martes, 27 de noviembre de 2018

BATALLA DE LA TABLADA - 22 de junio de 1829 - Parte 10

Una sucesión de imponderables se encarga de entrelazar, en el transcurso de pocas horas, los sucesos más diversos, más contrapuestos y también más imprevistos.

Por ambas partes se ha hecho derroche de valor y de pericia. Los dos jefes que han ido a colocarse frente a frente sobre el campo de La Tablada, demostraron igual pericia y valor.

Pero Paz ha cometido menores errores que Facundo, y su triunfo es la consecuencia de ello. Es muy posible que si Quiroga, en lugar de alejarse en dirección opuesta a la que las circunstancias le aconsejan, lo hace en sentido contrario, todo hubiese cambiado. Pero Quiroga ha cometido ese error, y el precio que tiene que pagar por ello se traduce en su derrota.

Facundo pudo triunfar cuando ya estaba derrotado, sin que Paz tuviese posibilidades de evitarlo. Para lograrlo, debió hacer todo lo contrario de lo que hizo. Pero procedió a la inversa y cuando quiso reaccionar contra el error cometido, era demasiado tarde. Y entonces ya no había nada que intentar, nada que fuese posible llevar a cabo para evitar la derrota, consumada.

Un golpe de audacia, uno de esos golpes que muy frecuentemente resuelven sobre el destino de hombres como Facundo, está a punto de darle, en La Tablada, una victoria dentro de su propia derrota. Una vacilación, cuando está próximo a triunfar, lo priva de la victoria y lo obliga a huir rumbo a La Rioja, iniciando así la tercera etapa de su existencia, aquella durante la cual ha de saborear más de una vez el amargo sabor de la derrota.

Al producirse la caída de Facundo en La Tablada, Lavalle ya ha perdido el control de la provincia de Buenos Aires, que pasa a manos de Rosas. Se originan, así, dentro del país, dos frentes: uno, federal, que tiene su base en las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes; otro, unitario, con su centro en Córdoba y su jefe visible en el general Paz.

La Tablada es un episodio trascendente, porque mediante él se logra la consolidación del partido unitario en Tucumán, la incorporación de Salta al mismo frente y la expulsión del gobernador Ibarra de Santiago del Estero. Pero, simultáneamente, la derrota de Lavalle en la provincia de Buenos Aires, federaliza la conducción de este poderoso Estado, que al quedar dependiendo de Rosas, priva al partido unitario de su principal y más rica base de operaciones. Estos hechos alteran fundamentalmente la fisonomía del país, con relación a la de 1820 y 1821.





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