martes, 1 de mayo de 2012

EL HUNDIMIENTO DEL BELGRANO - 2 de mayo de 1982 - parte 2

El principio de proporcionalidad tiende a evitar que, bajo el pretexto de un acto defensivo, se lleve a cabo un acto de agresión. Frente a esto, la perspectiva inglesa del marco jurídico del conflicto, a ese momento, admite su sencilla explicación. Gran Bretaña, reconociendo que el derecho internacional vigente prohíbe el uso de la fuerza por un estado, excepto en autodefensa, había anunciado que la utilizaría en el nivel mínimo necesario para retomar el control de las Malvinas.
De ese modo, las unidades navales británicas no podían emplear su potencial bélico de modo irrestricto, sino con el único fin de la protección de la fuerza de tareas, la que, a su vez, circunscribiría su accionar a la recuperación las islas. Todo el esfuerzo explicativo inglés, a partir del ataque, trataría de probar que el mismo no se había salido de este marco. Llegada a Londres la noticia del ataque, el gobierno inglés se aboca a la tarea de explicarlo. Comenzará así a tomar forma lo que podríamos denominar la primera versión británica.
En ésta el Belgrano:
1) portaba proyectiles Exocet;
2) se dirigía hacia la fuerza de tareas inglesa;
3) podía atacarla en un corto periodo de tiempo;
4) es sorprendido por un submarino que, tras informar rápidamente sobre la situación, recibe de inmediato la orden de hundirlo;
5) es atacado en virtud de una orden cursada específicamente a su respecto y en atención a la situación de peligro concreto que representaba. Lo primero que desaparecerá y rápido, es lo de los Exocet, una ocurrencia indefendible.
En la medida en que, en el mismo Parlamento inglés, comiencen a formularse preguntas que erosionan las dos afirmaciones siguientes, el gobierno reconocerá que el Belgrano no llevaba rumbo hacia la zona de exclusión al ser atacado. Pero, a diferencia de la cuestión de los Exocet, aquí ya no resultaría suficiente con volverse atrás, sino que debería proporcionarse otra explicación. Es así que veremos surgir la segunda versión británica sobre las razones del ataque al Belgrano.
En esta segunda explicación, el Belgrano, si bien no lleva rumbo hacia la fuerza de tareas, lleva un rumbo cambiante, que en cualquier momento puede ser revertido. El Belgrano, ha sido sorprendido en una acción ofensiva sin que tenga mayor importancia hacia donde tenia apuntada la proa justo en ese instante. Para más, el barco argentino estaba conformando una operación de pinza con otras naves, de modo que, llevase el rumbo que llevase, conformaba un grupo empeñado en una operación de ataque. Nuevos problemas surgirán cuando en el Parlamento comienza a indagarse sobre el tiempo que llevaba el submarino siguiendo al Belgrano. Y se avance a saber que han sido muchas horas, tantas que superan las que tiene un día. De modo que no ha sido sorprendido.
Ha sido seguido de un modo que no permite albergar dudas sobre cual era su trayectoria. Para peor, estas indagaciones llevan la dirección de averiguar que el cambio de rumbo del Belgrano databa de horas antes del ataque y que había sido informado a Inglaterra desde el submarino. De este modo, no solo se derrumba la cuarta afirmación de la primera versión, según la cual el ataque sucedió inmediatamente al avistamiento, sino que queda muy deteriorada la segunda explicación. Quedaba la pinza, claro, pero una pinza con sus brazos a 600 kmts de distancia, en la más favorable de las lecturas o incluso a 1000, depende como se midiera, distaba de parecer resistente. La situación pedía a gritos otra explicación.

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