A
57 años del accidente automovilístico de Julio María Sosa Venturini, más
conocido como “El varón del tango” su historia y la teoría del segundo auto.
domingo 04 de julio de 2021
Por Néstor
Vidal*.
El Varón del Tango o Julio Sosa, nació con el nombre de Julio
María Sosa Venturini en Las Piedras, Departamento de Canelones, Uruguay, el 2
de febrero de 1926 en el seno de una familia humilde, hijo de Luciano Sosa,
peón de campo y Ana María Venturini, lavandera. Cursa sus estudios primarios en
la Escuela Artigas Nº 106,con calificaciones aceptables y luego entró en la
escuela experimental de artesanías, ideada por Sabas Olaizola, donde cursó 3° y
4° año.
Sus primeros trabajos para ayudar a la economía del hogar
paterno fueron: repartidor de una farmacia, lustra botas, vendedor de diarios,
rifas y boletero en un transporte.Cuando contaba con solo 16 años decide
casarse con una vecina de su pueblo (Aída Acosta).Tal vez por la inmadurez de
sus años deciden separarse al año, sin haber tenido hijos.Enrolado en la marina
por consejo de su tío materno (Venturini Ángel), cumple allí unos meses de
servicio, pero Julio no estaba hecho para cumplir órdenes sino para cantar, así
que decide pedir la baja. Para esto, su padre estaba grave y fallece al poco
tiempo, esto impulsa al Varón a tomar la decisión de cruzar el Rio de la Plata
a probar suerte.
Sus incondicionales amigos le reunieron dinero para los gastos
del viaje y un hospedaje barato. Así, un 15 de junio de 1949 se embarca hacia
Buenos Aires a probar suerte. A los 14 años consiguió que lo dejaran entrar en
el café Parodi donde demostró a los parroquianos la forma interpretativa que ya
se hacía notar. Pero se frustró su intento al llegar la policía y devolverlo a
sus padres. No obstante, consigue un lugar en la orquesta de Gilardoni Carlos
donde recorrían clubes y festivales de barrio, pero a su vez necesitaba
trabajar como “guarda” para sobrevivir. Esto le sirvió para conocer otros
lugares, como el café Ateneo de Plaza Libertad, donde cantó con Di Carlo Hugo,
Caruso Luis (Carusito) y a pesar de su pequeña orquesta, Sosa se da el gusto de
“grabar sus primeros temas”. En total fueron 5 con el sello grabador uruguayo
“Sondor”, corría el año 48’.
Ya consolidado profesional y económicamente, su segundo
matrimonio fallido le da su única hija, Ana María, ha quedado atrás la casa de
Banfield adquiriendo en Capital Federal un departamento tipo casa de dos
plantas en el barrio de Villa del Parque, en las calles Helguera y Santo Tome,
también adquirió la casa en donde vivían su madre y hermana en su natal Las
Piedras, remodelándola por completo.
Sabido es por los que lo conocieron, la pasión que Julio tenía
por sus automóviles y el cuidado con que los trataba, pero esto no significaba
que anduviera despacio, le gustaba la velocidad, pero no era imprudente.
Su primer vehículo fue una moto “Vespa” con la que recorría sus
lugares habituales donde actuaba y le permitía estar a horario en todos lados.
Cuando fue mejorando su situación económica, adquirió un “BMW Isetta” un
automóvil pequeño con puerta en el frente por donde emergía julio con su gran
corporeidad, y que le valió no pocas “cachadas de sus amigos” que le bautizaron
el móvil como “el huevo”.
Aunque pocos lo sabían, no solo el tango era su profesión y
pasión, también era amante de los autos, así fue como compró el DKW Fissore año
1964, en la concesionaria oficial DKW de la Av. Santa Fe. Como de este modelo
se hicieron solamente 700 unidades, Sosa quedó en lista de espera detrás de la
locutora Nélida Colomba, llegado el momento, a la esposa de Enrique Dumas no le
gustó el color del vehículo que la concesionaria le ofrecía, por lo que se lo
ofrecieron a Sosa, al cual el rojo lo impresionó. Desde ese momento Sosa y la
Fissore patente 1.077.778 fueron inseparables, cuando la orquesta se dirigía en
micro a las presentaciones, Sosa se movilizaba con su auto que había hecho
bendecir en la Basílica de Luján.
Las crónicas policiales de la época dirían que Julio Sosa a
bordo de su DKW Fissore circulaba por Av. Figueroa Alcorta de doble mano en esa
época y al llegar a la intersección de Mariscal Castilla chocó en forma
violenta contra un monolito de hormigón que se encontraba inexplicablemente en
medio de la avenida y protegía al semáforo allí ubicado. La coupe colisionó de
frente con la parte más fuerte de su estructura, el chasis, era la madrugada
del 25 a las 3.20 hs… casi dos horas antes del alba.
Una ambulancia lo socorre y traslada al Hospital Fernández. A las
10 de la mañana es derivado al Sanatorio Anchorena donde lo revisa el
neurocirujano Dr. Raúl Matera que no abriga ninguna esperanza. A las 9.30 hs.
del día 26 a la edad de 38 años, se convierte en leyenda sin haber recobrado el
conocimiento desde el momento del accidente.
La congoja popular fue de tal magnitud, que el velatorio se
realizó al día siguiente en el Luna Park, el trayecto hasta el Cementerio de la
Chacarita se hizo a pie por Av. Corrientes, comenzando a las 16 hs. y arribando
luego de seis horas y media. En la actualidad sus restos se encuentran en el
cementerio de Las Piedras.
Hasta aquí la historia oficial de su accidente,
sorprendentemente la causa judicial llevada adelante por el Juez Jorge Quiroga,
asesinado años más tarde, contó con muchas anomalías y fue cerrada con
demasiada premura, sin las pericias técnicas necesarias sobre la Fissore como
tampoco sobre las huellas de neumáticos en el asfalto, lo que hubiera
demostrado la participación de un segundo vehículo en la colisión.
Luego de los trámites judiciales la Fissore fue llevada al
taller de un amigo de Sosa en la Av. Juan B. Justo, pasado un año fue
despiezada y el dinero recaudado por la venta entregado a su familia. Al igual
que su dueño ya no volvió a rodar.
Este perito a través de la Fotometría de la época, puede
establecer un impacto directo sobre el sector posterior derecho parte trasera
entre la línea de cintura y el suelo del vehículo. El impacto es de forma
descentrada formando un Ángulo del tipo rozadura de afuera hacia adentro y una
dirección de adelante hacia atrás.