domingo, 25 de noviembre de 2018

BATALLA DE LA TABLADA - 22 de junio de 1829 - Parte 6



Nadie puede predecir, en este momento, cuál será el curso futuro de los sucesos, pues una tremenda confusión impera en el ánimo de todos, con la sola excepción, quizá, del general Paz, quien parece haber previsto y calculado lo que va a suceder.

Lo que sí puede apreciarse, en términos generales, es que la situación de Quiroga parece debilitarse en la misma medida en que la de Paz se consolida. Pero ésta es una simple apreciación, cuyo proceso posterior está pendiente de infinidad de circunstancias, muchas de ellas de carácter psicológico.

La retirada de Quiroga tiene todos los síntomas de un principio de derrota. Pero, ¿quién puede asegurar que este singular caudillo no sea capaz de rehacerse para volver a la carga? El que no acepta, el que no puede creer que aquella reacción se produzca, es el jefe unitario, quien procede de acuerdo con esta apreciación suya, respecto del futuro del combate. 


Se reanuda la lucha en la Tablada



Gral.Gregorio A. de Lamadrid.    


Al ver que Quiroga, con las pocas fuerzas de caballería que le quedan, se interna en un espeso monte, Paz lo considera definitivamente vencido y ordena que sus tropas marchen sobre la ciudad de Córdoba, donde están la infantería y la artillería de aquél, para retomarla. Pero Facundo aún no se considera vencido, y pronto va a dar pruebas de ello.

En horas de la noche, mientras los soldados del general Paz festejan una victoria que aún no lograron por completo, Quiroga abandona el bosque con su caballería, manda salir la artillería y la infantería que tiene en la ciudad, se coloca al frente de todos los efectivos y se dispone a librar una batalla en cuyo éxito nadie puede creer, razonablemente.

Hablando de esta maniobra militar, el general Paz, indiscutible autoridad en la materia, comenta:

"No trepido en decir que es la operación militar más arrojada de que he sido testigo o actor en mi larga carrera. Para apreciarla debidamente ha de suponerse un ejército completamente batido unas horas antes, al que sólo había quedado una fracción que no ha participado de la derrota. Cualquiera creería, y yo mismo participé de esta opinión, que no sería capaz de tomar la ofensiva y buscar al vencedor en el mismo campo de la gloria, para arrebatarle el triunfo por una acción desesperada. Mas fue al contrario y el general Quiroga tuvo bastante audacia y bastante ascendiente sobre sus soldados para traerlos a buscar nuevos peligros y un sacrificio completo. Efectivamente, la posición en que los colocó no podía ser más decisiva y era necesario que venciesen o que quedasen todos a discreción del enemigo".

En la madrugada del 23 de junio, el ejército del general Paz avanza lentamente hacia la ciudad de, Córdoba, sin imaginarse la sorpresa que le espera, descendiendo lentamente por la pendiente que, desde el campo de la Tablada, conduce al río. Avanza en una columna, porque las características del angosto desfiladero no permiten otra cosa, y también porque la falta de luz impide ver bien. Las tropas de caballería, el regimiento 2 dé dicha arma, que es el que lleva la vanguardia y con el cual va el propio general Paz, está ya en el bajo del río. Lo siguen, aun dentro del desfiladero, la artillería y la infantería, cerrando la marcha los milicianos de Tucumán y Córdoba, los cuales, ubicados en el extremo más elevado del desfiladero, aún no dan comienzo al descenso.

De pronto se escucha el ruido de un disparo de cañón; después otro, cuyo proyectil cae cerca de la caballería de Paz.¿Qué ocurre? ¿Es la propia caballería unitaria que cañonea a un grupo cualquiera del enemigo ya disperso? No. Es Facundo, que habiendo comprendido finalmente que no bastan las cargas de caballería para ganar las batallas, usa la artillería que acaba de sacar de la ciudad de Córdoba. El coronel Lamadrid, cuyas tropas reciben el primer impacto en la arremetida de Quiroga, recuerda el episodio en esta forma:


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