Novela Vs. Cuento
Julio Cortázar,
volviendo a la literatura latinoamericana, ¿a qué atribuye usted que un
escritor como el mexicano Juan José Arriola no tenga la trascendencia que
merece?
Bueno, por un lado se me ocurre que puede deberse al hecho de que él no ha
escrito novelas. Usted sabe que la novela es realmente el gran medio de
comunicación y de conocimiento literario, a pesar de que América latina es un
continente de cuentistas, para mi gran alegría. En América latina se escriben y
se leen muchos cuentos; pero de todas maneras, el lector en general y el editor
también, tienen una preferencia intuitiva por la novela, por embarcarse así en
un viaje más largo que el pequeño crucero por el Delta que le da un cuento.
¿Por eso se embarcó
usted en una novela larga?
No, yo me embarqué el día que sentí la necesidad de hacer un viaje largo. Usted
sabe que el problema del fondo y la forma es absolutamente falso; simplemente
hay ciertos temas que no se pueden tratar como cuentos, sino que exigen un
desarrollo novelístico. Cuando se quiere ahondar en ciertos personajes o
mostrar sucesivas etapas en una situación dada, el cuento no sirve. El cuento
es una esfera, es una cosa que se define rápidamente y cuya perfección está
precisamente en su brevedad. Esto es útil para volver a Juan José Arriola: el
hecho de que no haya escrito novelas lo ha colocado en una situación que no
diré marginal, pero reservada a muy pocos que se interesan por los cuentos; y
esto lo ha separado un poco del gran público. Yo usaría la palabra injusticia,
porque es una gran injusticia lo que pasa con Arriola. Yo diría, sin ir tan
lejos, sin ir a México, que aquí en el Río de la Plata tenemos un ejemplo
similar y es el caso del uruguayo Felisberto Hernández. Felisberto es un gran desconocido
todavía. Me pregunto si en el Uruguay, salvo los llamados intelectuales, el
público conoce a Felisberto, un cuentista genial y, como Arriola, un hombre de
una modestia infinita. ¿Sabe que se ganaba la vida tocando el piano en los
cafés, y le importaba un bledo del prestigio literario? Escribía sus cuentos
(algunos se han salvado por milagros porque se los había pasado a un amigo en
manuscrito) y luego quedaban olvidados en un cajón. Bueno, Felisberto tampoco
escribió una novela; escribió algunos cuentos largos pero ninguna novela; si la
hubiese escrito sería mucho más famoso. Creo que la explicación está en eso.
¿Y qué piensa de Jorge
Luis Borges a nivel mundial?
Bueno, es de una trascendencia harto merecida. Usted sabe que, en la
actualidad, cada vez que se menciona a Borges inmediatamente la gente se divide
en bandos perfectamente diferenciados.
¿Aquí en la Argentina
o en otros lugares también?
En América latina, diría yo. En otros lugares se lo conoce como escritor; y lo
que pasa en América latina es que en estos últimos años, además de su trabajo
como escritor, hemos conocido los puntos de vista geopolíticos de Borges. Esto
ha creado con respecto a él un antagonismo manifiesto de parte de mucha gente
que no puede aceptar cierto tipo de declaraciones hechas por alguien cuya
palabra tiene tanta repercusión en el interior y en el extranjero. Yo
personalmente no puedo aceptar que diga, por ejemplo, que el único defecto de
Estados Unidos es haberle dado educación a los negros. Sin embargo, Jorge Luis Borges
ha escrito algunos de los mejores cuentos de la historia universal de la
literatura. El escribió también una Historia Universal de la Infamia.
¿Ve a su madre
con frecuencia? ¿Viaja su madre a Europa o viene usted? ¿Se cartea con ella?
Alguna vez ha viajado mi madre a Europa y ha estado cierto tiempo conmigo, pero
ahora soy yo quien viene a verla. En cuanto a cartearnos, bueno, ella es como
Madame de Sevigné, es decir que me escribe muchísimo y yo le contesto todas sus
cartas: tenemos una complicidad epistolar muy hermosa, porque mi madre a pesar
de sus años...
¿Qué edad tiene su
madre?
Tiene 78 años y se conserva admirablemente bien. Tiene un sentido del humor que
se sigue manifestando en todas sus reflexiones y sus actos, con lo cual siempre
hay posibilidad de diálogo y eso hace de nuestra correspondencia y nuestra
relación una amistad que no se ha quebrado nunca. Yo soy muy amigo de mi madre.
Y sé que ella no solamente me quiere como hijo, sino que me estima como amigo,
como camarada.
Y con su padre, ¿fue
también saludable la relación?
No, con mi padre no fue nada saludable porque no hubo ninguna relación. Yo dejé de verlo a los seis años, cuando se marchó de mi casa.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario