viernes, 1 de octubre de 2021

Barracas - Parte 1

La ciudad de Buenos Aires, a partir de su traza fundacional a fines del siglo XVI, evoluciona principalmente hacia el sur, en función de las actividades relevantes, ligadas al puerto que se encontraba en el Riachuelo. Este “Río Pequeño” tal como lo bautizara el cronista Ulrico Schmidel ofrecía ya en ese siglo un refugio seguro a las embarcaciones.

Hacia fines del siglo XVII, y a lo largo del XVIII, comenzaron a levantarse sobre su margen unas construcciones precarias denominadas “barracas” que posibilitaban el almacenamiento de productos, frutos, cueros para el depósito y tráfico de la actividad comercial que allí se desarrollaba.
Es así, que el nombre de Barracas, va adquiriendo identidad y se apropia de esta zona, conociéndose progresivamente como Barracas del Riachuelo, y también Barracas al Norte en el siglo XIX.
En 1785, se leyó en el Cabildo el informe del Procurador General, en el que manifestaba la necesidad y utilidad de construirse un puente, en el lugar que llaman “de las barracas”.
Las obras estuvieron a cargo de Juan Gutiérrez Gálvez, que poseía una quinta en la margen derecha, y era propietario de una de las canoas que efectuaba el cruce del río.
El Puente de Gálvez, inaugurado el 1° de diciembre de 1799, marcó el precedente del Puente de Barracas, luego llamado de Restauración de las Leyes, y del ahora denominado Puente Pueyrredón.
Su enlace con lo “pagos del sur” o también denominado “pago de la Magdalena” y la importancia como paraje, determinaron con el correr del tiempo la agrupación de vecinos con quintas que habitaban el lugar.
Ya desde 1789, los cabildantes procedieron a convocar a “los quinteros del Riachuelo” y a los “carretilleros” a fin de resolver qué contribución debían pagar para formar un fondo que permitiera nivelar los pantanos que había en los “caminos de barracas”.
Fue necesario desmontar la abrupta barranca de la Calle Larga (hoy Av. Montes de Oca) y suavizar su pendiente para facilitar el tránsito desde la Plaza Mayor al Riachuelo.
En 1806 el Puente de Barracas se transformó en escenario estratégico de la Invasión Británica (nota 1), incendiado ex profeso para evitar el avance de los soldados británicos. El puente fue reparado nuevamente y el 23 de diciembre de ese mismo año, se lo consideró apto para su tránsito.
Nuevamente en 1807, la Calle Larga y el Puente de Barracas vuelven a ser escenarios de la heroica defensa posibilitando el paso de Liniers hacia los Corrales de Miserere para impedir el avance de las fuerzas británicas. En los prolegómenos de 1810, una quinta de Barracas, cuya propiedad pertenecía a Francisco M. Orna, adquiere relevancia al transformarse en punto de encuentro de los patriotas que gestaban la tan ansiada Revolución de Mayo.
En 1812, otra propiedad vuelve a ser sitio de conspiraciones. La quinta de Álzaga en Barracas se transforma en “Cuartel General de los Conjurados”. La Capilla de Santa Lucía se convierte así en refugio de Martín de Álzaga ante las persecuciones del cual era objeto, siendo finalmente ajusticiado en la Plaza de la Victoria.
Ese mismo año, se afinca en el barrio el Almirante Guillermo Brown, en la hoy denominada Av. Martín García. Dos de sus hijos, Guillermo y Eduardo, asisten a la escuela de Vicente Sánchez, quien en 1825 instala la misma en la Calle Larga. En 1841, este maestro oriundo de Castilla recibe a José Hernández y sus hermanos como alumnos, quienes vivían junto a su abuelo en una quinta ubicada en la actual esquina de la Av. Montes de Oca y Osvaldo Cruz.
En 1853, otro acontecimiento transcurre de manera relevante en la zona de Barracas. El denominado “sitio de Buenos Aires” opera con sus diversas fuerzas en distintos puntos de la zona sur. En los potreros de Langdon ubicados en las alturas barraqueñas, el coronel Bartolomé Mitre recibe una herida en la frente provocada por un disparo. El 11 de julio, finaliza la lucha cuyas acciones tuvieron lugar en los sectores correspondientes al barrio y sus alrededores.
El 30 de agosto de ese mismo año, se crea el primer Juzgado de Paz de Barracas al Norte, designándose para ocupar dicho cargo a don Juan Mildberg. Barracas se separa del Juzgado de Paz de San Telmo, comprendiendo también a La Boca, cuyo Juzgado se crea recién en 1870.
La llegada del ferrocarril en 1865, provoca cierta fractura entre las quintas, dando lugar a durmientes, vías y acero para la habilitación de los trenes del F.F.C.C. Sud. Desde Constitución, la primera estación más cercana fue Barracas, la segunda Lomas de Zamora, finalizando el trayecto en la localidad de Jeppener.
En 1871, la terrible epidemia de fiebre amarilla, azota también el barrio. La cantidad de enfermos asciende a 426, y los fallecidos 144. Los doctores Federico de la Serna e Iriarte fueron designados, en la zona para la atención de los enfermos.
En 1901, la educadora Antonia Capurro, crea la primera escuela nocturna para mujeres obreras. Se incorpora así, otro nivel a los ya conocidos en Barracas: Escuela Manuel de Sarratea (1865) fray Justo Santa María de Oro (1866), Escuela Normal de Maestras Nro. 1 (1874), Esc. Bernardo de Irígoyen (1875), Escuela Superior de Comercio Joaquín Víctor González (1905), Escuela Normal Nro .5 (1909) Escuela de Artes Gráficas (1940), Escuela Industrial Nro. 3 (1940).

La vigencia de ciertas instituciones de bien público, que trascendieron a través del tiempo, le otorga a Barracas otra condición relevante. Aún se encuentran en el barrio la Asociación Española de Socorros Mutuos de Barracas y Buenos Aires fundada en 1862, la Asociación Fratelanza Artesana (1891), Sociedad Luz (1899) Club Social de Santa Lucía (1901), Club Barracas Central (1904), Asociación Fraga (1905), Club Barracas Juniors (1912), Club Sportivo Barracas (1913), Club Sportsman (1920).

La expresión más genuina de la música porteña el tango, tuvo en este barrio a los más destacados representantes. Por sus calles cafés, pulperías y esquinas se pudieron ver y escuchar a diferentes figuras como el legendario Pedro Chiappe, allá por 1890 y, desde principios del siglo XX, a creadores de la talla de Eduardo Arolas, Agustín Bardi, los Bernstein, Carlos Marcucci, Eduardo del Piano, Rodolfo Sciamarella, Teófilo Ibañez, Armando Posada, Ignacio Riverol, Ángel Condercuri, Juan Velich, Alfredo Bigeschi, Normando lazara, y Carlos Piccione, y Fulvio Salamanca entre otros.

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