martes, 31 de mayo de 2022

Qué es y por qué se celebra el Acuerdo de San Nicolás

 

Se firmó el 31 de mayo de 1852 y fue el primer precedente de la Constitución de 1853

Tras derrotar a Juan Manuel de Rosas en la Batalla de Caseros, el General Justo José de Urquiza reunió a los gobernadores de las provincias argentinas para realizar un acuerdo con el fin de sentar las bases de la organización nacional de Argentina. Ese acuerdo fue el primer precedente de la Constitución de 1853. Se firmó con fecha 31 de mayo de 1852 -por pedido de Urquiza-, para que la conmemoración del pacto ingrese en los acontecimientos de la Semana de Mayo -aunque, según algunas versiones, la firma real se produjo un día después, el 1° de junio-.

Un mes antes, el 6 de abril de 1852, se había establecido el Protocolo de Palermo, luego de una reunión celebrada entre los gobernadores de Buenos Aires, Corrientes, el representante de Santa Fe y el representante de Entre Ríos. Este documento nombraba a Justo José de Urquiza como director de Relaciones Exteriores de la República, hasta que se estableciera definitivamente a quién corresponda ocupar el cargo. Dos días después, el 8 de abril, Urquiza invitó a los gobernadores de las provincias a una nueva reunión.

La ciudad elegida fue la de San Nicolás de los Arroyos -por eso el nombre del convenio-. El General quiso afirmar su gratitud al vecindario que lo había acompañado cuando en 1841 debió refugiarse en la isla Tonelero. La casa donde se firmó el acuerdo -hoy convertida en museo- pertenecía a Don Pedro Alurralde, Juez de Paz del partido, primera autoridad de la ciudad y, por supuesto, amigo de Urquiza.


 
Qué decía el Acuerdo

Los diecinueve artículos del convenio sintetizaban la gran conquista. El Acuerdo reconocía como punto de partida el Pacto Federal, convocaba al congreso general constituyente -integrado por dos diputados por cada provincia- fiaba la elaboración constitucional al saber, la conciencia y el patriotismo de cada legislador, como también a sus sentimientos puramente nacionales, confería a Urquiza el manejo de los negocios del Estado bajo el título de Director Provisorio de la Confederación, debiendo velar por la tranquilidad general del país, debía proveer los recursos para la marcha normal de la administración, asegurar la libre navegación de los ríos y el libre tránsito en todo el territorio argentino y garantizar el eficaz funcionamiento del Congreso General Constituyente, al mismo tiempo que la absoluta independencia de juicio de sus miembros.
La excepción de Buenos Aires
El rechazo de Buenos Aires radicó en que las provincias tuvieran el mismo número de diputados y a que se realizara el Congreso en Santa Fe, ya que no podría controlarlo ni imponer sus ideas. Además, se opuso a que un caudillo del interior, como lo era Urquiza, fuera nombrado Director Provisorio de la Confederación Argentina. Tampoco aceptaba que las provincias aportaran un porcentaje de lo recaudado por su comercio exterior al mantenimiento del gobierno, porque, de ese modo, Buenos Aires sería la provincia que más aportaría.


El Acuerdo dejó dos grandes consecuencias: la primera, fue la sanción de la Constitución de 1853, que entró en vigencia dentro de la Confederación Argentina. La segunda, la separación del Estado de Buenos Aires del resto de la Confederación. Esta situación perduraría hasta 1860, tras la derrota militar de Bartolomé Mitre en manos de Urquiza, en la Batalla de Cepeda.
La trascendencia histórica de este instante se puede comparar con las del 25 de mayo de 1810 y el 9 de julio de 1816. Entre las tres, conformaron las nuevas bases institucionales de nuestra nación.

https://museodelacuerdo.cultura.gob.ar/noticia/que-es-y-por-que-se-celebra-el-acuerdo-de-san-nicolas/

 


Lo que Biondi nos dejó

 

El payaso de la mirada triste

José “Pepe” Biondi, era calvo y para ponerse en clima de payaso, usaba pelucas. Llegó a convertirse en guionista de sus propios sketches y si hay algo que tenía bien claro, era qué quería transmitir con sus presentaciones. El juego constante con la voz, las miradas y los gestos, lo hacían único, como también el manejo constante de las palabras que tenían también protagonismo en su forma de humor. “Pepe Caramelo”, por ejemplo, era un personaje creado para “estar de boca en boca”. Velocidad escénica, presentación mediante el ritmo y cierto porte fueron un poco innatos pero también dotes provenientes de lo aprendido durante su primera juventud. Su vínculo con los actores del teatro de variedades lo llevó desarrollar rutinas. Estas son acciones en las que los actores van incorporando gags como el golpe o la cachetada. Trabajó con estas formas en el Circo del Jardín Japonés, pasó por el Cabaret -donde tuvo que haberse visto modificado su carácter humorístico- y llegó al Patio de México para luego consagrarse en Cuba, donde nacería el verdadero “Pepe Biondi” cuando ganó, tras su separación de Dick, un espacio individual dentro de la televisión.

Lo que Biondi nos dejó

Pepe Galleta, Pepe Curdélez, Pepe Estropajo, Pepe Luí, Narciso Bello y el resto de los personajes que engendró en Cuba, así como también frases y palabras como “Patapúfete” llegaron a Argentina en 1959 cuando censuraron su humor en el país centroamericano. Esta forma de representación tuvo que readaptarse al humor argentino puesto que lo parámetros para la risa suelen ser muy locales y no tuvo, en un primer momento el impacto esperado. Sin embargo, con un poco de intervención en sus guiones empezó a ganar prestigio y carcajadas. El uso de la rima tomó protagonismo y todos rieron al ritmo de “Soy Pepe Galleta, único guapo en camiseta” o “Pepe Estropajo, le tiene alergia al trabajo”. Sus programas televisivos los hacía en vivo ya que nunca pudo abandonar el gusto por el contacto con el público y ni siquiera cuando estuvo a punto de morir abandonó la risa. “Casi no cuento el cuento”, comentó luego de someterse a una operación en Estados Unidos.

A Pepe Biondi le gustaba de hablar para que los niños pudieran reír pero su público no solamente se centró en ellos. Todos disfrutaban con sus juegos de palabras, sonrisa y gesto permanente. ¡Qué suerte si pudiste disfrutarlo parroquiano! Y sino, no te pierdas de ver hoy sus morisquetas que demuestran que no tanto se necesita para hacer buen humor.

https://pulperiaquilapan.com/pepe-biondi-y-patapufete/

 

lunes, 2 de mayo de 2022

Córdoba y su Mayo de 1810, según el relato de un historiador


Enzo Regali describió los sucesos significativos ocurridos en tierras cordobesas.

Cada 25 de mayo, en los actos escolares resuenan las palabras de Cornelio Saavedra, anunciando: “Ahora sí, los integrantes de este Cabildo hemos aprobado el petitorio presentado, queda entonces destituido el virrey Cisneros y se forma una Junta de Gobierno que asume el día de hoy…”

Esa es la historia conocida, la situación en España, la Buenos Aires colonial, la reunión del pueblo en la plaza frente al Cabildo, la destitución del virrey Cisneros y la constitución de la Primera Junta. Pero qué pasaba en el interior del virreinato del Río de la Plata; y qué pasaba en Córdoba en mayo de 1810.

Enzo Regali, profesor y licenciado en Historia de la Universidad de Buenos Aires y de la Universidad Católica de Córdoba, detalla lo ocurrido en nuestra provincia, lo que la historia calificó como contrarrevolución. «Para entender los sucesos de mayo en Córdoba, hay que remontarse a las invasiones inglesas de 1806 y 1807. Además, es necesario tener en cuenta que desde 1810 se comenzó a elaborar una historiografía con un marcado carácter centralista porteño. En ella se minimizan, se ocultan o desvalorizan el papel cumplido por los pueblos del interior», comienza Regali.

Y continúa narrando que Córdoba fue uno de los casos paradigmáticos de las disidencias con Buenos Aires, que también las tuvieron Paraguay, el Alto Perú y la Banda Oriental. Sin embargo, tal vez por su rasgo histórico de ser nexo de hombres y regiones, la provincia mediterránea nunca se retiró del ordenamiento que conformaban las Provincias Unidas de Sudamérica y luego la Confederación Argentina. 

En tierras cordobesas molestó la falta de consulta del Cabildo porteño, que se había arrogado la representación de todo el virreinato. La convocatoria realizada por circular del 27 de mayo de 1810, para nombrar representantes (diputados) era acompañada de la exigencia de reconocimiento a la nueva Junta, lo que profundizó la desconfianza del interior hacia Buenos Aires.

Por entonces, se veían claramente dos problemas: por un parte, la mayoría miembros que le quedaban a Buenos Aires, nueve en total; mientras los “arribeños” -así se designaba a quienes venían del norte- solo designaban uno por ciudad. El otro problema fue el envío de un ejército bien armado para la época, con el objetivo de hacer cumplir las órdenes de la Primera Junta.

Ante tantas dudas, el 6 de junio el Cabildo de Córdoba resolvió desconocer la autoridad de la Junta de Buenos Aires, resistir y dar aviso al resto de las ciudades del norte y al virrey del Perú. Un poco en soledad, el Deán Funes sostuvo la legalidad de lo actuado en la capital virreinal y solicitó un “Cabildo Abierto”. Al mismo tiempo, Antonio Ortiz del Valle apoyó elegir representantes a la Junta pero rechazar la expedición que ya venía en marcha.

Rechazo y enojo 

El ex virrey Liniers y el gobernador Juan Gutiérrez de la Concha, junto a otros vecinos, comenzaron a reclutar tropas en el interior para enfrentar al ejército que se acercaba. No consiguieron formar una milicia importante y terminaron presos de las fuerzas de Buenos Aires. Estaban al mando del riojano Ortiz de Ocampo y de Juan Ramón Balcarce, ambos compañeros de lucha junto a Liniers contra las Invasiones Inglesas, por lo que guardaban respeto y afecto hacia el exvirrey.

Enterada la Junta de la detención de los rebeldes, Moreno motorizó el fusilamiento donde se los encuentre, sin juicio previo. La Junta de Gobierno votó dicha decisión por unanimidad. Sólo se abstuvo Manuel Alberti, dada su investidura sacerdotal.

Cuando la orden llegó a Córdoba, concitó el rechazo del vecindario e incluso del Deán Funes, que apoyaba a la Junta. Ortiz de Ocampo y Balcarce se negaron entonces a cumplir la orden y enviaron los presos a Buenos Aires para que allí se resuelva su situación. No fue ajeno a la decisión el Deán Funes, que intentó ganar tiempo para evitar los fusilamientos.

Moreno enfureció al enterarse del incumplimiento de la orden y envió a Castelli como representante de la Junta a cumplir con la medidade fusilar a Liniers. Castelli cumplió su cometido, salvándose únicamente el obispo Orellana por ser arzobispo.

De haber sido derrotados los Juntistas, probablemente hubieran tenido igual destino. Eran las sangrientas costumbres de época que patriotas o españoles aplicaron por igual. Moreno y sus partidarios no tenían una comprensión cabal de las tradiciones del interior del virreinato. Vivían en una ciudad de comerciantes, que en esos tiempos ni siquiera tenía la influencia de la clase ganadera y había absorbido una formación católica pero iluminista, por lo que creía y practicaba el poder de las luces.

Ni bien los representantes del interior llegaron a Buenos Aires, Moreno se propuso evitar que integraran la Junta, tratando que conformaran otro cuerpo sin funciones ejecutivas. Su moción perdió y el secretario renunció a su cargo. Solicitó irse en misión a Gran Bretaña, adonde nunca llegó, ya que murió por causas no muy claras a poco de salir, en las costas de Brasil, el 4 de marzo de 1811.

Las contradicciones entre Buenos Aires y el resto del sur de Sudamérica, así como un cierto ocultamiento del papel fundamental de las provincias en todo el proceso han contribuido a que los logros obtenidos aún en medio de duras batallas internas: la independencia y la construcción de una república, perdieran algo de sus virtudes y resultara menos comprensible la historia del sur continental, concluye Regali.

https://www.ucc.edu.ar/mediosucc/cordoba_y_su_mayo_de_1810_segun_el_relato_de_un_historiador-6839.html/