jueves, 24 de agosto de 2017

uebracho Herrado - El pueblo testigo de una batalla histórica - Parte 3


Lo cierto es que su trascendencia residió en que esta batalla dio término a la campaña del ejército libertador y a las esperanzas unitarias de derrocar a Rosas, quien, por el contrario, se afianzó en el poder.

Los hechos históricos marcan la memoria de un pueblo y así es que la batalla de Quebracho Herrado, con sus apenas dos horas de duración, no puede pasar inadvertida por quienes habitan la cercanía del lugar. De eso da fe el monolito ubicado en pleno campo, que no identifica vencedores ni vencidos, sino que ser un homenaje a los hombres que dejaron sus vidas en el campo de batalla, en la lucha por mantener sus ideales.

En este mismo lugar, todos los años, cada 28 de noviembre, ningún vecino quiere faltar a la cita para recordar la histórica batalla. Así es que junto a la vieja estación de trenes se organizan distintas actividades, todas ellas con sabor criollo, como muestras de doma y jineteada, pruebas de destreza, danzas y canciones folklóricas, asado y empanadas y, como broche de oro, no podrá estar ausente algún payador que recuerde los versos de Hugo Bagnera que decía: "Diezma la fila unitaria tantas cargas federales, prometiendo a sus rivales largas horas funerarias, cada vez más solitaria la bandera de sus huestes y en el panorama agreste triste de Quebracho Herrado, el campo queda sembrado de chaquetillas celestes".

Combate desigual

En este campo adonde fue la batalla, según relató el historiador Julio R. Ubry, no había agricultura, sino pajonales grandes y llenos de hormigueros, arbustos espinosos y algún montecito de quebrachos que no eran de la zona, pero allí se habían formado.
Luego de apoderarse de la ciudad de Santa Fe, Lavalle se dirigió a Córdoba para unirse a las tropas de Lamadrid, y que le proveyeran de caballadas. En tanto, el general Oribe, con un ejército de 5000 hombres de caballería, 1000 de infantería y un escuadrón de indios amigos, lo persiguió tenazmente. Lavalle se retrasó y debió enfrentar solo a las tropas rosistas.

Los dos ejércitos eran numerosos. Oribe, por su parte, estimó el de Lavalle en 4200 combatientes. A su vez, Lavalle decía que Oribe contaba con 5000 hombres de infantería, con 1000 infantes de caballería, toda bien alimentada y reposada.
En el amanecer del 28 de noviembre de 1840, la caravana unitaria distaba a dos leguas de la laguna de Quebracho Herrado, punto donde tenían que hacer el alto y dar de beber a las tropas y a los caballos, ya que hacía cuatro días que algunos no comían ni bebían.

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