miércoles, 14 de marzo de 2012

Dardo Rocha, El padre de La Plata - parte 6

El noble gobernante de Buenos Aires, estadista, candidato popular que el país necesitaba auspiciar para ser Presidente de la Nación, estaba a la vista, pero puesto frente a varios ciudadanos igualmente prestigiosos para el mismo cargo, tuvo que retirarse con ellos ante la imposición del candidato oficial: Miguel Juárez Celman, que avalaba el Presidente Roca. A quien el Dr. Rocha demostró su capacidad para llevar a cabo empresas verdaderamente épicas y por ende para llegar al tan preciado Sillón de Rivadavia. Por esto Roca sostuvo que el Fundador: "era un gran Señor, tenía energías pero las necesidades políticas decretaron su decapitación"... (Felix Luna "Soy Roca")

Pero esas energías no cesaron, ya que en el Senado de la Nación el Dr. Rocha aconsejó la aceptación de la renuncia del Presidente Juárez Celman durante los sucesos revolucionarios de 1890, expresando que: "- Se puede hacer Presidentes, se puede improvisar gobiernos, pero no se puede gobernar sin opinión y los que así piensan tarde o temprano caen en medio de las maldiciones de los pueblos oprimidos"...

Cumplido su mandato como Legislador Nacional, con la idea de alejarse definitivamente de la escena política y retraerse a la paz del hogar, no pudo ser; ya que gobernantes y ciudadanos reclamaron sus conocimientos, experiencia, consejos o le encomendaron misiones diplomáticas que nos prestigiaron ante otras naciones, y para desempeñar funciones en el más alto Tribunal de Justicia Federal, porque el Dr. Rocha fue un recto magistrado judicial al haber ocupado el rectorado de la Universidad de Buenos Aires y en su juventud un apasionado periodista.

Murió como había vivido, con la serenidad de un justo. De su personalidad civil se desprendían sus virtudes: generoso, afable, cultísimo, tal es así que recomendó a la gran escultora tucumana Lola Mora para que se perfeccionara en Italia. Todo lo configuró en el marco de una vida austera y fecunda.

Cuando nos dejó, también en septiembre del año 1921, contaba con 83 años, pero Dardo Rocha vuelve siempre a su ciudad año tras año, hecho espíritu el 19 de noviembre, cuando florecen los tilos platenses, precisamente para reafirmarnos en nuestra identidad de "SER PLATENSES". Lo que significa una simbiosis entre la ética y la estética, un orgullo de raigambre lugareña, porque las fundaciones se afianzan primero en el pensamiento y en el corazón de quienes la habitan y está en nuestro compromiso de por vida de mejorar su presente, rememorar su pasado y vislumbrar su futuro, para que siga siendo la acrópolis, la colina sagrada...

María Cristina Pozzuoli de Musmano
Colaboración: Federico Denappole

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