viernes, 6 de julio de 2012

Manuel Quintana: el argentino que mandó bombardear Rosario – parte 1


El Banco de Londres en Argentina

Una de las estrategias del imperialismo británico consistió en la inversión en dos actividades económicas, que florecieron a partir de la década de 1860 hasta 1870. Por un lado, el ferrocarril y, por otro, la banca.

El Banco de Londres y Río de La Plata se inauguró el 1º de enero de 1863, y fue el primer banco británico con domicilio en la Argentina. Según el escritor Ricardo Ortíz, dicho banco tenía un capital, en sus orígenes, de casi 300 mil libras esterlinas.

La Sucursal Rosario surgió cuatro años más tarde, siendo la primer casa bancaria de Santa Fe. Rosario era una ciudad portuaria y, además, contaba con estación ferroviaria. Con la posibilidad de emitir billetes, gracias al acuerdo con la Legislatura de Santa Fe, aumentaba el interés del banco por dicha zona agropecuaria.

El Banco de Santa Fe

En mayo de 1874, el gobernador de Santa Fe, Servando Bayo, creó el Banco Provincial de Santa Fe con un capital de más de 2 millones de pesos.

La idea del gobernador era que el banco se conformara como un importante instrumento del progreso de la provincia. Bayo era partidario de la protección de los intereses argentinos y de la nacionalización del crédito, en el que el Estado tenga un rol fundamental y activo.

Pero, por supuesto, esto no fue bien visto por Inglaterra, que vio amenazado su dominio monopólico en la provincia santafesina.

El conflicto

En 1875, el Banco de Londres se puso como objetivo acorralar al Banco de Santa Fe, presentándole al cobro una gran cantidad de papeles.

Sin embargo, Servando Bayo logró sancionar una ley que obligaba al banco inglés a suspender la emisión de billetes, reservándolo sólo para el banco santafesino. A su vez, Bayo contaba con el apoyo del Ejecutivo Nacional y mantenía una buena relación con el presidente del país, Nicolás Avellaneda.

No obstante, no sería sencillo para el Banco provincial. Tenía enfrente a un gigante, apoyado y alentado por un imperialismo que no estaba dispuesto a retroceder y, mucho menos, a dar por perdida una batalla.

Bayo siguió acometiendo frente al Banco de Londres. En 1875 creó un impuesto a las actividades bancarias, del que quedaban fuera de la norma el Banco Nacional y el de Santa Fe.

El conflicto se agravaba. Inglaterra, con la imposición de su política en todo el mundo, no iba a quedarse de brazos cruzados.

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