viernes, 30 de octubre de 2009

Boleto Obrero

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Recordar al legendario boleto obrero que se expendía entre la cinco y la siete de la mañana al precio de cinco centavos, es decir la mitad de la tarifa normal. Cuando se sacaba boleto obrero de ida y vuelta a un costo de diez centavos, el regreso debía materializarse por la tarde, después de las 16.00 horas. El clásico y popular boleto obrero, fue abolido 11 de noviembre de 1949.


Por decreto del Poder Ejecutivo del mes de octubre de 1961, se decidió suprimir el servicio de tranvías bajo el pretexto de obsolescencia y enorme déficit. Pronto las estaciones a las que pertenecían las distintas líneas se fueron cerrando.


Recuerda don Aquilino González Podestá que la fecha establecida para dar por finalizado el último servicio de tranvía fue el 26 de diciembre de l962, día en que se hizo un tibio homenaje de despedida por parte de los comerciantes del barrio de Belgrano. Sin embargo las últimas líneas que rodaron, es decir las números 20 y 38, lo hicieron hasta el domingo 19 de febrero de 1963. Así se extinguieron los tranvías en la ciudad de Buenos Aires, pero no su nostálgico recuerdo.





http://www.buenosairesantiguo.com.ar/

jueves, 29 de octubre de 2009

Prófugo de la ley


Prófugo de la justicia desde su nacimiento, Boogie, " el Aceitoso", se convirtió en un profesional de la violencia.
Matón a sueldo, sirve con efectividad asesina al mejor postor : puede perseguir judíos, negros, homosexuales o chicanos, extorsionar a periodistas por orden de algún político, protagonizar el aviso publicitario de la " 44 Magnum de luxe" o - más humanitariamente- asistir a un suicida al que el falta coraje para matarse.



Es rubio, musculoso, de fuerte contextura física. Mandíbula a lo bulldog, tiene la típica dentadura, enorme y perfecta, de sus admirados yanquis. " Seguí el consejo de Quino -argumenta Roberto Fontanarrosa, su ideólogo- : ser lo más libre posible de entrada, para no ajustarme al encadenamiento, al cautiverio que significa ceñirse a una evolución a una evolución cronológica"

No obstante, desde hace algún tiempo, se le nota más gordo ; su cuello perdió forma y ya no se afeita con asiduidad : Boogie envejeció.
En los últimos tiempos, el personaje participa cada vez menos activamente en las aventuras. Más que protagonista, se volvió un relator de las historias de otros, ahora también calla y escucha. No hay que dejarse engañar : sigue igualmente frío, calculador, irónico y canchero, pero - luego de tanta inteligencia puesta al servicio del mal - ya no pueden ser peor. Sólo le resta confirmar su personalidad una que otra vez.

http://www.negrofontanarrosa.com/



La historia de un delincuente peligroso

Nombre: Boogie
Alias: el Aceitoso
Fecha de nacimiento: 1972
Lugar de nacimiento: Revista Hortensia
Domicilio: Desconocido
Padre, tutor o encargado: Roberto Fontanarrosa
Estado civil: soltero
Hobbies: comprar armas, disparar a transeúntes desde la ventana de su departamento
Señas particulares: anda todo el día con un cigarrillo en la boca
Personaje admirado: Jack, el destripador
Personaje detestado: el resto de la humanidad
Observaciones: delincuente peligroso



"Sé que Boogie me despreciaría mucho,
Por sudamericano de un país periférico
y por hispanoparlante.
No entraría dentro de sus amistades."

Roberto Fontanarrosa

miércoles, 28 de octubre de 2009

Otra versión del infierno

PRIMERA CANCHA PROPIA:

FLORES NORTE

El terreno para instalar el campo de juego lo consiguieron en un sitio bastante alejado: Flores Norte, por la calle Boyacá pasando el Arroyo Maldonado, en la zona conocida como la del Lavadero de Flores, en lo que hoy catastralmente se conoce como Villa General Mitre, amplios lotes subsistían sin dividir aun, el lote correspondiente a la sucesión de Juan Piana fue el elegido, delimitado por las calles Boyacá, Caracas, San Blas, con fondos en el Arroyo Maldonado, en la intersección de Boyacá con Camarones, a pocos metros del terreno donde hoy se encuentra el estadio de la Asociación Atlética Argentinos Juniors, allí instaló el Independiente Football Club su primer field propio. INDEPENDIENTE NUNCA TUVO UNA CANCHA EN DONATO ÁLVAREZ Y GAONA.

SEGUNDA CANCHA:

A mediados de septiembre de 1905 la apertura de la calle Camarones y sus aledañas, provocaron la fractura del lote de Piana, obligando a abandonar imprevistamente el terreno de Boyacá y Camarones, que ya por ese entonces no se encontraba en muy buenas condiciones (“un bañado con dos zanjas” a decir de los rivales). Decidieron trasladarse a solo cinco cuadras de allí: a Bella Vista (hoy Donato Álvarez) al 2000, en la intersección con el Camino a San Martín (hoy Avenida San Martín). Frente al antiguo lote triangular de Jorge Klein coexistían varios hornos de ladrillos por ejemplo los de Arzani y Equitanti, allí se establecieron durante la segunda mitad del año. Este pequeño paso hacia una zona más accesible, da nuevos bríos a los cada vez más numerosos socios y directivos imbuidos de una firmeza sin par.Para ratificar este gradual pero firme avance, el club organizó su propio campeonato: el TROFEO INDEPENDIENTE.

TERCERA CANCHA:

Logran obtener el alquiler de las instalaciones del campo deportivo conocido como Plaza de ejercicios físicos del Colegio Nacional Oeste (actual Colegio Nacional Mariano Moreno) con domicilio en la Avenida Alvear 1201.En este terreno, actualmente ocupado por la Plaza República Oriental del Uruguay, estaba delimitado por la Avenida Alvear (hoy Avenida del Libertador Gral. San Martín), Tagle, Gallo (Austria, hoy) y por detrás el viaducto del recientemente (por ese entonces) desactivado ramal del Ferrocarril de Buenos Ayres y Rosario, que discurría por lo que hoy día es la Avenida Figueroa Alcorta, por esos años inexistente.El Colegio arrendaba el campo de juego por diez pesos mensuales, con la tranquilidad para el Independiente Football Club que la cancha poseía medidas reglamentarias, alambrado y casilla. En este terreno había jugado Estudiantil Porteño y se realizaban en él los torneos ínter facultades, en los cuales descollaba el representativo de Facultad de Derecho, varios años después sería célebre por albergar al estadio de River Plate pero unos metros más hacia la Avenida Alvear. Al llamado de inscripciones de la Argentine Football Association, Independiente anota dos equipos en la Liga Oficial, pero el comité fiscalizador de fields rechazó la nueva cancha.

CUARTA CANCHA:

No se retorna como suele decirse a la cancha de Bella Vista y San Martín, sino a una zona vecina más alta y a salvo de las inundaciones frecuentes que anegaban aquella, pese a que estaba pegado al Maldonado, el lote escogido quedaba en Espinosa y Dorrego (hoy Paysandú) en el flamante barrio de La Paternal.El 27 de mayo de 1906 inauguran el nuevo field de La Paternal con una victoria ante el Mariano Moreno A por 3 a 0.Aquí transcurriría la última mitad del año 1906, el segundo año de vida del club.

1907 LA RADICACION EN AVELLANEDA

QUINTA CANCHA:


Un amigo personal de los Degiorgi, el jugador Juan Irigoyen, trajo la propuesta de ir a ver un campito en Avellaneda. A mediados de enero de 1907 se dirigieron a ver el terreno los señores Carlos Degiorgi, Arístides Langone y Juan Irigoyen, el mismo quedaba en el pueblo de Giménez o Ximénez (perteneciente a la localidad Crucecita) en la zona de quintas veraniegas, conocida como “La quinta de Núñez”, un buen terreno, parejo y cubierto de césped fue la fracción elegida, pertenecía al baldío conocido como el “Potrero de García” la cual medía 100 varas por 120 de fondo, el frente daba sobre la calle Manuel Ocantos con direcciones catastrales en los números 540 y 600 entre Gutiérrez y Estanislao del Campo con fondos a Dardo Rocha. Irigoyen presentó a los miembros de la comisión al encargado del campo, el señor Buenahora, con el que se realizó un convenio de arrendamiento por el término de 5 años pagando la suma de 15 pesos mensuales. También se alquiló otro pequeño predio al fondo, de 10 varas por 10, propiedad de Don Scoparo en el cual se instaló la casilla que haría las veces de vestuario y baño, por este se abonaba 10 pesos.


El 3 de abril de 1907, exactamente a las 16 horas, se apersonó al field de la calle Ocantos la Subcomisión de Inspección de Fields de la Argentine Football Association, encabezada nada menos que por el implacable Doctor Reyna.

http://www.caisangreroja.com.ar



El infierno estaba encantador

A principio del siglo XX, Independiente necesitaba un escenario para los partidos de local. Entonces empezó un peregrinaje para buscar una cancha.
La primera estuvo en Avenida Gaona y Bella Vista –hoy Donato Álvarez-, donde actualmente está la Plaza Irlanda. Al año siguiente se mudaron al Barrio de la Paternal, en la calle Boyacá y enseguida a la Avenida San Martín.
Luego jugaron en Palermo, cuando la Escuela del Oeste les alquiló el terreno de la esquina de Avenida Alvear y Tagle. En ese predio se levantó, años después, el estadio de River.
Fueron tres canchas en tres años. Se realizaron muchos amistosos y encuentros ocasionales, pero a la luz del reciente fútbol criollo, los hombres de Independiente entendieron que había llegado la hora de participar oficialmente.


Empezaron los trámites para afiliarse a The Argentine Football Association, pero había un requisito ineludible: tener un campo de juego de césped y una mínimas instalaciones que funcionasen como vestuarios. Entonces se pusieron en campaña para conseguir un lugar, sin importar donde. Alquilaron uno en la calle Manuel Ocanto al 600, Avellaneda. En la inauguración ante Estudiantes Porteño el estadio estaba colmado.


Por esas épocas, Independiente ya tenía una gran cantidad de seguidores, lo que obligó a volver a cambiar de escenario, uno con mayor capacidad. El presidente Juan Mignaburu lo encontró en Crucecita, partido de Avellaneda. Se inauguró con un 0 a 0 ante el Bristol de Montevideo.
En 1923 un incendio destruyó la cancha. Cinco años más tarde, el 4 de marzo de 1928, se creaba en Alsina y Cordero el primer estadio construido totalmente de hormigón en Sudamérica. Otro equipo uruguayo, Peñarol, fue testigo del primer encuentro, que finalizó igualado en dos tantos.


Hasta 1932, el campo de juego estaba ubicado al revés que en la actualidad. En 1960, cuando se comenzó a hacer un sector de plateas sobre el lateral que da a las vías, prolongando la visera. El 20 de agosto del 61, después de hacer de local en Racing debido a los arreglos, volvió a su cancha. A partir de ahí, se la empezó a conocer como la Doble Visera. A fines de esta los 60 se construyó la bandeja Cordero. Primero fue popular y luego paso a ser platea. La Doble Visera fue escenario de grandes hazañas. Los mejores momentos de la historia de Independiente se vivieron en ese estadio


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martes, 27 de octubre de 2009

El rancho - parte 2


Cómo se construye un rancho

Primero se buscan seis troncos de árboles, lo más derecho posible, que tengan por lo menos el grueso de un fuerte muslo de hombre y rematen en su extremo en una horca (horqueta). Cuatro de ellos deben tener de 8 a 9 pies, los otros dos de 14 a 16 pies de alto.
Quien no tiene tiempo y ganas de buscar estos palos en el monte, los encarga a un gaucho experto. No obstante, en las poblaciones mayores, como Santa Fe y Paraná, hay también existencia en depósito, donde se pueden comprar estos horcones en 3 a 5 pesos, pues algunos hacen el negocio de buscar los palos en el monte y llevarlos al mercado.
Cuando se han traído los palos al lugar de la obra, se ponen verticalmente 2 a 3 pies en la tierra, de los más cortos uno en cada una de las cuatro esquinas, los más largos en el medio de las paredes de los frentes. La tierra de los hoyos, en los cuales se encuentran los horcones, se pisan lo más firme posible; se cuida de que tengan exactamente la misma altura y se procura que estén perfectamente verticales. Si la casa tiene más de 12 a 15 pies de largo, el número de soportes o columnas debe ser aumentado, más o menos de manera que por cada 12 pies se coloque uno. Una casa de 24 pies de largo tiene, por lo tanto, seis horcones chicos y tres grandes, una casa de 36 pies de largo tiene 8 horcones chicos y cuatro grandes y así sigue en la misma proporción.
Cuando se han colocado las columnas, se ponen tirantes horizontales en las horcas y se atan bien con tiras de cuero vacuno, de modo que no puedan moverse en las horcas. Para el tirante más alto o sea la cumbrera se elige con preferencia un tronco de palmera, y por esta causa se llama por lo general “la palma”.
Estos troncos de palmera se traen río abajo, de Corrientes, del Gran Chaco y Paraguay, donde en tierras bajas, pantanosas y húmedas crece la especie más meridional de las palmeras grandes de estas regiones, la Copernicia cerifera, que es un árbol de 25 a 30 pies de alto, cuyo tronco llega a 8-9 pulgadas de grueso y se usa casi exclusivamente para cumbreras.
Después de colocar los tres tirantes horizontales, se ponen sobre la palma delgados pares cuadrangulares, que sobresalen a lo menos 1 ½ pie de los tirantes longitudinales inferiores; se perforan encima de la palma y se unen con ella por medio de un fuerte clavo de madera, de tal manera que forman tijeras. Por esta misma razón se llaman “tijeras”. También estos pares se atan con tiras de cuero vacuno y después se colocan encima de ellos alfajías horizontales para soportar el techo de paja. Para estas alfajías se toman preferentemente fuertes cañas de 1 ¼ a 1 ½ pulgadas de diámetro, para cuyo fin se cultiva en el país la caña grande sudeuropea (Arundo donax) en lugares apropiados. Las alfajías se llaman por esta causa “cañas”. El techador ata en forma usual el techo, confeccionado de una paja fina y resistente, expresamente destinada para este objeto, la cual se ha secado cuidadosamente al aire con mucha anticipación. El techo se ata también con tiras de cuero vacuno o con una especie de cabo de zapatero, que se puede comprar en los almacenes.
El albañil construye las paredes con adobes o ladrillos cocidos, o, si para la compra de ambos faltan medios, coloca palos, uno inmediato al otro en el suelo, los ata arriba, en el tirante y rellena los vacíos con tierra humedecida. La misma sirve también de argamasa. Se limpia de césped una parte de suelo; se hace un pozo; se le hecha agua y se pisa la tierra suelta con los pies, transformándola en una pasta, que en todas partes se usa como argamasa y también para revocar paredes. Cuando este revoque de barro se ha secado debidamente al aire, se le da una fina mano de cal blanca. En la misma forma se procede en el interior de las habitaciones. Si se quiere cubrir el piso con ladrillos, éste se alisa debidamente, y se ponen los ladrillos sobre él, afirmándolos también con argamasa de tierra. Cuando no se pueden comprar ladrillos, el piso se alisa y se pisa de la mejor manera, usándolo en esta forma.

Mi casa –dice Germán Burmeister- construida de la manera indicada, tenía treinta pìes de largo, 14 pies de ancho y, en el borde del techo, 8 pies de alto. Llevaba, por lo tanto, nueve horcones, ya por estar dividida en dos partes. Los muros de la habitación se hacían de ladrillos. En lugar de la ventana se hizo un postigo y además una puerta. Los dos se confeccionaron nuevos. Después de terminar todo, había gastado sólo 95 pesos. No obstante, si hubiera tenido que comprar nuevo todo el material necesario, me habría costado más del doble, quiere decir, lo menos 200 pesos. Los ladrillos cuestan por lo general 12 a 15 pesos por mil. El techo se encarga al tanto. En todas partes hay techadores, que se procuran, ellos mismos, los materiales necesarios, cobrando el trabajo por pies cuadrados.
Por lo general, se calcula un real por pie cuadrado. De acuerdo a esta tarifa el techo de mi casa habría costado nuevo, sin los pares, unos 50 pesos y yo había pagado solamente 40 por el techo, pues tenía dos años y era, por lo tanto, aún bastante nuevo, fuera de todo material de construcción. De esto se puede inferir, cuán ventajosa era toda la compra. Nadie quería creer que el techo podía transportarse entero, y menos admitir que podía llevarse íntegro sobre la casa nueva. Pero todo fue bastante bien. Buscamos un aparejo y sobre palos colocados encima de los tirantes lo alzamos cómodamente hasta la palma. Cuando estaba arriba, mi hijo puso nuevos clavos por los agujeros viejos de las tijeras. A veces dio un poco de trabajo ajustar debidamente entre sí los extremos de los pares, pero, poco a poco se pudo hacer. Cuando estaban afirmados los horcones con los tirantes, el techo se llevó arriba cómodamente en una mañana.


Fuente
Manco, Silverio – El Rancho – Leyendas Americanas.
Burmeister, Germán – Cómo se construía un rancho en 1858 – Buenos Aires (1942).
www.revisionistas.com.ar

El rancho - parte 1


Rancho – Ilustración de Germán Burmeister

Los antiguos moradores de nuestra querida Pampa, han ido desapareciendo paulatinamente. Conforme el progreso ha ido extendiendo sus brazos en dirección a la llanura anchurosa los ranchos han ido convirtiéndose en taperas primero y en ruinas luego.

Allí, en aquel panorama infinito donde la Naturaleza depositara sus gérmenes vitales y que era el albergue de esa raza que agoniza, sólo puede verse en toda su extensión un épico romance campero.

El rancho, vivienda de gauchesca arquitectura, donde formó su nido de amor el paisano argentino con su china, también va desapareciendo. ¡Cuantos recuerdos acuden a nuestra memoria al hallarnos frente a una de esas moradas camperas! El cuadrito espiritual y pintoresco formado por los gauchos y sus chinas, cuando a la sombra saludable del alero cantaban estilos y tomaban mate acompañado de las sabrosas tortas fritas, era el encanto del terruño.

Admiramos este paisaje sublime y nos sentimos subyugados por las bellezas de nuestra campiña en el pasado. ¡Cómo nos sentimos felices al contemplar el paisaje envuelto con el manto del crepúsculo!. Extasiados ante su leyenda, nos descubrimos.

Payadores y cantores entonárosle sus himnos y sus loas. En la guitarra de Gabino como en la de Nava, Bettinoti, Vázquez e Hildago, han sollozado las armonías camperas y han germinado las trovas sentimentales. Y esa ventana del rancho por donde muchas veces se asomó la china, traviesa y picaresca, para invitar al paisano a tomar un matecito, también dice muchas serenatas que fueron prez y gloria del pasado.

Los árboles, la tranquera; todo nos ofrece algo sublime, formidable, que ha ido desmoronándose al impulso de la piqueta del progreso.

Esta obra, genuinamente criolla, donde los amantes corazones palpitan al compás de un bordoneo hecho en la guitarra con maestría, y el sonoro repique de las espuelas nazarenas halagaron el alma de las mozas de aquel tiempo, tiene su página en nuestro corazón de criollos no regenerados.

Frente a un rancho pintoresco, obra magna de nuestro paisano argentino, nos hemos detenido un momento para tomar impresiones. Nuestro informante nos dice que aunque viejo, ha sido templo de halagadores idilios, y que varias criollitas –hijas de un viejo tropero del pago- formaron en él sus nidos en las tibias mañanitas de primavera. Por esa tranquera hizo su entrada triunfal el paisano, montado sobre su pingo escarceador, luciendo lujoso apero y mejor chapeado. De allí, también, la hija menor del tropero, solía despedirse de su amado, un hidalgo trovador de la Pampa, agitando su pañuelo blanco en alto, y que al ser besado por la brisa, se identificaba con la cinta celeste que adornaba su trenza de pelo negro, formando los bellos colores de la patria. Hoy, al evocar este recuerdo, partiendo las entrañas de la tierra, se aparece la silueta de Santos Vega, gallardo habitante de las Pampas Argentina, para señalarnos el ocaso, abismo terrible donde fueron sepultados todos los encantos del terruño, a un grito del progreso y a un puntapié de la civilización.

Y extasiados ante su leyenda, nos descubrimos…..

Fuente
Manco, Silverio – El Rancho – Leyendas Americanas.
Burmeister, Germán – Cómo se construía un rancho en 1858 – Buenos Aires (1942).
www.revisionistas.com.ar

lunes, 26 de octubre de 2009

Un cementerio desconocido del sur porteño

La historia de los enterramientos en Buenos Aires tiene su origen en la fecha misma en que se asienta la primera población. Si bien las primeras disposiciones para inhumación de cuerpos mantenían las tradiciones europeas, el incremento poblacional y nuevos conocimientos en materia de higiene aportaron otras soluciones. Con la epidemia de cólera de 1867, aparece en un rincón perdido de La Convalecencia un enterratorio de breve “vida”, en uso entre los últimos días de abril y aproximadamente el 16 de diciembre de ese año, cuando se inaugura el Cementerio del Sur, hoy Parque Florentino Ameghino. De aquel olvidado “cementerio provisorio” trata este trabajo, que aporta además una descripción de dos proyectos de cementerios “definitivos” en el sur de la ciudad.

Boliche de Bessonart


En la esquina de las calles Don Segundo Sombra y Zapiola levanta sus paredes descascaradas una casa de altos. Tiene muchos años de construida. En el almacén de comestibles y bebidas, ramo que todavía le da carácter, solían encontrarse los paisanos y la gente de campo que venían al pueblo para proveerse y hacer diligencias a la casa cerealista, la tienda, el médico, el banco. Allí "paraba" Don Segundo Ramírez, el gaucho que después fue personaje de la novela de Ricardo Güiraldes. Continúa siendo lugar de encuentro y tiene una larga historia de personajes típicos de los pueblos de campo.


http://sanantoniodeareco.com

viernes, 23 de octubre de 2009

Fotos del choque de trenes en Benavídez - Pacheco

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Choque de trenes en Benavídez - Pacheco

Un tren mixto, procedente de Tucumán, el 1º de febrero de 1970, embistió violentamente a otro tren que se hallaba detenido en el kilómetro 36, de la línea del ferrocarril Mitre (hoy Nuevo Central Argentino) cerca de Benavídez entre Ing. Maschwitz y Pacheco y varios vagones descarrilaron. El accidente ocurrió alrededor de las 20:30 horas, en una zona despoblada y con escasísima iluminación, cuando el maquinista del primero de los trenes no alcanzó a advertir que otro tren, que había salido de Zárate, se hallaba detenido por una falla en el mecanismo. Más de doscientas personas perdieron la vida en este trágico accidente.

Gran impacto
El fuerte impacto fue advertido por vecinos que habitan en las cercanías del lugar y de inmediato se iniciaron los pedidos para lograr los primeros auxilios. Fueron avisadas las autoridades más cercanas y dos trenes se enviaron rápidamente para enviar ayuda. El tren 1016 que procedía de Tucumán, había partido con destino a Retiro a las 20:00 hs., llevaba en el momento de ocurrir el accidente 48 minutos de atraso. La colisión se produjo con el tren número 3832, que había salido de la estación Zárate en dirección a Retiro a las 18:50 hs., y debía llegar al punto terminal a las 20:45 hs., pues tenía fijada paradas en todas las estaciones. Como saldo de la colisión hubo dos coches destruidos, otras tantas locomotoras descompuestas y seis coches descarrilados, con los consiguientes deterioros ocasionados por los saltos fuera de los rieles. La locomotora del Mixto se incrustó en el último coche del tren local destrozándolo casi totalmente y elevándolo sobre la cabina de motores. Como consecuencia del violento impacto no solamente descarrilaron locomotoras, coches y vagones, sino que el penúltimo y antepenúltimo coches del tren local sólo detuvieron su marcha -separados del que quedó confundido con la locomotora- a unos 80 metros del lugar de la colisión. Estos dos coches -de estructura exterior metálica e interior madera- chocaron entre sí con tanta fuerza que prácticamente quedaron incrustados.



Este dibujo ilustra en forma esquemática acerca de la situación de los trenes después de producido el choque. El mixto 1016 avanzaba hacia Retiro en dirección de la flecha y embistió al local que se hallaba detenido. El último coche de éste quedó totalmente destrozado superpuesto a la primera de las dos locomotoras del rápido y ligeramente atravesado. Aparentemente, el tremendo impacto cortó la unión del último vagón (No. I) con el penúltimo (No. 2), que "absorbió" prácticamente al antepenúltimo, (No. 3), quedando ambos detenidos a unos 80 metros del lugar del choque. Un cuarto vagón, sin daños, precedido por un furgón, fue retirado en el primer momento con los sobrevivientes, hasta la próxima estación Pacheco, en dirección a Retiro, a la derecha en el dibujo.

http://www.todotren.com.ar/

jueves, 22 de octubre de 2009

Carrasco, el último conscripto


No fue una política planificada ni el resultado de largos debates parlamentarios. Lo que acabó con el servicio militar obligatorio en la Argentina fue una paliza feroz.
Domingo en un cuartel de la Patagonia. Calor. Tres y cuarto de la tarde. Un empujón, acaso una trompada, tiró al piso a Omar Octavio Carrasco -19 años, tímido, repartidor de pollos congelados, lector de la Biblia y conscripto desde hacía tres días-. Siguió una catarata de golpes que recibió en el suelo. Por todos lados. Duros, dolorosos. Y una patada crucial, certera, desgarradora, que partió una costilla y perforó un pulmón. También un tremendo golpe en un ojo (¿un palazo de punta?). Acaso junto a la patada. Quizás inmediatamente posterior, como golpe de gracia.El chico tiene un hemorragia interna. Siente que se ahoga. No puede gritar. Sufre. Se muere. Fueron segundos. ¿Qué razón pudo justificar esa masacre?

El Tribunal Federal Oral de Neuquén dijo que quisieron castigarlo por una falta. Avivar a los golpes a ese soldado flaco, que sonreía cuando se ponía nervioso y ya se estaba descubriendo a sí mismo inútil para la vida militar.Por el crimen fueron condenados, el 31 de enero de 1996, el subteniente Ignacio Canevaro (a 15 años de prisión) y los soldados viejos Cristian Suárez y Víctor Salazar, a 10 años. Al sargento Carlos Sánchez le dieron 3 años por encubridor. Según la sentencia, a Carrasco le pegaron porque era torpe, y eso desató la ira violenta de un subteniente que reaccionaba con furor inusitado.


Cuando los padres de Carrasco fueron a visitarlo al cuartel -dos semanas después del crimen, en marzo de 1994- les dijeron que su hijo era un desertor. Que se había escapado. Que pudo atacarlo alguna patota en la calle o andaría por ahí, vagando. Sólo entonces supieron que algo andaba mal.Su padre rumiaba desconfianza: en toda su vida, Omar -el mayor y el único hijo varón de la familia- jamás había dormido una noche fuera de su casa. Su mamá escuchaba en silencio. De su antebrazo colgaba una bolsa de nailon con las milanesas que le había llevado, todavía tibias.Hubo una denuncia policial y los diarios locales comenzaron a hablar del caso.

El acta de deserción del Ejército decía que el soldado se había fugado y que se trataba de una falta grave. En el punto octavo, que no ha recibido malos tratos ni se le hizo faltar vestuario ni alimentación. Firmado: capitán Correa Belisle, suboficial principal López, sargento Sánchez y subteniente Canevaro. Era 12 de marzo. Ya hacía 6 días que el soldado en falta grave, que no había recibido malos tratos, había muerto a golpes adentro del cuartel.El 6 de abril, justo un mes después de la paliza, el cadáver del soldado fue hallado al pie de un pequeño cerro, en terrenos del mismo regimiento donde había desaparecido. Sólo llevaba un pantalón militar que no era el suyo y un cinturón abrochado muy fuerte, que no dejó ninguna marca sobre la cintura, como si se lo hubieran puesto mucho después de su muerte.En ese instante, el servicio militar obligatorio entró en coma.

En agosto, mientras la investigación del crimen aún era un hervidero, el presidente Carlos Menem firmó el decreto que puso fin a la conscripción, vigente en el país desde 1901. Aquella paliza feroz había cambiado la vida de los argentinos.Después vino una larga y confusa investigación sobre el crimen y su encubrimiento que aún continúa. El caso debía ser investigado por el juez federal de Zapala, pero no por el Ejército. Llegaron y revolvieron todo. Parecían la KGB, relató uno de los soldados que vio llegar al cuartel a los hombres de Inteligencia que el general Martín Balza juró no enviar pero que, según la sentencia, contribuyeron a contaminar el juicio y a invalidar pruebas que pudieron ser relevantes.Las preguntas se multiplicaron. ¿Quiénes supieron y callaron? ¿A Carrasco lo atendieron en el hospital militar mientras agonizaba? ¿Por qué figura vacunado el 8 de marzo si murió dos días antes? ¿Quién puso el cuerpo donde lo hallaron?

Sin respuestas. De Omar quedaron sus fotos sonriendo y su guitarra vieja. El número 2017 que él pintó en celeste en la puerta de su casa. Y una calle de Cutral-Có -100 kilómetros al oeste de Neuquén- que pasa detrás del cementerio y ocupa tres cuadras de tierra y piedra que separan el casco urbano del desierto. Se llama, a secas, Soldado Carrasco. El último conscripto.


miércoles, 21 de octubre de 2009

Servicio Militar Obligatorio


El Servicio Militar Obligatorio fue instituido en 1901 mediante la Ley 3.948, por el entonces Ministro de Guerra, coronel Pablo Ricchieri, durante la segunda presidencia de Julio Argentino Roca, y fue suspendido el 31 de agosto de 1994, durante la presidencia de Carlos Saúl Menem. No se abolió la conscripción, sino que fue suspendida. La Ley de servicio militar obligatorio sigue vigente y puede ser puesta en práctica en tiempos de guerra, crisis o emergencia nacional.

Durante los 93 años de vigencia, el Servicio Militar Obligatorio tuvo enormidad de aciertos y enormidad de errores.

Consideramos que en el año 1994 se debieron corregir los errores, pero nunca suspender el servicio militar. El motivo que llevó a esta determinación fue la muerte por maltrato, en Zapala, provincia de Neuquén, de un conscripto de origen humilde apellidado Carrasco. El máximo responsable del hecho fue sin dudas Martín Balza, que ostenta el inmerecido grado máximo militar de teniente general, también inmerecido ex jefe del estado mayor del ejército, y que hoy nos representa en la embajada argentina en Bogotá. Como lo hizo con sus camaradas de armas en la guerra sucia, en el caso Carrasco miró para otro lado y evadió sus responsabilidades con camaleónicas actitudes que terminaron posicionándolo en el cargo de embajador que actualmente ostenta. Balza zafó. La culpa, en cambio, la cargó un tenientucho, que pasó algún tiempo en prisión.

Entre los beneficios aportados por la conscripción pueden mencionarse los siguientes:

- Significaba un censo sanitario de toda la población masculina, ya que aunque hubo algún proyecto, nunca se concretó la conscripción femenina.
- Sustraía a los jóvenes en general de la vagancia y se les enseñaba a respetar valores, disciplina, y a defender a la Patria. No son pocos los que aprendieron, además, algún oficio.
- Al momento de su implementación a comienzos del siglo XX, Ricchieri organizó escuelas primarias en los cuarteles, con el fin de luchar contra el analfabetismo.
- En el caso de los más humildes, descubrieron en la llamada “colimba” lo que era andar abrigado y calzado, las normas de higiene, y hasta lo que era una frazada, una ducha o un inodoro. Y normalmente eran también los más humildes los que salían orgullosos de haber vestido el uniforme.
- Muchos aprendieron a reconocer los símbolos patrios y las estrofas del Himno Nacional. Pobres y ricos se reconocieron amparados por una misma bandera.

Podrían enumerarse muchas virtudes más, pero pasemos a rever sus desaciertos.

Con el tiempo, y como toda institución humana sin demasiado control, paralelamente a sus virtudes comenzaron a aparecer sus vicios:

- El tiempo de conscripción era demasiado largo.
- Los soldados ya instruidos en los dos o tres primeros meses pasaron a ser empleados subalternos de sus jefes de turno.
- Sobre la disciplina se impuso el autoritarismo, muchas veces arbitrario, de superiores sobre los conscriptos. Los “bailes” se transformaron en una costumbre, muchas veces con consecuencias nefastas para la salud de los conscriptos.
- Se los usaba de cadetes, mozos, cocineros o choferes de las hijas de algún oficial.
- Muchos de los de mayor nivel intelectual, luego de un año de servicio abandonaban sus carreras universitarias.

Aquí también puede sumarse un largo etcétera.

Podría decirse, sin embargo, que durante los primeros años de su implementación el servicio militar obligatorio cumplió los objetivos que se había trazado Ricchieri de modernizar el ejército y hacerlo más eficiente y operativo, a la vez que contar con un ejército de reserva que contribuyera a la defensa de la Nación. Numerosos jóvenes aprendieron a leer y escribir, normas de convivencia, oficios, y sus deberes y derechos como ciudadanos.

Denostar a los militares por sus errores del pasado es mirar con mirada tuerta y desconocer su inmensa contribución al desarrollo del país y a la formación de muchas generaciones de argentinos, que se incorporaron a la sociedad como ciudadanos capaces de servir a la Patria.

El Servicio Militar Obligatorio podría ayudar a gran parte de la juventud, si cumpliera los objetivos planteados por el proyecto del Teniente General Ricchieri: formar un eficiente y profesional ejército de reserva y elevar a generaciones de argentinos a la categoría de ciudadanos, respetando su diversidad y su dignidad como personas.

Está en nuestros gobernantes tener la inteligencia de buscar caminos para una juventud cuyo presente se halla, en muchos casos, equivocado, y cuyo futuro aparece como un enorme signo de interrogación.

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lunes, 19 de octubre de 2009

El primer Alsogaray - parte 3



Una revancha al revés... y con faldas

Rosas fue derrocado por Urquiza en 1850 y partió hacia Inglaterra, donde murió en el exilio. A pesar de su honorable foja de servicios, Alzogaray cayó en desgracia. Las nuevas autoridades lo enviaron lejos del mar, del puente de mando y de la tropa: terminó en tierra firme, como jefe de correos en Santa Fe. Tiempo después, fue editor del Diario de Operaciones de la Guerra del Brasil.
Álvaro José de Alzogaray falleció el 31 de julio 1879, con el grado de coronel de marina. Ya no era rosista, sino partidario de Bartolomé Mitre. Se había unido a la logia masónica de San Juan de la Fe, en la ciudad entrerriana de Paraná, donde la solidaridad de sus hermanos lo rescató del injusto ostracismo.
Un siglo y medio después, una de sus descendientes, llamada María Julia -hija del insólito ex capitán-ingeniero devenido en economista- "se iba a tomar desquite con la misma fiereza que él peleaba por la pensión que no podía pagar", afirma Roberto Young en el ensayo Las Rotas Cadenas, publicado en 1993 con el seudónimo de "Santiago Sánchez". "Su bisabuelo defendió el país a sangre y fuego; ella lo entregó atado de pies y manos. Hizo un paquete con Aerolíneas, ENTel, Somisa y Gas del Estado, y los pícaros gringos no tuvieron inconveniente en aceptar el regalo, seguramente como reparación por las afrentas recibidas en Obligado".

La ley Nº 20.770 estableció el 20 de noviembre como Día de la Soberanía. No obstante, los historiadores oficiales -reacios a la controvertida figura de Rosas- continúan minimizando hasta el día de hoy el combate de la Vuelta de Obligado. Quizá dentro de cien años elogien a la irreductible María Julia y a su tenaz combate contra los recursos naturales, las empresas nacionales y los trabajadores argentinos.

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El primer Alsogaray - parte 2


Talla de valientes

Para enfrentar a los atacantes, los criollos se instalan en un paraje conocido como la Vuelta de Obligado (entre los pueblos de San Pedro y Ramallo, hoy provincia de Buenos Aires), donde el río Paraná tiene 700 metros de ancho y una curva muy marcada que dificulta la navegación a vela. El general Lucio Mansilla está al frente de los defensores. Cuentan con 30 cañones -la mayoría de bronce- de calibres 8, 10, 12 y 20, que resultan insignificantes en comparación con la artillería del enemigo: 99 cañones de calibres 24 y 80.

Falta armamento pero sobra ingenio y valentía. Mansilla ordena tender de una orilla a la otra tres gruesas cadenas montadas sobre 24 botes. La barrera está custodiada por Republicano, el único barquito de guerra nacional. En tierra, 2 mil gauchos mal armados y peor comidos constituyen la infantería y la caballería. Los de a pie permanecen cuerpo a tierra, con fusiles de escaso alcance; los montados empuñan sables y lanzas tacuaras.

La pelea dura ocho sangrientas horas. Los argentinos sufren la peor parte: 250 muertos, 400 heridos y 21 cañones destruidos. El propio general Mansilla es lesionado en el estómago por esquirlas de metralla al dirigir una de las cargas. Los atacantes incendian las lanchas que sostienen las cadenas. Cuando el capitán del Republicano ve que no puede enfrentar a las naves enemigas, ordena a su tripulación abandonar el buque y lo hace explotar en el medio del río, para dificultar el avance enemigo.

Ingleses y franceses sufren, en comparación, pocas bajas: 26 muertos y 86 heridos. Pero los daños en sus buques obligan a la escuadra a permanecer 40 días en la Vuelta de Obligado para repararlos. Su triunfo es relativo: logran pasar pero fracasan en su intento de ocupar las costas. Y los barcos mercantes no venden un solo producto.

Unidos contra la agresión extranjera

Para enfrentar a los atacantes, los criollos se instalan en un paraje conocido como la Vuelta de Obligado (entre los pueblos de San Pedro y Ramallo, hoy provincia de Buenos Aires), donde el río Paraná tiene 700 metros de ancho y una curva muy marcada que dificulta la navegación a vela. El general Lucio Mansilla está al frente de los defensores. Cuentan con 30 cañones -la mayoría de bronce- de calibres 8, 10, 12 y 20, que resultan insignificantes en comparación con la artillería del enemigo: 99 cañones de calibres 24 y 80.

Falta armamento pero sobra ingenio y valentía. Mansilla ordena tender de una orilla a la otra tres gruesas cadenas montadas sobre 24 botes. La barrera está custodiada por Republicano, el único barquito de guerra nacional. En tierra, 2 mil gauchos mal armados y peor comidos constituyen la infantería y la caballería. Los de a pie permanecen cuerpo a tierra, con fusiles de escaso alcance; los montados empuñan sables y lanzas tacuaras.

La pelea dura ocho sangrientas horas. Los argentinos sufren la peor parte: 250 muertos, 400 heridos y 21 cañones destruidos. El propio general Mansilla es lesionado en el estómago por esquirlas de metralla al dirigir una de las cargas. Los atacantes incendian las lanchas que sostienen las cadenas. Cuando el capitán del Republicano ve que no puede enfrentar a las naves enemigas, ordena a su tripulación abandonar el buque y lo hace explotar en el medio del río, para dificultar el avance enemigo.

Ingleses y franceses sufren, en comparación, pocas bajas: 26 muertos y 86 heridos. Pero los daños en sus buques obligan a la escuadra a permanecer 40 días en la Vuelta de Obligado para repararlos. Su triunfo es relativo: logran pasar pero fracasan en su intento de ocupar las costas. Y los barcos mercantes no venden un solo producto.

Unidos contra la agresión extranjera

Las noticias del desigual combate se divulgan por todo el continente. Los gobiernos de Chile y Brasil, hasta entonces adversos a Juan Manuel de Rosas, manifiestan su apoyo a la Confederación Argentina. La prensa de Estados Unidos, país entonces considerado cuna de la democracia americana, elogia al caudillo federal. El general unitario Martiniano Chilavert ofrece unirse a los rosistas para combatir a "los enemigos europeos".

Otro unitario, Rafael Hernández, hermano del autor de Martín Fierro, describe el enfrentamiento con admiración, dejando de lado intereses partidistas: "Los jefes vencedores al elevar el parte oficial a sus respectivos gobiernos, hacían elogios muy honrosos del valor y perseverancia a nuestros bravos, que morían dando vivas entusiastas a la independencia americana (…). Aquel día fue un verdadero triunfo para las armas de Buenos Aires, por el valor heroico que desplegaron nuestros guerreros, y como combate naval, es uno de los más grandes y gloriosos que se registran".

El historiador Ernesto Palacio afirma: "Todas las provincias, con sus gobernadores y legisladores, se pronunciaron contra la agresión y ofrecieron sus contingentes para resistir. El glorioso general San Martín escribía desde su retiro poniendo su espada y su persona al servicio de la nación y felicitaba al gobernador de Buenos Aires como defensor de la Independencia Americana" (Historia de la Argentina - 1515-1943, editorial A. Peña Lillo).

Un año después del heroico combate de la Vuelta de Obligado, Alzogaray sigue dando qué hablar. El 19 de noviembre de 1846, recupera -al abordaje, espada en mano y en lucha cuerpo a cuerpo- la goleta Federal, capturada por las fuerzas anglo-francesas y que navegaba por el Paraná con la bandera británica.

El conflicto causa grandes pérdidas comerciales a las dos potencias europeas, que deciden iniciar negociaciones de paz en forma separada. Inglaterra firma un tratado el 24 de noviembre de 1849 y Francia el 31 de agosto del año siguiente.

El primer Alsogaray - parte 1


Desde luego que no se trata el capitán-ingeniero-economista Álvaro Alsogaray, apodado El Chancho en los años 60, sino su bisabuelo. El 20 de noviembre de 1845, el Alzogaray de este relato participó como oficial de la marina argentina en un desigual combate: estuvo al mando de uno de los cañones que desde las orillas del río Paraná enfrentaron a la poderosa escuadra naval anglo-francesa en la Vuelta de Obligado. La historia registra que peleó hasta que se le acabaron las balas. Su cañón, denominado Restaurador, fue el último en dejar de disparar contra el enemigo.

"Salud y ganas de pelear"
La batalla entre los criollos y los invasores extranjeros había comenzado a las ocho y media de la mañana. El historiador José María Rosa relata: "Alsogaray es quien más ha resistido: a las cuatro de la tarde le quedaba un solo tiro y, con serenidad, cargó un cañón y disparó la última andanada". Rosa escribe Alsogaray con la letra ese, tal como se conoce en la actualidad, pero en aquella época el apellido original era con zeta.
Hasta ese día, Álvaro José de Alzogaray era un casi desconocido oficial. Había nacido en 1811 y descendía, por el lado materno, de judíos portugueses que se radicaron en Brasil. En la familia de su madre -según la revista Nº 11 del Instituto de Ciencias Genealógicas, publicada en 1955- había "penitenciados de la nación hebrea" que se convirtieron al catolicismo. En Brasil se les conoce como "cristianos novos"; en el México virreinal, curiosamente, se les llamó "marranos".
Alzogaray había sido ayudante del almirante Guillermo Brown durante la guerra contra el Imperio de Brasil (1825-1828). Se destacó en 1844 bajo las órdenes del marino irlandés, cuando las fuerzas patriotas tomaron Maldonado, en la Banda Oriental. El fundador de la marina de guerra argentina no hablaba castellano; el joven lugarteniente, en cambio, sabía inglés y era el encargado de traducir sus órdenes a la tripulación y la tropa.
El oficial Alzogaray no ganaba mucho y además, como estaban en guerra, cobraba su salario cuando podía. En una carta a un amigo, redactada antes del enfrentamiento en la Vuelta de Obligado, narra que lleva 32 días sin un centavo en sus bolsillos y que duerme sobre la tierra, tapado con un poncho. Pero ahí está, auténticamente al pie del cañón. "Aún hay salud y ganas de pelear a cuanto pícaro gringo hay en el mundo", asegura. Sin embargo, le preocupa "no poder pagar la pensión de mi hija mayor en el colegio".

El bloqueo a Buenos Aires

En 1845, el brigadier general Juan Manuel de Rosas gobierna la Confederación Argentina. La escuadra anglo-francesa, integrada por 11 buques de guerra y 40 barcos mercantes, ha invadido aguas territoriales desde principios de noviembre, con el pretexto de "atenuar" las tensiones entre Buenos Aires y Montevideo.
El verdadero objetivo de Gran Bretaña y Francia era navegar libremente por el Río de la Plata y los ramales interiores pertenecientes a su cuenca. Los invasores querían abrir una comunicación directa con Paraguay y, en el trayecto, tener acceso a los mercados de las provincias ribereñas para vender sus productos. Los dos países contaban con el visto bueno de los unitarios, enemigos a muerte de los federales encabezados por Rosas.
En 1843, Florencio Varela había solicitado, como representante de los unitarios en Europa, la intervención armada anglo-francesa. En septiembre de 1845, ambas potencias declararon el bloqueo a Buenos Aires.
Los agresores estaban secundados por una legión internacionalista al mando del italiano Giusseppe Garibaldi, quien remontó el río Uruguay y ocupó Gualeguaychú, en Entre Ríos. El general Justo José de Urquiza capturó a Garibaldi y lo hizo azotar "por actos de piratería". El legendario soldado de fortuna, que no era cobarde, se cubrió de gloria en otras latitudes pero nunca más regresó al Río de la Plata.

Los Alvaro Alsogaray

Una estirpe patricia

Como sucede con las buenas familias, para contar la biografía de Alsogaray hay que comenzar por sus antepasados. De origen vasco, el primer Alsogaray llegó a estas pampas en 1810 y fundó una larga dinastía de militares, con una cláusula que se repetiría hasta hoy: el hijo varón mayor se llamaría, siempre, Alvaro. El Alvaro bisabuelo fue colaborador de Guillermo Brown, el Alvaro abuelo participó en la guerra de la Triple Alianza y el Alvaro padre fue jefe de operaciones de José Uriburu.El Alvaro que murió ayer nació el 22 de junio de 1913 en la ciudad de Esperanza, en Santa Fe. Las tareas de su padre en el Ejército lo obligaban a una mudanza continua: la familia pasó por Bahía Blanca, donde era vecina de los Massot, y por otras provincias, hasta que Alvaro ingresó al Colegio Nacional Mariano Moreno y, después, al Colegio Militar, casi una extensión de la casa familiar. Practicó tenis y esgrima, fue abanderado de su promoción y desfiló junto a los cadetes para festejar el golpe de 1930.


domingo, 18 de octubre de 2009

Barrio Saavedra


Florencio Núñez fue el dueño de estas tierras, que comenzó a comprar en 1872. Allí estableció su casa particular, en la calle Cabildo (ex 25 de Mayo) y Republiquetas (ex Acosta), única casa del barrio con vereda, donde funcionaba su oficina de venta de lotes. Lentamente se fue poblando esa zona que Núñez loteó y vendió con la ayuda del constructor Protti, vecino de la localidad. Núñez fomentó la llegada del tranvía, abrió calles, construyó puentes y en una actitud altruista donó una de sus casas para la construcción de una escuela.Es el único barrio de Buenos Aires que fundado formalmente, con acta fundacional (la misma está en exposición en el museo Saavedra).

En 1873 fue fundado este pueblo por primera vez en el Parque Saavedra que, en aquel entonces, tenía un lago con puentes levadizos y góndolas. Fue una cerea presidida por Núñez donde se cantó el Himno Nacional y se le otorgó el nombre de Saavedra en homenaje al presidente de la Primera Junta de gobierno. En esa ocasión se fundó también el actual barrio de Núñez. La segunda fundación, ya exclusiva de Saavedra se hizo en l891 con la inauguración de la estación del F.C. Gral. Bartolomé Mitre, que impulsó el progreso de la zona.


En el barrio abundaban las tabernas, los almacenes y las pulperías y, hacia 1920, comenzó a tener mala fama, porque por la zona del puente Saavedra, aparecieron los juegos clandestinos y la prostitución.



sábado, 17 de octubre de 2009

Núñez y Cia. en Las Lomas de Saavedra


Entre los años 1872 y 1873, don Florencio Emeterio Núñez, hombre prominente y dueño de una inmensa fortuna, adquirió una gran extensión de tierras ubicadas en una zona alta del noroeste de Buenos Aires denominada “Las lomas de Saavedra”, donde se hallaba el casco de la estancia de don Luis María Saavedra que hoy es sede del Museo Histórico Brig. Gral. Cornelio Saavedra y donde se conserva el acta de fundación del barrio homónimo. Cabe señalar que, de acuerdo a lo expresado por la Junta de Estudios Históricos de Núñez y Saavedra, éste es el único barrio de la Ciudad que fue fundado en un acto formal y por lo tanto legitimado por acta.

Buenos Aires trataba de expandirse hacia el norte y el oeste después de haber sufrido un par de años antes una grave epidemia de fiebre amarilla y Núñez, empresario con un gran espíritu de lucha, confió plenamente en el valor de esas tierras y vislumbró el progreso de la zona. Por ello, formó una sociedad llamada “Núñez y Cía.” cuyo principal objetivo era la fundación de un pueblo que se llamaría Saavedra en honor al primer presidente argentino.

Así fue como esta sociedad comenzó una batalla denodada contra el barro, los bañados, la vegetación y los pozos insalubres, para convertir el lugar en un modelo de ciudad con su debida parcelación, sus calles, nivelación de piso, desagües y acueductos.

Ya en Abril de 1873 los trabajos mencionados estaban muy adelantados y entonces se programó la fundación del nuevo pueblo. Para ello, se eligió el Domingo 27 de ese mismo mes organizándose una ceremonia central a orillas del lago artificial de Saavedra, hacia donde, cerca de mediodía, convergieron casi dos mil invitados entre los que se encontraban eminentes jurisconsultos, empresarios, políticos, comerciantes y personas interesadas en conocer las virtudes del lugar, todos ellos llegados en un tren especial que había arribado a la estación de Núñez, inaugurada el mismo día y que diera origen a la fundación de ese barrio. Al son de bandas de música, brindis y discursos en medio de una gran algarabía, ese día quedó oficialmente constituida la inauguración del Barrio de Saavedra.

Muy pronto comenzaron los remates de aquellos terrenos y rápidamente se levantaron casas quintas, de familia y comercios, en principio pulperías y luego almacenes de ramos generales y despachos de bebidas. Se afincaron familias distinguidas y poco a poco la zona alcanzó un notable desarrollo, acrecentado por la inauguración de la estación ferroviaria en Febrero de 1891, de enorme importancia como medio de comunicación.
Hoy, el barrio de Saavedra conjuga el progreso de los tiempos que vivimos con la tradicional fisonomía de sus casas y calles y, por lo tanto, hoy es tiempo de oficializar la fecha del 27 de Abril como la de la fundación del mismo.".




El Tango - parte 4

De su baja cuna a su encumbramiento como baile rey en los salones del mundo occidental, el tango recorrió un curioso camino de ida y vuelta entre el Nuevo y el Viejo Continente, con una parada decisiva y brillante en París.

¿Cómo llegó allí? También en este punto las respuestas son dispares y algunas vario pintas. Determinados textos, mucho más ingenuos que eruditos, dan incluso nombres y apellidos de "la" persona responsable de este viaje. La realidad, en su extensión como en su nacimiento, parece más compleja y, sobre todo, plural.


Los "niños bien" de Buenos Aires no tenían reparos en bajar a los arrabales para divertirse, bailar y, de paso, levantarse alguna mina o alguna "milonguita" que engatusaba o se dejaba engatusar. Y para acercarse a la mujer no conocida, nada mejor que el tango. Por supuesto, el tango no era aceptable en sus casas ni bailable con las señoritas de su ambiente y por esa razón permaneció durante muchos años como algo marginal y de clase baja.

Sin embargo, los viajes de estos patricios a Europa, especialmente a París, fueron el desencadenante. París no sólo era la capital del glamour y de la moda, sino que además era una ciudad que daba cobijo a una sociedad plural, parte de la cual era alegre y desprejuiciada. Los bailes galantes de la capital francesa venían de atrás, Louis Mercier, cronista de la vida parisina escribía en 1800: "Después del dinero, hoy en día el baile es lo que más éxito tiene entre los parisinos, sea cual sea su extracción social: aman el baile, lo veneran, lo idolatran… Es una obsesión a la que nadie escapa". Si ello era así a principios del XIX también lo era a principios del siglo XX al que llegaron con una fortalecida fama locales públicos como el Bal Bullier de Montparnasse o el Moulin de la Galette. Por añadidura, el atrevimiento, a principios de siglo, no era ajeno a las costumbres parisinas, antes al contrario, algún baile anual, como el Bal des Quat’z Arts de los estudiantes, "era célebre por lo ligero de las vestimentas y por el jolgorio sexual que reinaba siempre en él".

En este contexto social no fue difícil que el osado baile creado en la capital del Plata encontrara un terreno abonado para florecer y convertirse en curiosidad al principio, en moda y furor después. Y una vez en París, el escaparate de Europa, la capital de la moda, la cuna del chic, su extensión al resto del continente primero, a todo el mundo después, fue algo sencillo y rápido. Curiosamente, es entonces, cuando Buenos Aires se mira en París, cuando finalmente el tango entra en sus salones más nobles avalado ahora por el bautismo europeo, el mejor de los pedigríes para una burguesía emergente que luchaba por hacer de su ciudad el París de América
La gloria trajo también y simultáneamente el rechazo. La sempiterna dinámica social se puso nuevamente en marcha, lo antiguo frente a lo nuevo, la censura frente a la apertura, la tradición frente a la renovación. Los detractores del tango surgieron por doquier y fueron incluso ilustres y famosos. El Papa Pío X lo proscribió, el Káiser lo prohibió a sus oficiales y la revista española La Ilustración Europea y Americana hablaba del "…indecoroso y por todos conceptos reprobable ‘tango’, grotesco conjunto de ridículas contorsiones y repugnantes actitudes, que mentira parece que puedan ser ejecutadas, ó siquiera presenciadas, por quien estime en algo su personal decencia.". La cita pertenece a esa revista española, pero resultafácil encontrar otras paralelas en publicaciones inglesas, alemanas o, incluso, francesas.

No obstante, para cuando llegó la reacción la suerte estaba ya echada: el tango había triunfado. Hubo vestidos de tango, color tango, tango-thés… el tango fue el baile rey de ese mundo de preguerra que habría de terminar muy pronto con el primer enfrentamiento armado mundial, la ascensión de Estados Unidos como potencia, el cambio de costumbres. Después, el tango siguió viviendo, nació con fuerza el tango canción que le tomó el relevo al tango baile, pero con un éxito geográficamente más restringido, el mundo, en una nueva preguerra descubrió y admiró a Carlos Gardel y al final del conflicto la supremacía de Estados Unidos desembarcó en Europa también con el swing que murió sólo para darle paso al rock.

En todos estos años el tango tiene una brillante historia de auges limitados y declives relativos y una continuada vida a lo largo de la cual se ha desarrollado tanto el baile como la música hasta llegar a un nivel de sofisticación y depuración que dejan a las claras la madurez de esta manifestación que vive ya en las primeros décadas de su segundo siglo de vida.

por J. Alberto Mariñas

viernes, 16 de octubre de 2009

El tango - parte 3


En este ambiente, se comienza a bailar en tugurios y lupanares el nuevo ritmo que se asocia así desde su inicio al ambiente prostibulario, ya que eran sólo prostitutas y "camareras" las únicas mujeres presentes en las academias o perigundines.
Puesto que se trataba de féminas dedicadas en alma y, sobre todo, en cuerpo a sus accidentales acompañantes, el tango se comenzó a bailar de un modo muy "corporal", provocador, cercano, explícito… de un modo socialmente poco aceptable como se vería cuando, siendo ya un fenómeno emergente, el tango comenzó asalir del arrabal de su ciudad de origen y empezó a expandirse.


Hombres practicando el tango en la calle


En los primeros tiempos, cuando el tango comienza a convertirse en canción, las letras que acompañan la música son obscenas y sus títulos dejan lugar a pocas dudas: "Dos sin sacarla", "Qué polvo con tanto viento", "Con qué tropieza que no dentra", "Siete pulgadas"... o incluso "El Choclo" que aunque literalmente significa mazorca de maíz, en sentido figurado y vulgar, equivale al castellano "chocho" o "coño".

De su baja cuna a su encumbramiento como baile rey en los salones del mundo occidental, el tango recorrió un curioso camino de ida y vuelta entre el Nuevo y el Viejo Continente, con una parada decisiva y brillante en París.

¿Cómo llegó allí? También en este punto las respuestas son dispares y algunas vario pintas. Determinados textos, mucho más ingenuos que eruditos, dan incluso nombres y apellidos de "la" persona responsable de este viaje. La realidad, en su extensión como en su nacimiento, parece más compleja y, sobre todo, plural.



por J. Alberto Mariñas
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El Tango - parte 2




Musicalmente, el tango entronca en su genealogía con la habanera hispano-cubana y es por tanto hijo del trasiego mercantil entre los puertos de lengua española de La Habana (Cuba) y Buenos Aires (Argentina). Sin embargo, estos orígenes explican poco sobre su nacimiento. Inicialmente, el tango es interpretado por modestos grupos que cuentan sólo con violín, flauta y guitarra o incluso, en ausencia de ésta, el acompañamiento de un peine convertido en instrumento de viento con la mediación de un papel de fumar y un avezado soplador que marca el ritmo. El instrumento mítico, el bandoneón, no llega al tango hasta un par de décadas después de su nacimiento, en 1900 aproximadamente, y poco a poco sustituye a la flauta.


Inicialmente, el tango debió ser un modo de interpretar melodías ya existentes, modo sobre el que fueron creándose otras nuevas que en un inicio ni siquiera contaban con una transcripción musical, ya que a menudo sus intérpretes y creadores no sabían escribir o leer música. De hecho, con el correr de los años, algunos de los primeros tangos ya transcritos no van firmados por sus autores sino por avispados personajes que sí sabían escribir música y aprovecharon el vacío existente sobre la autoría de determinados tangos celebrados popularmente, para ponerlos a su nombre y ganar con ello unos pesos.


Quizá a estas alturas del texto, alguno se pregunte sobre el origen del nombre. Es una buena pregunta, pero carece de respuesta, o lo que es lo mismo, hay miles. En España en el siglo XIX se empleaba la palabra tango para un palo flamenco, en la geografía africana hay algunos topónimos con ese nombre, en documentos coloniales españoles se usa el vocablo para referirse al lugar en que los esclavos negros celebraban sus reuniones festivas… algunos incluso dicen que el origen podría estar en la incapacidad de los africanos para pronunciar bien la palabra "tambor" que quedaría así transformada en "tangó". En fin, es una buena pregunta pero la irremisible falta de documentación escrita y el origen ágrafo del tango y sus primeros padres callará la respuesta para siempre.

Postales anónimas Gaucho e indios patagones Argentina, hacia 1870


Las cifras hablan: Argentina pasó de tener dos millones de habitantes en 1870, a cuatro millones veinticinco años más tarde. La mitad de esa población se concentraba en Buenos Aires donde el porcentaje de extranjeros llegó a ser del 50 por ciento y adonde acudían también gauchos e indios procedentes del interior del país.



por J. Alberto Mariñas





El Tango - parte 1

Es difícil escribir un apunte histórico sobre el tango, pero al mismo tiempo, es muy arduo eludirlo porque son muchos los que a través de estas páginas solicitan, aunque sólo sea, una ligera orientación que les ponga en la pista de este completo fenómeno cultural - baile, música, canción, poesía - que por una u otra razón atrae a tanta gente. Aunque sobre el tango y sus figuras son muchas las cosas que se discuten y ponen en duda, es generalmente aceptado que el tango nace en Buenos Aires a finales del siglo XIX aunque algunos prefieren decir a modo conciliador, que nació a las orillas del Río de la Plata, con el fin de contentar a los uruguayos que reclaman una copaternidad del fenómeno.


Puerto, 1885
En un hecho de origen popular como el tango y, por tanto, de nacimiento evolutivo resulta imposible apuntar una fecha de nacimiento. Sin embargo, lo cierto es que la mayoría de los estudiosos coinciden en dar por buena la década de 1880 como el punto de partida de lo que entonces no era más que una determinada manera de bailar la música. La sociedad donde nace el tango escuchaba y bailaba habaneras, polkas, mazurcas y algún vals, por lo que respecta a los blancos, mientras que los negros, un 25% de la población de Buenos Aires en el siglo XIX, se movían al ritmo del candombe, una forma de danza en la que la pareja no se enlazaba y bailaba de una manera más marcada por la percusión que por la melodía.


por J. Alberto Mariñas
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jueves, 15 de octubre de 2009

Arroyo Maldonado - parte 3

La crisis de 1890 hizo imposible este y otros negocios y ninguna de las dos empresas pudo concretar las concesiones obtenidas.

El concejal Remigio Iriondo proponía la aprobación de una Ordenanza autorizando a la Municipalidad para convertir el arroyo Maldonado desde su desembocadura en Palermo hasta el límite de la capital, en un canal navegable que llegando hasta los Nuevos Mataderos de Liniers empalmase allí con el Riachuelo en el Puente Alsina. Su profundidad media no sería inferior a los 2 metros y estaría flanqueado por una zona ribereña “de por lo menos 35 metros de extensión” para lo cual debían expropiarse los terrenos linderos.

En esta ribera se abrirían dos calles laterales de diez metros de ancho en toda la extensión del canal, plantándose árboles suministrados por la Dirección de Paseos. El canal podía utilizarse para diversos fines, especialmente de transporte comercial y su tránsito sería gratuito para los diversos organismos oficiales. Se cuidaría también su higiene mediante la prohibición de volcar “aguas servidas, materias fecales y cualquier otro residuo que altere las condiciones higiénicas de las aguas.”

Prosigue Hugo Corradi: “en el año 1902 comenzaron las autoridades a preocuparse por los desbordes del arroyo, proyectándose su rectificación. Se sucedieron, así, desde entonces, constantes trabajos de saneamiento, limpieza y adecentamiento de sus orillas por parte de laboriosas cuadrillas municipales, que, asimismo, lo rectificaron hasta la zona de Villa Crespo. Así, de la avenida Santa Fe hacia el Oeste, se formó – a los dos lados- la calle Arana, luego denominada Almeyra, y hoy transformada, por el entubamiento, en Av. Juan B. Justo, hasta el cruce con la calle Niceto Vega. Allí el cauce daba un amplio recodo, que fue cegado y que llegaba casi hasta la Av. San Martín.

“Desde este punto hacia el Oeste, el arroyo continuó sin modificaciones hasta 1910, en que las autoridades del ferrocarril Oeste ampliaron sus talleres de Liniers, desviando su antiguo lecho más hacia el Norte y colaboraron con las autoridades municipales en la rectificación y limpieza de toda su cuenca, hasta el límite del municipio.

“Asimismo, desde la época el Centenario, se intensificó la construcción de “pasarelas” con destino a transeúntes, necesarias a fin de unir los barrios que se formaban. Al respecto es de recordar la escasez de puentes habida hasta entonces en nuestros arroyos y ríos. El plano de la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores del ingeniero Saint-Yves, obra minuciosa en este tema, confeccionado en el año 1887, registra cuatro puentes sólo en el partido de San José de Flores, sobre el arroyo Maldonado.

“A pesar de las rectificaciones y continuos arreglos, el arroyo siguió siendo, por mucho tiempo, un permanente peligro para los vecinos, y con el advenimiento de nuevos núcleos de ciudadanos a sus alrededores, se fue transformando, además, en enfoco de pestes. Las aguas servidas basuras y todo tipo de desperdicios obligó a encarar su definitivo entubamiento.

“A mediados de año 1923 comenzaron los trabajos a tal efecto en la zona de Palermo, y dos años después se llegó a la calle Paysandú, en Caballito. Los registros municipales consignan que el entubado llegaba, en 1935, al barrio de Flores, y se formaba, en su lugar, la nueva avenida Juan B. Justo.

“La tarea de entubar entró luego en un período de semiparalización, manteniéndose –el tramo entre Flores y Liniers- muchos años demorado. Ello dio lugar al mantenimiento de numerosas quintas de verduras a sus lados, hasta la década del 40. Asimismo, los barrios que quedaron hasta entonces “del otro lado del Maldonado” progresaron muy lentamente, pues cada crecida destruía puentes e incomunicaba durante días al vecindario.

“En 1937 se reiniciaron las obras, demoliéndose el puente de la avenida Segurola, pero los desbordes continuaron en Liniers y Villa Luro hasta 1942, en que se construyó el llamado “canal aliviador del Maldonado”, que corre bajo tierra, a lo lago de la calle Ruiz de los Llanos- Basualdo, y desvía gran parte de sus aguas hacia el arroyo Cildáñez, donde desemboca. Los problemas de la última Guerra Mundial volvieron a paralizar los trabajos, quedando a cielo abierto el cauce ubicado dentro de los talleres del ferrocarril y sin terminar la avenida Juan B. Justo. En el año 50, aproximadamente, se dio término a la última etapa, concluida en 1953 y habilitándose definitivamente, en toda su extensión, la avenida”.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Arroyo Maldonado - parte 2

En su informado libro “Guía antigua del oeste porteño”, Hugo Corradi dedica el capítulo XI a “El Arroyo Maldonado”, con precisa información: “Durante el siglo pasado –dice- el Maldonado ofrecía un aspecto similar al que vemos en la generalidad de los arroyos de la campaña bonaerense. En épocas de sequía era nada más que un inofensivo curso de agua serpenteando entre juncales y descampados, donde abrevaba tranquilamente el ganado y abundaban las aves acuáticas, pero cuando llovía un poco más de lo común, dada su escasa barranca, tendía a desbordar e inundaba grandes extensiones, arrastrando los escasos puentes, cercos y los ranchos más cercanos.

“Cuesta imaginarlo tal cual habrá sido su aspecto en aquella centuria (siglo XIX), con sus aguas claras, limpias, corriendo casi al nivel de los terrenos, incluso formando en algunos parajes pequeñas lagunas y remansos, sobre todo a quienes lo conocimos ya encajonado y rectificado, poco antes del definitivo entubamiento, cuando su estado era deplorable. Aquel arroyo agreste debió comenzar a cambiar desde los primeros años de 1900, puesto que fue entonces cuando las autoridades municipales comenzaron a ocuparse firmemente de su limpieza y rectificación. El adelanto edilicio, la formación de nuevos barrios, la instalación de algunas industrias iban transformando sus alrededores, antes desiertos, en nacientes suburbios. Una ilustrativa imagen de lo que eran, a la sazón, aquellos lugares que atravesaba, lo aporta un artículo de la recordada revista “Fray Mocho”, del 6 de setiembre de 1913, que transcribimos en parte: “Villa Mitre, barrio al noroeste de Floresta, sobre el arroyo Maldonado, sigue experimentando, cada vez que llueve en serio, las consecuencias de la inundación. Tan fea es la situación, que muchas casas no encuentran inquilinos y permanecen solteronas desde hace más de un año. Los puentes que cruzan el arroyo son mala obra de carpintería, y aún los más seguros no merecen que nadie le ponga los pies encima. Algunos, como el de Monte Dinero y Caracas, suelen ser cubiertos por las aguas, dándose el ridículo caso de que se pueda navegar en él, y hasta pescar una pulmonía, aunque más no sea. Y, de luz…. ¡ni fósforos!

“Volviendo al siglo XIX y observando viejas fotografías de su desembocadura en el Río de la Plata, en los bosques de Palermo, era de admirar la vegetación de sus orillas y lo pintoresco del lugar, que evocaba los riachos del Delta. Esa desembocadura se utilizaba como refugio y puerto por barcas de carga y pescadoras, existiendo unas instalaciones de la firma Portalis, Carbonier y Cía., importante entonces como introductora de arena y frutos de la Mesopotamia, que daba al paraje el nombre de puerto Portalis”.

Un proyecto aprobado por ley del año 1889, fue presentado por la firma Portalis, Frères Carbonnier y Cía. Proponía aprovechar la desembocadura del Maldonado, allí donde se abría para recibir las aguas de las crecientes del Río de la Plata, para construir un puerto de cabotaje de mil metros de largo por ciento cincuenta de ancho y cinco metros de profundidad, construyéndose en ambas márgenes un muro de mampostería u hormigón que contendría una explanada adyacente de setenta y cinco metros de largo.

Arroyo Maldonado - parte 1


.Puente sobre la calle Segurola (1925)

Debe su nombre a la leyenda de una mujer española: “la Maldonado”. Cuentan que cuando en 1536, don Pedro de Mendoza fundó Buenos Aires, los españoles tuvieron que rodear la ciudad con un cerco para protegerla de los ataques de los indios. Con la amenaza de terribles castigos, las autoridades prohibieron a los habitantes salir del cerco. Pero al poco tiempo se les terminó la comida y empezaron a morirse de hambre. Una mujer española, llamada Maldonado, no quiso que ésa fuera su suerte, y un día cruzó el cerco y escapó de la ciudad. Caminó y caminó hasta encontrar una cueva junto a un arroyo. Y allí, cansada y hambrienta, se desmayó.

Fue entonces cuando de la oscuridad surgió una feroz hembra de puma, que dejó caer junto a la mujer un pedazo de carne que le había sobrado. Cuando la Maldonado despertó, comió de esa carne. Pero al rato sintió un rugido desgarrador que la sobresaltó. Se asomó de la cueva y vio a la puma, que estaba echada y a punto de dar a luz. Como el parto parecía difícil, la Maldonado ayudó a la dolorida madre. Los rugidos del animal se convirtieron en mansos rezongos, y terminó lamiendo cariñosamente a sus dos flamantes cachorros. La mujer permaneció quieta, mirando esa escena conmovedora. Poco después, los indios que merodeaban cerca del arroyo se sorprendieron al ver a la mujer, la puma y sus crías, paseando juntas y de inmediato sintieron un gran respeto por esa mujer que no les temía a las fieras.

Pero un día en que la Maldonado caminaba sola, fue capturada por varios soldados españoles que se aventuraron en busca de alimentos. En la ciudad la enjuiciaron por haber traspasado el cerco de protección, y la condena que le impusieron fue terrible: la ataron a un tronco al costado del arroyo para que se la corrieran las fieras. Allí permaneció la Maldonado todo el día hasta la llegada de la noche. El rugido de un animal salvaje pareció anunciarle su terrible final. Luego vio la sombra de dos fieras trabándose en lucha, y poco después, una de ellas, la que había salido victoriosa, se le acercó con sus brillantes ojos de fuego. La mujer, que esperaba la muerte, sintió de pronto la caricia de una lengua áspera lamiéndole los pies.

Al cabo de tres días, los españoles volvieron al arroyo. Encontraron a la mujer custodiada por una puma, que los atacó en cuanto se acercaron. Tuvieron que hacer disparos al aire para ahuyentar al animal. La condena no se cumplió. Si las fieras no habían podido, ningún hombre lo intentaría. Desataron a la Maldonado y la perdonaron

El arroyo Maldonado es tema casi mítico del Buenos Aires de ayer. Se desborda sobre viejos sainetes, apadrina fábulas literarias en Borges, entra con poderoso caudal en sainetes de Vaccarezza, es presencia viva en el notable poema “Juan Nadie”, de Miguel D. Etchebarne, es tema de un tango de Raúl de los Hoyos, con letra de Vaccarezza, es, en fin, nostálgica y al propio tiempo bravía presencia, hoy oculta y potencial, en un largo trecho ciudadano, y memoria de tango frente al actual frente Pacífico. Allí Juan Maglio (“Pacho”) daba prestigio, con su bandoneón, a la confitería “La Paloma”, donde ahora sustituye al mundo de espejos “art nouveau” y sillas de Viena, una pizzería, símbolo de tiempos urgidos, de comer de pie, sin tiempo para gustar, a sorbos lentos de café, la música de un tango.