lunes, 16 de julio de 2012

Los locos de la azotea: la primera transmisión de radio en Argentina



Hacia 1920, algunas personas diseminadas por todo el mundo acercaban sus oídos a un extraño artefacto mezcla de cobre y galena, e intentaban atrapar el furtivo sonido de voces o músicas lejanas. Era el umbral de lo que más tarde sería un medio de comunicación ampliamente difundido que fue creciendo hasta alcanzar un papel relevante en la historia de este siglo: la radio. Fue Guillermo Marconi (1874-1937) quien convirtió las experiencias de telegrafía sin hilos en un negocio de alcances mundiales que incluyó muy pronto a la radio y a la radiotelefonía.

En la Argentina, la nueva era la inició en 1897 el físico e ingeniero italiano Teobaldo J. Ricaldoni, que realizó transmisiones radioeléctricas como las que se sucedían en diversos lugares del mundo. Razones de seguridad invocadas durante la Primera Guerra Mundial frenaron el desarrollo de la radio en nuestro país. Pero, en 1919, quince radioaficionados argentinos reinstalaron sus antenas y retomaron sus auriculares.

Fueron esos locos de la azotea, como se los llamaba, quienes -con el nombre de Sociedad Radio Argentina- iniciaron la radiodifusión mundial el 27 de agosto de 1920, con una antena instalada en las inmediaciones del antiguo teatro Coliseo. Por los escasos veinte aparatos existentes en la ciudad se pudo escuchar en vivo la ópera Parsifal, de Richard Wagner. En pocos meses, las audiciones se realizaban alternativamente desde los teatros Coliseo, Colón y Odeón. Pasaban además de música, discos, noticias, recitados, propaganda y actuaciones en vivo.

El 14 de septiembre de 1923, la radio se adelantó por primera vez a las agencias de prensa: Radio Sudamérica captó la emisión norteamericana del combate de boxeo entre Luis Angel Firpo y Jack Dempsey. Cuando los telegramas de Nueva York informaron la derrota de El toro salvaje de las pampas, la noticia ya era conocida. Un año más tarde, el W de octubre de 1924, Carlos Gardel cantó en Radio Splendid. Al día siguiente, en otra jornada especial, se transmitió por primera vez un partido de fútbol, jugado entre las selecciones de nuestro país y Uruguay. Había comenzado la era de la radio.

Durante la década del 30 las estaciones y los aparatos se multiplicaron a la par que se reguló el manejo institucional. La radio se perfeccionó, introdujo nuevos vocablos en el lenguaje cotidiano -éter, sintonía, dial, antena-, dio proyección a ídolos populares -Blackie, Niní Marshall, Luis Sandrini, Discépolo- y origen a revistas especializadas -Antena, Radiolandia, Sintonía- donde se veían las caras de aquellos a quienes más se los conocía por su voz que por su figura.

La radio se metió en la vida de la gente, desató sus sueños y su imaginación, estableció lazos poderosos con los oyentes gracias a los personajes y programas que salían al aire -Los Pérez García, Glostora Tango Club-, sucumbió al poder político y propagandístico del Estado, pero resistió la competencia que le impuso la televisión.

En los años 60, con los transistores que modificaron los aparatos de radio -significó el nacimiento y popularización de la radio portátil, antecesora del actual walkman- y la incorporación masiva de las radios a los automóviles, se inició una nueva era, más cercana a nuestros días con conversaciones ante el micrófono, música grabada e información instantánea. Han pasado casi 80 años en la historia de la radiofonía argentina y son muchas las novedades que han ganado el favor popular. Pero hoy como ayer, al levantarse o mientras desayunan, para enterarse de las últimas noticias o del estado del tiempo, muchas personas continúan encendiendo la radio.



 

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