado junto al lago del Parque General Paz. Fue incorporado al Registro de Árboles Históricos y Notables de la Ciudad de Buenos Aires, a través de la ley 4527 sancionada el 4 de junio de 2013, el ejemplar Timbó, ubicado junto al lago del Parque General Paz, en el Barrio de Saavedra, coordenadas 34°34’02,90″ S; 58°302’6,79″ O. 

La Junta de Estudios Históricos de Núñez y Saavedra, luego de una vasta investigación, determinó que ese ejemplar Timbó (Enterolobium contortisiliquum) fue plantado en el año 1880 por Luis María Saavedra -sobrino de Cornelio Saavedra- en los terrenos que otrora integraban su chacra. Según datos oficiales del Ministerio de Ambiente y Espacio Público, la Ciudad  cuenta con sólo 117 ejemplares de la especie Enterolobium contortisiliquum (llamada comúnmente Timbó o Pacará), lo que representa una participación de apenas 0.03% en el arbolado público urbano. Esto, sumado a que el ejemplar en cuestión posee una antigüedad de 132 años, constituye mérito suficiente para que sea considerado dentro del Registro de Árboles Históricos y Notables.



sábado, 17 de noviembre de 2018

La calesita - Parte 2


Los vecinos de Villa Urquiza han realizado infinidad de gestiones para que la calesita retorne a su anterior lugar. Hay que destacar que esta calesita ha subsistido por la ayuda de un grupo de vecinos, ya que hace sesenta años que forma parte de nuestra cultura, explica Liliana Vázquez. Por su parte, Sergio Oviedo pide que sea declarada patrimonio histórico, ya que es la última del barrio. 
De alguna manera saben que les pertenece, porque -como a su infancia- no se las roba nadie. En Villa Urquiza existieron otras dos calesitas: La Porteña, ubicada en Av. Triunvirato y Juramento, que funcionó entre el 8 de enero y el 18 de abril de l937, y otra en la Galería Triunvirato, en la calle homónima 4338.

En el barrio de Saavedra, en el Parque General Paz, donde se encuentra el Museo Histórico de la Ciudad Brigadier General Cornelio Saavedra, hasta hace unos años funcionó una original calesita criolla. De gran tamaño, agrupaba en su plataforma giratoria, en lugar de los tradicionales caballos, avioncitos y leones de madera, representaciones de elementos netamente criollos, como bueyes y carretas, que lograban gran atracción entre los chicos tanto de la zona como de otros lugares cercanos. 

Lamentablemente, esa calesita quedó abandonada y poco a poco se va destruyendo. Una verdadera pena. Pero Saavedra tiene otra calesita, que funciona desde 1952 en el Parque Saavedra, en el sector que da sobre la calle García del Río y su intersección con la calle Pinto. Su propietario es Roberto Mario Couto, que está al frente de la misma desde 1979. La dueña anterior, Concepción González Rivero, estuvo allí por espacio de quince años y anteriormente fue propietario Antonio Cid.

En Coghlan, ubicada en la Av. Monroe y las vías del ferrocarril, cerca de la estación, funciona la calesita Don José desde 1978. Su propietario es José Vázquez, quien es ayudado por Elvira, su señora. En Villa Ortúzar existían dos calesitas: una instalada en Donado y Roseti, llamada La Porteña, que giró tan sólo dos días en octubre de 1936, y otra en el predio de la Plaza Malaver (Heredia, Estomba, Girardot y Montenegro). En la actualidad queda una calesita, instalada en la Plaza 25 de Agosto (Charlone, 14 de Julio, Giribone y Heredia), que funciona desde 1978 a cargo de Pedro Pometti.

Hasta hace algunos años todo barrio se enorgullecía de poseer una calesita. Un terreno baldío daba lugar para que se instalara y los fines de semana muchos chicos con sus familias se reunieran allí, igual que los infaltables vendedores de manzana o higos acaramelados, pochocho o copos de algodón azucarado. La música infantil llenaba el ambiente y se esparcía varias cuadras a la redonda, comenzando así el clima festivo del sábado. Un dato curioso: la calesita de la Plaza 1º de Mayo, que funcionaba ya en 1940, fue la inspiración en 1953 del tango homónimo compuesto por Cátulo Castillo y Mariano Mores.

La presencia de las calesitas le da un sabor especial a nuestro Buenos Aires y creo firmemente que si alguna vez desaparecieran nuestra vida ciudadana sería otra muy distinta, alejada del vocerío dominguero de los niños y con un dejo de sabor triste en nuestra memoria.

Texto: Calesitas de valor patrimonial de Buenos Aires de Alejandro Mellincovsky. Foto Secretaría de Planeamiento.



La calesita - Parte 1





La calesita o carrusel apareció en Europa alrededor del año 1673, cuando Rafael Foliarte registró la patente en Inglaterra. Bautizó su invento como merry go round (más a menos como vueltas alegres). Rápidamente el juego se propagó por Francia, como uso exclusivo de la aristocracia. En España se las conoció como tiovivo. Las primeras calesitas giraban impulsadas por un caballo, pero alrededor de 1930 comenzaron a funcionar con un motor naftero y con el pasar del tiempo los alcances técnicos lograron convertirlas en una de las diversiones preferidas de la niñez.

En el que era el Barrio del Parque, hoy Plaza Lavalle, apareció entre 1867 y 1870 la primera calesita de la ciudad, entonces la Gran Aldea. Era de origen alemán y luego llegó otra proveniente de Francia, sobre cuya ubicación no existen antecedentes. La primera calesita fabricada en el país, en un taller ubicado en la calle Moreno al 1600, se debió a Cirilo Bourrel, francés, y a Francisco Meri y De La Huerta, español, que financió la obra: fue más o menos alrededor de 1891. Se instaló en la Plaza Vicente López y contaba con los corceles, chanchitos, cisnes y aviones, típicos elementos de las calesitas en general.

Artesanos de origen italiano, Pascual, Miguel y Domingo Lasalvia (o La Salvia), naturales de la provincia de Potenza, se dedicaron a construir los famosos carrousels con organitos musicales. En 1870 llegaron a la Argentina y, luthiers de profesión, estos hermanos serían los pioneros de la mayor atracción de los chicos argentinos durante largos años: la calesita. 

Fundaron una empresa que se llamó Carruseles Ultramodernos Argentinos Lasalvia (CUMA), que se dedicó a la construcción masiva de calesitas. La primera de origen argentino fue encargada en 1943 por la firma Sequalino Hnos., con fábrica en la calle Alvear 1045 de la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe. Esta calesita comenzó a funcionar ese mismo año en un terreno ubicado en la esquina de Hidalgo y Rivadavia, barrio de Caballito.

La empresa Sequalino Hnos. encargó la decoración de la calesita al ebanista Ríspoli, quien realizó figuras corpóreas como caballos en exposición, leones y burros. Asimismo, talló en doce biombos de cedro policromado algunos temas circenses y figuras de cuentos infantiles. 

En 1946 se trasladó al Jardín Zoológico, donde alegró la infancia de los niños de la ciudad y de todos aquellos que visitaban el famoso paseo. La famosa sortija, que permitía al niño que lograba sacarla una vuelta gratis, es un invento argentino. La idea, según cuentan viejos calesiteros, fue tomada del famoso juego que realizaban o realizan los jinetes campestres, ensartando la punta de una vara en una sortija que cuelga de una cinta a determinada altura.

La última calesita

La mayoría de los barrios porteños tuvieron y tienen aún su calesita. En lo que respecta a Villa Urquiza, la primera se instaló en 1945 a iniciativa de un italiano y con el tiempo pasó a manos de un tal Espinosa. En 1988 Raúl Ernesto Tolosa, que supo ser jugador de fútbol en el Club Banfield, se asoció con Carlos Chávez y adquirió la calesita, que finalmente pasó manos de Marcos González en 2003. Esta calesita, a la que se llamó Patito 1º, funcionó hasta setiembre de 2005 en los terrenos cercanos a la estación General Urquiza del ferrocarril. Un ente del Gobierno de la Ciudad la desalojó de allí y trató de buscar otro predio para su instalación, según comentarios de Carlos Chávez: Se ofreció trasladarla a un terreno en Av. de los Constituyentes y Av. General Paz, pero ése no es lugar. Lo ideal sería que esté en la Plaza Marcos Sastre.


viernes, 16 de noviembre de 2018

Una herramienta histórica - Parte 3


La lucha por el retorno de Juan Perón a la Argentina generó muchas huelgas generales de tono marcadamente político e ideológico. El gran día del esperado encuentro en Ezeiza, el 20 de junio de 1973 que terminó en una masacre, estuvo enmarcado en una gran huelga general de bienvenida, de la que se exceptuó a los servicios de transporte para que la gente pudiera ir a ver al líder.

Un punto de inflexión se precipitó el 7 y 8 de julio de 1975, el país se vio conmovido por la primera huelga general contra un gobierno peronista. Claro que ya no estaba Perón en el poder, fallecido un año antes. El detonante fue el anuncio del gobierno de Isabel Perón de lo que se dio en llamar “El Rodrigazo”. El intento de un gigantesco y brutal ajuste sobre los salarios que se vio frustrado por la reacción poderosa de todo el movimiento obrero organizado en un paro de 48 horas. 

Esas resistencias al ajuste son las que vino a tratar de derrotar el Golpe de Estado de 1976. Bajo el imperio del Terrorismo de Estado, las posibilidades de huelga general contra la destrucción de las conquistas laborales se hicieron ilusorias y hasta suicidas. 

Pero en 1979 la situación empezó a cambiar. La CGT Brasil, liderada por Saúl Ubaldini y opuesta a la negociadora CGT Azopardo, liderada por Jorge Triaca (padre), declaró un paro general que inició una línea de lucha que se coronó con la marcha a Plaza de Mayo del 30 de marzo de 1982. Un gran desafío y duro jaque a la dictadura.

Con el regreso de la democracia las huelgas generales se convirtieron en parte del folklore de nuestra cultura política. 

Durante el gobierno de Alfonsín la CGT realizó 13 huelgas generales, ocho a Carlos Menem en sus diez años de gobierno. 

Con De la Rúa se batieron todos los records: 9 huelgas generales en dos años, la última de las cuales fue el 13 de diciembre de 2001, a seis días de su caída por una explosión popular. Eduardo Duhalde, como presidente interino, enfrentó 3 paros generales, uno cada 5 meses en promedio. Néstor Kirchner, en cambio, solo tuvo un paro general, y el primer mandato de Cristina Kirchner ninguno. 

En el segundo, sin embargo, afrontó 5 paros generales encabezados por Hugo Moyano, con la reivindicación insignia, y a veces exclusiva, de eliminar el impuesto a las ganancias.

Curiosamente, en este paro general, el primero contra el presidente Macri y número 40 desde el regreso de la democracia, ya nadie habla de ganancias, todos lamentan las pérdidas.


Una herramienta histórica - Parte 2


En la primera década del siglo XX hubo diez huelgas generales. Claro que el alcance de estas no es comparable a la contundencia y extensión de la Argentina post peronista, pero su radicalidad y capacidad de daño económico fueron insoslayables. En aquellos años, si los trabajadores ferroviarios y los portuarios paraban, el éxito estaba garantizado, la rueda de la nación agroexportadora se detenía. El Estado respondía con represión. Ante cada huelga general se declaró el estado de sitio. Se prohibieron los diarios obreros y se encarcelaron miles de activistas.

A partir de 1930 se empezaron a desarrollar los gremios industriales y la modalidad de las huelgas se modifica. Entre 1930 y 1943 la gran mayoría de las 104 huelgas generales se realizaron en localidades. 

En 1945, el movimiento popular que estalló el 17 de octubre fue una iniciativa de los trabajadores que desbordaron a los dirigentes de la CGT, quienes después de algunos cabildeos habían llamado a una huelga general para el día 18.

Si bien los movimientos huelguísticos nunca se detuvieron, durante todo el período de gobierno peronista no se registraron paros generales en contra del gobierno, por el contrario hubo algunos en favor y apoyo a Perón. Durante esa época la tasa sindicalización paso a niveles enormemente mayores a cualquier otro país latinoamericano y los dirigentes sindicales se compenetraron en funciones estatales. 

La huelga general volvió a convertirse en instrumento privilegiado en el momento de la confrontación, cuando el sindicalismo fue expulsado del estado junto con el peronismo. La politización y la experiencia peronista transformaron la organización sindical, la cual adquirió una mayor centralización, concentración y nacionalización territorial.

Entre 1955 y 1976 se realizaron 41 huelgas generales, de las cuales 28 tuvieron alcance nacional y 13 alcance local, provincial o regional. Esto señala un cambio fundamental respecto a las huelgas generales previas. Durante esta etapa, como en casi toda la historia del sindicalismo argentino, hubo numerosas divisiones. 

El surgimiento de una línea combativa cristaliza en la formación de la CGT de los argentinos en 1968. La llamada “burocracia sindical”, fue fuertemente cuestionada por dirigentes con mucho peso entre los trabajadores. Tal vez el momento en donde más significativamente se escenificó este conflicto fue en el debate televisivo que protagonizaron José Ignacio Rucci y Agustín Tosco, el 13 de febrero de 1973 con la mediación de Gerardo Sofovich.


jueves, 15 de noviembre de 2018





Desde 1983 hubo 40 paros generales en la Argentina, con un promedio de uno cada diez meses. La mayor cantidad y frecuencia de paros generales se registra en dos gobiernos radicales. En cuanto al número, Raúl Alfonsín ocupa el primer lugar con 13 paros nacionales en su contra, mientras que, si se tiene en cuenta el tiempo de gestión, encabeza el ranking el gobierno de Fernando de la Rúa, con casi un paro general cada tres meses. Es difícil saber cuantos paros generales hubo en toda la historia argentina. 

Entre otros motivos debido a que hubo numerosas divisiones de las centrales obreras y muchas veces las convocatorias era muy parciales. Pero la modalidad de la huelga general ha sido muy utilizada, y por variadas razones. Es una práctica desconocida en Estados Unidos y muy poco frecuente en la mayoría de los países de la región. 

La primera huelga general de orden nacional sobrevino en noviembre de 1902. Comienza como un conflicto específico de los estibadores de Buenos Aires que se niegan a cargar bolsas de más de 70 kilos. Iniciado el conflicto, el 17 de noviembre se suman los trabajadores del Mercado Central de Frutos de Barracas, y le siguen los Conductores de Carros. En este panorama, la FOA (anarquista) lanza, con la oposición de la UGT y Partido Socialista, lo que fue la primera huelga general nacional. 

Esto provoca el espanto de las elites. Como consigna el historiador Alejandro Belkin, el diario La Prensa publicó el 21 de noviembre de 1902: “se ha planteado, pues, todo un problema económico de primera magnitud, que afecta por sus fundamentos a la riqueza pública.” Inmediatamente después se reunió el Congreso Nacional y aprobó la Ley de Residencia, artilugio que posibilitó la expulsión de miles de activistas inmigrantes durante muchos años.

Dos años después se produjo la segunda huelga general. El historiador Agustín Santella cita el documento fundacional de la UGT en donde se lee “la huelga general puede ser un medio de lucha eficaz cuando sea declarada contando con una previa organización que ofrezca probabilidades de triunfo…”1 


miércoles, 14 de noviembre de 2018

“Todos los golpes tuvieron algún tipo de apoyo civil más o menos activo” - Parte 3


-¿Hay alguna continuidad entre este golpe y los que siguieron?

-Tuvimos tantos que se los puede comparar: todos tuvieron algún tipo de apoyatura civil más o menos activa. Lo vimos en 1930 y fue mayor en 1955: días después del golpe, la Plaza de Mayo se llenó por completo, aunque era un apoyo de clase media para arriba. Todos fueron golpes que derrocaron gobiernos con base popular, considerados demagógicos y que atentaban contra el normal funcionamiento de la República. La retórica es diferente del ‘30 al ‘55, pero hay elementos comunes: son golpes “contra gobiernos autoritarios que ceden a los deseos de la plebe, de la masa”, según la lógica de quienes los encabezaron.

-¿Cuál fue el papel de la Corte Suprema durante el gobierno de Yrigoyen y ante el golpe?

-El radicalismo de 1916 llegó al gobierno pero no necesariamente al poder. En los ‘20 está mejor en este aspecto, porque tiene un control directo o indirecto de las cámaras, pero con la justicia tiene un problema serio: no tiene una presencia firme, la judicatura responde a sectores conservadores. El radicalismo debe convivir con eso, lo que le trae problemas en la aplicación de medidas por tener el Poder Judicial en contra. Esa desconfianza de la Justicia y la Corte hacia Yrigoyen es lo que puede explicar lo que ocurrió: de manera medio desprolija, con una acordada, se convalidó el golpe. La UCR tenía apoyo de la clase media, tenía abogados para ocupar el Poder Judicial, pero no lo hizo. 

Yrigoyen era audaz políticamente, pero eso lo usó para fortalecer al Ejecutivo, no para avanzar en transformaciones de estructuras de poder en otro lado: con el Ejército tendió a la conciliación, cedió al clero, lo mismo con la justicia. Fue una estrategia cauta, moderada, de evitar grandes cambios.

-¿Y qué papel cumplió aquella acordada para los siguientes golpes?

-Fue un elemento de peso sin duda. Hay muchas cosas que están en la Constitución pero se duda de su legalidad al aplicarlo. Un ejemplo es la intervención federal, de las que hubo muchísimas en el gobierno de Yrigoyen, más que con los conservadores. Otro caso al borde del cuestionamiento de las normas: el radicalismo, bien presidencialista, logró el control del Parlamento y tendió a vaciarlo en su funcionamiento. 

Lo del ‘30 es un salto cuantitativo y cualitativo, de una envergadura gigantesca: una fuerza que debe estar subordinada al gobierno civil lo acaba derrocando. Cuando la Corte Suprema buscó decir que no ocurrió lo que ocurrió o justificarlo por la situación de desorden público y vacío de poder, generó antecedentes de enorme gravedad: dio aval a esa iniciativa de las FFAA. Los golpes de 1930 a 1983 fueron más allá de la lógica institucional: fueron intentos de sectores de la clase dominante de hacerse del control directo para aplicar sus medidas y sus políticas. Para la clase dominante es más eficaz gobernar sin Parlamento, sin debate público y con estado de sitio.