miércoles, 2 de mayo de 2012

EL HUNDIMIENTO DEL BELGRANO - 2 de mayo de 1982 - parte 4

En la mecánica de adopción y ejecución de esa orden sin embargo, parecía ahora faltar una pieza. En su búsqueda surgiría una nueva revelación. La orden que había producido el Gabinete de Guerra el 2 de Mayo antes de almorzar en la residencia campestre de la Primer Ministro, no había sido: hundan al Belgrano.
Lo que había hecho había sido habilitar el hundimiento de cualquier nave argentina fuera de las 12 millas de la costa argentina. De hecho, se estaba ordenando el hundimiento del Belgrano, que se sabía, porque Lewin acababa de llegar con la noticia, estaba a tiro de un submarino que lo venía siguiendo. Pero en la forma en que se da la instrucción, el rumbo y peligro concretos dejaban de ser motivo de consulta para la fuerza en operaciones.

Lo significativo de este relato no estriba en que se hayan dado versiones falsas. Lo importante es notar lo que se dijo y sobretodo porque se lo dijo, advirtiendo que lo que se intentó dejar sentado es que el Belgrano representaba un peligro inminente. Y la razón para ello finca en que esa era, en el marco del encuadre jurídico que señaláramos al principio, la única razón válida para justificar el ataque. Los cuestionamientos a la legalidad del hundimiento del Belgrano suelen avanzar sobre aspectos que, sin dejar de ser importantes, no son una condición necesaria a los efectos de desplazarla. Así, la adscripción del ataque a las motivaciones del gobierno inglés para forzar una salida bélica a la crisis que lo beneficiaria políticamente, liquidando a gestión de paz que llevaba adelante el presidente del Perú, Fernando Belaunde Terry o a la intención de los militares británicos de producir un daño inicial importante a la Armada Argentina que la disuadiera de usar sus unidades en el conflicto.

El modo en que Margaret Thatcher se lanzó progresivamente a un torbellino que la fue dejando sin otra alternativa política que una salida militar del conflicto y el proceso en el marco del cual los mandos militares ingleses, pusieron en marcha un dispositivo formidable sin poder aventar, a pesar de ello, el temor de que en el juego convencional las cosas les salgan mal, sin duda constituyen las otras historias centrales que hacen a las razones por las que se hundió al Belgrano y a la demostración de la ilegalidad de su ataque. Sin embargo, lo sustantivo a determinar en orden a establecer la ilegalidad del ataque al Belgrano, no es si la razón por la que fue atacado reside en que representaba un peligro inminente para la fuerza de tareas británica o en que se deseaba acabar con el plan de paz peruano.

Tampoco consiste en resolver la disyuntiva de si se lo atacó porque era peligroso o para producir un castigo que quitara a los argentinos la voluntad de emplear su armada. Lo que debía dejarse inequívocamente sentado es que se lo atacó por el peligro inminente que representaba y no por otra razón, cualquiera fuese. Por eso, el esfuerzo puesto en demostrar esto por los británicos, así como el fracaso resultante, son la cuestión central a la hora de evidenciar la ilegalidad del ataque. Es por ello que para establecer que el Belgrano fue hundido en violación al Derecho Internacional no es necesario probar que Thatcher conocía el plan peruano. Como nota adicional, podría decirse que el modo en que suele plantearse la cuestión relativa a éste último, también debiera ser modificado.

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