lunes, 25 de agosto de 2014

Entrevista a Julio Cortázar – Parte 9

¿Tiene parientes en la Argentina?

Muy pocos, mi familia es muy pequeña y tengo más amigos que parientes. Pero casi todos mis parientes son también mis amigos.

Entre las fantasías que circulan por allí, se cuenta la de su juventud, la de su gran vitalidad, la de su rostro impecable. Hace unos días, conversando con una amiga mía que es muy varonista, me dijo: "Es una pena que Julio se haya dejado la barba". Y recurrió al disco suyo que editó aquí Héctor Yánover. Me lo mostró y dijo: "Mirá el rostro que tiene Cortázar; con la barba se afea..." 

Bueno, habría que ver si en caso que yo me afeitara para complacer a su amiga, el resultado sería la misma cara que ella vio en la tapa del disco; porque esa foto ya tiene unos cuantos años... De todas maneras, me siento muy joven. Incluso, a veces tengo la impresión de estar viviendo hacia atrás; es decir, sentirme cada vez más joven. Cuando yo tenía 25 años me sentía realmente mucho más viejo que hoy. No por razones de tipo físico, sino, probablemente, por razones de contexto local: yo pertenecía a una generación que se ponía cuello y corbata (incluso conocí los famosos cuellos almidonados que son una verdadera tortura), sombrero; una generación que jamás estaba en mangas de camisa en ninguna parte... Había todo un ceremonial de vestimenta que, lógicamente, expresaba otra clase de represiones, de almidonamientos internos. Entonces yo era un joven viejo, un viejo joven en esa época. Yo lo sé muy bien. En ese sentido, la experiencia europea y los años me liberaron fácilmente de todo eso. De una manera natural, un buen día volaron los anteojos (en realidad, yo no necesitaba usar anteojos; había un oculista que había decidido que yo tenía que usar anteojos permanentes), descubrí que realmente no los necesitaba. Ahora los necesito para leer, por cierto. Hace veinte años yo podía pasarme toda una noche leyendo, escuchando música; ahora se me cansa la vista.

¿Qué artistas de tango son sus preferidos?

Yo, por razones de edad, sigo identificando al tango con Carlos Gardel. Eso es una preferencia de tipo histórico. Gardel ha muerto hace 37 años, aunque como dicen los muchachos, "cada día canta mejor", lo cual es muy cierto.

¿Le gusta toda la discografía de Gardel?

No, toda no. La discografía de un artista es como la bibliografía de un escritor. A mí me gusta mucho Balzac, pero hay libros de Balzac que se me caen de la mano. Y hay grabaciones de Gardel que me parecen de una mediocridad total...

¿Qué libro de Balzac se le cayó de la mano?

No me acuerdo, quizá porque se me cayó de la mano. Olvido muy hábil: olvidar lo que no me interesa.

¿Y qué discos de Gardel son sus preferidos?

Mire, a mí me gustan, sobre todo, los que él grabó entre el 30 y el 35, más o menos. Cuando se acompañaba exclusivamente con guitarra, cuando tenía el famoso grupo con Barbieri y toda esa gente. Es la época en que grabó Mano a mano y Mi noche triste. Creo que son los dos tangos de Gardel que yo prefiero. Luego llegó el Gardel del éxito, el Gardel de Hollywood, de las películas. Cuando él perfeccionó su técnica vocal, y el disco perfeccionó su técnica de grabación (la grabación eléctrica) Gardel empezó a ser acompañado por orquesta. Eso, desde un punto de vista puramente estético, también son discos muy hermosos: El día que me quieras, Luces de la ciudad... Es decir, los que le dieron importancia latinoamericana y a nivel mundial, pero que no superan, para mí, al Gardel de los años 30.

¿Qué otros artistas de la época pasada del tango figuran en su preferencia?

Figura Rosita Quiroga, por ejemplo. A propósito, hace unos meses me conmovió mucho; estando en París, recibí una carta de ella. Me mandó una carta muy simpática, pidiéndome una foto. Y yo, que no le doy fotos a nadie, fotos autografiadas, porque me parece un vedettismo tonto...

¿Una tontería?

Una tontería, sí. Bueno, busqué desesperado la foto más grande que podía conseguir, se la firmé, se la dediqué con mucho cariño y se la envié.


Fíjese, Julio, que antes de llegar a conversar como estamos haciéndolo, yo lo vi dos veces a usted en Buenos Aires. Hace unos días salía yo de mi casa y usted, con la misma vestimenta que tiene ahora, estaba parado en la esquina de Córdoba y Leandro Alem. Lo vi a usted, lo vimos, la señorita que dijo que la barba no le quedaba tan bien como el rostro afeitado, y me dije: "Acercarme lo encuentro irrespetuoso; Julio me dijo que lo llamara para concederme una entrevista...". Entonces, me quedé observando cómo mucha gente lo observaba. Cuando usted cruzó, el joven que vende diarios en la esquina dijo: "Ahí va, ¿no?".

Es algo que me sorprende y me emociona. Yo le puedo contar una anécdota...

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