sábado, 31 de marzo de 2012

Decreto-cierre

Diario La Nación del domingo 23 de marzo de 1947






Archivo Días de Historia:

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El fin de la cárcel donde convivían presos políticos y asesinos seriales

El escenario fue y sigue siendo impactante: al frente, las costas del canal de Beagle; detrás, la cadena montañosa del Martial con el glaciar y el monte Olivia como símbolo, a lo que se agrega una gran bahía. El paisaje pertenece a la ciudad de Ushuaia (3.100 kilómetros al sur de Buenos Aires) y resulta un recreo para la vista. Pero no siempre fue así para quienes llegaban al lugar. Hubo un tiempo en que era la antesala del infierno. Se la conoció como “la cárcel del fin del mundo”, esa en la que convivieron presos políticos con los mayores criminales de la historia argentina.La pesadilla terminó el 21 de marzo de 1947.





Declarada Monumento Histórico Nacional, la Cárcel de Reincidentes (como era su primer nombre oficial) empezó a construirse en 1902. El material: piedra. El lugar: la isla grande de Tierra del Fuego, una zona donde la temperatura promedio anual, en un clima frío y húmedo, es de 5 grados.

Cuando se terminó su construcción (trabajo que hicieron los mismos presos) tenía 380 celdas. Eran unos cubos con paredes de ladrillo , de casi dos metros de largo por dos y medio de alto, con una puerta de madera y una pequeña ventana enrejada y sin vidrios, con vista a aquel exterior inhóspito.

Con ese entorno humillante, que le hacía poco honor a aquello que sostiene la Constitución de que las cárceles “deben ser sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas”, los presos soportaban otra cuestión degradante : vestían un traje a rayas en el que la única identificación era un número.

Aquello tuvo su punto final cuando Roberto Pettinato (padre del actual conductor de radio y tevé) , entonces director general de Institutos Penales, le llevó en mano al presidente Juan Perón el decreto para la clausura del penal.

Ahora, en la única ciudad argentina a la que para llegar hay que atravesar la Cordillera de los Andes, aquel edificio de triste fama alberga, entre otras dependencias, al Museo Marítimo. Y están los pabellones restaurados para que los recorran los visitantes. También quedó uno sin ninguna mejora . Aún hoy, recorrerlo estremece.

Es que allí no sólo están los ecos del sonido de los grilletes que arrastraban los presos. También las paredes parecen guardar las voces de presos históricos como Mateo Banks, el chacarero que en 1922 masacró a ocho personas (tres hermanos, una cuñada, dos sobrinas y dos peones) en Tandil para quedarse con la fortuna familiar. O la de Cayetano Santos Godino, “el petiso orejudo” , un asesino serial que murió en la cárcel tras ser golpeado por otros presos porque había matado a un gato que era la mascota del penal. O la de Simón Radowitzky, un militante anarquista que en 1909, con una bomba, mató al jefe de Policía, el coronel Ramón Falcón, y a su secretario, Alberto Lartigau, y pasó allí 21 años hasta que lo indultó el presidente Hipólito Yrigoyen el 14 de abril de 1930.

Como presos políticos estuvieron los militantes radicales Ricardo Rojas periodista y escritor; el diplomático Honorio Pueyrredón; y el diputado Pedro Bidegain, todos encarcelados por la dictadura de Uriburu (1930).

Y José Berenguer, editor del diario anarquista La Protesta.

Junto con ellos cientos de hombres anónimos también conocieron aquella pesadilla.

La historia se llevó sus datos. Pero en la helada Tierra del Fuego, en las paredes de “la cárcel del fin del mundo”, las llamas de esas vidas que se consumieron ahí por años, siguen ardiendo.

por Eduardo Parise
Diario Clarín

viernes, 30 de marzo de 2012

miércoles, 28 de marzo de 2012

martes, 27 de marzo de 2012

Batalla de India Muerta - parte 3


Después de India Muerta la caída de Montevideo pareció inevitable. El gobierno mismo llegó a declarar que la ciudad no podía sostenerse cuarenta días con sus solos recursos. Oribe a convocado en mayo para la renovación de la asamblea legislativa y elecciones de presidente de la República, y propone la rendición. Rechazada, se prepara a atacar.
Lainé e Inglefield declaran que no permitirán la caída de la ciudad. Y es entonces cuando la proveen de armas, municiones y víveres y cuando desembarcan tropas. Y el gobierno de Montevideo escribe al del Brasil unas palabras infames y vergonzosas según las cuales el Uruguay, en casi de tener que entregarse a un poder extranjero, “antes que sucumbir bajo la cuchilla de Rosas” –palabras textuales- “se echaría con preferencia en los brazos de un poder americano”.
Es decir, que antes de ser gobernados por su compatriota Oribe, héroe de la independencia uruguaya, uno de los “33” y jefe de Ituzaingó, prefieren ser brasileños esos malos uruguayos, prefieren entregar su patria al Brasil, el único y perpetuo enemigo de su independencia.

Una vez más, los extranjeros impiden la caída de Montevideo. Ahora sólo la defienden cuatrocientos nueve orientales. El resto de las tropas son esclavos, en su mayoría pertenecientes a extranjeros y en número de seiscientos dieciocho; y dos mil quinientos extranjeros, de los cuales mil quinientos cincuenta y cuatro franceses. ¿Qué se han hecho los mil franceses restantes? Los más serios, así como otros que no formaron nunca en la legión, se han refugiado en Buenos Aires.
Desde aquí dirigen una petición al gobierno francés, en donde se lee estas palabras significativas: “El señor Lainé, ¿ha sido enviado para proteger al partido agonizante que domina en Montevideo, o para protegernos a nosotros?”.
Ese partido agonizante, esos cuatrocientos nueve hombres, ahora que el ejército de Rivera no existe, representan para Francia e Inglaterra el Estado Oriental. Y en nombre de ese puñado de individuos, Francia e Inglaterra vienen a meterse en la política del Plata, a mandar como dueños, a imponerse con sus cañones.

¿Y los emigrados? El número de los argentinos que defienden la plaza es de apenas ciento treinta. Muy pocos más son los que llevan armas.
Los demás están en Buenos Aires o en el Brasil. Pero esos pocos argentinos son los dueños del gobierno de Montevideo, principalmente Florencio Varela. Ha de estar alegre Varela, al ver el resultado de su misión a Europa, al ver a su patria próxima a entrar en guerra contra las dos grandes potencias del mundo, en peligro de ser destruida y desolada.

Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado (2008).
Gálvez, Manuel – Vida de Don Juan Manuel de Rosas – Ed. Tor – Buenos Aires (1954).
Saldías, Adolfo – Historia de la Confederación Argentina.



lunes, 26 de marzo de 2012

Batalla de India Muerta - parte 2


Rivera tenía poco más de 4.000 hombres; Urquiza tenía 3.000, en su mayor parte veteranos. Al salir el sol del 27 de marzo, Urquiza hizo pasar dos fuertes guerrillas por el arroyo Sarandí, y tras éstas adelantó sus columnas tendiendo su línea a tiro de cañón de Rivera, y compuesta la derecha: de la división entrerriana al mando del coronel Urdinarrain; centro: tres compañías del batallón Entre Ríos y tres piezas de artillería al mando del mayor Francia; izquierda: ocho escuadrones de caballería, dos compañías de infantería y la división oriental al mando del coronel Galarza.

Los escuadrones entrerrianos llevaron una tremenda carga a sable y lanza sobre la izquierda y el centro de Rivera, compuesta la primera de milicias últimamente incorporadas de los departamentos de río Negro, y el segundo de un batallón de infantería y dos piezas de artillería, respectivamente mandados por los coroneles Baez, Luna, Silva y Tavares.
Las cargas de los federales fueron irresistibles, y bien pronto quedó reducida la batalla sobre la derecha de Rivera, donde estaban sus mejores fuerzas al mando del general Medina, jefe de vanguardia. Ante el peligro de ser flanqueado y envuelto, Rivera se dirigió personalmente a su izquierda para rehacerla, lo que pudo conseguir trayendo algunos escuadrones al combate.
Pero Urquiza lanzó entonces sus reservas, y después de una hora de lucha encarnizada lo derrotó completamente, matándole más de 400 hombres, entre los que había treinta y tantos jefes y oficiales; tomándole como 500 prisioneros, el parque, caballadas, toda su correspondencia, y hasta su espada con tiros y boleadoras.

“Te noticié del suceso malhadado del 27 –le escribe Rivera a su esposa- desgraciadamente volví a sufrir otro contraste que nos obligó a pasar el Yaguarón un poco apurados. Yo perdí parte de la montura y desde ese día estamos bajo la protección de las autoridades imperiales”.

Esta victoria destruyó para siempre la influencia militar del director de la guerra contra Rosas.

En Buenos Aires, donde llega la noticia el último día de marzo, se celebra el triunfo con grandes fiestas: fuegos artificiales, descargas, iluminación, embanderamientos y manifestaciones callejeras con música. Una columna de cuatro a cinco mil personas llega a Palermo. Van diputados, jueces, funcionarios. Rosas no se presenta a recibir su homenaje y son atendidos por Manuelita.

A fines de enero, el almirante Brown, por orden de Rosas, ha restablecido el bloqueo. No ya el bloqueo parcial, como el año anterior, a ciertas mercaderías y la exención para Inglaterra y Francia, sino el absoluto. Pero el almirante Lainé lo desconoce.
Convertido desde el año anterior en enemigo de Rosas, en otro Purvis, aplaude a los legionarios y dice no poder disolverlos porque ellos ya no son franceses. Al mismo tiempo, hostiliza a Oribe, desconoce sus derechos y no permite que otros franceses se vayan a Buenos Aires. Ha establecido en Montevideo, una indudable intervención.

El es quien ahora manda allí. Muy poco falta para que la ciudad quede ocupada por Francia. Rosas, entonces decreta, con la indignación de los representantes de Francia e Inglaterra, que no entren en Buenos Aires, verdadero puerto de destino, los barcos que hayan tocado en Montevideo.

Batalla de India Muerta - parte 1


Lugar donde el 27 de marzo de 1845 se llevó a cabo la Batalla de India Muerta, situado en la Ruta 15 Km 78, del departamento de Rocha, Uruguay.

A comienzos de 1845 va a reanudarse la lucha en el territorio argentino, pero la guerra nunca ha estado interrumpida. En el Uruguay combaten tres ejércitos de la Confederación y en el de Oribe figuran batallones argentinos. También ha habido algún encuentro insignificante en Entre Ríos, promovido por el gobernador de Corrientes.
Pero ahora Rosas tendrá frente a él al más notable de nuestros militares, el general Paz, que acaba de ser designado en Corrientes jefe del Ejército Aliado Pacificador, y que ya ha comenzado a organizar sus tropas. Este nombramiento no es la única habilidad del gobierno correntino. Su tratado de comercio con el Paraguay, que Rosas considera una traición, porque una provincia no puede pactar con el extranjero, es el primer paso hacia una colaboración militar.

Manuel Oribe venció a Fructuoso Rivera en Arroyo Grande (6 de diciembre de 1842). Este perdió todo su ejército, y hasta sus pistolas y espada de honor, que arrojó para poder huir. Este hecho de armas significó el fin de la Federación del Uruguay que Rivera presidía. Luego de esa batalla, las tropas rosistas comandadas por el general Oribe atravesaron el Uruguay, mientras que las tropas de Rivera huían hacia Montevideo sin ofrecer resistencia.
Después de eso, ya Oribe con casi la totalidad del País en su poder. Se propuso sitiar Montevideo, en un sitio que duraría nueve años y seria recordado por la histografia uruguaya como “Sitio Grande”. Y establecer su sede de Gobierno en lo que hoy se conoce como el barrio del Cerrito de la Victoria, en lo que era para ese entonces las afueras de Montevideo.

Fructuoso Rivera, que no había ejercido actos de gobierno sino al pasar, en los puntos que ocupaba con sus armas, era seguido por el ejército al mando de Urquiza, quien lo alcanzó en la sierra de Malbajar, y lo obligó a traspasar la frontera y asilarse en Río Grande. Rivera se dirigió en nombre del gobierno oriental al marqués de Caxias, comandante en jefe de las fuerzas del Imperio en esa provincia, con quien había tenido negociaciones por intermedio de su secretario don José Luis Bustamante.
Allí pudo reorganizarse con los auxilios de armas, vestuarios y caballos que recibió. Los últimos días de enero de 1845 pasó a la frontera oriental. Sus divisiones, al mando de los coroneles Flores, Freire y Silveira, sostuvieron choques sin importancia con las de Urquiza; pero como él pasase a mediados de febrero del norte al sur del río Negro y pusiese asedio a la villa de Melo, Urquiza reunió sus fuerzas y el 21 se movió del Cordobés en dirección a Cerro Largo. Rivera se ocultó en la sierra del Olimar y Cebollatí. Urquiza contramarchó el 23 del Fraile Muerto, y se dirigió por el camino de la cuchilla, con el designio de ponerse al flanco derecho y salirle a vanguardia.
Pero fue inútil. Rivera, conocedor del terreno, hacía marchar y contramarchar a Urquiza con el objeto de arruinarle las caballadas y caer sobre él en un momento propicio. Así permanecieron hasta el 31 de marzo en que Urquiza se movió de su campo de Los Chanchos, al saber que Rivera a la cabeza de 3.000 hombres se dirigía a tomar el pueblo de Minas.
Urquiza pudo impedírselo llegando a tiempo a la barra de San Francisco, pero tuvo que permanecer en este punto para dar descanso a sus caballadas. El 21 Rivera reunió todo su ejército y se dirigió sobre Urquiza. El 25 se avistaron ambos ejércitos, y el 26 tomó posiciones en los campos de la India Muerta.

viernes, 23 de marzo de 2012

Nace la nueva capital de la Provincia d Buenos Aires - parte 4

1882-1991 - CRECE UNA NUEVA PUERTA ABIERTA AL MUNDO

Ya estaba en marcha la gran empresa constructiva, habían quedado atrás los ecos de las últimas celebraciones fundacionales y se imponía la necesidad de asumir la realización concreta. La hora era convocante. Y no solo los recién llegados , sino también los asentados en el paraje desde antigua data, asumieron el desafío con responsabilidad y entusiasmo, convencidos de que estaban escribiendo una importante página de la historia.

Los edificios públicos, concebidos para superar, inclusive a los existentes en Buenos Aires, -la capital perdida- , comenzaron a levantarse, como por arte de encantamiento, con vertiginosa rapidez.
Arquitectos de prestigio internacional fueron invitados a trazar las armoniosas líneas de palacios monumentales. Y varios de ellos, que recibieron generosa recompensa, proyectaron , uno, la casa de Gobierno, otros la casa de la Legislatura, la Municipalidad, el Museo de Ciencias Naturales, el Teatro Argentino, el Ministerio de Gobierno, la Dirección de Escuelas, etc. Por solo citar a los mas importantes, mientras se contemplaba también la iglesia San Ponciano, el Palacio de Hacienda, los Bancos de la Provincia e Hipotecario y se daba comienzo a la erección de la estupenda Catedral gótica , inspiración de BENOIT.

Y complementariamente se construían viviendas particulares, se tendían las vias tranviarias, se habilitaban mercados para el abasto público, se levantaban hospitales y escuelas, se pavimentaban calles, se proveía el agua corriente, se instalaban servicios de iluminación a gas, y aún eléctrica -novedad prácticamente mundial– para la época, - se arbolaban calles, se urbanizaban las plazas y aún el Bosque, de la antigua estancia de Iraola, aparecía transformado.

Asimismo, se hacía ingresar el ferrocarril por diagonal 80, hasta el mismo corazón de la ciudad y se instalaban el telégrafo y el teléfono, y se levantaban viviendas específicas para funcionarios jerárquicos y simples empleados, a los cuales se les cobraba un módico alquiler.

Fue tanto el prodigio obrado en las antiguas lomas ensenadenses, que antes de cumplirse cinco años de la colocación de la piedra fundamental, La Plata ya era una ciudad cabal, sitio de visita obligada para visitantes extranjeros y asombrados porteños, que no podían creer lo que sus ojos veían.



jueves, 22 de marzo de 2012

Nace la nueva capital de la Provincia d Buenos Aires - parte 3


 
FEBRIL ACTIVIDAD

“...Yo necesitaba levantar una ciudad en diecisiete meses...” dijo ROCHA. Y este perentorio requerimiento— una verdadera proeza—motivó que desplegara una incomparable actividad, junto con un grupo de estupendos colaboradores.
Durante ese lapso no pidió ni se dio tregua y además quiso poner su sello en todo; por eso en cada detalle se advierte la huella de su impronta.
Llegaba frecuentemente hasta Ensenada en tren, donde era recibido por las autoridades locales, que nunca habían vivido semejante ajetreo, y por algunos vecinos, Pero cuesta imaginar, entre ellos a Cestino, gozoso de ver materializado su sueño, desarrollado en el opúsculo “TRATADO ACERCA DE LA ENSENADA...EL MAS INDICADO...PARA FUTURA CAPITAL DE LA PROVINCIA.”

Desde allí a caballo y por el camino Blanco, se trasladaba hasta las lomas, en donde se mensuraba la tierra y se hincaban los jalones para el magnífico damero. Prácticamente se le iba el día y por la noche regresaba a Buenos Aires para continuar con las severas exigencias del gobierno de la Provincia. Pero en la obra quedaban el juez de paz Carlos A. Fajardo y , para las funciones administrativas, los ingenieros Luis Baldi y Pedro Benoit, para los requerimientos técnicos y dos centenarios de hombres A ellos les tocó correr contra reloj, porque el 8 de noviembre todavía no sabían cual sería la fecha elegida para la realización de la ceremonia, como consta en una carta que el ingeniero Baldi, remitió al gobernador.

No fue ajena a esta circunstancia el haber tenido que postergar la fecha prevista, que originalmente era para el 23 de octubre, cumpleaños de Paula Arana, esposa del gobernador, pues una oportuna lluvia torrencial demostró que el lugar determinado para centro geométrico era fácilmente anegable, debiendo correrse los mojones presurosamente.

Ello conspiró contra el lucimiento de la ceremonia fundacional, en la cual muchos de los asistentes, residentes en Buenos Aires o en lugares alejados padecieron verdaderas penurias.
El 19 de noviembre celebraba sus cumpleaños Dardo Melchor Ponciano Rocha, el pequeño hijo del fundador. Y ésa fue la fecha elegida, resolviéndose esto por decreto del 10 de noviembre a escasas jornadas de su realización.

En los festejos de ese domingo de noviembre, la mayor parte de los concurrentes provenían de Buenos Aires, llegaron en trenes especiales, tras mas de dos horas de trayecto, arribaban primero a Ensenada y de allí a Tolosa, desde donde una línea”Decauville” los transportaba al lugar de la ceremonia, si bien algunos aprovechados cocheros ofrecían sus servicios por ¡ Doscientos pesos !
El calor era bochornoso, por lo que el asado con cuero previsto para el público, estaba en mal estado y fue preciso tirarlo. La concurrencia comenzó entonces a ingerir fiambres y dulces, hecho que acentuó la sed que el calor provocaba. Pero casi no había agua para beber, vendiéndose la poca existencia a un peso cada vaso.

Por esta causa, cuando a las tres y media de la tarde , en medio del estampido de los cañones y de los sones de la banda de música, descendió la piedra basal, muchos -salvo las autoridades– se hallaban lejos del lugar a la sombra de los eucaliptos del bosque de Iraola, dejando algunos palcos vacíos.
Luego se sirvieron, para los invitados principales, varias viandas en un salón expresamente armado en el sitio donde actualmente se encuentra la sede social del club Gimnasia y Esgrima, en la calle 4. El ámbito estaba iluminado con luces eléctricas, algunas de las cuales fueron “distraídas” como “souvenir” por los ocasionales concurrentes.

El regreso se convirtió en una tremenda odisea, basta decir que el primer tren que partió desde Ensenada lo hizo, con las autoridades a bordo, a las 10 de la noche, arribando a Buenos Aires a las 2 de la mañana siguiente.Los otros servicios que corrieron, luego de sufrir los pasajeros en la estación, sin reparo alguno, una lluvia despiadada, recién estuvieron en Buenos Aires en la mañana del día 20.

miércoles, 21 de marzo de 2012

Nace la nueva capital de la Provincia d Buenos Aires - parte 2

El estudio comparado colocaba a ENSENADA entre las preferidas. Pero ROCHA ya había tomado partido. Y el 14 de marzo de 1882 elevó su mensaje, propiciando la capitalización de Ensenada, tras conocer inclusive, las cifras del censo de 1881 que daban a este distrito provincial un lugar de superlativa importancia entre sus pares.

LA LEY FUNDACIONAL
La Ley de creación de la ciudad de LA PLATA en los altos de la Ensenada, dice así:
Art.1º Declárese Capital de la Provincia el Municipio de Ensenada
Art. 2º El P. E. procederá a fundar una ciudad que se denominará “LA PLATA” frente al puerto de la Ensenada sobre los terrenos altos.
Art. 3º El ejido de la ciudad que se manda a crear por el Art. 2º, será de seis leguas cuadradas veinte y dos centésimos de otra que el P. E. Mandará deslindar, dividir en solares, quintas y chacras, y amojonar debidamente.
Art. 4º Declárase que hay utilidad en la expropiación de las tierras necesarias a los objetos de los Artículos 2º y 3º en la extensión de seis leguas cuadradas veinte y dos centésimos de otra y cuyos límites serán a NE don Felix Osornio, ejido de la Ensenada y Jorge Bell. Al NO Jorge Bell. Al SE Alfonso Demaría, Francisco Wright. Al SO Nicanor Sisto y Gabriel Llanos de la Roca y C. Villoldo de Giménez. Al S Ceferino Merlo.
Art. 5º La formación de la Capital será hecha directamente por la Provincia.
Art. 6º Declárase que es indispensable la adquisición de los terrenos indicados para edificar la Capital de la Provincia.
Art. 7º A los efectos de cubrir el valor de la expropiación, el P. E. Dispondrá del producido de la Ley del 6 de Julio de 1881.
Art. 8º El P. E. Procederá a expropiar a sus dueños actuales los terrenos designados, sujetándose a la Ley de expropiación
Art. 9º Terminada la construcción de los edificios que se ordenen por leyes especiales, el P. E. Dará cuenta a la Legislatura para que ésta dicte la ley de traslación de los Poderes Públicos a la nueva Capital.
Art. 10º Queda autorizado el P. E. Para hacer los gastos que demande el Art. 3º y los de expropiación, imputándose al Art. 5º de la Ley del 6 de julio de 1881.
Art. 11º Comuníquese.
Dado en la Sala de Sesiones de la Legislatura de la Provincia a los veinte y siete días del mes de abril del año mil ochocientos ochenta y dos.
Fdo. Nicolás Achaval - Juan Darquier y S.S. Del Senado y Diputados.
Mayo 1º/882. Cúmplase, comuníquese, publíquese e insértese en el Registro Oficial.
Fdo. Rocha - Carlos D’Amico

martes, 20 de marzo de 2012

Nace la nueva capital de la Provincia d Buenos Aires - parte 1


En nuestro país al término del mandato de CARLOS CASARES surgieron dos candidaturas para sucederlo: la de ARISTÓBULO DEL VALLE y la de ANTONIO CAMBACERES. Pero ante la oposición política de MITRE y sus acólitos, se consensuó la elección de CARLOS TEJEDOR (1878-1880).
El nuevo gobernante, de intransigente matiz provincialista, inició una serie de medidas de progreso que fueron, en parte, malogradas por el recurrente enfrentamiento en el que se hallaba la provincia con la Nación, litigando por la cuestión Capital en la ciudad de Buenos Aires.
Ello produjo, luego de una serie de desencuentros que sería muy largo enumerar, el estallido de combates entre fuerzas antagónicas: el 20 de junio de 1880 el de PUENTE ALSINA y dos días después el de CORRALES, con centenares de muertos y heridos por ambos bandos. La brecha de la disociación se había abierto profunda, pero en virtud de que prevalecieron las fuerzas nacionales, la situación quedó en manos del poder central.

Fue entonces cuando, ante tanto dolor, apareció providencialmente la figura de DARDO ROCHA, a la sazón senador nacional por Buenos Aires, propiciando la caducidad de los poderes públicos provinciales. Evidentemente, el camino a la unidad nacional no tenía otra salida. Y ROCHA fue ungido candidato natural a la gobernación de Buenos Aires, cargo que asumió el 1º de Mayo de 1881.
En tanto, los hechos se habían precipitado. El 24 de agosto de 1880 el Poder Ejecutivo Nacional (PRESIDENTE AVELLANEDA) dirigió al Congreso el proyecto de federalización de la ciudad porteña, aprobado el cual la ciudad de Buenos Aires pasó a ser la Capital de la Nación, quedándole a ROCHA la tarea que habría de perpetuarlo: fundar una nueva capital para la provincia.

Consagrada solemnemente a Ley, el 26 de septiembre de 1880 , bajo el apotegma de Avellaneda:”No hay nada en la Nación superior a la Nación misma”... Buenos Aires fue entregada al poder central el 9 de diciembre.

Desde entonces, y por un año y medio, ROCHA estudió con una comisión de notables, compuesta por ARISTOBULO DEL VALLE, EDUARDO COSTA, MANUEL PORCEL DE PERALTA, EDUARDO WILDE, JOSE M. RAMOS MEJÍA y los ingenieros FRANCISCO LAVALLE y GUILLERMO WHITE, el mejor lugar para el asentamiento de la capital provincial.
Se analizaron en esta investigación diversas localidades, tales como BARRACAS (AVELLANEDA), BELGRANO y FLORES (hoy dentro del ejido de la Capital Federal), CAMPANA, CHASCOMÚS, DOLORES, MERCEDES, MORENO, OLIVOS, QUILMES, SAN FERNANDO, SAN ISIDRO, SAN NICOLÁS, ZÁRATE, Y ENSENADA, es decir un total de 15 (en la lista no se incluyó a BAHIA BLANCA).

Los aspectos contemplados fueron los siguientes: 1º Ventajas e inconvenientes para la administración de la provincia; 2º calidad de los terrenos en que deba levantarse la nueva ciudad para la edificación y de los circunvecinos para la agricultura; 3º Cantidad de agua suficiente para servir las necesidades de una ciudad populosa; 4º Facilidad de comunicar con el exterior ; 5º Condiciones para el establecimiento de vías fáciles de comunicación con la capital de la Nación, con las demás provincias y con el resto de ésta ; 6º Facilidad de hacer las obras de arte indispensables a la higiene y comodidad de un gran centro de población.
De resultas del análisis exhaustivo de todos estos condicionamientos, el informe concluyó así: ...que las localidades que reúnen mayor número de las condiciones indicadas para el establecimiento de un gran centro de población, son: CAMPANA, LAS LOMAS DE LA ENSENADA Y ZÁRATE, en primer término y subsidiariamente QUILMES, LOS OLIVOS Y SAN FERNANDO. o los pueblos de la línea férrea del Oeste, desde MORENO hasta MERCEDES, si hubiera de elegir una ciudad mediterránea.
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domingo, 18 de marzo de 2012

Los Luceros del Paraguay




La fisonomía de la calle Riobamba, no muy lejos de la avenida Santa Fe, una fisonomía que si bien no es del todo coqueta al menos manifiesta un deseo de serlo, o aspira a conservar ciertos visos encopetados pero de linaje raído, se vio alterada el jueves pasado con una música de rara genealogía. El arpa de Los Luceros del Paraguay rindió homenaje, en la Casa del Bicentenario y a las siete de la tarde en punto, a uno de los hombres más detestados del continente americano: el mariscal Francisco Solano López.
En mi hogar infantil, la prohibición política de la televisión era compensada, en parte, por la narración de corte trágico de la epopeya del pueblo paraguayo. El doctor Francia, o el dictador Francia, como era llamado por las fuerzas enemigas en nuestro relato, había convertido al Paraguay, merced a un proteccionismo férreo, en una potencia sudamericana autoabastecida. Luego fue precisamente Solano López quien fortaleció al Estado en las ramas fundamentales de la economía y mantuvo cerradas las puertas de su comercio, su industria y sus finanzas al capital extranjero. ¡Los vampiros ingleses estaban ávidos por otorgar sus empréstitos!, exclamaba mi padre. ¡No existía la deuda externa! Basada en una agricultura y ganadería generosa y en la herencia jesuítica de la producción en gran escala de la yerba mate, la estructura económica del Paraguay bastaba para abastecer a sus seiscientos mil habitantes. La yerba y el tabaco que se consumían en todo el virreinato eran los primordiales recursos fiscales del país. Se crearon los primeros trenes, telégrafos y fundiciones de hierro de la región, Solano López alentó el crecimiento de una modesta industrial naval y se produjo algodón para la vestimenta. Esta base productiva sin intermediarios ni terratenientes, este localismo feroz, creó una ínsula, una reclusión y una misantropía política. Parecía que la personalidad del doctor Francia era la réplica psicológica del aislamiento de su país (que mi padre atribuía a los intereses mezquinos del puerto de Buenos Aires). Pero la ínsula era una utopía.
Para acicatear nuestro interés, mi padre usaba, al relatar la historia, unos soldaditos de madera y otros de plomo que le había obsequiado a mi hermano en su cumpleaños número seis. El 22 de septiembre de 1866, el general en jefe de la Triple Alianza (una coalición orquestada por Inglaterra, nos explicaba) ordenó el asalto contra la fortaleza natural de Curupaytí. Bartolomé Mitre contaba con nueve mil soldados argentinos y ocho mil brasileños, la flor y nata del ejército, el apoyo de los cañones de la escuadra imperial brasileña y la cooperación de las fuerzas orientales del odiado Venancio Flores. Mitre, un hijo de su cultura y de su clase, llevó a la práctica una estrategia europea: ataque frontal a bayoneta y simulación de retirada. Pero los paraguayos lucharon en sus propios términos: el terreno fangoso de Curupaytí, tal como lo habían planeado ingeniosamente, se convirtió en una pista de patinaje que acabó con las vidas de diez mil soldados argentinos, uruguayos y brasileños. Las amputaciones de diverso tipo que habían padecido los frágiles soldaditos de plomo de mi hermano le otorgaban más veracidad a las escenas bélicas. Curupaytí era nuestra batalla de San Lorenzo. Y la derrota del Paraguay fue nuestra propia derrota.
Mi padre usaba unas metáforas que nos hipnotizaban: “Asunción era una gigantesca antorcha”. No hacía falta que nos señalara que había muerto entre el 50 y el 85 por ciento de su población y más del 90 por ciento de la población masculina adulta. El territorio del Alto Paraná había quedado en poder de Brasil, pero además -y aquí descubríamos que la narración escondía más de una moraleja- Inglaterra, la prestamista, logró otorgarle a la nación derrotada un empréstito de 200.222 libras esterlinas.
Los soldados brasileños, presidiarios liberados, no nos inspiraban menos compasión que los niños paraguayos muertos en combate. “El conflicto terminó porque hemos muerto a todos los paraguayos de 10 años arriba”, había dicho Domingo Faustino Sarmiento, y como lo detestábamos le creímos. Cuando cumplí once años -casi la edad de los soldados paraguayos más jóvenes-, mi madre me obsequió tres volúmenes: Humaitá, Jornadas de agonía y Los caminos de la muerte , las novelas de Manuel Gálvez sobre la guerra. No las dejé por Mujercitas , pero debería haberlo hecho.

POR LAURA RAMOS


viernes, 16 de marzo de 2012

La leyenda del arroyo Maldonado





Nadie puede discutir que el arroyo Maldonado es tan porteño como la Plaza de Mayo. Es que en su curso de más de veinte kilómetros, atraviesa diez barrios de la Ciudad: Versalles, Liniers, Villa Luro, Vélez Sarsfield, Floresta, Villa Santa Rita, Villa Mitre, Caballito, Villa Crespo y Palermo, para terminar en el ancho Río de la Plata.

Ahora, salvo cuando desborda y complica la vida de muchos, el arroyo está oculto debajo de la avenida Juan B. Justo y su continuación, la avenida Intendente Bullrich. Pero desde 1929, cuando se empezaron los trabajos, el Maldonado dejó atrás aquella imagen campera que lo había acompañado, para quedar entubado, primero bajo tierra y, desde 1936, debajo del asfalto de la zigzagueante traza de las avenidas. El entubamiento estuvo a cargo de la empresa Siemmens Schukert, contratada por Obras Sanitarias de la Nación.

Esa es la historia más reciente del famoso y más grande arroyo soterrado que tiene la Ciudad. Pero el Maldonado es conocido desde mucho antes. Tanto, que su nombre tiene origen en una de esas leyendas que, a lo largo de los años, corren de boca en boca. Es la que cuenta datos de la vida de “la Maldonado”, una de las mujeres que llegó con la expedición de Pedro de Mendoza, que el 3 de febrero de 1536 hizo la primera fundación de Buenos Aires, una precaria edificación que duraría apenas hasta 1541. Según la historia, aquella mujer se había embarcado en San Lúcar de Barrameda, desde donde zarpó la expedición en agosto de 1535. Era una más entre aquellas pocas pioneras –como María Dávila (esposa de Mendoza), Isabel de Guevara, Ana de Arrieta o Elvira Pineda– que se animaban a la aventura de cruzar el gran océano y oficiar de asistentes, obreras, enfermeras o amantes.

La suerte de aquella gente no fue la mejor: rodeados de nativos decepcionados por el trato de los españoles, el hambre y las enfermedades minaron la vida en la precaria ciudad. Fue en esa circunstancia que “la Maldonado” cruzó la empalizada de la aldea (algo prohibido) y se internó en el campo en busca de comida. Cuentan que, agotada, se refugió en una cueva cercana a aquel arroyo y que allí encontró a una puma a punto de parir. Y dicen que la mujer ayudó a aquel animal en el parto, que se presentaba difícil. Desde entonces, la fiera agradecida le proveía comida a la mujer que convivía con ella. Eso hizo que hasta los aborígenes la respetaran.

Sin embargo, la leyenda agrega que un día los españoles de la aldea la capturaron, la juzgaron y la condenaron a muerte, dejándola atada a un árbol en medio del campo, para que animales y alimañas terminaran con su vida. Aquello no ocurrió: “la Maldonado” fue rescatada y protegida por la puma a la que había ayudado. Unos cuentan que ante eso Mendoza le otorgó el perdón y la mujer volvió a la aldea. Otros, que su final se pierde en aquel terreno donde está el arroyo que lleva su nombre.

Con toda su carga dramática, la leyenda se mantiene intacta y cada tanto aparece en los relatos que hablan del Maldonado y su fama. Lo mismo pasa con otros aspectos que recuerdan lugares, hechos y protagonistas junto a ese arroyo rebelde que alguna vez fue uno de los límites naturales de la Ciudad. Es lo que pasa con la mala fama que supo tener el viejo café La Paloma, que estaba en el cruce de aquel curso de agua con la avenida Santa Fe, donde hoy hay una gran pinturería. En aquel recinto no sólo recalaron grandes de la génesis del tango como Eduardo Arolas, Tito Rocatagliata, Juan Maglio o Agustín Bardi. Cuentan que no sólo había música y mujeres de vida licenciosa: también hablan de algunas ratas que invadían el lugar y exageran mintiendo con ese jocoso mito de que hasta solían prenderse en algún bailongo. Pero esa es otra historia.

Secreta Buenos Aires

Eduardo Parise

http://www.clarin.com





jueves, 15 de marzo de 2012

El hipódromo de los duelistas






No fue sino hasta que supe de la suerte trágica de Lucio V. López, mi gran héroe romántico, que encontré un encanto antiguo y siniestro a esa zona del bajo Belgrano que arranca por el bar Morrison, de Lidoro Quinteros, oscuro, refugio de parejas clandestinas, el ruido de la máquina de café tapa las conversaciones, y llega hasta el club River en Figueroa Alcorta. Allí funcionaba el antiguo hipódromo de Belgrano, arrasado por una tormenta en 1866, que destruyó la pista y la tribuna.
De todos los jóvenes del siglo victoriano que tomaron a Buenos Aires como epicentro de sus aventuras, Lucio V. López es el que más me deleita, y el hecho de sus amigos hayan sido los jóvenes Lucio V. Mansilla y Miguel Cané -unos D’Artagnan, Athos, Porthos y Aramis para mi imaginación afiebrada- no hace sino agregar más densidad mística a la historia. Pero además Lucio López, así me gusta llamarlo como si, con la sola omisión de una inicial lo estuviera sustrayendo de la muerte y el olvido para traerlo a nuestro propio tiempo, Lucio, decíamos, escribió ese librito autobiográfico moderno y modernista que se llama La gran aldea . Su narrador, un niño de entre nueve y doce años que aúna a su condición de huérfano y federal su inserción en una familia mitrista de Buenos Aires, no podría contener un pathos más sentimental. Adoptado por su tío Ramón, tan pobre como su padre muerto, y por su tía Medea, rica, unitaria y despótica, partidaria de Mitre, el niño crece en la Buenos Aires mitrista que venció al general Urquiza en Cepeda. Pero dejemos a este jovencito desdichado y volvamos a Lucio, el escritor.
En 1893, luego de ser nombrado interventor de la provincia de Buenos Aires, Lucio López denunció un negociado fraudulento del coronel Carlos Sarmiento, que no era pariente de Domingo Faustino. El coronel fue detenido en el departamento de policía provincial, pero luego de tres meses, por medio de una argucia legal, consiguió que lo absolvieran. Para celebrar su libertad, sus amigos le ofrecieron una cena en el restaurante Flobet de La Plata, donde Sarmiento, ensoberbecido por su triunfo y acicateado por sus amigos, insultó a Lucio. Como para rubricar el desafío, publicó una carta acusadora en el diario “La Prensa” que finalizó con otra provocación: un lacónico “Proceda”. De inmediato Lucio envió a sus padrinos. El militar Sarmiento, diestro en el manejo de armas y de injurias, aceptó el reto de inmediato. En el conciliábulo de rigor con sus colegas, los padrinos Mansilla y Beazley procuraron que el duelo no se llevara a cabo, o que se saldara con dos disparos al aire, o a “primera sangre”. Lucio jamás se había enfrentado a un duelo, pero insistió en que el reto fuera a muerte para salvaguardar su honor.
La noticia conmocionó a Buenos Aires. El 28 de diciembre, a las once de la mañana, varios carruajes condujeron a los duelistas, a familiares y algunos curiosos al terreno despejado del antiguo hipódromo. Los padrinos se reunieron en un corrillo, en un último intento por suspender el duelo, pero Lucio se negó. Los doctores Padilla y Decaud, vestidos de negro, esperaban circunspectos mientras el general Bosch, padrino de Sarmiento, midió los doce pasos reglamentarios. Lucio V. Mansilla revisó las pistolas Arzon elegidas. Ya eran las 11:10. Los contendientes, que nunca se habían visto, se miraron las caras y dispararon. Ambos quedaron ilesos y volvieron a cargar las pistolas. Después de la nueva descarga Lucio cayó al suelo. Los médicos diagnosticaron que el proyectil había perforado hígado, intestino y bazo. Murió a eso de la una de la madrugada en su casa de Callao 1852. Las circunstancias heroicas de su muerte lo llenaron de gloria: le dio la extremaunción el padre O’Gormann, hermano de Camila; lo despidieron Miguel Cané, Paul Groussac, Enrique Larreta, Carlos Pellegrini. Y aunque hasta el Club del Progreso lamentó su muerte, para los lectores de La gran aldea , que confundimos narrador y autor en aquellos primeros textos autobiográficos que fundaron nuestra nación, Lucio López va a seguir siendo el huérfano pobre y urquicista al que el destino introdujo en una próspera casa unitaria de Buenos Aires.
POR LAURA RAMOS
http://www.clarin.com/ciudades/hipodromo-duelistas_0_661733917.html

miércoles, 14 de marzo de 2012

Dardo Rocha, El padre de La Plata - parte 6

El noble gobernante de Buenos Aires, estadista, candidato popular que el país necesitaba auspiciar para ser Presidente de la Nación, estaba a la vista, pero puesto frente a varios ciudadanos igualmente prestigiosos para el mismo cargo, tuvo que retirarse con ellos ante la imposición del candidato oficial: Miguel Juárez Celman, que avalaba el Presidente Roca. A quien el Dr. Rocha demostró su capacidad para llevar a cabo empresas verdaderamente épicas y por ende para llegar al tan preciado Sillón de Rivadavia. Por esto Roca sostuvo que el Fundador: "era un gran Señor, tenía energías pero las necesidades políticas decretaron su decapitación"... (Felix Luna "Soy Roca")

Pero esas energías no cesaron, ya que en el Senado de la Nación el Dr. Rocha aconsejó la aceptación de la renuncia del Presidente Juárez Celman durante los sucesos revolucionarios de 1890, expresando que: "- Se puede hacer Presidentes, se puede improvisar gobiernos, pero no se puede gobernar sin opinión y los que así piensan tarde o temprano caen en medio de las maldiciones de los pueblos oprimidos"...

Cumplido su mandato como Legislador Nacional, con la idea de alejarse definitivamente de la escena política y retraerse a la paz del hogar, no pudo ser; ya que gobernantes y ciudadanos reclamaron sus conocimientos, experiencia, consejos o le encomendaron misiones diplomáticas que nos prestigiaron ante otras naciones, y para desempeñar funciones en el más alto Tribunal de Justicia Federal, porque el Dr. Rocha fue un recto magistrado judicial al haber ocupado el rectorado de la Universidad de Buenos Aires y en su juventud un apasionado periodista.

Murió como había vivido, con la serenidad de un justo. De su personalidad civil se desprendían sus virtudes: generoso, afable, cultísimo, tal es así que recomendó a la gran escultora tucumana Lola Mora para que se perfeccionara en Italia. Todo lo configuró en el marco de una vida austera y fecunda.

Cuando nos dejó, también en septiembre del año 1921, contaba con 83 años, pero Dardo Rocha vuelve siempre a su ciudad año tras año, hecho espíritu el 19 de noviembre, cuando florecen los tilos platenses, precisamente para reafirmarnos en nuestra identidad de "SER PLATENSES". Lo que significa una simbiosis entre la ética y la estética, un orgullo de raigambre lugareña, porque las fundaciones se afianzan primero en el pensamiento y en el corazón de quienes la habitan y está en nuestro compromiso de por vida de mejorar su presente, rememorar su pasado y vislumbrar su futuro, para que siga siendo la acrópolis, la colina sagrada...

María Cristina Pozzuoli de Musmano
Colaboración: Federico Denappole

martes, 13 de marzo de 2012

Dardo Rocha, El padre de La Plata - parte 5

La edificación se realizó en tiempo récord, tan solo 40 días, inaugurándose con un asado, siendo sus paredes secadas al calor de los braseros. La casa tiene el doble mérito de ser la única que se mantiene en pie de Dardo Rocha (aparte de la casa de Mar del Plata que está en un total estado de abandono), ya que la de Buenos Aires fue demolida en el año 1970 y por ser la única casa de familia de esa época que tiene la ciudad.

Estos motivos son muy importantes para conocer el inmueble, donde funciona el Museo y Archivo Dardo Rocha, allí se pueden apreciar valiosos testimonios que pertenecieron a la familia Rocha-Arana, objetos fundacionales, documentos, etc.

Dentro del notable acervo del museo mencionamos especialmente un bargueño en caoba con placas de marfil grabado, cuyos dibujos son los doce apóstoles y parte del Credo. Una mesa escritorio adquirida por Rocha con su primer sueldo. La casa esta ubicada frente a Plaza Moreno en calle 50 Nº 933.

Otra casa vinculada al ámbito familiar de los Rocha, es la ubicada en la calle 49 Nº 370, morada del Dr. Diego Pantaleón Arana. Desde uno de sus balcones, Dardo Rocha habló al ser aclamado por el pueblo cuando regresó de su viaje por Europa, del que vino deslumbrado por el denso clima cultural que respiró, en la arquitectura, museos, paseos públicos, etc.

Bajo este encantamiento fue Rocha el impulsor para construir una réplica exacta del Patio de los Leones de la Alambra de Granada (España), que está precisamente en esta casa. Como así también la residencia marplatense que el Dr. Rocha obsequió a su esposa, chalet que él mismo mandó construir al que denominó "Santa Paula". Esa casa que se asemeja a un castillete francés fue construida en 1911, y está ubicada en la intersección de las calles Garay y Lamadrid de la ciudad balnearia.

De los tres años subsiguientes a la Fundación, recordemos aquella generosa promesa de gobernante que cumplió con creces: "- He de extender un kilómetro de vía férrea por cada día de mi gobierno". También estableció el telégrafo, levantó edificios de impecable arquitectura ecléctica, planeo caminos, difundió escuelas, fomentó la agricultura y la ganadería. A propósito de este aspecto de su obra: ... "sacando del abandono en que se encontraban las tierras de Santa Catalina, fundó en ellas una Escuela de Agronomía y un aras en la Provincia, que fueron el inicio de la Facultad de Agronomía de la Universidad Nacional de La Plata" (Honorio Senté "De lo nuestro")

Con su clara inteligencia, entusiasmo y energía de patriota de ley de la manera de los hombres de Mayo, el Dr. Rocha creó la Universidad, siendo su primer rector, aprovechó el mapa de aguas semisurgente para proveer a las ciudades de agua potable, inició estudios de canalización, niveló grandes extensiones de territorio bonaerense, levantó el primer Censo Provincial, etc.

lunes, 12 de marzo de 2012

Dardo Rocha, El padre de La Plata - parte 4

Doña Paula Arana, esposa del Dr. Rocha, con el que tuvo 5 hijos, era de tez mate, contextura robusta y gustaba lucir elegante vestuario para acompañarlo a toda celebración, desfile, viaje y reunión social que aconteciera.

En este aspecto tan provechoso, sin desmerecer el valor histórico de la Fundación, de haber sido un verdadero prodigio creador de trabajo y de ciencia, ya que su traza mereció medalla de oro en la Exposición Universal de París, junto a la Torre Eiffel, hoy como ayer, sufre la gravitación negativa de la cercanía con la Capital Federal. Porque le absorbe su actividad comercial, entorpece la radicación de industrias, le quita población en busca de mejores ofertas laborales. Le retardó lo que sostenía el Dr. Joaquín V. González: ..."que La Plata debía ser como Oxford, el más propicio hogar de la cultura Universitaria argentina".

Un viejo carruaje tomado en Tolosa, se abre paso entre los cardales, terrenos arados y cruzando arroyos. Se mueven sus ocupantes como "zapallos en un carro". Alguien de la comitiva, temeroso de que no se pudieran concretar las obras fantásticas que iba proyectando el Dr. Rocha, como ser el Observatorio Astronómico; dándole a entender sus dudas se limitó a contestar:
- Amigo, querer es poder. Y yo quiero, siempre quiero y firmemente quiero.

¿Qué soñaba en voz alta el fundador?... Ver la Ciudad con sus largas calle edificadas, sus jardines y sus monumentos que desde sus torres y sus altos pisos se vieran los mástiles de los barcos anclados en el puerto. Entorno al desarrollo del puerto giraron muchos anhelos, ya que Rocha sostenía que:
-"descargadas las cargas de los atiborrados barcos en espera del puerto de Buenos Aires, en el de Ensenada, con media hora de tren, estarían en el de la Capital Federal...". ¡Ni soñando!, los porteños jamás compartirían la aduana. Con el tiempo fue nacionalizado y al utilizarlo como puerto petrolero, quedó prácticamente destruido.

Podemos decir que La Plata tuvo su Segunda Fundación, el 16 de abril de 1884, cuando se concreta el traslado e instalación de los tres poderes públicos; Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Ceremonia cumplida durante el gobierno de Rocha con banquetes, números de acrobacia, globos, bombas, fuegos de artificio y la actuación de Pepe Podestá con su personaje "Pepino el '88". Donde se nota la segunda ausencia del Padrino de La Plata, el Gral. Julio Argentino Roca, este hecho se interpreta como un desaire a las expectativas presidenciales de Rocha.

La casa de Rocha en La Plata fue diseñada por el Ing. Benoit, después del tercer aniversario de la Fundación cuando: "Terminadas las ceremonias religiosas realizadas en San Ponciano, salieron el Gobernador (Carlos D´amico), el Dr. Rocha, el Dr. Jorge, el primer cura de la mencionada Iglesia, Pbro. Carranza, el Dr. Langenhin entre otros a recorrer la ciudad. Llegados a la actual Plaza Moreno se detuvieron para observar las obras en construcción de la Catedral, de la Municipalidad, y la cantidad de edificaciones que se estaban levantando en todas las manzanas próximas a la plaza. Pero el Dr. Langenhein observó que en todos los frentes de la plaza, sólo un terreno estaba completamente libre, sin que se levantara edificación alguna, y como eso le llamara la atención preguntó al Dr. D´amico si sabía de quien era ese terreno, a lo que este le respondió: - Es de este... (refiriéndose al Dr. Rocha), que no tiene fe en su obra. Oído esto por el Dr. Rocha en el acto formuló a sus acompañantes la invitación para almorzar en aquella "su casa" (el terreno baldío) el 1 de enero de 1886. (Historia del Museo y Archivo "Dardo Rocha". Hechos anecdóticos del Dr. Rocha tomados de la revista "Vida Nuestra").

Dardo Rocha, El padre de La Plata - parte 3

Es DARDO ROCHA, una reliquia histórica, un jefe de familia sencillo, un porteño genuino que en su trato, tanto en los círculos políticos y sociales como a su paso por la calle mostraba el rasgo espontáneo de su franca simpatía.

Dijimos que se identificaba como un porteño genuino, basándonos en sus propias palabras, recogidas por su amigo Honorio Senet en su libro "De lo nuestro" , decía así: "...soy uno de los vecinos más antiguos de Buenos Aires, por cuanto sigo habitando el mismo solar, en la calle Lavalle en que mis antepasados más remotos edificaron su casa colonial...".

Rememorar el palacete neoclásico de líneas renacentistas es sumergirnos en el selecto espíritu de este anciano de silueta inconfundible, ya que constituyó la culminación del extraordinario esfuerzo de Rocha coleccionista. Reunió piezas importantes como muebles de época de Carlos III, valiosas porcelanas, destacándose un plato de Rhodas en mayólica del siglo XVI, un jarrón chino, un cántaro italiano y muchos mas objetos de arte. Recordemos que el Dr. Rocha donó dos momias egipcias y una estatua yaciente de Guidarello Guidarelli (copia), cuyo original esta en la Academia de Bellas Artes de Ravena (Italia), al Museo de Ciencias Naturales local.

El Dr. Rocha gustaba asociar los logros de hombre versado en asuntos de estado con fechas relacionadas con sus afectos familiares. Todo lo coordinó para que la Fundación ocurriera el 23 de octubre, día del cumpleaños de su señora esposa y compañera de todos los momentos Doña Paula Arana. Pero algo inesperado dispuso las cosas de otro modo.

Había llovido muchísimo en el lugar donde se demarcó en un principio para colocar la Piedra Fundacional (calles 43 y 11), ese lugar, se asemejaba a un cañadón lleno de agua y poblado de gallaretas que al menor movimiento levantaban vuelo rasante en forma de nube. ¡Eso era tremendo!, los adversarios comentaban que la Nueva Capital se fundaría sobre un bañado. De inmediato, el Dr. Rocha ordenó la remarcación de la planta urbana y eligió el 19 de noviembre (día de San Ponciano) y fecha de cumpleaños de su segundo hijo Dardo Melchor Ponciano. El tercer nombre se perpetuó como Patrono de la Ciudad y designó a la primera iglesia platense (San Ponciano fue Papa y Mártir romano del siglo III).

Al notable fundador, dotado de una pertinaz constancia para terminar la obra soñada, en aquellas primeras horas de labor, dentro de un escenario de materiales dispersos, de carros y chatas, de carpas diseminadas y múltiples elementos de trabajo alguien lo vio ocupado en descargar una vagoneta; es que no podía detenerse hasta que 10.000 casas cubrieran campos y rastrojos de la heredad de los Iraola.

¡Qué de gratos y emotivos recuerdos habrían tenido los familiares del Fundador! Como cuando dada la orden de colocar la Piedra Fundamental, indicó a su hijo mayor Carlos Dardo Rocha para que ayudara a engancharla en el aparejo y así descendiera al foso. O cuando Doña Paula Arana, tomando la cuchara de albañil ricamente enjoyada inició el sellado de la Piedra Basal.

domingo, 11 de marzo de 2012

Dardo Rocha, El padre de La Plata - parte 2

Los problemas económico - financieros no estuvieron ajenos a su labor, apareciendo por primera vez en el país la legislación de tierras. Otros aspectos que desarrolló fue la protección para la radicación de industrias nacionales, favoreciéndolas con la disminución de derechos aduaneros.

Proyecto la primera ley de patentes de invención, defendió el plan por el cual Buenos Aires tiene obras de salubridad, combatió los empréstitos extranjeros por considerarlos negativos para los intereses nacionales.

Equipó al Ejercito Nacional de buen material de artillería para asegurar una paz con Chile por desinteligencias limítrofes. Siguiendo con el tema de nuestras relaciones internacionales, creció su gravitación política por un triunfo parlamentario, el que a través de un concienzudo discurso rechazando un convenio donde se cedían derechos inalienables de la Nación, mereció el apoyo de la opinión pública y el aplauso de la prensa.

En la plenitud de su sobresaliente actuación política, obtuvo por su elección de Diputado por Buenos Aires, la posibilidad de estar en el Congreso de la Nación, triunfando por abrumadora mayoría sobre Mitre y Bernardo de Irigoyen. Casi simultáneamente fue elegido miembro de la Convención Constituyente que reformó la Carta Magna de la Provincia en 1870 y de la Constitución Nacional en 1898, circunstancia que lo llevó a estar junto a Vélez Sarfield y Vicente Fidel López (indiscutidos maestros del derecho argentino), resultando un notable colaborador en todas las reformas orgánicas debatidas.

Este desempeño, lo erigió en prohombre de la República. Suscitar y concentrar todas las simpatías y voluntades, aunque no por eso dejó de tener resistencias de algunos dirigentes que pronto mostraron sus incompatibilidades en los sucesos revolucionarios del año 1874.

Con su consejo preponderante ante los hombres y su acción individual aislada, Rocha logró sofocar el estallido y el gran éxito de su atinado patriotismo lo elevó aún más ante la estima y juicio de los ciudadanos.

Rocha pacificador, apoyó la gestión constructiva del Presidente Avellaneda precisamente cuando más rivalidad había entre provincianos y porteños.

El momento hizo ver al Dr. Rocha la urgencia de afirmar nuestro nacionalismo conteniendo la hegemonía bonaerense y fue por el levantamiento armado del Gobernador Tejedor, asumiendo la representación de la altiva Buenos Aires, frente a la soberanía nacional, que pudo solucionar el grave problema institucional y político que amenazaba quebrar el federalismo argentino, cuyo afianzamiento había costado tantas luchas entre las provincias (antes y después del Gobierno de Rosas).

La solución para contener ese enojoso y perturbador antagonismo, la encontró el Dr. Rocha rigiendo los destinos de la primera provincia argentina con su proyecto de Fundación de La Plata; que resolvió el viejo problema de la Capitalización de Buenos Aires, alrededor del cual giraron todos los conflictos y luchas civiles que se dieron por la coexistencia imposible de las autoridades nacionales y provinciales en la misma capital.

Fue ceder patrióticamente a la Nación, la gran ciudad cumpliendo con una de las finalidades determinantes de la Constitución del 53, la de integrar junto con la delimitación territorial, la organización política definitiva del país.

Una leve inclinación de cabeza, su particular sonrisa, y en la diestra la clásica galera, qué porteño atropellado, estresado o el pacífico concurrente a un café en la vereda repara en que uno de esos caballeros que transitan por la calle Lavalle, es el ilustre arquitecto de sus sueños que cristalizaron en la construcción de una cuidad distinta a todas por sus edificios, sus sabios, sus artistas, sus mujeres, sus poetas...

Dardo Rocha, El padre de La Plata - parte 1



El Dr. Juan José Dardo Rocha y Arana, nombre así inscripto en la Parroquia de San Nicolás de Bari, el querido Fundador de la Plata, Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Abuelo de la República, por haber sellado la Unidad Nacional y candidato a ser presidente de la Nación por el período 1886-1892, nació en la ciudad de Buenos Aires en Primavera (septiembre) del año 1838.

De bondadoso rostro, parecido al del Sabio Luis Pasteur (descubridor de la vacuna antirrábica) y de Papá Noel, ¡Qué cariño y respeto despertaba entre la gente que espontáneamente se le acercaba en sus visitas a la ciudad!. A la que llamó "LA NUEVA BUENOS AIRES" y que por ser un cuidadoso coleccionista, guardaba el primer boleto de tren hacia "su ciudad".

De porte inconfundible, mostró esmero en su aseo personal, habitual expresión paternal en la mirada y delicadeza en sus modales. Enseñó a hombres, jóvenes y viejos una lección de vida real, viviendo él la suya con la alegría interior del optimismo que acompañó la realización de sus proyectos, la materialización de sus sueños, la lucha implacable del "porteñismo", al que no le interesaba un ápice de La Plata y en toda su acción de literato, periodista, militar, jurisconsulto, gobernante, diplomático y sobre todo, Padre de familia.

Estudió con brillo en los claustros del Convento de San Francisco (donde funcionaba la Universidad) y empujado por su acendrado patriotismo suspendió momentáneamente sus cursos de derecho para combatir en las batallas que ocurrieron en los campos bonaerenses entre porteños y provincianos, los que prepararon en definitiva la Organización Nacional.

En estos momentos, batalló por su propia vida, manteniéndose a sí mismo y le fue posible revelarse como resuelto hombre de acción, ya que por ésta época el militar era un improvisado. Como abogado apareció en la escena pública desempeñándose como Oficial Mayor y luego como Subsecretario del Ministerio del Interior. Por su eficacia, rectitud y con la adhesión de sus amigos políticos, ocupó una banca en la legislatura porteña. Diputado entonces, estuvo rodeado de ciudadanos de mérito, quienes descubrieron en su ilustración y mesura al estadista maduro que años mas tarde se probó en las graves funciones del gobierno. Actuando con eficacia y rivalizando con otros políticos de su tiempo (dado a su versación polifacética en las cuestiones de gobierno y su innato patriotismo), alentado por su fe en los ideales políticos y la grandeza del país, fue un contrincante de fuste de la alta oratoria política, con palabra elocuente y lleno de sensatez en los debates parlamentarios donde los sagrados intereses nacionales estaban por encima de todas las contingencias personales o partidarias.

Dirigente autorizado de partido sin ser agitador, con su característica serenidad, era capaz de sentir fuertes y nobles pasiones en busca de la unidad. Elaboró trabajosamente la unidad espiritual de nuestro pueblo para llegar a la Organización Nacional y para poder tallar su trayectoria, libró ásperas peleas cívicas en la prensa, el congreso y en la tribuna popular.

En la Cámara Nacional cobró protagonismo y gravitación. Era un trabajador activísimo que vivía la preocupación constante del bien público. Participaba en las comisiones internas, en el recinto, abordaba diversos asuntos, además de dilucidar complejas cuestiones doctrinarias.

Como buen demócrata, la veracidad en el sufragio tuvo en él un franco iniciador para purificar el comicio y el voto libremente emitido, como única forma de garantizar el origen popular del gobierno y asegurar el orden social.

viernes, 9 de marzo de 2012

Rosa Luxemburg - parte 6



El 8 de noviembre de 1918, la revolución alemana liberó a Rosa de la prisión. Con todo su energía y entusiasmo se sumergió en la lucha revolucionaria. Lamentablemente las fuerzas reaccionarias eran poderosas. Líderes del ala derecha de la socialdemocracia y generales del viejo ejército del Káiser unieron sus fuerzas para suprimir al proletariado revolucionario. Miles de trabajadores fueron asesinados; el 15 de enero de 1919 mataron a Karl Liebknecht; el mismo día, el culatazo de rifle de un soldado destrozó el cráneo de Rosa Luxemburg.

El movimiento internacional de los trabajadores perdió, con su muerte, uno de sus más nobles espíritus. "El más admirable cerebro entre los sucesores científicos de Marx y Engels", como dijo Mehring, había dejado de existir. En su vida, como en su muerte, dio todo por la liberación de la humanidad.


Funeral de Rosa


NOTASfuente: Capítulo 1 de Tony Cliff: Rosa Luxemburg, en www.marxists.org

3. Centrista fue un término que se aplicaba a aquellos que mantenían una posición intermedia, vacilante, entre los revolucionarios consistentes y los reformistas declarados. (N. del T.)

jueves, 8 de marzo de 2012

Rosa Luxemburg - parte 5

Entre 1905 y 1910, la escisión entre Rosa Luxemburg y la dirección centrista3 del SPD -del que Kautsky era el portavoz teórico- se hizo más profunda. Ya en 1907, Rosa había expresado su temor de que los líderes del partido, al margen de su profesión de marxismo, vacilarían frente a una situación que requiriera acción. El punto culminante llegó en 1910, cuando se produjo una ruptura total entre Rosa y Karl Kautsky por la cuestión de la vía de los trabajadores hacia el poder. Desde ese momento, el SPD se dividió en tres tendencias diferenciadas: los reformistas, que progresivamente fueron adoptando una política imperialista; los así llamados marxistas de centro, conducidos por Kautsky (ahora apodado por Rosa Luxemburg "líder del pantano"), quien conservaba su radicalismo verbal pero se limitaba cada vez más a los métodos parlamentarios de lucha; y el ala revolucionaria, de la que Rosa Luxemburg era la principal inspiradora.

En 1913, publicó su obra más importante: La acumulación de capital. (Una contribución a la explicación económica del imperialismo). Ésta es sin duda, desde El Capital una de las contribuciones más originales a la doctrina económica marxista. Este libro -como lo señalara Mehring, el biógrafo de Marx- con su caudal de erudición, brillantez de estilo, vigoroso análisis e independencia intelectual, es de todas las obras marxistas, la más cercana a El Capital. El problema central que estudia es de enorme importancia teórica y política: los efectos que la expansión del capitalismo en territorios nuevos y atrasados, tiene sobre sus propias contradicciones internas y sobre la estabilidad del sistema.

El 20 de febrero de 1914, Rosa Luxemburg fue arrestada por incitar a los soldados a la rebelión. La base de esta acusación fue una arenga en la que declaró: "Si ellos esperan que asesinemos a los franceses o a cualquier otro hermano extranjero, digámosles: 'No, bajo ninguna circunstancia'". En el Tribunal se transformó de acusada en acusadora, y su disertación -publicada posteriormente bajo el título Militarismo, guerra y clase obrera- es una de las más inspiradas condenas del imperialismo por parte del socialismo revolucionario. Se la sentenció a un año de prisión, pero no fue detenida ahí mismo. Al salir de la sala del tribunal fue de inmediato a un mitin popular, en el que repitió su revolucionaria propaganda antibélica.
Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, prácticamente todos los líderes socialistas fueron devorados por la marea patriótica. El 3 de agosto de 1914, el grupo parlamentario de la socialdemocracia alemana decidió votar a favor de créditos para el gobierno del Káiser. Sólo quince de los ciento once diputados mostraron algún deseo de votar en contra. No obstante, después de serles rechazada su solicitud de permiso, se sometieron a la disciplina del partido, y el 4 de agosto, todo el grupo socialdemócrata votó por unanimidad en favor de los créditos. Pocos meses después, el 3 de diciembre, Karl Liebknecht ignoró la disciplina del partido para votar de acuerdo con su conciencia. Fue el único voto en contra de los créditos para la guerra.
La decisión de la dirección del partido fue un rudo golpe para Rosa Luxemburg. Sin embargo, no se permitió la desesperación. El mismo día que los diputados de la socialdemocracia se unieron a las banderas del Káiser, un pequeño grupo de socialistas se reunió en su departamento y decidió emprender la lucha contra la guerra. Este grupo, dirigido por Rosa, Karl Liebknecht, Franz Mehring y Clara Zetkin, finalmente se transformó en la Liga Espartaco. Durante cuatro años, principalmente desde la prisión, Rosa continuó dirigiendo, inspirando y organizando a los revolucionarios, levantando las banderas del socialismo internacional.
El estallido de la guerra, separó a Rosa del movimiento obrero polaco, pero debe de haber obtenido profunda satisfacción, porque su propio partido en Polonia permaneciera en todo sentido leal a las ideas del socialismo internacional.
La revolución rusa de febrero de 1917 concretó las ideas políticas de Rosa: oposición revolucionaria a la guerra y lucha para el derrocamiento de los gobiernos imperialistas. Desde la prisión, seguía febrilmente los acontecimientos, estudiándolos a fondo con el objeto de recoger enseñanzas para el futuro. Señaló sin vacilaciones que la victoria de febrero no significaba el final de la lucha, sino solo su comienzo; que únicamente el poder en manos de la clase trabajadora podía asegurar la paz. Emitió constantes llamamientos a los trabajadores y soldados alemanes para que emularan a sus hermanos rusos, derrocaran a los junkers y al capitalismo. Así, al mismo tiempo que se solidarizarían con la revolución rusa, evitarían morir desangrados bajo las ruinas de la barbarie capitalista.
Cuando estalló la Revolución de Octubre, Rosa la recibió con entusiasmo, ensalzándola con los términos más elevados. Al mismo tiempo, no sustentaba la creencia de que la aceptación acrítica de todo lo que los bolcheviques hicieran fuera útil al movimiento obrero. Previó claramente que si la Revolución Rusa permanecía en el aislamiento, un elevado número de distorsiones mutilarían su desarrollo; bien pronto señaló tales distorsiones en el proceso de desarrollo de la Rusia soviética, particularmente sobre la cuestión de la democracia.

Rosa Luxemburg - parte 4


Sin embargo, pensar, escribir y hablar sobre la revolución no era suficiente para Rosa Luxemburg. El motto de su vida fue: "En el principio fue el acto". Y aunque no gozaba de buena salud en ese momento, entró de contrabando en la Polonia rusa tan pronto como pudo (en diciembre de 1905). En ese momento el punto culminante de la revolución había sido superado.

Las masas todavía estaban activas, pero ahora vacilantes, mientras la reacción alzaba su cabeza. Se prohibieron todos los mítines, pero los obreros todavía los celebraban en sus fortalezas: las fábricas. Todos los periódicos de los

trabajadores fueron suprimidos, pero el del partido de Rosa seguía apareciendo todos los días, impreso clandestinamente. El 4 de marzo de 1906 fue arrestada y detenida durante cuatro meses, primero en la prisión y posteriormente en un fuerte. A causa de su mala salud y de su nacionalidad alemana, fue liberada y expulsada del país.2

La revolución rusa dio vigor a una idea que Rosa había concebido años atrás: que las huelgas de masas -tanto políticas como económicas- constituían un elemento cardinal en la lucha revolucionaria de los trabajadores por el poder, singularizando a la revolución socialista de todas las anteriores. A partir de allí elaboró aquella idea en base a una nueva experiencia histórica.
Al hablar en tal sentido en un mitin público fue acusada de "incitar a la violencia", y pasó otros dos meses en prisión, esta vez en Alemania.

En 1907, participó en el Congreso de la Internacional Socialista celebrado en Stuttgart. Habló en nombre de los partidos ruso y polaco, desarrollando una posición revolucionaria coherente frente a la guerra imperialista y al militarismo.

Rosa Luxemburg - parte 3


Poco después, en 1899, el "socialista" francés Millerand participó de un gobierno de coalición con un partido capitalista. Rosa siguió atentamente este experimento y lo analizó en una serie de brillantes artículos referentes a la situación del movimiento francés en general, y a la cuestión de los gobiernos de coalición en particular. Después del fiasco de Macdonald en Gran Bretaña, el de la República de Weimar en Alemania, el del Frente Popular en Francia en la década de los 30 y los gobiernos de coalición posteriores a la Segunda Guerra Mundial en el mismo país, queda claro que las enseñanzas impartidas por Rosa no son únicamente de interés histórico.

Entre 1903-1904, Rosa se entregó a una polémica con Lenin, con quien disentía en la cuestión nacional, y en la concepción de la estructura del partido y la relación entre el partido y la actividad de las masas.
En 1904, después de "insultar al Káiser", fue sentenciada a nueve meses de prisión, de los cuales cumplió solo uno.

En 1905, con el estallido de la primera revolución rusa, escribió una serie de artículos y panfletos para el partido polaco, en los que exponía la idea de la revolución permanente, que había sido desarrollada independientemente por Trotsky y Parvus, pero sostenida por pocos marxistas de la época. Mientras que tanto los bolcheviques como los mencheviques, a pesar de sus profundas divergencias, creían que la revolución rusa había de ser democrático-burguesa, Rosa argüía que se desarrollaría más allá del estadio de burguesía democrática y que podría terminar en el poder de los trabajadores o en una derrota total. Su slogan era "dictadura revolucionaria del proletariado basada en el campesinado".1

1. No por nada Stalin denuncia a Rosa póstumamente en 1931 como trotskista (véase J.V.Stalin, Works Tomo XII, pp86-104).


miércoles, 7 de marzo de 2012

Rosa Luxemburg - parte 2



Intelectualmente crecía a pasos agigantados. En 1898, se dirigió al centro del movimiento obrero internacional en Alemania, que la atrajo irresistiblemente.
Comenzó a escribir asiduamente, y después de un tiempo llegó a ser uno de los principales colaboradores del periódico teórico marxista más importante de la época, Die Neue Zeit. Invariablemente independiente en el juicio y en la crítica, ni siquiera el tremendo prestigio de Karl Kautsky, su director -"Papa del marxismo", como se le llamaba-, lograba apartarla de sus opiniones elaboradas, una vez que estaba convencida de ellas.
Rosa entregó cuerpo y alma al movimiento obrero en Alemania. Era colaboradora regular de numerosos diarios socialistas -y en algunos casos directora-, dirigió muchos mítines populares y tomó parte enérgicamente en todas las tareas que el movimiento le requería. Desde el principio hasta el fin, sus disertaciones y artículos eran trabajos creativos originales, en los que apelaba a la razón más que a la emoción, y en los que siempre abría a sus oyentes y lectores un horizonte más amplio.

En este momento, el movimiento de Alemania se dividió en dos tendencias principales, una reformista -con fuerza creciente- y la otra revolucionaria. Alemania había gozado de creciente prosperidad desde la crisis de 1873. El nivel de vida de los trabajadores había ido mejorando ininterrumpidamente, aunque en forma lenta: los sindicatos y cooperativas se habían vuelto más fuertes.

En estas circunstancias, la burocracia de estos movimientos, junto con la creciente representación parlamentaria del Partido Social Demócrata, se alejaba de la revolución y se inclinaba con gran ímpetu hacia los que ya proclamaban el cambio gradual o el reformismo como meta. El principal vocero de esta tendencia era Eduard Bernstein, un discípulo de Engels. Entre 1896 y 1898, escribió una serie de artículos en Die Neue Zeit sobre "Problemas del Socialismo", atacando cada vez más abiertamente los principios del marxismo. Estalló una larga y amarga discusión. Rosa Luxemburg, que acababa de ingresar en el movimiento obrero alemán, inmediatamente salió en defensa del marxismo. De forma brillante y con magnífico ardor atacó el propagado cáncer del reformismo en su folleto ¿Reformismo o revolución?.

Rosa Luxemburg - parte 1

Rosa Luxemburg nació en la pequeña población polaca de Zamosc, el 5 de marzo de 1871. Desde muy joven fue activista del movimiento socialista. Se unió a un partido revolucionario llamado Proletariat, fundado en 1882, alrededor de 21 años antes de que se fundara el Partido Social Demócrata Ruso (bolcheviques y mencheviques).

Proletariat estuvo desde sus comienzos, tanto en principios como en programa, señaladamente adelantado con respecto al movimiento revolucionario en Rusia. Mientras el movimiento revolucionario ruso estaba todavía restringido a actos de terrorismo individual llevados a cabo por una heroica minoría de intelectuales, Proletariat organizaba y dirigía a miles de trabajadores en huelga. No obstante, en 1886, Proletariat fue prácticamente decapitado por la ejecución de cuatro de sus líderes, el encarcelamiento de otros veintitrés bajo largas condenas a trabajos forzados y el destierro de otros doscientos. Sólo se salvaron del naufragio pequeños círculos, y a uno de ellos se unió Rosa Luxemburg a los 16 años. Alrededor de 1889, su actuación llegó a oídos de la policía y tuvo que abandonar Polonia, ya que sus camaradas pensaron que podría realizar tareas más útiles en el exterior que en prisión. Fue a Zurich, en Suiza, que era el centro más importante de emigración polaca y rusa. Ingresó en la universidad, donde estudió ciencias naturales, matemáticas y economía. Tomó parte activa en el movimiento obrero local y en la intensa vida intelectual de los revolucionarios emigrados.

Apenas dos años más tarde, Rosa ya era reconocida como líder teórico del partido socialista revolucionario de Polonia. Llegó a ser colaboradora principal del diario del partido, Sprawa Rabotnicza, publicado en París. En 1894, el nombre del partido, Proletariat, cambió por el de Partido Social Demócrata del Reino de Polonia; muy poco después, Lituania se añadió al título. Rosa siguió siendo líder teórico del partido -el SDKPL- hasta el fin de su vida.

En agosto de 1893, representó al partido en el Congreso de la Internacional Socialista. Allí, siendo una joven de 22 años, tuvo que lidiar con veteranos muy conocidos de otro partido polaco, el Partido Socialista Polaco (PPS), cuyo principio más importante era la independencia de Polonia, y que demandaba el reconocimiento de todos los miembros de mayor experiencia del socialismo internacional.

La ayuda para el movimiento nacional en Polonia tenía tras de sí el peso de una larga tradición: también Marx y Engels habían hecho de esto un principio importante en su política. Impertérrita ante todo esto, Rosa cuestionó al PSS, acusándolo de tendencias claramente nacionalistas y de propensión a desviar a los trabajadores de la senda de la lucha de clases; se atrevió a tomar una posición diferente a la de los viejos maestros y se opuso al slogan de "independencia para Polonia". Sus adversarios acumularon injurias sobre ella: algunos, como el veterano discípulo y amigo de Marx y Engels, Wilhelm Liebknecht, llegó a acusarla de ser agente de la policía secreta zarista. No obstante, ella se mantuvo en sus trece.


viernes, 2 de marzo de 2012

Pueblo charrúa: de personajes de circo a valientes libertarios - parte

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El historiador Filiberto Reula sostiene que hacia finales del siglo XVII podían verse charrúas en casi todo el territorio entrerriano.“Durante varios años –aporta Alarcón Muñiz– españoles y charrúas sostuvieron una guerra sin cuartel en Entre Ríos, hasta que en 1632 los caciques Yasú, habitantes de la zona ya conocida como la Bajada, acordaron de igual a igual con Hernandarias y su yerno, José Luis de Cabrera, el cese de las hostilidades.
La paz se prolongaría setenta años, solo alterada por algunos hechos aislados.De los charrúas trascendió el carácter aguerrido que ostentaban al momento de defender su cultura, su pueblo, su pervivencia. Y no faltan razones para eso. Pero fue posible un marco de acuerdo de los españoles con los integrantes del pueblo charrúa: 70 años de convivencia pacífica.

“Ningún pueblo sudamericano sostuvo una pelea tan larga por su libertad e independencia. Erraron por los campos transmitiendo a su heredero, el gaucho, el sentimiento de la vida independiente y de defensa de la libertad”, juzgaron los autores Carlos Anadón y María del Carmen Murature.

ESCLAVISTAS.

Fue el historiador Reula, uno de los que reveló que para los charrúas se abrió –con la negociación con españoles– una instancia de posibilidades, como comprar bebidas alcohólicas, naipes, vestimentas, caballos y hasta armas. La autoridad colonial les reconocía derechos que otras tribus no tenían frente al colonizador.

No son pocos los investigadores que afirman que el acuerdo de charrúas con los españoles incluía la provisión de guaraníes apresados por aquellos para que sirvan como esclavos en las estancias de los europeos. La hipótesis ha generado gran revuelo y promete seguir haciéndolo.Fue el año 1701, el marcado como el inicio del fin de la paz entre españoles y charrúas. El escenario del conflicto fueron las Misiones Jesuíticas, pero se extendió por todo Entre Ríos y la Banda Oriental.

La persecución no contempló piedad alguna. Uno de los episodios refiere a La Matanza, nombre con que se conoció el cerro donde hoy se ubica la ciudad de Victoria, precisamente por el crimen masivo de aborígenes.“Del episodio de la Matanza no hay fecha exacta. Martín Ruiz Moreno lo sitúa en 1728, pero la orden de exterminio de los aborígenes fue datada en 1749.
Por entonces, la mayor concentración de nativos renuentes a someterse al conquistador se situaba en lo que hoy es Victoria”, enseña el autor de Entrerrianías.
Se consideran que eran minuanes, de la nación charrúa, las víctimas de esa matanza.De los charrúas ha transcendido el espíritu independiente. Esa es la característica que sobresale con la distancia del tiempo.

Jorge Riani el Diario de Parana