martes, 31 de julio de 2012

Nevada en Buenos Aires




jueves, 26 de julio de 2012

Hacerse la rata



miércoles, 25 de julio de 2012

Fusilamiento de Camila O´Gorman y Ladislao Gutiérrez en Santos Lugares – parte 6


5. Conclusiones

La idea de Reyes de vincular a Vélez Sarsfield con el fusilamiento de Camila fue producto de algún odio que abrigaba contra él. Así como no existía el supuesto canon que impusiera la pena de muerte a la pareja. Hubo quien sostuvo que Rosas habría llevado los dictámenes de los juristas consultados a Inglaterra o fueron sustraídos de los archivos públicos después de Caseros. En 1892, Manuela Rosas le indica a Reyes que haga el uso que quiera sobre una carta de su padre donde asumía la responsabilidad sobre el fusilamiento de Camila: "Aquí me tienes aprovechando la primera oportunidad para contestar tu pregunta sobre el asunto del fusilamiento de Camila O´Gorman en que le dan parte al finado Dr. Vélez Sarsfield. Tanto Máximo como yo, te aseguramos ser cierto que mi lamentado padre el general Rosas, escribió a una persona de nuestro país en Buenos Aires, con motivo de ese mismo asunto, expresando terminantemente que a nadie había pedido consejo y agregando que de todos los actos de su administración, buenos o malos, era él exclusivamente responsable.

De esto Reyes, puedes hacer el uso que quieras". Por otra parte, la prensa de Buenos Aires manifestó su encono contra Vélez Sarsfield por cuestiones políticas, y lo acusó de haber servido a Rosas y de haberle aconsejado el fusilamiento de Camila y de Gutiérrez. En la oportuna declaración de Rosas, donde asumió la responsabilidad de la condena, fue intermediaria Josefa Gómez, quien también mantuvo amistad con Vélez Sarsfield. "Mucho fastidió al doctor la inoportunidad de tal acusación, tanto más cuanto que él no podía levantarla sino negando el hecho.

Una dama de su relación y de la relación de Rosas, la señora doña Josefa Gómez, le escribió a este último invocando au antigua amistad a favor del doctor Vélez, maltratado por hechos que derivaban del gobierno que Rosas presidió y encareciéndole le escribiese la verdad sobre el particular". Señaló el padre Cayetano Bruno que “en todo caso es ponderable la nobleza de Rosas al no comprometer al antiguo confidente que, después de su caída, se había pasado con armas y bagajes al otro bando”. Camila y su amante fueron acusados de unión sacrílega, y en el caso de Gutiérrez de seducción de doncella. Como bien decía la doctrina, la pena de muerte por dichos delitos ya resultaba obsoleta para la época, pero se dejaba al arbitrio del tribunal.

En este caso Rosas aplicó la pena capital sin que exista aparentemente una sumaria, sabido es que en delitos menores el gobernador había condenado a muerte a los reos. Incluso en 1842 había fusilado a cuatro sacerdotes en las cárceles de Santos Lugares, dos de edad avanzada de apellido Frías. No se sabe la acusación de los delitos de estos sacerdotes y en 1851 el obispo Mariano de Escalada se refirió a este suceso “de cuatro infelices sacerdotes que, en años pasados, vinieron presos de las provincias interiores”.

Esta ejecución desprestigió a Rosas, aun ante sus propios amigos y partidarios: "Esta ejecución bárbara que no se excusa ni con los esfuerzos que hicieron los diaristas unitarios para provocarla, ni con nada, sublevó contra Rosas la indignación de sus mismos amigos y parciales, quienes vieron en ella el principio de los arbitrario atroz, en una época en que los antiguos enemigos estaban tranquilos en sus hogares, y en que el país entraba indudablemente en las vías normales y conducentes a su organización".

También el antiguo partidario del ex gobernador coincidía en estas apreciaciones al manifestar que más le valía a Rosas haber perdido una batalla que el haber hecho fusilar a la desgraciada pareja. La sentencia del juez de primera instancia, doctor Sixto Villegas, del 17 de abril de 1861 en el juicio criminal seguido al Restaurador lo acusó en los considerandos 4° y 5° del homicidio de Camila, “joven víctima de la debilidad del sexo” y de infanticidio de su hijo “madurado hasta los últimos meses en sus entrañas”. Rosas fue condenado a la pena ordinaria de muerte con calidad de aleve, decisión confirmada en tercera instancia por los jueces de las Carreras, Pico, Cárcova y Salas el 3 de abril de 1862, quienes dijeron en su tercer considerando que aun cuando el crimen de Camila y otros “horrorizan por su atrocidad y alevosía…no ha debido hacerse cargo a Rosas por ellos en esta causa, pues han servido de fundamento para la condenación que le impuso el cuerpo legislativo”.



Fuente y bibliografía:

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Causa criminal seguida contra Juan Manuel de Rosas. Edición facsímil de la original de 1864, Buenos Aires, Editorial Freeland, 1975.
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BRUNO, Cayetano, Historia de la Iglesia en la Argentina, Buenos Aires, Don Bosco, 1974, X.
REYES, Antonino, Vindicación y memorias de Don Antonino Reyes. Arregladas y redactadas por Manuel Bilbao, Buenos Aires, Editorial Freeland, 1974.
LEVAGGI, Abelardo, Dalmacio Vélez Sarsfield, jurisconsulto, Córdoba, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales-Universidad Nacional de Córdoba, 2005.
El Comercio del Plata, Montevideo, 5/I/1848.
RAED, José, Rosas. Cartas confidenciales a su embajadora Josefa Gómez 1853-1875, Buenos Aires, Humus, 1972.
VIZOSO GOROSTIAGA, Manuel, Camila O´Gorman y su época. La tragedia más dolorosa ocurrida durante el gobierno del “Restaurador de las Leyes” estudiada a base de documentación y con opiniones de sus contemporáneos, Santa Fe, Edición del autor, 1943.
SALDÍAS, Adolfo, Historia de la Confederación Argentina. Rozas y su época, Buenos Aires, Librería “La Facultad” de Juan Roldán, 1911.
ÁLVAREZ CORA, Enrique, “La génesis de la penalística argentina (1827-1868)”, en Revista de Historia del Derecho n° 30, Buenos Aires, Instituto de Investigaciones de Historia del Derecho, 2002.
LEVAGGI, Abelardo, Historia del derecho penal argentino, Buenos Aires, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, Instituto de Historia del Derecho Ricardo Levene, 1978.
ESCRICHE, Joaquín, Diccionario razonado de legislación y jurisprudencia, París, Librería de Rosa Bauret, 1851.
DELLAFERRERA, Nelson, Procesos Canónicos. Catálogo (1688-1888). Archivo del Arzobispado de Córdoba, Córdoba, Pontificia Universidad Católica Argentina, 2007.
Manuelita Rosas y Antonino Reyes. El olvidado epistolario (1889-1897), Buenos Aires, Archivo General de la Nación, 1998

 

Por Sandro Olaza Pallero
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martes, 24 de julio de 2012

Fusilamiento de Camila O´Gorman y Ladislao Gutiérrez en Santos Lugares – parte 5


Concluía Agrelo su acusación con estas palabras: "Que la última palabra que cierre esta acusación, sea un anatema contra el bandido que mató a una joven bella y a su inocente hijo antes de haber visto la, luz del día, no teniendo otro crimen que un amor ilegítimo que triunfó de todos los obstáculos, y que la llevó al cadalso en medio del llanto y de la consternación de aquellos mismos soldados, que en el campamento de Santos Lugares habían visto con indiferencia caer centenares de cabezas humanas al filo del puñal del tirano".

Los Derechos castellano-indiano y canónico no preveían en absoluto la pena de muerte para un exceso tal, mucho menos para la mujer, aun cuando no hubiera estado realmente embarazada, como se dijo estarlo. Ya en el siglo XVI, de acuerdo con el práctico Antonio de la Peña, el castigo para "la mujer que fuere hallada ser manceba pública de clérigo, fraile o casado, siendo ella soltera, es de un marco de plata y destierro por un año de la ciudad, villa o lugar y de su tierra donde viviere, por la primera vez. Por la segunda, es de un marco de plata y destierro por dos años, y la tercera pena de un marco de plata, destierro por un año y que le sean dados cien azotes públicamente". Joaquín Escriche establecía la definición de seductor: "En general se llama seductor el que engaña con arte y maña y persuade suavemente al mal; pero se aplica mas particularmente esta voz al que abusando de la inesperiencia ó debilidad de una mujer le arranca favores que solo son lícitos en el matrimonio".

Las Partidas establecían que: "facen muy grant maldat aquellos que sosacan con engaño, ó halago, ó de otra manera las mugeres vírgenes ó las viudas que son de buena fama et viven honestamente; et mayormente quanto son huéspedes en casa de sus padres ó dellas, ó de los otros que facen esto usando en casa de sus amigos.

Et non se puede escusar el que yoguiere con alguna muger destas, que non fizo con su placer della, non le faciendo fuerza; ca según dicen los sabios antiguos, como en manera de fuerza es sosacar y falagar las mugeres sobredichas con prometimientos vanos, faciéndoles facer maldat de su cuerpo". Sobre los castigos a los culpables de este delito, Escriche comentaba que su imposición se reservaba a los tribunales, pero dejando en claro que los nuevos tiempos habían atemperado las más rigurosas penas: "La legislación recopilada prescribe las penas de muerte, de azotes, de vergüenza pública, prisión y destierro contra los que abusan de la confianza de las casas en que viven para seducir á las hijas, parientas y criadas de los dueños; leyes 2 y 3, tít. 29, lib. 12, Nov. Rec. Pero ni las leyes de la Recopilación ni las de las Partidas acerca de este punto se hallan ahora en observancia, porque se resienten demasiando de la ferocidad de los tiempos en que se establecieron; y así es que esté al arbitrio de los tribunales el imponer las penas que sean mas conformes á los casos y circunstancias".

Escriche definía a los amancebados como "El hombre y la mujer que tienen entre si trato ilicito y habitual…Si el amancebado fuese clerigo o fraile, debe sufrir las penas impuestas por el derecho canónico, y su manceba debe ser hacha presa por la justicia, aunque se halle en casa del clérigo, y condenada por la primera vez á pena de un marco de plata que son ocho onzas, y destierro de un año del pueblo, por la segunda a la de otro marco y destierro de dos años, y por la tercera a la de otro marco y cien azotes y otro año de destierro". Respecto a la pena, Escriche afirmaba: “En cuanto a las penas establecidas contra los amancebados, es necesario tener presente que en la práctica se ha mitigado mucho su rigor”. El padre Nelson C. Dellaferrera ha estudiado los procesos canónicos de 1688 a 1888 en el obispado de Córdoba del Tucumán, donde existen causas criminales iniciadas por amancebamiento de sacerdotes, y la mayoría de las penas fueron leves: confinamiento de los reos en conventos, amonestaciones, exhortaciones, separación de sus cargos, etc. Quizás el verdadero crimen de la pareja fue el haber burlado la autoridad de Rosas “y el aparecer burlada esta ante la faz de la sociedad”.

Fusilamiento de Camila O´Gorman y Ladislao Gutiérrez en Santos Lugares – parte 4


4. La pena de muerte

Aun cuando en esta época persiste a título especulativo la idea de que todo delito tiene una faz vinculada al pecado, reminiscencia del vínculo entre delito y pecado y entre pena y penitencia propia del Antiguo Régimen, la secularización ilustrada había restado repercusión técnica a este postulado del derecho penal absolutista. La doctrina argentina liberal lo consideraba un argumento superado, pese a su trascendencia en la despenalización de algunas figuras delictivas, tal como lo veía el letrado José Romualdo Gaete en suTesis (1830). Puede decirse sin exageración que entre el sistema penal de 1800 y el de 1820 o 1840 no había diferencias sensibles, antes buen, en algunos casos se advierten retrocesos. Por ejemplo, una mayor severidad de las penas por robos y de menores garantías procesales para los encausados sometidos a la jurisdicción de comisiones especiales.

Este es el elemento estático de este período, que obliga a recordar, una vez más, el hecho de la supervivencia del derecho castellano-indiano en la etapa patria precodificada, y aún el de su segunda vida por la incorporación de sus normas a los códigos. Es que el derecho argentino, no obstante la recepción de principios e instituciones de otros sistemas extranjeros –considerados como “derecho científico”-, guardó continuidad en lo vertebral, a lo largo del tiempo.

En la vista fiscal en primera instancia de la causa criminal contra Rosas del 24 de septiembre de 1859, se lee la acusación del fiscal Emilio A. Agrelo contra el ex gobernador por la ejecución de Camila O´Gorman, donde se menciona que estaba embarazada: "Así Juan Manuel de Rosas ha inmolado millares de víctimas, pronunciando esta sola palabra fusílese o degüéllese encontrándose en el número de estos, sacerdotes, niños, y la desventurada Camila O´Gorman con el inocente fruto de su error en sus entrañas, cuyo asesinato ha asombrado al mundo, siendo este tal vez uno de los grandes crímenes que precipitaron la caída de este malvado, despertando a los hombres que permanecían postrados en el sueño de la indiferencia; y arrancando a las madres, a los esposos y a los hermanos gritos frenéticos de venganza que exacerbaron la opinión pública, haciendo empuñar a los pueblos la espada que debía hacer pedazos aquella sangrienta tiranía". Cabe destacar que la situación de preñez estaba contemplada en las Partidas, inspirada por razones humanitarias: “Si alguna mujer preñada cometiese algún delito por el que debe morir, no la deben matar hasta que se parida”. En su declaración, el imputado Antonino Reyes declaró que cuando llegaron al campamento Camila y Gutiérrez -según las instrucciones de Rosas-, les puso grillos, y que en virtud de esas instrucciones los hizo fusilar. "Que se atrevió el declarante a dirigirse a Rosas, hacerle algunas observaciones, y manifestarle el estado avanzado de preñez en que se encontraba Camila, para ver si conseguía la revocación de la orden: pero tan lejos de conseguirlo se le intimó ejecutarla, reconviniéndolo el tirano y haciéndolo responsable con su vida". El doctor Mariano Beascoechea prestó declaración sobre este suceso: "Luego que el presbítero Gutiérrez y la joven Camila llegaron a dicho cuartel general, le dirigió Reyes a Rosas una carpeta en que le participaba el arribo de ellos, y le manifestaba que por la premura del tiempo no les había hecho formar las clasificaciones, pero que lo haría después y se las mandaría con la prontitud posible, advirtiéndole a la vez a Rosas, que aunque según estaba ordenado debía haberle puesto grillos a la joven, había por entonces omitido hacerlo, en razón de haber esta llegado algo indispuesta por el traqueo del carretón en que venía, y estar muy embarazada; y que si en esta omisión había él hecho mal se dignase perdonarlo. Esa carpeta en que así hablaba Reyes a Rosas, las tuve yo mismo en mis manos en borrador escrito por Reyes, y se las dicté antes, quien la puso en limpio". Según el testimonio de Beascoechea, la carpeta contenía de puño y letra de Rosas instrucciones para Reyes:
1°) Que el cura de Santos Lugares, Pascual Rivas suministrara los auxilios espirituales a la pareja condenada.

2°) Que a las diez en punto de la mañana del día ordenado se los fusilara.

3°) Que si los reos a esa hora no se hubieran reconciliado con Dios, se llevase la ejecución sin dilaciones como se ordenaba.

4°) Que Reyes hiciera incomunicar al cuartel de Santos Lugares.

5°) Que se remitiera a Rosas la carpeta con las diligencias realizadas.

lunes, 23 de julio de 2012

Fusilamiento de Camila O´Gorman y Ladislao Gutiérrez en Santos Lugares – parte 3

Finalmente, el doctor Miguel Estévez Saguí aceptó defender a Reyes. Este abogado en la causa dijo que Reyes no tuvo ninguna parte directa en el fusilamiento de la pareja: "Cuando él hizo apenas lo que podía hacer. Hacer sabedor a Rosas del estado avanzado de embarazo en que se encontraba la desgraciada joven ¿qué cargo puede formársele? Qué delito imputársele?" En sus Memorias, Reyes otra vez hace mención de la consulta a los juristas en el capítulo dedicado a Camila O´Gorman.
Dijo que el dictador solicitó a varios juristas un estudio sobre la cuestión presentada en tesis general: "Los doctores que informaron estuvieron de acuerdo en la transcripción de las leyes del Fuero Juzgo, del código Gregoriano y de algunas leyes de la Recopilación; leyes dadas en tiempos tan remotos, que la mayor parte de sus disposiciones habían caído en desuso o habían sido modificadas por nuevos códigos; pero que trataban de la consulta que evacuaban. Todas esas disposiciones condenaban a muerte al sacrílego y a la sacrílega".

En 1879, Reyes insistía en vincular a Vélez Sarsfield con la ejecución de Camila, así le decía a Máximo Terrero: "Tú sabes que en sus últimos tiempos el general Rosas había estrechado sus relaciones con el doctor Vélez Sarsfield y que le reconocía capacidad en todo lo concerniente en cánones. Bien, pues; en este incidente de Camila y el presbítero Gutiérrez fue el consejero más consultado, como también lo fue secundariamente el doctor Torres y García, no tengo noticias del doctor Lahitte". La trayectoria de Vélez Sarsfield permite asegurar que, pese a la necesidad de convivir con el rosismo, jamás pudo recomendar la imposición de la última pena cuando las leyes, de las que siempre fue escrupuloso guardián, establecían penas menores, generalmente de reclusión o destierro. Abel Cháneton dijo que la acusación lanzada contra el jurista con su característica vehemencia “fue una patraña urdida por la pasión política –mucho tiempo después de la caída de Rosas y reeditada luego por la mala fe”.

Lo decisivo es que Rosas, asumió toda la responsabilidad por la sentencia que dictó, como se puede apreciar en dos cartas de 1869 y 1870: "No es cierto, que el señor doctor don D. Vélez Sarsfield, ni alguna otra persona, me aconsejara la ejecución de Camila O´Gorman, y del cura Gutiérrez. Durante presidí el gobierno de la provincia bonaerense, encargado de las Relaciones Exteriores, con la suma del poder por la ley, goberné puramente según mi conciencia. Soy pues, el único responsable de todos mis actos, de mis hechos buenos como de los malos, de mis errores, y de mis aciertos. Pero la justicia para serlo debe tener dos orejas: aun no se me ha oído. El señor doctor Vélez fue siempre firme, a toda prueba, en sus vistas, y principios unitarios, según era bien sabido, y conocido, como también su ilustrado saber, práctica, y estudios, en los altos negocios de Estado".

"Ninguna persona me aconsejó la ejecución del cura Gutiérrez y Camila O´Gorman; ni persona alguna me habló ni escribió en su favor. Por el contrario, todas las primeras personas del clero, me hablaron o escribieron sobre ese atrevido crimen, y la urgente necesidad de un ejemplar castigo, para prevenir otros escándalos semejantes o parecidos. Yo creía lo mismo". La redacción de esta carta se dio en tiempos donde se discutía la candidatura presidencial de Vélez Sarsfield: "Los enemigos políticos de su candidatura buscaron todos los recursos imaginables para hacerle perder prestigio ante la opinión electoral y alguien que había sido persona allegada a Rosas, le escribió unas líneas, hábilmente disfrazadas, pretendiendo arrancarle epistolarmente una declaración que sería eje de las próximas contiendas cívicas". Adolfo Saldías también sostuvo que Rosas consultó a juristas reputados, quienes le presentaron sendos dictámenes por escrito: "Estudiaban la cuestión del punto de vista de los hechos y del carácter de los acusados ante el derecho criminal, y colacionándolos con las disposiciones de la antigua legislación desde el Fuero Juzgo hasta las Recopiladas, resumían las que condenaban a los sacrílegos a la pena ordinaria de muerte".

Fusilamiento de Camila O´Gorman y Ladislao Gutiérrez en Santos Lugares – parte 2


 
Según Ricardo Levene el poder absoluto había nacido a iniciativa de Rosas en el pueblo, el “pueblo idólatra de la libertad”, como recordó él mismo. En principio el poder era absoluto, pero debía aplicarse en lo límites fijados por su propia naturaleza y fines, es decir, en el sentido histórico de la misión a cumplir. Severidad y rapidez fueron los rasgos salientes de su actividad como Juez extraordinario. Muchas de sus condenas las pronunció sin forma alguna de proceso verbal ni escrito y constan en el Índice del Archivo de Policía. En la vista fiscal ante el superior tribunal en su sala del Crimen, el fiscal Pablo Cárdenas acusaba a Rosas el 9 de octubre de 1861, de abuso del poder que ejercía como funcionario público:

"Sin que pudiera excepcionarse el reo tampoco, con las facultades extraordinarias, y la suma del Poder Público, que en los años 29 y 35, le fueron concedidas por la Legislatura, aparentemente ratificada por comicios populares en marzo del 35, tanto por que esa investidura no tuvo origen legítimo desde que era otorgada por corporaciones sin facultades para hacerlo, y por un pueblo oprimido, cuanto por que aun suponiendo legítima esa delegación, ella no podía pasar de la que legalmente era posible concederse, entre las que autoridades que la ejercían, y menos ese derecho de matar si forma alguna de juicio, y por supuestos delitos, que aun en caso de ser verdaderos, no llevaban por la ley la pena que se les imponía". La decisión donde ordenó fusilar a Camila O´Gorman y Ladislao Gutiérrez, la pronunció aparentemente sin proceso escrito. No consta que haya visto o escuchado a los condenados. Manuel Ibañez Frocham destacó la severidad de Rosas como supremo magistrado: "Así era el hombre. Y así fueron las sentencias que por delitos comunes, y aun por simples faltas de conducta, pronunció como juez del crimen en uso de la suma del poder público que renovadas legislaturas y reiteradas leyes le habían otorgado". En el Mensaje a la Vigésima-sexta Legislatura del 27 de diciembre de 1849, señalaba Rosas la protección de los derechos y la seguridad de las garantías: "La suma del poder público que me confiasteis, protege los derechos, asegura las garantías, y no ha cesado de emplearse en actos de clemencia. La ha aplicado también el gobierno, justamente, contra los crímenes ordinarios que, por su gravedad y escándalo, atacan los primeros intereses de la sociedad, y de la patria".
3. Vélez Sarsfield y su vinculación con el fusilamiento de Camila O´Gorman
Dalmacio Vélez Sarsfield fue inculpado por algunos de haber aconsejado a Rosas la condena a muerte de la pareja ese castigo al gobernador. Los amantes se habían fugado de Buenos Aires para hacer vida en común la noche del 11 al 12 de diciembre de 1847. Con los supuestos nombres de Máximo Brandier y Valentina San se establecieron en Goya (Corrientes), donde fundaron una escuela y juntar medios para emigrar a Brasil. Aprehendidos ocho meses después, fueron devueltos a la capital para ser juzgados. Por influencia de Manuelita Rosas, amiga de Camila, se les había preparado una morada decorosa y cómoda, a él en la cárcel del cabildo y a ella en la Casa de Ejercicios. El barco que los traía hace escala en San Pedro para arreglar unas averías.

Pedro Rivas -empleado del Departamento de Policía- declaró que: “Como en esta operación había que emplearse algunos días, el patrón del buque entregó los presos a las autoridades locales”.Inmediatamente la pareja fue llevada al cuartel de Santos Lugares y el jefe de aquel punto, Antonino Reyes informó a Rosas.

Llegaron los reos en carretas cerradas el 15 de agosto de 1848, entre las tres y cuatro de la tarde. Reyes destacó que Camila le expuso con franqueza los detalles de la fuga, y como le dio a entender Gutiérrez que“abrazaba la carrera eclesiástica por necesidad, no por vocación ni inclinación”.El cargo criminal contra el sacerdote Gutiérrez era de seducción de doncella, y, contra los dos, de unión sacrílega. Asimismo, con su conducta habían producido un escándalo mayúsculo en la sociedad porteña, lo que significó un baldón para la distinguida familia O´Gorman. Tan es así que el propio padre de Camila pidió a Rosas que aplicara un castigo ejemplar como reparación. A esos factores se sumó la presión ejercida por el periodismo unitario de Montevideo, que presentó el hecho como un síntoma de la corrupción existente en Buenos Aires.

Manuel Bilbao destacaba en la introducción de las Memorias de Reyes, que éste último tenía en su poder los dictámenes de varios letrados que aconsejaron la ejecución de la infortunada pareja: "Se decía por personas caracterizadas de la época de Rosas, que este había pedido a los doctores Vélez Sarsfield, Baldomero García, Lorenzo Torres y Eduardo Lahitte, una opinión fundada respecto a la pena en que habían incurrido Camila O´Gorman y Gutiérrez, y que los tres primeros habían condenado a muerte a los acusados, excepto el último que había negado al dictador la facultad de disponer de sus vidas. ¿Eran ciertos esos informes? Los tiene Antonio Reyes, se me dijo, y la razón que se daba para esa afirmación, era la siguiente: Preso D. Antonio Reyes en 1853 y sometido a juicio, la opinión predijo y los periódicos lo sostuvieron, que el resultado de la causa tenía que ser una sentencia de muerte.

Conocido por Rosas, que se encontraba en Southampton, el peligro que amenazaba a Reyes, le envió un paquete bien cerrado y sellado, conteniendo papeles de tal importancia que basta para significarle la carta con que el ex-dictador lo acompañaba: Para el caso de que Reyes sea condenado a muerte y no quede otro remedio de salvarse, decía, que abra ese paquete y en él encontrara lo necesario para salvar su vida. Era con referencia a este incidente que se me decía: ese paquete contenía los informes que aconsejaban la ejecución de Camila O´Gorman". Sin embargo en las Memorias de Reyes no están agregados estos supuestos informes comprometedores de Vélez Sarsfield, García, Torres y Lahitte. Cabe destacar que la esposa de Reyes antes de iniciarse la causa contra su marido, había pedido a Vélez Sarsfield y a Torres que fueran abogados defensores del acusado. Ninguno de los juristas aceptó la defensa de Reyes en la causa contra los mazorqueros por los crímenes de 1840 y 1842: "Entretanto, mi esposa mendigaba un defensor, sin encontrar quien quisiere serlo…Largo sería relatar la conversación del Dr. Vélez con mi esposa, que culpaba a D. Lorenzo de mi prisión y del carácter que iba tomando la causa, como a su vez D. Lorenzo culpaba al Dr. Vélez de todo y le atribuía una conducta tenebrosa".

domingo, 22 de julio de 2012

Fusilamiento de Camila O´Gorman y Ladislao Gutiérrez en Santos Lugares – parte 1


1. Introducción

Afirman Víctor Tau Anzoátegui y Eduardo Martiré que el historiador debe aplicar un criterio histórico, es decir, la facultad de interpretar los hechos con la unidad de medida apropiada, y despojarse al mismo tiempo de todos los prejuicios que puedan oscurecer su libre reflexión e interpretación. Los hechos deben ser analizados a la luz del “ambiente histórico” en que ocurrieron, evitando el tan común trastrocamiento de sucesos, ambientes e ideas. En el presente trabajo se abordará desde un criterio histórico-jurídico el análisis del caso del fusilamiento en 1848 de Camila O´Gorman y Ladislao Gutiérrez, párroco de Nuestra Señora del Socorro de la ciudad de Buenos Aires. Es oportuno aclarar, además, que en la decisión donde Rosas condenó a muerte a la infortunada pareja, aparentemente no existe sumario criminal.

2. Rosas, juez del crimen
Los nuevos principios en materia judicial introducidos después de la Revolución de Mayo fueron aplicados con carácter nacional en la primera década por los gobiernos patrios. Pese a la proclamada independencia del orden judicial y a la prohibición establecida en algunos textos de que interviniera el Poder Ejecutivo en el conocimiento de las causas judiciales, la realidad superó el sistema proyectado. Además el Poder Ejecutivo conservó en algunas provincias efectivas facultades judiciales –entre ellas la provincia de Buenos Aires- para conocer en asuntos en grado de apelación, y en otras oportunidades el ejercicio de la suma del poder público lo autorizó para sentenciar en causas judiciales. Entre las atribuciones judiciales de Rosas como Encargado nacional, a partir de 1837 y hasta su caída en 1852 se encuentran:

a) La interpretación y aplicación del pacto federal de 1831;

b) El juzgamiento de los delitos políticos contra el Estado nacional cometidos en cualquier lugar del país, estableciéndose así una función judicial de orden federal;

c) La concesión del derecho de gracia y perdón.

Estas atribuciones no surgían de un ordenamiento sistemático, como ya se acostumbraba en esos tiempos, sino que fueron consecuencia de las delegaciones provinciales y de la jurisprudencia política sentada por el propio gobierno ejercitante. Durante esta época hubo una tendencia constante al incremento de esas atribuciones hasta el punto de configurar una magistratura con el alcance indicado. Rosas intervino personalmente en diversas causas civiles, comerciales y criminales.

Cuando intervenían jueces comisionados, debían instruir el sumario, dictar sentencia y dar cuenta, con los autos al Restaurador. La Legislatura había sancionado la primera concesión de “facultades extraordinarias” a Rosas, por ley del 6 de diciembre de 1829. Posteriormente, el 2 de agosto de 1830, le autorizó para que haga uso de ellas “según le dicte su ciencia y conciencia”. El 7 de marzo de 1835 se le confiere la Suma del Poder Público por 5 años. Vencidos los 5 años, la Legislatura declaraba en abril de 1840 que continuaba en vigor la de 1835, y lo mismo en 1845.

A cien años del debut en Primera División



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Se cumplen 100 años del debut de Independiente en Primera. El equipo de Avellaneda accedió a la máxima división tras producirse la primera escisión en el fútbol argentino. Estaba afiliado a la Asociación Argentina y hasta junio de 1912 jugó en Intermedia (Segunda). Pero al crearse la Federación Argentina, se cambió de Liga y accedió a Primera. Nunca más descendió. Tras la caída de River, se transformó en el club que más temporadas ininterrumpidas lleva en Primera: 101. Lo siguen Boca, con100 (llegó a Primera en 1913), y Vélez, con 69 (desde 1944). River sigue siendo el club que más temporadas consecutivas jugó en Primera: 102. Lo siguen Independiente, con 101, Boca, con 100, y Huracán, con 73 (1914-1986).
El 2 de junio de 1912 Independiente empató 0-0 con Boca por la 5a. fecha de la Sección C del torneo de Intermedia. Después estalló el conflicto entre los clubes, en especial porque la Liga quería cobrarle entrada a los socios de GEBA, club que cedía la cancha para los partidos con la Liga Rosarina y el Swindon Town, equipo inglés que llegaba de gira por gestión de Ricardo Aldao, presidente de GEBA. El 14 de junio se creó la Federación y se decidió comenzar el torneo el 14 de julio, tras la visita del Swindon. Independiente tuvo un debut triunfal: venció 3-0 a Kimberley, con goles de Bartolomé Lloveras, Francisco Roldán y José Laguna, quien ya había sido presidente de Huracán y luego volvió al club para ganar el ascenso y ser campeón de Primera como jugador (1921) y como técnico (1928).
La campaña de Independiente fue brillante e igualó el primer puesto con Porteño. La final se jugó el 22 de diciembre, en GEBA. Igualaban 1-1 y el partido fue suspendido a los 42 minutos del segundo tiempo por incidentes provocados por los jugadores rojos. Tres días después, la Federación declaró campeón a Porteño. Después, Independiente lograría 2 títulos en la era amateur y otros 14 en el profesionalismo.
El 14 de julio no sólo fue una fecha importante para la vida futbolística de Independiente. También Atlanta hizo su estreno en Primera (perdió 2-1 con Estudiantes LP) y fue el debut oficial de Defensores de Belgrano en Tercera Liga (perdió 3-1 con Vélez).

por Oscar Barnade
Diario Clarín 14/7/2012

viernes, 20 de julio de 2012

La CGT: una historia marcada por personalismos, fracturas y luchas de poder - parte 2

Tras el nuevo golpe de 1966, que derroca al radical Arturo Illia, la CGT sufrirá una nueva fractura: mientras algunos sectores peronistas verán con simpatía al nuevo gobierno de Juan Carlos Onganía, otros tomarán una posición marcadamente opositora.

Así surgirán la CGT de los Argentinos (CGT-A), liderada por Raimundo Ongaro, que tendrá un carácter más izquierdista, y a la CGT "oficial". La CGT-A tendrá una gran actividad sindical, particularmente en el "Cordobazo" pero será disuelta en los hechos después de 1974 y la vuelta de Perón a la Argentina.

A principios de los 70, la irrupción del movimiento guerrillero, como la organización Montoneros, también marcará fuertemente a la actividad sindical, al asesinar a dos secretarios generales de la CGT: José Alonso y José Ignacio Rucci.

El 24 de marzo de 1976 se produce en la Argentina el golpe de Estado que sería, a la postre, el más sanguinario de la historia del país. En ese contexto, el sindicalismo cegetista adoptará dos posturas bien diferentes, que provocarán una nueva división: la CGT-Brasil, de fuerte actitud opositora, y la CGT-Azopardo, que tendrá un carácter dialoguista con el régimen de facto.

La vuelta a la democracia con nuevas divisiones

El final de la dictadura en 1983 propiciará una reunificación de la central sindical, bajo el liderazgo de Saúl Ubaldini, aunque no durará mucho.
Para 1989, en el inicio del primer gobierno de Carlos Saúl Menem, la central obrera se fragmentará, una vez más, entre oficialistas y opositores. En el primer bando estaban Barrionuevo y los "Gordos" (Comercio, Uocra, Luz y Fuerza, Sanidad, UPCN). En el segundo estaba Hugo Moyano, con el Movimiento de Trabajadores Argentinos (MTA).

Una nueva división de la CGT se produjo el 16 de marzo de 2000: la oficial y la disidente. La primera, liderada por Rodolfo Daer, y la segunda, por Moyano. Ese año se caracterizó por una seguidilla de huelgas nacionales contra el gobierno de Fernando de la Rúa, que a poco de asumir ya mostraba signos de agotamiento.

El 5 de mayo se produjo la primera huelga general, repitiéndose las medidas, el 9 de junio y los días 23 y 24 de noviembre. La cuarta huelga general ocurrió el 21 de marzo de 2001. El movimiento de piqueteros, desempleados apoyados por la CTA, comenzó a hacerse frecuente, cortando rutas e impidiendo la libre circulación.
El fin del gobierno de De la Rúa y la salida de la convertibilidad fueron el corolario de una crisis que fue cocinándose durante años. Y en ese contexto, la CGT logró nuevamente la unificación. En el 2002 asume la conducción un triunvirato integrado Hugo Moyano (Camioneros), Susana Rueda (Sanidad) y José Luis Lingieri (Obras Sanitarias). Finalmente, al año siguiente, Moyano asumiría personalmente la conducción cegetista.

La última escisión se produce en 2008, cuando Luis Barrionuevo decide salir de la CGT moyanista y crea la CGT Azul y Blanca, opositora al kirchnerismo.

Cuando el 3 de octubre el sector antimoyanista realice su congreso y elija a su secretario general, la principal central obrera de la Argentina tendrá tres representaciones, un hecho inédito en la historia del sindicalismo argentino, que demuestra que lejos de la defensa de los derechos de los trabajadores, en la CGT prevalece la disputa de poder y los objetivos políticos de sus dirigentes.

por Juan Pablo Elverdin
Infobae.com 15/7/2012
http://www.diasdehistoria.com.ar

La CGT: una historia marcada por personalismos, fracturas y luchas de poder - parte 1



 
Surgió en plena década infame como un proceso de unificación del movimiento obrero. Pero, paradójicamente, la historia de la Confederación General del Trabajo (CGT) está marcada por grandes conflictos internos y profundas divisiones.

Relaciones con los poderes de turno y los fuertes personalismo y ambiciones políticas de sus dirigentes fueron las principales causas que, una y otra vez, llevaron a la central sindical a vivir en casi una eterna división, que melló la capacidad de negociación y representatividad de los trabajadores.
En 1930, la Unión Sindical Argentina, integrada por disidentes de la anarquista Federación Obrera de la Republica Argentina (FORA), y la Confederación Obrera Argentina (COA), conformada principalmente por socialistas, deciden dar vida a la Confederación General del Trabajo, en un intento por terminar con la fuerte fragmentación del movimiento obrero, en momentos en que la crisis mundial dejaba millones de desocupados en todo el mundo.
A poco andar, en 1935, la CGT sufrió su primera fractura: por un lado, los socialistas que estarán dentro de la CGT-Independencia; por el otro, la CGT-Catamarca, impulsada por los anarquistas, que poco después se retirarían definitivamente para refundar la Unión Sindical Argentina (USA).
En 1942 vuelven las divisiones en la central sindical: en la CGT-1, ferroviarios y socialistas; en la CGT, los gremios comunistas que ganaban terreno por aquellos años.
Perón y la alianza con los trabajadores
El año 1943 transformará definitivamente la vida sindical en la Agentina. Tanto las dos CGT como la USA encontraron gran afinidad con el por entonces secretario de Trabajo del gobierno de facto. Afinidad que desembocará en la unificación de la CGT, que sería el principal apoyo de Perón en el 17 de octubre de 1945, fecha fundacional del peronismo.

Columna vertebral del nuevo movimiento, la CGT desterrará casi definitivamente la tradición socialista, comunista y anarquista de los sindicatos argentinos. La ley de sindicato único favorecerá la homogeneización de la CGT por esos años, y el apoyo de los gobiernos peronistas hasta el golpe de 1955.
La CGT y los golpes militares

La salida del gobierno de Juan Domingo Perón en 1955 significan un duro golpe para el movimiento obrero, que se repliega y pasa a la resistencia, luego de que la Revolución Libertadora disuelva al sindicalismo peronista.
En 1956 se forma el grupo de las 62 Organizaciones Gremiales Peronistas, que comenzarán a actuar en la clandestinidad ante la persecución de la Libertadora. Augusto Timoteo Vandor será una figura crucial por esos años.

martes, 17 de julio de 2012

Corto Maltés cumple 125 años



 
Corto Maltés nació el 10 de julio de 1887 en La Valeta (Malta), hace 125 años. Así lo quiso la fértil imaginación de su creador, el dibujante y guionista italiano Hugo Pratt (1927-1995), quien convirtió a ese marinero romántico de silueta estilizada en un icono del siglo XX. A través de este Ulises moderno, Pratt revolucionó el mundo de la historieta y supo abrirla a un público nuevo, en especial tras la publicación de La balada del mar salado (1967) donde Corto Maltés apareció por primera vez. Mucho antes de que el término “novela gráfica” se pusiera de moda, el intelectual argentino Oscar Masota calificó la obra de Hugo Pratt de “literatura dibujada”.

Con la misma capacidad que demostró Corto Maltés para surcar mares y recorrer continentes, Pratt fue capaz también de cruzar las fronteras que a menudo separan las distintas concepciones del arte y de la literatura. Por eso no sorprende que Woody Allen cite a Corto Maltés en Hannah y sus hermanas (1986) ni que una novela de Susana Fortes lo evoque con gran delicadeza desde su mismo título (Querido Corto Maltés, 1994). Incluso Dior lo usó como reclamo para una campaña publicitaria y Adolfo Domínguez para una colección de camisetas.

Tras la muerte de Pratt, el novelista y semiólogo Umberto Eco lo definió como el Salgari del siglo XX, aunque “contrariamente a Salgari, Hugo Pratt escribía bien”. Y no sólo escribía bien. Pratt demostró dominar la gramática de la historieta gracias, sobre todo, a la atenta lectura de la obra de Milton Caniff. Y fue también un gran dibujante. Su faceta como acuarelista se reconoció en una gran retrospectiva en la Pinacoteca de París, en 2011, y cuando sus dibujos se expusieron en el salón del cómic de Saint-Malo, a la cita acudieron, entre otros, Amin Maalouf y Claudio Magris, ilustres viajeros de nuestro siglo.

Corto Maltés es hijo de una hermosa gitana de Sevilla y de un marinero británico enrolado en la Royal Navy. Como su padre, Corto es flemático; como su madre, está interesado por la magia. Quienes se cruzan con él aseguran que su mirada parece querer leer el pensamiento de los demás. Corto es justo pero también cínico; se guía por su moral aunque, lejos de cualquier idealismo, advierte que “lo que puede ser justo para ti, puede no serlo para mí”.
En la vida de Hugo Pratt los viajes también juegan un papel esencial. Pratt nació en Rímini, aunque siempre se consideró veneciano “de corazón”. A los ocho años se instaló en Etiopía en compañía de su padre, que era funcionario colonial. Estuvo allí seis años y su forma de entender el mundo cambió. Aprendió a hablar el abisinio y el suajili, y de la amistad que trabó con un joven etíope nacería luego el personaje Cush de Las etiópicas. Cush es la encarnación del África que adora Pratt, a las antípodas del sueño colonial de su padre. “Me di cuenta que los países colonizados me gustaban mucho más que aquellos que los habían conquistado”, explicaría años más tarde a Claude Moliterni.
Hombre de una vasta cultura (a su muerte dejó una biblioteca de 20.000 libros), Pratt hizo aflorar esas referencias en su obra como homenaje a todo lo que había estimulado su imaginario. En las páginas de Corto Maltés, las referencias a la Torá y al Talmud se mezclan con citas de Rimbaud, con las lecturas de Tomás Moro y con la presencia de personajes reales como Gabriele D'Annunzio, Hermann Hesse, Tamara de Lempicka o Jack London.
“Lo que yo dibujo se parece a una escritura. Es una escritura”, explicaba Pratt a Eddy Devolder. “Para llegar ahí, he tenido que leer una cantidad enorme de libros, registrar miles de datos, a menudo de forma inconsciente, para darme cuenta hoy que toda esa labor es una obra de memoria”. Por eso señalaba que las gaviotas que dibuja no son simples gaviotas: “Detrás de esos trazos está la poesía de Coleridge, de Baudelaire”.
Corto Maltés desapareció durante la Guerra Civil española; así lo quiso Pratt pues consideraba que este conflicto fue la última guerra romántica. Hugo Pratt jamás dibujó ese final pero en Bajo el signo de Capricornio el mismo Corto nos da una pista: “Una gitana me predijo que cuando yo muera, morirán conmigo todos los que estén a mi alrededor”. El mundo que nació tras esa guerra ya no era un mundo para Corto.

por Jordi Canyissa
Diario La Vanguardia

La tragedia de la caída del tranvía al Riachuelo




A las 6 de la mañana del 12 de julio de 1930 el tranvia de la linea 105 (interno 75) se precipito al Riachuelo en momentos en que el puente Bosch se elevaba para dar paso a una embarcacion. Viajaban 60 personas, solo sobrevivieron cuatro. Mas informacion en www.diarioaccion.com.ar

El maquinista SAVIO y la 191



Corto de Sucesos Argentinos referido a la historia del maquinista Francisco Savio del F.C.C.A. quien conduciendo la locomotora 191 batió el récord de velocidad para un tren remolcado por una locomotora a vapor, en 1926; un romántico y heroico relato. Se pueden ver algunas imágenes históricas de Retiro y Rosario Norte.

lunes, 16 de julio de 2012

Los locos de la azotea: la primera transmisión de radio en Argentina



Hacia 1920, algunas personas diseminadas por todo el mundo acercaban sus oídos a un extraño artefacto mezcla de cobre y galena, e intentaban atrapar el furtivo sonido de voces o músicas lejanas. Era el umbral de lo que más tarde sería un medio de comunicación ampliamente difundido que fue creciendo hasta alcanzar un papel relevante en la historia de este siglo: la radio. Fue Guillermo Marconi (1874-1937) quien convirtió las experiencias de telegrafía sin hilos en un negocio de alcances mundiales que incluyó muy pronto a la radio y a la radiotelefonía.

En la Argentina, la nueva era la inició en 1897 el físico e ingeniero italiano Teobaldo J. Ricaldoni, que realizó transmisiones radioeléctricas como las que se sucedían en diversos lugares del mundo. Razones de seguridad invocadas durante la Primera Guerra Mundial frenaron el desarrollo de la radio en nuestro país. Pero, en 1919, quince radioaficionados argentinos reinstalaron sus antenas y retomaron sus auriculares.

Fueron esos locos de la azotea, como se los llamaba, quienes -con el nombre de Sociedad Radio Argentina- iniciaron la radiodifusión mundial el 27 de agosto de 1920, con una antena instalada en las inmediaciones del antiguo teatro Coliseo. Por los escasos veinte aparatos existentes en la ciudad se pudo escuchar en vivo la ópera Parsifal, de Richard Wagner. En pocos meses, las audiciones se realizaban alternativamente desde los teatros Coliseo, Colón y Odeón. Pasaban además de música, discos, noticias, recitados, propaganda y actuaciones en vivo.

El 14 de septiembre de 1923, la radio se adelantó por primera vez a las agencias de prensa: Radio Sudamérica captó la emisión norteamericana del combate de boxeo entre Luis Angel Firpo y Jack Dempsey. Cuando los telegramas de Nueva York informaron la derrota de El toro salvaje de las pampas, la noticia ya era conocida. Un año más tarde, el W de octubre de 1924, Carlos Gardel cantó en Radio Splendid. Al día siguiente, en otra jornada especial, se transmitió por primera vez un partido de fútbol, jugado entre las selecciones de nuestro país y Uruguay. Había comenzado la era de la radio.

Durante la década del 30 las estaciones y los aparatos se multiplicaron a la par que se reguló el manejo institucional. La radio se perfeccionó, introdujo nuevos vocablos en el lenguaje cotidiano -éter, sintonía, dial, antena-, dio proyección a ídolos populares -Blackie, Niní Marshall, Luis Sandrini, Discépolo- y origen a revistas especializadas -Antena, Radiolandia, Sintonía- donde se veían las caras de aquellos a quienes más se los conocía por su voz que por su figura.

La radio se metió en la vida de la gente, desató sus sueños y su imaginación, estableció lazos poderosos con los oyentes gracias a los personajes y programas que salían al aire -Los Pérez García, Glostora Tango Club-, sucumbió al poder político y propagandístico del Estado, pero resistió la competencia que le impuso la televisión.

En los años 60, con los transistores que modificaron los aparatos de radio -significó el nacimiento y popularización de la radio portátil, antecesora del actual walkman- y la incorporación masiva de las radios a los automóviles, se inició una nueva era, más cercana a nuestros días con conversaciones ante el micrófono, música grabada e información instantánea. Han pasado casi 80 años en la historia de la radiofonía argentina y son muchas las novedades que han ganado el favor popular. Pero hoy como ayer, al levantarse o mientras desayunan, para enterarse de las últimas noticias o del estado del tiempo, muchas personas continúan encendiendo la radio.



 

sábado, 7 de julio de 2012

Manuel Quintana: el argentino que mandó bombardear Rosario – parte 2


Se propone el bombardeo

El gobernador Servando Bayo continuó respondiendo a las autoritarias decisiones del Banco de Londres -que buscaba destruir la competencia- con un decreto del 19 de mayo de 1876, en el que consideró que "la sociedad anónima denominada Banco de Londres y Río de La Plata se ha convertido en una institución ruinosa a los intereses públicos, hostil y peligrosa en las actuales circunstancias al crédito interior y exterior de la provincia".

Asimismo, Bayo dispuso el cierre de la sucursal del Banco de Londres en Rosario y la detención del gerente. A su vez, ordenó "un embargo, con exigencia de depositar 50.600 pesos oro en el Banco Provincial, en garantía del papel moneda cuya conversión la provincia había dispuesto, sin que el banco inglés hubiera cumplido" (según afirma González Arzac en El Papelón de Manuel Quintana).

Las propuestas de solución del Banco de Londres no tuvieron respuesta inmediata, por lo que debieron resolver la situación rápidamente.

El encargado de negocios británicos en Buenos Aires, Federico St. John, solicitó al capitán del barco de guerra británico "Beacon", que se avanzara por el río Parana y se ubicara en los alrededores del puerto de Rosario.

Manuel Quintana, que era asesor legal del Banco de Londres -además de senador nacional por Buenos Aires- viajó a Inglaterra el 10 de junio de 1876. En su visita, propuso a los dirigentes más importantes el bombardeo a la ciudad de Rosario.

Previo a esto, había dimitido a su banca por supuestas cuestiones de salud. "Compelido por el mal estado de mi salud a ausentarme temporalmente fuera del país".

Hoy día puede afirmarse que cien años antes, ya se encontraban personajes nefastos que poco hacían por el bienestar del país, y mucho por la propia seguridad económica y el interés personal.

La intervención de Irigoyen y el fin del conflicto

El ministro de Relaciones Exteriores era Bernardo de Irigoyen, un prestigioso abogado de Buenos Aires. Por su carácter y su personalidad fue canciller en los gobiernos de Avellaneda y Roca y desempeñó las carteras de Hacienda y del Interior, entre otras importantes labores.

Bernardo de Irigoyen desarrolló una firme posición jurídica en junio y agosto de 1876, defendiendo a la Argentina y rechazando para el Banco de Londres derecho de protección diplomática: "El Banco de Londres es una sociedad anónima que sólo existe con fines determinados. Las personas jurídicas deben su existencia a la ley del país que las autoriza y, por consiguiente, no hay en ellas nacionales ni extranjeros; no hay individuos de existencia natural con derecho a protección diplomática (...)".

En Argentina todavía existían aquellos que bregaban por un estado independiente.

De a poco el país iba adquiriendo su personalidad política, su formación jurídica y su individualidad económica.

Se rechazó la atribución de nacionalidad a las personas jurídicas, evitando la libre intromisión de Inglaterra y evitando, también, poner en peligro los propios intereses nacionales al servicio del imperialismo que lo quería todo.

No obstante, la intervención de Irigoyen no aplacó a los británicos que mantuvieron la cañonera en el puerto rosarino.

Aún no está claramente determinado cuándo el conflicto cesó definitivamente. Diversos autores ingleses han ofrecido versiones diferentes. Ferns, escritor británico, en su análisis, valoró "la acción de las fuerzas políticas argentinas que buscaban un arreglo razonable".

Quintana presidente

Poco después del episodio, Quintana fue una de las grandes voces que defendió a los países de América Latina, negando y rechazando con énfasis la intervención de Estados Unidos como árbitro continental.

Casi 30 años después, en 1904, fue elegido presidente del país por una junta de notables. El famoso episodio se había olvidado.

Matías Gómez Cuscó

viernes, 6 de julio de 2012

Manuel Quintana: el argentino que mandó bombardear Rosario – parte 1


El Banco de Londres en Argentina

Una de las estrategias del imperialismo británico consistió en la inversión en dos actividades económicas, que florecieron a partir de la década de 1860 hasta 1870. Por un lado, el ferrocarril y, por otro, la banca.

El Banco de Londres y Río de La Plata se inauguró el 1º de enero de 1863, y fue el primer banco británico con domicilio en la Argentina. Según el escritor Ricardo Ortíz, dicho banco tenía un capital, en sus orígenes, de casi 300 mil libras esterlinas.

La Sucursal Rosario surgió cuatro años más tarde, siendo la primer casa bancaria de Santa Fe. Rosario era una ciudad portuaria y, además, contaba con estación ferroviaria. Con la posibilidad de emitir billetes, gracias al acuerdo con la Legislatura de Santa Fe, aumentaba el interés del banco por dicha zona agropecuaria.

El Banco de Santa Fe

En mayo de 1874, el gobernador de Santa Fe, Servando Bayo, creó el Banco Provincial de Santa Fe con un capital de más de 2 millones de pesos.

La idea del gobernador era que el banco se conformara como un importante instrumento del progreso de la provincia. Bayo era partidario de la protección de los intereses argentinos y de la nacionalización del crédito, en el que el Estado tenga un rol fundamental y activo.

Pero, por supuesto, esto no fue bien visto por Inglaterra, que vio amenazado su dominio monopólico en la provincia santafesina.

El conflicto

En 1875, el Banco de Londres se puso como objetivo acorralar al Banco de Santa Fe, presentándole al cobro una gran cantidad de papeles.

Sin embargo, Servando Bayo logró sancionar una ley que obligaba al banco inglés a suspender la emisión de billetes, reservándolo sólo para el banco santafesino. A su vez, Bayo contaba con el apoyo del Ejecutivo Nacional y mantenía una buena relación con el presidente del país, Nicolás Avellaneda.

No obstante, no sería sencillo para el Banco provincial. Tenía enfrente a un gigante, apoyado y alentado por un imperialismo que no estaba dispuesto a retroceder y, mucho menos, a dar por perdida una batalla.

Bayo siguió acometiendo frente al Banco de Londres. En 1875 creó un impuesto a las actividades bancarias, del que quedaban fuera de la norma el Banco Nacional y el de Santa Fe.

El conflicto se agravaba. Inglaterra, con la imposición de su política en todo el mundo, no iba a quedarse de brazos cruzados.

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jueves, 5 de julio de 2012

Manuel Quintana Y Bernardo De Irigoyen – parte 8


Tras la reunión, el diplomático ordenó que el buque abandonara sus preparativos, circunstancia que generó un clima favorable para la posterior solución del problema.

También le correspondió en 1876 negociar los tratados de paz y límites con el Paraguay y el Brasil, que cerraron gran número de las cuestiones derivadas de la guerra de la Triple Alianza. Por otro lado, convencido de la necesidad de poner término a los litigios con Chile, logró, tras prolongadas y complejas gestiones, que los plenipotenciarios del país trasandino, Diego Barros Arana, y de la Argentina, Rufino de Elizalde, firmasen en 1878 un tratado preliminar en Buenos Aires.

Un año atrás, cuando Avellaneda reorganizó su gabinete, le había confiado la cartera de Interior, delicado puesto en el que puso en juego su polifacética experiencia. Cuando dejó el cargo, ocupó la vicepresidencia del Comité Patriótico, que tuvo el cometido de defender los intereses de la República en su diferendo con Chile. El primer mandatario volvió a requerir sus servicios en calidad de enviado extraordinario y ministro plenipotenciario ante el Uruguay, cuando parecía avecinarse un nuevo conflicto. Sus gestiones fueron exitosas y su nombre figuró entre los candidatos a la Presidencia, postulación que no aceptó. El nuevo jefe del Poder Ejecutivo, Roca, le encargó las relaciones exteriores cuando volvían a agravarse las diferencias con Chile. Su habilidad y tesón fueron piezas fundamentales para el tratado de límites sobre las mismas bases que había propuesto un lustro antes. Concluida la cuestión, el Presidente le pidió que se hiciera cargo del Ministerio del Interior.

Candidato a Presidente

Se acercaba la renovación presidencial. En 1885 Irigoyen aceptó la candidatura que le ofreció el Partido Autonomista, pero Roca volcó toda su influencia y poder en favor de su concuñado, el doctor Miguel Juárez Celman, quien resultó triunfante. Don Bernardo se alejó de la vida pública para acercarse con prudencia pero con profunda convicción a las ideas renovadoras que hallaron su abanderada en la Unión Cívica. Respaldó, como Mitre y otros prohombres de distinto signo, esa fuerza que se oponía al Unicato y levantaba banderas de moralidad cívica. Tras la revolución del 26 de julio de 1890, vencida militarmente por el gobierno pero sin embargo triunfante en la conciencia pública, luego de producirse la renuncia de Juárez, a quien reemplazó el vicepresidente Carlos Pellegrini, se realizó en Rosario, en 1891, la gran convención de la Unión Cívica que proclamó la candidatura Mitre-Irigoyen para conducir el gobierno nacional entre 1892 y 1898. Eran dos patriarcas de la política en quienes se confiaba para una transición indispensable. Pero Don Bartolo, cuando regresó de Europa, no tardó en acordar con Roca la constitución de una nueva fórmula que parecía destinada a romper con la creciente influencia de Leandro N. Alem. La Unión Cívica se resquebrajó y pronto quedó dividida entre los seguidores de Mitre y los adictos al caudillo porteño de larga barba blanca. Don Bernardo, el conservador de siempre, terminó siendo candidato de un partido revolucionario. Mitre comprendió que carecía de fuerzas para una batalla electoral y Roca dio un paso más en sus propósitos al enfrentar al jefe del Partido Modernista, Roque Sáenz Peña, con su anciano padre don Luis. El primero renunció a sus aspiraciones y accedió al mando el binomio Sáenz Peña-Uriburu.

La agitación cívica, los estallidos revolucionarios y los consecuentes cambios de ministros marcaron los primeros tiempos del nuevo gobierno. Irigoyen fue desterrado a Montevideo, con motivo del estado de sitio a que se ha hecho alusión en la semblanza de Quintana, y desde allí le escribió a su antiguo condiscípulo y amigo el Presidente. No le reclamaba nada para sí pero le sugería medidas indispensables en favor de la concordia.

De regreso en el país, fue elegido senador nacional por Buenos Aires, y le tocó debatir con Quintana en una de las más célebres sesiones de la Cámara alta durante aquella década tan difícil. Se enfrentaron dos estilos. Irigoyen acentuaba –según Joaquín de Vedia que en aquella ocasión se había desempeñado como redactor de La Tribuna Nacional- su decir pausado que le permitía cerrar sus frases cargadas de argumentos y también de ataques al ministro; éste, que según Ibarguren estaba bajo la impresión de la grave enfermedad de una de sus hijas, acometió con fuerza pero finalmente fue perdiendo la voz y terminó por excusarse y abandonar el recinto.

Se discutía la imposición del estado de sitio en algunas partes del país y la intervención de ciertas provincias, como señalé antes. La interpelación provocó una crisis de gabinete, pues quedó coronada por una minuta de amnistía a los revolucionarios, que se negó a suscribir el Presidente, quien terminó por renunciar al cargo.

Irigoyen fue elegido gobernador de Buenos Aires en 1898 y rigió los destinos de esa provincia, con su habitual responsabilidad y conocimientos administrativos, hasta 1902. Otra vez nombrado senador nacional en ese año, ocupó su banca hasta su muerte, el 27 de diciembre de 1906, sin que sus años le impidieran actuar en forma activa.

Paralelamente a su labor política, Don Bernardo ocupó elevados cargos universitarios y recibió múltiples muestras de reconocimiento y aprecio de parte de los argentinos.

Ante su tumba abierta habló el ministro de Relaciones Exteriores y Culto, doctor Manuel Augusto Montes de Oca. Y su otrora adversaria, La Nación, aludiendo a una de sus más notorias cualidades, expresó: “El doctor Irigoyen fue uno de los grandes señores de la República”.

(*) Miguel Angel De Marco es doctor en Historia. Ha sido el primer santafesino en ocupar la presidencia de la Academia Nacional de la Historia (2000-2005). Es ciudadano ilustre de Rosario. Dirige el Departamento de Historia y el Doctorado en la especialidad de la Universidad Católica Argentina y ha escrito numerosos libros, entre los que se mencionan Bartolomé Mitre. Biografía, La Guerra del Paraguay y Corsarios Argentinos. Héroes del mar en la independencia y en la guerra contra el imperio del Brasil. Además publicó, junto con el profesor Oscar Luis Ensinck, hace treinta y cuatro años, una Historia de Rosario.

Miguel Ángel De Marco (*)
Creado el 13/05/2008 13:57 por María Soledad Bedino

miércoles, 4 de julio de 2012

Manuel Quintana Y Bernardo De Irigoyen – parte 7



Gestor del Acuerdo de San Nicolás

Se trasladó a Buenos Aires en 1851, donde se le encargó estudiar la cuestión limítrofe con Chile y los problemas pendientes con la Santa Sede desde los días de la Independencia. En 1852, apenas ocurrida la batalla de Caseros, el general vencedor, Justo José de Urquiza, le encargó la trascendente misión de recorrer las provincias argentinas para explicar a sus gobernadores el sentido del movimiento e invitarlos a sumarse a la gran tarea de la Organización Nacional. Fruto, en buena medida, de sus esfuerzos, fue la reunión de mandatarios y consecuente firma del Acuerdo de San Nicolás, el 31 de mayo de 1852.

Luego de la revolución del 11 de septiembre de ese año, que marcó la secesión de Buenos Aires, abandonó el servicio público y se dedicó, tras una breve permanencia de Montevideo, a la explotación de un campo y a la atención de su estudio jurídico.
En 1860, fue elegido miembro de la comisión provincial que debía estudiar las reformas a la Constitución de 1853, según lo establecido en el Pacto de Unión Nacional. En las deliberaciones acreditó su cuidada oratoria y amplios conocimientos jurídicos. A raíz de ello, el presidente de la Confederación Argentina, doctor Santiago Derqui, le ofreció un ministerio, que no aceptó. Poco después se produjo la campaña de Pavón, e Irigoyen, sindicado por los triunfadores como “rosista” y “urquicista”, volvió a sus actividades forenses.

Pasaron varios años, en que cumplió esporádicos cometidos, hasta que en 1870 reanudó un derrotero público que sólo concluyó con su muerte.
Sarmiento lo designó procurador del Tesoro y vicepresidente de la primera Exposición Nacional que se desarrolló en Córdoba. También en 1870 ocupó una banca en la legislatura de Buenos Aires; enseguida se lo nombró vicepresidente del Crédito Público, y en 1872 resultó elegido senador de Buenos Aires por el Partido Autonomista. Simultáneamente integró la convención reformadora de la constitución provincial. Un año más tarde juró como diputado nacional y desarrolló una intensa actividad en la Cámara baja, mientras formaba parte del Consejo de Instrucción Pública de su provincia.

Al asumir la presidencia el doctor Nicolás Avellaneda, en 1874, le ofreció la cartera de Relaciones Exteriores, que rechazó. Otro tanto hizo con la jefatura de la legación argentina en Río de Janeiro.

En 1875, cuando presidía la Cámara de Diputados, la insistencia de varios hombres públicos notables lo llevó a aceptar la Cancillería, donde tuvo ocasión de demostrar su gran competencia y cualidades diplomáticas para considerar los diversos problemas limítrofes que aquejaban a la República.

“El capital no tiene patria”

En 1876 se produjo un incidente entre el gobierno de Santa Fe, a cargo de Servando Bayo, y la sucursal del Banco de Londres en Rosario, por no haber acatado ésta la ley que ordenaba la conversión a oro de todas las emisiones de papel moneda realizadas por el gobierno de la provincia. Ordenada la detención del gerente, intervinieron en su favor los representantes diplomáticos de Gran Bretaña y Alemania, pues el factor era natural de esta última.

El encargado de negocios inglés y el entonces abogado del banco, Manuel Quintana, se entrevistaron el 26 de mayo de 1876 con Irigoyen, quien señaló la posibilidad de una gestión oficiosa del gobierno nacional, pero modificó su actitud cuando Quintana le advirtió que iba a partir una cañonera de guerra inglesa estacionada en el Río de la Plata para embarcar los caudales del banco.
Tras subrayar que tal conducta podría traer graves consecuencias, señaló con serena energía: “Los capitales del Banco de Londres no estarán más seguros a bordo de un navío inglés que en cualquier lugar del territorio argentino bajo la guarda de las autoridades nacionales”. Las sociedades anónimas que hubieran obtenido personería jurídica argentina no poseían nacionalidad extranjera: “El capital no tiene patria”.

martes, 3 de julio de 2012

Manuel Quintana Y Bernardo De Irigoyen – parte 6

Meses antes, Quintana había salvado milagrosamente la vida al fallar el arma con que el anarquista Salvador Planas y Virella había intentado dispararle mientras se trasladaba en un coche cubierto.

La muerte del presidente provocó múltiples expresiones de pesar, y el doctor Figueroa Alcorta, al despedirlo con palabras que eran una suerte de balance de la existencia del ilustre argentino, manifestó: “Es ésta la primera vez que la república pasa por el doloroso trance de ver desaparecer, arrebatado por la muerte, a su primer magistrado. El doctor Manuel Quintana está ya en compañía de los grandes ciudadanos, consejeros y conductores ilustres que en los últimos tiempos ha perdido el país. No es, pues, extraño, que la impresión de este suceso sea tan intensa y tan grande, como si faltase de pronto el punto de apoyo sobre el cual se desarrollaba la vida nacional; porque no sólo la misión constitucional del presidente, sino la alta significación personal del hombre que la desempeñaba hasta ayer, hace que el consenso público se avenga con dificultad a su ausencia, y que la emoción del vacío más hondo e inconsolable embargue a este pueblo y llene de consternación a los que en diversa forma fueron sus colaboradores en las últimas tareas del gobierno”.

BERNARDO DE IRIGOYEN



Irigoyen, nacido en Buenos Aires el 18 de diciembre de 1822, era hombre de maneras elegantes y afables, y de conducta equilibrada y enérgica. Había recibido en su casa, junto a su padre, Fermín Francisco de Irigoyen, y a su madre, María Loreto de Bustamante, las bases de una educación que amplió en los claustros universitarios, graduándose a los 21 años de doctor en jurisprudencia. Más tarde realizó las prácticas necesarias para ejercer la abogacía y llegó a ser secretario de la Academia de Jurisprudencia, que brindaba esa capacitación a los letrados.
El gobernador y encargado de las relaciones exteriores Juan Manuel de Rosas lo nombró oficial de la legación en Santiago de Chile, cargo en el que trabajó para sostener los derechos argentinos en la Patagonia.
No se circunscribió a esa tarea, ya que puso al servicio de la representación de su país sus conocimientos jurídicos y diplomáticos. A la vez, tomó contacto con varios de los exiliados argentinos adversos a Rosas en la convicción de que los unía, más allá de sus respectivas posiciones políticas, un común amor a la patria y un elevado anhelo de darle instituciones perdurables.

En 1846 pasó a Mendoza, al ser levantada la legación, y permaneció hasta 1851. Allí ejerció el periodismo y contribuyó espontáneamente a la defensa de la ciudad frente al avance de grupos montoneros. A la vez, asesoró al gobierno sobre cuestiones administrativas y constitucionales.

Manuel Quintana Y Bernardo De Irigoyen – parte 5



Transcurrieron varios años, hasta que en 1888, el presidente Juárez Celman lo nombró junto a Roque Sáenz Peña para representar a la Argentina en el Congreso Sudamericano de Derecho Internacional Privado que se reunió en Montevideo.
Su actuación fue muy notable, abarcó diversos aspectos y fue subrayada por la prensa de ambas márgenes del Plata, lo mismo que el destacado desempeño de su compañero de misión. Al año siguiente, ambos participaron en la Conferencia Internacional Panamericana de Washington, donde presentó un proyecto sobre el establecimiento del arbitraje en América para la solución de los conflictos internacionales.

En 1892, el presidente Luis Sáenz Peña lo nombró ministro del Interior, pero renunció a los dos meses por considerar que faltaba homogeneidad en el gobierno. El primer mandatario modificó su gabinete y Quintana volvió a aceptar dicha cartera cuando acababa de producirse el primero de los dos movimientos revolucionarios radicales de 1893.
Actuó con extrema severidad, promoviendo la declaración del estado de sitio en toda la República, y la intervención de varias provincias. Se mantuvo en el cargo hasta el 6 de noviembre de 1894 en que se retiró por poco tiempo a la vida privada, ya que fue elegido nuevamente diputado nacional.
Le tocó pronunciar en 1902, en su condición de presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores, un enjundioso discurso con motivo de los Pactos de Mayo que dieron fin al más importante de los litigios con Chile. Fue el adecuado cierre de su larga trayectoria de insigne orador parlamentario.

Presidente de la República

Concluía la segunda presidencia de Roca y los Partidos Unidos lo propusieron como candidato a la presidencia de la Nación. Lo acompañaba en la fórmula el doctor José Figueroa Alcorta. La abstención radical y la declinación de un sistema político que había contribuido a la Organización Nacional pero requería urgentes y profundos cambios, facilitaron la asunción del binomio que marcó el fin del largo predominio del roquismo.
Cuando asumió, el 12 de octubre de 1904, lo expresó con estas palabras: “Soldado como sois transmitís el mando en este momento a un hombre civil. Si tenemos el mismo espíritu conservador, no somos camaradas ni correligionarios, y hemos nacido en dos ilustres ciudades argentinas más distantes entre sí que muchas capitales de Europa”.

En el escaso tiempo en que ejerció el mando sufrió la revolución radical de 1905 pero materializó obras públicas, aumentó las exportaciones agrícolas, redujo la deuda, disminuyó los derechos que gravaban el consumo, promovió la enseñanza, impulsó reformas en la justicia y proyectó grandes obras, como la erección del edificio de Correos en Buenos Aires.
En 1906 el superávit fue de dos millones de pesos, “cuando –al decir de su ministro de Hacienda- son muy contadas las naciones que presentan los suyos sin déficit”. Fue la herencia que le dejó a Figueroa Alcorta, ya que falleció el 12 de marzo de 1906, luego de soportar durante los últimos meses de mandato una enfermedad que minó sus fuerzas físicas.

lunes, 2 de julio de 2012

Manuel Quintana Y Bernardo De Irigoyen – parte 4



Diplomático, de nuevo legislador, jurista

Pese a ser adversario del presidente Sarmiento, éste le encomendó en 1871 una misión diplomática ante el gobierno del Paraguay para la negociación de un tratado definitivo de paz, luego de concluida la guerra con la muerte del presidente Francisco Solano López.
En el cumplimiento de ese cometido, Quintana puso en evidencia sus conocimientos diplomáticos y su firmeza.
Sus divergencias con el representante brasileño, barón de Cotegipe, quien buscaba apartarse de las estipulaciones del Tratado de Triple Alianza de 1865, lo llevaron a dar por concluidas sus gestiones y abandonar Asunción, conducta que fue plenamente aprobada por el gobierno nacional.
Siempre que le tocó defender los derechos argentinos en el exterior se mostró como un diplomático maleable en la negociación pero imperturbable en la defensa de los intereses del país.

En el Paraguay contó con selectas amistades. Su esposa, Susana Rodríguez Viana, había nacido en esa tierra tan próxima, a pesar del largo y doloroso conflicto, al corazón de los argentinos.

Cuando se iniciaron los trabajos electorales para la renovación presidencial de 1874, un grupo de personalidades propuso su nombre para oponerse al candidato oficial, Nicolás Avellaneda, con el fin de atemperar las intenciones revolucionarias del Partido Nacionalista de Mitre, pero la iniciativa se frustró por falta de número.
Continuó ocupando su banca en el Senado donde fueron famosas sus polémicas con Sarmiento.

Quintana se desempeñaba como abogado del Banco de Londres; y con ese motivo actuó con convicción pero en forma errónea al producirse un conflicto entre esa firma y el gobierno de Santa Fe, al que nos referiremos luego, al trazar la semblanza de Bernardo de Irigoyen.

Después de un viaje por Europa, en 1878 volvió a sentarse en una banca de diputado nacional. Era presidente de la Cámara cuando el gobernador de Buenos Aires, Carlos Tejedor, se levantó en armas contra el gobierno federal. El presidente Avellaneda dispuso que la sede de las autoridades se trasladase al pueblo de Belgrano. Ello implicaba que también lo hiciera el Congreso.
Quintana estuvo entre los legisladores que optaron por permanecer en Buenos Aires, por lo que su cargo quedó vacante.

Concluida la sangrienta rebelión, asumió la primera magistratura el general Julio Argentino Roca, del que no era partidario ni amigo. Se entregó de lleno a la atención de su bufete, pero requerido para colaborar en los preparativos destinados a la repatriación de los restos del Libertador San Martín, presidió la comisión respectiva.

Manuel Quintana Y Bernardo De Irigoyen – parte 3



Rosario, capital de la República

A él, apoyado por numerosos legisladores, se debió el proyecto de declarar a Rosario capital de la República. El 1° de julio de 1867 tuvo entrada una iniciativa que contó con el ferviente apoyo de los vecinos de la ciudad que en pocos años se había convertido de incipiente villorrio en la más pujante urbe del interior de la República.
Quintana explicó los motivos por los cuales proponía una medida tan trascendente, que debía concretarse dos años después de sancionada la ley; y el gobierno provincial se apresuró a ofrecer el territorio requerido. La propuesta resultó triunfante en la Cámara baja, pero fracasó cuando la consideró el Congreso.

No se arredraron sus impulsores, y en 1868, cuando Quintana ocupaba ya la presidencia de Diputados, tomó la antorcha en el Senado el santafesino Joaquín Granel. Sabido es que la ley fue aprobada tres veces por el Parlamento, y tres veces resultó vetada, una por el presidente Mitre, a punto de acabar su mandato, y dos más por el primer mandatario Domingo Faustino Sarmiento.

Entre las intervenciones más notables de Quintana se cuentan la interpelación al ministro de Guerra y Marina, con motivo del fracaso militar frente a las trincheras de Curupaytí, durante la guerra con el Paraguay (22 septiembre de 1866), ocasión en que pidió de manera vibrante e incisiva que indicase la cantidad de fondos que se necesitaban para poner fin a aquella sangrienta lucha.
También la defensa de su proyecto de ley que establecía que las intervenciones federales a las provincias no debían realizarse sin la aprobación del Congreso. Su discurso, de alto contenido doctrinario, llevó tres sesiones. Aceptada la iniciativa por ambas cámaras, recibió el veto de Sarmiento.

En 1870 Quintana pasó a ocupar una banca en el Senado, en reemplazo de Valentín Alsina, que acababa de fallecer. Paralelamente, integró con Mitre y otras figuras notables del nacionalismo y el autonomismo la Convención convocada para analizar y poner en vigencia la nueva constitución de la provincia de Buenos Aires. Fue elegido presidente del cuerpo por gran cantidad de votos y le cupo una importante labor.

Carlos Ibarguren afirma en Estampas de argentinos, con relación a esa etapa de su existencia: “El doctor Quintana fue sin duda la personalidad más sobresaliente del Congreso Nacional en los primeros tiempos de su funcionamiento”. Y, en efecto, como se sentía por encima de las luchas partidistas, estaba dotado de una inteligencia superior y poseía convicciones muy firmes y claras sobre el modo de construir la Argentina, no aspiraba a gozar de las fervientes manifestaciones que recibían caudillos populares de la talla de Adolfo Alsina, sino, simplemente, gozar del respeto de sus colegas y de la satisfacción del deber cumplido. Tenía una novia ideal: la República, y la servía combatiendo con independencia en diferentes terrenos. Mientras actuaba en el Congreso ejercía el rectorado de la Universidad de Buenos Aires y el decanato de su Facultad de Derecho.

domingo, 1 de julio de 2012

Manuel Quintana Y Bernardo De Irigoyen – parte 2


MANUEL QUINTANA


Quintana había nacido el 19 de octubre de 1835, en el hogar de Eladio de la Quintana y Uzin, y de Manuela Sáenz de Gaona y Álzaga. Pocos meses antes, Juan Manuel de Rosas había comenzado su segundo gobierno cargado de amenazas para sus opositores, fuesen federales doctrinarios, antiguos unitarios o liberales. En la “Ciudad pintada de rojo” transcurrió su niñez y su juventud. A los veinte años, se graduó de doctor en jurisprudencia. Buenos Aires se había separado ya de la Confederación Argentina y constituía lo que dio en ser llamado el Estado rebelde. La extraordinaria capacidad de aquel joven le ganó en 1859 la cátedra de Derecho Civil y la posibilidad de publicar en El Foro su primer artículo jurídico. Temprano polemista, le negó por entonces al doctor Dalmacio Vélez Sársfield toda participación en la redacción del Código de Comercio, atribuyéndosela sólo al doctor Eduardo Acevedo. El eminente cordobés le respondió desde El Nacional, probando que la afirmación era errónea.

Poco después Quintana fue elegido diputado ante la cámara de la provincia de Buenos Aires, que había vuelto a integrar Confederación Argentina tras la firma del Pacto de Unión Nacional, luego de la derrota sufrida en Cepeda; pero se desempeñó por poco tiempo, pues se lo designó diputado por Buenos Aires ante el Congreso federal. El cuerpo rechazó los diplomas de los porteños ya que los representantes habían sido nombrados en virtud de una ley provincial y no mediante la norma general vigente. No tardó en encenderse nuevamente la guerra, y esta vez la suerte de las armas favoreció a Buenos Aires.

Una de las primeras medidas del general Bartolomé Mitre, en su condición de encargado del Poder Ejecutivo Nacional, fue convocar al Congreso; y Quintana obtuvo una banca de diputado por Buenos Aires. En la discusión que se suscitó para establecer la capital de la República se opuso tenazmente a la federalización de esa provincia. Estuvo junto a quienes, hijos de Buenos Aires o provenientes de las demás provincias argentinas, consideraban que era sano y oportuno trasladar al interior el centro del poder nacional.

Finalmente triunfó una fórmula de transacción, la denominada “ley de compromiso”, según la cual las autoridades federales residirían “de prestado” en la ciudad porteña.

Quintana, que había sido elegido por dos años, dejó el Congreso a fines de 1863 y pasó a ocupar la vicepresidencia de la respectiva cámara de la provincia de Buenos Aires, hasta que en 1867 volvió al Parlamento.