viernes, 14 de marzo de 2014

LA GUERRA GUASÚ: El capitalismo es peor que el feudalismo – Parte 4



–Usted sostiene que, para las ideas liberales de aquella época, Paraguay era un pueblo "bárbaro". ¿Esa lógica se puede ver hoy en día también?

–Claro. En Europa, por ejemplo en The Economist, ya no usan la palabra "bárbaro", pero sí hablan de ignorancia, de tozudez. Es lo que ellos despectivamente llaman "populismo", que no se ajusta a los moldes constitucionales que han fracasado rotundamente en Europa. En el populismo hay una participación de las masas que la juridicidad burguesa no acepta; no acepta que las masas se puedan expresar directamente. Siempre tienen que hacerlo por la intermediación de sus representantes. Es un típico ingrediente liberal de una juridicidad propia del capitalismo. Entonces, ahí hay una deformación ideológica que no llega al nivel de Clarín o de Perfil –que están en un nivel delictuoso, donde no hay respeto por la verdad elemental–, pero sí es cierto que The Economist es un diario muy ideológico. Y lo ideológico siempre deforma.

–¿Qué significa eso? ¿Cómo hace un intelectual para que lo ideológico no termine primando por sobre los hechos?

–En primer lugar, hay que ver qué clase de intereses priman en la cabeza de ese intelectual. A veces, el intelectual no es consciente, pero está defendiendo intereses dominantes, simplemente porque su formación cultural lo lleva a utilizar valores y significados que le proporcionó la clase dominante. En segundo lugar, está la honestidad intelectual. Si yo busco documentos y encuentro cosas que contrarían las hipótesis que tengo, yo no debo ignorarlas, porque eso va a corregir el error en mis hipótesis. La hipótesis no es una verdad: es una tentativa de arribar a una cierta verdad a partir de una idea previa. Entonces, si uno no corrige esa hipótesis, está falseando la historia. Cuando aparece la verdad, no hay que tratar de ocultarla o justificarla.

–¿Y en cuanto a lo ideológico?

–Yo me fui del Partido Comunista de muy joven, porque nos dimos cuenta de que eso se derrumbaba, que era una gran mentira. Sin embargo, yo, como historiador, no puedo traicionar mis convicciones. Y por eso sigo pensando que si hubo un sistema podrido en este mundo, es este que estamos viviendo. El capitalismo es peor que el feudalismo. En el feudalismo todavía existían comunidades, con toda la opresión que significaba el régimen feudal, en las cuales el apoyo recíproco y la fraternidad tenían un valor para los pobres. En cambio, como dice Tocqueville, el capitalismo es una sociedad egoísta, de seres a los que no les importa absolutamente nada el destino de sus vecinos. Hoy leí un artículo donde un organismo que estudia los cambios climáticos explica que tenemos 20 años para cambiar esta situación de destrucción ecológica, porque de lo contrario la humanidad entera se va al diablo. La vida se va a hacer imposible para gran parte de las manifestaciones de la vida. Nos vamos a liquidar. El capitalismo es un sistema que lleva a su propia destrucción.

–En ese marco, ¿cómo pueden defenderse los países latinoamericanos que, con matices entre sus distintos gobiernos, tienen políticas y perspectivas distintas a las europeas?


–Mirá, hoy el gobierno de Venezuela está bastante jaqueado, el de Dilma está pasando por bastantes apreturas, el de Cristina acaba de tener una derrota electoral. Si estos gobiernos consiguen reponerse y dar continuidad a este proceso que ha tenido manifestaciones magníficas, entonces podemos tener confianza de que estaremos en mejores condiciones de defender un desarrollo autónomo. Ahora tenemos que enfrentar un debilitamiento simultáneo, la constitución de la alianza del Pacífico, que tiene un poder económico y bélico muy importante. Y eso es para tener en cuenta.

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