martes, 28 de julio de 2015

Fragmento del parte de la batalla de Tucumàn por Manuel Belgrano





"La fuerza del enemigo era de tres mil hombres de toda arma con trece piezas de Artilleria de quatro, dos y uno, mientras la del Exto que le oponia no llegaba á mil seiscientos hombres con quatro piezas de a seis, entre los quales apenas se cuentan trescientos viejos soldados; pero animados hasta el mas nuevo recluta, y el Paysano q. habia venido de su hogar á la camorra, como ellos dicen, de un espíritu patriotico, y de un fuego tan vivo para vencer que no es dable á mi pluma poderlo pintar para que se conosca en todo su lleno: solo puedo compararlos á los defensores de Buenos Ayres, y reconquistadores de Montevideo, Maldonado y la Colonia en 1807".

lunes, 27 de julio de 2015

La tuerca - Los jubilados

Selk'nam: Guerreros del Viento



Cuando se inició el proceso de colonización en Tierra del Fuego hacia 1881, habitaban en el territorio fueguino Los Selknam, que por más de 10.000 años recorrieron las pampas y bosques fueguinos y quienes debido a la acción colonizadora en unos pocos decenios fueron condenados a desaparecer.

Este documental nos brinda una mirada general de Los Selknam, Guerreros del Viento en la Tierra del Fuego.

lunes, 20 de julio de 2015

Transformación del espacio - Ciudad de Buenos Aires



En el mes de nuestra Independencia, queremos compartir con ustedes un video realizado por "Museo del Bicentenario", que muestra las transformaciones del espacio que comprende la Casa Rosada, la Plaza de Mayo de 1800 a la actualidad.

jueves, 16 de julio de 2015

ANTECEDENTES Y ORIGENES DE LA SOCIEDAD RURAL ARGENTINA



En estos días, la Sociedad Rural Argentina (SRA) levantará el telón de la 129º Exposición Rural desde su creación el 10 de julio de 1866 [1]. La historia señala que, tras dos deliberaciones ocurridas en el solar de Eustaquio Torres Agüero, la noche del día refrendado pusieron su rúbrica José Martínez de Hoz, Eduardo Olivera [2], Ricardo B. Newton [3], Jorge R. Stegmann, Jorge Temperley, Mariano Casares y otros para fundar la SRA. A partir de entonces, esta entidad surgiría como columna vertebral de una Argentina con marcado sesgo agrícola-ganadero, exportador de materia prima y propulsor de administraciones gubernamentales acordes.
Su lema ha sido “Cultivar el suelo es servir a la patria”, lo que ha traído algunas polémicas como la planteada por Arturo Jauretche, quien en su Zoncera Nº 33 (Manual de Zonceras Argentinas) da por sentado que la SRA únicamente servía a los intereses del llamado mercado internacional, es decir, a aquél regido por la premisa de “comprar a quien nos compra”. Desde 1866 hasta bien entrada la década de 1940, nuestro comprador era Inglaterra –de materias primas-, a quien, como contraparte, le comprábamos las manufacturas y sus derivados obteniendo, de ello, nuestro postergado status de país agro-industrial. Este ha sido, desde siempre, el diseño de la división internacional del trabajo concebido por los anglos.
Consta, que Eduardo Olivera –segundo presidente de la SRA, desde 1870 a 1874-, vino de un viaje por Europa fascinado con la idea de erigir una exposición rural cuando visitó la ciudad inglesa de Birmingham en donde, precisamente, se estaba llevando a cabo una. Por eso, el antecedente inmediato de la SRA es la Exposición Agrícola Rural Argentina celebrada el 15 de abril de 1858 y con la presencia del entonces Gobernador bonaerense Valentín Alsina. Una idea inspirada en un suceso inglés vino a materializarse, en nuestro país, en la antigua residencia San Benito de Palermo que, antaño, perteneciera a Juan Manuel de Rosas. Paradojas de la historia.
En el periódico “Los Debates”, de aquellos días, se leía lo que sigue: “En el reino animal la exposición contenía preciosidades, desde el oscuro gusano de seda encerrado en su capullo hasta el altivo tigre de las selvas, aves domésticas, desde lo pigmeo hasta lo gigantesco, ovejas de finísima lana, la llama, tipo de mansedumbre; el guanaco de las cordilleras nevadas, los cerdos, como se ven en los mercados de Londres, vacas de la más pura raza, caballos de especies diversas, desde el formidable frizón hasta el esbelto caballo árabe”.
En aquella oportunidad, fueron premiados mediante una Medalla de Oro un toro colorado de 2 años y medio propiedad de Jorge Atucha; un toro colorado nacido de vaca y toro Herdforshire que era de Manuel B. Hale; y otros ejemplares más cuyos dueños eran Manuel Aldao y Juan Antonio Escribano.
Para entonces, la Confederación Argentina transitaba irremediablemente de una industria saladeril estrechamente liga a las estructuras de la estancia vieja, a otra más moderna que consistía en la importación y cría de razas vacunas tales como la Hereford, Aberdeen Angus, Tarquino, Herdforshire, etc., etc., agrupadas y organizadas, ahora, en cabañas. A lo dicho, le sumamos la invención y el perfeccionamiento “del sistema de enfriado (chilled beef)” y el auge de los primeros frigoríficos.
Así, el primero de estos establecimientos que existió en nuestro país databa de 1883, levantado en la ciudad de Campana, provincia de Buenos Aires, “de donde salieron los envíos regulares de carne argentina a Inglaterra, principal cliente de los frigoríficos argentinos”. [4] Se llamaba The River Plate Fresh Meat Co. Ltd. Un año más tarde, en 1884, se levantó el segundo frigorífico, llamado La Negra y que perteneció a la firma Sansinena.
De este modo, pues, quedaba inaugurado –y robustecido- aquel sistema inventado por el ingeniero Charles Tellier, francés que por 1876 logró patentar una forma para mantener la carne fresca en una cámara a 0 grados mediante “una corriente de aire fresco y enfriado por la evaporación del éter”. Toda esta atmósfera cambiante resultó de particular interés para la consolidación de la Sociedad Rural Argentina, emprendimiento que, sin embargo, ya estuvo en las mentes de los antiguos gobernantes rioplatenses desde que en el año 1814 el Directorio porteño, mandado por Gervasio Posadas, “cedió a las sugerencias de Tomás Javier de Gomensoro, sacerdote de la Capilla del Rosario, en el sentido de fundar una Junta de Amigos del País, la que se ocuparía de “materias de agricultura, cría de ganado y todo lo que tenga relación a éstos””.
No obstante la iniciativa, todo quedó estanco en la firma del decreto que mandaba fundar la Junta de Amigos del País, pues hasta la idea fundante de Eduardo Olivera en 1865, nada se hizo al respecto.
Por último, esbozaremos algunas referencias de aquella Primera Exposición Rural de 1875, llevada a cabo “en un baldío de un cuarto de manzana que entonces ocupaba una de las esquinas de Florida y Paraguay”. Dos boleterías se encargaron de vender las 1700 entradas que ese día auguró la muestra, algo insospechado aún para los propios organizadores.
En cuanto a los animales en exhibición, se contaban 66 caballos (entre ejemplares Trakenen, Cleveland-Bay y Sangre Pura de Carrera), 13 vacunos (con mayoría de la raza británica Shorthorn), 74 ovinos (con predominio de Rambouillet y Lincoln) y restantes 75 ejemplares repartidos entre cerdos, cabras, aves y conejos. También hubieron 15 perros, resultando el más aclamado de todos uno de nombre Barry que era de la raza Terranova, pelaje tordillo negro, según las clasificaciones. Otra de las curiosidades, resultó ser una mula manchada blanco y negro traída desde la provincia de Corrientes. Como se ve, esta muestra fue por demás variopinta. [5]
Pese a lo pequeño de la parcela donde se celebró la exposición, la curiosidad de la población pudo más, llegándose al lugar con masividad. Las cuentas arrojaron que pasaron a ver a los animales unas 18 mil personas en un lapso de siete días (finalizó el 18 de abril de 1875). Por eso, el gobierno municipal de Buenos Aires le cedió, a perpetuidad, un terreno de grandes dimensiones en el actual Parque 3 de Febrero, Palermo, donde hubo de conmemorarse la Segunda Exposición Rural en 1878. Allí la SRA plantó bandera y se quedó –hasta ahora- para siempre.
[1] La primera Exposición Rural aconteció en el año 1886. Otras fuentes, abrevan en que la primera exposición sucedió, en verdad, el 11 de abril de 1875 bajo el gobierno de Nicolás Avellaneda.
[2] Eduardo era hijo del ecuatoriano Domingo Olivera, dueño de la Ea. “Los Remedios”, construida en 1838 y que en la actualidad se ubica en el Parque Avellaneda de Buenos Aires. Unitario, don Domingo fue amigo de Rosas, quien durante su gobernación dejó por escrito que “a su amigo nadie debe molestarlo”, según me confesó un despensero de años de la zona.
[3] Introductor del alambrado en nuestro país.
[4] “Argentina” Nº 8, Año I – Noviembre, 1969, publicación de la Secretaría de Estado de Difusión y Turismo de la República Argentina.
[5] Molinari, Ricardo Luis. “Biografía de la Pampa. 4 siglos de historia del campo argentino”, Editorial Gaglianone, 1987.

IMAGEN : Exposición Rural del año 1875.

Por Gabriel O. Turone


martes, 14 de julio de 2015

Hipólito Solari Yrigoyen en solidaridad con el pueblo de Chile

Paseo Palermo - Plaza Italia, 1920

Plan nacional de erradicacion de villas de emergencia 1968



Bs. As.: Plan nacional de erradicación de villas de emergencia. Informe donde el periodista Andrés Percivale comenta: -"El problema de las villas miserias es un problema mundial, se debe fundamentalmente a la explosión demográfica y al vuelco de la gente hacia las grandes ciudades. En nuestro país, naturalmente, el problema existe, pero ahora se esta tratando de encontrar una solución realmente radical". Imágenes de casillas en Villa de emergencia. Imágenes del periodista Andrés Percivale junto a oficiales del Ejercito recorriendo el nuevo barrio de viviendas que esta construyendo el Ejercito para la gente. Imágenes de los soldados trabajando en la colocación de un lavadero en el interior de una de las viviendas; en el tendido de postes con cables de electricidad; cavando zanja para la colocación de caños de desagues. Reportaje al jefe de la agrupación ingenieros de construcciones, Coronel Montero, en el cual se le pregunta: -¿Cuántos millones de pesos se ahorran trabajando de esta manera como están trabajando ustedes? -¿Coronel, cuanto tiempo calcula usted que insumiría la construcción de las 6 mil viviendas? Reportaje a un soldado, en el cual se le pregunta: -¿Qué hacia usted antes de hacer la conscripcion, de que trabajaba? (Responde: Técnico en telecomunicaciones) -¿De donde es, de Buenos Aires? (Responde: Buenos Aires) -¿Qué piensa seguir haciendo, técnico en su materia o construcciones? Reportaje a otro soldado, en el cual se le pregunta: -¿Usted es de Buenos Aires? (Responde: Rosario) -¿Qué hacia antes en la vida civil? (Responde: Trabajaba en construcciones) -¿De manera que este es un trabajo que usted ya conocía? -¿Esta contento? Reportaje a otro soldado, en el cual se le pregunta: -¿Usted soldado es de Buenos Aires? (Responde: Rosario) -¿Qué hacia antes en la vida civil? (Responde: Trabajaba en una casa de comercio) -¿Nada que ver con esto? -¿Qué aprendió aquí, aprendió algo? -¿Esta contento? -¿Por qué? Imágenes de soldados ayudando en la mudanza de las familias, cargando en los camiones del Ejército los muebles y otras pertenencias. Imágenes de los camiones partiendo de la villa de emergencia. Primeros planos de un cartel donde se observa escrito: -"Poder Ejecutivo Nacional. Ministerio de Bienestar Social. Secretaria de Estado de Vivienda. Plan de alojamiento transitorio. Localización: Santa Rita. 512 unidades de viviendas". Imágenes de los camiones llegando hasta el barrio transitorio Santa Rita y son desinfectados; luego descargan los muebles de los camiones. Imágenes de niños subidos en un juego de plaza y girando en el mismo. (Andrés Percivale/Sin sonido)

Fecha: 21/3/1968
Duración: 5 minutos 19 segundos
Código del film: C-01205

domingo, 5 de julio de 2015

Coronel Pascual Pringles: el honor de ser valiente – Parte 4

Durante dos o tres días Pringles agoniza en medio del desierto. La patrulla llega finalmente hasta el campamento de Quiroga. Orgulloso, el oficial le muestra el cadáver. Quiroga ya está enterado de todo. Siempre sabía todo. Sus ojos negros brillan furiosos. La leyenda cuenta que los destinatarios de aquellas miradas fue lo último que vieron en la vida.
“ ¡Por no manchar con tu sangre el cadáver del valiente Pringles -le dice- es que no te hago pegar cuatro tiros ahora mismo!. ¡Cuidado otra vez -miserable- que un vencido invoque mi nombre!” Quiroga se ha sacado su poncho, el poncho que lo acompañó en tantas batallas y que lo protegió del frío y de la lluvia, de la soledad y de las derrotas. Se ha puesto de rodillas. Los hombres lo miran en silencio. Con un cuidado, con una delicadeza que ninguno de sus soldados conocía, cubre el cuerpo del bravo coronel Pringles. Imposible un homenaje más justo y más digno.



Rogelio Alaniz


http://www.ellitoral.com/index.php/diarios/2009/05/13/opinion/OPIN-03.html

Coronel Pascual Pringles: el honor de ser valiente – Parte 3



Un pequeño drama de amor acompaña estas jornadas. El general Ordoñez se enamora de Margarita Pringles, la hermana de Juan Pascual. También está enamorado de ella Bernardo de Monteagudo, pero los favores de la dama son para Ordóñez. Se dice que la pasión amorosa tuvo alguna relación con la rebelión y el posterior ajuste de cuentas. Lo que se sabe es que Monteagudo ordenó fusilar a Ordóñez. En materia amorosa, Monteagudo no era buen perdedor. Tampoco le temblaba el pulso.

En las Chacras de Osorio, el joven Pringles se incorpora al ejército que San Martín estaba formando para marchar a Perú. La expedición sale de Valparaíso el 20 de agosto de 1820. Tres meses después Pringles vivirá su hora más gloriosa. San Martín le había encargado que acompañara a un emisario que debía negociar la deserción de un regimiento español integrado por americanos.

Pringles sale con diecisiete granaderos. En la Caleta de Pescadores, cerca de Chancay, decide hacer un alto. De pronto aparecen en el horizonte dos escuadrones de dragones armados hasta los dientes. Son más de 500 hombres contra 17. El jefe español exige rendirse. El único grito que se oye en el silencio atroz de la tarde es su voz gritando “a degüello” . Los godos no podían creer lo que estaban viendo. Apenas diecisiete hombres se abalanzan sobre ellos como si fueran soldados de juguete.

Después del primer encontronazo, Pringles y un puñado de sobrevivientes quedan acorralados. Al frente, los españoles; a sus espaldas, el océano. La voz de general Valdez vuelve a reclamar rendición. Pringles no lo duda. No ha venido al Perú a rendirse. Se envuelve en la bandera y se lanza con sus soldados al abismo. El coraje es contagioso. Desde el acantilado, los soldados españoles saludan a los bravos. Las olas los arrastran hasta la costa. Valdez propone ahora la rendición condicional. A Pringles y a sus soldados se les respetará la vida y no están obligados a entregar documentos o a revelar secretos.

Unas semanas después, los prisioneros serán canjeados por prisioneros españoles. Valdez le envía un parte al coronel Alvarado en el que pondera las virtudes guerreras de Pringles. San Martín, cuando se entera de la noticia, no lo duda. Ordena que se forjen medallas para Pringles y sus hombres. La medalla tiene inscripta esta frase: “ Gloria a los vencidos de Chancay”.


Y entramos ahora al último tramo de la historia. El escenario son las soledades de San Luis y Córdoba. Otra vez la mano del destino. Pringles acaba de ser derrotado por las tropas de Facundo Quiroga en San José del Morro. Se repliega hasta la provincia de San Luis. Está rodeado. Lo sabe y no le importa. Confía en su estrella. Ha conocido momentos peores. En las orillas del río Quinto es derrotado otra vez. Un oficial le ordena rendirse. Pringles dice que sólo entregará su espada al general Quiroga. El oficial le dispara a quemarropa.

sábado, 4 de julio de 2015

Coronel Pascual Pringles: el honor de ser valiente – Parte 2


No conozco biografías importantes de Pringles. Las he buscado y no las he encontrado. Sé que hay un texto escrito por Gerónimo Espejo en 1888. Después hay comentarios sueltos, fragmentos, anécdotas que se confunden con la leyenda. Sarmiento lo menciona en un discurso. Bolívar lo recuerda por haberle entregado la Orden del Sol. San Martín lo menciona cuando le entrega otra medalla. Mitre le dedica algunos párrafos. Algo parecido hacen Paz y Lamadrid en sus Memorias. Nadie habla demasiado de él pero todos coinciden en destacar su valentía, su coraje temerario. No era soberbio ni necio, mucho menos infatuado. Con esos reconocimientos a él le alcanzaba.
Juan Pascual Pringles nació en San Luis el 17 de mayo de 1795 y murió cerca de río Quinto el 19 de mayo de 1831. Sus padres fueron Gabriel Pringles y Andrea Sosa. La leyenda cuenta que su casa paterna estaba levantada en la esquina de 9 de Julio y Colón. No se sabe muy bien dónde estudió. Es probable que haya aprendido a leer y escribir en su casa o con algún maestro particular. El futuro guerrero de la Independencia se inició como empleado de comercio en Mendoza. El destino se empecina en tejer esos pequeños contrastes. Durante dos o tres años el joven Juan Pascual se desempeña detrás de un mostrador en la tienda de don Manuel Tabla. En algún momento decide dejar las comodidades del empleo para asumir su destino militar.

Bajo las órdenes de Vicente Dupuy, gobernador de la provincia, el joven Pringles aprende a manejar las armas. Para esa fecha se casa con Valeriana Villegas que será la madre de su única hija: Fermina Nicasia. A mediados de 1818, soldados y oficiales realistas están confinados en San Luis. Es la sanción impuesta por San Martín a los derrotados en Chacabuco. En febrero de 1819 los prisioneros se amotinan bajo las órdenes del general José Ordóñez. No se sabe bien si tomaron la Casa de Gobierno o estuvieron a punto de tomarla. Lo que se sabe es que la respuesta patriota fue fulminante y los amotinados fueron reducidos. Dos personajes se destacaron en ese operativo. Uno se llamaba Pringles; el otro, Facundo Quiroga. Hay que prestar atención a este detalle porque años más tarde el destino volvería a juntarlos.

Buenos Aires Añoso-Tranvias-Producciones Vicari.(Juan Franco Lazzarini)

viernes, 3 de julio de 2015

Coronel Pascual Pringles: el honor de ser valiente – Parte 1



Fue un guerrero valiente y leal. Leal a su patria y leal consigo mismo. Vivió un tiempo de guerras y batallas, de tumultos y asonadas, de intrigas y violencias. Participó en las guerras de la Independencia bajo las órdenes de San Martín y Bolívar. Peleó en Junín y se dio tiempo para salvarle la vida al general Necochea. Bajo las órdenes de Sucre probó el filo de su espada en Ayacucho, la última batalla de la Independencia.
Su carrera militar fue breve. Apenas diez o doce años. Se inició como alférez, y cuando murió era coronel. No fue un militar de escritorio. A diferencia de nuestros contemporáneos, oyó silbar las balas, sintió la mordedura del plomo en la carne. Todos los ascensos los ganó en el campo de batalla. Allí también ganó las medallas y esas otras medallas que quedan marcadas para siempre en el cuerpo de un guerrero: las heridas y las cicatrices de las heridas.

Ganó y perdió batallas. Nunca se rindió. No concebía que un soldado se rindiera sin pelear hasta el último cartucho. “Hemos venido al Perú a pelear, no a rendirnos” le contestó a un asombrado oficial español que no terminaba de entender por qué, después de guerrear con quince hombres contra un batallón de 500, había rechazado toda oferta de rendición. Ese capítulo de nuestra historia militar seguramente el capitán Astiz no la leyó, cebado en asesinar adolescentes desarmadas y entretenido intelectualmente en desentrañar los enigmas metafísicos de la picana eléctrica.


Asegurada la libertad de la patria grande, se metió de lleno en las guerras civiles. Fue uno de los brillantes oficiales de Paz. Alguna vez fue soldado de Isidoro Suárez, el ilustre antepasado de Jorge Luis Borges. En ese punto, su biografía se confunde. Luego está al lado de Paz en San Roque, La Tablada y Oncativo. Participa en expediciones militares donde diariamente se juega la vida peleando cuerpo a cuerpo, facón a facón, bala contra bala. 

En uno de esos encontronazos -en medio de un paisaje áspero y desolado- perdió la vida. Artimañas del azar. Murió en San Luis, su provincia. Herido de muerte, clamaba por un trago de agua que nunca llegó. Tenía 36 años, y desde los veinte su único oficio había sido la guerra.

Huracan campeón del Metropolitano (1973)




Huracan vs Boca (2-2), con goles de Eduardo Enrique Quiroga, Hugo Alberto Curioni (2) y Omar Rubén Larrosa. Primeros planos de un hincha agitando una bandera gigante del Club Huracán en las tribunas. Vistas generales de la banda musical del Colegio Ward desfilando por el campo de juego. Vistas generales del plantel profesional de Huracán dando la vuelta olimpica antes de comenzar el encuentro. Secuencias breves del partido. Vistas generales del público en las tribunas y en las plateas. Vistas generales de varios hinchas en un sector de la tribuna alta prendiendo fuego. Primeros planos del futbolista Carlos Alberto Babington siguiendo el encuentro desde las tribunas. Vistas generales de la gente invadiendo el campo de juego y de la vuelta olímpica junto a los jugadores de Huracan por haber ganado el Campeonato Metropolitano. (Sin Sonido)(34° fecha, ultima del Campeonato Metropolitano)Arbitro: Arturo Ithurralde
Formación de Huracan: Héctor Jorge Roganti (arquero), Daniel Alberto Buglione, Jorge Carrascosa, Nelson Pedro Chabay, Francisco Faustino Russo, Alfio Basile, Rene Orlando Houseman, Adolfo Keurikian, Eduardo Enrique Quiroga, Leonidas Francisco Nicolás Del Valle, Omar Rubén Larrosa y José Rubén Scalise.
Formación de Boca Juniors: Oscar Andrés Candia (arquero), Roberto Mouzo, Ricardo Heriberto Bertole, Alberto Cesar Tarantini, Carlos Oscar Pachame, Rubén Oscar Peracca, Roberto Domingo Rogel, Rodolfo Cesar Rodríguez, Ramón Toribio Adorno, Jorge José "Chino" Benítez, Hugo Alberto Curioni, Osvaldo Rubén Potente y Alfredo Raúl Letanu.
Fecha: 30/09/1973
Duración: 3 minutos 56 segundos
Código: C-00060