La historia es la única rama del conocimiento que nos puede decir qué fuimos en el pasado, qué somos en el presente y qué seremos en el futuro.
miércoles, 30 de octubre de 2013
viernes, 25 de octubre de 2013
Pancho Sierra - Parte 2
Entrada principal del cementerio de Salto.
La tumba de Pancho Sierra se encuentra en el pasillo principal a pocos metros
de la entrada
Pancho Sierra y el Espiritismo
Se vinculo a Pancho Sierra con el espiritismo por varias
razones. En primer lugar fueron los espiritistas los que organizaron la
ceremonia de homenaje realizada un año después de su muerte. El acto se llevó a
cabo el día 15 de marzo de 1892 en el cementerio de Salto. Fue presidido por
Don Rafael Hernández (hermano del autor del Martín Fierro), y se constituyó una
Comisión de Amigos que colocaron en el sepulcro una corona de bronce. Dicha
corona consistía en dos gajos de hiedra y una corona de laurel, los símbolos de
la amistad y la unión de la idea.
Se pronunciaron varios discursos resaltando las virtudes del
"Gaucho Santo": el ejercicio de la caridad cristiana y el amor a sus
semejantes, el sacrificio propio por el bien de los demás. Además se habló de
la doctrina espiritista como ciencia, religión, doctrina, moral y patria, y la
Comisión se juró "Solidaridad de la idea, en la vida y en la muerte".
Se calculó cerca de dos mil asistentes, con representantes de distintos centros
espiritistas, entre ellos Juan M. Broullón, Juan Pablo Quinteros, Mercedes
Escudero, Remigio Barrasa, Félix Guruzeta, Rosendo López, Juan Brown, Dolores
Oyampe, Liberata Sandes, Máximo Paez, Pascual Mardaras, Victorino y Cecilia
Azurmendi, Segunda y Escolástica Simillan, Juan y Esteban Hierne.
Busto de Pancho Sierra ubicado sobre un pedestal cubierto con placas, rosarios,
flores e imágenes religiosas.
Detrás, una de las paredes exteriores del cementerio de Salto con las placas de
agradecimiento
Otra de las razones es su papel protagónico de las
Asociaciones Espiritistas en la divulgación y propagación del mito. El libro La
Verdad de Pancho Sierra con varias ediciones publicadas por la Asociación
Alas Blancas que recoge supuestas comunicaciones y mensajes que el "Gaucho
Santo" habrían sido recibidos por espiritistas durante 1937.
Pancho Sierra fue invitado varias veces a la Sociedad
Espiritista Constancia y lo hicieron socio de dicha institución ya que sus
directivos consideraban que Dios le había otorgado el don curativo, el carisma
de la curación, intuición y clarividencia y era "un hombre dotado de
facultades mediúmnicas, por medio de las cuales realizó mucho bien a los
enfermos del cuerpo y del alma y a los pobres y humildes desde el punto de
vista terapéutico". Los espiritistas llaman médium a la persona con gran
desarrollo espiritual capaz, en ciertas ocasiones, de establecer un contacto
con lo que se denomina plano astral.
Fue amigo de Cosme Mariño (1847-1927) periodista, director
de La Prensa quien fundó la revista espiritista Constancia y era directivo de
la Sociedad. Mariño dedicó varios artículos y notas a la "mediumnidad
curativa" de Pancho Sierra.
Sin embargo, Fermín Chaves como otros historiadores e
investigadores consideran que el Gaucho Santo no fue en vida un practicante del
espiritismo y que su imagen espiritista es exterior y ajena a su personalidad y
quizá posterior a su muerte "sería espiritista por atribución".
Extraido del cdrom "ALMAS
MILAGROSAS, SANTOS POPULARES Y OTRAS DEVOCIONES" por María de
Hoyos y Laura Migale, Edición NAyA
Fuente:
Diccionario de Mitos y Leyendas - Equipo NAyA
jueves, 24 de octubre de 2013
Pancho Sierra - Parte 1
El "Gaucho Santo de Pergamino", "El Doctor
del agua Fría", "El Resero del Infinito" era un hombre modesto y
delgado con barba y cabellos largos y enteramente blancos. Nació en Salto,
provincia de Buenos Aires el 21 de abril en 1831, de familia de ricos
hacendados. Sus padres fueron Francisco Sierra y Raimunda Ulloa y era el menor
de cinco hermanos. Estudió en Buenos Aires, se dice incluso que llegó hasta
cuarto año de Medicina y que debió regresar a Salto a la muerte de su madre.
Luego de una decepción sentimental sobre la que existen
varias versiones: 1) ella se casó con otro; 2) ella murió en Córdoba, donde
había sido enviada para apartarlo de él por sus tías porque era de familia
humilde; 3) que la alejaron por oposición de los padres de ella. Pero, sea cual
fuera la causa, el se retiraría al campo y no volvería a hablarse de otra
pareja.
Se instaló en su estancia "El Porvenir", situada
en el pueblo de Carabelas, entre Pergamino y Rojas, comenzando una etapa que
según sus propias palabras consistía en "servir constantemente a cuantos
me necesitaron". Vistiendo trajes anchos, bombacha, camiseta criolla,
sombrero de ala ancha, poncho y manta de vicuña; con su rostro blanco, ojos
azules y nariz aguileña, se convirtió en protector de desvalidos y
manosanta.
Curaba
con pocas armas: agua fresca del aljibe, el profundo magnetismo de su voz, su
mirada penetrante y, fundamentalmente, la fe de quienes solicitaban su ayuda.
Su fama se trasmite de boca en boca y la estancia se llena de carruajes y
carretas. Muchos sostienen que se curaron simplemente bebiendo un vaso de agua
e invocando su nombre.
Cosme Mariño, que estuvo presente en las curaciones de
Pancho Sierra sostiene en su crónica: "Hemos presenciado la romería
permanente de enfermos de toda clase que acudían a caballo, en charret, coches
y sulkys. Hemos visto de paso su manera de curar, generalmente con agua
magnetizada o por medio de la sugestión. Pero a veces lo hacía por la
imposición de las manos, por lo general ya conocía desde que el enfermo detenía
su carruaje cuál era su mal". Luego agrega: "Hemos oído, además, en
Rojas y Pergamino, a muchas personas que estando desahuciadas por los médicos
habían sido curadas por Pancho Sierra. Algunas de éstas eran acaudalados
estancieros como Ortiz Basualdo, Roberto Cano y otros más".
Ejerce su actividad de sanador sin persecución policial
alguna. La fama de Don Pancho es primero local. Después va más allá del pago
chico pero él no se aparta de ahí. Hasta su casa llegan los peregrinos. Vivía
de manera austera en un altillo de la estancia (donde estaba su camastro de
cuero de vaca, un crucifijo pequeño en la pared, su guitarra, su mate de plata
y nada más).
Cercana su muerte, se casó con Leonor Fernández a fines de
1890, dejándole a cargo su estancia y las obras de caridad que él efectuaba.
Falleció en 1891, y sus fieles consideran que sus milagros no han cesado.
Los lugares de culto se encuentran todos en Salto, provincia
de Buenos aires. Son: 1) el Mausoleo ubicado en el cementerio donde los
creyentes rezan y dejan ofrendas florales; 2) una pared exterior y lateral de
ese mismo cementerio se utiliza como soporte de numerosas placas y allí se
levantaron dos estatuas del "Gaucho Santo", y 3) frente al cementerio
un aljibe con agua bendecida por Pancho Sierra aunque el verdadero aljibe está
en "El Porvenir". Este último fue tapado tres veces y las tres veces
volvió a brotar agua, quedando actualmente al descubierto.
miércoles, 23 de octubre de 2013
sábado, 19 de octubre de 2013
Balvanera y Once
En España hay un valle en la provincia de Logroño, que se
llama Valvanera, lugar de conversión de un ex bandido Nuño Oñez, quien lo hizo
ante la aparición de la Vírgen María en el valle del mismo nombre.
Podemos iniciar su historia en 1799, cuando fray Damián
Pérez, religioso franciscano, recibió en donación un terreno en el que tiempo
más tarde se levantó una capilla dedicada a Nuestra Señora de Balvanera, la que
durante mucho tiempo proveyó a las necesidades espirituales de los escasos
vecinos del lugar.
El 1º de abril de 1831, monseñor Mariano Medrano y Cabrera
procedió a erigir la Parroquia de Nuestra Señora de Balvanera, con lo cual se
reconocía la importancia que iba cobrando la zona. Cinco años después la
Parroquia contaba con 3.635 vecinos.
Se encuentra dentro de los actuales límites de este barrio
la tradicional plaza de Miserere, con respecto a su nombre hay dos versiones la
primera alude al apodo con que era conocido don Antonio González
Varela, dueño de estas tierras durante el siglo XVIII y la segunda que proviene
del vocablo latino "Misserere" que significa "ten
compasión", relacionado con la matanza de animales que en la época del
Matadero del Oeste se sacrificaban en la zona. La plaza fue importante
escenario durante las invasiones inglesas y desde allí don Santiago de Liniers
intimó la rendición del general William Carr Beresford .
Finalmente, la palabra "Once" está dada por la
fecha de la Batalla de Pavón, el 11 de septiembre de 1852.
viernes, 18 de octubre de 2013
jueves, 17 de octubre de 2013
miércoles, 16 de octubre de 2013
martes, 15 de octubre de 2013
lunes, 14 de octubre de 2013
domingo, 13 de octubre de 2013
viernes, 11 de octubre de 2013
DIALOGO ENTRE ATAHUALPA Y FERNANDO VII EN LOS CAMPOS ELISEOS – Parte 7
I. - Y si yo trasmigrarme pudiese desde este lugar a mi reino, sin duda los exhortaría con la proclama siguiente:
Habitantes del
Perú: si desnaturalizados e insensibles habéis mirado hasta el día, con
semblante tranquilo y sereno, la desolación e infortunios de vuestra
desgraciada patria, recordad ya del penoso letargo en que habéis estado
sumergidos, desaparezca la penosa y funesta noche de la usurpación y amanezca
el claro y luminoso día de la libertad. Quebrantad las terribles cadenas de la
esclavitud y empezad a disfrutar de los deliciosos encantos de la
independencia. Sí, paisanos, vuestra causa es justa, equitativos vuestros
designios. Reuníos pues, corred a dar principio a la gran obra de vivir
independientes. No nos detenga Fernando, porque o no tiene o no tendrá en breve
más vida que su nombre, ni más existencia que la que publican el fraude y la
mentira. Revestíos de entusiasmo y publicando vuestra libertad, seréis todos
dichosos y el espectáculo de una felicidad será envidiable en el universo
entero.
F. - Y por el
gusto que he tenido de conoceros y hablaros, voy ahora por ver si encuentro a
alguno de mis mayores para avisarles mi suerte y cuanto a la España pasa.
I. - Idos, pues,
Fernando, a Dios, que yo también a Moctezuma y otros reyes de la América darles quiero la
feliz nueva de que sus vasallos están ya a punto de decir que viva la libertad.
BERNARDO DE
MONTEAGUDO
Este diálogo Fue escrito en Charcas en los primeros
meses de 1809 y generalmente es atribuido a Bernardo de Monteagudo, que por
entonces estudiaba en la Universidad. Circuló de mano en mano en los
medios universitarios y políticos y contribuyó a la difusión de las ideas que
impulsarían las revoluciones de Chuquisaca y La Paz. Describe el
encuentro entre la sombra de Atahualpa, el último Inca, y la de Fernando VII.
Publicado por Dres. Juan O. Pons y N. Florencia Pons Belmonte
DIALOGO ENTRE ATAHUALPA Y FERNANDO VII EN LOS CAMPOS ELISEOS – Parte 5
F. - Cuando
movido el vicario de Cristo por un santo y ardiente celo de propagar y extender
el rebaño del señor, cedió y donó a los Reyes Católicos las inmensas tierras de
la América ,
cierto es, Inca, que aún no se había predicado el Evangelio, pero al presente
tenéis floreciente en esta parte del orbe el más puro cristianismo, tenéis
elevados una multitud de santos altares sobre las ruinas de la idolatría,
convertido un nuevo mundo, y en una palabra, establecida la verdadera religión
mediante los sudores y trabajos de los españoles, que por este solo motivo
pueden llamarse a presencia del mundo entero, legítimos poseedores de la América.
I. - Qué,
¿queréis acaso alegar la religión que habéis introducido en mi reino como
título bastante para poseerlo impunemente? No, Fernando, no; evita confundir
este santo nombre con lo que fue puramente injusticia de los españoles. Es
cierto que deben los habitantes de la América la religión que profesan, mas no por eso
deben ser éstos dominados por aquéllos, porque de otra suerte sería preciso
decir que Xavier, que condujo el nombre de Cristo hasta las remotas provincias
del Indo y del Ganges, y todos los apóstoles que han predicado el Evangelio,
debieron ser coronados en uno y otro hemisferio. Diríamos que el cristianismo
lleva consigo mismo el impedimento insuperable para convertir a un soberano
infiel, que difícilmente abrazaría la cruz del Salvador a vista de que por ello
había de descender de su trono y dar fin a su reinado.
F. - Pues si
esto no te convence, persuádete a lo menos la posesión de 300 años, unida con
el juramento de fidelidad y vasallaje que han prestado todos los americanos,
que, agradecidos por las grandes felicidades de que los hemos colmado, viven
gustosamente sujetos a los reyes de España.
I. - El espíritu
de la libertad, nacido con el nombre libre por naturaleza, ha sido señor de sí
mismo desde que vio la luz del mundo. Sus fuerzas y derechos en cuanto a ella
han sido siempre imprescriptibles, nunca terminables o perecederos; si obligado
a vivir preso en sociedad, ha hecho el terrible sacrificio de renunciar el
derecho de disponer de sus acciones y sujetarse a los preceptos y estatutos de
un monarca, no ha perdido de reclamar su primitivo estado y mucho menos cuando
el despotismo, la violencia y la coacción lo han obligado a obedecer una
autoridad que detesta y un señor a quien fundamentalmente aborrece, porgue
nunca se le oculta que si le dio jurisdicción sobre sí y se avino a cumplir sus
(ilegible) y obedecer sus preceptos, ha sido precisamente bajo la tácita y
justa condición de que aquél mirare por su felicidad. Por consiguiente, desde
el mismo instante en que un monarca, piloto adormecido en el regazo del ocio o
del interés, nada mira por el bien de sus vasallos, faltando él a sus deberes,
ha roto también los vínculos de sujeción y dependencia de sus pueblos. Este es
el sentir de todo hombre justo y la opinión de los verdaderos sabios.
jueves, 10 de octubre de 2013
DIALOGO ENTRE ATAHUALPA Y FERNANDO VII EN LOS CAMPOS ELISEOS – Parte 6
F. - ¿Pero de
aqueste qué infieres?
I. - Infiero que
ni el juramento del vasallaje que han prestado al español los americanos, ni la
posesión de trescientos años que ha logrado aquél en ella, son título
suficiente para deberlos dominar. No el juramento, porque no debiendo haber
sido más libre que aquel en que sacrifica el hombre su libertad misma, no ha
inducido en el americano obli¬gación alguna el violento y cautivo que ha
prestado al español si el terror que ha inspirado en él la ferocidad de aquél,
el miedo de ser víctimas sangrientas de su despotismo, la terrible situación de
ser destituidos de armas para defenderse, el ver depositada la fuerza en solos
los españoles y en ellos solos reunida la autoridad, es el cautivo principio de
donde nace su compromiso. Y si no, responded, ¿de dónde resulta la nulidad del
vasallaje que han prestado los habitantes de la península al francés Emperador?
Sin duda de la fuerza que les infiere la imposibilidad de resistir.
Pero aun cuando
este juramento fuese libre y espontáneo, no fue, como rengo dicho, bajo de la
tácita e indispensable condición de que los monarcas españoles los mirasen con
amor y felicitasen su patria. ¿Y bien? ¿En dónde está esta felicidad? ¿En la
ignorancia que han fomentado en la
América ? ¿En la tenaz porfía y vigilante empeño de impedir a
Minerva el tránsito del océano y de sujetarla en las orillas del Támesis y del
Sena? ¿En tenerlos gimiendo bajo del insoportable peso de la miseria, en medio
mismo de las riquezas y tesoros que les ofrece la amada patria? ¿En haberlos
destituido de todo empleo? ¿En haber privado su comercio e impedido sus
manufacturas? ¿En el orgullo y despotismo con que se les trata por el español
más grosero? ¿En haberlos últimamente abatido y degradado hasta el nivel de las
bestias?
Sí. en esto consiste la felicidad que les ha prodigado la España y de aquí mismo la
nulidad de sus votos. Si de la dominación de trescientos años queréis valeros
para justificar la usurpación, debéis confesar primero que la nación española
cometió un terrible atentado cuando, después de ochocientos años que se sujetó
a los moros, consiguió sacudir su yugo. Debéis responder a la misma España,
Francia e Inglaterra que después de haber sufrido una dilatada serie de años la
dominación de los romanos, restablecieron al fin su libertad y merecieron los
elogios de toda su posteridad.
¿Queréis que
cuando la España ,
por manifiesto castigo del brazo vengador del Omnipotente, sufre en su ruina y
destrucción la misma suerte que ha hecho experimentar a las Américas,
permanezcan y estén sujetas todavía a un Fernando que habla conmigo ahora en la
región de los muertos? ¿Queréis que cuando el cielo les abre la puerta de la
felicidad, sean tan insensibles que permitan el pesado yugo de otra nación? ¿No
es cierto que cuando la convulsión universal de la metrópoli y el terrible
contagio de la entrega llegaran sin duda hasta la América , deben aspirar a
vivir independientes?
DIALOGO ENTRE ATAHUALPA Y FERNANDO VII EN LOS CAMPOS ELISEOS – Parte 4
F. - Locura es,
Atahualpa, negar que se han visto atrocidades inauditas en la conquista de la América. Pero debéis
advertir que otro tanto han hecho los asirios, persas, romanos, griegos y todas
las naciones del mundo cuando subyugar han querido o conquistar reinos. Debéis
saber que la defensa propia y la conservación de la vida era el justo motivo
que los obligaba a ejecutar los horribles estragos que habéis referido.
I. - Si los
asirios, romanos y demás hombres han sido también inhumanos, a más de no
inducir bondad en un acto inicuo la ejecución de otro semejante, jamás veréis
entre los asirios un soberano que, como Huatemestu, haya sido extendido sobre
ardiente y devoradora brasa de fuego, por el solo vil interés de que
manifestase sus riquezas. No veréis entre los romanos capitán alguno como aquel
Huapetei, sacados los ojos, cortados los brazos y aserrado el cráneo. Ni veréis
que los griegos hicieran alguna vez como los españoles, arrancando un hijo de
entre los tiernos e inocentes brazos de la madre, dándole contra e! suelo y
arrojándole para que sirviese de pábulo a sus hambrientos y carniceros perros.
Entre todas las naciones, últimamente no hallaréis una que haya ejecutado
crueldades y tiranías como los españoles, porque éstas son tantas que hacen
horizonte a mi vista y es imposible numerarlas.
En cuanto a la
propia ofensa que alegáis para disculparlas, única¬mente respondo que el ladrón
que asalta la casa de un rico no podrá, sorprendido en su crimen, alegar su
propia defensa para justificar su homicidio si despedazó al posesor de las
riquezas, aun después que éste levantó el acero para hacer con él otro tanto.
F. - Sea de esto
lo que fuere, lo que tú debes saber es que Alejandro VI cedió y donó a mis
progenitores y sus herederos las Américas.
I. - Venero al
Papa como a cabeza universal de la
Iglesia , pero no puedo menos que decir que debió ser de una
extravagancia muy consumada cuando cedió y donó tan francamente lo que teniendo
propio dueño, en ningún ceso pudo ser suyo, especialmente cuando Jesucristo, de
quien han recibido los Pontífices toda su autoridad y a quien deben tener por
modelo en todas sus operaciones, les dicta que no tienen potestad alguna sobre
los monarcas de la tierra, o que a lo menos no conviene ejercerla, cuando dice:
Mi Reino no es de este mundo; y cuando a sus apóstoles les enseña y encarga que
veneren a los reyes y paguen los tributos al César. Me admira, digo, que
Alejandro VI hubiese cometido semejante atentado, cuando San Bernardo le dice:
“quid falcem vestram in alienam messem extendis? Si apostolis interdicitur
dominatus quomodo tu tibi audes usurpare? Non tu ille de quo propheta: el
erit omnis terra possessio eius. (¿Por qué extendéis vuestra hoz hasta la
mies ajena? Si le está vedada la pasión de dominio a los apóstoles, ¿cómo osas
tú invocarla para ti? Tú no eres aquel de quien dice el profeta: "y toda
la tierra le perteneced").
Pero los grandes
crímenes de idolatría y sacrificio humano que cometían los indianos, me dirás,
fueron los que obligaron al príncipe de la Iglesia a ceder aquellos reinos a un monarca
católico que extirpase tan bárbaras costumbres. Pero yo diré que las más de las
naciones del antiguo mundo, han sido algunas veces idólatras y bárbaras, y sin
embargo no se da ejemplo de que por tales delitos hayan destruido los
Pontífices a su monarquía, porque siempre se han conocido jueces incompetentes
para ello y han confesado que la punición de tales crímenes está reservada al
Altísimo. Diré que los delitos de los indianos pudieron hacer nacer
jurisdicción siempre que ellos, predicados o inducidos de la verdad del cristianismo,
y convenidos de la barbarie de sus ritos y costumbres, hubiesen permanecido
idólatras y bárbaros secuaces de su antigua superstición, pero ceder las
Américas cuando los españoles, lejos de disipar las tinieblas de la idolatría
con la luz del Evangelio, se habían antes hecho aborrecibles con su mal ejemplo
y con los muchos crímenes abominables de que los hadan espectadores, sin duda
que fue un acto- de cuya legitimidad jamás convencerme podré. Por último, si un
Witisa, un Rodrigo, un Enrique, epílogo de abominaciones y monstruos de sus
siglos, en quienes cualesquier crímenes eran menos excusables y más enormes por
su mayor cultura, y en quienes, por haber entrado en la Iglesia por las sagradas
puertas del bautismo, tenían más jurisdicción los Pontífices, nunca se han
visto castigar con la terrible pena de ser despojados de sus cetros, mucho
menos debieron ser destruidos los indianos, pues si eran idólatras, tenían la
disculpa de no haber llegado a su noticia la religión cristiana; si eran
antropófagos, podrían evadirse con la anticuada costumbre que les ocultaba su
barbarie.
DIALOGO ENTRE ATAHUALPA Y FERNANDO VII EN LOS CAMPOS ELISEOS – Parte 3
A vista de tan
horrible espectáculo solloza la virtud, gime la naturaleza y se estremece el
mundo entero. Sólo el español más bárbaro que las sanguinarias y ponzoñosas
fieras de la Libia ,
sigue talando los campos, desolando provincias, derribando tronos, arrastrando monarcas
y degollando emperadores. Las inagotables riquezas de que ha despojado a los
soberanos y sus vasallos aún no bastaban para aplacar su insaciable sed. Van,
pues, a buscar más tesoros en el interior de los riscos y peñascos, arras¬tran
tribus enteras de indios, los obligan y mandan que minen los cerros y entren
hasta los más remotos y escondidos cerros. Obediente, el mísero indiano empieza
con su trabajo, pero al cabo de algunas horas no alcanza ya el languideciente
vigor de su débil y cansado brazo a quebrantar y romper la dureza de las
piedras. Como desmayado se sienta para rehacer sus fuerzas.
Lo advierte el
español y al momento envaina su acerado filo en el pecho del inocente indiano,
que envuelto en su propia sangre y en sus continuadas lágrimas, exhala el alma
de su cuerpo. Otros consiguen, es cierto, penetrar hasta las tenebrosas
entrañas de la tierra, pero en aquel oscuro y lúgubre caos, destituidos de todo
auxilio, privados de la luz del sol y aun del corto consuelo de gemir al lado
de sus parientes, experimentan en breve igual suerte que el primero.
Los que
han logrado salir de aquel abismo, castigados del hambre van a buscar algún
alimento, pero no lo encuentran porque todo lo han hurtado. Corren a beber a
las fuentes y encuentran sus aguas teñidas con la sangre de sus hermanos. La
inocente madre llora amargamente la lastimosa muerte de su hijo querido hasta
que su dolor mismo corta el hilo de su vida. El angustiado padre advierte que
la muerte es su único recurso, en ella sola ve el término feliz de sus fatigas,
y homicida de sí mismo, muere pendiente de un árbol mediante una soga, dando
fin con esto a su vida y a su fama. Todos, en fin, sufren tantas desdichas y
calamidades que juntamente pueden decir “traditi sumus ut conteramur
iugulemur et pereamus; an ut magni in servos et famulos venundemur el tole
rabile malum”, (Hemos sido entregados para ser quebrantados, degollados y
muertos; acaso para ser vendidos a buen precio como siervos y esclavos).
Ved ahí,
Fernando, la viva imagen de la conducta de tus españoles; ved, digo, si con
fundamento los noto de injustos, crueles y usurpadores, cuando del mismo modo
que el francés en España, se han entronizado ellos en América contra la
voluntad de los pueblos; cuando del mismo modo que aquél, han quitado el cetro
a unos soberanos descendientes de varios reyes y del mismo modo que tú, jurados
unánimemente por sus pueblos; cuando finalmente el homenaje que les rinden es
aún más forzado y violento que el que tributa la España al francés
Emperador.
Convenceos de
que los españoles han sido unos sacrílegos atentadores de los sagrados e
inviolables derechos de la vida, de la libertad del hombre. Conoced que como
envidiosos y airados de que la naturaleza hubiese prodigado tantas riquezas a
su América, habiéndolas negado al suelo hispano, lo han hollado por todas
partes. Confesad, en fin, que el trono vuestro en orden a las Américas, estaba
cimentado sobre la injusticia y era el propio asiento de la iniquidad.
miércoles, 9 de octubre de 2013
DIALOGO ENTRE ATAHUALPA Y FERNANDO VII EN LOS CAMPOS ELISEOS – Parte 2
F. - Yo lo
confieso y aún añado que no habría viviente alguno sobre la faz de la tierra
que no mire a Bonaparte con desprecio y con horror cuando sepa que ha
arrebatado el cetro de Castilla a un monarca descendiente de infinitos reyes.
Se vería por consiguiente que los habitantes de la península únicamente le
rinden una obediencia forzada, efecto del miedo y del temor que han inspirado
las inauditas tiranías de sus tropas sanguinarias.
I. - Comparad,
pues, ahora tu suerte con la mía, la conquista de tu península con la del Nuevo
Mundo, y la conducta del francés en España con la del español en América.
Consultad, digo, las historias sobre las escenas que se han visto en el peruano
y mexicano suelo, y verás manifiestamente que dicen que en e! momento en que
dio noticia Colón del descubrimiento de la fertilidad de la nueva tierra y sus
riquezas, empezó a hervir la codicia en el corazón avaro de los estúpidos
españoles, que atravesando inmensos mares se trasmigran en tumultos a las
Indias. Aquí saben que los americanos son unos hombres tímidos y sencillos,
pero advierten al mismo tiempo que, aunque incultos y salvajes, son muy pocos
los misantrópicos, y que los más viven reunidos en sociedad; que tienen sus
soberanos a quienes obedecen con amor, y que cumplen con puntualidad sus órdenes
y decretos.
Saben, en fin, que estos monarcas descienden igualmente que tú, de
infinitos reyes, y que bajo de su dominio disfrutan perfectamente sus vasallos
de una paz inalterable; pero como con sus ojos empapados en el ponzoñoso licor
de la ambición, creen coronadas de oro y plata las cimas de las montañas, o a
lo menos, depositados en el interior de aquéllas, interminables tesoros, como
las mismas cabañas de los rústicos e inocentes indianos les parecen repletas de
preciosos metales, y quieren apoderarse de todo y conseguirlo todo; protestan
arruinar aquella desdichada gente y destruir a sus monarcas. La razón nos dieta
--dicen ellos- que éste es un atentado, y la religión nos enseña que es un
sacrilegio, mas no hay otro medio para mitigar nuestra implacable codicia.
Sofóquese pues la humanidad, la religión y la razón, y verifíquense nuestros
designios.
Y al momento empiezan a llover por todas partes la desolación, el
terror y la muerte, bárbaras en todo, hábiles únicamente en apurar y aumentar
la crueldad y la tiranía, arruinar del mismo modo las humildes chozas que los
suntuosos palacios. Por todas partes corren ríos inmensos de sangre inocente;
en todas partes se encuentran millares de cadáveres, desdichadas víctimas de la
ferocidad española.
martes, 8 de octubre de 2013
DIALOGO ENTRE ATAHUALPA Y FERNANDO VII EN LOS CAMPOS ELISEOS – Parte 1
En cosa de
trescientos años que las delicias disfruto de estos Campos Elíseos, nunca deja
la memoria de mis trágicos sucesos de atormentarme algún tanto. Mas hacia mí se
encamina un hombre que según signos parece ser español, y quiero, por si llega
recién, llamarlo por preguntarle lo que en mi tierra pasa.
-Hombre,
cualquiera que seáis, dime quién eres.
F. - Fernando
soy de Barbón, séptimo de aqueste nombre, de todos los soberanos el más triste
y desgraciado.
I. - ¿Y por qué
desgraciado?
F.
- Porque apenas por mis pueblos fui monarca proclamado de la España y de las Indias,
cuando el más infame, el más vil de todos los hombres vivientes, es decir, el
ambicioso Napoleón, el usurpador Bonaparte, con engaños me arrancó del dulce
seno y regazo de mi patria y de mi Reino, e imputándome delitos todos falsos y
ficticios, prisionero me condujo hasta el centro de la Francia. Allí
permanecí hasta que supe un día que mi España, vencida ya y derrotada por las
fuertes, formidables y casi insuperables legiones de la Francia , mi enemiga,
estaba por rendirse, y piadoso mi dolor, una vida me quitó tan penosa y tan
amarga. Cerré, pues, los ojos al mundo, con sólo el corto consuelo de que los
ingleses, alemanes y el mundo todo, quietan obligar a aquel monstruo a desistir
de sus proyectos y restituir a mi casa la usurpada e inicua posesión que ahora
tiene en la península.
I. - Tus
desdichas, tierno joven, me lastiman, tanto más cuanto por propia experiencia
sé que es inmenso e! dolor que padece quien, cual yo, se ve injustamente
privado de un cetro y de una corona.
F. - ¿Y pues
quién a ti también te arrebató como a mí tu corona?, ¿la ambición?
I. - El
miserable Atahualpa, el infeliz soberano del Imperio del Perú, Fernando, a tu
lado está. Pues que de injusta e inicua la conquista habéis notado de España
por Bonaparte, ni te sientas ni te admires que de usurpada y furtiva igualmente
yo gradúe la dominación que ha tenido en América el español,
F. - Aunque
conocerte, Inca, me letifica y me place, no sé con qué fundamento a decirme te
avanzas que si e! injusto Bonaparte mi península domina, en América hace sin
duda otro tanto el español.
I. - ¿No es
cierto, di, Ferdinando, que siendo la base y único firme sustentáculo de una
legión y bien fundada soberanía, la libre, espontánea y deliberada voluntad de
los pueblos en la cesión de sus derechos, el que, atropellado este sagrado
principio, consiguiese subyugar una nación y ascender al trono sin haber subido
por este sagrado escalón, será en vez de Rey un tirano a quien las naciones
darán siempre e! epíteto y renombre de usurpador? Sin duda que confesarlo debes
porque es el poderoso comprobante de la notoria injusticia del Emperador de los
franceses ..
lunes, 7 de octubre de 2013
La Telesita
Teresita del Barco o Telésfora Santillán vivió en la segunda
mitad del siglo XIX en la provincia de Santiago del Estero. Una de las
versiones acerca de quién era y que hizo esta mujer sostiene que era hija de
Don Pedro del Barco y María Rosa Gómez, tenía el cabello negro y los ojos
azules y que pasó su infancia en la estancia "La Aurora", al pie de
las sierras de Guasayán, criándose rodeada de belleza, sensibilidad y música.
La familia se traslada a una casona que tenía en la ciudad
de Santiago del Estero para que Teresita recibiera la educación
correspondiente. A medida que pasaba el tiempo se convertía en una hermosa
mujer. Su padre, acosado por sus adversarios políticos, decide abandonar la
ciudad y volver a la estancia.
En su pago natal, aprendió todo lo que se refiere a la vida
de campo: los arrieros le enseñaron acerca de la fauna y la flora de la región
y las virtudes de las plantas medicinales. Al llegar la edad de casarse sus
padres deciden volver a Santiago a relacionarse con la sociedad. Viajan ellos
primero y, al llegar encuentran que el cólera estaba asolando la ciudad, deben
cumplir con la cuarentena obligatoria antes de salir de ella pero son víctimas
de la peste.
El dolor y la tristeza hacen que Teresita no pueda vivir más
en la estancia y se muda a un vallecito cercano a Santiago. Allí aparece el
amor en su vida, un estanciero llamado Eumelio Ahumada. Pero llegan los
carnavales y en un baile otro joven saca a bailar a Teresita. Después del baile
circularon los comentarios, y el otro joven hostigaba constantemente a Eumelio,
quien para defender su amor plantea un duelo en tres instancias: duelo de
payadas, duelo de malambo y duelo criollo, a cuchillo. Pasadas las dos primeras
instancias sin decidirse hacia uno u otro, en el enfrentamiento a cuchillo
mueren los dos.
Al enterarse Teresita huyó, hasta que se instala en una
choza cerca de La Banda, y comienza a ayudar a los necesitados. Preparaba
tisanas y pociones curativas para los enfermos. Su fama de Santa y curandera se
fue extendiendo. Un día desapareció. La leyenda dice que murió quemada.
Otra versión de la historia cuenta que era una joven
inocente que erraba por los montes. Oraba a Dios, asistía a fiestas, velorios y
bailes apareciendo y desapareciendo de improviso. Coincide en que murió
carbonizada.
El culto
No hay un lugar fijo para los peregrinajes ya que, como
murió quemada, no hay tumba que conserve sus restos. El ritual que debe cumplir
un promesante es el siguiente:
* se envía una invitación especial a la mayor cantidad de
personas conocidas del promesante, con un ruego de asistencia para el
destinatario del favor de la Santa.
* debe preparar con anticipación una masa de harina de trigo
con la que debe modelar un angelote y cocinarlo en el horno de su casa hasta
que se dore.
* debe colocar una mesa en el centro del patio de su casa,
cubrirla con manteles blancos y depositar el muñeco que representa el espíritu
de la Telesita.
* este altar debe rodearse de velas y flores.
* se invita a músicos para que toquen con los instrumentos
típicos de la región, especialmente chacareras.
* debe contarse con abundante bebida: tradicionalmente la
aloja, y últimamente caña y aguardiente hervida con poleo.
* tener una auténtica devoción y honesta intención de
cumplir la promesa que se concretará con música, baile y bebidas.
Estas reuniones se llaman Telesiadas y se inician
bailando una chacarera. A cada vuelta el bailarín debe beber una copa. Cuando
el promesante cae rendido de baile y alcohol, se considera que el ritual está
cumplido. Se apagan las velas y una joven, elegida de antemano por el
promesante, toma el angelote y lo desmigaja repartiéndolo entre los
concurrentes junto con un trago de alcohol. En otras Telesiadas, el muñeco
se hace de papel o trapo y se quema al final de la fiesta para rememorar el
trágico destino de Telesita.
Proyección Artística
Está presente en la poesía, en el teatro (Clementina Quenel
hizo una obra con su historia) y Andrés Chazarreta y Agustín Carbajal le
dedicaron una chacarera; Gabino Cora Peñaloza y Manuel Gómez Carrillo
escribieron un estilo, existe un romance llamado "La Telesita" de
León Benarós y hay además algunos poemas anónimos.
miércoles, 2 de octubre de 2013
La epopeya de las cataratas - parte 2
Es así que sale de Santa Catalina, donde desembarcara con sus acompañantes,
soldados, frailes, hombres de servicio, indios amigos, con todo el habitual
cargamento de armas, caballos, vituallas, etc., propios de estas
empresas. Y lo hace por tierra. El océano y las carabelas
quedaban atrás. Por tierra como en la primera ocasión, generalmente
a pie por lo cerrado y abrupto de las sendas y el itinerario a recorrer.
Aún en nuestros días, cuando el hombre ya dejó su huella en las selvas
llamadas vírgenes, resulta dramática una travesía en la espesura, con mil
acechanzas, alimañas, insectos, fieras, temperaturas, lluvias. Imaginemos
lo dantesco del esfuerzo. Y fue entonces cuando como si descorriera
de pronto un mítico telón, Alvar Núñez Cabeza de Vaca, con lógico
deslumbramiento se encuentra frente al gigantesco milagro de las Cataratas del
Iguazú, y nos da, personalmente, las primeras noticias sobre ellas.
Pero es útil que recurramos a la versión directa del acontecimiento, que
hallamos en la segunda parte de su ya citada Memoria de los sucesos que le tocó
vivir en Indias, y que conocemos bajo el título original de “Naufragios y
Comentarios”.
En el capítulo XI, consigna: “De cómo el Gobernador caminó con canoas por
el río Iguazú y por salvar un mal paso de un salto que el río hacía, llevó por
tierra las canoas una legua a fuerza de brazos”. Y luego el relato:
“A postrero día del dicho mes de enero, yendo caminando por la tierra y
provincia, llegaron a un río que se llama Iguazú, y antes de llegar al río
anduvieron ocho jornadas de tierra despoblada, sin hallar ningún lugar poblado
de indios. Este río Iguazú es el primer río que pasaron al principio
de la jornada cuando salieron de la costa del Brasil. Llámase
también por aquella parte Iguazú; corre del esteoeste; en él no hay poblado
ninguno; tomose el altura en veinte y cinco grados y medio. Llegados
que fueron al río de Iguazú, fue informado de los indios naturales que el dicho
río entra en el río del Paraná, que asimismo se llama río de la Plata; que
entre río del Paraná y el río de Iguazú mataron los indios a los portugueses
que Martín Alonso de Sosa envió a descubrir aquella tierra; al mismo tiempo que
pasaron el río en canoas, dieron los indios en ellos y los mataron. Algunos
de estos indios de la ribera del Paraná, que ansí mataron a los portugueses, le
avisaron al Gobernador que los indios del río Piquerí, que era mala gente,
enemigos nuestros, y que les estaban aguardando para acometerlos y matarlos en
el paso del río, que por esta causa acordó el Gobernador, sobre acuerdo, de
tomar y asegurar por dos partes el río, yendo él con parte de su gente en
canoas por el río Iguazú abajo y salirse a poner en el río del Paraná y por la
otra parte fuese el resto de la gente y caballos por tierra, y se pusiesen y
confrontasen con la otra parte del río, para poner temor a los indios y pasar
en las canoas toda la gente; lo cual fue así puesto en efecto; y en ciertas
canoas que compró a los indios de la tierra se embarcó el Gobernador con hasta
ochenta hombres, y así se partieron por el río Iguazú abajo, y el resto de la
gente y caballos mandó que fuesen por tierra, según esta dicho, y que todos se
fuesen a juntar en el río del Paraná. Y yendo por dicho río de
Iguazú abajo era la corriente tan grande que corrían las canoas por él con
mucha furia; y esto causólo que muy cerca de donde se embarcó da el río un
salto por unas peñas muy altas, y da el agua en lo bajo de la tierra tan gran
golpe que de muy lejos se oye, y la espuma el agua como cae con tanta fuerza,
sube en salto dos lanzas y más, por manera que fue necesario salir de las
canoas y sacarlas del agua y llevarlas por tierra hasta pasar el sitio, y a
fuerza de brazos las llevaron más de media legua en que se pasaron muy grandes
trabajos”. Y prosigue: “salvado aquel mal paso, volvieron a meter en
el agua las dichas canoas y proseguir su viaje; y fueron por el dicho río abajo
hasta que llegaron al río del Paraná; y fue Dios servido que la gente y caballos
que iban por tierra, y las canoas y gente, con el Gobernador que en ellas iban,
llegaron todos a un tiempo, y en la ribera del río estaban muy gran número de
indios de la misma generación de los guaraníes, todos muy emplumados con plumas
de papagayos y almagrados, pintados de muchas maneras y colores, y con sus
arcos y flechas en las manos hecho un escuadrón de ellos, que era muy gran
placer de los ver. Como el Gobernador y su gente (de la forma ya
dicha), pusieron mucho temor a los indios, y estuvieron muy confusos, y comenzó
por lenguas de los intérpretes a les hablar, y a derramar entre los principales
de ellos muy grandes rescates; y como fuese gente muy codiciosa y amiga de
novedades, comenzaron a sosegar y allegarse al Gobernador y su gente, y muchos
de los indios les ayudaron a pasar de la otra parte del río; y como hubieren
pasado mandó el Gobernador que de las canoas se hiciesen balsas juntándolas de
dos en dos; las cuales hechas, en espacio de dos horas fue pasada toda la gente
y caballos de la otra parte del río; con concordia de los naturales,
ayudándoles ellos propios a los pasar. Este río del Paraná, por la
parte que lo pasaron, era de ancho un gran tiro de ballesta, es muy hondable y
lleva muy gran corriente, y al pasar del río se trastornó una canoa con ciertos
cristianos, uno de los cuales se ahogó porque la corriente lo llevó, que nunca
más apareció. Hace este río muy grandes remolinos, con la fuerza del
agua y gran hondura de él”.
Así, con el típico detallismo y estilo de la época, vivimos el
episodio. Félix de Azara establece que el hecho ocurrió el 1º de
febrero, precisamente, de 1542.
Alvar Núñez Cabeza de Vaca proseguirá la lenta marcha hacia la Asunción, ya
por tierra, con el frondoso acompañamiento, sorteando duras jornadas. Y
llegaría a la colonial “fundadora de ciudades”, el 11 de marzo del citado año,
con un recibimiento auspicioso de las autoridades provisorias y
vecindario. Pero bien pronto el Adelantado debería afrontar
dificultades, odios, rencores, rencillas, aquellas mismas que había querido
prevenir la Capitulación suscripta por el Rey cuando lo designara. Pronto
habría una sorda guerra interna que desembocaría en su dura prisión. Cárcel,
cadenas, amenazas, exilio. Y con esto último, el regreso a España en
la sentina de una carabela, como un mísero que debía finalmente afrontar un
proceso incoado con intrigas y malquerencias. En ello igualó el
destino del Gran Almirante. Su vida, en detalle, merecería muchos capítulos
que nos darían la dimensión de su perfil verdadero, de su tesitura de soldado
de férrea conducta, pero al mismo tiempo, una calidad particular, obstinada,
valiente y temeraria. Es decir, un verdadero capitán de la
Conquista. Pero todo eso es ya otra historia. Nos movió
su paso accidental por las tierras de la actual provincia de Misiones. Ese
paso que lo llevó al descubrimiento de las Cataratas, únicas en su grandeza
universal.
Y quizá esa fortuita circunstancia sirva para agregar a tanta belleza el
sello romancesco que puso sin saberlo el Adelantado con su inopinada presencia,
en un primer día de febrero del ya lejano año de Señor de 1542.
www.revisionistas.com.ar
La epopeya de las cataratas - Parte 1
Difícilmente se pueda ignorar que en cada retazo de la Conquista en América
existe una señal homérica, en tanto querramos ubicarla como hazaña del Hombre,
empujado por tremendos heroísmos, ambiciones, ensueños, etc. Y en
cada secuencia, él o los protagonistas se destacan en el tiempo en forma clara,
definida, tiñendo los hechos con el color de su nítida individualidad.
Todos los grandes Capitanes que abrieron sendas dejaron su sello. Esto
ocurre también con la figura legendaria del Segundo Adelantado del Río de la
Plata, don Alvar Núñez Cabeza de Vaca. Nació en Jerez de la Frontera, hijo
de don Francisco Vera y de doña Teresa Cabeza de Vaca, de noble linaje, como
refiere Lafuente Machaín, se educó en casa de su tío el comendador Pedro
Estopiñán, poniéndose luego al servicio de los Reyes Católicos; hizo las
campañas de Italia y en las luchas de las Comunidades de Castilla combatió sin
tregua. Refiere el citado historiador que en el año 1521, gentes de
Don Juan de Figueroa tomaron el Alcázar de Jerez, oportunidad en que Cabeza de
Vaca, en unión de algunos parciales del Duque de Medina Sidonia, retomó ese
bastión y lo entregó a Don Jorge de Portugal.
Quizá templaran a Don Alvar Núñez estas luchas para afrontar la gran
aventura en Indias.
Sabemos que el alejamiento de escena de Don Pedro de Mendoza, creó un
período de incertidumbre, de choques, de gobiernos provisorios, determinando el
Rey de España firmar una Capitulación a 15 de junio de 1540, por la cual
designa a nuestro personaje en calidad de Adelantado, cuando éste ya había
regresado a la Península, ahíto de aventuras, huellas, cicatrices y relatos,
tras el peregrinaje con Pánfilo de Narváez en la Expedición a la Florida, donde
salvó apenas su vida, tras un cautiverio entre los indígenas, episodios que
después relata en sus valiosas Memorias.
“En esta Capitulación –señala Medardo Chávez- especificaba no permitir
letrados ni procuradores, porque las experiencias habían demostrado que esas
profesiones ocasionaban diferencias y pleitos originándose discordias mortales
y odios implacables; repartimiento de tierras a perpetuidad a los que la
hubiesen poseído cinco años cumplidos; facultad para tratar y contratar
libremente con los indios; libertad a los vecinos de las Provincias del Río de
la Plata para volver a España sin necesidad de permiso del Rey”, etc.
etc. Es evidente que esa Capitulación establecía premisas
ejemplares, dignas de la mejor constitución democrática, pero bien sabemos que
en su casi totalidad, en la práctica, era letra muerta.
Con los pliegos reales y el corazón animoso, dispuesto a “cumplir y hacer
cumplir”, parte el Adelantado desde el puerto de Sanlúcar, el 2 de noviembre de
1540, llegando muchas semanas después a las costas del Brasil para iniciar de
inmediato la segunda y definitiva etapa de aventuras en esta parte del
Continente.
martes, 1 de octubre de 2013
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