martes, 10 de febrero de 2015

BERNARDO A. HOUSSAY, EL INVESTIGADOR PIONERO – Parte 3

TRASCENDENCIA INTERNACIONAL

El Instituto de Fisiología pronto alcanzó resonancia internacional. Al decir del eminente fisiólogo estadounidense Carlson, “Houssay puso a la Argentina en el mapa mundial de la Fisiología”. En ese Instituto comenzó una etapa brillante de las ciencias argentinas. Houssay supo encontrar a los mejor dotados, intelectual y moralmente, para formarlos en una ciencia básica cuyo desarrollo, decía convencido, beneficiaría a la medicina, criterio que no compartían muchos de sus colegas, pues no entendían “por qué prefería la locura de enterrarse en el laboratorio aguantando malos olores para tener el placer de ver bailar las patas de una rana. Además, sus trabajos no permitían ver utilidad práctica inmediata 

En ese instituto—cátedra, se enseñaba fisiología a estudiantes de medicina, farmacia y odontología, pero, al decir de Virgilio Foglia, uno de sus alumnos y posteriormente dilecto colaborador “entre las tres carreras sumaban mil estudiantes (…) ya que todas tenían el mismo profesor. Houssay sostenía que la enseñanza no tenía que ser teórica sino también práctica, por eso mostraba experimentos y trataba, en lo posible, que los alumnos pudieran realizarlos. Pero para atender a mil estudiantes tenía sólo tres ayudantes.

Por supuesto eso no funcionaba. Lo solucionó organizando un concurso entre los alumnos del año correspondiente, entre los cuales elegía a veinte. El enseñaba a esos veinte y éstos a su vez a sus compañeros”. Años después, un aumento del presupuesto le permitió a Houssay nombrar veinte ayudantes rentados. Allí comenzó su carrera de investigador el doctor Foglia y muchos otros discípulos entre los que descollaron Eduardo Braun Menéndez y Luis Federico Leloir.

Durante casi 25 años al frente del Instituto de Fisiología, Houssay investigó y publicó sobre infinidad de ternas, colaboró con revistas internacionales y por sobre todas las cosas formó excelentes investigadores, no sólo de nuestro país sino becarios que llegaban de todas partes del mundo. Uno de ellos, tal vez el más destacado, el doctor Ulf Von Euler, Premio Nobel de Fisiología en 1970.

Todo lo lograba en base a talento y esfuerzo, era incansable. Según su propia definición “descansaba cambiando de tarea”. Pero tal vez lo más destacable de su personalidad fue su amor a la patria. Incontables veces envió a sus discípulos a perfeccionarse en el exterior (dos líneas suyas bastaban para conseguir una plaza y hasta una beca en cualquier Centro del mundo); él mismo viajó mucho (aunque su primera salida del país fue en el año 1937), pero siempre quiso volver. Así lo prueban infinidad de invitaciones rechazadas y una conocida carta desde Washington a uno de sus colaboradores: nos quieren hacer quedar y hasta ofrecen traer todo el personal de Buenos Aires, si quiero. Pero entre el 9 y el 12 de abril estaré en Buenos Aires. El 31 de marzo acaba mi compromiso. Los recursos son amplios, la gente amable, ávida para aprender, llena de interés científico. Pero (…) quiero dedicarme al desarrollo científico del país donde nací, me formé, tengo amigos, nacieron mis hijos, luché, aprendí, enseñé, etc.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario