martes, 31 de mayo de 2022

Lo que Biondi nos dejó

 

El payaso de la mirada triste

José “Pepe” Biondi, era calvo y para ponerse en clima de payaso, usaba pelucas. Llegó a convertirse en guionista de sus propios sketches y si hay algo que tenía bien claro, era qué quería transmitir con sus presentaciones. El juego constante con la voz, las miradas y los gestos, lo hacían único, como también el manejo constante de las palabras que tenían también protagonismo en su forma de humor. “Pepe Caramelo”, por ejemplo, era un personaje creado para “estar de boca en boca”. Velocidad escénica, presentación mediante el ritmo y cierto porte fueron un poco innatos pero también dotes provenientes de lo aprendido durante su primera juventud. Su vínculo con los actores del teatro de variedades lo llevó desarrollar rutinas. Estas son acciones en las que los actores van incorporando gags como el golpe o la cachetada. Trabajó con estas formas en el Circo del Jardín Japonés, pasó por el Cabaret -donde tuvo que haberse visto modificado su carácter humorístico- y llegó al Patio de México para luego consagrarse en Cuba, donde nacería el verdadero “Pepe Biondi” cuando ganó, tras su separación de Dick, un espacio individual dentro de la televisión.

Lo que Biondi nos dejó

Pepe Galleta, Pepe Curdélez, Pepe Estropajo, Pepe Luí, Narciso Bello y el resto de los personajes que engendró en Cuba, así como también frases y palabras como “Patapúfete” llegaron a Argentina en 1959 cuando censuraron su humor en el país centroamericano. Esta forma de representación tuvo que readaptarse al humor argentino puesto que lo parámetros para la risa suelen ser muy locales y no tuvo, en un primer momento el impacto esperado. Sin embargo, con un poco de intervención en sus guiones empezó a ganar prestigio y carcajadas. El uso de la rima tomó protagonismo y todos rieron al ritmo de “Soy Pepe Galleta, único guapo en camiseta” o “Pepe Estropajo, le tiene alergia al trabajo”. Sus programas televisivos los hacía en vivo ya que nunca pudo abandonar el gusto por el contacto con el público y ni siquiera cuando estuvo a punto de morir abandonó la risa. “Casi no cuento el cuento”, comentó luego de someterse a una operación en Estados Unidos.

A Pepe Biondi le gustaba de hablar para que los niños pudieran reír pero su público no solamente se centró en ellos. Todos disfrutaban con sus juegos de palabras, sonrisa y gesto permanente. ¡Qué suerte si pudiste disfrutarlo parroquiano! Y sino, no te pierdas de ver hoy sus morisquetas que demuestran que no tanto se necesita para hacer buen humor.

https://pulperiaquilapan.com/pepe-biondi-y-patapufete/

 

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