martes, 25 de marzo de 2014

Marcelo Torcuato de Alvear (1922 - 1928)

MARCELO TORCUATO DE ALVEAR (1922 – 1928)

Alvear es un aristócrata definido vinculado con la élite terrateniente; pertenece a un linaje federal y antimitrista. Diego de Alvear, su bisabuelo, forma parte de los intelectuales que acompañan al virrey Vértiz; Carlos María, su abuelo es el segundo Director Supremo y Torcuato, su padre, propicia la candidatura de Roca. Es el primer intendente de Buenos Aires. Los años veinte en la Argentina son felices, todavía no se perciben con claridad las limitaciones del modelo económico agro-exportador, ni la fragilidad del sistema republicano y democrático. Cuando se trata la sucesión presidencial, Yrigoyen se decide por Marcelo Torcuato de Alvear, correligionario de la Revolución del Parque quien en ese momento se encuentra desempeñando un cargo de diplomático en Francia. 

El 12 de octubre de 1922 conjuntamente con su vicepresidente, Elpidio González, comienza su mandato que marca  estilos diferentes a los de Yrigoyen. Con Marcelo T. de Alvear, apodado el "Pelado", reaparecen en la escena política grupos conservadores pero esta vez dentro de un gobierno legitimado por el voto popular. Esto genera conflictos y en 1924 el Partido Radical se divide entre los Personalistas leales a Yrigoyen y los Antipersonalistas que apoyan al Presidente en ejercicio.

En el marco de un sistema político saneado por el sufragio universal, el deporte, la cultura son claves para definir la identidad de los argentinos. Su presidencia se desarrolla al término de la crisis de la primera guerra mundial, lo que favorece las exportaciones agropecuarias con la consiguiente mejora de la economía y las finanzas. Se incorpora a la explotación agrícola la industria ganadera pero comercializadas por frigoríficos norteamericanos que fijan arbitrariamente los precios a los productores. Se nombra como director de YPF al general Enrique Mosconi y se inauguran las destilerías en La Plata para promover el mercado interno de combustibles. Junto con la primera fábrica de aviones en Córdoba, se instala la base de submarinos en Mar del Plata modernizándose la flota. El ministro de Guerra, Agustín Pedro Justo, realiza cuantiosas inversiones en armamentos fortaleciendo al Ejército en la estructura del Estado. Algunos sectores de la sociedad comienzan a valorizar la función social y política de los militares. El Presidente apoya todas las manifestaciones de la cultura: crea el Conservatorio Nacional de Música "Carlos López Buchardo", en el Teatro Colón se crean los cuerpos estables del Coro, Orquesta y Ballet. Adquiere el Teatro Cervantes y por iniciativa de su esposa, Regina Pacini, se funda la Casa del Teatro, hogar para actores. Arriban el filósofo Ortega y Gasset, el Premio Nobel Albert Einstein, el príncipe Humberto de Saboya y el príncipe de Gales. 
Se lleva a cabo el vuelo transoceánico entre Madrid y Buenos Aires del hidroavión Plus Ultra comandado por Ramón Franco, provoca un verdadero delirio cuando acuatiza en Puerto Nuevo ante el asombro de los porteños. Con Alvear se sanciona la ley que otorga los Derechos Civiles a la Mujer, las leyes de previsión social, jubilaciones y pensiones gremiales. Es reglamentado el trabajo de las mujeres y los menores. Crea la Caja Nacional de Seguros, comienza el servicio aeropostal que une Argentina con Europa. Se inicia la construcción del subterráneo Lacroze. 
Preocupado por el mantenimiento de la armonía social es firme y tolerante en los conflictos de intereses entre el capital y el trabajo. El país vive un período de prosperidad general en el marco de las libertades, la continuidad institucional, la democracia y el respeto a las leyes.
Marcelo T. de Alvear culmina su período presidencial con la satisfacción de haber realizado una administración prolija. Se aleja de la vida pública viajando a París y retomando sus hábitos propios de un "niño bien", de un "dandy" de la elite porteña.

http://www.presidencia.gob.ar/index.php?option=com_content&view=article&id=1271&template=blank

miércoles, 19 de marzo de 2014

Hipólito Yrigoyen - Parte 3

La política de Yrigoyen no introdujo novedades sustanciales en la economía argentina, ligada entonces al mercado mundial a través de la exportación de alimentos -sustancialmente cereales y carnes- y la importación de productos manufacturados. Sus preocupaciones eran esencialmente político-institucionales, y por lo demás casi nadie consideraba importante realizar cambios en un modelo económico que había consagrado al país como "granero del mundo".

La Primera Guerra Mundial (1914-1918) favoreció en principio las exportaciones argentinas a los países beligerantes y activó la producción de manufacturas para reemplazar las importaciones que a causa de la guerra no llegaban regularmente al país. Pero al finalizar el conflicto se vio resentido lo que constituía el "motor" de la economía argentina, al desacelerarse el ritmo de su comercio exterior, lo que puso al gobierno radical ante situaciones de difícil resolución. Yrigoyen no pudo más que seguir una política relativamente restrictiva del gasto público, situación nada fácil por el hecho de que su partido, representante de las clases medias de origen inmigratorio en ascenso, recibía fuertes presiones para premiar fidelidades políticas con cargos y empleos en el aparato del Estado.

Por otra parte, la conflictividad social del momento dio lugar a importantes protestas obreras, conducidas en general por dirigentes anarquistas. La más significativa es la que se produjo en enero de 1919 en la ciudad de Buenos Aires y que se conoce con el nombre de "Semana Trágica". Durante esos días la ciudad fue escenario de tiroteos entre obreros y policías, y por primera vez el ejército tomó parte en la represión. Hubo gran cantidad de víctimas e incluso se organizaron pogroms contra los inmigrantes judíos, acusados de llevar a la Argentina el comunismo que recientemente había tomado el poder en Rusia. Otros hechos de gravedad se produjeron durante las huelgas en la Patagonia en 1921, donde la protesta anarquista fue aplastada por el ejército con notable ferocidad.

En cuanto a la política exterior, el gobierno radical se mantuvo en todo momento neutral, a pesar de que se produjeron algunos incidentes con el gobierno imperial alemán (en 1917 un barco mercante argentino fue hundido por un submarino alemán y el embajador del imperio fue expulsado del país acusado de transmitir mensajes agraviantes para el país) y que el gobierno entabló negociaciones muy ventajosas con los aliados para la venta de productos argentinos. Una delegación argentina presidida por el ministro de relaciones exteriores Honorio Pueyrredón y en la que participaba además el ministro plenipotenciario argentino en Francia Dr. Marcelo T. de Alvear, tomó parte en las sesiones de la Liga de las Naciones inauguradas en 1920. En ellas propusieron ciertas enmiendas al Pacto de la Liga que tendían a limitar su alcance político, lo que suscitó desacuerdos y determinó el retiro de la delegación argentina.


Hipólito Yrigoyen - Parte 2



A partir del 90 pasó a ser una figura significativa de la política argentina. El presidente de la república Carlos Pellegrini lo instó a participar en negociaciones entre los partidos políticos en pugna, y el también presidente Luis Sáenz Peña lo invitó incluso a incorporarse a su gabinete, pero Yrigoyen, animado por una férrea intransigencia con respecto al régimen político de la época, rechazó ambos ofrecimientos.

De hecho, 1893 lo encontró nuevamente involucrado en una revolución, esta vez al frente de los sublevados, en su calidad de presidente del Comité Central bonaerense de la recientemente fundada Unión Cívica Radical. Durante los sucesos del 93 Yrigoyen logró involucrar en el movimiento a un importante número de oficiales del ejército, dirigió personalmente las operaciones militares y participó de la ocupación de varias ciudades de la Provincia de Buenos Aires. Fue proclamado por la revolución gobernador de la Provincia, pero renunció al cargo, que fue ocupado por el Dr. Juan C. Belgrano, hasta que el gobierno nacional, encabezado entonces por el Dr. Manuel Quintana, intervino la Provincia.

El sistema electoral vigente entonces en la Argentina daba lugar a abusos y manejos por parte de quienes ejercían el poder político, de modo que el único medio que los radicales vislumbraban para la conquista del poder era la abstención electoral y la lucha armada. Por ello, el 4 de febrero de 1905 explotó una tercera revolución radical encabezada nuevamente por Yrigoyen que logró ocupar parte de la capital y algunas ciudades de la provincia, pero fue finalmente sofocada por el ejército. Yrigoyen resultó entonces proscripto, pero una ley de aministía le permitió volver a hacerse cargo de sus funciones como dirigente del partido radical.



Fue entonces, en 1912, que se sancionó la llamada "Ley Sáenz Peña", que garantizaba el voto universal, obligatorio y secreto para los varones adultos y la representación para la primera minoría, con lo que la Unión Cívica Radical decidió volver a participar de las elecciones. La idea de la elite política gobernante era que la oposición radical habría obtenido en el mejor de los casos la minoría, pero en los comicios del 2 de abril 1916 Yrigoyen resultó electo presidente de la república acompañado en la fórmula por Pelagio B. Luna. Al asumir el cargo el 12 de octubre de ese mismo año, Yrigoyen fue llevado en andas por sus simpatizantes desde el congreso de la nación hasta la casa de gobierno, por una distancia de más de un kilómetro y medio.


martes, 18 de marzo de 2014

Hipólito Yrigoyen - Parte 1






(O Hipólito Irigoyen; Buenos Aires, 1852 - 1933). Político argentino que alcanzó la presidencia de la República. Cursó sus primeros estudios en el Colegio San José de los padres bayoneses y más tarde en el colegio de la América del Sur. Ingresó después en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, pero no consta que lograra recibirse con el título de abogado.

La situación económica de su familia le obligó a trabajar desde su temprana juventud en empleos modestos, que desempeñó sucesivamente en una compañía de transportes, en las oficinas de un abogado y luego en el Estado, como escribiente de la contaduría general, en 1870. Dos años más tarde obtuvo el puesto de comisario de policía de una de las parroquias en las que se dividía en el plano político y administrativo la ciudad de Buenos Aires.

También desde muy joven se sintió atraído por la actividad política, y este interés lo indujo a participar en los acontecimientos turbulentos de la revolución encabezada por el general Bartolomé Mitre en 1874, aunque luego apoyó a la facción del gobierno y del candidato a presidente electo Nicolás Avellaneda. En 1877 se alejó del cargo de comisario que todavía ocupaba, al parecer por cuestiones políticas que no quedan del todo claras, y en 1878 logró imponerse como candidato a diputado provincial hasta que los sucesos de 1880 y la federalización de Buenos Aires dieron fin a su mandato.
Sin embargo, en ese mismo año resultó electo en los comicios realizados a fin de sustituir a los diputados que habían quedado cesantes y se desempeñó en el cargo durante dos años, al cabo de los cuales se retiró a la vida privada. En este período atendió a la administración de campos de su propiedad situados en la provincia de Buenos Aires y a la enseñanza en un instituto de estudios superiores.

La llamada "Revolución del 90" lo encontró entre sus más entusiastas protagonistas, y a partir de entonces Yrigoyen ya no volvió a abandonar la vida pública. Durante los sucesos de la revolución, uno de cuyos cabecillas era su tío Leandro N. Alem, Yrigoyen fue propuesto y aceptado por las fuerzas revolucionarias para ocupar el cargo de Jefe de Policía en caso de que se concretase el triunfo y se impusiera un gobierno provisional.


Guerra Guasú (HD) - Capítulo 04

sábado, 15 de marzo de 2014

LA GUERRA GUASÚ: El capitalismo es peor que el feudalismo – Parte 5


–¿Cómo ve a la academia actual? ¿Se mete en los debates importantes o la ve más bien alejada de la realidad?

–No, está alejada, y sus interpretaciones de la historia dejan mucho que desear. El mero hecho de que la guerra del Paraguay esté ausente de los cursos en la universidad… eso ya no es ignorancia, sino ocultamiento deliberado. Por ejemplo, una antigua alumna mía, Mirta Lobato, hoy es profesora y no incluye en su programa de estudio a la Guerra del Paraguay. Ella sostiene que fue una "guerra externa". Inventar ese argumento significa que hay algo que no es exactamente lo equivalente a la honestidad que debe tener un historiador.

–Hoy en día hay un debate entre dos posturas que parecen irreconciliables: los divulgadores y los llamados historiadores profesionales. ¿Usted se para en alguna de esas veredas?

–Yo estoy parado en el Instituto Varela, de Galasso. A mí me cuesta trabajo encontrar historiadores en el Instituto Dorrego, por ejemplo, con la excepción de Hugo Chumbita. La habilidad de Pacho O'Donnell es leer diez libros sobre Rosas y publicar un libro sobre Rosas. Jamás ha ido a un archivo y desde el punto de vista metodológico es muy rudimentario. Enfrente están Luis Alberto Romero y compañía, que son discípulos de Halperín Donghi, un gran historiador, muy inteligente, que maneja la ironía. Pero ellos no son grandes historiadores. Lo único que tienen es el monopolio de la academia y del CONICET.

–¿Le gusta que la historia sea cada vez más masiva y aparezca en televisión, radio y diarios?

–Me encanta. Yo lo he visto a José Pablo Feinmann, por ejemplo, que no es historiador pero sabe de historia, y me parece muy bien la divulgación que hace. Félix Luna era un gran divulgador y tiene obras muy importantes. Después está Felipe Pigna, que tiene menor estatura intelectual que Luna, pero hace bien en popularizar la historia, sacarla de cenáculos cerrados, hacerla masiva, algo que siempre es positivo.  


Castelli, el elegido

Para León Pomer, el personaje más interesante de la historia argentina fue Juan José Castelli, uno de los hombres de Mayo. “En Tiahuanaco, él lee un documento que si se hubiera podido realizar significaba la ruptura del régimen colonial, la liberación de los indios y su igualación con los no indios. Castelli era posiblemente el hombre más culto de los hombres de la revolución”, aseguró el historiador.


Las debilidades de la integración regional

Todas las mañanas, León Pomer dedica dos horas y media de su día a leer noticias internacionales. "Eso me ayuda a entender un poco lo que pasa acá", explica. Para el historiador, el proceso de integración latinoamericana está en un momento de "debilitamiento" producto de las complicaciones que tuvieron –y tienen– los gobiernos de la Argentina, Brasil y Venezuela. A esa delicada situación se suma lo que él llama las "amenazas" de Paraguay y Uruguay.

"Tabaré Vázquez, viejo amigo de Estados Unidos y posible candidato del Frente Amplio el año que viene, declaró que está convencido de que EE UU ya abandonó su política imperialista y, de paso, salió a criticar al Mercosur. En Paraguay, antes de que Cartes asumiera, un senador dijo que debían mirar más a la Alianza del Pacífico. Ellos, además, reniegan del ingreso de Venezuela al Mercosur. Vamos a ver qué pasa con eso, pero hay una amenaza ahí, es para tener en cuenta", sostuvo Pomer.

–¿Por qué cree que el pueblo paraguayo eligió como presidente a un personaje como Cartes? ¿El progresismo cometió errores?

–Cartes es un prontuariado en Brasil por contrabandista y tiene denuncias por narcotráfico. El grave error del progresismo fue dividirse en tres grupos. Es esa manía que tiene la izquierda por fragmentarse. El otro error fue haber confiado excesivamente en su propia fuerza, hubo una falta de desconocimiento total por lo que se estaba jugando ahí. Por otro lado, el Partido Colorado armó un régimen clientelístico en un pueblo con carencias sociales tremendas. El clientelismo implica que el pobre va a seguir siendo pobre, pero de vez en cuando va a tener algún rédito. Es lo que hacen acá algunos caudillos del PRO.

Fuente: Tiempo Argentino.

Guerra Guasú (HD) - Capítulo 01

)

viernes, 14 de marzo de 2014

LA GUERRA GUASÚ: El capitalismo es peor que el feudalismo – Parte 4



–Usted sostiene que, para las ideas liberales de aquella época, Paraguay era un pueblo "bárbaro". ¿Esa lógica se puede ver hoy en día también?

–Claro. En Europa, por ejemplo en The Economist, ya no usan la palabra "bárbaro", pero sí hablan de ignorancia, de tozudez. Es lo que ellos despectivamente llaman "populismo", que no se ajusta a los moldes constitucionales que han fracasado rotundamente en Europa. En el populismo hay una participación de las masas que la juridicidad burguesa no acepta; no acepta que las masas se puedan expresar directamente. Siempre tienen que hacerlo por la intermediación de sus representantes. Es un típico ingrediente liberal de una juridicidad propia del capitalismo. Entonces, ahí hay una deformación ideológica que no llega al nivel de Clarín o de Perfil –que están en un nivel delictuoso, donde no hay respeto por la verdad elemental–, pero sí es cierto que The Economist es un diario muy ideológico. Y lo ideológico siempre deforma.

–¿Qué significa eso? ¿Cómo hace un intelectual para que lo ideológico no termine primando por sobre los hechos?

–En primer lugar, hay que ver qué clase de intereses priman en la cabeza de ese intelectual. A veces, el intelectual no es consciente, pero está defendiendo intereses dominantes, simplemente porque su formación cultural lo lleva a utilizar valores y significados que le proporcionó la clase dominante. En segundo lugar, está la honestidad intelectual. Si yo busco documentos y encuentro cosas que contrarían las hipótesis que tengo, yo no debo ignorarlas, porque eso va a corregir el error en mis hipótesis. La hipótesis no es una verdad: es una tentativa de arribar a una cierta verdad a partir de una idea previa. Entonces, si uno no corrige esa hipótesis, está falseando la historia. Cuando aparece la verdad, no hay que tratar de ocultarla o justificarla.

–¿Y en cuanto a lo ideológico?

–Yo me fui del Partido Comunista de muy joven, porque nos dimos cuenta de que eso se derrumbaba, que era una gran mentira. Sin embargo, yo, como historiador, no puedo traicionar mis convicciones. Y por eso sigo pensando que si hubo un sistema podrido en este mundo, es este que estamos viviendo. El capitalismo es peor que el feudalismo. En el feudalismo todavía existían comunidades, con toda la opresión que significaba el régimen feudal, en las cuales el apoyo recíproco y la fraternidad tenían un valor para los pobres. En cambio, como dice Tocqueville, el capitalismo es una sociedad egoísta, de seres a los que no les importa absolutamente nada el destino de sus vecinos. Hoy leí un artículo donde un organismo que estudia los cambios climáticos explica que tenemos 20 años para cambiar esta situación de destrucción ecológica, porque de lo contrario la humanidad entera se va al diablo. La vida se va a hacer imposible para gran parte de las manifestaciones de la vida. Nos vamos a liquidar. El capitalismo es un sistema que lleva a su propia destrucción.

–En ese marco, ¿cómo pueden defenderse los países latinoamericanos que, con matices entre sus distintos gobiernos, tienen políticas y perspectivas distintas a las europeas?


–Mirá, hoy el gobierno de Venezuela está bastante jaqueado, el de Dilma está pasando por bastantes apreturas, el de Cristina acaba de tener una derrota electoral. Si estos gobiernos consiguen reponerse y dar continuidad a este proceso que ha tenido manifestaciones magníficas, entonces podemos tener confianza de que estaremos en mejores condiciones de defender un desarrollo autónomo. Ahora tenemos que enfrentar un debilitamiento simultáneo, la constitución de la alianza del Pacífico, que tiene un poder económico y bélico muy importante. Y eso es para tener en cuenta.

LA GUERRA GUASÚ: El capitalismo es peor que el feudalismo – Parte 3



–¿Usted ya había leído algo sobre la guerra?

–No, muy poco. Cuando volví a Buenos Aires empecé a leer. Lo que había eran puros elogios del papel civilizador de la Argentina. Me fui desasnando y fui construyendo mi libro, donde hablo del "gran negocio" de los proveedores de los tres ejércitos aliados: Argentina, Brasil y Uruguay. Porque los soldados tenían que comer todos los días, reponer los zapatos, los uniformes, las armas. Fue un negocio fabuloso.

–Es por eso que usted prefiere llamarla "guerra de la triple infamia", en lugar de Triple Alianza.

–Creo que quien la llamo así por primera vez fue Galasso. Y es correcto. El embajador inglés en Buenos Aires participaba de las reuniones del gabinete de Mitre. Fue una guerra infame por donde se la mire.

–¿Cuál fue el rol de Mitre?

–Mitre fue el más lúcido y culto representante de la oligarquía mercantil de la provincia de Buenos Aires. Es Mitre el que arma la estrategia para extender la dominación de esa oligarquía sobre el conjunto del territorio nacional. En 1861, Urquiza le regala la batalla de Pavón, y ahí se dan las condiciones para que se invadan los 14 ranchos, para tratarlos como una conquista e incendiar pueblos. Ese es el momento de extender la dominación al interior, en alianza con la oligarquía azucarera de Tucumán.

–¿Y la Guerra del Paraguay fue la forma de consolidar esa expansión?

–Es un episodio indispensable. En primer lugar, para derribar al gobierno blanco uruguayo, con el cual Mitre no profesaba ninguna simpatía. Mitre intentaba consolidar un poder interior y para eso debía impedir que algún poder exterior pudiese servir a sus enemigos.

–Todavía hoy se relativiza el rol de Gran Bretaña en esta guerra, pero para usted el papel británico fue clave. ¿Por qué?

–Porque Paraguay no sólo era enemigo de Mitre, sino que también era un modelo antiliberal. Como tenía total autonomía y una participación estatal fuerte, constituía una afrenta a las ideas liberales de la época. Paraguay estaba inserto en un contexto mundial. Había una gran potencia central, Gran Bretaña, que organizaba el planeta en función de crear las condiciones para la penetración del capital para hacerse de materias primas y alimentos. Era una potencia que estaba configurando el globo para poder ingresar libremente, sin regulaciones que obstruyeran sus intereses. Además están los empréstitos británicos, que ocurren previos a la guerra, durante y después, y permitieron que la guerra dure mucho más de lo que habría durado. Porque ni los recursos de Brasil, y mucho menos los de Argentina, permitían aguantar cinco años de guerra. La guerra del Paraguay es una forma, entonces, de integrar a un país con desarrollo autónomo como el paraguayo al mercado mundial. Si hay historiadores que ignoran esto, es por mala fe.


LA GUERRA GUASÚ: El capitalismo es peor que el feudalismo – Parte 2


En una extensa charla con Tiempo Argentino en su departamento de La Boca, este antiguo y desilusionado militante del Partido Comunista, exiliado en Brasil durante la última dictadura, desafió aquel precepto arcaico que sostiene que los historiadores sólo están para hablar del pasado y tocó todo tipo de temas: desde la Guerra del Paraguay, pasando por la actualidad latinoamericana y los abusos del sistema capitalista, hasta los debates historiográficos que se dan fuera y dentro de la academia. De formación intelectual marxista, pero influenciado por varias corrientes ideológicas, Pomer no se para en ninguna de las veredas impuestas por historiadores profesionales y divulgadores. Pero, aclara, le encanta que la historia salga de las bibliotecas y se haga cada vez más masiva.

–¿Cuándo comenzó a interesarse por la historia?

–Cuando era muy chiquito, mi viejo me sentaba en las rodillas y me leía cuentos de historia para niños, en una colección que venía de España. Para él, el libro era una cosa sagrada. Yo creo que ahí arranca la cosa. Después, a los 16 años comencé a escribir en revistas estudiantiles. Pero recién en el '68 aparece mi primera publicación importante: La Guerra del Paraguay: ¡Gran negocio!

–¿Qué historiadores leía en esa época?

–Mi influencia proviene de múltiples lecturas. Yo tengo una formación marxista, pero no pertenezco a ninguna escuela historiográfica particular, y con el correr de los años fui acumulando influencias de muchos autores. Por ejemplo, Bourdieu, Foucault, Mariátegui, con su americanismo. Una reivindicación en la que coincide con Jaureteche, en el sentido de pensar con conceptos que reflejen nuestra realidad, que no sean prestados de Europa.

–¿Una especie de marxismo latinoamericanista?

–Abelardo Ramos, que era un gran constructor de frases, hablaba de un "marxismo de indias". Mariátegui reivindicaba el valor de las comunidades, de las antiguas civilizaciones, y reivindicaba sus modos de vida, mucho más humanos que los del capitalismo. Por otro lado, nunca fui revisionista. Entiendo que el papel del revisionismo ha sido muy importante, pero es una corriente con un amplio abanico ideológico y una de sus características, en muchos casos, es que hay escasa rigurosidad. Por ejemplo, José María Rosa citaba de memoria y se equivocaba. El trabajo de archivo, en cambio, es un trabajo pesado, aburrido y sucio.

–¿Por qué se interesó por la Guerra del Paraguay?

–A los 35 años, con un amigo viajamos a Paraguay, a Villa Encarnación. Cuando llegamos a Asunción conocimos a Juan O'Leary, un revisionista histórico paraguayo, de 90 años, muy bien erguido y con buena memoria. Él nos empieza a hablar de la Guerra Guasu, como le dicen ellos, y me dejó muy intrigado.


LA GUERRA GUASÚ: El capitalismo es peor que el feudalismo – Parte 1




El historiador fue uno de los pioneros en contar la verdad sobre la Guerra de la Triple Alianza, eufemismo que el liberalismo utilizó para terminar con la independencia de Paraguay. Critica a la "moda" del revisionismo histórico, advierte sobre los intelectuales que "defienden los intereses dominantes" y asegura que "el capitalismo es un sistema que lleva a su propia destrucción".

Por: Manuel Alfieri



León Pomer escribió casi una veintena de libros y es uno de los intelectuales más importantes que tiene la Argentina. Sin embargo, y al igual que muchas de sus obras, todavía permanece oculto para gran parte del público aficionado a la historia argentina y latinoamericana. Es lógico: a lo largo de toda su carrera se dedicó a indagar en cuestiones de las que aún hoy parte de la academia y los grandes medios no quieren hablar. Lejos de los flashes y el rumor de los pasillos televisivos, Pomer se jacta de que su nombre nunca haya aparecido en las páginas del diario Clarín. "Publiqué 18 libros y nunca me mencionaron, algo que es un honor para mí", dice. Y al instante agrega: "En La Nación tampoco. Son cuestiones político–ideológicas." Pero esa situación no le molesta. A él solo le importa una cosa: que lo lean.


Su exclusión no resulta extraña. En su trabajo insignia, La Guerra del Paraguay: ¡Gran negocio!, Pomer se metió con los actores políticos y económicos más poderosos de la época. A través de una minuciosa investigación, develó por primera vez los entretelones de uno de los conflictos bélicos más importantes del siglo XIX, señaló con nombre y apellido a quienes se beneficiaron con la guerra, denunció el rol jugado por el entonces presidente Bartolomé Mitre y apuntó contra Gran Bretaña, la potencia mundial que financió a los ejércitos de Argentina, Brasil y Uruguay para arrasar con un territorio autónomo que no se adaptaba a las directrices liberales de la época: Paraguay.


lunes, 3 de marzo de 2014

Un paso adelante - Parte 2


-¿Cuál es la distancia que separa a tus álbumes Libertango y Adiós Nonino?


-El Piazzolla de Libertango es muy inferior. El de Adiós Nonino es el que llegó al máximo, con el quinteto. Libertango muestra a un Piazzolla muy europeizado; si lo pongo en la balanza con respecto a otros álbumes se cae. Lo veo a ese tema (Libertango) como barato comparado con Tangata, por ejemplo, que tiene una elaboración mayor. Pero ¿por qué? Esas son las necesidades de estar trabajando en Europa. Estuve trabajando cuatro años con músicos que no eran míos, que eran absolutamente italianos, que no sabían nada de Piazzolla y tenían que leer. 



-¿Estás de acuerdo con la opinión que el Mono Villegas expuso en un reciente reportaje con Pelo sobre que le público aplaude pero sin comprender lo que le da el músico? 

Puede ser que tenga razón. Eso se llama, muy simplemente, esnobismo. Son los que vivan a Pierre Boulez, porque, según dicen, es el mejor compositor del siglo veinte, el que está en la electrónica, en la búsqueda, el que está en la música de hoy y del futuro. Lo importante es ir a un lugar y saber diferenciar entre las cosas que le gustan a uno y las que no, no escuchar lo que se debe escuchar. Cuando voy a escuchar música el pulso de mi gusto es mi piel; cuando a mí se me paran los pelitos es porque algo está pasando. Eso me pasó cuando escuché a Chick Corea en Nueva York y me pareció fascinante, como Herbie Hancock. Todo me indica lo que tengo que hacer, a no mentir, a decirme "vamos, Piazzolla", a no engañarme a mí ni a los demás. La verdad está en el quinteto. 


-¿Cuáles son los músicos argentinos que respetás? 

-Te voy a resumir la lista, te voy a hablar de la que realmente me hacen parar los pelitos. Por ejemplo, Horacio Salgan, en su época, fue un ídolo para mi. Salgán, arreglador y todo lo que trúa, todo lo que mi imaginaba que podía haber dado y que después no dio. Él fue único. Un tipo como Osvaldo Pugliese, que es el swing. Yo no escribiría como él, pero te digo lo que es para mi el swing. Pugliese a Count Basie para mi, sin tener a Quincy Jones como arreglador. Si Pugliese no tuviera los elementos tangueros que tiene y en cambio tuviera otros, me orquesta mayor de cuerdas, otros timbres, seria súper. Pero eso tiene que ser el tradicionalismo del tango volcado hoy, ésa es otra de las cosas a las que le tengo gran respeto. En materia de tango, no se con exactitud: me hablan de Néstor Marconi, de Daniel Binelli, que hizo una cosa realmente muy linda; lo que hace Rodolfo Mederos mismo es muy lindo, pero ninguno me pega, no me dan contra la pared. A mi me gusta que la música me golpee.


Entrevista revista Pelo 1978.

http://www.astorpiazzolla.org/piazzolla/PALABRAS/adelante.htm

domingo, 2 de marzo de 2014

Un paso adelante - Parte 1


En 1978 Astor Piazzolla acababa de deshacer su conjunto eléctrico para volver a la formación con la que sentía más a gusto: el quinteto. Entonces le dio una entrevista a la revista Pelo en donde explicó el porqué del cambio y habló de sus gustos musicales aquí y en el mundo. Este es, obviamente, un homenaje a uno de los grandes músicos argentinos del siglo XX; pero también a la revista pionera del rock argentino.

-¿Tu retorno al quinteto significa reverdecer viejas glorias de Piazzolla?

Sabia que esa pregunta iba a venir, porque ni bien tomé el quinteto me dije:


"Lo primero que, vamos a recibir de entrada va a ser un palazo en la nuca de parte de toda la gente joven, pensando que Piazzolla da un pase atrás". Pienso que no es así; por el contrario. Lo que estoy batiendo ahora es un paso adelante, porque significa que me va convenciéndose de cosas, aprendiéndolas, a lo largo de esta vida musical. Tengo la suerte de estar informado de todo lo que pasa en el mundo, escucho música, leo con abundancia sobre este fenómeno musical. Estoy enterado de todo lo que se refiere a la música, desde lo que puede llegar a ser lo más medicase, hasta la música aleatoria o todo lo que puede ser de gran avanzada. Y me he dado cuenta de que nunca voy a hacer las cosas mal, ni tocar ni escribir mal, porque los bobos pueden escribir mal. Si a treinta años de que comencé a escribir sigo haciéndolo mi es porque no aprendí nunca. Estuve contra la pared en Europa. A veces, necesitamos de un espejo que nos diga, aunque uno lo sepa "esto está mal". Te van haciendo ver las cosas que realmente sabes, pero vos no querés aflojar, porque los músicos, en el fondo, somos cabezas duras. Estos dos últimos años, electrifiqué al conjunto porque querrá rejuvenecerlo, ponerlo al día en el ruido, como quien dice, quería estar en la música electrónica. Pero siempre le llevo el apunte a los tipos que saben y hablé con muchos músicos, por ejemplo Maurice Vander, Michel Legrand, Ron Carter, Gerry, Mulligan, a quienes les extrañó aquello. Incluso Mulligan me atacó, me dijo que quería escucharme con el quinteto. Me querían comer crudo, parecía que había cometido el pecado más grande del siglo. Ese que ellos querían escuchar cm Piazzolla, el otro no. De Europa venía con unas, fuerte dosis de Chick Cerca, Herbie Hancock, Weather Report o tantos otros grupos fabulosos que escuché. De repente me encontró absorbido. 
Y pienso que ese fenómeno le puede suceder a la música joven, a la progresiva llamada argentina. Creo que ellos están envueltos en esa nube. Por suerte, yo salí, porque me estaba dando cuenta de que me estaba "achanchado". Por eso vuelvo a un conjunto, como es el quinteto, que tiene una música evolucionada, que era mucho más moderno que el electrónico, tiene mucho más trabajo musical en los cinco músicos. Sin querer, con mi anterior grupo estaba dando u paso atrás, creyendo que lo hacía hacia adelante. Me dejé llevar, en parte, por el amor que le tengo a la gente joven. De pronto me di cuenta de que estaba con ellos y que tenia que hacer algo de acuerdo con lo que ellos querían, esos que no remata nada que ver con el tango pero que si son argentinos; y porteños, y creían en un Piazzolla electrónico. Me parecía que era yo una parte de ellos y no me daba cuenta de que estaba directamente cambiando de rota. Me estaba metiendo en una cosa de inferior calidad que la del quinteto, porque la elaboración de este conjunto es superior a la del electrónico.