La historia es la única rama del conocimiento que nos puede decir qué fuimos en el pasado, qué somos en el presente y qué seremos en el futuro.
sábado, 21 de noviembre de 2020
martes, 3 de noviembre de 2020
domingo, 1 de noviembre de 2020
Alfonsín y el 10 de diciembre
La historia secreta de cómo Alfonsín le impuso a la dictadura el 10 de diciembre para la asunción presidencial
Las
elecciones de octubre de 1983 fueron catalizadas por la derrota de Malvinas y
la crisis económica. La dictadura primero quiso estirar la entrega del mando el
25 de mayo de 1984. Luego, publicaron un decreto para adelantarla al 30 de
enero. Raúl Alfonsín logró imponer el Día internacional de los Derechos Humanos
Es un
hecho poco conocido – y casi olvidado a 36 años de distancia – que la elección
de la fecha del 10 de diciembre de 1983, en coincidencia con el Día Internacional de los Derechos Humanos,
para la asunción del primer presidente de la democracia recuperada no fue una
decisión tomada por la dictadura en retirada sino una imposición de Raúl Alfonsín a la última Junta Militar.
La
rendición de las tropas argentinas en la Guerra de las Malvinas, el 14 de
junio de 1982, no sólo provocó el desplazamiento del dictador Leopoldo Fortunato Galtieri en
la presidencia de facto sino que también marcó el principio del fin de la
dictadura.
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La cuarta
junta de comandantes -integrada por Cristino Nicolaides (Ejército), Rubén Oscar Franco (Armada) y Augusto Jorge Hughes (Fuerza Aérea)- designó al general
retirado Reynaldo Benito Bignone como
presidente para que iniciara un proceso de apertura que culminaría con la
elección de un nuevo presidente democrático.
Quedarse un poco más
La idea
original de los comandantes era convocar a elecciones para finales de 1983
y luego llevar adelante un proceso de transición de 6 meses hasta la entrega
del poder al presidente electo. La primera fecha elegida para e traspaso fue el
25 de mayo de 1984.
El
objetivo era ganar tiempo para negociar
con las nuevas autoridades antes de entregarles el poder, sobre todo la
impunidad de los jefes militares por los crímenes de lesa
humanidad cometidos durante los últimos siete años.
Sin
embargo, en los primeros meses de 1983 los jefes de las tres armas se dieron
cuenta de que era un plazo demasiado largo. Al desprestigio de las Fuerzas
Armadas por la derrota en Malvinas
y las violaciones de los derechos humanos cometidas por la dictadura
-y que ya eran de amplio conocimiento público- se sumaban una inmanejable debacle económica y una incontenible
oleada de protestas sociales.
Raúl
Alfonsín recibe la banda presidencial del último presidente de facto, Reynaldo
Bignone, el 10 de diciembre de 1983 (AFP)
En ese
contexto, el 12 de julio de 1983, promulgaron el decreto-ley 22.847 (de
Convocatoria Electoral), que con la firma del presidente de facto Bignone y el
ministro del Interior, Llamil
Reston, convocaba a comicios generales para el 30 de octubre de ese
año. Ese decreto fijaba el 30 de
enero de 1984 como fecha de asunción del presidente electo.
Para eso,
en el artículo 6, el decreto-ley establecía que “los electores de presidente y
vicepresidente de la Nación que resulten elegidos se reunirán en la Capital
Federal, en las capitales de provincia y en la capital del Territorio Nacional
de la Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sud el día 30 de
noviembre de 1983 a los fines establecidos por el artículo 81 de la
Constitución Nacional”. Es decir, para consagrar al presidente y al vice que
resultaran elegidos.
También
establecía que los diputados y senadores nacionales tomarían posesión de sus
bancas el 19 de diciembre pero que entrarían en receso hasta el 30 de enero
para recibir el juramento del presidente y el vice.
Gana Alfonsín
El 30 de
octubre se realizaron las elecciones que, según el decreto-ley de la Junta
Militar, utilizaron el sistema ideado por el “texto constitucional” de 1957, dictado por la
autoproclamada “Revolución Libertadora”,
que establecía el sufragio indirecto –o sea, a través de Colegio Electoral- y
un mandato presidencial de 6 años sin posibilidad de reelección inmediata.
Aquellos
comicios fueron de una polarización completa entre radicales y
peronistas. Raúl Alfonsín triunfó
con un 51.75% del voto popular y 317 votos de los 600 miembros del Colegio
Electoral, mientras que en el segundo lugar resultó el candidato
peronista Ítalo Luder, que
obtuvo el 40.16% del voto popular y 259 electores.
Raúl
Alfonsín logró imponer el 10 de diciembre como fecha de la asunción
presidencial
Los otros
dos candidatos más votados fueron Oscar
Alende, del Partido Intransigente, con el 2.33% de los votos, y Rogelio Frigerio, del Movimiento de
Integración y Desarrollo, con el 1.19%, obteniendo ambos 2 electores cada uno.
Los 20 electores restantes fueron a parar a partidos sin fórmula, que ocuparon
el 2.23% todos juntos. El restante 2.34% fue a parar a otras candidaturas, que
no obtuvieron electores.
Alfonsín
logró así una mayoría absoluta en el Colegio Electoral y la transición empezó
al día siguiente.
En pocos
días, tanto la dictadura saliente como el gobierno electo coincidieron en que
el 30 de enero – 3 meses después de la elección – era una fecha que estaba
demasiado lejana para la entrega del poder. La Junta Militar supo que no se
sostendría ni siquiera esos meses, Alfonsín
comprobó rápidamente el desastre que recibía y apuró a los militares para
asumir cuanto antes y poner manos a la obra.
Imágenes de un desastre
Las
primeras señales de alarma las dio el veterano economista radical, Enrique García Vázquez, a quien
Alfonsín pensaba designar presidente del Banco Central. En su primera reunión
con el presidente saliente del banco, Julio González del Solar, tomo conciencia del desastre heredado: frente a una deuda
externa de más de 45.000 millones de dólares, el BCRA tenía apenas 100 millones
de dólares de reservas activas.
Bernardo
Grinspun y Raúl Alfonsín. El nuevo gobierno supo pronto el desastre que recibía
de los militares: el Banco Central no tenía reservas
Era mucho
peor de lo que habían imaginado. “Teníamos alguna idea de que el Banco Central
estaba en pésimas condiciones, pero no sabíamos que era ésa la magnitud de la
deuda, y menos aún que la Argentina tenía tan pocos activos de reservas. Igual,
no estábamos tan lejos de la realidad. Pensábamos que la deuda era de unos
35.000 millones de dólares y creíamos que había como para tirar los primeros
meses. Y nos encontramos sin
reservas. Fue una desagradable sorpresa, porque habíamos calculado
que con reservas por 1.000 millones de dólares hacíamos frente a los tres
primeros meses”, cuenta a Infobae
Horacio Rovelli, por entonces uno de los jóvenes economistas que
colaboraban con quien sería el primer ministro de Economía de Alfonsín, Bernardo Grinspun.
Enrique
García Vázquez no perdió un minuto y los fue a ver a Alfonsín y a Grispun, que
estaban reunidos:
-Raúl,
Ruso, no nos dejaron nada. Solo deudas – les dijo.
“Con esa
plata la Argentina no llegaba ni a diciembre sin caer en default”, dice
ahota Rovelli a Infobae.
Alfonsín presiona a Bignone
Era
necesario actuar cuanto antes. Alfonsín
le exigió a Bignone que adelantara la entrega del poder. El
presidente de facto no opuso reparos: el 16 de noviembre –apenas 17 días
después de las elecciones– promulgó el decreto-ley 22.972, que modificaba la
anterior ley electoral y establecía el 10 de diciembre como fecha de asunción
de las autoridades democráticas.
Vista de
la Plaza de Mayo, el 10 de diciembre de 1983. Raul Alfonsin eligió hablar desde
el balcón del Cabildo (Noticias Argentinas)
“El
adelantamiento al 10 de diciembre de 1983 se hizo porque la situación política
y económica era insostenible para las Fuerzas Armadas en el poder, y todos
estuvieron de acuerdo en adelantar para iniciar una gestión civil que pudiera encauzar
la situación. La crisis económica y social, empezando por la inflación,
eran gravísimas y el gobierno militar ya no tenía plan ni poder político para
encauzar nada. Las críticas al gobierno por todo ello, y por la represión
y su fracaso político, les quitaron toda gobernabilidad para seguir en el
poder”, explica a Infobae la
historiadora Marina Franco,
autora de El final del silencio. Dictadura, sociedad y derechos humanos
en la transición (Argentina, 1979-1983).
¿Por qué el 10 de diciembre?
La elección
del 10 de diciembre para el traspaso de mando fue una imposición de Raúl Alfonsín a la
dictadura saliente. Acorralados, los dictadores no pusieron
objeciones.
Fundador
de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), el presidente electo
buscó darle aún más significación a la ceremonia que marcaría la recuperación de la democracia fijándola
para el Día Internacional de los Derechos Humanos, una fecha decidida en 1948
por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1948 como símbolo de un “nunca
más” a las atrocidades vividas durante la Segunda Guerra Mundial.
Asunción
de Raúl Alfonsín. El país terminaba con los oscuros y terribles años de la
dictadura militar
Las
razones de esa decisión las contaría muchos años después el socialista Alfredo Bravo, uno de los
co-fundadores de la APDH junto a Alfonsín: “Para Raúl, lo simbólico era
fundamental. Mucho más en aquellos tiempos que trabajábamos juntos. Asumió
la primera magistratura el 10 de diciembre como una forma de reafirmar, una vez
más, su compromiso de vida con la vigencia de los Derechos Humanos. Ese día se
conmemora la decisión de la Asamblea General de las Naciones Unidas de asumir
como propia la obligación de velar por la condición humana porque, como dice el
Preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, 'el
desconocimiento y el menosprecio de los derechos humanos han originado actos de
barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad, y que se ha
proclamado, como la aspiración más elevada del hombre, el advenimiento de un
mundo en que los seres humanos, liberados del temor y de la miseria, disfruten
de la libertad de palabra y de la libertad de creencias’”, explicó en 2001, una
entrevista con el periodista Silverio
Escudero.
Para ese
10 de diciembre, el flamante
presidente de la recuperación de la democracia tenía pensado otro gesto de
fuerte simbolismo. En lugar de dirigirse la multitud reunida en la Plaza
de Mayo desde el balcón de la Casa Rosada -que menos de dos años antes había
utilizado el dictador Leopoldo Fortunato Galtieri para arengar al pueblo
después del desembarco en Malvinas-, eligió hacerlo desde el Cabildo, donde se gestó el Primer gobierno
Patrio.
Por
aquella jugada que Alfonsín le impuso a la dictadura fijando el 10 de diciembre para el
traspaso de mando, desde 2007 en la Argentina, además de
conmemorarse el Día Internacional de los Derechos Humanos se celebra –según lo
dispuesto por la Ley 26.323– el Día de la Restauración de la Democracia.
Por
Eduardo AnguitaDaniel Cecchini