lunes, 28 de agosto de 2017

Avellaneda, el presidente que educó a los argentinos y pobló el país - Parte 7




Esta ley tuvo un efecto impactante en los años siguientes. Permitió la llegada de casi cuatro millones de extranjeros. Sin embargo, lejos de establecerse el grueso de los recién llegados en el campo, como era la idea de Avellaneda, muchos de ellos se establecieron en los centros urbanos próximos a los puertos. De más de 68 mil inmigrantes registrados en 1875, sólo poco más del 10% se volcó al trabajo rural, y no todos ellos se radicaron definitivamente.

El censo de 1895 arrojó la presencia de un millón de extranjeros (un 80% viviendo en la capital nacional, provincia de Buenos Aires y el litoral). Mientras la tasa de urbanización en 1869 alcanzaba el 39%, en 1914 ascendía al 62%; lo cual revela que el grueso de la masa inmigratoria se radicó en las ciudades argentinas y rehuyó la colonización en el campo. 

También corresponde destacar que la gran mayoría de los recién llegados (alrededor de dos millones y medio) fueron los primeros "trabajadores golondrinas", pues permanecieron durante una temporada o cosecha en nuestro país, para luego retornar a sus lugares de origen, sin radicarse definitivamente en la Argentina.

La ley de inmigración y colonización de Nicolás Avellaneda significó un exitoso instrumento de inmigración, pero que no rindió sus frutos como herramienta de colonización. Gracias a él se moldeó a nuestro país como un crisol de criollos e inmigrantes, que nos caracteriza, hasta el día de hoy, y nos distingue de las demás naciones de América Latina. 
Los recién llegados, luego de albergados inicialmente en el Hotel de Inmigrantes, se radicaron en los conventillos de nuestras ciudades, que surgieron, en la época, como soluciones habitacionales para responder al aluvión inmigratorio. Así, los conventillos del sur de la ciudad de Buenos Aires (luego cuna del tango y de tantas leyendas, historias, mitos y tradiciones) se colmaron de inmigrantes y le dieron a nuestra patria la riqueza cultural de la que tanto hoy nos enorgullecemos.

Juan Thames 
El autor es abogado e ingeniero.

domingo, 27 de agosto de 2017

Avellaneda, el presidente que educó a los argentinos y pobló el país - Parte 6



Concedía estos beneficios al inmigrante: alojamiento, manutención y traslados dentro del país. Consagraba el artículo 14 de dicha ley: "Todo inmigrante que acreditase suficientemente su buena conducta y su actitud para cualquier industria, arte u oficio útil tendrá derecho a gozar, a su entrada al territorio, de las siguientes ventajas especiales: 1º Ser alojado y mantenido a expensas de la nación, durante el tiempo fijado; 2º Ser colocado en el trabajo o industria existente en el país a que prefiriese dedicarse; 3º Ser trasladado a costa de la nación, al punto de la República a donde quisiese fijar su domicilio; 4º Introducir libres de derecho prendas de uso, vestidos, muebles de servicio domésticos, instrumentos de agricultura, herramientas".

La ley creó oficinas de empleo, para buscarles trabajo y defenderlos de los abusos laborales de los empleadores locales. Regulaba además las condiciones que debían reunir los barcos para transportar a los inmigrantes. Establecía el procedimiento de desembarco, los documentos y los recaudos sanitarios que se les iba a exigir. Creó una red de agentes y comisiones de inmigración en Europa para promover a la Argentina como destino. El último capítulo indicaba cómo se financiarían las distintas actividades y los organismos.

De este modo, el Estado argentino concedía a los inmigrantes europeos: anticipo para pasajes, alojamiento en hoteles y asilos, trabajo y tierras. Se buscaba convertir al inmigrante en colono: propietario pequeño o mediano de tierras en el campo. Se creó el legendario Hotel de Inmigrantes en Buenos Aires para proveer alojamiento y comida a la llegada de los extranjeros al puerto. Luego se previó su traslado a su lugar de asiento definitivo. 

Estos beneficios se concedieron no sólo a los inmigrantes traídos por empresas o agentes de colonización, sino también a los que arribaran por su cuenta.

La Ley de Inmigración permitió la llegada de cuatro millones de extranjeros a la Argentina

sábado, 26 de agosto de 2017

Avellaneda, el presidente que educó a los argentinos y pobló el país - Parte 4


En 1865 Avellaneda publicó su Estudio sobre las leyes de tierras públicas, donde analizó la legislación argentina sobre el tema y propuso, siguiendo el modelo norteamericano, entregar tierras a los productores agropecuarios, simplificándoles los trámites burocráticos al mínimo indispensable para asegurar el asentamiento de poblaciones estables, aumentar la población en las zonas productivas, asegurar así el territorio y la soberanía nacional, además de aumentar la riqueza productiva argentina. Adelantaba Avellaneda en esta obra lo que haría luego en su mandato: "La propiedad territorial fácil y barata debe ser la enseña de leyes venideras, para vencer en su nombre y con su obra el desierto, cambiando el aspecto bárbaro de nuestras campañas".


Alcances e impacto de la Ley de Inmigración

En su mensaje de apertura de las Sesiones Ordinarias del Congreso Nacional, el 1.º de mayo de 1876, el presidente Avellaneda anunció su ambicioso proyecto: "Podemos distribuir mejor la inmigración, extendiéndola por todo el país, radicarla y ofrecerle un incentivo con la adquisición de la propiedad territorial, abriéndole en el exterior al mismo tiempo nuevas corrientes. Economicemos sobre todos los ramos de los servicios públicos, pero gastemos para hacer más copiosas y fecundas nuestras corrientes de inmigración. El agente maravilloso de la producción, el creador moderno del capital es el inmigrante y afortunado el pueblo que puede ponerlo a su servicio, porque llevando consigo la más poderosa de las fuerzas renovadoras no tendrá sino perturbaciones transitorias y será constante su progreso. No hay gasto más inmediatamente reproductivo que el empleado en atraer al inmigrante y en vincularlo al cultivo del suelo".

La ley de inmigración pretendía precisamente eso: captar gran cantidad de trabajadores para ocupar y desarrollar el campo argentino. Significó equiparar los derechos civiles de argentinos y extranjeros. Fue la primera ley nacional que trató temas migratorios. Avellaneda tomó como base una anterior ley de la provincia de Entre Ríos. La ley Avellaneda se dividía en dos partes: la primera sobre inmigración y la segunda sobre colonización. La parte "De la Inmigración" tenía sesenta artículos, ordenados en diez capítulos. Creó el Departamento de Inmigración (predecesor de la Dirección Nacional de Migraciones). Distinguió a los inmigrantes de los "viajeros" (los actuales turistas).

Avellaneda, el presidente que educó a los argentinos y pobló el país - Parte 3



Ya la Primera Junta había advertido que uno de los problemas del naciente Estado era la inmensa extensión de tierras sin ocupar, que no contribuían a asegurar la soberanía de la Patria. Todos los Gobiernos patrios que se sucedieron, en mayor o menor medida, mencionaban en sus instrumentos la necesidad de poblar el territorio con inmigrantes procedentes del único lugar conocido y relativamente cercano que creyeron compatible con nosotros: Europa. 
El Primer Triunvirato, en decreto del 4 de septiembre de 1812, apuntaba: "promover la inmigración por todos los medios posibles". Lo mismo expresó el Congreso de Tucumán el 9 de julio de 1816, antes de declarar la independencia.

La comunidad que creció más rápidamente en los primeros años fue la británica, que se instaló principalmente en Buenos Aires, al compás del aumento del comercio y la apertura del puerto. Luego llegaron los franceses (algunos exiliados a la caída de Napoleón Bonaparte) y, en menor medida, alemanes e italianos. 

El Gobierno de Rivadavia trajo los primeros artistas, científicos, técnicos y sabios europeos. Con las guerras civiles y el régimen rosista continuó el lento crecimiento de la colectividad inglesa, en detrimento de las demás. Por esos años, Sarmiento, en sus obras, alentaba la inmigración como manera de revertir la natural tendencia al ocio que él observaba en nuestros habitantes. Juan Bautista Alberdi sostenía algo semejante: "Un hombre trabajador es el catecismo más edificante".

Avellaneda coincidiría plenamente con tales ideas. En su gestión, se sostenía: "Todo está salvado cuando hay un pueblo que trabaja". Había que hacer trabajar a los argentinos y la manera más práctica era inyectando, rápidamente, sangre de inmigrantes, que vinieran a trabajar y a enseñar las bondades del trabajo a nuestros gauchos. 

viernes, 25 de agosto de 2017

Avellaneda, el presidente que educó a los argentinos y pobló el país - Parte 2



En 1874, Avellaneda asumió la Presidencia, con treinta y siete años de edad. Todo un récord, hasta el día de hoy. A poco de asumir, los seguidores de su adversario en las urnas, Bartolomé Mitre (que sólo había ganado en Santiago del Estero, Buenos Aires y San Juan), se levantaron en armas. Avellaneda sofocó esta sublevación, con bastante benevolencia, a los pocos meses.

El siguiente problema que debió enfrentar el joven mandatario fue una importante crisis económica, que conjuró instaurando un duro plan de ajuste fiscal, despidiendo a más de seiscientos empleados públicos, dando el propio presidente ejemplos de austeridad. A los pocos meses, apareció, por primera vez en la historia, el campo argentino, para salvar la situación económica del país. 

La producción cerealera, la incipiente industria frigorífica y los buenos precios internacionales, sumados al plan de austeridad pública de Avellaneda, sacaron rápidamente al país de la crisis.

Para Avellaneda, el poblamiento del territorio nacional era una cuestión de Estado.

El Presidente podía ahora ocuparse de las cuestiones importantes. Avellaneda era consciente de que la Argentina tenía un extenso territorio, con un grave déficit poblacional para poder desarrollarse armónicamente. El mandatario decidió, entonces, cumplir con el pedido de la Constitución de 1853, que, además del preámbulo ("y para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino"), el antiguo artículo 25 disponía: "El Gobierno federal fomentará la inmigración europea; y no podrá restringir, limitar ni gravar con impuesto alguno la entrada en territorio argentino de los extranjeros que traigan por objeto labrar la tierra, mejorar la industrias, e introducir y enseñar las ciencias y las artes".

A tal fin, Avellaneda envió al Congreso su proyecto de ley de "Inmigración y Colonización", donde sostuvo, como cuestión de Estado, el poblamiento del territorio nacional, el cual sería el germen de la actual conformación social de nuestro país, donde casi todos descendemos de inmigrantes.

Avellaneda, el presidente que educó a los argentinos y pobló el país - Parte 1

Llegó a la cabeza del Ejecutivo por los méritos que hizo como impulsor del plan sarmientino de instrucción pública. Bajo su mandato, se inició un proceso de inmigración que dio forma a la sociedad argentina.

Nicolás Avellaneda fue el mandatario más joven de la Argentina. Inauguró y finalizó su mandato con sendas revoluciones, que se oponían tanto a su asunción como a una de sus decisiones más sabias y polémicas: la capitalización de la ciudad de Buenos Aires. Su gestión se caracterizó por una serie de medidas y decisiones trascendentes que contribuirían a forjar la Argentina moderna. 
Entre ellas, se destacan: el notable impulso a la educación, la ampliación de las fronteras del país, con la incorporación de la Patagonia oriental y el Chaco austral a la soberanía argentina, la implantación de un plan de austeridad en las finanzas públicas, la extensión de las líneas férreas y el impulso a la actividad económica privada. Esto último especialmente en materia de exportación de cereales e implantación de los primeros frigoríficos. 
Pero Nicolás Remigio Aurelio Avellaneda sería más recordado por la ley de inmigración y colonización (nº 817) promulgado bajo su mandato, el 19 de octubre de 1876.

El Presidente había nacido el 3 de octubre de 1837 en San Miguel de Tucumán. Cuando tenía apenas cuatro años de edad, su padre, Marco Avellaneda, fue ejecutado en Metán por órdenes del general federal oriental Manuel Oribe, quien seguía instrucciones de su jefe, don Juan Manuel de Rosas. La ejecución de Marco, líder y alma de la Coalición del Norte que se había armado contra el dictador porteño (y que aspiraba a organizar el país bajo el dictado de una constitución democrática) fue cruel y atroz. Fue decapitado y su cuerpo desmembrado a la vista de todos; su cabeza se exhibió en una pica durante varios días, en la actual plaza Independencia de San Miguel de Tucumán, en 1841.

Pese a esta traumática experiencia, el joven Nicolás pudo superar este trance y, lejos de exteriorizar, a lo largo de su vida, un espíritu revanchista o resentido contra los antiguos rosistas, fue siempre leal, tolerante, magnánimo y respetuoso de todos, aun de sus más acérrimos opositores. En 1868, cuando tenía treinta y un años de edad, Domingo Faustino Sarmiento lo designó ministro de Justicia e Instrucción Pública. Avellaneda fue el principal impulsor y ejecutor del plan sarmientino de educación, por el cual todos hoy recordamos al presidente sanjuanino. Fue tan exitosa su gestión que desde allí se presentó directamente a la Presidencia de la Nación, apoyado por el propio mandatario saliente.



jueves, 24 de agosto de 2017

Jujuy, la sangre india - Parte 3

Durante las guerras por la independencia, Jujuy se convirtió en el escenario de las batallas entre el Ejército del Norte y las fuerzas realistas. 


Pasados dos años de la Revolución de Mayo, Jujuy entregaba sus mejores hijos. La poca formación militar, a lo que se sumaba la carencia de elementos necesarios y la inferioridad numérica, llevaron a la consecuencia lógica de las derrotas de Cotagaita, Nazareno y Desagüadero. Poco pudieron hacer los jefes patriotas que sucesivamente asumieron el mando del Ejército del Norte, como Francisco Ortiz de Ocampo, Antonio González Balcarce, Juan José Castelli y Juan Martín de Pueyrredón. 


Sólo el triunfo del 7 de noviembre de 1810 en Suipacha, que constituye la primera victoria argentina en la guerra de la independencia, lograda por los gauchos del Norte comandados por Martín Miguel de Güemes con apoyo del capitán porteño Balbastro, eleva y mantiene aún la fe. La figura de Manuel Belgrano es de sobra conocida por todos los argentinos y en particular por los jujeños, que han hecho de él el héroe por antonomasia de la emancipación nacional. 


Belgrano llegó a Jujuy el 19 de mayo de 1812 y allí recibió el saludo del pueblo en general que veía en el Ejército del Norte, y en su nuevo jefe, la solución a la amenaza de la invasión realista. 

La situación era clara y sus lineamientos generales se ajustaban a lo previsto por el gobierno, las circunstancias colocaban a Belgrano ante un duro trance. Ante el avance del enemigo, Belgrano dispuso que el coronel Diaz Velez retomara el mando de la vanguardia en Humahuaca. 


En la noche del 22 de agosto se impartió la orden definitiva de abandonar el pueblo y al amanecer del día siguiente toda la ciudadanía jujeña abandonó la ciudad. A media tarde salió el grueso del ejército, en tanto que Belgrano recién salía a la medianoche. En la noche del 23, la retaguardia patriota era atacada desde diversos lugares y solo pudo salvarse gracias a la acción enérgica del capitán Zelaya, quien organizó el repliegue bajo el fuego enemigo. 

HIPERHUMOR - LA FARMACIA

uebracho Herrado - El pueblo testigo de una batalla histórica - Parte 4



En esta situación, aproximadamente a las 14, a unos 15 kilómetros al sur de lo que hoy es la localidad, lo atacaron.
Hasta las 16, el combate fue favorable a Lavalle, pero sus escuadrones ya no evolucionaron con la misma fuerza. Lavalle, en lugar de dominar el campo de batalla como general en jefe, prefirió convertirse en un oficial más. Nadie mandaba en la línea unitaria. Cada jefe campeó por sus honores. Al retirarse Lavalle, convencido de haber perdido la batalla, todavía ordenó que se resistiera a pie firme el choque de los enemigos.

El triunfo federal fue absoluto. De los 4200 hombres que componían el ejército unitario, Lavalle en esa jornada perdió 1500 hombres. Según recordó Ubry, de esta lucha que se hizo en varios kilómetros cuadrados, con la participación de casi 11.000 hombres, quedaron "fusiles rotos, sables, bayonetas, machetes, lanzas de hierro, ropas y arneses caídos, Luises de oro, boleadoras indias, balas de cañón". Todo quedó para que el generoso arado las saque a lo largo de años de trabajo. Hoy, son campos de labranza pertenecientes a las familias Ambrosino y Rivero Haedo.

La pulpera

No puede pensarse que un pueblo tan pequeño pudiera encerrar tanta historia. Quebracho Herrado no sólo fue escenario de una sangrienta batalla , sino que la leyenda popular le atribuye "el honor" de haber sido visitado por la famosa Pulpera de Santa Lucía, personaje de la pieza musical de Maciel y Blomber.

El vals surgiría de la memoria de un criollo que se remonta a la época de Rosas. La presencia de la mujer obedece a que se canta que "la llevó un payador de Lavalle cuando el año 40 moría". Se cree que la Pulpera de Santa Lucía pernoctó en la zona, porque había en el ejército un payador al se le habría autorizado llevar a su amada, llegando ambos al fuerte de Quebracho Herrado junto con Lavalle.

Por Patricia Angeletti


Para LA NACION

uebracho Herrado - El pueblo testigo de una batalla histórica - Parte 3


Lo cierto es que su trascendencia residió en que esta batalla dio término a la campaña del ejército libertador y a las esperanzas unitarias de derrocar a Rosas, quien, por el contrario, se afianzó en el poder.

Los hechos históricos marcan la memoria de un pueblo y así es que la batalla de Quebracho Herrado, con sus apenas dos horas de duración, no puede pasar inadvertida por quienes habitan la cercanía del lugar. De eso da fe el monolito ubicado en pleno campo, que no identifica vencedores ni vencidos, sino que ser un homenaje a los hombres que dejaron sus vidas en el campo de batalla, en la lucha por mantener sus ideales.

En este mismo lugar, todos los años, cada 28 de noviembre, ningún vecino quiere faltar a la cita para recordar la histórica batalla. Así es que junto a la vieja estación de trenes se organizan distintas actividades, todas ellas con sabor criollo, como muestras de doma y jineteada, pruebas de destreza, danzas y canciones folklóricas, asado y empanadas y, como broche de oro, no podrá estar ausente algún payador que recuerde los versos de Hugo Bagnera que decía: "Diezma la fila unitaria tantas cargas federales, prometiendo a sus rivales largas horas funerarias, cada vez más solitaria la bandera de sus huestes y en el panorama agreste triste de Quebracho Herrado, el campo queda sembrado de chaquetillas celestes".

Combate desigual

En este campo adonde fue la batalla, según relató el historiador Julio R. Ubry, no había agricultura, sino pajonales grandes y llenos de hormigueros, arbustos espinosos y algún montecito de quebrachos que no eran de la zona, pero allí se habían formado.
Luego de apoderarse de la ciudad de Santa Fe, Lavalle se dirigió a Córdoba para unirse a las tropas de Lamadrid, y que le proveyeran de caballadas. En tanto, el general Oribe, con un ejército de 5000 hombres de caballería, 1000 de infantería y un escuadrón de indios amigos, lo persiguió tenazmente. Lavalle se retrasó y debió enfrentar solo a las tropas rosistas.

Los dos ejércitos eran numerosos. Oribe, por su parte, estimó el de Lavalle en 4200 combatientes. A su vez, Lavalle decía que Oribe contaba con 5000 hombres de infantería, con 1000 infantes de caballería, toda bien alimentada y reposada.
En el amanecer del 28 de noviembre de 1840, la caravana unitaria distaba a dos leguas de la laguna de Quebracho Herrado, punto donde tenían que hacer el alto y dar de beber a las tropas y a los caballos, ya que hacía cuatro días que algunos no comían ni bebían.

uebracho Herrado - El pueblo testigo de una batalla histórica - Parte 2


Así es Quebracho Herrado, una localidad que nada tendría de diferente a otros asentamientos distribuidos como mojones en los fértiles campos generosos en trigo y soja que afloran en el centro de nuestro país.

Los restos de la famosa batalla entre hermanos argentinos empezaron a aparecer después del desmonte que anunciaría a la espiga de trigo que ganó esos campos.

No son pocas las familias que conservan en sus viviendas algunos "recuerdos" de la contienda mientras que en el Museo Raúl Machado (en alusión al pintor oriundo de estos pagos), emplazado por la Agrupación Gaucha Fortín General Lavalle, se exhiben balas de fusil y cañón, puntas de lanza, sables, bayonetas y fusiles de todo tipo, que fueron recuperadas por los propietarios de terrenos del lugar como elocuente testimonio histórico.

Más allá de los vencedores y vencidos que dejó la batalla de Quebracho Herrado, quienes residen en esta región del país recuerdan con especial sensibilidad esta batalla que dio carácter histórico a un pueblo tan pequeño.

Para referirse al escenario del acontecimiento sólo hay una denominación, paradójica, que evoca al militar vencido: Campo Lavalle. Es así que todos identificarían al impreciso espacio donde el ruido de la artillería rompió el aburrido silencio de la llanura.

No sólo el campo de batalla recibió el nombre del general que luchó contra Rosas. La agrupación gaucha local se conoce como Fortín General Lavalle y la escuelita rural se bautizó General Lavalle.

Una batalla importante

El historiador Carlos Montiel intentó destacar la relevancia de la batalla de Quebracho Herrado recordando que "en Caseros se estima que participaron 46.000 combatientes, en Pavón 39.000, en Cepeda 23.000 y en Quebracho Herrado 10.800 argentinos. 

Incluso agregó que "en el combate de San Lorenzo sólo intervinieron 370 hombres y en Quebracho hubo más muertos que en la Guerra de las Malvinas. Sin embargo, no se la tiene en cuenta como se debería", advirtió.


uebracho Herrado - El pueblo testigo de una batalla histórica - Parte 1


En Quebracho Herrado se enfrentaron las fuerzas federales y unitarias, y sus pobladores homenajean hoy al vencido en la contienda, el general Lavalle

QUEBRACHO HERRADO.- Hace 164 años (en el año 2005, fecha de la nota), la derrota del ejército comandado por el unitario general Juan Lavalle ante las tropas federales llevó a un pequeño pueblo cordobés a ocupar un sitio privilegiado en la historia argentina. 
El exterminio del Ejército Libertador signó la vida de una comunidad que, aunque suene paradójico, recuerda a esta región con el nombre del general vencido: Campo Lavalle.

A 20 kilómetros al oeste de la ciudad de San Francisco, muy próximo al límite con la provincia de Santa Fe, un cartel de grandes dimensiones invita a conocer un pequeño "pueblo con historia". Es que precisamente, Quebracho Herrado es eso, un pueblo mencionado en muchos textos de historiadores argentinos por haber tenido lugar en ese paraje, el 28 de noviembre de 1840, la sangrienta batalla conocida como Quebracho Herrado.

El nombre del lugar se debe a un robusto árbol de quebracho con un hierro clavado en el tronco, que se utilizaba como referencia para delimitar las provincias de Córdoba y Santa Fe. Tal denominación data del primer motivo que llevó al pueblo a los libros de historia: la creación en 1816 del Fuerte Posta, un paso obligado en el camino que unía Córdoba con Santa Fe.

Lugar tranquilo

Por las tardes, cuando el sol cae y el trajinar diario se apacigua, los vecinos se concentran en el bar que mira hacia la inmensa plaza central. Allí el entretenimiento obligado es la charla amena entre paisanos, la organización de algún partidito de bochas y la tirada de naipes sobre la mesa rústica de madera, todo ello bañado por algún buen vino o el siempre solicitado vermut.

En tanto, las mujeres prefieren en las tardes cálidas convertir a las veredas en escenario de sus citas entre amigas y allí, sumándose más tarde los varones de la casa, se suceden largas horas de tertulia en las que no falta el mate amargo.

Las calles, apacibles, son en su mayoría de tierra. No se conoce de semáforos ni de tránsito fluido, tampoco hay grandes tiendas ni menos shoppings que se atrevan a reemplazar al almacén de ramos generales en donde la atención al público es una cuestión que se transmite de generación en generación.


martes, 22 de agosto de 2017

La fundación de Jujuy - Parte 2

El capitán Pedrero de Trejo había sido designado para la fundación de Jujuy, pero como pasó un tiempo sin que lograra formar un ejército para la misión, Argañarás solicitó a Trejo que le cediera sus derechos. Al haberlo hecho, la comisión fue confirmada por Ramírez de Velasco el 25 de enero de 1593. Argañarás tenía orden de buscar el mejor sitio para que la ciudad contase con agua, pastos y montes; y el compromiso de sostener a la población durante el lapso de seis años. Con unos treinta hombres recorrió el valle de Jujuy y fundó la ciudad de San Salvador de Velasco el 19 de abril 1593.

Este emplazamiento “entre ríos” que corren a corta distancia motivó que su plano de fundación fuera un rectángulo alargado de diez manzanas por cuatro, cada una de las cuales medía 440 pies de lado ( 126 m ). Las calles, a su vez, tenían 35 pies ( 10 m ) de ancho.

En los meses siguientes se reunieron con él su esposa Bernardina y los numerosos hijos del matrimonio. Luego del acto fundacional, Argañarás se convirtió en el primer Teniente de Gobernador de Jujuy, en funciones hasta el 7 de junio de 1596.

Después de varios intentos frustrados de emplazamientos españoles en la zona, territorio de los Jujuy o jujuyes parcialidad de la etnia omaguaca, se inició el cierre del cerco en torno a los aborígenes y proporcionó una crucial escala para el comercio del Tucumán con Perú y Alto Perú. La ciudad progresó escasamente en los primeros tiempos: la cantidad de 45 vecinos al fundarse la ciudad en 1593 se redujo a 9 en 1607.

Durante la Guerra de la Independencia Argentina a inicios del siglo XIX, Jujuy fue uno de los principales baluartes encontrándose muchas veces en pleno frente de tal guerra. Se convirtió en capital de la provincia desde el momento en que Jujuy se separó de Salta, en 1834.

Primera fundación

En el lugar donde actualmente se encuentra el barrio Ciudad de Nieva, en las planicies altas sobre el Sivi Sivi, el 20 de agosto de 1561, por disposición de Pérez de Zurita, entonces Gobernador de Tucumán, y con el ritual de costumbre fue fundada por Gregorio de Castañeda la primera ciudad jujeña, llamada de Nieva, en homenaje al Virrey del Perú. En muy precarias condiciones subsistió el escaso poblado hasta 1563, fecha en la cual el cacique Juan Calchaquí y un grupo de indios se rebelaron contra Castañeda, incendiaron y destruyeron la modesta ranchería.

Segunda fundación

El valle de Jujuy era punto estratégico, ya que por allí convergían las rutas procedentes del Perú y las que se abrían hacia la progresista región del sur uniéndose al Atlántico. Por ello el 13 de octubre de 1575, Don Pedro de Zárate fundó, en la zona llamada Punta Diamante por la cercana unión de los ríos que flanquean la ciudad (el Grande y el Chico), la ciudad de San Francisco en la nueva provincia de Alava, donde actualmente se encuentra el Cementerio del Salvador. La ciudad alcanzó escasamente un año de vida, ya que también fue destruida por las hordas salvajes.

Tercera fundación

El comercio con el Alto Perú se había resentido y ello hizo que el monarca español ordenara que se repitieran los esfuerzos para hacer una nueva fundación. Es así como Juan Ramírez de Velasco designó al capitán Francisco de Argañarás y Murguía para dicha tarea. El 19 de abril de 1593, en el lugar donde está emplazada actualmente la Plaza Belgrano, siendo un lunes de Pascua de Resurrección y bajo la invocación del Salvador, Argañarás dejó establecida la fundación de San Salvador de Velasco en el Valle de Jujuy donde quedó definitivamente asentada.

La fundación de Jujuy - Parte 1



La llamada “Tacita de Plata” nacía un Lunes de Pascua de Resurrección de 1593, un 19 de abril bajo el amparo de su Patrono el Santísimo Salvador luego de varios intentos frustrados.

San Salvador de Jujuy tuvo tres fundaciones. La primera se llamó Ciudad de Nieva, fundada por Gregorio de Castañeda el 20 de agosto de 1561, por disposición de Juan Pérez de Zurita, gobernador de Tucumán; en donde actualmente se emplaza el barrio Ciudad de Nieva.

La segunda ciudad fundada se llamó San Francisco de Álava, el 13 de octubre de 1575 por don Pedro Ortiz de Zárate, en la unión de los ríos Grande y Xibi Xibi, lugar conocido como Punta diamante. La fundación definitiva fue en abril de 1593, se instaló en el centro, equidistante de las anteriores fundaciones.

La llevó a cabo Francisco de Argañarás y Murguía con el nombre de “San Salvador de Velazco en el Valle de Jujuy” el 19 de abril de 1593, en donde actualmente está ubicada la plaza Belgrano. Francisco de Argañarás y Murguía, responsable de la tercera y definitiva fundación de la capital de Jujuy, había nacido en Amezqueta, Guipuzcoa, país vasco, en el año 1563.

El 17 de julio de 1586 Argañarás llegó al Tucumán como Maestre de Campo de Juan Ramírez de Velasco, gobernador de la región. Se estableció en Santiago del Estero, donde los documentos lo registran como titular de encomiendas y regidor del Cabildo.  Allí se casó con Bernardina Mejía de Miraval y Mancho, hija de Hernán Mejía de Miraval y Vega, conquistador del Perú y del Tucumán, quien era también encomendero en Santiago del Estero.




lunes, 21 de agosto de 2017

TRATADO DEL CUADRILÁTERO (15-22 de enero de 1822) - Parte 3


Además, las provincias del litoral alcanzaron una antigua ambición ya que lograron la libre navegabilidad de los ríos interiores. Las cuestiones limítrofes entre las signatarias serían resueltas por el futuro Congreso, fijándoselos en esta oportunidad de modo provisorio. Entre Ríos Y Corrientes tendrían como límites los arroyos de Miriñay y Guayquiraró, y con la provincia de Misiones, la tranquera de Loreto (art.3). El territorio de Misiones, obtendría la libertad de conformar su propia organización política, pudiendo solicitar la protección de cualquiera de las provincias firmantes. Para declarar una guerra se debería contar con el consentimiento de estas cuatro provincias (art.6), como excepción a la postura de mantener la paz, como principio, estableciéndose un sistema de mediación para evitar enfrentamientos bélicos (art.5).

Buenos Aires, vendería armas a las otras tres provincias (art.7). Con respecto al Congreso a reunirse en Córdoba, el artículo 13 del Tratado juzgaba conveniente que las provincias firmantes se abstuvieran de concurrir, por el estado de indigencia en que se encontraban, Entre Ríos, Corrientes y Santa Fe. Los artículos 10, 11 y 12, disponían que Entre Ríos debía devolver todas las propiedades pertenecientes a Corrientes obtenidas por el accionar de Francisco Ramírez, realizándose un intercambio de prisioneros. Por el artículo 14, cabía la posibilidad de reunir otro congreso, cuando llegase la oportunidad, convocado por alguna de las provincias contratantes. El Congreso de Córdoba, así, estuvo condenado al fracaso. Dos años más tarde, se reuniría un Congreso en Buenos Aires.

Estas concesiones otorgadas por Buenos Aires a sus provincias aliadas, no eran gratuitas, sino que se basaban en la necesidad de contar con su ayuda, ante un avance expansionista por parte del imperio del Brasil, sobre cualquiera de ellas. Recordemos que la Banda Oriental se había anexado como Provincia Cisplatina al Brasil, el 31 de julio de 1821. El emperador del Brasil, el príncipe Pedro, podría aprovechar la situación conflictiva de las provincias vecinas para integrarlas también a su dominio, y por eso era menester lograr un bloque integrativo y de defensa común para hacer desistir al Brasil de su propósito. Por eso el tratado incluía una parte pública, pero también un pacto secreto, donde las cuatro provincias realizaban una alianza contra la invasión a cualquiera de ellas, por parte de alguna potencia extranjera (art.1 del acuerdo secreto).

Entre Ríos y Corrientes debían indemnizar a Santa fe, por las incursiones realizadas por Ramírez, estimándose su monto en 1000 cabezas de ganado vacuno y 600 caballos (art.2 del tratado secreto).

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TRATADO DEL CUADRILÁTERO (15-22 de enero de 1822) - Parte 2



Centralismo porteño

Buenos Aires, no estaba dispuesta a perder su hegemonía, y por eso, si bien mandó sus representantes al congreso de Córdoba, fue solo para guardar apariencias. Convenció a su nueva aliada, Santa Fe, de que aquel congreso no era de utilidad. Primero, bajo el impulso de Rivadavia, argumentó que no había llegado el momento oportuno de la organización nacional, pues persistía la lucha contra Ramírez.

Desaparecido este problema se valió de la falta de potestad legislativa y la representación, que no respetaba la proporción con la cantidad de habitantes de cada provincia. Finalmente calificó de imprudente la reunión al no existir aún la estabilidad deseada. Sin embargo, decidió hacer su propia alianza litoraleña, donde su posición era de liderazgo, dejando afuera a Córdoba.

Así, se arribó a un acuerdo entre cuatro provincias: Buenos Aires, representada por su Ministro de Guerra, el Coronel Mayor, Francisco de la Cruz, Corrientes, por el Cura de las Ensenadas, Nepomuceno Goitía, Santa Fe, por el secretario de Gobierno, Francisco Seguí, y Entre Ríos, por Casiano Calderón, Presidente del Congreso Provincial Entrerriano. De allí el nombre de "Tratado del Cuadrilátero", celebrado en la capital de la provincia de Santa Fe de la Vera Cruz desde el 15 de enero, hasta el 25 de enero de 1822.

Si bien Buenos Aires ansiaba su posición privilegiada, en los diecisiete artículos del Tratado renunció a esa situación, reconociéndose a todas en un pie de igualdad en su libertad, independencia, derechos y representación (art.1) se establecía la paz y amistad sincera entre ellas (art.1), y todas se sometieron mutuamente ante problemas de invasiones extranjeras (art.2), comprometiendo auxilio en pos de la defensa común (art.4) y estableciendo una liga para contribuir a mantener la integridad territorial (art.3) ante cualquier ataque de algún otro país americano o de otra provincia.
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TRATADO DEL CUADRILÁTERO (15-22 de enero de 1822) - Parte 1



Antecedentes

Luego de la Batalla de Cepeda (01/02/1820), en la que el caudillo santafesino Estanislao López y el entrerriano Francisco Ramírez invadieron Buenos Aires para exigir la disolución del gobierno nacional y el fin del centralismo porteño, las provincias que formaban “Las Provincias Unidas del Río de la Plata” se separaron del gobierno nacional, asumiendo una “Autonomía Provincial”.

Luego de esta batalla, en Buenos Aires (y luego de varios gobernadores diferentes y momentos de caos y crisis) fue elegido gobernador Martín Rodríguez, quién finalmente logró restablecer el orden en su provincia. Finalmente, Rodríguez decidió tratar de concluir la guerra con la provincia de Santa Fe para restablecer la paz y seguridad en la campaña. Estanislao López, con la economía de su provincia devastada, aceptó las negociaciones.

Dadas las exigencias de Santa Fe de recibir una compensación económica por los gastos de la guerra – rechazada por Martín Rodríguez - la provincia de Buenos Aires se comprometió a entregar 25.000 cabezas de ganado como indemnización, siendo el hacendado Rosas garantía de su cumplimiento.

Superadas las dificultades, el tratado fue firmado en la estancia de Tiburcio Benegas el 24/11/1820, con el gobernador de Córdoba, general Juan Bautista Bustos, como mediador y garante. Además de firmar esta prenda de paz, Buenos Aires accedió a enviar delegados al congreso a convocarse en Córdoba y Rosas, en un acuerdo privado correlativo, prometió entregar 25.000 (luego en realidad 30.000) cabezas de ganado a Santa Fe. El tratado tuvo importantes resultados: la paz entre las dos provincias duró treinta años, se removió al caudillo de Entre Ríos, Francisco Ramírez, de la posibilidad de intervenir en las relaciones entre Buenos Aires y Santa Fe y creó una alineación política enteramente nueva.

Santa Fe obtuvo las bases para una nueva prosperidad y Juan Manuel de Rosas, por primera vez, se hizo conocer y produjo un importante impacto político fuera de su provincia natal de Buenos Aires. El gobernador cordobés, Bustos, sin embargo, vio naufragar su proyecto de organizar federativamente el país desde la reunión de un Congreso reunido en su provincia, tal como se había dispuesto en el Pacto del Pilar, ya que nunca pudo concretarse.

lunes, 7 de agosto de 2017

Historia y Límites del Barrio de Chacarita – Parte 2



El puente Intendente Martín Noel, ubicado en la Avenida San Martín es bastante característico del barrio y es una de las vías más rápidas para cruzar de este a oeste, pasa sobre las vías del Ferrocarril General San Martín y también entre las calles Chorroarín y Punta Arenas. Fue uno de los primeros puentes en la Ciudad de Buenos Aires.

El desarmadero de autos en la Avenida Warnes fue bastante famoso en una época. En la década de 1920 eran terrenos descampados y muchos de ellos se convirtieron en cementerios de autos, chatitas viejas, chocadas y/o destruidas.


Lo que motivo al nacimiento de numerosos desarmaderos, convirtiéndose en el destino de numerosos autos negociados al margen de la ley y era normal que ante la desaparición de un automóvil, la gente recurriera a Warnes para tratar de ubicarlo antes de su rápida conversión en repuestos. Durante la Segunda Guerra Mundial esa industria movía grandes capitales, que además le dio una gran fisonomía al barrio. En los últimos cuarenta años los negocios poco a poco fueron desapareciendo y en su lugar llegaron negocios de autopartes y servicios, donde hay numerosos grupos de mecánicos, revendedores y automovilistas trabajando en esa zona, en donde se pueden obtener repuestos a los mejores precios u otros difíciles de conseguir.


http://comuna15buenosaires.blogspot.com.ar/p/historia-de-los-barrios-de-la-comuna-15_18.html

Historia y Límites del Barrio de La Paternal – Parte 1




La Paternal es uno de los barrios de clase media más representativos de la Capital Federal y fue fundado en 1904. Su nombre se debe (para algunos) al pedido de una Sociedad de Seguros llamada “La Paternal” que era dueña de numerosos terrenos de la zona, para otros (en cambio) se debe a una pulpería de la zona, donde en ella paraban las carretas que iban a Lujan pasando por el “camino a Monero”.  Al igual que en otros barrios, los límites del imaginario colectivo se extienden más allá de los limites oficiales establecidos.  Por ejemplo: el  guitarrista Norberto Napolitano (Pappo) siempre fue vecino de Villa General Mitre –vivía en Artigas y Camarones- pero en la mente clásica del subconsciente colectivo siempre fue vecino de La Paternal. Situación similar vive la Asociación Atlética Argentinos Junios, cuyo estadio ubicado en la manzana de Boyacá, San Blas, Juan Agustín García y Gavilán está en el barrio de Villa General Mitre y no en La Paternal como todo el mundo cree. La nueva Ley de Comunas de la Ciudad de Buenas Aires ubica a La Paternal y Villa General Mitre en comunas diferentes (15 y 11 respectivamente).

El barrio se ubica en el centro de la metrópolis porteña. Está compuesto por las calles Chorroarín, Av. Del Campo, Av. Garmendia, Warnes, Paysandú, Av. San Martín, Álvarez Jonte, Gavilán, Arregui y Av. San Martín. Limita al norte con los barrios Parque Chas y Villa Ortuzar, al noroeste con Chacarita, al este con Villa Crespo y al Oeste con Villa del Parque, Agronomia y el mencionado Villa General Mitre.

En La Paternal, al ser fundamentalmente un barrio residencial, predominan las casas. Los centros estan mayormente en la Avenida San Martín (su calle principal). La comunidad de La Paternal distingue tradicionalmente tres sectores del barrio: La Paternal propiamente dicha, La Isla (espacio delimitado por el Cementerio de la Chacarita, por el parque de la Facultad de Agronomía y por las vías de los Ferrocarriles Mitre y Urquiza) y Paternal Norte que limita con los barrios Villa Ortúzar y Parque Chas.

En 1887 fue inaugurada la estación Chacarita (denominada La Paternal en 1904). A comienzos de los años 1900 empezó a empedrarse con adoquines de granito contrayéndose en la zona céntrica un cantero de ocho metros de ancho, donde posteriormente se colocaron las vías del tranvía Lacroze.

La leyenda del Arroyo Maldonado cuenta que en el antiguo Buenos Aires existieron pequeños cursos de agua que desde las barrancas desembocaban en las bajas o el Riachuelo. Muchos de estos cursos de agua aparecían y desaparecían con las grandes lluvias, en cambio cuatro o cinco arroyos tenían un caudal más o menos estable y permanente: uno era el Piojo de la Boca, el otro el Cildañez (que va desde la zona que actualmente es Mataderos hasta el Riachuelo), los arroyos Vega y Medrano (ambos en la zona de Belgrano) y por último el mencionado Arroyo Maldonado que atravesaba a toda la ciudad. El Maldonado era por lejos el más famoso de todos, su curso hoy día continua entubado y por debajo de la actual Avenida Juan B Justo terminando en Palermo para llegar al Río de La Plata.


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miércoles, 2 de agosto de 2017

Historia de Chascomús - Parte 3

Los reclamos del autonomismo se manifestaron varias veces en proyectos de Ley que no prosperaron por propia decisión de la Legislatura, siendo el más recordado el de 1974, que tuvo media sanción en Diputados pero fue desestimado en el Senado. En esa oportunidad vecinos de Chascomús y la zona rural se opusieron, al igual que hoy, al desmembramiento del Partido y concretaron movilizaciones a la ciudad de La Plata y medidas en Chascomús.

En la década del noventa y tras valorar la baja calidad de las tierras que integraron el no concretado Municipio de Biedma, los autonomistas cambiaron radicalmente su pedido y establecieron un reclamo de tierras productivas más sustentables, perdiendo esta decisión todo tipo de antecedente histórico, sobre la base de una zona de influencia que no es tal, y que fue el origen del proyecto de Ley del ex Diputado Julio Alfonsín.

Aunque la edificación chascomunense ha sido arquitectónicamente modesta, resultan interesantes algunos solares, por ejemplo: el de la Capilla de los Negros, así llamada porque durante un largo período su principal feligresía fue constituida por descendientes de africanos. 

El edificio de la Municipalidad es atractivo arquitectónicamente, fue edificado sobre los cimientos del antiguo "Cabildo" y el antiguo "cabildo" a su vez fue edificado sobre el primitivo fortín fundacional.

Por su antigüedad también cabe hacer mención de "La casa de Casco", amplia vivienda que tras ser ejecutado su dueño al ser derrotada la rebelión de Los Libres del Sur pasó a ser un cuartel de las fuerzas rosistas, por este motivo muchas veces se le llama "Casa de Rosas". Sin embargo, aún en la actualidad el principal atractivo de la ciudad es la casi inmediata Laguna de Chascomús en la cual se practican la pesca y las actividades náuticas, pudiendo realizarse campamentos en sus orillas.







Historia de Chascomús - Parte 2



Chascomús, fundado en 1779, abarcó desde su inicio todas las tierras desde el río Samborombón hasta el río Salado, como un línea de frontera con el indio entre el sur y el norte del Salado, y como ejemplo alcanza con recordar que uno de los primeros lugares donde se pensó construir el que sería Fuerte San Juan Bautista fue la laguna Barrancas.

En este marco Chascomús ya fue declarado Partido en 1801, todavía bajo gobierno español, con funcionamiento entre tres límites naturales como eran los mencionados ríos y el Río de La Plata, caso prácticamente único en el país.

En 1864 se divide Chascomús y se crea el Partido de Biedma, que durante 30 años nunca se logra materializar ni en población ni en gobierno, aún inclusive cuando un interventor federal nombra en 1893 una comisión regularizadora; finalmente y tras reclamos de vecinos de Chascomús y la zona rural, que son el primer antecedente de la Comisión de Integración para el Partido de Chascomús y Vecinos Autoconvocados, en 1894 la Legislatura de la Provincia le restituye históricamente sus tierras a Chascomús .
Vale acotar al respecto que en ese entonces Manuel J. Cobo, verdadero nombre de la localidad conocida como Lezama, no existía, y recién en 1913 con la aprobación de un loteo tiene su origen.

Más tarde en 1918 se crea la Delegación Municipal en Manuel J. Cobo. Aunque se pretende establecer fechas anteriores, lo cierto es que en la segunda mitad del siglo XX algunos vecinos de Manuel J. Cobo inician un movimiento al que llaman autonomista con la intención de lograr se cree nuevamente el Partido de Biedma, que nunca se había concretado y menos aún tenido como cabecera a Manuel J, Cobo (Lezama) dado que esta localidad no existía. La sede de Biedma se había determinado debía establecerse en un paraje rural llamado La Azotea Grande.


martes, 1 de agosto de 2017

Historia de Chascomús - Parte 1



RESEÑA HISTORICA DE LA CIUDAD DE CHASCOMUS:

En 1582, dos años después de la fundación de Buenos Aires, Don Juan de Garay organizó una expedición de reconocimiento por el territorio que hoy ocupa el partido de Chascomús.


En 1640 se establece el primer poblador conocido, Don Luis Gaytán, que expresa la intención de "poblar una estancia de ganados mayores y menores". Pero recién en 
Chascomús, tuvo su origen con el Fuerte San Juan Bautista, fundado por el Capitán de Blandengues Don Pedro Nicolás Escribano el 30 de Mayo de 1779.

Este fuerte, antiguamente emplazado en el centro del casco histórico de nuestra ciudad, fue parte de una línea de avanzadas, cuyo objetivo era repeler los ataques indígenas, protegiendo así, a las poblaciones españolas que se encontraban enmarcadas por esta línea de fortines, también conocida como “la última frontera con el indio”.La construcción de este fuerte, el 30 de mayo de ese año, se considera la fundación de la ciudad de Chascomús, cabecera del actual partido.


Pocos años más tarde, en el año 1801, Chascomús es declarada Partido.

La historia de Chascomús, también tuvo inferencias en la historia Nacional. En 1.839, a la vera de nuestra laguna, se libró la Batalla de Los Libres del Sur, producto de una contienda entre los Hacendados del Sur y las fuerzas de Rosas, cuyo recuerdo y homenaje a los caídos se representa en un monolito, ubicado en la Av. Costanera España.

En 1846, se introduce a la Argentina el alambrado de campo que fue instalado por primera vez en el país, por Richard Newton en la Estancia Santa María (Partido de Chascomús).

En 1865 llega el Ferrocarril del Sud, Chascomús es punta de rieles y con ello, se convierte en una ciudad progresista y pujante. Tal es así, que poco tiempo después, en 1873, Chascomús es declarada ciudad, siendo entonces gobernador Don Mariano Acosta y  su primer Intendente sería Ramón Milani, en el año 1886.