sábado, 28 de febrero de 2009

Secretos ocultos bajo las calles de Buenos Aires



El subsuelo de Buenos Aires sigue dando sorpresas: hay desde aljibes hasta grutas de estilo renacentista; los arqueólogos urbanos intentan resolver los misterios que esconde la ciudad

(La Nación) - Mucho se ha dicho sobre el subsuelo de la ciudad de Buenos Aires. Desde que esconde una red de túneles donde los jesuitas realizaban cruentas sesiones de tortura o una red pensada para el contrabando y para permitir el escape de algún gobernante de turno, hasta que oculta enormes tesoros escondidos durante el Virreinato...

Lo cierto es que, cada tanto, el suelo de una plaza se hunde y deja al descubierto extrañas construcciones subterráneas, y a veces lo mismo ocurre cuando una excavadora abre en la tierra para levantar un futuro rascacielos. Entonces, resulta evidente que el subsuelo porteño alberga algo más que cañerías, cloacas o playas de estacionamiento.

Y para resolver ese enigma trabajan arqueólogos urbanos, como Daniel Schávelzon: "Quien alguna vez pensó, imaginó u oyó que Buenos Aires tenía una red de túneles subterráneos siempre lo atribuyó a actividades oscuras, como el contrabando", comenta el fundador del Centro de Arqueología Urbana de la Universidad de Buenos Aires y autor de Túneles de Buenos Aires. Historias, mitos y verdades del subsuelo porteño (Sudamericana, 2005), donde da por tierra con leyendas centenarias.

También saca a la luz curiosidades como casas con pasillos bajo tierra para que entrara la servidumbre en otras épocas, grutas artificiales que pretendían imitar el estilo renacentista europeo o el búnker que Perón construyó para estar a salvo de un eventual ataque (ver "El búnker de Juan D. Perón"). En diálogo con La Nación, Schávelzon da un panorama de lo que más de veinte años de arqueología urbana le han enseñado sobre el subsuelo porteño.

Una red inconclusa

"Las distintas leyendas sobre los túneles de la ciudad de Buenos Aires han ido cambiando con los años —dice, sentado en el patio de su casa en el barrio porteño de Núñez—. Hasta fines del siglo XIX eran sitios oscuros y tenebrosos, utilizados por los jesuitas para torturar, castigar y guardar enormes tesoros.


"A comienzos del siglo XX, el movimiento hispanista da vuelta la historia: los jesuitas eran arquitectos buenos que quisieron ayudar a evacuar a la ciudad en caso de ataque -continúa-. En la década del 60, con las preocupaciones de la izquierda sobre el rol de la economía para explicar los hechos históricos, transforman a los túneles en conductos utilizados para el contrabando."

—Pero, ¿existe una red de túneles construida por los jesuitas?

—A comienzos del siglo XVIII hubo un proyecto de crear un sistema defensivo de la ciudad, en el cual participaron los jesuitas, que eran los únicos que contaban con arquitectos y constructores para hacer una obra de ese tipo. Su finalidad, creemos, era unir edificios importantes y permitir el escape, según el sistema clásico europeo de defensa. Pero no se pudo materializar en un complejo y por eso lo que quedó son sólo fragmentos debajo de edificios públicos. El centro habría estado en la Manzana de las Luces. Esta red iría hasta el Cabildo, a la Catedral, y desconozco si se extendía al Fuerte, porque nunca hemos encontrado nada. Pero no hay nada conectado, son fragmentos totalmente aislados.

—En las invasiones inglesas, ¿se cavó un túnel para colocar explosivos debajo de las tropas inglesas?

—Sabemos que a dos militares españoles se les ocurrió empezar a hacer un túnel desde uno de los túneles que estaban debajo de la Manzana de las Luces para llegar hasta la Ranchería, cruzando la calle, que ahí es donde estaban los soldados ingleses. Empezaron a cavar, pero no era tan fácil hacer el túnel y, antes de que terminaran, los ingleses se rindieron. Lo único que quedó es un tramo que nunca se usó y se conserva debajo del Colegio Nacional de Buenos Aires.

El Tercero del Sur

Aunque el primer túnel de Buenos Aires lo hizo en 1661 un ladrón que ingresó clandestinamente al Fuerte y robó una caja fuerte de madera, lo cierto es que buena parte de las obras que cruzan el subsuelo porteño tienen usos más cotidianos. La primera, quizá, sea un silo excavado en 1667 en el Fuerte del Buenos Aires colonial, con una cisterna de 6,5 metros de altura: "Muchas de las antiguas construcciones subterráneas tuvieron funciones utilitarias, que hoy nos resultan extrañas porque estamos acostumbrados a que el agua llegue a través de caños", comenta Schávelzon.

Pero no siempre fue así. Hasta poco después de 1880, la tierra debía ser excavada para tener agua para las tareas diarias. En 1887, la ciudad aún tenía unas 30.000 casas con pozos de agua o aljibes. "Había lugares que usaban mucha agua y que necesitaban depósitos enormes —agrega—; cualquiera que tuviera una caldera a vapor movía agua en cantidad. Y algunas de las construcciones para almacenarlas son más grandes que las que están arriba: uno baja y se encuentra con habitaciones abovedadas de 6, 7 u 8 metros de alto y se impresiona."

Y algo similar ocurría con los pozos ciegos en ausencia de desagües cloacales: "Se hacía uno y cuando se llenaba, se hacía otro. Hemos encontrado hasta 12 pozos en una misma casa, claro que construidos a lo largo de 300 años", dice.

"Por último, estaban los 'terceros', entubamientos de arroyos, como el Zanjón de Granados, que era muy molesto porque cuando crecía creaba un barrial que cortaba todas las vías de comunicación de Norte a Sur. Además, en el arroyo se tiraba la basura, pero como el agua no terminaba de llevársela se convertía en un pantano donde flotaba toda la basura. Eso obligó al municipio a realizar su entubamiento, una obra de cierta envergadura para la época."

Hoy, parte de las obras subterráneas del Zanjón de Granados o Tercero del Sur, excavadas por Schávelzon años atrás, se pueden visitar en el barrio de San Telmo (Defensa 755) restauradas por el dueño de la propiedad.

—¿Quedan muchas obras en Buenos Aires esperando ser restauradas?

—La lista es interminable... Hay trabajo para generaciones. El problema es que la destrucción va más rápido que lo que uno puede hacer. Por más que se tenga el apoyo del gobierno porteño, el dinero nunca alcanza. Y además hay un mito: si se encuentra algo en una obra en construcción y nos avisan, la obra se para. No es así. Estamos acostumbrados a hacer un trabajo de estudio en pocos días.



Aportado por Alejandro Alonso

Primer Aeropuerto Internacional Privado







El 26 de agosto de 1947, a iniciativa de un grupo de entusiastas de la aviación, se constituyó con capitales argentinos totalmente privados Aircom S. A., cuyo puerto es de uso civil y explotación comercial.


Los servicios brindados desde su inauguración fueron en constante crecimiento, y así en 1950 se estrenó la torre de control, para dar seguridad de operación a las aeronaves que lo utilizaban. En 1957, luego de tres años de ingentes esfuerzos y sin ayuda estatal, Aircom S. A. puso en funciones la primera pista pavimentada 16/34, entonces de 800 m de longitud.


Pero quienes dirigían la empresa no detenían sus inquietudes: el 8 de abril de 1961 el Aeropuerto Don Torcuato veía hecha realidad una de sus más caras ambiciones al ser autorizado para operaciones internacionales, con la incorporación consecuente de delegaciones de Aduana, Migraciones, Policía Federal y, lo más importante, la recepción de aeronaves con vuelos de y hacia el extranjero.


Poco después (1966), acorde con las necesidades de la aviación privada y sus operadores, el Aeropuerto Internacional añadía 400 m a su pista pavimentada 16/34, permitiendo la recepción de naves de mayor porte, incluso jets livianos, y en 1969 se instalaba el balizamiento eléctrico de la pista principal, a lo que se sumó (1981) una radiobaliza en 310 KHz.


Ya en 1995, con rodajes ensanchados, cabeceras y otras instalaciones remozadas y un nuevo balizamiento, el Aeropuerto Internacional obtuvo la condición H24, para ser hoy, en su cincuentenario, el segundo aeropuerto del país - cuyo movimiento de aeronaves (7.000 mensuales) sólo es superado por el del Aeroparque Metropolitano Jorge Newbery-, con más de 500 aviones basados permanentemente, y un ejemplo de dedicación y esfuerzo privado por el crecimiento de la aviación civil argentina.


Lo que en el '46 era sólo un pedazo de campo que había pertenecido a Torcuato de Alvear pronto se rodeó de casas, a las cuales el incipiente aeropuerto proveía de energía eléctrica con su grupo electrógeno, naciendo así el actual Barrio Aviación Don Torcuato.


http://www.galeon.com/tigre/textos/historia/aeropuer.htm

La Consulta de San Martín


"Corría el año 1816. Las tribus pehuenches, con su cacique Neycuñar al frente, se acercan al fuerte de San Carlos, en Cuyo. Las bocinas de cuero de los indígenas atronaban el espacio mientras las indias venían detrás, blandiendo emplumadas lanzas. A la vista del fuerte, las mujeres abren sus filas, mientras los indios lanzan sus caballos en desenfrenado galope en torno a las murallas. Desde el fuerte, cada cinco minutos un cañón de salva deja oir su bronco estampido, mientras los pehuenches replican golpeándose la boca y lanzando estentóreos alaridos. Pero no se trata de un malón sino de una invitación de San Martín a Neycuñar para parlamentar. Concluido el despliegue preliminar de fuerza, los capitanejos, con su cacique delante, entran en la plaza de armas. Y San Martín pide permiso para cruzar por tierra india para atacar a los realistas por los pasos de El Potrillo y El Planchón, petición aceptada por las tribus.
Esta reunión, conocida como "La Consulta" permitió a San Martín evitarse la inútil hostilidad de los indios y concentrar sus esfuerzos en derrotar a los españoles."
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AUTOR: La Razón,
TITULO: "José de San Martín"- bicentenario de su nacimiento.
LUGAR:Buenos Aires, sabado 25 de febrero de 1978.
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viernes, 27 de febrero de 2009

Regina Pacini & Marcelo Torcuato de Alvear: el dandy y la diva del canto


En 1907, el soltero más codiciado de la Argentina, Marcelo T. de Alvear, se casó con una soprano portuguesa consagrada, Regina Pacini, que dejó el bel canto para seguirlo en su destino de presidente de un país lejano. Hasta que murió, en 1965, ella llevaba todos los meses un enorme ramo de rosas a la tumba de su marido.

Mucha gente se acercó aquel sábado 29 de abril de 1907 a la iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación, construida en 1567 en el Chiado, el barrio céntrico de Lisboa, para ver de cerca una boda que prometía ser fastuosa. Se casaba Regina Pacini, la soprano ligera que era ídolo de los melómanos portugueses desde que, a los 17 años –casi dos décadas antes– había debutado en el Teatro Real de San Carlos, el coliseo operístico de Lisboa. Lo de Regina había sido debut y consagración: en la sala estaba la reina de Portugal, doña Amalia. Regina cantó La sonámbula, de Vincenzo Bellini, y el teatro se vino abajo. Del novio, en cambio, se sabía poco. Sólo que era un tal Alvear, millonario sudamericano. A las nueve en punto de la mañana se abrieron las puertas de la sacristía y una pareja avanzó hacia el altar. Pero, ante el desconcierto general, quienes aparecieron fueron... una criada y un agente de policía, rojos de vergüenza ante aquella multitud. ¿Qué había pasado? ¿Dónde estaban la prima donna y su novio potentado?

Marcelo Torcuato de Alvear y Regina Pacini se habían casado a las siete de la mañana, cuando la iglesia estaba desierta. Con aquella ceremonia casi clandestina culminaba (o quizás empezaba) una historia de amor que iba a desafiar varios tabúes de la sociedad argentina.

Marcelo Torcuato, nacido en 1868, era un joven alegre, expansivo, dicharachero. Se recibió de abogado sin problemas. Era aficionado a las parrandas, a las coristas, al goce de la noche. Un auténtico "niño bien". Su fortuna era inmensa. No solamente la que le había legado su padre, sino la que había obtenido de su madre, Elvira Pacheco, hija del general rosista Angel Pacheco. El efectivo de Alvear a comienzos del siglo XX rondaba el millón de pesos. ¡Un millón de pesos del año 1900!

Uno de los primos de Marcelo (el melómano Diego de Alvear) había escuchado a Regina Pacini en el Solís de Montevideo y le elogió a Marcelo la voz maravillosa de la jovencísima soprano ligera portuguesa. ¿Qué sintió Marcelo cuando escuchó a Regina cantar El barbero de Sevilla? Debió de ser algo muy fuerte. Dicen que cada vez que él la escuchaba en un escenario, los ojos se le llenaban de lágrimas. Esa misma noche se enamoró perdidamente. Le mandó varias docenas de rosas rojas y blancas y una pulsera de oro y brillantes. Regina, acostumbrada a los desbordes de sus admiradores, le devolvió la pulsera y partió de regreso a Europa. Pero Marcelo no dejaría escapar esa presa. Para él, viajar a Europa era como ir al café de la esquina. Empezó a recorrer los mejores teatros de Madrid, París, Londres, Montecarlo, Budapest, Odessa, y llenaba los camarines de Regina Pacini con miles y miles de rosas rojas y blancas.

En 1901, Regina volvió a Buenos Aires, esta vez para cantar en el teatro San Martín de la calle Esmeralda. En 1903, Marcelo, tras haberla seguido por medio mundo, se declaró y ella le dio el sí, pero puso como condición cantar cuatro años más.

Porque él, como no podía ser de otra manera en aquella época, le exigió que una vez casada dejara de cantar. Cuando finalmente se fijó fecha para la boda, la noticia consternó a la aristocracia argentina. ¡Aquella portuguesa fea y bajita había enganchado al soltero de oro, al mejor partido del país, por el que suspiraban las más bellas herederas, chicas de las familias Peña, Anchorena, Alzaga!

La resistencia de la sociedad porteña a aceptar a la Pacini (extranjera y, lo que era entonces un pecado imperdonable, artista) afloró en su segunda visita, cuando ya Marcelo no ocultaba su amor. Días antes de la boda, quinientas personas de su clase social le enviaron un telegrama al novio pidiéndole que "recapacitara".

La ceremonia secreta en Lisboa fue una bofetada a los prejuicios de clase. Debe pensarse lo que significaba la familia Alvear. Aunque don Torcuato y doña Elvira ya habían muerto, los hermanos de Marcelo (uno de ellos, Carlos, era entonces intendente de Buenos Aires), sus numerosos sobrinos, primos, tíos y tías conformaban la elite social de Buenos Aires, que quedaba así excluida de participar en una ceremonia de alto valor simbólico.

¿Sacrificó ella su carrera? En todo caso, cantó profesionalmente durante veinte años, y si bien se retiró en su apogeo, tenía 36 años cuando se casó con un Alvear de 39.

Durante cuatro años no pisaron Buenos Aires. El regreso se produjo recién en 1911. Se encontraron con un medio hostil. Un incidente grave se produjo durante la fiesta de bodas de Elvirita de Alvear, en El Talar de Pacheco. Ninguna mujer le hablaba a Regina. Dicen que Marcelo, cuya fama de mujeriego siempre había sido amplia, le dijo a su esposa, indignado: "No te preocupés Regina, que a todas éstas yo les levanté las polleras". Que Alvear fuera así nunca le preocupó a Regina, porque sabía que siempre volvería con ella. Vivieron juntos durante 35 años. No tuvieron hijos, y ella lo acompañó, en las duras y en las maduras.

Marcelo parecía predestinado al éxito. Le tocó gobernar durante los años de bonanza que fueron de 1922 a 1928. La Argentina creció a buen ritmo y no hubo grandes conflictos. Fue la última década feliz de una Argentina opulenta. A su lado, Regina fue una primera dama discreta, que apoyó las actividades culturales con entusiasmo. Infaltable en las funciones del Colón, la pareja presidencial atravesó una época de fermentos creativos.

Cuando Agustín P. Justo encarceló a Alvear en Martín García. Entonces afloró la fibra de Regina. Durante el terrible verano del ’33, que Marcelo pasó preso en un barracón de la isla, agobiado por los mosquitos y bañándose en una única canilla con otros centenares de detenidos políticos, Regina cruzó más de cincuenta veces el río en una barca, a veces desafiando furiosos oleajes, para llevar mudas, comida y aliento a su marido.

En 1938, Alvear había perdido casi toda su fortuna, en parte por su vida de lujos y placeres, en parte porque la política se la había comido. Al morir, le quedaban Villa Regina, su residencia de Mar del Plata (hipotecada); Villa Elvira, en Don Torcuato (la hizo construir en 1942, la bautizó en recuerdo de su madre y sólo vivió allí quince días), un auto Buick ’41 y un capital de 150.000 pesos, cifra ya consumida por la inflación.
El 23 de marzo de 1942, Marcelo, fulminado por una crisis cardíaca, terminó sus días en Don Torcuato. A su lado, la mano en la mano, estaba Regina Pacini.

Ella lo sobrevivió largos años. Se refugió en Villa Elvira. Murió en 1965, a los 95 años. El día 23 de cada mes, Regina iba a la Recoleta y le llevaba a su marido un gran ramo de rosas blancas y rojas. Se sentaba en una sillita en el interior de la bóveda y pasaba largo rato allí. Sus labios se movían, las lágrimas le afloraban a los ojos como si hablara con Marcelo, como si pronunciara palabras de amor.

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jueves, 26 de febrero de 2009

Tasajo - Charqui

Cuando los españoles llegaron a América, no hallaron animales domésticos bovinos, ovinos o equinos. Los incas habían domesticado la llama, algo la alpaca, y aprovechaban la vicuña, mientras que los aztecas conocían una precaria forma de cría de los pavos. Pero muchos pueblos aborígenes habían desarrollado la técnica del charqueado.

La palabra charqui o charque es de origen quechua y quiere decir "seco y flaco". Designa una modalidad de conservar tajadas de carne, frutas, legumbres o pescados, secos al sol y al aire y sin salar. Se dice que el término inglés jerked beef deriva de nuestro charqui. Otros suponen que los bucaneros franceses llamaron a charcuterie a la preparación de carne de chancho ahumada en fetas, obedientes a la misma etimología.

Los productos charqueados se conservaban un buen tiempo, estacionado en lugares no húmedos y protegidos del mosquerío. No era más que una forma natural de deshidratación y antes de su cocción, el charqui debía ser remojado para volver a hidratarlo, pero si se quería hacer chatasca -especie de guiso con grasa- sólo se lo machacaba bien, en seco, dentro de un mortero hasta convertirlo en filamentos.

Según el Inca Garcilaso los indios "en todas las tierras frías", es decir, en la Sierra, hacen charqui "solamente con poner la carne al aire, hasta que ha perdido toda la humedad, y no le echan sal ni otro preservativo". Ello distingue al charqui del tasajo. Este último es la carne salada y acecinada.

Los nativos del actual territorio de Santa Fe usaban aquel método para conservar la carne y el pescado. Luis Ramírez, el compañero de Caboto, cuenta que los aborígenes de las islas del Paraná y de la zona del Carcarañá conservaban el pescado para el invierno, sin sal, "poniéndolos al sol hasta secarlos".

La técnica del charqueado se aplicó a diversas carnes según las regiones. Hubo, así, charqui de llama, de pescado (en especial, sábalo), de pato, de carpincho, de venado. La posterior proliferación del ganado vacuno atrajo faeneros y bandeirantes que sacrificaban las reses para extraerles exclusivamente el cuero. Sin embargo, la carne vacuna no dejó de interesar y el charqui de vaca vino a ser artículo común en los fortines, donde no siempre era factible salir a carnear.

Pero el charqui tenía una vida útil limitada y poco servía para el comercio, lo que explica que ya en el siglo XVIII surgieran saladeros para proveer de tasajo a las crecientes poblaciones de esclavos de Cuba y de Brasil. Los primeros aparecieron en el actual territorio uruguayo y como requerían escasa inversión crecieron rápidamente.

Gran número se estableció en la campaña y en los alrededores de Montevideo, incluyendo Villa del Cerro, aprovechando los ríos para abaratar el transporte y arrojar desechos. Al iniciarse el siglo XIX había decenas de ellos en la Banda Oriental, los que pronto dejaron de ser un anexo de las estancias y tomaron vuelo propio.

En 1840, Samuel Lafone instaló uno en el barrio montevideano de La Teja, de tal magnitud que, después de la Guerra Grande (1843-1851), llegó a faenar 1200 vacunos por día. En 1859 operaban en Montevideo 7 saladeros y en la década de 1870 había 21 en todo el país, ocupando a unas 6000 personas.

De este lado del río, el primer saladero surgió en 1768 en la ensenada de Barragán, propiedad de Agustín Wrigth, emprendimiento que en seguida imitaron muchos, tanto en Buenos Aires como en Entre Ríos, Santa Fe y Corrientes, prolongándose su funcionamiento hasta 1880.

En 1856, José Gregorio Lezama vendió las propiedades de Laguna de los Padres, La Armonía y San Julián de Vivoratá a un consorcio brasileño-portugués encabezado por el Barón de Mauá. El diario El Nacional, el 14 de agosto de ese año informaba que, "un consorcio portugués adquirió una extensión de 52 leguas de campo, 7 leguas de costa y donde hay no menos de 115.000 cabezas de ganado manso y alzado, yeguarizo y lanar".

El establecimiento ocupó la desembocadura del arroyo San Ignacio (Las Chacras), hoy plena ciudad de Mar del Plata, y el saladero en sí fue ubicado inicialmente en el paraje que conocemos como Punta Iglesia. Luego se lo trasladó a la manzana delimitada por las calles Luro, Alberdi, Corrientes y Santa Fe: enfrente había un gran corral de palo a pique donde se encerraba la hacienda próxima a ser faenada.

Producción y mercado

Para lograr el tasajo, la carne se trozaba en tiras largas de unos 4 a 5 centímetros de espesor que, luego de oreadas se colocaban en depósitos con salmuera. Luego de escurridas, se las dejaba sobre una base de astas en pilas de hasta 4 metros. Pasados 40 a 50 días, el tasajo, ya listo, se exportaba a granel en la bodega de los barcos, sin ningún tipo de envase.

El sabor de la carne, al final del proceso, no era agradable, y, si bien servía para alimentar esclavos, los intentos de venta para consumo de las clases bajas europeas fracasaron rotundamente.

Desde un comienzo los saladeros vendieron también la grasa de los animales, usada en el alumbrado público y en la fabricación de velas y jabones, así como subproductos: carne ahumada, lenguas saladas, cueros, cornamentas, harina de hueso, harina de sangre y crines. Pero la demanda y el precio del tasajo comenzaron a caer desde la segunda mitad del siglo XIX y hacia 1860 empezó a ser sustituido primero por la producción de extracto de carne y luego de carne hervida y envasada, variantes que decayeron rápidamente tras la aparición de los frigoríficos.

Por Silvia Long-Ohni
Para LA NACION





miércoles, 25 de febrero de 2009

Nacimiento de José Francisco de San Martín




El 4 de febrero de 1627, en un paraje donde hasta entonces sólo había tres casas con cien indios, por decisión del provincial de la Compañía de Jesús, padre Nicolás Durán Mastrillo, quedó fundada la reducción de Nuestra Señora de los Tres Reyes de Yapeyú. Se levantaría sobre la margen derecha del río Uruguay, junto al río entonces llamado Yapeyú y denominado más adelante Guaviraví. La nueva población no difería en mucho de otras creadas antes o después por los misioneros jesuitas. Uno de ellos, el padre José Cardiel, describe así la planta de los pueblos misioneros: "Todas las calles están derechas a cordel y tienen de ancho dieciséis o dieciocho varas. Todas las casas tienen soportales de tres varas de ancho o más, de manera que cuando llueve e puede andar por todas partes sin mojarse, excepto al atravesar de una calle a otra. Todas las casas de los indios son también uniformes: ni hay una más alta que otra, ni más ancha o o larga; y cada asa consiste en un aposento de siete varas en cuadro como los de nuestros colegios, sin más alcoba, cocina ni retrete..." Y más adelante agrega: "Todos los pueblos tienen una plaza de 150 varas en cuadro, o más, toda rodeada por los tres lados de las casas más aseadas y con soportales más anchos que las otras: y en el cuarto lado está la iglesia con el cementerio a un lado y la casa de los padres al otro... Hay almacenes y granero para los géneros del común y algunas capillas".

Por ser el lugar de residencia del superior de los misioneros jesuitas, Yapeyú tuvo situación privilegiada entre todos los pueblos destinados a reunir a los indios reducidos e incorporados plenamente a las formas de convivencia propias de lacivilización cristiana. Pero por su privilegiada situación geográfica fue el blanco de las asechanzas de los portugueses y de las hordas de indígenas de yaros, minuanes y charrúas, que alentados por los primeros saqueaban las estancias, robando ganados, y destruyendo las sementeras.


Por esto los pobladores debieron en muchas ocasiones tomar las armas para escarmentar a los invasores y así impedir la pérdida de vidas humanas y de importantes riquezas materiales.


En julio de 1768, y dándose así cumplimiento a lo dispuesto por la real cédula firmada por Carlos III el 27 de febrero de 1767, los jesuitas eran expulsados de Yapeyú, hasta donde llegó para ejecutar la orden -una orden que sería repudiada y resistida por muchos vasallos del rey Borbón- el gobernador Francisco de Bucarelli y Ursúa
Reemplazado Bucarelli en 1770 por Vértiz (entonces en el ejercicio de la gobernación del Río de la Plata), el nuevo mandatario designó en 1774 por teniente gobernador de Yapeyú al mayor Juan de San Martín, oficial que había llegado América en 1765 y que desde 1767 administraba una vasta hacienda, la Estancia y Calera de las Vacas, en la Banda Oriental, también propiedad de los jesuitas.

Así, por obra del encadenamiento histórico que sucedió a la real orden de extrañamiento de los hijos de San Ignacio, se instalaron en Yapeyú don Juan de San Martín, que a poco sería ascendido a capitán, y su esposa Gregoria Matorras. El capitán San Martín ejerció el cargo con gran responsabilidad. Si bien debió prestar preferente atención a la lucha armada contra minuanes y portugueses, no descuidó su gestión administrativa, que llegó a ser fecunda. Tanto fue así, que cuando dejó el cargo, el Cabildo de Yapeyú manifestó respecto de aquélla que "ha sido muy arreglada, y ha mirado nuestros asuntos con amor y caridad sin que para ello faltase lo recto de la justicia y ésta distribuida sin pasión, por lo que quedamos muy agradecidos todos a su eficiencia."

Mientras don Juan de San Martín se entregaba a la atención del cargo que se le había confiado, Gregoria Matorras vivía en Yapeyú dedicada a la crianza de sus cinco hijos, el menor de los cuales era José Francisco, nacido allí, el 25 de febrero de 1778.


EL SOLAR NATIVO - Enrique Mario Mayochi
http://www.sanmartiniano.gov.ar/


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martes, 24 de febrero de 2009

Emil Sinclair y sus obras



Peter Camenzind (1904) puede ser considerada un arquetipo del género conocido como "novela de formación", de escritura reflexiva y melancólica, sobre un joven que llega del campo a la ciudad para acabar huyendo de la cultura urbana y regresar a la naturaleza y la vida sencilla. En esa misma línea, Bajo la rueda (1906) expresa la rebelión contra la autoridad.

Pero el título que marca el paso del ecuador dentro de la obra de Hesse es sin duda Demian (1919), cuyas primeras ediciones se publicaron bajo el seudónimo Emil Sinclair y con el significativo subtítulo "Una historia de juventud": escrita en medio de una profunda depresión, la novela es sin embargo un canto a la amistad, al arte y a la vida. Siddharta (1922), diametralmente distinta, recoge la experiencia del autor en la India y se convertiría, una generación más tarde, en el libro de cabecera de los primeros "hippies", difusores en Occidente de la cultura budista.

El lobo estepario (1927) es acaso el más célebre de los títulos de Hesse e inicia sin duda la etapa de madurez de su obra: está construido a partir de las notas póstumas del artista Harry Haller, introducidas por los comentarios de un editor, y es un lúcido análisis sobre la locura de una época en la que muere lo viejo sin que haya nacido algo nuevo. Narciso y Goldmundo (1930), situada en una imprecisa alba del Renacimiento, presenta la contraposición de Narciso, el monje ascético, y Goldmundo, el artista, en una escuela monástica, donde traban amistad. Es la confrontación entre el mundo paterno, encarnado en el logos y la ciencia, y el arte maternal, que no representa una certeza sino una búsqueda de por vida.
El juego de los abalorios (1943), cierra lo que puede entenderse como una trilogía de culminación de la obra de Hesse, a través de un nuevo intento de reunión (los abalorios) del mundo de las artes y de las ciencias: un auténtico resumen de los esfuerzos anteriores del autor por reflejar la inquietante dualidad entre el pensamiento y el espíritu. Siguieron luego colecciones de cuentos, relatos y meditaciones, y en 1951 la antología literaria de este educador humano, que une la interioridad de la lucha sostenida para la existencia del espíritu, consciente de su propia responsabilidad, con la advertencia dirigida a su misma época en peligro y al pueblo alemán. La edición completa de las obras de Hermann Hesse, en seis tomos, apareció en 1952.

Mezcla de bacanaje y mistonguería, de laburantes y cafiolos, de mansiones y casas bajas

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CAFE LOS PORTONES

A cincuenta metros avanzando sobre Sant Fe estaba el café "Los Portones", lugar de reunión de los guardas de tranvias de la estación "Los Portones" ubicada donde hoy existe una sucursal del Banco de la Nación Argentina.Para completar este cuadro de establecimientos con el mismo nombre, sobre el bar existía un hotel llamado "Los Portones".

Todo esto a raiz de los portones que se habían instalado atravesando la Avenida Sarmiento uniendo las veredas del Jardín Zoológico y la Sociedad Rural.Hasta que se instaló la estatua de Garibaldi y se la bautizó como Plaza Italia, la plaza se llamaba Plaza de los Portones.

"Una noche allá en Portones nos topamos con la muerte", diría el tango.


BAR ATENAS

La calle Santa Fe tenía un tajo en el medio, barbijo que el tiempo fue disimulando, pero que aún muestra sus huellas.En lo que por entonces era Cannimg y Santa Fé convivieron en diagonal, al sureste, un palacio habitado en un tiempo por una familia burguesa patagónica, los Menendez, y haciendo cruz, en la esquina noroeste se instaló el malevaje:pantalón bombilla y sombrero requintado en un bar que jactanciosamente se llamó Atenas.El terreno en que se había construido el palacio fue propiedad del coronel Eduardo Holmberg quien falleció en 1853 y llegó a ser en su momento una quinta famosa "formada sobre varias manzanas fronterizas a la calle Santa Fe entre Canning y Alvarez, que se prolongaba por el fondo en dirección a Las Heras por varias cuadras.""Fue una de las quintas más bellas e importantes de Buenos Aires, no solo por sus árboles y plantas florales, sino por la riqueza en variedad de frutales"
"La colección de camelias iniciada por el coronel, continuada por el hijo hasta 1876, constituyó un motivo de curiosidad para Buenos Aires".
Con el tiempo sobre ese terreno la famosa soprano Lía Patti inició la construcción de un palacios en el que invirtió una fortuna y no llegó a terminar de edificar. Fue entonces que la adquirió el Sr Menendez y se la regaló a su esposa.

LA VEREDA DE ENFRENTE

Pero en la vereda de enfrente se tejía otra historia en el Bar Atenas.El rengo Santa Cruz y su hermano Juan al bandoneón, Carlos Hernani Machi en la flauta y Alcides Palavechino en el violín armaron un conjunto de rompe y raja que en poco tiempo hacían la pata ancha rivalizando con los del Bar La Paloma de Almeyda y Santa Fe
Concurrencia maleva si la había, las broncas eran cosas de todas las noches y la policía laburaba a destajo, aunque dicen que siempre llegaba tarde.

EL MACO MILANI

Uno de los habitué del Atenas era el Maco Milani, niño bien que se destacaba como bailarín de tangos.Se llamaba en realidad Mariano Milani y fue uno de los introductores del tango en la sociedad porteña.Llegaba acompañado de aquel gran violinista que fue Rocatagliatta.El Maco llevaba de ladera a Joaquina Morán, una interesante morocha que, además, se dice, era inteligente.

Quizá por eso le tiraba el Maco.El Maco era pintón y distinguido, peinado a la lisa y de cutis blanco, lechado por la noche.Los años le dieron la biaba.Pena que terminó siendo un curda y perdió la línea.

PALERMO

Así se escribía la historia por esos tiempos y se iba formando Palermo, mezcla de bacanaje y mistonguería, de laburantes y cafiolos, de mansiones y casas bajas.
Por supuesto no fueron estos los únicos cafés de Palermo, pero hemos destacado los mas importantes de la época, aquellos que fueron refugio de los vecinos que encontraban en el café un lugar de encuentro para discutir de política, de futbol y de carreras o para mezclarse en partidas de ajedrés, de dominó o de billar.


http://www.clubdetango.com.ar/articulos/cafes_palermo.htm
http://www.palermonline.com.ar/

Hermann Hesse, un buscador



"La belleza no hace feliz al que la posee, sino a quien puede amarla y adorarla."

"Cuando odiamos a alguien, odiamos en su imagen algo que está dentro de nosotros."

"Hay quienes se consideran perfectos, pero es sólo porque exigen menos de sí mismos."


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Hermann Hesse fue un buscador durante toda su vida. Lo demuestra no sólo su gran obra poética, que en 1946 le hizo merecedor del Premio Nobel, sino también su biografía. En Calw, su ciudad natal, donde vino al mundo el 2 de julio de 1877, Hesse pasó sus años de juventud en el ambiente de la familia, que le marcaron y que se reflejan en muchos pasajes de sus libros. Maulbronn, Tubingia y Basilea fueron ciudades donde pasó otras etapas de su vida. En 1904 se trasladó a una granja en Gaienhofen, junto al lago de Costanza, para seguir viviendo allí como escritor autónomo. En 1911 realizó un viaje a la India y poco después se trasladó a Suiza, primero a Berna y después, en 1919, a Montagnola (Tessin), donde inició su periodo creativo más rico y donde murió en 1962. La superación de las crisis personales es uno de los puntos focales en la obra de Hesse, que también trata cuestiones de la religión y la política.


http://www.hermann-hesse.de/es/
http://www.proverbia.net
http://elmistico.com.ar

lunes, 23 de febrero de 2009

Hallan un empedrado que dataría del virreinato de Vértiz


Lo descubrió la ONG Basta de Demoler al pasar casualmente por la calle Jovellanos al 300 en su intersección con Villafañe. En ese lugar el Gobierno de la Ciudad estaba realizando trabajos de bacheo y al levantar el asfalto quedó a la vista un empedrado muy antiguo.Se trata de un pavimento de “piedras acomodadas” en perfecto estado de conservación debajo del asfalto de la calle.

El arqueólogo Daniel Schávelzon relató “estos empedrados son generalmente de granito sin trabajar, y se colocaron en la ciudad a partir del virreinato del virrey Vértiz, que empieza con la calle Bolívar en diciembre 1780 hasta 1875/80 en que se las suspende para darle absoluta prioridad al empedrado con adoquines... Las piedras serían originarias de la Isla Martín García, y por lo general tienen una ligera curvatura hacia sus bordes. Algunas calles incluso tuvieron un canal central para el escurrimiento del agua, como aún se ve en la ciudad antigua de Colonia (Uruguay)... En 1822, con Rivadavia, se completó el centro; y desde 1852 se comenzó a reemplazarlo por adoquines muy lentamente”.

La ONG que toma acciones en defensa del patrimonio arquitectónico porteño, está intentando realizar gestiones ante el Gobierno de la Ciudad para solicitar que se preserve este empedrado histórico. Sería el único empedrado original conservado que se descubre, por lo que significa de gran valor para la historia de la Ciudad, tanto como hallazgo arqueológico, como por su aporte insustituible para la identidad de la zona.

Cabe destacar que el empedrado se halla amparado en los términos de la Ley 1227 de Protección Patrimonial que según establece en su primer artículo "constituye el marco legal para la investigación, preservación, salvaguarda, protección, restauración, promoción, acrecentamiento y transmisión a las generaciones futuras del Patrimonio Cultural de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires."


Proteger Barracas.
Marcelo Magadán de Basta de Demoler
http://www.parquechasweb.com.ar


La pirámide de mayo II (1883 a nuestros días)


Bajo la intendencia de de Torcuato de Alvear (1880-1887) la ciudad, que por ese entonces contaba ya con 450.000 habitantes, fue cambiando su fisonomía colonial, percibida peyorativamente como poco apropiada para una ciudad relevante como Buenos Aires, por una fuerte impronta afrancesada según la última corriente predominante en Europa.


En ese contexto, hacia 1883, de la mano del proyecto de unificación de las plazas de la Victoria y 25 de Mayo presentado por la intendencia, y de "la necesidad de contar con un monumento digno al 25 de Mayo de 1810", el tema de la Pirámide volvió a escena. La ley aprobada el 5 de octubre proponía "la erección en el centro de las dos plazas de una columna de bronce que conmemore los sucesos que elevaron a la República Argentina al rango de Nación Soberana"

La visión de Alvear sobre el monumento era totalmente negativa tal como lo refleja su nota al Concejo Deliberante. "El pensamiento de Mayo merecía algo más que una mezquina construcción de mampostería cuyo origen no es bien conocido.Felizmente.el pensamiento grande. va a estar representado por las obras de ensanche que se practican en la plaza principal y por el bello monumento que tiene que servir de centro.En la prosecución de las obras se hace necesaria la demolición de la pirámide central y aún cuando esta Intendencia debe considerarse facultada para esa demolición no ha querido proceder a efectuarla sin una autorización especial del Concejo."

El Concejo Deliberante creyó oportuno ante la reacción y críticas que podía motivar la aplicación de esta ley, solicitar la opinión escrita de varios distinguidos ciudadanos, entre ellos los ex presidentes Mitre, Sarmiento y Avellaneda.
Mitre opinaba que la pirámide podía ser demolida "por cuanto en su forma actual no representa el monumento primitivo" pero que debía "conservarse y respetarse su piedra fundamental y su basamento" que se creían ocultos bajo el monumento y que en los estudios realizados en 1912 se demostraron inexistentes.
Sarmiento rechazaba las profanaciones hechas a la primitiva Pirámide que obligaban al pueblo a adorar un ídolo sin significado pues " el feísimo revestido actual no pertenece a la historia ni a la nación" y agrega que "ninguna tradicioón nacional se viola trasladando las cenizas de la muerta pirámide al mausoleo que se le prepara".

Avellaneda pedía "déjese en pié la vieja pirámide, despójesela de sus extraños adornos, restaurando sus formas primitivas y habrá siempre espacio sobrado para la construcción del nuevo y grandioso monumento dentro del vasto perímetro de las dos plazas que se reúnen.".

Valen también algunos extractos de la opinión de otros notables. Vicente F. López que apoyaba la demolición de la pirámide agregaba un punto de vista valioso en relación al sitio señalando que "el nuevo monumento no desnaturaliza el terreno sagrado que fue teatro y cuna de nuestra historia republicana y que ese mismo suelo embellecido mostrará la marcha de nuestra cultura y será testimonio de los resultados que dio el suceso que alli se conmemora, como imagen viva de la justicia y de los beneficios derivados de la revolución de Mayo". Estrada se oponía a la demolición protestando por los agregados posteriores y dicendo respecto a la pirámide que "por su propia modestia realza el mérito de los actores de los acontecimientos que simboliza" y el historiador Andrés Lamas sostenía que " lo que corresponde es conservarlo, y donde está, en el centro de la antigua plaza histórica, del terreno sagrado que fue el foro del pueblo de Mayo, restituyéndole su forma auténtica y su primitiva sencillez" agregando que el monumento "solo puede ser demolido por una ley expresa del Congreso".

Aún cuando las opiniones se inclinaban mayoritariamente por la demolición sosteniendo que la Pirámide, con la reforma de 1857, había sido desautorizada en su origen histórico, el Concejo Deliberante ante la diversidad de pareceres, decidió suspender toda acción inmediata y el 8 de abril de 1884 dispuso que la Intendencia debía tomar medidas convenientes para que al monumento se lo preservase de futuros daños. Mientras la Intendencia remodelaba integralmente la plaza también el gobierno nacional no deseaba innovar en los que se refería a la Pirámide y en cuanto al monumento proyectado por la Intendencia resolvió postergar su ejecución.

Para 1899, bajo la intendencia de Bullrich, se retoma la idea del gran monumento y se solicita permiso al gobierno nacional para trasladar la pirámide al centro de la plaza. Esta iniciativa recién se llevará a la práctica varios años después cuando la Comisión Nacional del Centenario nombrada el 16 de agosto de 1906 dispuso abrir un concurso para plasmar el monumento, el cual, según las bases, debía contener en su interior a la Pirámide.

Así fue como la Pirámide, convenientemente encamisada con maderas para evitar daños durante el traslado, fue despojada de las cuatro estatuas que adornaban los ángulos de su pedestal y trasladada entera casi 50 metros sobre carriles colocados en la base de su deslizamiento. Las tareas comenzaron el 12 de noviembre de 1912, día en el cual la pirámide recorrió apenas 6 metros y finalizaron el 20 del mismo mes con el recorrido de los últimos 10 metros depositando la pirámide en su sitio actual sobre las imponentes fundaciones preparadas para recibir el futuro gran monumento que la cubriría. Contrariamente a lo que algunos esperaban, en el asiento primitivo de la Pirámide no se encontró piedra fundamental alguna.

Algunos artículos de la época habían hecho circular la versión de que la antigua Pirámide no existía dentro de la construida en 1857. Un extenso informe realizado en 1913 por una comisión nombrada por la Junta de Numismática Americana para dilucidar el tema, comprobaba la existencia de la vieja Pirámide dentro de la actual estableciendo además que la construcción original no era de mampostería maciza ya que desde la base hasta la mayor parte de la aguja se había dejado el espacio central vacio. Y agregaba "es muy posible que ello se deba al apremio del tiempo y la exigua suma disponible (6000 pesos)". De su lectura también queda claro que si bien se alude a la pirámide primitiva como "escondida " dentro de la nueva, dice que la pirámide no sufrió otro desmedro que la supresión de la verja que la rodeaba. Quizás la ambigüedad del texto explique porque algunos autores han creído que el monumento de 1811 quedó dentro de uno nuevo (como lo sigue creyendo la mayoría del público) cuando es evidente que la estructura primitiva solo fue modificada en 1856 mediante un ligero aumento de la altura de la aguja, retoques superficiales de revoque y molduras, y el aditamento de la estatua de la Libertad.
Por razones económicas y el advenimiento de la Primera Guerra Mundial el monumento aprobado y seleccionado no se llevó a la práctica y la modesta pirámide quedó allí, mudada a su nuevo lugar, hasta nuestros días.


En 1941, la Comisión Nacional de Museos y Monumentos y Lugares Históricos se ocupo nuevamente del tema dando lugar al decrete 120412 del 21 de mayo de 1942, en vísperas de una nueva celebración del 25 de mayo, por el cual la Pirámide de Mayo fue declarada Monumento Histórico.





domingo, 22 de febrero de 2009

La pirámide de mayo I (1811-1856)



Según Rómulo Zabala, en Historia de la Pirámide de Mayo, la Junta Provisional Gubernativa pedía al Cabildo, el 18 de marzo de 1811, que dispusiera la mejor forma de celebrar el aniversario del 25 de mayo. Reunido el Cabildo el día 5 de abril, se resolvió que se proponían "levantar en medio de la plaza una pirámide figurada, con jeroglíficos alusivos al asunto de la celebridad".

Merece señalarse el difícil contexto en que se tomaron estas decisiones. En enero de 1811, desde Montevideo, el virrey Elío declaraba "rebelde y revolucionaria" a Buenos Aires y la sitiaba con sus naves. El 19 de ese mes los patriotas eran derrotados en la batalla de Paraguay. En febrero y marzo la Junta debe hacer frente a la agitación de los morenistas de la Sociedad Patriótica y de los realistas que resurgían de la mano de Elía. A inicios de abril, justo cuando se disponían los detalles de la celebración, estalló el movimiento cuya consecuencia inmediata fue el procesamiento de Belgrano, la separación de Rodriguez Peña, Vieytes, Azcuénaga y Larrea y la expatriación de French, Beruti, Donado y Posadas. Recién en la víspera de la celebración llegó la primera buena noticia: el 18 de mayo, Artigas había derrotado a las fuerzas realistas en Las Piedras y sitiaba Montevideo.

En la mañana del 6 de abril de 1811, al día siguiente de resuelta la erección, se hizo la excavación para echar sus cimientos ante la atenta mirada de los pobladores que siguieron la construcción de cerca hasta su finalización en las vísperas del 25 de mayo.
Según relata Juan Manuel Beruti en sus Memorias Curiosas "En este mismo día (25 de mayo) se concluía la Gran Pirámide que decora la Plaza Mayor".

Es interesante resaltar la calificación de "gran pirámide" ya que es una de las únicas instancias de la historia en la que se alude de esta forma al monumento. En adelante, como se verá, en el mejor de los casos, la pirámide será vista como modesta o austera y muchas veces, lisa y llanamente, como poco representativa y pasible de ser demolida.

En 1826, bajo la presidencia de Bernardino Rivadavia el gobierno propiciaba la erección de un Monumento a los autores de la Revolución de Mayo sin suprimir la vieja Pirámide ya que daba ubicación al nuevo monumento en la Plaza 25 de Mayo. Al comienzo, la iniciativa no prosperó básicamente porque lo que se proponía era un tributo a personas y no a la gesta en sí pero finalmente se aprueba una ley, que preserva el valor testimonial mayor para la Pirámide. "En la Plaza de la Victoria se levantará un monumento que subrogando al que hoy existe (en alusión a la pirámide) perpetúe la memoria del glorioso día 25 de Mayo y la de los ciudadanos beneméritos." y que " el monumento consistirá en una magnífica fuente de bronce que represente . el manantial de prosperidades y de glorias que nos abrió el denodado patriotismo de aquellos ciudadanos ilustres".

Merece citarse de estos debates la presentación del Ministro de Gobierno Julián Segundo de Agüero ya que en ella se plantean dos cuestiones bien interesantes. La primera es que el gobierno si bien no proponía su demolición, aspiraba a reemplazar la pirámide por el nuevo monumento en su función de testimonio de la Revolución por ello dice que el gobierno "no puede convenir en que él sea un monumento que subrogue a la pirámide. El ministro que habla conoce toda la imperfección y pequeñez de ese monumento para perpetuar la memoria de un suceso tan grande". La segunda, es que para mantener su propuesta original de realizar el nuevo monumento en la plaza 25 de mayo y no en la de la Victoria utiliza un argumento que vale resaltar. Dice tener "una consideración muy especial que impide el que se eche por tierra ese monumento.y es que es sumamente perjudicial y ruinoso en todo Estado que un gobierno acostumbre a deshacer todo lo que otros anteriores hayan hecho". Y agrega: " si hoy tratamos de levantar un monumento que sea más digno en nuestro modo de pensar, mañana los que nos sigan les parecerá que la fuente es demasiado pequeña y tratarán de quitarle y poner otro".
Una curiosidad. Vale mencionar que en "Argos de Buenos Aires" de febrero de 1822 al referirse a obras públicas planeadas por las autoridades, se alude, entre otros derrumbamientos, al de la "memorable Pirámide".


La pirámide original mantuvo su fisonomía hasta 1856. El deseo de que ese monumento representativo de la emancipación presentase un aspecto más artístico y grandioso estaba en el centro del debate. Seguramente impulsados también por el estado que según se desprende del relato del viajero chileno Vicuña Mackena presentaba el lugar hacia 1853 "en el centro había una pirámide de cal y ladrillo de triste apariencia y el inmenso cuadro no tenía más pavimento que el lodo cenagoso de las lluvias"

El Orden, en su número del 16 de abril de 1856 dice "Era necesario embellecer nuestra pirámide y que enfrente de edificios que ostentan una arquitectura hermosa y atrevida, no apareciese como la columna destruida que el viajero suele divisar en el desierto" " La pirámide llevará en su cúspide una estatua colosal de la libertad." Agregando que Prilidiano Pueyrredón "ha puesto su talento en servicio del pensamiento de la Municipalidad trazando el plano y perspectiva de la decoración".

El 6 de mayo el escultor francés Joseph Dubourdieu comenzaba la tarea de moldear la estatua de la Libertad que coronaría la Pirámide a la que Pueyrredón alteraría el pedestal y capitel original aumentando también la altura y ancho. Dos días antes de la celebración del 25 de mayo la Libertad estaba en su sitio. Algunas críticas constructivas y la propia visión del autor, determinaron que pasada la celebración se introdujeran reformas a la figura antes de dar inicio a las cuatro esculturas que adornarían el pedestal. Para fin de noviembre, El Orden refería a las obras de remodelación bajo el título "A paso de tortuga". Pero al año de iniciadas las tareas estuvieron finalizadas y la nueva pirámide ahora incluía "la libertad protegiendo las ciencias, las artes, el comercio y la agricultura" en forma de 4 estatuas ubicadas al pie de la piramide y el Sol de Mayo mirando al naciente.





Cuando California fue a Argentina

Me sorprendió mucho encontrar esta nota, por eso la subí. Buscaremos mas información sobre el tema...También voy a ver si encuentro alguna nota donde diga que Yngwie Malmsteen es porteño como yo y que Hendrix esta en Bariloche.




Un recoveco poco conocido de la historia; una semana en la que la lejana Argentina, ondeó su bandera en suelo norteamericano. A lo lejos se divisaban las fragatas. Venían veloces, amenazantes. Con olor a guerra. El nombre de una de las naves ya era famoso en buena parte del planeta, y su capitán, el corsario Hipólito Bouchard, era igualmente reconocido en su fama de “El Loco”.Sin embargo, el avance de los invasores sobre las costas californianas, se vio truncado por una mala pasada de la naturaleza: los vientos cesaron abruptamente, dejando a la embarcación argentina “Santa Rosa” a merced de las dos baterías enemigas que custodiaban la playa.

La masacre fue de cierta magnitud, y la sangre corrió sobre la cubierta de la “Santa Rosa”. Sin embargo, el aparente dominio que el ejército defensor había ejercido sobre la nave extranjera era en parte ilusorio. Bouchard, al mando de la fragata “Libertad”, rescató a la tripulación restante de la otra nave y nos doscientos hombres armados con bayonetas y lanzas se hicieron con la costa, obligando a la huida despavorida de los escasos veinticinco que custodiaban el territorio.

A diferencia de la actualidad, el estado de California no pertenecía en ese entonces a Estados Unidos, sino que se encontraba bajo el dominio español. Un dominio bastante escatimado en recursos, compuesto principalmente de misiones franciscanas, y grandes extensiones de haciendas españolas. Más allá de eso, el área solo era poblada por nativos.

La Argentina se encontraba en plena revolución, comenzada en 1810, y Bouchard probablemente era el pilar más representativo para las naciones extranjeras que eran instadas a reconocer la independencia criolla de la soberanía realista.

Hipólito Bouchard, de origen francés, había obtenido la patente de corso (derecho a realizar las actividades de corsario) en septiembre de 1815. El gobierno argentino le había concedido el derecho a saquear, hundir barcos enemigos y hacerse con una parte del botín. Llevó la bandera celeste y blanca a recorrer latitudes tan dispares como la India, Madagascar, Filipinas, Java, Borneo, Macasar, el archipiélago de la Sonda y el Mar de la China. Trató de hacer reconocer la independencia argentina en cada lugar, lográndolo por primera vez en la Isla de Hawai.

Una vez tomada la zona de Alta California, la noche del 24 de noviembre de 1818, un hawaiano cobrizo se dio a la tarea de de quitar la bandera española, e izar la argentina. Monterrey, capital de California, era ahora oficialmente de Argentina.

Durante la estadía de los enviados argentinos (en realidad muchos de ellos eran extranjeros), California sufrió los tormentos del saqueo. Se mato a los animales de ganado, se quemaron propiedades y violaron a las pocas mujeres que no habían evacuado la zona. Para fortuna de España, un ataque de este tipo no era improbable, por lo que todo el oro y dinero habían sido evacuados, dejando solo en manos del enemigo, una gran cantidad de licores como botín.

El aprovisionamiento y reparación de las naves con animales, comida y licor duró hasta el 29 del mismo mes, cuando las naves levaron anclas y enfilaron a su patria, con la tripulación en estado de total embriaguez. California fue recuperada rápidamente por los españoles, quienes se encontraban esperando el momento de la partida de Bouchard.

Así fue como durante una semana, la capital californiana perteneció a la surgente “Republica del Plata”. Aunque el objetivo principal del corsario Bouchard (catalogado por muchos historiadores extranjeros como pirata) fuera el de amedrentar a las tropas españolas de California, fue capaz de tomar sin saberlo, el estado más poblado de los actuales Estados Unidos de Norteamérica, y uno de los más poderosos sobre la Tierra.


Datos curiosos
Hipólito Bouchard zarpó de Buenos Aires el 9 de julio de 1817 al mando de la fragata “La Argentina", rebautizo del navío “Consecuencia” que él mismo había capturado poco antes a los realistas del Pacífico.
California, fue uno de los estados más codiciados de América. Principalmente habitado por los nativos, fue reclamado por los Rusos (quienes compraron Alaska), permaneció bajo el poderío español, mexicano y argentino, para terminar conformando un estado más de los EE. UU.

Se dice que la causa de que muchas banderas americanas tengan como base el celeste y blanco se debe al contagio de los ideales independistas que Bouchard llevó a las naciones gobernadas por Reinos extranjeros. Aunque también se dice que la causa es que son los mismos colores de la Casa de los Borbones.
California es llamada el “Estado dorado”. El origen se discute por los historiadores entre el color de sus colinas, la cantidad de días que el sol brilla sobre el, y la cantidad de oro que se extrajo durante la llamada “fiebre del oro”.

Después de su retiró Hipólito Bouchard vivió solo, amargando su carácter y golpeando frecuentemente a los peones de sus tierras. Murió a manos de estos, tras protagonizar uno de sus tantos actos de violencia.

Leonardo Vintiñi
http://www.boletinargentino.com

sábado, 21 de febrero de 2009

Otro invento Argentino, "Fraude Patriótico"


El golpe de septiembre de 1930 interrumpió violentamente el proceso democrático argentino y tras la breve dictadura del general Uriburu, se reinstaló el fraude electoral. Como todo el mundo sabía, el 8 de noviembre de 1931 -en un simulacro de elecciones, con un fraude escandaloso, la oposición encarcelada, acallada y perseguida, y con la Ley Sáenz Peña convertida en letra muerta-, el general Agustín P. Justo, fue "electo" presidente de la República imponiéndose sobre el binomio Lisandro de la Torre-Nicolás Repetto. Esta es la crónica del día del comicio hecha por el diario socialista La Vanguardia: "En su afán de 'superarse' y 'robar' la elección, (los presidentes de mesa) sumaron en algunos casos todos los sobres enviados por la Junta Electoral, poniendo dentro otras tantas boletas oficiales. Ha sido tanta la torpeza de los presidentes sin escrúpulos que luego de meter 300 votos en la urna, recién leyeron que en la mesa sólo votaban 260 o 280".
Así terminaba la dictadura de Uriburu y comenzaba el gobierno fraudulento de su colega Justo.
Los generales se vanagloriaban del resultado electoral y no tenían ningún problema en admitir que habían hecho fraude, pero un "fraude patriótico", porque se hacía para salvar a la patria de la chusma radical. Justo será fiel al sistema que lo había llevado al poder aplicando "el fraude patriótico" y perfeccionándolo: a las clásicas amenazas a los votantes opositores y al "usted ya votó" se sumaban ahora el secuestro de las libretas de enrolamiento, la falsificación de las actas de votación, el cambio de urnas. Todo esto pudo verse en las elecciones de marzo de 1936 que le dieron el triunfo a Manuel Fresco en la provincia de Buenos Aires, calificadas por el embajador de los Estados Unidos como la "más burlesca y fraudulenta contienda electoral jamás realizada en la Argentina".
La negación o malversación del voto, de forma variada y recurrente a lo largo de nuestra historia, constituyó y constituye una de las más graves violaciones de los derechos básicos de todo ciudadano, el derecho al voto, el ejercicio de su porción de poder, lo que justifica el pago de sus impuestos porque lo ratifica como parte de un Estado al que está obligado a sostener solidariamente.
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Felipe Pigna. Historiador
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Las elecciones y los fraudes

La primera ley electoral argentina fue sancionada en 1821 en la provincia de Buenos Aires durante el gobierno de Martín Rodríguez, bajo el impulso de su ministro de gobierno, Bernardino Rivadavia. Esta ley establecía el sufragio universal masculino y voluntario para todos los hombres libres de la provincia y limitaba exclusivamente la posibilidad de ser electo para cualquier cargo a los propietarios. A pesar de su amplitud, esta ley tuvo en la práctica un alcance limitado porque la mayoría de la población de la campaña ni siquiera se enteraba de que se desarrollaban los comicios. Así, en las primeras elecciones efectuadas con esta ley, sobre una población de 60.000 personas, sólo trescientas emitieron su voto. La Constitución Nacional de 1853 dejó un importante vacío jurídico en lo referente al sistema electoral, que fue parcialmente cubierto por la Ley 140 de 1857. El voto era masculino y cantado y el país se dividía en 15 distritos electorales en los que cada votante lo hacía por una lista completa, o sea que contenía los candidatos para todos los cargos. Así la lista más votada obtenía todas las bancas o puestos ejecutivos en disputa y la oposición se quedaba prácticamente sin representación politica.
La emisión del voto a viva voz (voto cantado) podía provocarle graves inconvenientes al votante que iban desde la pérdida de su empleo o la pérdida de la propia vida si su voto no coincidía con el del caudillo que dominaba su circuito electoral. Sin dudas, rigió por aquellos años (1857-1912) un fraude que en algunos casos resultaba escandaloso como lo cuenta Sarmiento en una carta a su amigo Oro refiriéndose a las elecciones de 1857: "Nuestra base de operaciones ha consistido en la audacia y el terror que, empleados hábilmente, han dado este resultado admirable e inesperado. Establecimos en varios puntos depósitos de armas y encarcelamos como unos veinte extranjeros complicados en una supuesta conspiración; algunas bandas de soldados armados recorrían de noche las calles de la ciudad, acuchillando y persiguiendo a los mazorqueros; en fin: fue tal el terror que sembramos entre toda esta gente con estos y otros medios, que el día 29 triunfamos sin oposición".
Los días de elecciones los gobernantes de turno hacían valer las libretas de los muertos, compraban votos, quemaban urnas y falsificaban padrones. Así demostraba la clase dominante su desprecio por la democracia real y su concepción de que eran los únicos con derecho a gobernar un país al que consideraban una propiedad privada. Puede decirse que todos los gobernantes de lo que la historia oficial llama "presidencias históricas" -es decir, las de Mitre, Sarmiento y Avellaneda; y las subsiguientes hasta 1916- son ilegítimas de origen porque todos los presidentes de aquel período llegaron al gobierno gracias al más crudo fraude electoral. Hacia fines del siglo XIX las burguesías gobernantes comprendieron que la exclusión del pueblo tenía grandes desventajas y que la ampliación del sistema electoral, si se hacía con los controles del caso, no afectaba el desarrollo y supervivencia del sistema, sino que por el contrario lo legitimaba y legalizaba. Muchos encumbrados miembros de la clase dirigente como el general Roca apostaban a la mano dura, a no aflojar un ápice, a seguir con la clásica política de exclusión social y a la marginación del sistema político de las grandes mayorías populares. Otros, adelantándose a Giusepe Tomasi príncipe di Lampedusa y su obra cumbre El Gatopardo comenzaron a pensar en cambiar algo para garantizarse que lo esencial no cambiara. Este grupo de políticos creyó conveniente abrir una válvula de escape de aquella gran olla a presión en que se estaba convirtiendo la "república conservadora". Entre ellos estaba el hombre que, venciendo importantes resistencias, logró la sanción y aplicación de la primera ley que llevaría su nombre, Sáenz Peña, y que garantizaba el voto secreto, universal y obligatorio a los argentinos varones mayores de 18 años.
El fin del fraude significaba un notable avance hacia la democracia en Argentina y la posibilidad de expresión de las fuerzas políticas opositoras. En las primeras elecciones libres llevadas adelante en la Argentina, en el mismo año 1912, la bancada socialista crece notablemente y se suceden los triunfos radicales en Entre Ríos y Santa Fe. En octubre de 1916 llegaba a la Casa Rosada Hipólito Yrigoyen, el primer presidente electo en comicios libres y sin fraude de toda la historia argentina.
Felipe Pigna. Historiador

El nombre oculto de las calles de la Ciudad

¿Qué esconden las iniciales de los nombres de algunas persona­lidades históricas homenajeadas en calles de Buenos Aires?

la T de Marcelo T. de Alvear oculta a Torcuato;
la V de Joaquín V. González, a Víctor;
la B de Juan B. Justo, a Bautista;
la C de José C. Paz, a Clemente;
la L de Ramón L. Falcón, a Lorenzo,
la L de Alfredo L. Palacios; a Lorenzo
la N de Lucio N. Mansilla, a Nor­berto;
la M de Roberto M. Ortiz, a Marcelino.
la P de Francisco P. Moreno no corresponde a “perito”, como cree mucha gente, sino a su segundo nombre, Pascasio. ·

A pesar de la versión más divulgada, la N de Leandro N. Alem no pertenece al nombre Nicéforo. Según cuenta Daniel Balmaceda en Espadas y corazones, las tarjetas personales del político radical decían “Ln. Alem” –tal vez una forma apocopada de Leandro. Inexplicablemente, en algún momento alguien le adjudicó el Nicéforo como segundo nombre. Por otro lado, su verdadero apellido era Alén.





Diego M. Zigiotto.

Nació en el barrio de Flores en 1972. Es Licenciado en Periodismo. Es también Técnico de Gestión de Servicios Turísticos y Guía de Turismo Nacional, especializado en la Ciudad de Buenos Aires. Como socio gerente de una agencia de vajes, diseñó distintos circuitos temáticos que se realizan con gran éxito en la Ciudad de Buenos Aires, los cuales han dado origen a este libro.

viernes, 20 de febrero de 2009

¿Quien tuvo el primer auto en el País?



Mecánico, escultor, deportista cabal, Dalmirito -tal su apodo cordial- se entusiasmó con el automovilismo, que balbuceaba sus primeros términos técnicos en una jerga que estaba reservada en Europa, su continente natal, solo para los iniciados en este privilegio.

Asi, a vuelta de uno de sus viajes, apareció con un aparato ruidoso hata el escándalo y raro en extremo, que despertaba curiosidad y temor a su paso. La Municipalidad hubo de crear chapas patentes para él. Estaban enlozadas en blanco, rectangulares y obviamente con el numero 1 y una franja azul en el ángulo superior izquierdo bajo la cual, en el escudo municipal, se leía: "Dirección de Tráfico Público - Municipalidad de la Capital". Fué en 1892.

Era un Daimler de vapor, que llevaba la caldera bajo el asiento y alcanzaba 60 Km/h. Una cadena mandaba directamente el eje trasero, convirtiéndolo en una "máquina de patinar".

Entre las mil anécdotas al respecto se cuenta un paseo con el entonces presidente de la Republica. "El general Roca era un asiduo acompañante - cuenta Varela Castex en 1929, a los 64 años, a un cronista de la revista Automovilismo, la antigua publicación del Automóvil Club Argentino- y un día, siendo presidente, el general me dijo: Vamos a dar un paseo, Dalmirito". Florida, Perú, llegaron al Parque Lezama y ante las calles embarradas, Varela Castex recelaba su Daimler. "Bajemos por acá", indicó Roca señalando la barranca de Brasil. Descendieron entre patinadas de cordón a cordón, adquiriendo peligrosa velocidad. Los pequeños frenos no eran suficientes para su tremendo peso. En un instante estuvieron en el bajo, por ese entonces Paseo de Julio. Restablecida la calma, Roca, que había tenido que sostenerse afirmándose a la manija exclamó: "¡Caramba, muchacho! No sabía que los caballos de tu caldera fueran tan ariscos. Si no se amansan vamos a tener que mandarlos a la remonta".

Dalmiro Varela Castex, indiscutible introductor del primer vehículo autopropulsado del país y titular del registro de conductor numero 1, poseía un título nobiliario que jamás usaba. Su abuelo, Florencio Varela, había sido asesinado en el exilio por razones políticas y su padre, Juan Cruz Varela, fue poeta y ensayista de nota que aportó importante contribución a la literatura argentina.

A pesar de sus numerosos actividades públicas y privadas, Dalmiro Varela Castex es recordado como fundador y primer presidente del Automóvil Club Argentino.

http://www.testdelayer.com.ar/Historia%20Nace.htm
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Récord de calor en Bs. As. - 29 de enero de 1957

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La Capital del Infierno
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Es una nota que encontré y que sirve para que una brisa imaginaria recorra nuestro cuerpo y nos dibuje una sonrisa en el rostro. Para los menos creativos, es sencillo el análisis, pensá que en el 57 hizo más calor que ayer 19 de febrero y no había acondicionadores de aires como ahora. En esa época era a puro agua y ajo.

Récord de calor el 29 de enero de 1957. Cuando los meteorólogos buscan estadísticas sobre las olas de calor, aún se asombran del récord de 1957. Los porteños se achicharraron en masa soportando la máxima temperatura registrada. Ese verano el mercurio cantó 43,3 grados y Buenos Aires fue, por un día, la capital del infierno. La sensación térmica, ese invento argentino, trepó hasta los 55 grados. Por entonces, como el Río de la Plata estaba menos contaminado, el Balneario Municipal se convirtió en el refugio obligado de los porteños. La asistencia Pública debió atender a más de cien insolados. Y el histórico calor dejó 8 muertos.



TEXTO: ROSA ROSKIN.
http://www.buenosairesantiguo.com.ar/notasdebuenosaires/recordecalor.html

jueves, 19 de febrero de 2009

El Tranvía - 1º parte

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Yo era feliz.
Sabía que esa era mi única obligación.
La sola razón de mi existencia era servir a los hombres.
Y me reconfortaba ser conciente de esa responsabilidad.
Mi alma crecía y maduraba rodando y rodando sin descanso.
Y un laberinto de calles pobladas o solitarias
me vieron pasar alegre, prepotente.
Haciendo rechinar mis ruedas poderosas
y escupiendo una lluvia de chispas
de colores del troley cimbreante.
Mi marcha ruidosa y compadrona
fue acercando el arrabal al centro,
hasta casi fundirlos.

Así fue como ese chispazo inicial puso en movimiento algo mezcla de institución y personaje: el tranvía porteño, el clásico, el mitológico. Mis antecesores inmediatos, los amarillos de la Anglo Argentina. Los verdes de Lacroze y otros, rodaron incansablemente de la Boca o Barracas a Villa del Parque, del Centro a Soldati o Mataderos. Uniendo barrios, poblando las orillas, hundiéndose en la Provincia. Iniciando un reinado que duraría casi setenta años.

En poco tiempo la madeja de negros cables se transformó en una gigantesca telaraña que abarcaba la ciudad entera. Era el auge del tranvía eléctrico. La gente me mimaba, los endebles automóviles me temían y el subterráneo reconocía mi liderazgo de hermano mayor. Los letreros luminosos de Corrientes ancha y Lavalle saludaban respetuosamente mi paso, como el de un gladiador, guardián celoso de la identidad porteña.

Angel Pizzorno

tango@centrocultural.coop

http://www.centrocultural.coop

miércoles, 18 de febrero de 2009

Un mapa de la Capital Federal 1888



El antiguo municipio y los partidos que lo rodean. Si se analiza detenidamente, uno puedo darse cuenta, que es algo difrente a la situación actual.



http://www.la-floresta.com.ar/mapas/plano_dptoIngenieros_1888.jpg

Monumento a los caidos en Malvinas




Monumento a los caídos en Malvinas es un cenotafio localizado en la Plaza General San Martín, en Buenos Aires, erigido en honor a los caídos en la Guerra de las Malvinas.

Situado en el sector de la plaza que da hacia la Avenida del Libertador, está formado por 25 placas de mármol negro con los nombres de los 649 combatientes caídos en la guerra acontecida en 1982. Todas las mañanas, a las 8 en punto, puede observarse el izamiento de la bandera argentina.

Los relevos de la guardia se realizan a lo largo del día y cada dos horas, hasta las 18, en que es arriada la Bandera. La Guardia está compuesta por miembros del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea, ataviados con sus respectivos uniformes históricos.
Una llama eterna forma parte también del monumento, estando la misma situada por encima del mapa que representa la geografía de las Islas Malvinas.




¿Por qué se llama Retiro?

El origen del nombre queda bastante claro, no hay dudas. Del resto.... dos versiones diferentes


En sus orígenes, luego de la fundación de Buenos Aires, el Río de la Plata llegaba hasta la barranca de la actual Plaza San Martín, funcionando el lugar como desembarcadero. En esa zona, a principios del siglo XVII, se instaló una ermita denominada 'San Sebastián', donde se practicaban retiros espirituales, de allí el nombre de "Retiro".

Vecina a ésta se construyo una quinta, a principios del 1700 y con el nombre "del Retiro", ordenada por el Gobernador Agustín de Robles. Luego fue vendida al piadoso Gral. Don Miguel de Riglós, que fundó una casa de recogimiento y oración. Según los registros de la época, el edificio destacaba por su grandiosidad, ya que contaba con 32 cuartos cubiertos por tejas.

No tardó mucho en establecerse en esos mismos predios un mercado de esclavos. En uno de los depósitos de las South Sea Company, que reemplazó a la Real Compañía Portuguesa en el transporte y comercio de esclavos desde Guinea al Río de la Plata (todo esto como consecuencia del Tratado de Ultrech).
Cuando Juan de Garay fundó la ciudad, estableció los límites de la traza, o sea, el perímetro que encierra las manzanas habitables. También estableció el ejido, que era el espacio de tierra que rodeaba la traza y la separaba de las quintas, destinado para el uso común del pueblo. Parte de este terreno fue cedido en 1692 por el gobernador Agustín de Robles -máxima autoridad del Río de la Plata entre 1691 y 1698-, al vecino Miguel de Riglos, en una jugarreta para burlar la prohibición que pendía sobre los gobernadores para adquirir tierras en el territorio que gobernaban.
Este terreno cedido constituía la mitad de la actual Plaza San Martín. Hacia el final de su gobierno Robles edificó una gran casa en el terreno de su amigo Riglos y la bautizó con el nombre de El Retiro. Habitó en ella hasta que se fue a España en 1704. La casa quedó para Riglos quien la alquiló a la Compañía de Guinea, encargada de traficar esclavos negros en este territorio. En ella alojaban a los esclavos mientras se recuperaban del terrible viaje desde su África natal. En 1706 la compañía se fue a otro lugar.