sábado, 30 de abril de 2011

Las explosiones de Río Tercero fueron “simultáneas, intencionales y organizadas”

Las explosiones registradas en 1995 en la Fábrica Militar de Río Tercero, Córdoba, fueron "simultáneas, intencionales y organizadas con conocimiento sobre explosivos" y sobre el efecto que tendrían las detonaciones, señala un peritaje incluido en la resolución mediante la cual la Cámara Nacional de Casación Penal dispuso avanzar en la causa.

"Tanto la iniciación del primer fuego en el tambor con trotyl" como "el sorpresivo y vigoroso incendio del resto de los tambores con el mismo explosivo, y las explosiones simultáneas, fueron intencionales, organizadas con conocimiento sobre explosivos y el efecto de las detonaciones", señala la pericia.

En el punto noveno, los peritos convocados por la Justicia de Córdoba indicaron que "no se encuentra hipótesis accidental sustentable respecto del incendio del túnel" de la planta militar y agrega que tampoco "se descarta la intencionalidad en el inicio del fuego".

"Se considera como muy posible la iniciación intencional y programada de la explosión en los depósitos" identificados como "D" y "E" del área de Expedición, en forma simultánea, añade el informe.

La pericia subraya que no hay evidencias que señalen que el fuego que desató las explosiones "pudiera haberse originado accidentalmente", ni en los tambores cargados con trotyl ni en otros focos.


Fuente: DyN

Río Tercero: la explosión fue intencional

"La iniciación del primer fuego en el tambor de trotyl, el sorpresivo y vigoroso incendio del resto de los tambores con el mismo explosivo y las explosiones simultáneas (que sucedieron a continuación) fueron intencionales y organizadas con conocimiento sobre explosivos y el efecto de las detonaciones. "

Así de rotunda es la conclusión de los cuatro peritos oficiales en el informe que les encargó el Tribunal Oral Federal Número 2 de esta ciudad sobre el origen del estallido de la Fábrica Militar de Río Tercero, que el 3 de noviembre de 1995 causó siete muertos, más de 300 heridos y la destrucción de varios barrios de la ciudad.

Ayer, LA NACION pudo conocer algunas conclusiones del informe presentado el lunes al tribunal por los peritos Daniel Yorio, Oscar Sicilia, Héctor Zanoni y Jorge Rodríguez.

Tras el estudio de la causa y, fundamentalmente, la realización de varias pruebas, los expertos concluyeron, entre otros puntos, que los autores de la voladura realizaron contraexplosiones simultáneas con detonaciones menores para dirigir la onda expansiva de la explosión principal.

En la fábrica todo comenzó con un fuego sobre un tambor con trotyl.

"El tambor cargado con trotyl -dicen las conclusiones- fue iniciado intencionalmente. No se encontró ninguna evidencia de que el fuego pudiera haberse originado accidentalmente. Se descarta por completo la incidencia que pudiere haber tenido el autoelevador, ya sea por el choque con el tambor o las chispas. La iniciación de la llama en el tambor se produjo por efecto programado, utilizando artefactos electrónicos existentes en el mercado, como, por ejemplo, un celular. No se descarta que pudiera haberse utilizado un mecanismo de tiempo. Tanto en el primero como en el segundo caso, se trabajó en el citado tambor previamente."

Consultada la querellante, Ana Gritti, expresó que se había acordado no informar hasta que todas las partes estuvieran notificadas, y que hoy la querella brindará una conferencia de prensa, a las 11, en Córdoba.

Fuego inicial
Según la investigación del juez federal de Río Cuarto, Luis Martínez -que no había encontrado pruebas de un hecho intencional y, más aún, al principio de su labor se inclinó por la tesis del accidente-, el fuego inicial se produjo en un tambor de trotyl en la Planta de Cargas de la Fábrica.

La explosión ocurrió a las 8.50 del 3 de noviembre de 1995. El inicio del fuego fue advertido por algunos operarios, que no pudieron apagarlo. Tras la primera explosión, hubo otra peor, en el Depósito de Expedición y Suministro, que arrasó tres barrios de la ciudad. Los peritos sostienen que "es muy posible" que dos depósitos de ese sitio hayan sufrido una explosión "intencional y programada", y "simultánea".

El juez Martínez había elevado a juicio oral la causa por "estrago culposo", que atribuyó a cinco funcionarios de Fabricaciones Militares: tres militares y dos civiles.

El Tribunal Oral Federal Número 2, integrado por José Tribuzzio, Octavio Cortez Olmedo y José María Pérez Villalobo, que debe juzgar a los procesados por supuesta negligencia, atendió el requerimiento del fiscal Miguel Rizzotti, quien entendió que había que realizar las pruebas.

Ahora, los peritos confirmaron la presunción ampliamente extendida: que la voladura de Río Tercero fue provocada. Si el Tribunal hace suyo ese dictamen, la voluminosa causa experimentará un vuelco fundamental.

Consultado por LA NACION, el fiscal del tribunal, Miguel Rizzotti, admitió: "Si el inicio del fuego fue intencional, estaríamos frente a una acción criminal incalificable, a uno de los más grandes y más graves crímenes de nuestra historia".

"El incendio, en dos o tres minutos, de uno de diez tambores no es factible que se haya producido si en el interior de los mismos no hubiese existido un producto químico combustible que estimulara su incendio y el rápido desarrollo de las llamas", según los peritos.

"Para producir la detonación de un tambor con trotyl de descarga, aún en llamas, es necesario iniciar la misma empleando detonador y reforzador."

Sobre la sucesión de estallidos, los especialistas descartan "la producción del efecto simpatía de una de las explosiones sobre la otra por cuanto fueron simultáneas". Además, el informe sostiene que "por estar en contacto muchos de los tambores con explosivos, se debió haber producido la explosión por simpatía de las 12 a 15 toneladas de trotyl y hexolita, lo que no sucedió".

Por Juan Carlos Vaca y Orlando Andrada

Explosiones Rio Tercero - parte 2

Explosiones Rio Tercero - parte 1

viernes, 29 de abril de 2011

Carta de Carlos María de Alvear al mandatario Santa Cruz

Carta al Mandatario Boliviano Santa Cruz incitando la guerra contra la Confederación Argentina y la entrega de parte de nuestro territorio al enemigo:

Cito capítulo 42 “La entrega Unitaria”, del libro de Pacho O´Donnell, “Juan Manuel de Rosas, El maldito de la historia oficial”

“Podrá criticársele a don Juan Manuel su ferocidad siempre y cuando se tenga la hidalguía de aceptar su fervorosa defensa de nuestra soberanía y nuestra integridad territorial constantemente amenazadas, no sólo por los de afuera sino también por los de adentro.

Uno de esos casos se gestó cuando se creó en Montevideo la “Logia de los Caballeros Liberales” a imitación de una entidad secreta que con ese nombre funcionaba en Buenos Aires y cuyo “venerable” era Carlos de Alvear, el obstinado enemigo de San Martín. El titular de la sociedad secreta de emigrados sería Rivadavia , residente en Colonia, pero su activo gestor en Montevideo fue Valentín Alsina. Se admitía a todos los antirrosistas, aún a los federales “lomo negros” y “cismáticos” pero el control lo tendrían los unitarios.

Los exiliados estaban distribuidos en todo el territorio oriental.

En Colonia vivían Rivadavia, Alvarez Thomas, Lavalle, Daniel Torres; en Mercedes, Salvador María del Carril y Luis José de la Peña; en Montevideo, Julián Segundo de Agüero, el canónigo Vidal, los tres hermanos Varela (Juan Cruz, Rufino y Florencio), Francisco Pico, Valencia, Cavia, Valentín Alsina y Tomás de Iriarte; en Durazno, junto a Rivera, José Luis Bustamante; en Carmelo los generales Espinosa y Olazábal; en Paysandú, Lamadrid y Chilavert.

Alsina redactó las “Instrucciones” para la formación de las logias filiales a abrir en todos los puntos donde hubiese exiliados. El manejo de cada una lo tendrían cinco a ocho unitarios cerrados. El “venerable” era designado por la Logia Central de Montevideo, y el de ésta por la de Buenos Aires.

El jefe de los conspiradores se carteaba con el mariscal Santa Cruz, presidente de Bolivia y aparentemente autor de un “Gran Plan” para acabar con Rosas. Una carta privadísima fechada en Colombia el 20 de agosto de 1835 fue incautada al apresarse el buque arequipeño “Yanacocha”.

Ella contestaba una comunicación de Santa Cruz (“aceptando, general, vuestra generosa protección, y si es necesario la imploro”). Respondiendo a una pregunta del mandatario boliviano el anónimo complotado decía que “los pueblos de Jujuy, Salta, Tucumán y Catamarca” podían separarse de la Argentina e incorporarse a la Confederación peruano-boliviana a condición de quedar “en paz con los argentinos”; se debían agregar también “los pueblos de Cuyo porque es necesario que los Aldao salgan o desaparezcan de Mendoza”.

Daba su versión sobre el estado político de Buenos Aires: “El odio contra los federales bastardos y su atroz caudillo se ha convertido en frenesí, su detestable corte corre desenfrenada en la carrera de los crímenes, los primeros puestos del gobierno son ocupados por los primeros malhechores, la más inaudita tiranía se ejerce en todos los actos de aquel desgraciado suelo; allí se persigue con encarnizamiento al propietario, al hombre industrioso y al padre de familia, el saber es un delito (...) Rosas es un monstruo que no tiene semejanza en la historia de los más famosos criminales”.

Termina: “Observad, general, que por la primera vez se dirige un general argentino con esta misión de duelo. General: repito, vuestra voluntad será la nuestra; Vos representáis, general, el tribunal de las naciones americanas; pronunciad vuestra sentencia y sabremos si hemos de ser de vida o de muerte. El amigo”.

Como al parecer se trataba de un general y residente en Colonia, Rosas creyó que se trataba de Lavalle . Pero el estilo de éste no era “de frases sublimes y lenguaje exótico”, y al informar más tarde a los gobernadores del interior don Juan Manuel se rectificaba: “La carta no es del general que se supone, o se cree, sino de don Bernardino Rivadavia”.

Luego se sabrá que quien ofrecía “generosamente” a la Confederación peruano-boliviana las provincias norteñas y cuyanas era Carlos de Alvear, quien luego viraría al rosismo al ser designado embajador en los Estados Unidos en una evidente maniobra de don Juan Manuel para alejar de Buenos Aires a tan peligroso adversario, apoyado por la aristocracia porteña e internacional y por las sociedades secretas, lo que le había permitido sobrevivir a penosas contingencias como su conflicto con San Martín, una de las principales causas del largo y sufrido exilio del Libertador; su traición a Artigas, tomando Montevideo en su lugar en violación de lo acordado; su ominosa caída del Directorio, luego de intentar convencer a la Corona Británica de hacerse cargo de las Provincias Unidas del Plata; su alianza con Estanislao López a quien también traicionaría cuando dejó de serle útil para sus intereses personales.

Nada de ello ha sido inconveniente para que don Carlos de Alvear y Balbastro, reivindicado por los vencedores de Caseros, goce del más bello monumento ecuestre en la capital argentina, obra del genial escultor francés Bourdelle.

Para nuestra historia oficial es más grave defender los intereses de los sectores populares que la intención de enajenar una parte de nuestro territorio. ¿Acaso no hemos honrado a Manuel García, el nefasto “entregador” de la Banda Oriental con una calle , que la ciudad de Buenos Aires ha negado al patriótico caudillo santafesino Estanislao López?

Carta de Alvear al embajador ingles Strangford y el ministro de relaciones exteriores Castlereagh en 1815:


"Cinco años de repetidas experiencias han hecho ver de un modo indudable a todos los hombres de juicio y opinión, que este país no está en edad ni estado de gobernarse por sí mismo, y que necesita una mano exterior que lo dirija y contenga en la esfera del orden antes que se precipite en los horrores de la anarquía. Pero también ha hecho conocer el tiempo la imposibilidad de que vuelva a la antigua dominación, porque el odio a los Españoles, que ha excitado su orgullo y opresión desde el tiempo de la conquista, ha subido de punto con los sucesos y desengaños de su fiereza durante la revolución."

"La sola idea de composición con los Españoles los exalta hasta el fanatismo, y todos juran en público y en secreto morir antes que sujetarse a la Metrópoli. En estas circunstancias solamente la generosa Nación Británica puede poner un remedio eficaz a tanto males, acogiendo en sus brazos á estas Provincias que obedecerán su Gobierno, y recibirán sus leyes con el mayor placer, porque conocen que es el único medio de evitar la destrucción del país, á que están dispuestos antes que volver á la antigua servidumbre, y esperan de la sabiduría de esa nación una existencia pacífica y dichosa. Yo no dudo asegurar á V.E., sobre mi palabra de honor, que éste es el voto y objeto de las esperanzas de todos los hombres sensatos, que son los que forman la opinión real de los Pueblos; y si alguna idea puede lisonjearme en el mando que obtengo, no es otra cosa que la de poder concurrir con la autoridad y el poder a la realización de esta medida toda vez que se acepte para la Gran Bretaña. Sin entrar en los arcanos de la Política del Gabinete Inglés, yo he llegado a persuadirme que el proyecto no ofrece grandes embarazos en la ejecución."

"Estas provincias desean pertenecer a Gran Bretaña, recibir sus leyes, obedecer su gobierno y vivir bajo su influjo poderoso. Ellas se abandonan sin condición alguna a la generosidad y buena fe del pueblo inglés y yo estoy resuelto a sostener tan justa solicitud para librarlas de los males que las afligen. Es necesario se aprovechen los momentos; que vengan tropas que impongan a los genios díscolos y un jefe plenamente autorizado para que empiece a dar al país las formas que sean de su beneplácito, del rey y de la nación a cuyos efectos espero que V.E. me dará sus avisos con la reserva y prontitud que conviene para preparar oportunamente la ejecución…"

"Inglaterra no puede abandonar a su suerte a los habitantes del Río de la Plata en el acto mismo que se arrojan en sus brazos generosos..."
"Yo deseo que V.E. se digne escuchar mi enviado, Dn. Manuel García, acordar con él lo que V.E. juzgue conducente y manifestarme sus sentimientos, en la inteligencia que estoy dispuesto á dar todas las pruebas de sinceridad de esta comunicación, y tomar de consuno las medidas que sean necesarias para realizar el proyecto, si en el concepto de V.E., puede encontrar acogida feliz en el ánimo del Rey y la Nación. Dios Guíe á V.E. Ms As. Bs. Ays. E° 25 de 1815. Carlos de Alvear. "


jueves, 28 de abril de 2011

La Logia Lautaro.


Poco se conoce a ciencia cierta sobre la constitución y accionar de esta logia. Sus orígenes se talvez remontan a la “Logia Americana”, cuyo Gran Maestre era el autotitulado “Precursor de la Independencia Americana”, Francisco de Miranda, residente en Londres, y en cuyo domicilio funcionaba la logia. En ella fueron iniciados Simón Bolivar, José de San Martín, Alvear, Zapiola, O´Higgins y Carrera (Chile) Montufar y Rocaforte (Ecuador) Nariño (Colombia) y otros.

Llegados desde Londres a Buenos Aires en la “George Canning”, San Martín, Alvear y otros acompañantes, formaron entre mayo y junio de 1812 la Logia Lautaro, entidad secreta a semejanza de las formadas en Londres, con la intención de influir en las decisiones políticas y militares. Poco se sabe de su funcionamiento, salvo la filtración de alguna correspondencia de Rodríguez peña, o las infidencias del ya anciano general Zapiola a Bartolomé Mitre.

La logia funcionaba en domicilios que rotaban según las circunstancia, y constaba de cinco grados. En los primeros se daban los principios de fraternidad y mutua cooperación; en los superiores se develaban las finalidades políticas que debían cumplirse; en el quinto y último, se asumía la obediencia a las logias extranjeras. Por regla de la logia, los “hermanos” no podían tomar resoluciones de trascendencia política o militar, designar jefes militares o eclesiásticos, firmar ascensos, etc, sin la aprobación de los Venerables de último grado, formando así un gobierno en las sombras, y lo que es peor, digitado desde el extranjero.

Era ley interna “ayudarse mutuamente, sostener la logia aun a riesgo de la vida, dar cuenta a los Venerables de todo lo importante, y acatar sumisamente las órdenes impartidas”. La reserva de los más mínimos secretos estaba custodiada por castigos que llegaban a “la pena de muerte por cualquier medio que se pudiera disponer”. De contrariarse la ley, la logia llevaba el desprecio, la persecución y el boicot. La única manera de librase de las obligaciones, era “dormirse”, según el término masón, quedando de esa forma desligado del voto de obediencia, pero no de los de silencio y fraternidad. Talvez ésta haya sido la actitud de San Martín, que recibió el repudio y boicot permanente de hombres como Alvear y Rivadavia. Muchas acciones “inexplicables” durante las luchas de la emancipación, como el desmembramiento del Alto Perú, talvez se “expliquen” en la “leyes” de la Logia.

Según las infidencias de Zapiola, el grupo mayoritario que respondía a Alvear, estaba integrado, por Valentín Gómez, Gervasio Posadas, Juan y Ramón Larrea, Vieytes, Nicolás Rodríguez Peña, Nicolás Herrera, Monteagudo, Agrelo, el presbítero Vidal, el padre Argerich, el padre Amenábar, el padre Foseca, Azcuénaga, Monasterio, Tomás Antonio Valle, Dorrego, Pinto, Antonio y Juan Ramón Balcarce, etc. El grupo leal a San Martín, estaba formado entre otros por Zapiola, Agustín Donado, Álvarez Jonte, Toribio Luzuriaga, Vicente López, Manuel Moreno, Ramón Rojas, Ugarteche, Lezica y alguno más.

La actitud de San Martín

Mucho se ha dicho y discutido se San Martín perteneció o no a la masonería. Algunos lo ponen en duda, otros lo niegan rotundamente. La masonería lo toma como uno de sus miembros, talvez para apropiarse de su prestigio, como lo han hecho también con Rosas distintos grupos y asociaciones de los más diversos signos políticos, tendencias y colores. El escritor masón Alcibíades Lappas nombra a San Martín entre sus miembros, (Lappas Alcibíades: “La masonería Argentina a través de sus hombres”.Bs.As.1966) mientras que historiadores de la talla de Jorge Sulé lo niegan (Ver San Martín y la masonería, por Jorge Sulé)

San Martín perteneció a la Logia Lautaro aunque se cuestiona si esta pertenecía o no a la masonería propiamente dicha, y más allá de este contrevertido tema, lo cierto es que San Martín, disgustado y separado de ella, recibió el boicot permanente de hombres como Alvear y Rivadavia, que le guardaron una envidia y rencor permanente, frustrándole la gesta libertadora, llegando a violar su correspondencia y hasta atentar contra su vida.

 
- O´Donnell, Pacho: El grito sagrado.
- Sulé Tonelli, Jorge: San Martín y la masonería.


miércoles, 27 de abril de 2011

Vicepresidencia de Víctor Martínez (1983-1989) - parte 2

En el seno del Poder Ejecutivo, Martínez actuó principalmente desde la sombra, reuniéndose semanalmente con Alfonsín (aunque nunca fue invitado a participar de las reuniones de gabinete) para discutir acerca del desempeño del gobierno y la marcha de la situación nacional (Castro, 2009: 326), y representando al Estado en ceremonias y situaciones protocolarias, generalmente de segundo orden.
En todos los casos, la actividad de Martínez estuvo jalonada por ser realizada siguiendo sin excepción las directivas del primer mandatario.
En el Senado, en cambio, el primer vicepresidente de la nueva era democrática tuvo un mayor protagonismo. En primer lugar porque se encontró con una Cámara completamente abandonada, de modo que fue, como presidente de ésta, el responsable de devolverla al orden y al buen funcionamiento (lo cual implicó realizar una gran cantidad de nombramientos de personal, la restauración del mobiliario y la puesta en marcha del engranaje administrativo, entre otras cosas).

En segundo lugar, porque la lealtad a Alfonsín se materializó repetidamente en la participación en duras negociaciones con la mayoría opositora para lograr que se aprobaran proyectos de vital importancia para el gobierno.
Fuera de los límites del Poder Ejecutivo y del Senado, el vicepresidente de Alfonsín no utilizó sus años de mandato para acaparar protagonismo en los medios de comunicación (sus apariciones en la prensa fueron exiguas); ni para crecer dentro de la política partidaria (por el contrario, criticaba a Alfonsín que ejerciera la presidencia de la UCR y la de la Nación al mismo tiempo); ni para construir una base de apoyo que le permitiera luego proyectarse hacia otros cargos públicos de similar o mayor envergadura.

Por el contrario, el único puesto que desempeñó tras su paso por la vicepresidencia fue, una década después de abandonar el poder, el de embajador en Perú durante el gobierno de la Alianza (1999-2001).
Martínez transitó su mandato sin conflictos con Alfonsín: si bien existían diferencias ideológicas entre ambos, el vicepresidente se ocupó siempre de resolverlas en la intimidad.

CLAROSCUROS EN LA CÚSPIDE DEL PODER. LOS VICEPRESIDENTES ARGENTINOS (1983-2009)
ARIEL D. SRIBMAN
Universidad de Salamanca
sribman.ibero@usal.es

martes, 26 de abril de 2011

Vicepresidencia de Víctor Martínez (1983-1989) - parte 1



El período democrático inaugurado en 1983 despuntó con unas elecciones de las que salió victoriosa la fórmula Raúl Alfonsín-Víctor Martínez, de la Unión Cívica Radical. El candidato a vicepresidente provenía de la Línea Córdoba de la UCR, aunque no era su líder.
Incluso hay quienes definen a Martínez como un “opaco integrante” de esa línea (Lorenzo, 1999: 384). No obstante, su origen territorial complementaba al de Alfonsín, oriundo de la provincia de Buenos Aires: en palabras del propio Martínez, “cuando se me ofrece a mí la vicepresidencia de la Nación, era porque se quería contar con el distrito de Córdoba” (el segundo distrito más grande del país; Mira Delli-Zotti, 2008).

Además de aportar “equilibrio territorial” a la fórmula (Serrafero, 1999: 110), Martínez captaba al sector más conservador del radicalismo1. Por añadidura, tenía experiencia tanto ejecutiva como legislativa: había sido senador provincial durante un año e intendente de la ciudad de Córdoba durante tres (De Luca, 2008: 200).

Según el propio Martínez declara, esa experiencia le permitiría luego tener una participación considerable en el diseño de los planes de gobierno:

– ¿Hubo participación por igual de los dos [Alfonsín y Martínez] en lo que respecta a planes de gobierno? – Sí. Yo tuve una gran experiencia con la intendencia municipal de Córdoba, estuve seis meses en campaña política, conociendo todos los resortes.
La persona que ha sido intendente de un pueblo o una ciudad puede ser cualquier cosa. Porque la intendencia de Córdoba es a Córdoba lo que la Capital Federal es a Buenos Aires. Y como yo tenía un poco de superioridad técnica con Alfonsín (…), sugerí esos conocimientos en la plataforma de gobierno (Castro, 2009: 321).

No obstante lo anterior, todas las fuentes consultadas durante la redacción de este trabajo coinciden en que la de Martínez fue la vicepresidencia con menor participación y protagonismo en todos los ámbitos posibles2. Su mandato se caracterizó, más bien, por una solidaridad inquebrantable hacia Alfonsín, aún cuando el vicepresidente estuviera en desacuerdo con las medidas impulsadas por el titular3.


1 “En los primeros años de la recuperación de la democracia, en pleno auge de la política de partidos, se buscaba un balance ya no territorial, sino al interior de las fuerzas políticas: por ejemplo, un referente del radicalismo conservador de Córdoba (Víctor Martínez) para secundar al líder de la UCR progresista (Raúl Alfonsín)” (NATANSON, 2008a).

2 “(…) el compañero de Raúl Alfonsín, Víctor Martínez, dedicado desde 1983 a representarlo especialmente en exequias de personalidades mundiales” (La Nación, “Álvarez cultivó un perfil muy alto como presidente”, 31 de enero de 2000). “Raúl Alfonsín confinó a Víctor Martínez, un político leal por donde se lo mire, a la grisura de un insoportable segundo plano” (Joaquín Morales Solá, “Aceptar el disenso o arriesgar todo”, La Nación, 19 de agosto de 2003).

3 “Hubo casos en los que esta solidaridad fue ejemplar, como (…) la de Alfonsín con Víctor Martínez (1983)” (La Nación, “Compadrada, pero no golpe institucional”, 1 de diciembre de 2001). “Martínez reconoció que él también tuvo diferencias con Alfonsín. „Eran discrepancias lógicas, que tienen que existir para complementarse –sostuvo–. Pero esto no llevó a una mala relación‟. Recuerda que cada vez que una decisión del presidente no le gustaba (como, por ejemplo, que ejerciera al mismo tiempo la presidencia de la Nación y la de la UCR) iba a su despacho y se lo decía „personalmente, en forma muy directa, con mucho respeto y sin la presencia de terceros‟”. (La Nación, “Otros conflictos resueltos „en casa‟”, 22 de agosto de 2003).






Vicepresidencia de Carlos “Chacho” Álvarez (1999-2000) - parte 4

En sus apariciones públicas, no obstante, de la Rúa avaló a Álvarez prácticamente hasta el día de su renuncia. Pero en la interna aliancista los cruces de opiniones eran constantes y a mediados de septiembre de 2000 comenzaron a circular versiones sobre la posible renuncia del vicepresidente (Morales Solá, 2000b).

La tensión al interior del gobierno fue en aumento: por un lado, los desencuentros entre radicales y frepasistas comenzaron a hacerse patentes; por otro lado, las diferencias entre Álvarez y de la Rúa entraron en un crescendo imparable (destacaron en este sentido las reuniones del presidente con su antecesor, Carlos Menem, a las que Álvarez se opuso abiertamente, y las declaraciones públicas de éste sobre su certeza de que el gobierno pagó sobornos a senadores) (Laborda, 2000).

Durante la primera semana de octubre de 2000 estos conflictos estallaron: a los factores anteriores se sumó una renovación del gabinete presidencial que no sólo no contó con el visto bueno de Álvarez, sino que fue diametralmente en contra de sus posiciones: el presidente ratificó en sus puestos a los ministros cuya expulsión del gobierno Álvarez consideraba clave (Alberto Flamarique, Ministro de Trabajo, fue emplazado como Secretario General de la Presidencia; y Fernando de Santibañes, jefe de la SIDE, conservó su cargo)
.
Ese mismo día, Álvarez presentó su renuncia, que generó una importante desestabilización del gobierno. En primer lugar, porque debilitó a la Alianza, a pesar de sus afirmaciones a favor de la continuidad de la coalición; en segundo lugar, porque ese debilitamiento implicaba un aumento de la fragilidad del gobierno; en tercer lugar, porque dejaba al presidente expuesto y con menos recursos frente a un Congreso en el que no tenía mayoría (Morales Solá, 2002: 51; Mustapic, 2005: 277; Serrafero, 2008: 29).

CLAROSCUROS EN LA CÚSPIDE DEL PODER. LOS VICEPRESIDENTES ARGENTINOS (1983-2009)
ARIEL D. SRIBMAN
Universidad de Salamanca
* sribman.ibero@usal.es

Vicepresidencia de Carlos “Chacho” Álvarez (1999-2000) - parte 3

Este protagonismo mediático de Álvarez valió tanto para hacer de público conocimiento su lucha contra la corrupción y su voluntad de llevar a cabo una profunda reforma del Estado, como para dar a voz a sus opositores.
Como se ha dicho anteriormente, los objetivos del vicepresidente chocaban frontalmente con los intereses de algunos sectores (en algunos casos pertenecientes a la propia Alianza), cuyo punto de vista no quedó fuera de la crónica periodística.

A mediados de 2000 comenzaron a aparecer, de manera casi simultánea, varios cortocircuitos entre Álvarez y de la Rúa. Por un lado, el vicepresidente acusaba al titular de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE), radical cercano al presidente, de filtrar informaciones sobre su vida personal (Morales Solá, 2000a).

Por otra parte, el diagnóstico del primer mandatario sobre la coyuntura económico-social que atravesaba el país difería sustancialmente del que hacía Álvarez; como consecuencia de esto, los planes y soluciones que pretendía impulsar cada uno eran también divergentes.
En tercer lugar, emergió el episodio que llevaría, unos meses después, a la renuncia de Álvarez: el de los sobornos del Ejecutivo a senadores para que aprobaran la ley de reforma laboral que el gobierno impulsaba.

La acción inmediata del Presidente del Senado fue participar activamente de las investigaciones, aunque esto lo obligó a anunciar que abandonaba la presidencia de las sesiones hasta que cambiaran las jefaturas de los bloques del PJ y la UCR37, aunque luego no lo llevó a la práctica.
Álvarez protagonizó duras envestidas contra los miembros del Senado y llegó a proponer, junto a Cavallo, que renunciaran todos los senadores (Morales Solá, 2002: 34).
A partir de entonces comenzó a resquebrajarse la relación entre presidente y vice, no sólo a causa del supuesto involucramiento del gobierno en los sobornos, por lo que su titular procuraría detener las investigaciones, sino debido a que los senadores justicialistas buscaron la protección de de la Rúa.
Luego, se formó una comunidad gobierno-senadores que permitía percibir los ataques de Álvarez como si estuvieran dirigidos a ambos sectores:
(…) comencé a percibir que los puentes estaban rotos y que De la Rúa comenzaba a aceptar la teoría que sostenía que yo me quería llevar puestos a los senadores y que mi ofensiva no terminaba allí, sino que después iba por él (testimonio de Álvarez en Morales Solá, 2002: 37).

lunes, 25 de abril de 2011

Vicepresidencia de Carlos “Chacho” Álvarez (1999-2000) - parte 2

También llegaron pronto las ausencias del primer mandatario. Durante las mismas, Álvarez desarrolló niveles de actividad sin precedentes como presidente interino. Lo cierto es que esta abundancia de tareas no contrastaba con su ocupación mientras de la Rúa estaba en el ejercicio del poder: hasta tal punto Álvarez cobró protagonismo a través de sus acciones que se llegó a pensar en él como “copresidente”.

Adicionalmente, el vicepresidente aliancista tuvo durante su breve gestión una agenda abarrotada de ceremonias, presentaciones de proyectos, participación en seminarios políticos, viajes diplomáticos y otras actividades que en algunos casos le aportaron visibilidad y buena imagen, y en otros lo situaron en el ojo de la tormenta.
Mientras tanto, Álvarez encaró su presidencia del Senado con las mismas intenciones que sus dos antecesores: eliminar a los “ñoquis”, reducir gastos e impulsar medidas de transparencia para la Cámara.
Sin embargo, desde el principio se vieron las dificultades que, a diferencia de Duhalde y Ruckauf, limitarían su actuación: “En el PJ no creen que Chacho vaya a hacer cambios drásticos. Saben que no puede entrar con la cara pintada si quiere sacar las leyes que le interesan a su gobierno”.
Su comportamiento en el Senado se situó entre la valentía y la temeridad, y le costó, desde el primer día hasta el último, enfrentamientos con todos los sectores del espectro político.
En el Anexo I se da cuenta de una circunstancia que afectó de manera particular a Álvarez y a sus planes para el Senado, y que aquí se adelanta: la Cámara es un espacio en donde el vicepresidente puede actuar con autonomía, siempre y cuando su actividad no dañe a los demás miembros del gobierno o a los senadores.
La voluntad de Álvarez de generar transparencia chocaba con los intereses de ambos sectores (Ejecutivo y Senado), lo cual permite comprender las dificultades que encontró el vicepresidente, en primer término para ejecutar sus planes y en segunda instancia para sostenerse en el gobierno.
En el Senado, sus críticas al funcionamiento de la Cámara le generaron pronto el repudio de la casi totalidad de los senadores –que intentaron incluso retirarle la administración del cuerpo (Villosio, 2000)– y un consecuente aislamiento que permanecería –o incluso se profundizaría– a través de los breves meses que tardó en llegar su renuncia.
En la Casa Rosada, los esfuerzos por amainar el conflicto entre Álvarez y los senadores se fueron desvaneciendo cuando comenzaron a surgir sospechas del involucramiento del propio gobierno (Álvarez excluido) en graves episodios de corrupción en connivencia con miembros de la Cámara alta.

En lo relativo a los medios de comunicación, el mandato vicepresidencial de Álvarez es comparable al de Duhalde: a pesar de su brevedad, las apariciones en la prensa fueron no sólo muy frecuentes sino extensas y protagónicas.
Los medios recogieron con gran detalle su actuación en el Ejecutivo y en el Senado, su actividad cuando los viajes del titular lo situaban en la presidencia interina de la Nación, sus declaraciones en torno a una gran diversidad de temas político-económicos, sus propias columnas de opinión y reflexión e incluso algunos aspectos de su vida personal.

BATALLA DE SAN JOSÉ - (25 de abril de 1811) - parte 3

Inicio del combate

El ataque no lo realizó Benavides ese mismo día por estar ya anocheciendo y haber llegado un pequeño refuerzo a la guarnición.
El mismo se efectuó la mañana del día siguiente, comenzando a las ocho de la mañana y finalizando al mediodía. Según el parte del jefe vencedor, la acción realmente decisiva duró ocho minutos, resolviéndose todo en un ataque a la bayoneta. De hecho las bajas fueron muy escasas: 3 muertos y diez heridos de los defensores y 9 heridos de los atacantes. En el combate cae herido de muerte el capitán Manuel Antonio Artigas, primo de José Gervasio de Artigas.
El botín de guerra consistió en armamento, especialmente unos cañones de a 4 libras y otro de a 24, aunque por la descripción hecha de éste último en realidad parece que se trataba de una carronada de marina.

Pese a todo, a las pocas horas de haberse tomado la población, se aproximaron fuerzas provenientes de Montevideo comandadas por un tal Bustamante. Las fuerzas que habían ocupado San José, salieron a atacarles a distancia de, aproximadamente, una legua; pero las tropas voluntarias de caballería se les dispersó al enfrentarse con una tropa formada en cuadra y con, por lo menos, una pieza de artillería.
El sargento Esteban Rodríguez, que formaba en las fuerzas montevideanas establece en su “diario” que ellos no pasaban de 60 hombres mientras que los enemigos eran alrededor de 600.
Cifras que parecen ser exageradas ambas la primera en menos y la segunda en más. Marchando lentamente y haciendo fuego terminaron los atacantes por recuperar la población de San José, que Benavides había abandonado para continuar la campaña.

Ante estos acontecimientos Venancio Benavides volvió con sus fuerzas, logrando el día 26 reocupar el lugar, haciendo prisioneros a las segundas fuerzas provenientes de Montevideo.



* Alvarez, Antonio - Voluntarios de Madrid en Montevideo - Montevideo (Uruguay).
* Oscar J. Planell Zanone / Oscar A. Turone – Patricios de Vuelta de Obligado.
www.lagazeta.com.ar

BATALLA DE SAN JOSÉ - (25 de abril de 1811) - parte 2

Arribo de Francisco Javier Elío

Mientras tanto la Regencia designó para tomar posesión del Virreinato a Francisco Javier Elío (31 de Agosto de 1810), quien recibió órdenes de embarcarse para el Plata en Alicante, por hallarse Cádiz presa de una epidemia de fiebre amarilla. Embarcó en la fragata “Ifigenia”, acompañado de su ayudante Joaquín Gayón y Bustamante, y de un piquete del Regimiento de Voluntarios de Madrid, llegando a Montevideo el 12 de Enero de 1811.
El 3 de Febrero, entre otras cosas, dispuso que el piquete de los Voluntarios de Madrid desembarcase y se constituyese en el plantel de una fuerza más numerosa que iba a ser reclutada localmente.

A fines de Febrero se produjo en la campaña de la Banda Oriental, territorio bajo la autoridad del Virrey (hoy República Oriental del Uruguay), un levantamiento de carácter juntista, promovido desde Buenos Aires.
A poco de esto la vanguardia de las tropas de la Junta cruzó el río Uruguay bajo el mando del teniente coronel José Artigas.
Éste había sido comisionado para sublevar la campaña y los pueblos del interior contra la autoridad virreinal; operación que tuvo éxito desde que era un personaje de mucho relieve y prestigio en el territorio oriental.

Las milicias así convocadas fueron convergiendo hacia los lugares donde aun se mantenía la autoridad del Virrey, teniendo como último objetivo la toma de la ciudad fortificada de Montevideo.
En estos momentos es que Elío dispuso la salida de fuerzas que ocupasen las poblaciones más cercanas a la ciudad. Una de ellas fue la villa de San José de Mayo, hacia donde marcharon –entre otras fuerzas- los soldados del Voluntarios de Madrid.

El 24 de Abril de 1811, Venancio Benavides, jefe de fuerzas juntistas, se aproximó con sus fuerzas a la población de San José, cuya pequeña guarnición se hallaba comandada por Joaquín Gayón quien, intimado a rendirse o plegarse a los atacantes contestó que “... no rendiré las armas que tengo el honor de mandar, hasta que la suerte me obligue a ello”.


Vicepresidencia de Carlos “Chacho” Álvarez (1999-2000) - parte 1


Por primera vez desde la restauración democrática, en 1999 ganó las elecciones presidenciales una lista de coalición: la Alianza, cuyo candidato a presidente era el radical Fernando de la Rúa, y su compañero, el frepasista Carlos “Chacho” Álvarez. Una vez definida la fórmula de la Rúa-Álvarez, se proyecta el papel de éste:
El candidato a vicepresidente conserva un perfil bajo. Su tarea es sostener en la Alianza una imagen progresista en el campo social y ligada a la lucha contra la corrupción en el campo político. (…) Álvarez deviene una pieza clave, no sólo porque es el jefe de una de las dos fuerzas que integran la coalición, sino porque la fórmula debe reflejar un equilibrio en la construcción de la Alianza.
Por lo tanto diseñar el lugar de Carlos Álvarez no es un tema menor, puesto que requiere resolver un dilema: lograr que Álvarez sea relevante pero al mismo tiempo que obtenga un perfil incapaz de interferir con el candidato a presidente. (…)

La decisión de ubicar a Álvarez en la presidencia respondió a un conjunto de varias circunstancias. De parte de la ucr, tanto De la Rúa como Alfonsín lo reclamaban dado que Chacho significaba la garantía de continuidad de la Alianza.
Era el único dirigente frepasista en condiciones de presidir un Senado con mayoría peronista hasta el 2001. Por otra parte, Álvarez completaba una fórmula cuya cabeza era un candidato con fuerte imagen radical. (…) A cambio de aceptar ese lugar en la fórmula, el candidato radical no mezquinó futuros espacios de poder. (…) De la Rúa no considera adecuado que Álvarez quede encorsetado como una figura secundaria, es decir, como un compañero de ruta en la carrera presidencial. Pretende que asuma protagonismo, aunque bajo el paraguas de su conducción política (Ollier, 2001: 148-149).

Tras la victoria en las elecciones comenzó a concretarse en el seno de la Alianza el conjunto de tareas de las que se ocuparía Álvarez en el marco del Poder Ejecutivo.
Su principal área de actuación sería la lucha contra la corrupción y la reforma política, especialmente en lo relacionado a su financiamiento y los procesos de selección de dirigentes.

Ya en el poder, el primer gesto de de la Rúa fue asignar al vicepresidente el mismo despacho que había tenido Ruckauf en la Casa Rosada25. Desde allí, Álvarez comenzó pronto sus reuniones con ONGs, politólogos y especialistas de diversas áreas para poner en marcha el programa de Auditoría Ciudadana de la Calidad Institucional, un sistema que permitiría “descubrir las fallas del sistema de representación política”. Además, Álvarez participaba invariablemente de las reuniones de gabinete, además de presidirlas cuando de la Rúa se ausentaba.

domingo, 24 de abril de 2011

BATALLA DE SAN JOSÉ - (25 de abril de 1811) - parte 1



Antecedentes El 25 de Mayo de 1810 el Cabildo Abierto en la ciudad de Buenos Aires decidió que el Consejo de Regencia gaditano no tenía facultades para gobernar América en ausencia del prisionero Fernando VII. Como consecuencia destituyó al Virrey del Río de la Plata Baltasar Hidalgo de Cisneros y en su lugar se constituyó la “Junta Provisoria gubernativa conservadora de los Derechos del Fernando VII”.

No todos los territorios del Virreinato aceptaron esta decisión; entre ellos la Gobernación de Paraguay, el Alto Perú (hoy Bolivia) y la ciudad de Montevideo.
En ésta última pesó la opinión pro Regencia, lo que constituyó un problema para el gobierno de Buenos Aires en razón de que allí se asentaba la principal guarnición del territorio y era sede del Apostadero de la Real Armada; y dada su posición geográfica se hallaba en condiciones de bloquear por río y mar a la capital.

Pese a todo, las hostilidades no se iniciaron, puesto que la Junta de Buenos Aires inició campañas militares contra otras zonas rebeldes.



miércoles, 20 de abril de 2011

Alfredo Palacios, el primer diputado socialista de América


El 20 de abril de 1965 murió en Buenos Aires Alfredo L. Palacios. Abogado de los humildes y autor de leyes protectoras del trabajador, el niño y la mujer obrera, fue el primer diputado socialista de América Latina. Transcribimos a continuación un fragmento del libro Historia del socialismo argentino, donde Jacinto Oddone repasa algunas de las luchas de esta figura emblemática del socialismo argentino.


Las elecciones de marzo de 1904

En la 4º circunscripción electoral, que comprendía el barrio obrero de la Boca…, el Partido Socialista había designado candidato al doctor Alfredo L. Palacios, joven abogado, orador fogoso y elocuente, ya conocido por su rebelde tesis doctoral sobre La Miseria, rechazada por la Facultad de Derecho por los nuevos conceptos que contenía sobre la vida obrera y el trabajo.

(…)

El día de la elección (11 de marzo de 1904) pudo darse cuenta exacta de que la Boca era un baluarte socialista. Nunca habíase visto un entusiasmo igual en el barrio. (…) La cuarta circunscripción electoral, que desde entonces se la conoció por “la cuarta de fierro”, ofreció el hermoso ejemplo de dar…el primer diputado socialista de la Argentina y del continente americano.

El día 1º de mayo de 1904, se incorporó al Parlamento…

Elegido el día 11 de marzo del aquel año, 1904…

El diputado Palacios es autor de las siguientes iniciativas:

Leyes:

Impuesto progresivo a las herencias.
Descanso dominical
Prohibición del establecimiento en los conventillos de medidores para el cobro del impuesto al consumo del agua.
Exoneración de la patente de $ 7.000 a las cooperativas obreras.
Reglamentación y protección del trabajo de las mujeres y niños
Contra la trata de blancas.
(…)

El 28 de enero de 1908 el Dr. Figueroa Alcorta, presidente de la Nación, (…) mandó cerrar las puertas del Congreso con soldados del cuerpo de bomberos y policías armados. (…) El cierre del Congreso impidió al diputado Palacios llevar a cabo una interpelación al ministro del Interior, fijada para esos días, con motivo de los atropellos policías contra los obreros en huelga del Ferrocarril del Sud. (…) Contra la arbitrariedad del presidente…el diputado Palacios publicó el siguiente manifiesto:

“Conciudadanos:

”En mi carácter de representante del pueblo, enviado al Congreso por un partido de principios que desterró del comicio la venalidad y me entregó un diploma limpio de toda impureza, protesto contra el atentado del Poder Ejecutivo que se arroga la suma del poder público al clausurar el Parlamento.

”Cualquiera que haya sido la actitud del Congreso, el Poder Ejecutivo no ha podido erigirse en juez de sus actos sin violar la constitución nacional, que el presidente de la república debe ser el primero en respetar. Hemos progresado demasiado lentamente porque las violencias parcialmente colectivas han caracterizado nuestra democracia inorgánica, mutilando las energías populares. Esas rebeliones han venido de abajo, y no tenemos el derecho de combatirlas cuando, como ahora, la violencia se organiza desde arriba. Es una ley histórica que la violencia trae la violencia. Repudio la de abajo porque no constituye nada estable pero repudio con más energía la de arriba, que es la más consciente y por lo tanto más peligrosa.

”Mi voz de representante del pueblo ha sido ahogada por la violencia del Poder Ejecutivo, que ha roto la legalidad. Que conste mi protesta”. – Alfredo L. Palacios.

Síntesis de Semana Santa del '87 con material inédito

La pequeña 9 de Julio



Rincones, historias y mitos de Buenos Aires

Wenceslao Wernicke, Matías Olmos Cano, Juampi Aquino
Mail: wenceslao@fibertel.com.ar
Twitter: @rhmbuenosaires

domingo, 17 de abril de 2011

El derecho de matar

De "a manera de prólogo" de "El derecho de matar de Baron Biza"

"... Está hecho para los haraposos, para los hijos de nadie, para los que tienen por cabecera el tarro de la basura, para los que no tienen Dios, ni hembra... Para los vagabundos que sueñan mirando al sol en los suburbios de las ciudades esperando el nuevo amanecer y que más tarde disputan, a los perros, los huesos que arrojaron los sirvientes y que rechazaron las "quiquis" y las "Lulús".
"Son hojas destinadas a las prostitutas sin cartilla,presidiarios que no llevan número, los jueces y quizás las colegialas.
"No te engaño, porque si lo hiciera, pretendería engañarme a mí mismo.
"En sus páginas, como ante el calidoscopio, destilarán esperanzas muertas, girones de una vida, de un corazón y de un cerebro. Un corazón y un cerebro a semejanza del tuyo, que va a mostrarte sus lacras y sus bellezas, que desplegará ante tus ojos el abanico de sus lepras y sus virtudes...
"Alma que no busca el alma
"No te pido respeto ni mofa. No me interesa. Estoy por encima de tu admiración o de tu burla.
No espero tu aceptación ni tu rechazo. Voy hacia tí sin que me llames, seguro de mí mismo."


Raúl Baron Biza, París 1930
Blog en construcción sobre Barón Biza. (Esperábamos algo así)

lunes, 11 de abril de 2011

La revolución de las orillas – parte 3



Es explicable que los historiadores colonialistas lo repudien.

El espacio no me permite mucho, y me limitaré a la respuesta de Campana a Strangford que habla pedido a la Junta que mandase diputados a Cádiz, hiciese la paz con los españoles de Montevideo para “mejor combatir al tirano Napoleón”, y abriese más la puerta del libre comercio a la introducción de productos británicos.
Campana contesta el 18 de mayo: “Estas provincias exigen manejarse por sí mismas y sin los riesgos de aventurar sus caudales a la rapacidad de manos infieles… Sólo entrarían en una colación contra el tirano Napoleón siempre que se les reconozca su independencia civil…”; que de ninguna manera “se levantaría el sistema colonial que hemos destruido con nuestras manos”; y en cuanto a una paz con los españoles de Montevideo “se debe hacer saber al representante de esa Nación (Inglaterra) que es preciso se reconociese la independencia recíproca de América y de la Península (España), pues ni la Península tiene derecho a América, ni América a la Península”.

Y no insista el embajador inglés en “querernos dar por favor mucho menos de lo que se nos debe por justicia”.

Algún día deberá grabarse en planchas le bronce esta nota del 18 de mayo de 1811 en la que por primera vez se habla oficialmente de independencia, y también por primera vez se señala el imperialismo británico al decir que “no aventuraríamos nuestros caudales a la “rapacidad de manos infieles”.

Era muy temprano para actitudes semejantes. Strangford tenía muchos recursos a mano, y al recibir la respuesta de Campana quedó sellado el destino de esta figura oscura y sin gloria del populacho de las quintas. Se prepararon con habilidad las cosas, y en setiembre, previo acuartelamiento de las tropas leales al pueblo, los jefes militares se apoderaron de Campana y lo sumieron en un largo ostracismo.

¿Por qué pasarán siempre en setiembre cosas semejantes?


 
José María (Pepe) Rosa
[Texto gentileza de Eduardo Rosa y Edgar Schmid]

 

domingo, 10 de abril de 2011

La revolución de las orillas – parte 2


A medianoche, como dije, la Plaza de la Victoria estaba llena de orilleros a caballo que rodeaban el edificio del Cabildo en un imponente silencio. Los regidores buscaron la protección de la Fortaleza (actual Casa de Gobierno) para averiguar el propósito de la nocturna presencia de tanta gente, hasta esos momentos poco vistas en el centro de la ciudad.
Grigera se hace intérprete ante los amedrentados vocales de la Junta: “El pueblo tiene que pedir cosas interesantes para la Patria”. Inútilmente los morenistas de la Junta han llamado en su ayuda al Regimiento de la Estrella comandado por French y constituido precisamente para sostener a la Sociedad Patriótica.

Se ha diluido ante la sola presencia de los orilleros. Los demás regimientos que aún quedaban en Buenos Aires (parte de Patricios y Arribeños y los Húsares de Martín Rodríguez lejos de marchar contra los orilleros han abierto las puertas de sus cuarteles plegándose a la ola popular. De los Jóvenes de la Sociedad Patriótica no ha quedado ninguno en el café de Marcos ni en sus lugares de reunión; los vecinos “de posibles” han atrancado las puertas de sus casas, y no se puede contar con ellos.

No obstante, la conmoción popular no obtiene un triunfo pleno. Allí está el pueblo de Buenos Aires, el auténtico pueblo que echó a los ingleses en 1806 y 1807 y decidió las jornadas de la Semana de Mayo. Pero falta algo más. Falta un jefe.
Saavedra goza de popularidad, pero no es un caudillo. Carece de la arenilla dorada que debe tener todo jefe. Ante la presencia de esos hombres de a caba¬llo que acaban de imponerse con su sola presencia y piden que gobierne solo, sin doctores, el coronel de Patricios no atina a aceptar.

Tal vez hizo bien, porque no se sentía jefe y su gobierno personal hubiese sido un desastre. Su negativa reiterada consterna a los orilleros que acabarán por contentarse con el alejamiento de los morenistas, y su reemplazo por buenos vecinos que no tendrán mayores luces, pero les parecen más dignos de confianza.

Un solo y gran triunfo se saca de la desconcertante noche del 5 al 6 de abril. A pedido de Saavedra, el Dr. Campana toma la secretaria de la Junta. “La figura oscura y sin gloria del populacho de las quintas” según Mitre, ocupando nada menos que el sitial de Moreno. Pero esa figura oscura y sin gloria escribirá las mejores páginas -las únicas auténticamente revolucionarias- de los primeros años de la Emancipación.

sábado, 9 de abril de 2011

La revolución de las orillas – parte 1



Inesperada, sorpresivamente, sobreviene el levantamiento de las orillas que dará una fugaz tintura de pueblo a la Revolución. A las once de la noche del sábado 5 de abril se sabe que grupos de quinteros y arrabaleros montados en sus caballos se juntan en algunos lugares de la periferia de la ciudad: el más numeroso al oeste, en los corrales de Miserere; pero hay otros en los pagos de Palermo y en los mataderos del alto de San Telmo.
En silencio se ponen en marcha hacia el centro, y a eso de la medianoche llenan el ámbito de la Plaza de la Victoria ante el desconcierto de los miembros de la Sociedad Patriótica que ven materializado al “pueblo” que invocaban en sus proclamas, y el temor de los vecinos de la clase principal ante la inesperada irrupción de “la chusma”.

¿Quiénes fueron los autores de la marea popular que la historia llama “revolución del 5 y 6 de abril”? Saavedra en sus Memorias asegura que ocurrió “sin mi noticia ni conocimiento” (esto permitirá a Mitre -enemigo de las exteriorizaciones populares- decir que “es la única revolución de la historia argentina cuya responsabilidad nadie se ha atrevido a asumir ante la posteridad a pesar de haber triunfado ampliamente”).

El Deán Funes escribe el 8 a su hermano Ambrosio sorprendido por “la furiosa borrasca cuando todo parecía calmo”, diciéndole que a las once y media de la noche del sábado lo sacó de la cama Agustín Donado (uno de los principales de la Sociedad Patriótica morenista), “lleno de temor porque une muchedumbre avanzaba hacia la Plaza”.

Aquello era una reacción espontánea del pueblo donde se mantenía el verdadero patriotismo sin artificios de retórica ni imitaciones de Contrato Social contra las gentes “de posibles” vinculadas al comercio portuario y los jóvenes “alumbrados” de la Sociedad Patriótica que pretendían dar un giro teórico a la Revolución. El propósito exteriorizado era cambiar toda la Junta (morenista y diputados provincianos) reemplazándola por la jefatura exclusiva de Saavedra que mantenía -¡pese a todo!- un prestigio en la masa popular; el vehículo fueron los alcaldes de la periferia, sobre todo Tomás Grigera alcalde de quintas, y su intérprete el Dr. Joaquín Campana abogado de prestigio en las orillas.


lunes, 4 de abril de 2011

La inteligencia británica en el Río de la Plata – parte 5


Ese estado de indefensión es global. Gran parte de la "intelectualidad" ha sido formada en una actitud psicológica derrotista, según la cual la Argentina no podría medirse con ninguna de las grandes potencias a riesgo de un fracaso bochorno¬so. La guerra de Malvinas puso en situación crítica esta subestimación nacional. El gobierno de la "democracia formal" encabezado por Alfonsín suprimió en 1984 del calendario al 2 de abril como "día fasto" y consideró esa empresa, como gran parte de la "pequeña burguesía culta", como una "aventura criminal". Numerosos hombres públicos suspiraron en el anhelo inconfeso de una derrota argentina.

No era la primera vez.
En las invasiones inglesas de 1807 vencidos los oficiales británicos desencadenaron simpatías ardientes entre muchas jóve¬nes de la aldea colonial española. Tal fue el caso de Mariquita Sánchez de Thompson, (en segundas nupcias Sánchez de Mandeville: Mariquita, en materia de maridos, si no era inglés o francés, no había criollo que le viniera bien) deslumbrada con los "jabones de olor" y la política de Londres, que discutía en sus salones. Además de las mujeres, había hombres del patriciado que pasaron al servicio del inglés. El más célebre de ellos fue el capitán de caballería Saturnino Rodríguez Peña y un tenebroso cochabambino, diestro en la pluma y la intriga, llamado Manuel Aniceto Padilla. Ambos organizaron la fuga del General Beresford de su prisión de Lujan y huyeron en banda a Montevideo, en poder de las tropas británicas. Rodríguez Peña concluyó melancólica¬mente sus días en Río de Janeiro como agente del Gobierno de Londres, mientras disputaba con su compadre Padilla la pensión vitalicia que les había asignado Gran Bretaña por pago de sus servicios de informantes. Eran 500 pesos anuales, unos 400.000 reis.

Por su parte, los propios Servicios Secretos británicos, en la hora de su decadencia, están lejos de controlar las "infiltraciones" de potencias hostiles. Las escandalosas filtraciones de agentes soviéticos han gozado de los favores de la prensa mundial. Es inútil recordar los casos resonantes de Kim Philby, Guy Burguess, Donald Mclean, Antony Blunt (asesor artístico de la Reina) y Sir Roger Hollis, jefe durante 10 años del M15 (contraespionaje) y simultáneamente agente soviético durante 30 años. Si los rusos han podido deslizar tales agentes en el Servicio Secreto Británico, ¿qué resultados obtendría una investigación de los agentes extranjeros en la sociedad argentina, mucho más vulnerable, sobre todo en ocasión de crisis como las de la guerra de Malvinas. (5)

El material notable que presenta el Informe de Lord Franks está fuera de cuestión. Pero conviene señalar al lector que los propios Servicios Secretos británicos dormitan con más frecuencia que Homero. Según el Informe, el Agregado Naval británico en Buenos Aires, durante los días previos al 2 de abril de 1982, solo se enteraba de los movimientos de las naves argentinas por las noticias de la prensa de Buenos Aires. Tampoco tenía medios para obtener informaciones de esa clase por "lo dilatado de las costas argentinas". Asimismo, carecía de información fotográfica vía satélite. El sistema británico de información en la Argentina se había enmohecido como el propio Imperio. En los tiempos de Beresford, eran más activos y escrupulosos. Igualmente tal languidecimiento puede explicarse por la convicción secular de Gran Bretaña respecto a la fidelidad argentina al "derecho internacional".
El Informe Franks es un testimonio elocuente de que el Servicio Secreto Británico, aunque alertado como estaba desde hacía años por una posible acción militar argentina de reconquista de las Malvinas, se dejó arrullar, como el Foreing Office, por la monotonía de su propia impunidad. La "impredecible" Argentina del 2 de abril y el genio de sus científicos nucleares no solo dieron un tirón de cola al desdentado león británico. También América Latina sintió el llamado para otro Ayacucho.

Marzo de 1985
(2) El coronel Germán Busch se había destacado por su valentía en la Guerra del Chaco. La generación que regresó del infierno chaqueño quiso transformar a Bolivia. La dictadura nacionalista de Busch fue atacada por la rosca (barones del estaño, vinculados al imperialismo). Lo aislaron y difamaron de tal manera que Busch, un joven íntegro y patriota, se suicidó en su despacho presidencial. Su martirio no fue cantado por ningún poeta. Ncnida. Raúl González. Tuñon, Nicolás Guillen y muchos otros, consagraban sus melopeas al bondadoso Stalin.

(3)Ya en 1941. en plena guerra mundial, el capitán de Fragata Carlos Villanueva, preparó un plan de desembarco y reconquista de las Malvinas por orden de la Armada. Su texto reviste la mayor seriedad técnica.

(4) El corresponsal en Buenos Aires del diario "El País" de Madrid, un periodista español llamado Martín Prieto y cuyo modesto vuelo intelectual vacilaba a la hora de los "Martini", dejó escaparen una crónica de 1983 que había escuchado en un "cocktail" a la agregada "científica" de la Embajada norteamericana, que la Inteligencia inglesa mantenía en Buenos Aires una red de 120 informantes, entre personal de planta y voluntarios bengalíes.

(5) La caída de Gallierí. el 17 de junio, después de la rendición de Puerto Argentino, a causa de la desobediencia a la Junta Militar del general Menéndez. ofrece a los historiadores un tentador material digno de ser investigado. Los trajines de ciertos sociólogos, dirigentes sindicales, políticos de nota, periodistas venales y seres semejantes que intrigaban desde los domicilios de los diplomáticos norteamericanos hasta las oficinas del Estado Mayor del Ejército, son del mayor interés.


Jorge Abelardo Ramos




La inteligencia británica en el Río de la Plata – parte 4


Los Servicios Secretos británicos, a cuyo auxilio acude el Informe Franks, dispusieron en toda época de la ayuda, tanto de los escritores, novelistas o historiadores más notables de Inglaterra, sino de la colaboración desinteresada y con frecuencia espontánea de anglófilos de todas partes del mundo. El hechizo del poder británico parecía ilimitado en el siglo XIX y todo lo que era inglés se suponía inmejorable. La "anglomanía" hacía furor, desde Marx hasta Alberdi (4).

Bastaría releer las "Bases", de Alberdi —considerado ritual-mente como un breviario de sabiduría política escolar— para convenir en que el Imperio británico, sobre todo en las zonas del globo terráqueo sometidas a su "control indirecto", gozaba de una reputación difícil de comprender en nuestros días. Este prestigio se originaba en causas históricas y en consecuencia estaba lejos de ser inexplicable.

A medida que se reforzaba el poder naval y económi¬co del Imperio en las regiones templadas exportadoras de alimen¬tos (Río de la Plata) las instituciones de las Repúblicas ganaderas tendían a parecerse, y aspiraban a ello, a las instituciones clásicas del poder británico, a sus costumbres y hábitos: se admiraba la monarquía constitucional, la Cámara de los Comunes, el té de la India, el cambio de guardia en el Palacio Real, el sábado inglés, el whisky escocés y el paraguas, el football y el golf, Scotland Yard y la leyenda de su Servicio Secreto. Cada uno de estos delicados productos del genio británico aparecía revestido para la cipayería argentina de un "aura" especial.

Al Servicio Secreto, desde una época inmemorial, acudían a trabajar o a colaborar personalidades "independientes", artistas, aventureros, hombres rápidos de nego¬cios oscuros, homosexuales de la aristocracia, escritores y todo género de celebridades. La mayor parte de ellos trabajaban por algún tiempo como "espías sin oficio". En caso de crisis nacional, dichas personas prestaban su ayuda por razones patrióticas.

(Sólo en la Argentina el patriotismo es una mala palabra. Pero no lo es en Inglaterra). Figuras como el historiador ArnoldToynbee, el novelista Graham Greene, el escritor de aventuras Ian Fleming, los ilustres G. K. Chesterton, Arnold Bennett, Arthur Conan Doyle, John Galsworthy, George Trevelyan, Gilbert Murray y Somerset Maughan, trabajaron para "los Servicios". Hasta el satírico y disconformista irlandés Bernard Shaw no vaciló en brindar su apoyo literario en una ocasión al Servicio Secreto para una operación de propaganda destinada al consumo de los árabes. ¡El gran disconformista! No era nada nuevo. ¿Acaso en los siglos XVI y XVII los escritores Marlowe y Daniel Defoe no habían sido agentes a sueldo de los Servicios Secretos?

Me pregunto qué diría la opinión pública "ilustrada" de la Argentina si Borges o Sábato hubiesen colaborado con los "Servi¬cios de Información" de las Fuerzas Armadas, prestando su ima¬ginación para fabular mentiras útiles o "información negra" (o sea falsa) necesarias al Estado Nacional. Nadie podría concebir tal colaboración comenzando por los celebrados escritores que men¬ciono y cuya fama en Europa se funda en no escasa proporción en su desdén por la "estrechez nacional" y su activa militancia en favor del Universo. Últimamente, también Octavio Paz ordeña el tema. Parecería monstruoso. ¿Por qué? Si dejamos de lado la naturaleza de tales "servicios" en la Argentina semicolonial, es decir su carácter interno, frecuentemente deleznable y anti popular que los han desacreditado por completo, queda el hecho irrefutable de que la condición marginal del país sume en la impotencia a todas las funciones esenciales del Estado y, para colmo, sitúa al Estado mismo como fuente de ineficiencia, corrupción y despilfarro. Tal es el "terrorismo ideológico" que presiona sin cesar la conciencia pública en la Argentina.

La inteligencia británica en el Río de la Plata – parte 3

De todo lo dicho procede el interés del Informe Franks. El Lord ha fundado su Informe a la Cámara de los Comunes en el material reunido por la Comunidad de Inteligencia de Gran Bretaña. Del Informe se desprende claramente un hecho que da por tierra con la campaña de "desmalvinización" urdida por los Servicios de Inte¬ligencia ingleses en la Argentina. Ese hecho decisivo, al que aludiremos enseguida, prueba que el General Galtieri no fue víctima de un ataque de demencia repentina y que la Junta militar que integraba no resolvió la reconquista de las islas persiguiendo un "cambio de la imagen externa", según sostiene la más estúpida de las versiones nacidas de la pequeña burguesía "democrática" y de sus amos internacionales (3).

El Informe Franks demuestra que, por lo menos cinco años antes que Galtieri soñara con ser Comandante en Jefe del Ejército y hasta Presidente de la República, la situación entre la Argentina y Gran Bretaña se encontraba al borde de la ruptura y del enfrentamiento militar. En enero de 1976, como lo prueba un texto del Dr. Arauz Castex, ministro de Relaciones Exteriores, que era un gran Canciller y tenía la dignidad inherente al cargo, publicado en el Informe Franks, durante el Gobierno de la Presidenta Isabel Perón. El estado de tensión era intolerable. No solo habían pasado 150 años de la usurpación del suelo nacional por los ingleses y 17 de discusiones estériles en las Naciones Unidas. Simplemente, la arrogancia inglesa no admitía ya dilatación alguna.

Pretendían discutir indefinidamente, sin fijar plazos para concluir. En realidad, los ingleses no hacían ningún misterio de su voluntad de no hacer nada. Lord Carrington había manifestado a un embajador argentino en Londres que las negociaciones no progresaban "porque el problema no tenía entidad política para el Reino Unido ". A otro embajador, el mismo Lord le había dicho bromeando: "Para los ingleses, las Malvinas son el caso 242 en materia de prioridades de su política exterior". Tiempo disponían de sobra. Insolencia no les faltaba.

Los ingleses estaban convencidos de que la ilimitada paciencia argentina solo era una máscara transparente de la impotencia nacional. Multitud de señales, sin embargo, les advirtieron que "no hay tiento que no se corte ". La situación se tornó tan peligrosa, que los servicios secretos británicos juzgaron inminente la adop¬ción de medidas militares por parte de las autoridades argentinas. Por esa causa, el gobierno británico envió en 1976, en el mayor secreto, al área de Malvinas, un submarino nuclear y dos fragatas milisísticas. Otro de los méritos del Informe Franks es que la guerra de Malvinas conmovió la proverbial adhesión inglesa al Secreto de Estado. Esto quiebra una antigua tradición británica.

Como es universalmente sabido, los norteamericanos han conver¬tido a la CÍA en una agencia de publicidad. Los viajes "secretos" del General Vernon Walters a la Argentina para conspirar contra Galtieri en el curso de la guerra eran conocidos por media ciudad de Buenos Aires. Los ingleses, en cambio, con el paso de los siglos adquirieron la rara virtud de la reserva. Cultivar formas sigilosas, avaras de palabras, constituyeron casi un estilo nacional. Por esa causa, la historia de sus relaciones reales con el mundo periférico, en particular con la Argentina, continúa sumida en la sombra. Un día pregunté al Profesor Ferns, de la Universidad de Birmingham, cómo se había atrevido a publicar un libro revelador sobre las relaciones anglo—argentinas, a la luz de la proverbial discreción inglesa en la materia. Era un hombre apacible. Se sacó la pipa de la boca y me contestó: —Es que yo no soy inglés. Soy canadiense.

domingo, 3 de abril de 2011

La inteligencia británica en el Río de la Plata – parte 2


A este respecto viene a cuento una anécdota con dos protagonis¬tas singulares. Uno de ellos es el Dictador de Bolivia, el joven Coronel Germán Busch y su interlocutor, el célebre Embajador de Estados Unidos en Buenos Aires en los días calientes de 1945, Spruille Braden, adversario de Perón. Diez años antes, en 1936, Braden era representante norteamericano en la Conferencia de Paz que debía poner fin a la guerra del Chaco entre Bolivia y Paraguay.

Para tratar la frontera demarcatoria definitiva entre los dos países se reunió Braden con el Coronel Busch. He aquí el desenfadado y por momentos cínico relato que Braden publica en sus Memorias: "Mientras discutíamos los límites, le enseñé a Busch varios mapas del Chaco... todos malos e incompletos. Finalmente, le dije: "Usaremos el mejor mapa que disponemos" y saqué de mi cartera un mapa de Bolivia secreto y numerado por el Estado Mayor. Los ojos del Presidente se abrieron como platillos. Son¬riendo le dije: "Señor Presidente, no se sorprenda que tenga este mapa. Por supuesto fue robado de su Estado Mayor, pero no por mi persona. Se lo arrebaté a los argentinos". Esto era cierto literalmente. Este mapa resultó el mejor auxiliar durante la noche ".

La disputa del Chaco escondía un duelo entre la Standard Oil (norteamericana) y la Shell (angloholandesa). Lo más probable es que el Servicio Secreto Británico, que apoyaba al Paraguay y a la Shell con la complicidad argentina, hubiese robado del Estado Mayor boliviano dicho mapa y lo traspasara a la Argentina pro inglesa y pro paraguaya. Por su parte, el espionaje norteamericano (Standard Oil) le robó al Ejército argentino, según la confesión del embajador Braden. La afrenta de Braden al Presidente de Bolivia era moneda corriente. Los Estados latinoamericanos no tenían Inteligencia propia, ni nada propio, salvo su humillación (2).
Si la guerra de Malvinas que Inglaterra perdió, permitió al país recobrar un orgullo nacional y una repulsión al imperialismo que parecían extinguidos para siempre, no han sido extraídas hasta hoy las lecciones que se desprenden de aquellos días heroicos. Por el contrario, algunos jefes militares argentinos han resultado víctimas de la campaña de "desmalvinización" que sucedió a la caída de Puerto Argentino. Resultado funesto, si se parte del principio de que la defensa nacional es insostenible si el núcleo espiritual básico de un país, que es la conciencia nacional, es vacilante, insegura y duda de sí misma.

Iniciar y consumar la recuperación de las Malvinas fue una victoria política y estratégica en sí misma (ya que rompió la inmovilidad de un siglo y medio) y la rendición de Puerto Argen¬tino constituyó una derrota táctica, pero que no alteró el significa¬do global de la guerra y su positivo valor histórico. Justamente la idea de que la guerra fue perdida es la que manipula el Servicio Secreto Británico y los "partidos políticos de la rendición incondi¬cional", que parasitan en la Argentina.

La victoria consistió en poner de pie al pueblo de América Latina, en una admirable resurrección del espíritu revolucionario, desvanecido desde los tiempos de San Martín. Que la Argentina haya combatido con fuego y acero a la formidable flota coaligada de las potencias anglo-sajonas, en un combate que estuvimos a punto de ganar; que el bondadoso rostro de la democracia británica haya sido desnudado por la lógica de la guerra y se descubriera a los ojos del mundo la perversa y corrompida fisonomía de Dorian Gray; en fin, que la Doctrina Monroe y el presidente Reagan, el TIAR y la presunta "solidaridad hemisférica" ante una agresión extra-americana hayan quedado reducidas al valor de un papel mojado y los héroes argentinos exhibiesen al Occidente en su intrínseca falsedad, eso se llamaría ganar una guerra por sí, por lo demás, la Argentina no la hubiese ganado en la propia alma de sus Fuerzas Armadas.

Hay que recordar que desde 1955 los militares argentinos habían sido seducidos por la mafia de la oligarquía financiera "democrática", en nombre de Occidente. Se habían tragado como angelitos desde 1976 la fábula de la "seguridad nacional", en tanto Martínez de Hoz amasaba la formidable deuda externa que hoy quita el pan de la boca a soldados, oficiales y trabajadores.
Pero cuando esas mismas Fuerzas Armadas ocuparon las Malvinas en 1982, la mafia bancaria de Martínez de Hoz y la partidocracia encabezada por Alfonsín se alejaron rápidamente de los militares, que habían adulado hasta ese preciso momento. Ese giro de la historia también hizo mudar la actitud de los oficiales. ¿Habrá algún oficial argentino que a tres años de la guerra de Malvinas tome en serio una sola palabra procedente de Occidente, de su cristiandad monetizada, de su democracia falsificada, de su civilización empapada en sangre? No lo creo. Pues así se gana una guerra, con la redefinición del enemigo, si esa guerra es una guerra por la independencia nacional. Tal fue el milagro purificador del 2 de abril.

La inteligencia británica en el Río de la Plata – parte 1




Ningún lector de la prensa mundial se ha informado jamás de que un agente secreto hondureño, digamos, fuera detenido en Washington por intentar robar importantes planos militares. ¿Qui¬zás alguien pueda recordar la noticia de que un espía argentino resultó sorprendido en Moscú en oportunidad de tomar contacto con una bella Secretaría del Politburó? ¿Podríamos asombrarnos de saber que el M15 británico ha desbaratado una red boliviana de inteligencia establecida en Londres?
Prólogo al Informe de Lord Franks sobre la guerra de Malvinas, publicado en inglés por la Cámara de los Comunes y en castellano por el autor.

(1) Dicha anomalía no pone en cuestión la honorabilidad personal del Dr. Alemann. Durante la dictadura militar del general Onganía (1966-1970) la Argentina contó con un ministro de Defensa, Van Peborgh, que en calidad de voluntario luchó en el Ejército británico en la 11 Guerra Mundial donde alcanzó el grado de Capitán. En la innumerable legión de los anglófilos argentinos, por lo menos Borgec era un artista notable.
La sola mención de estas fantasías despertará una involuntaria sonrisa en el desprevenido lector. ¡Cómo pretenderlo! ¡Si tan solo somos latinoamericanos! No servimos para espiar grandes secretos. Solo servimos para ser espiados.

Pues, en resumidas cuentas, ¿cómo aspirar a contar con servicios de espionaje o contraespionaje que verdaderamente sirvan al interés de la patria si la patria no se conoce a sí misma y si la autodenigración latinoamericana es el prerrequisito de la dominación imperial extrema?


¿Para qué sirven en la Argentina los Servicios de inteligencia?
Para que los múltiples organismos se espíen los unos a los otros y entre todos espíen a los argentinos. ¿Es que podría ser de otro modo? ¿No es acaso cierto que durante la gloriosa gesta de las Malvinas la CÍA, encubierta como "Misión Militar norteamerica¬na" tenía su sede y excelente puesto de observación en el propio edificio del Comando en Jefe del Ejército argentino en la Avenida Paseo Colón? Hecho tan extraordinario era congruente con el desempeño de las funciones como Ministro de Economía, en un país en guerra con Gran Bretaña, del Dr. Roberto Alemann, representante de los bancos suizos y de los intereses europeos que al mismo tiempo nos sancionaban y bloqueaban (1). En el otro bando Estados Unidos era aliado "de facto" de los ingleses. Gracias a sus satélites—espías, el submarino "Conqueror" dispuso de la infor¬mación necesaria para hundir el crucero "General Belgrano" con 321 hombres que se perdieron con la nave.

En lo que respecta a los rusos, que contaban con sus propios satélites, poco les costaba quedar bien con argentinos, ingleses y yanquis al proporcionarnos valiosa información... tardía. Por fortuna, los científicos argentinos montaron en pocas semanas, una red mundial de detención, apoyada en territorio del Tercer Mundo, que facilitó las operaciones aéreas de la Argentina y determinaron buena parte del éxito en el hundimiento de naves británicas.

Convengamos en que un país semicolonial, saqueado por los banqueros internacionales y sus amigos nativos del género de Martínez de Hoz, González del Solar, Grinspun y Sourrouille (no ha variado la técnica del saqueo desde el gobierno militar a la democracia radical) no está en condiciones de gozar de "soberanía en inteligencia". Pero no por razones tecnológicas, sino porque le han enseñado a no desearla. Es suficiente recordar que bajo un régimen militar dominado por la oligarquía financiera (1976— 1983) fue destruida hasta sus cimientos la industria electrónica argentina. De la destrucción de la industria nuclear se encargará el gobierno del Dr. Alfonsín en nombre de la "democracia representativa".

Los países realmente soberanos son aquellos cuyos hijos deciden, más allá de la valoración de sus regímenes políticos— sociales, qué tipo de existencia nacional desean vivir. Veamos un educativo ejemplo. Imaginemos que un banquero tucumano viaja a Washington, acompañado de algunos colegas correntinos, ecua¬torianos y chilenos. Después de examinar las cuentas del gobierno de Estados Unidos, ordena disminuir los gastos en previsión social, el nivel de salarios, el número de soldados de las Fuerzas Armadas y, para terminar, suspende los programas de exploración cósmica y el plan nuclear. Aplicada la hipótesis a Estados Unidos se revela enseguida su carácter humorístico. Aplicada a la Argen¬tina o América Latina, es una realidad cotidiana y trágica. Para todo aquel que se formule la pregunta sobre cuál es la diferencia existente entre un país imperialista y un país semicolonial, bastará el ejemplo citado. Y nada importa que el país semicolonial, en este caso la Argentina, cuente con una bandera, un escudo, una moneda, un Ejército, una estampilla o una Aduana. Con todo lo dicho quedará claro por qué la Argentina carece de verdaderos Servicios de Inteligencia y por qué disponen de ellos las grandes potencias.