jueves, 30 de abril de 2009

Cajamarca, 16 de Noviembre de 1532




EL DÍA QUE ACABÓ EL TAHUANTINSUYO

Los españoles pasaron la noche a la vista del Real de Atahualpa y en constante guardia temiendo un ataque sopresivo, sin embargo nadie los molestó. Al día siguiente, al atardecer, Atahualpa se decidió a entrar al pueblo. Precedieron al Inca unos cuatrocientos hombres, todos con vestimentas iguales, cuya misión era limpiar de piedras y pajas el camino.

Mientras tanto, Pizarro dividió sus huestes en cuatro partes que se escondieron en los edificios que rodeaban la gran plaza. En el primero esperaba agazapado Hernando Pizarro con catorce o quince jinetes, en el segundo estaba Soto con quince o dieciseis caballos, en el tercero se situaba un capitán con otros tantos soldados mientras Francisco Pizarro con veinticinco efectivos de a pie y dos o tres jinetes esperaban en un galpón. En medio de la plaza, en una fortaleza que probablemente era un usno (epecie de trono) estaba el resto de la gente con Pedro de Candia y ocho o nueve arcabuceros más un falconete.
Pedro Pizarro, al narrar los episodios de Cajamarca, señala que hasta entonces los españoles no habían luchado contra los naturales y no sabían cómo se enfrentaban en la guerra pues los acontecimientos de Tumbes y de La Puná eran meras escaramuzas. Según este cronista, el gobernador dividió su gente de a caballo en dos partes, comandadas por Hernando Pizarro y por Soto, respectivamente. Pedro de Candia y unos cuantos soldados fueron apostados en la pequeña estructura en medio de la plaza.
Lenta y pausadamente entró el Inca a la plaza después de que sus soldados la ocuparan parcialmente y se sorprendió de hallarla vacía. Al preguntar por los españoles le dijeron que de miedo permanecían escondidos en los galpones. Entonces, con mucha solemnidad, avanzó el dominico Valverde con una cruz entre las manos, acompañado por Martinillo el "lengua", y pronunció el requerimiento formal a Atahualpa de abrazar la fe católica y servir al rey de España, al mismo tiempo que le entregaba el evangelio. El diálogo que siguió es narrado de modo distinto por todos los testigos; es posible que la tremenda angustia vivida en esos instantes impidiera recordar después las frases exactas que se cruzaron entre los diversos actores de la tragedia.

Tras el Inca, y en otras andas, era llevado el señor de Chincha. En ese momento el gobernador vaciló no sabiendo cuál de los dos era el soberano, sin embargo, ordenó a Juan Pizarro dirigirse hacia el curaca, mientras él y sus soldados avanzaron en dirección al Inca.
A una señal de Pizarro el silencio cargado de amenazas que envolvía la plaza se transformó en la más tremenda de las algaradas. Estallaron el trueno, el estampido del falconete, y retumbaron las trompetas, era el aviso para que los jinetes salieran al galope de los galpones. Sonaban los cascabeles atados a los caballos, disparaban ensordecedores los arcabuces; los gritos, alaridos y quejidos eran generales. En esa confusión los aterrados indígenas, en un esfuerzo por escapar, derribaron una pirca de la plaza y lograron huir. Tras ellos se lanzaron los jinetes, dándoles el alcance mataron a los que pudieron, otros murieron aplastados por la avalancha humana.
Mientras tanto Juan Pizarro se abalanzó en dirección del señor de Chincha y lo mató en sus mismas andas. Por su parte Francisco Pizarro con sus soldados masacraban a los indígenas que desesperadamente sostenían el anda del Inca, caían unos y eran reemplazados por otros. Al ver la situación, un español sacó un cuchillo para victimar a Atahualpa, pero Pizarro se lo impidió, saliendo herido en una mano y ordenando que nadie tocase al Inca. Por fin, los españoles asidos a un costado del anda lograron ladearla y cogieron al soberano.
Al caer la noche aquel aciago 16 de noviembre de 1532 había terminado para siempre el Tahuantinsuyu, el Sapa Inca estaba cautivo y con su prisión llegaba a su fin la autonomía del Estado indígena. Desde ese momento, cambios trascendentales transformaron el ámbito andino, cambios que no sólo afectaron a los naturales, sino que produjeron profundas consecuencias en Europa. *

Pedro Pizarro señala en su crónica que hasta el memorable día de Cajamarca, los españoles no habían combatido a los naturales fuera de unas cuantas escaramuzas en Tumbes y La Puná. En ningún momento del recorrido desde la costa hasta el real de Atahualpa habían hallado los españoles el menor estorbo; muy al contrario, en todo momento les fueron ofrecidos guías y víveres de los depósitos estatales. Atahualpa no cayó ante una guerra abierta, lo que aconteció fue una atrevida y audaz emboscada.
* La economía europea se vio afectada por el impacto del arribo de los enormes contingentes de oro peruano, y más adelante por la adaptación de la papa, tubérculo que permitió el crecimiento demográfico europeo y acabó con el hambre que periódicamente amenazaba al viejo continente cada vez que menguaban las cosechas.






Textos tomados del libro "Historia del Tahuantinsuyo"
de María Rostworowski de Diez Canseco

Otra forma de ver las cosas

Tal vez el saber que hay otros peores, hace creer que lo de uno no lo es tanto.
Siempre se puede encontrar un sótano dentro de una casa antigua, siempre se puede fantasear con otras realidades o transportar hechos reales a otros tiempos y así formar algo “para-lelo”.
En toda mentira puede haber una pequeña verdad exagerada, modificada o alterada, pero eso no pinta un infierno menos oscuro y menos un cielo azul lleno de estrellas.


Es solo cuestión de saber buscar, y armar bien el cuadro, …. pero los tambores siguen sonando…

Jorge



El arte de la manipulación y de la hipocresía

La leyenda negra americana fue el resultado de una fenomenal manipulación histórica, y de otra no menos fenomenal hipocresía política: Teodoro de Bry fue un rebelde flamenco que huye a Londres y se instala en Frankfurt. Allí monta una editorial. De 1590 a 1623 publica la Colección de Grandes y Pequeños Viajes de las Indias. Se propuso hacer la historia de la barbarie de los católicos españoles en la conquista de América.

Denuncia la ambición y codicia de oro de los conquistadores; acusa de crueldad y tiranía a sus gobernantes, para concluir responsabilizando a la Corona española del exterminio y genocidio de los indios de América. La editorial de Frankfurt pronto se convirtió en baluarte activo contra la monarquía católica española. De Bry recurre al panfleto para atacar a España en el campo del prestigio internacional, comprometiendo también a la lglesia católica con los crímenes de la conquista, y alentando además la conspiración y alianza de los calvinistas, hugonotes y anglicanos en razón de sus intereses comerciales en las Indias. La leyenda negra fue un arma nueva en manos de los protestantes europeos durante las guerras de religión. Extiende sus frentes de lucha, y el conflicto religioso se politiza por la propaganda y el arte de la manipulación histórica.


De profesión grabador, el polemista flamenco no fue testigo directo de la conquista de las Indias. Acude al grabado para transmitir su propia interpretación histórica, con láminas y leyendas alucinantes. El secreto estriba en esa conjunción leyenda-imagen. El texto original es sustituido por imágenes manipuladas. La verdad es sacrificada al interés político. Fantasía y razón de Estado se combinan hábilmente; de Bry domina la técnica de la sugestión. Se adelantó a las reglas modernas del comic. Más que la fidelidad histórica de los hechos, le interesa impresionar a sus lectores. Prendió fácilmente en las masas fanáticas y poco formadas. Por su valor artístico, didáctico y político, la iconografía del genocidio va configurando la opinión pública europea sobre la conquista y evangelización de América por los católicos españoles. Su mensaje se hace conciencia crítica de Europa. Muchos historiadores del siglo XVII y XVIII no tuvieron más fuente erudita.


El arte de la manipulación empieza por la selección de textos tendenciosos, en su casi totalidad, de autores protestantes de orientación antiespañola, con sus testimonios negativos y sesgados, de dudosa credibilidad y, a veces, históricamente falsos. La Brevísima relación de la destrucción de las Indias, de fray Bartolomé de las Casas fue el texto especialmente seleccionado. Traducido al latín en 1598, el original es manipulado en 17 grabados horripilantes con sus leyendas escandalosas. La evangelización se ve comprometida con la represión y la matanza hecha en nombre de Dios. En años sucesivos son publicados estos grabados en separatas independientes, y divulgados en 15 ediciones por toda Europa, antes de la Paz de Westfalia.Como segundo testigo se incorpora la Historia del Nuevo Mundo, de Jerónimo Benzoni, milanés enemigo de España. Lo que parecía episódico y circunstancial en la versión lascasiana se hace en Benzoni constante de crueldades y barbarie, que el grabador de Frankfurt escenifica en 75 nuevas láminas cargadas de horror y de sadismo.

Se minimiza hasta el ridículo la gesta americana exaltada por los cronistas españoles. Los conquistadores son presentados como hombres crueles y fanáticos. Se inaugura entonces una verdadera galería de cuadros de conquistadores acusados de genocidio.


Todavía de Bry cita un tercer testigo de excepción: los relatos del hugonote Urbain Chauveton sobre el asalto de los franceses a la Florida en 1565. Manipula el testimonio que dejó escrito uno de los supervivientes que escaparon a la matanza. Es un panfleto anticatólico, que estigmatiza la barbarie de que dan prueba los españoles católicos contra los franceses calvinistas. Realidad y fantasía se combinaron, otra vez, al servicio de la propaganda antiespañola. De Bry se apresuró a divulgar el testimonio del anglicano Walter Raleigh, que pretendía justificar la ocupación de la Guayana por la Corona de Inglaterra: El imperio de las Indias que los españoles obtuvieron por la fuerza de las armas, sólo por la crueldad y la represión lo mantienen y lo aumentan. Pide ayuda y la intervención armada de la reina Isabel de Inglaterra, con el fin de que los nativos sean liberados de tanta injusticia por la que tan cruelmente son oprimidos por los católicos españoles con el pretexto de la evangelización. Todavía en 1633, el anglicano Jean de Láet volvía a solicitar la intervención de Carlos I de Inglaterra, como Defensor de la Fe y de la libertad de las Indias Occidentales. Se habla siempre de la crueldad de los españoles y de sus crímenes. Sin excepciones ni límites de tiempo. Nada más absurdo. De Bry lo sabía bien. Porque él leyó a Fernández de Oviedo, a López de Gómara, a Agustín de Zárate y a Pedro de Cieza. De ellos expresamente recoge textos que extracta y reproduce. Pero ha olvidado tendenciosamente el anverso: lo mucho bueno y positivo que él sabe que se hizo y lo silencia curiosamente. Esto se llama manipulación histórica.En pleno siglo XVII, Saavedra Fajardo, político y diplomático español, hizo la crítica más dura del mito del genocidio que los protestantes calificaban de exterminio del Nuevo Mundo por los españoles (1640).


Las crueldades, que de Bry escenifica, ni fueron privativas de los españoles, ni los pueblos europeos protestantes podían en justicia arrogarse la representación de la acusación contra la Corona. Saavedra Fajardo llega a decir que el mito del genocidio de los indios en América fue un montaje de los protestantes europeos contra la monarquía católica de España, con el único fin de ocultar sus propios crímenes, con mentiras y supuestos crímenes de los españoles en América. Para demostrarlo recurre al paralelismo de los hechos sucedidos anteriormente en Europa, descritos y documentados por testigos fidedignos. Ricardo Verstegar había publicado en 1587 el Theatrum Crudelitatum Haereticorum nostri temporis. Las horripilantes crueldades de los hugonotes en Francia fueron escenificadas por los hermanos Weiricx en 29 láminas. Con ellas se puede reconstruir también la iconografía del genocidios de católicos en Europa. Precisamente en estas láminas se inspiró de Bry para su propaganda antiespañola.

Los métodos de crueldad y de tortura aplicados por los españoles en la conquista de América en nada superan –y las más de las veces son una repetición– a lo que hacían los protestantes europeos en Francia, Países Bajos, Inglaterra y Alemania por fanatismo y discriminación religiosa.De Bry tuvo la valentía de confesarlo. Decía en su carta, con que prologó la parte cuarta de su Historia de América: Nos matamos unos a otros a diario, arrebatados por la ambición y la avaricia, y no hay moderación ninguna o límite a nuestra codicia y crueldad. No seamos, por tanto, tan precipitados en condenar a los españoles, sin antes examinarnos seriamente a nosotros mismos, a ver si somos mejores que ellos. Conozco muchos españoles que son personas religiosas e íntegras, más que en ninguna otra nación. Sea esto dicho sin prejuicio de nadie.


Si hubo españoles en Indias que cometieron actos de barbarie, crueldad, avaricia y perversidad, no se han de imputar estos actos a toda la nación, sino más bien a la permisividad de los militares, que se encontrará no menos desenfrenada en las demás naciones. Pues ¿quién ignora las muchas crueldades que han cometido y siguen hoy día cometiendo los soldados franceses, alemanes, italianos y los demás en casi todas las campañas de guerra? ¿Y a qué juez justo se le va a ocurrir imputar estos crímenes a la nación entera? Sin embargo, en su campaña antiespañola, maquiavélicamente había propalado lo contrario de lo que decía pensar ahora. Esto se llama hipocresía política.


Luciano Pereña



¿EPOPEYA O GENOCIDIO?

Todavía escucho gente negando una realidad, ....la historia escrita por los vencedores no pudo hacer callar a los tambores.




CONQUISTA Y EVANGELIZACION:

Prof. JORGE RAUL VERA


El marco de la despiadada represión en el que se desarrolló la Conquista de AMÉRICA, incluidas las guerras pertinentes, es conocido a través de sus consecuencias.
En 1492 había aproximadamente 90 millones de indígenas viviendo en América (66,5 millones en Sudamérica; 13,5 en América Central y 10 millones en Norteamérica). Cien años más tarde (1592) el equilibrio demográfico se había roto de tal manera a causa de las guerras, las enfermedades y las matanzas, que los habitantes nativos de Sudamérica se habían reducido en 40 millones de personas. Esto significa que durante 36.500 días se aniquilaron diariamente un promedio de 1.096 nativos. En el transcurso de 160 años (1492 - 1652), los 13,5 millones de aborígenes centroamericanos se habían reducido a sólo 540.000. Es decir que 12.960.000 de personas desaparecieron a razón de 222 por día.

Y en 1692, en el segundo centenario del desembarco europeo en América, la población indígena total superaba apenas los 4,5 millones de habitantes. Las cifras causan un verdadero horror: 85.500.000 de personas (niños, mujeres, hombres y ancianos), fueron aniquiladas (de una u otra manera), a razón de 1.171 personas por día. En los Actos escolares a los que he asistido durante cincuenta y cuatro años, primero como alumno y posteriormente como docente, tengo escuchados otros tantos discursos laudatorios referidos a la "Conquista de América", no recuerdo haber oído una sola alocución que trasuntara piedad por los crueles padecimientos infligidos a los aborígenes, los legítimos dueños de estas tierras usurpadas.
Millones de niños, mujeres, hombres y ancianos, murieron vilmente después de sufrir todos los padecimientos que es capaz de inferir la crueldad humana.
El escarnio de la esclavitud, se prolongó durante tanto tiempo, que aún hoy, después de más de quinientos años, perduran en muchos pueblos americanos, los efectos "civilizadores" producidos por la "Conquista". Miles de seres humanos, subsisten en Reducciones bajo condiciones misérrimas, padeciendo una lenta e irreversible extinción. Todo esto no cuenta para los ideólogos de la "historiografía oficial", y tampoco para quienes ensalzan en miles de discursos mendases el crimen más horrendo que ha padecido la Humanidad .
El insaciable despojo de tierras y riquezas a los nativos, la destrucción de milenarias culturas, que en muchos aspectos superaban a las europeas de esa misma época, son "pequeñeces" que se justifican aduciendo el "beneficio espiritual" que -supuestamente- representaba el cambio de un culto por otro.

No es verosímil por tanto el eufemismo que resume el aberrante pro-ceso de conquista y colonización como “el encuentro de dos culturas”. Pasaré a cotejar el enfoque de la Historia "oficial", con los hechos y acontecimientos reales ocurridos durante el desarrollo de la conquista, narra-dos por quienes fueron partícipes o testigos presénciales.
Es imposible intentar resumir en un par de páginas, todo lo acontecido durante la Conquista, así pues, este apretado resumen tiene por objeto hacer conocer -aunque sea mínimamente - las depredaciones cometidas por los conquistadores, hechos éstos muy bien encubiertos por la Historia oficial.

Por lo tanto, el lector queda advertido, de que los relatos que se brindan a continuación, no tienen el encuadre cronológico que caracteriza a los textos escolares. Los hechos y los escenarios geográficos, se suceden a grandes trazos, a los efectos de suministrar la mayor información en el menor espacio posible.

Bibliografía

América: Conquista y Evangelización. ¿Epopeya o Genocidio?

por Prof. Jorge Raúl Vera
http://es.shvoong.com

Evangelización en América Latina - los elementos utilizados


Es importante mencionar tres elementos que fueron utilizados ampliamente en la evangelización americana:

Las Doctrinas: eran pequeños poblados que se formaban en torno a un rancho-capilla levantado por los misioneros, en el cual se agrupaban los naturales que iban aceptando la fe. Las doctrinas estaban a cargo de un doctrinero, que era el encargado de transmitirles los contenidos de la fe a los indígenas. Este fue el método inicial de evangelización utilizado por los misioneros franciscanos, y fueron el origen de numerosas ciudades de hoy en día.

La Encomienda: para ayudar este trabajo de evangelización de las Doctrinas, la corona española empleó el método de la encomienda, costumbre de origen feudal, mediante la cual los encomenderos, que solo podían serlo los españoles, imponían a los indígenas una serie de obligaciones, con la condición de sostenerlos económicamente y educarlos cristianamente. De ordinario el indígena era explotado, hasta en su misma dignidad personal, a nombre de la encomienda. Los encomenderos eran también los encargados oficiales de recoger las contribuciones de los indígenas para sostenimiento de la misión y pagar con esas contribuciones a los misioneros. Los abusos eran grandes porque los encomenderos llegaban a explotar inmisericordemente a los indígenas y de ordinario se adueñaban de los bienes y hasta de la persona misma de los pobres indígenas. En numerosas oportunidades, la Iglesia debió reclamar ante las cortes de España, justicia y castigo para estos excesos.

Las Reducciones: Otro método que emplearon principalmente los jesuitas en la evangelización fueron las llamadas Reducciones. Eran poblados en los que se congregaban a los indios nómadas y, bajo la dirección de los misioneros, con rigurosa exclusión de cualquier otro europeo, se intentaba educarlos en una vida cristiana y civilizada. En la reducción había buena organización religiosa, social y política. Había catequesis obligatoria para niños y adultos. Bajo el aspecto político, la reducción gozaba de autonomía absoluta: allí mismo se tenía el comercio y se pagaba el tributo civil. Era como un estado dentro del estado. La suprema autoridad en la reducción, tanto en el aspecto espiritual como en el temporal y judicial, era el misionero. Una finalidad directa de las reducciones era proteger a los indígenas de los abusos de los encomenderos. No se trataba de explotar, ni de reducir la libertad del indígena, sino de acogerlo, protegerlo, educarlo y, sobre todo, de ayudarlo a defenderse de los mismos españoles no misioneros que andaban ya ávidos del oro americano. Todas las reducciones estaban construidas de idéntica forma: en cada una de ella habitaban entre 1500 y 7000 indígenas: había una Iglesia, una escuela, una casa para el misionero, una casa o salón comunal. Las casas eran de un solo piso, separadas y hechas de piedra para evitar los incendios y, a un lado, estaba el cementerio comunitario rodeado de árboles. Las reducciones no fueron exclusividad de los Jesuitas, porque también las usaron los franciscanos capuchinos y dominicos. Hubieron reducciones en la Argentina, Paraguay y Brasil, pero también en Méjico, Venezuela y California.

Sin embargo, a pesar de los errores y dificultades, puede decirse que la Primera Evangelización que hicieron los misioneros en América Latina fue muy buena porque de verdad llegó hasta los elementos básicos de la cultura, prueba de ellos es la religiosidad popular que ha quedado en nuestro pueblo.

Bibliografía:
Los primeros Apóstoles de América y la primera Misa en el Tucumán, Fr Policarpo Gazulla, Mercedario, Octubre de 1934.
Misión: Visión Histórica. P. Erasmo Uribe Pérez - Obras Misionales Pontificias de Colombia.

http://www.portalmisionero.com/evamer.htm

Evangelización en América Latina - América de Sur


Catequizadas las Antillas, derribados los ídolos y asentada la fe en Méjico y predicado el evangelio en Centro América, le tocó su turno a la América del Sur. En noviembre de 1533, llega Francisco Pizarro (proveniente de América Central) al territorio del Perú, fundando en Marzo de 1534 la ciudad de Cuzco. Con Pizarro, llegaron al Cuzco dos sacerdotes: el P. Vicente Valverde, dominicano y el sacerdote seglar Juan de Sosa. Pocos meses después llegan los Mercedarios y se instalan en la ciudad, construyendo el primer convento fundado en el Perú. En 1535, el P. Valverde, que había vuelto a España, se entera de su nombramiento como primer obispo del Cuzco, la primera diócesis de América del Sur, volviendo a tomar posesión de ella en 1537, acompañado de veinte religiosos de su Orden, con quienes estableció su convento sobre las ruinas de un templo que los Incas tenían dedicado al sol. En 1541 se crea la diócesis de Lima, que en 1547 será elevada a arquidiócesis, constituyéndose en cabecera de la Iglesia en la América del Sur.

Gracias al espíritu organizador de Pizarro y a la riqueza de la tierra, fue el Perú, la región más importante de América. Ahí establecieron sus conventos las Ordenes religiosas y tuvieron por todas partes misiones y doctrinas. También salieron de ahí expediciones militares y evangélicas hacia las demás regiones de la América española. De ahí salió el capitán Sebastián de Belalcazar en 1533 hasta llegar al Ecuador, donde funda en Diciembre de 1534 la ciudad de San Francisco de Quito. Con él, fue el sacerdote mercedario Fray Hernando de Granada quien tuvo a su cargo la evangelización de Ecuador y Colombia. En el Ecuador tuvo más auge la acción evangélica de los religiosos, que en otras partes de América. En 1546 se crean las diócesis de Quito (Ecuador), y de Popayán (Colombia)

Años después, con la supresión de las encomiendas, se produjo una crisis en los nacientes pueblos y los religiosos tuvieron que cerrar sus casas.

En 1535, Diego de Almagro parte con su expedición hacia el sur, atravesando los actuales territorios de Bolivia y norte de Argentina para luego atravesar los Andes y llegar a Chile a fines de 1535. Acompañaban esta expedición dos sacerdotes mercedarios, el P. Antonio Solís y Antonio de Almansa y el clérigo Cristóbal Molina. De su paso por el territorio Boliviano, surgen las comunidades que darán origen a la diócesis de Charcas o la Plata en 1552, que luego será elevada a arquidiócesis en 1609.

En enero de 1536, llega a las costas del Río de la Plata don Pedro de Mendoza con diez naves y el 22 de Enero funda el puerto de Nuestra Señora Santa María del Buen Ayre. En esta expedición llegaron varios sacerdotes, clérigos y religiosos, entre los que se contaba fray Luis de Herrezuelo, religioso jerónimo, los padres franciscanos Fray Bernardo de Armenta y fray Alonso Lebrón y los mercedarios Juan de Almancia y Juan de Salazar. Los franciscanos pasaron después de un breve tiempo al Brasil, el P. Herrezuelo estuvo en Paraguay hasta 1544 año en que regresó a España, y el padre Salazar quedó doctrinando por estos lugares, siguiendo la suerte de los conquistadores. En 1547 se crea la diócesis de Paraguay.

A mediados de 1543, salieron del Perú en expedición exploradora hacia el Tucumán los capitanes Diego de Rojas, Felipe Gutiérrez y Nicolás de Heredia. Siguieron el camino de Almagro y llegaron con su gente al territorio argentino a fines de dicho año, permaneciendo por estos lares durante un tiempo. En calidad de capellán venía el sacerdote secular don Juan Cedrón que luego siguió su camino con los expedicionarios. En 1550, llegó al Tucumán Juan Núñez del Prado, acompañado de los padres Dominicos Fray Alonso Trueno y Fray Gaspar de Carvajal, quienes recorrieron parte de región evangelizando a los naturales. Núñez fundó la ciudad del Barco, primera del noroeste argentino, donde los dominicos fijaron también su residencia. Luego de tres traslados de la ciudad, en 1553 Francisco de Aguirre la fijó en su asentamiento definitivo dándole el nombre de Santiago del Estero Nueva tierra de Promisión, madre de todas las ciudades del norte argentino. En esa misma fecha, los padres dominicos retornaron hacia el Perú, quedando la región sin sacerdotes por más de tres años. A fines de 1556, cinco expedicionarios pasaron a Chile y trajeron consigo nuevamente al clérigo don Juan Cedrón que se estableció en la región. Poco después, a fines de 1557 entró al Tucumán el capitán Juan Pérez de Zurita, quien trajo al sacerdote secular Juan Rojo. De este modo, ambos sacerdotes sostuvieron por varios años la cruz de Jesucristo en el norte del territorio argentino. En 1561 llegan también los mercedarios al antiguo Tucumán, y más tarde los franciscanos, y años después, en en 1585 los Jesuitas. A estas tres Ordenes, debe la Argentina la conversión y civilización de sus primeros moradores. En 1570 se crea la diócesis de Tucumán, sufragánea de la de Charcas.

En 1540 parte del Cuzco don Pedro de Valdivia para descubrir y conquistar Chile. En el camino se le agregaron los sacerdotes clérigos Diego Pérez, Juan Lobo y Rodrigo González Marmolejo quien fuera después el primer obispo de Chile. En diciembre de 1540 fundó la ciudad de Santiago del nuevo Estremo, actual capital de esa República. Recién cuando en el Perú se cercioraron de que la expedición de Valdivia no había sido una locura, se decidieron las Ordenes religiosas a enviar misioneros a esa lejana región. Poco después, Valdivia salió a conquistar la región más austral de Chile acompañado de los padres Olmedo, Benavente y Correa. Se fundaron en esta región varias ciudades y fuertes. Llegado del Perú el P. Fray Antonio Rendón, se dividieron los cuatro religiosos el territorio chileno, que trataron de evangelizar con gran dificultad, en medio del constante acoso de los naturales.

En 1553 llegaron a Chile los padres franciscanos, en 1557 los dominicos y algunos años después los agustinos y jesuitas. En Chile, apenas si tuvieron doctrinas los misioneros fuera de las poblaciones y ciudades, puesto que fundadas las ciudades, a ellas se fueron recogiendo los naturales, ahí recibieron instrucción religiosa. En 1561 se crea la diócesis de Santiago de Chile y en 1567 la de Concepción (Chile).

Por su parte, el Patronato regio de Portugal tuvo a su cargo la evangelización del territorio brasileño. Brasil había sido descubierto en 1500 por el marino portugués Pedro Alvarez Cabral, aunque se cree que ya e 1499 Vicente Yañez Pinzón había llegado a sus costas. Parece que ya desde 1532, funcionaban algunas capitanías de los colonos portugueses con un servicio religioso que dependía del Obispado de Funchal, en las islas Azores (Portugal). En 1551, el papa Julio III erigió la Diócesis de San Salvador de Bahía la más antigua en territorio brasileño, sufragánea de Lisboa (Portugal). Desde 1551 hasta 1676 no hubo más que un solo obispo para todo el Brasil. En 1676, esta sede fue elevada a Arquidiócesis y se crearon las diócesis sufragáneas de Pernambuco, Río de Janeiro, Mariana y Sao Paolo. Hay que tener en cuenta que, mientras para la corona de España sus colonias americanas eran de primer orden, para la corona Portuguesa, el Brasil pasaba a ser una colonia secundaria luego de las de Africa y Asia. La cosecha misionera en Brasil, sin embargo, ha sido muy fecunda, porque en 1503 llegaron los Padres Franciscanos a Porto Seguro, Bahía y Río. En 1549 arribaron también los Carmelitas Calzados, los Capuchinos y los Jesuitas. De los padres Jesuitas es muy recordado el Padre José de Anchieta, que llegó a Brasil en 1553 y pronto se hizo famoso por su santidad, sus milagros, sus catecismos, himnos, diccionarios y gramáticas. En 1619, salió del Perú el P. Fray Francisco Ponce de León con cincuenta soldados y algunos indios, a descubrir y poblar las regiones del occidente de Brasil. En 1637 el capitán Pedro Teixeira marchó hacia Quito en busca de misioneros, retornando con cuatro mercedarios: los padres Alonso de Armijo, Juan de la Concepción, Juan de las Mercedes y Pedro Rua Cirne, a quienes se le unieron los jesuitas Acuña y Artieda y un sacerdote y un hermano franciscanos. En el camino murieron el padre franciscano y los mercedarios Armijo y Juan de la Concepción. Los demás, llegaron a Belén en diciembre de 1639. Allí se establecieron y desarrollaron su labor evangelizadora. Durante los siglos XVII y XVIII los religiosos evangelizaron el vasto territorio de Brasil.

Bibliografía:
Los primeros Apóstoles de América y la primera Misa en el Tucumán, Fr Policarpo Gazulla, Mercedario, Octubre de 1934.
Misión: Visión Histórica. P. Erasmo Uribe Pérez - Obras Misionales Pontificias de Colombia.

http://www.portalmisionero.com/evamer.htm

Evangelización en América Latina - Antillas y América Central


Llegan los primeros misioneros a la Antillas y América Central

En consecuencia, cuatro meses después, el 26 de Setiembre de 1493, salía Colón de Cádiz, en su segundo viaje, entre los 1500 hombres que llevaba en catorce carabelas, iban, como delegado de su Santidad, un fraile benedictino llamado Juan Boyl (que había sido designado por el papa Alejandro VI como Delegado Pontificio y Superior de la Misión en el Nuevo Mundo) y varios otros religiosos y clérigos seculares, reclutados en Sevilla. Estos eclesiásticos, por lo menos la mayor parte de ellos, apenas estuvieron un año fuera de España. El delegado Boyl, chocó con Colón sobre el trato que debía darse a los indios. Colón, resentido, ordenó que se disminuyera y aún se suprimiera la ración diaria de alimento a los eclesiásticos, quienes pronto regresaron al viejo continente en diciembre de 1494. Sólo quedaron en la Española (llamada después Santo Domingo) tres hermanos legos, los franciscanos Juan de la Deule, Juan Tizín y el ermitaño Jerónimo Ramón Pané, a quien se ha calificado justamente como el primer maestro, catequizador y antropólogo del Nuevo Mundo.

El primer obstáculo grande con que tropezaron europeos y americanos para entenderse fue la falta de una lengua común. Se calcula que en esa época existían en América 125 familias lingüísticas con 600 idiomas, muchas de ellas difíciles de aprender, por eso recurrieron a las lenguas generales, es decir, las que habían logrado mayor difusión.

Desde un comienzo de la colonización se utilizó el método de las encomiendas. Descubierto y conquistado un territorio, se confeccionaban los planos y se fundaba un villorio con el nombre de ciudad. Las inmediaciones se repartían entre los conquistadores, siendo una de las principales obligaciones cuidar, defender y catequizar a los indios de su territorio. Al dar posesión a un conquistador de un territorio, se decía al interesado: "A vos XX se os encomiendan tantos indios en tal cacique y enseñadles las cosas de nuestra santa fe católica". De ahí las palabras encomienda y encomendero. A su costa, tenía éste en su encomienda un encargado, sacerdote o seglar, que diariamente enseñaba la doctrina cristiana a los indios y por eso se llamaba doctrinero. De tiempo en tiempo, pasaba por ahí algún misionero, examinaba a los candidatos y bautizaba y administraba los demás sacramentos, a los que estaban suficientemente preparados.

En 1495 los reyes Católicos ordenaron que pasasen misioneros a las tierras descubiertas. La isla Española fue el sitio donde franciscanos, dominicos y mercedarios, ensayaron el modo más apropiado para desempeñar debidamente su misión. Comenzaron por catequizar a los niños, siguieron con los adultos. En 1502 comenzaron a edificar iglesias en Santo Domingo, dando alas a su celo apostólico y, acompañados de algunos sacerdotes del clero secular, pasaron a las demás islas, y así se civilizó a los moradores de las Antillas.

En 1511 se crea la primera diócesis latinoamericana en Santo Domingo, a las que seguirán Puerto Rico (1511), Concepción de la Vega (1512) y la Abadía de Jamaica (1515). En 1547, Santo Domingo sería elevada a Arquidiócesis, constituyéndose en cabecera de la Iglesia en el Caribe.

En 1513, Vasco Núñez de Balboa logra introducirse por el istmo de Panamá y descubre el Océano Pacífico, al que denominó Mar del Sur. En el mismo año, se constituye en diócesis Panamá, que sería la primera diócesis erigida en tierra firme. Desde ese momento se convierte esa región algo así como en un centro de operaciones. De Castilla de Oro salen expediciones civilizadoras hacia la América Central y por el istmo de Panamá pasa la corriente cristiana hacia la América del Sur. Los mercedarios fueron los capellanes de muchas de estas arriesgadas expediciones y los primeros en construir conventos en Guatemala y otros puntos de América Central.

En aquellos lugares donde, por lo malsano del clima, por la aspereza del terreno, por estar lejos del poblado o por otra razón cualquiera, no se repartían encomiendas, y esto ocurría en la mayor parte del continente, fueron los heroicos misioneros de las Ordenes religiosas los protagonistas de la evangelización. Aquellos primeros misioneros se internaban en los bosques o en los desiertos y serranías donde los indios vivían dispersos y, exponiendo su vida, los reunían en un sitio determinado. Ayudados por ellos, construían un rancho-capilla donde enseñaban la doctrina y decían misa. En su contorno levantaban los indios sus viviendas y a eso se llamaba las doctrinas, que fueron el origen de muchas parroquias, obispados, pueblos y ciudades de América.. Años y años pasaba ahí un religioso hasta que, crecida la doctrina y ya con el nombre de parroquia formada, pasaban a otras manos y los misioneros, dando un último adiós a sus fieles convertidos, pasaban a otra región en busca de lugares desconocidos a aprender otras lenguas, entenderse con otros indios y formar nuevas doctrinas para repetir la historia.

Así, en el siglo XVI, los misioneros de las Ordenes de San Francisco, Santo Domingo y la Merced, evangelizaron los territorios de las actuales Guatemala, Nicaragua, Honduras y el Salvador.

Mención especial merece la evangelización de Méjico. En 1516, Hernán Cortés llevó en su expedición al territorio Mejicano al P. Mercedario Bartolomé Olmedo, quien con todo esmero catequizó a los naturales de la región. En 1524 moría el primer evangelizador de Méjico, fecha en que llegaron del viejo continente doce religiosos franciscanos (los "doce apóstoles franciscanos") que continuaron la labor misionera. La primera diócesis en territorio mejicano fue Tlaxcala, creada en 1519, seguida de la de Méjico (1530) que luego sería elevada a arquidiócesis en 1547 y constituida en cabecera del territorio centroamericano y norte del sudamericano.

Bibliografía:
Los primeros Apóstoles de América y la primera Misa en el Tucumán, Fr Policarpo Gazulla, Mercedario, Octubre de 1934.
Misión: Visión Histórica. P. Erasmo Uribe Pérez - Obras Misionales Pontificias de Colombia.

http://www.portalmisionero.com/evamer.htm

Evangelización en América Latina - Introducción



El 3 de Agosto de 1492, mientras en Roma se celebraban las exequias del papa Inocencio III que acababa de morir, del puerto de Palos, partía Cristóbal Colón con sus tres carabelas, en busca de otro mundo desconocido. El 12 de Octubre de 1492, Colón y sus compañeros llegaron a unas playas desconocidas, pero no sospecharon siquiera que habían descubierto para la civilización europea un nuevo continente, ni mucho menos tuvieron idea de que habían llegado al "continente de la esperanza" de la Iglesia. Colón había salido del sur de España buscando un camino más corto para llegar a la India, y más concretamente a la isla de Cipango, el actual Japón, y llegó a las islas del Caribe. Colón llamó "El Salvador" a la primera isla donde llegó, y "La Concepción" a la segunda. Parece que en el primer viaje, venía un sacerdote como Capellán, el Padre Pedro de Arenas, quien habría celebrado la primera Eucaristía en el continente americano.


Vuelto Colón a España, los reyes Católicos , Fernando e Isabel, se apresuraron de dar cuenta del descubrimiento al nuevo papa Alejandro VI. El papa celebró la noticia con grandes festejos en Roma y sucesor de Aquel que dijo "Vayan por todo el mundo a predicar el Evangelio", contestó a Fernando e Isabel: "Os mandamos, en virtud de santa obediencia que así como prometéis, y no dudamos cumpliréis, destinéis a las tierras e islas susodichas, varones probos y temerosos de Dios, doctos, instruidos y experimentados, para doctrinar a los dichos indígenas y moradores en la fe católica e imponerles en las buenas costumbres, poniendo toda la diligencia de vida en los que hayáis de enviar" (Bula Inter Caetera, 6 de Mayo de 1493).


Bibliografía:
Los primeros Apóstoles de América y la primera Misa en el Tucumán, Fr Policarpo Gazulla, Mercedario, Octubre de 1934.
Misión: Visión Histórica. P. Erasmo Uribe Pérez - Obras Misionales Pontificias de Colombia.

http://www.portalmisionero.com/evamer.htm

Tratado de Tordesillas (1494) - partes del texto


En 1494, el papa Alejandro VI había obligado a los Españoles y a los Portugueses a firmar el Tratado de Tordesillas que trazaba los límites territoriales entre España y Portugal: todo lo que se descubriría al oeste del meridiano (América menos Brasil) pertenecería a España y al este (Brasil y África), en Portugal. Obviamente, este Tratado desagradó mucho a Francia, Inglaterra y Holanda porque les prohibía obtener una parte de riqueza del Nuevo Mundo.

Ahí tienes algunos extractos de este Tratado:

Ferdinand e Isabelle, por la gracia de Dios, Rey y Reina de Castilla, Léon, Aragón, Sicilia, Granada, Toledo, Galicia [...]. Así pues, su altesse, el sérénissime el Rey de Portugal, nuestro gustado hermano bien, nos envió a sus embajadores y a mandatarios [...] con el fin de establecer, tomar nota y ponerse de acuerdo con nosotros [...] sobre lo que pertenece al uno y al otro del océano que queda aún por descubrir.

Sus altesses desean [...] que se trace y que se establezcan sobre dicho océano una frontera o una línea derecha, de polo a polo, a saber, del polo ártico al polo la Antártida, que esté situada del norte al sur [...] a tres ciento setenta leguas de las islas de Cabo Verde hacia el oeste [...]; el Rey de Portugal descubrirá todo lo que hasta entonces se descubrió o en el futuro y sus buques, islas y continente, desde dicha línea como establecida arriba, al dirigirse hacia el levante [...] pertenecerán al Rey de Portugal y a sus sucesores [...]. Y así, todo lo que, islas y continente [...], ya se descubre o se vendrá a a ser descubierto por el Rey y Reina de Castilla y Aragón [...], desde dicha línea [...] yendo hacia el poniente [...] pertenecerá a los mencionados el Rey y Reina de Castilla [...]. “


La división del Nuevo Mundo entre Españoles (a la izquierda del meridiano) y Portugués (a la derecha del meridiano)

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Rivalidad, negociaciones y rayas

La rivalidad por la conquista de América entre los Reyes Católicos y Juan II de Portugal les llevara a firmar el 7 de junio de 1494 en la Villa de Tordesillas (Valladolid) un nuevo tratado. En 1479 se había firmado el Tratado de Alcaçovas (Toledo), pero el descubrimiento de nuevas tierras hará necesario un nuevo "reparto del Atlántico". Por este tratado el mundo se dividió en dos hemisferios: el oriental para Portugal y el occidental para España.
Los Reyes Católicos buscan las bulas del papa Alejandro VI, que respalden sus pretensiones frente al monarca portugués. Las negociaciones las llevará a cabo en Roma el embajador Diego López de Haro con los obispos de Cartagena y Badajoz. En dos días se dan tres bulas:
La Inter Caetera (3 de mayo 1493) por la que los Reyes castellanos consiguen la donación y soberanía sobre las tierras descubiertas y por descubrir, y excluye a cualquier príncipe cristiano de los dominios.
La segunda bula, la Eximiae Devotionis (3 de mayo 1493) equipara las facultades y derechos de los monarcas castellanos y portugueses frente a la evangelización.

Y la tercera Intercaetera (4 mayo 1493), por la que los Reyes Católicos logran el establecimiento de una línea o "raya" de demarcación trazada de polo a polo, separando los ámbitos de actuación de Castilla y Portugal.

Colón propuso a los Reyes Católicos que la línea pasase por las Islas Azores y Cabo Verde para que los mares y las tierras situadas al oeste de esta línea pertenecieran a Castilla. Alejandro VI decide desplazar la propuesta de Colón 100 leguas al oeste de Cabo Verde. Juan II de Portugal no lo aceptó y negoció con Castilla el Tratado de Tordesillas, que sitúa la línea de demarcación 370 leguas a occidente de Cabo Verde, lo que justifica la soberanía portuguesa sobre Brasil.

La intervención del pontífice se justifica en la Societas Chistianae por el hecho de que el Papa, como Dominus Orbis podía disponer de las tierras de los paganos o infieles y concederlas con plena soberanía a un príncipe cristiano, que debía llevar a cabo la evangelización de la Indias.
Se establece un período de 10 meses para trazar "la raya", para lo que se reúnen en Salamanca cosmógrafos, cartógrafos y matemáticos. Las Indias se incorporarán a la Corona de Castilla, en las Cortes de Valladolid en 1513.

Tratado de Tordesillas y la división del mundo

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El mapa muestra la línea de demarcación acordada mediante el Tratado de Tordesillas, firmado el 7 de junio de 1494 y ratificado, de un lado, por los Reyes Católicos Isabel de Castilla y Fernando de Aragón el 2 de julio de 1494, y, de otro, por el rey portugués Juan II el 5 de septiembre del mismo año.

miércoles, 29 de abril de 2009

Tratado de Alcáçovas



La ruta del Atlántico era atractiva no sólo para los exploradores y adelantados, sino y sobre todo, para los reinos interesados en fines lucrativos y en hallar el paso a India.
Hacia el siglo XV, la rivalidad por el Atlántico y los descubrimientos gira alrededor de Portugal y España, sumándose a éstos los conflictos sucesorios.
El deseo de expansión llevó a un enfrentamiento por el derecho de los territorios descubiertos. A menudo, tal potestad estaba fundada en una cuestión de ocupación cuyo antecedente se encuentra en los primeros viajes realizados por los exploradores portugueses.

A mediados del siglo XV, los descubrimientos efectuados por Portugal fueron consensuados por el Papa quien cedió la exclusividad mediante bulas pontificias. En 1454 se concede al rey Alfonso de Portugal la posibilidad de conquistar tierras en manos de paganos y/o moros y en 1456 reserva a los portugueses las tierras descubiertas más allá del Cabo Bojador que incluía el centro y sur de África.

Asimismo, el Papa cedió a Portugal la exclusividad de los descubrimientos del Atlántico.
El problema se suscitó con las islas Canarias, largamente ocupadas por los reyes de Castilla.
En 1479 se firmó el Tratado de Alcáçovas entre Castilla y Portugal, primer acuerdo en regular las posesiones coloniales.
Los términos del trato fueron los siguientes:

A la altura de las islas Canarias se trazó un paralelo: los españoles podrían explorar y, en tal sentido, conquistar las tierras que estuviesen al norte de esa línea.
Por su parte, Portugal se reservó para sí los territorios de Guinea, islas Madeira, Cabo Verde y de las Azores.
Cabe mencionar, que tal delimitación liberaba el paso a Portugal: navegando hacia sur podría llegar a África y así a las Indias.
El problema se agudizó al regreso del primer viaje de Colón que debió parar en una de las islas portugueses en virtud del mal tiempo, tomando éstos conocimiento de la expedición enviada por la corona de Castilla.

Al Tratado se agregaron dos bulas más llamadas “Inter Caetera” (1493), a través de las cuales se les cedía el derecho a los españoles de las nuevas tierras descubiertas.
En la primera bula El Papa cede los territorios y en la segunda definía los territorios como españoles situados más allá de una línea imaginaria a cien leguas hacia occidente de las Azores y Cabo Verde.
De hecho, diferentes historiadores están de acuerdo en que las tierras descubiertas por Colón, en virtud del Tratado, correspondían a Portugal y que con la intervención Papal perdieron el derecho que les cedía la circunnavegación del Atlántico.

En esa circunstancia, ambos países se reunieron para hacer una nueva repartición, cuyo resultado derivó en el llamado Tratado de Tordesillas (1494).

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Carta anunciando el descubrimiento - La llegada a las islas


Y luego que llegué a Indias, en la primera isla que hallé tomé por fuerza algunos de ellos, para que deprendiesen y me diesen noticia de lo que había en aquellas partes, así fue que luego entendieron, y nos a ellos, cuando por lengua o señas; y estos han aprovechado mucho. Hoy en día los traigo que siempre están de propósito que vengo del cielo, por mucha conversación que hayan habido conmigo; y éstos eran los primeros a pronunciarlo adonde yo llegaba, y los otros andaban corriendo de casa en casa y a las villas cercanas con voces altas: venid, venid a ver la gente del cielo; así, todos, hombres como mujeres, después de haber el corazón seguro de nos, venían que no quedaban grande ni pequeño, y todos traían algo de comer y de beber, que daban con un amor maravilloso. Ellos tienen en todas las islas muy muchas canoas, a manera de fustas de remo, de ellas mayores, de ellas menores; y algunas son mayores que una fusta de diez y ocho bancos. No son tan anchas, porque son de un solo madero; mas una fusta no terná con ellas al remo, porque van que no es cosa de creer. Y con éstas navegan todas aquellas islas que son innumerables, y tratan sus mercaderías. Alguna de estas canoas he visto con 70 y 80 hombres en ella, y cada uno con su remo.
En todas estas islas no vi mucha diversidad de la hechura de la gente, ni en las costumbres ni en la lengua; salvo que todos se entienden, que es cosa muy singular para lo que espero que determinaran Sus Altezas para la conversión de ellos a nuestra santa fe, a la cual son muy dispuestos.

Ya dije como yo había andado 107 leguas por la costa de la mar por la derecha línea de occidente a oriente por la isla de Juana, según el cual camino puedo decir que esta isla es mayor que Inglaterra y Escocia juntas; porque, allende de estas 107 leguas, me quedan de la parte de poniente dos provincias que yo no he andado, la una de las cuales llaman Avan, adonde nace la gente con cola; las cuales provincias no pueden tener en longura menos de 50 o 60 leguas, según pude entender de estos Indios que yo tengo, los cuales saben todas las islas.

Esta otra Española en cierco tiene más que la España toda, desde Colibre, por costa de mar, hasta Fuenterrabía en Viscaya, pues en una cuadra anduve 188 grandes leguas por recta línea de occidente a oriente. Esta es para desear, y vista, para nunca dejar; en la cual, puesto que de todas tenga tomada posesión por Sus Altezas, y todas sean más abastadas de lo que yo sé y puedo decir, y todas las tengo por de Sus Altezas, cual de ellas pueden disponer como y tan cumplidamente como de los reinos de Castilla, en esta Española, en el lugar más convenible y mejor comarca para las minas del oro y de todo trato así de la tierra firme de aquí como de aquella de allá del Gran Can, adonde habrá gran trato y ganancia, he tomado posesión de una villa grande, a la cual puse nombre la villa de Navidad; y en ella he hecho fuerza y fortaleza, que ya a estas horas estará del todo acabada, y he dejado en ella gente que abasta para semejante hecho, con armas y artellarías y vituallas por más de un año, y fusta, y maestro de la mar en todas artes para hacer otras, y grande amistad con el rey de aquella tierra, en tanto grado, que se preciaba de me llamar y tener por hermano, y, aunque le mudase la voluntad a ofender esta gente, él ni los suyos no saben que sean armas, y andan desnudos, como ya he dicho, y son los más temerosos que hay en el mundo; así que solamente la gente que allá queda es para destruir toda aquella tierra; y es isla sin peligros de sus personas, sabiéndose regir.

En todas estas islas me parece que todos los hombres sean contentos con una mujer, y a su mayoral o rey dan hasta veinte. Las mujeres me parece que trabajan más que los hombres. Ni he podido entender si tienen bienes propios; que me pareció ver que aquello que uno tenía todos hacían parte, en especial de las cosas comederas.

En estas islas hasta aquí no he hallado hombres mostrudos, como muchos pensaban, mas antes es toda gente de muy lindo acatamiento, ni son negros como en Guinea, salvo con sus cabellos correndíos, y no se crían adonde hay ímpeto demasiado de los rayos solares; es verdad que el sol tiene allí gran fuerza, puesto que es distante de la línea equinoccial veinte y seis grados. En estas islas, adonde hay montañas grandes, allí tenía fuerza el frío este invierno; mas ellos lo sufren por la costumbre, y con la ayuda de las viandas que comen con especias muchas y muy calientes en demasía. Así que mostruos no he hallado, ni noticia, salvo de una isla Quaris, la segunda a la entrada de las Indias, que es poblada de una gente que tienen en todas las islas por muy feroces, los cuales comen carne humana. Estos tienen muchas canoas, con las cuales corren todas las islas de India, y roban y toman cuanto pueden; ellos no son más disformes que los otros, salvo que tienen costumbre de traer los cabellos largos como mujeres, y usan arcos y flechas de las mismas armas de cañas, con un palillo al cabo, por defecto de hierro que no tienen. Son feroces entre estos otros pueblos que son en demasiado grado cobardes, mas yo no los tengo en nada más que a los otros. Estos son aquéllos que tratan con las mujeres de Matinino, que es la primera isla, partiendo de España para las Indias, que se halla en la cual no hay hombre ninguno. Ellas no usan ejercicio femenil, salvo arcos y flechas, como los sobredichos, de cañas, y se arman y cobijan con launes de arambre, de que tienen mucho.

Otra isla hay, me aseguran mayor que la Española, en que las personas no tienen ningún cabello. En ésta hay oro sin cuento, y de ésta y de las otras traigo conmigo Indios para testimonio.

En conclusión, a hablar de esto solamente que se ha hecho este viaje, que fue así de corrida, pueden ver Sus Altezas que yo les daré oro cuanto hubieren menester, con muy poquita ayuda que Sus Altezas me darán; ahora, especiería y algodón cuanto Sus Altezas mandarán, y almástiga cuanta mandarán cargar, y de la cual hasta hoy no se ha hallado salvo en Grecia en la isla de Xío, y el Señorío la vende como quiere, y ligunáloe cuanto mandarán cargar, y esclavos cuantos mandarán cargar, y serán de los idólatras; y creo haber hallado ruibarbo y canela, y otras mil cosas de sustancia hallaré, que habrán hallado la gente que yo allá dejo; porque yo no me he detenido ningún cabo, en cuanto el viento me haya dado lugar de navegar; solamente en la villa de Navidad, en cuanto dejé asegurado y bien asentado. Y a la verdad, mucho más hiciera, si los navíos me sirvieran como razón demandaba.

Esto es harto y eterno Dios Nuestro Señor, el cual da a todos aquellos que andan su camino victoria de cosas que parecen imposibles; y ésta señaladamente fue la una; porque, aunque de estas tierras hayan hablado o escrito, todo va por conjectura sin allegar de vista, salvo comprendiendo a tanto, los oyentes los más escuchaban y juzgaban más por habla que por poca cosa de ello. Así que, pues Nuestro Redentor dio esta victoria a nuestros ilustrísimos rey e reina y a sus reinos famosos de tan alta cosa, adonde toda la cristiandad debe tomar alegría y hacer grandes fiestas, y dar gracias solemnes a la Santa Trinidad con muchas oraciones solemnes por el tanto ensalzamiento que habrán, en tornándose tantos pueblos a nuestra santa fe, y después por los bienes temporales; que no solamente la España, mas todos los cristianos ternán aquí refrigerio y ganancia.

Esto, según el hecho, así en breve.
Fecha en la carabela, sobre las islas de Canaria, a 15 de febrero, año 1493.
Hará lo que mandaréis

El almirante

Después de ésta escrita, y estando en mar de Castilla, salió tanto viento conmigo sul y sueste, que me ha hecho descargar los navíos. Pero corrí aquí en este puerto de Lisboa hoy, que fue la mayor maravilla del mundo, adonde acordé escribir a Sus Altezas. En todas las Indias he siempre hallado los temporales como en mayo; adonde yo fui en 33 días, y volví en 28, salvo que estas tormentas me han detenido 13 días corriendo por este mar. Dicen acá todos los hombres de la mar que jamás hubo tan mal invierno ni tantas pérdidas de naves.
Fecha a 4 días de marzo
FIN

El original de esta carta de Colón ha desaparecido. Se conservan varias versiones en español, italiano y latín.

http://www.ciudadseva.com/textos/otros/colon01.htm

Carta anunciando el descubrimiento - Parte 1



Señor, porque sé que habréis placer de la gran victoria que Nuestro Señor me ha dado en mi viaje, vos escribo ésta, por la cual sabréis como en 33 días pasé de las islas de Canaria a las Indias con la armada que los ilustrísimos rey y reina nuestros señores me dieron, donde yo hallé muy muchas islas pobladas con gente sin número; y de ellas todas he tomado posesión por Sus Altezas con pregón y bandera real extendida, y no me fue contradicho.

A la primera que yo hallé puse nombre San Salvador a comemoración de Su Alta Majestad, el cual maravillosamente todo esto ha dado; los Indios la llaman Guanahaní; a la segunda puse nombre la isla de Santa María de Concepción; a la tercera Fernandina; a la cuarta la Isabela; a la quinta la isla Juana [Cuba], y así a cada una nombre nuevo.

Cuando yo llegué a la Juana, seguí yo la costa de ella al poniente, y la hallé tan grande que pensé que sería tierra firme, la provincia de Catayo. Y como no hallé así villas y lugares en la costa de la mar, salvo pequeñas poblaciones, con la gente de las cuales no podía haber habla, porque luego huían todos, andaba yo adelante por el dicho camino, pensando de no errar grandes ciudades o villas; y, al cabo de muchas leguas, visto que no había innovación, y que la costa me llevaba al setentrión, de adonde mi voluntad era contraria, porque el invierno era ya encarnado, y yo tenía propósito de hacer de él al austro, y también el viento me dio adelante, determiné de no aguardar otro tiempo, y volví atrás hasta un señalado puerto, de adonde envié dos hombres por la tierra, para saber si había rey o grandes ciudades. Anduvieron tres jornadas, y hallaron infinitas poblaciones pequeñas y gente sin número, mas no cosa de regimiento; por lo cual se volvieron.

Yo entendía harto de otros Indios, que ya tenía tomados, como continuamente esta tierra era isla, y así seguí la costa de ella al oriente ciento y siete leguas hasta donde hacía fin. Del cual cabo vi otra isla al oriente, distante de esta diez y ocho leguas, a la cual luego puse nombre la Española y fui allí, y seguí la parte del setentrión, así como de la Juana al oriente, 188 grandes leguas por línea recta; la cual y todas las otras son fertilísimas en demasiado grado, y ésta en extremo. En ella hay muchos puertos en la costa de la mar, sin comparación de otros que yo sepa en cristianos, y hartos ríos y buenos y grandes, que es maravilla. Las tierras de ella son altas, y en ella muy muchas sierras y montañas altísimas, sin comparación de la isla de Tenerife; todas hermosísimas, de mil fechuras, y todas andables, y llenas de árboles de mil maneras y altas, y parece que llegan al cielo; y tengo por dicho que jamás pierden la hoja, según lo puedo comprehender, que los vi tan verdes y tan hermosos como son por mayo en España, y de ellos estaban floridos, de ellos con fruto, y de ellos en otro término, según es su calidad; y cantaba el ruiseñor y otros pajaricos de mil maneras en el mes de noviembre por allí donde yo andaba. Hay palmas de seis o ocho maneras, que es admiración verlas, por la deformidad hermosa de ellas, mas así como los otros árboles y frutos e hierbas. En ella hay pinares a maravilla y hay campiñas grandísimas, y hay miel, y de muchas maneras de aves, y frutas muy diversas. En las tierras hay muchas minas de metales, y hay gente en estimable número. La Española es maravilla; las sierras y las montañas y las vegas y las campiñas, y las tierras tan hermosas y gruesas para plantar y sembrar, para criar ganados de todas suertes, para edificios de villas y lugares. Los puertos de la mar aquí no habría creencia sin vista, y de los ríos muchos y grandes, y buenas aguas, los más de los cuales traen oro. En los árboles y frutos e hierbas hay grandes diferencias de aquellas de la Juana. En ésta hay muchas especierías, y grandes minas de oro y do otros metales.

La gente de esta isla y de todas las otras que he hallado y he habido noticia, andan todos desnudos, hombres y mujeres, así como sus madres los paren, aunque algunas mujeres se cobijan un solo lugar con una hoja de hierba o una cofia de algodón que para ellos hacen. Ellos no tienen hierro, ni acero, ni armas, ni son para ello, no porque no sea gente bien dispuesta y de hermosa estatura, salvo que son muy temeroso a maravilla. No tienen otras armas salvo las armas de las cañas, cuando están con la simiente, a la cual ponen al cabo un palillo agudo; y no osan usar de aquellas; que muchas veces me ha acaecido enviar a tierra dos o tres hombres a alguna villa, para haber habla, y salir a ellos de ellos sin número; y después que los veían llegar huían, a no aguardar padre a hijo; y esto no porque a ninguno se haya hecho mal, antes, a todo cabo adonde yo haya estado y podido haber fabla, les he dado de todo lo que tenía, así paño como otras cosas muchas, sin recibir por ello cosa alguna; mas son así temerosos sin remedio. Verdad es que, después que se aseguran y pierden este miedo, ellos son tanto sin engaño y tan liberales de lo que tienen, que no lo creería sino el que lo viese. Ellos de cosa que tengan, pidiéndosela, jamás dicen de no; antes, convidan la persona con ello, y muestran tanto amor que darían los corazones, y, quieren sea cosa de valor, quien sea de poco precio, luego por cualquiera cosica, de cualquiera manera que sea que se le dé, por ello se van contentos. Yo defendí que no se les diesen cosas tan civiles como pedazos de escudillas rotas, y pedazos de vidrio roto, y cabos de agujetas aunque, cuando ellos esto podían llegar, les parecía haber la mejor joya del mundo; que se acertó haber un marinero, por una agujeta, de oro peso de dos castellanos y medio; y otros, de otras cosas que muy menos valían, mucho más; ya por blancas nuevas daban por ellas todo cuanto tenían, aunque fuesen dos ni tres castellanos de oro, o una arroba o dos de algodón filado. Hasta los pedazos de los arcos rotos, de las pipas tomaban, y daban lo que tenían como bestias; así que me pareció mal, y yo lo defendí, y daba yo graciosas mil cosas buenas, que yo llevaba, porque tomen amor, y allende de esto se hagan cristianos, y se inclinen al amor y servicio de Sus Altezas y de toda la nación castellana, y procuren de ayuntar y nos dar de las cosas que tienen en abundancia, que nos son necesarias. Y no conocían ninguna seta ni idolatría salvo que todos creen que las fuerzas y el bien es en el cielo, y creían muy firme que yo con estos navíos y gente venía del cielo, y en tal catamiento me recibían en todo cabo, después de haber perdido el miedo. Y esto no procede porque sean ignorantes, y salvo de muy sutil ingenio y hombres que navegan todas aquellas mares, que es maravilla la buena cuenta que ellos dan que de todo; salvo porque nunca vieron gente vestida ni semejantes navíos.


El original de esta carta de Colón ha desaparecido. Se conservan varias versiones en español, italiano y latín.

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martes, 28 de abril de 2009

"Escritos y Cartas" de Alfredo Palacios - Parte 3




última parte.....

Por otra parte en tiempo de Constantino, según Drapp, dos causas concurrieron a la corrupción del cristianismo, primero las necesidades políticas de la nueva dinastía y segundo, la política adoptada por la nueva religión para asegurar su desarrollo. Constantino, príncipe hábil, competidor de la púrpura dejada por Doclesiano se dio cuenta exacta de que el partido cristiano ya poderoso podía ayudarlo considerablemente en sus pretensiones y le tendió la mano. De ahí el desmoronamiento; declarado el cristianismo religión de estado, menester fue se acercara a los poderosos, que transigieran con todos los abusos, que admitiera las explotaciones,- y así la sublime doctrina del hombre que llamaba a los pobres para luchar contra los ricos, se convirtió en instrumento de dominación y de gobierno esgrimido por los poderosos. Desde entonces la Iglesia, que desnaturalizó los preceptos de Jesús, es la eterna aliada de los príncipes y la enemiga eterna de los pueblos.

Pero cuando la Iglesia dice que se reconcilia con la Democracia y resuelve la cuestión social ¿no será que abandona para siempre sus ideas funestas para incorporarse en las filas del progreso que marcha sin cesar hacia delante?.- ¿No será que desee volver al cristianismo primitivo, purificarse en la fuente y saludar a las conquistas de la ciencia?.- ¡Oh no!. Ya es tarde. Sería menester marchar muy deprisa y la Iglesia tiene pocas energías, como que es ya semi cadáver. El 28 de diciembre de 1878, León XIII dictó la Encíclica "Quod Apostolici numeris" tendiente a prevenir los avances del socialismo que saliendo de la esfera del sentimentalismo se presentaba basado sobre principios científicos inconmovibles.

Posteriormente, el 15 de Mayo de 1891 dio a luz la conocida Encíclica: "De Rerum Novarum", donde aconseja la acción tendiente a favorecer la clase proletaria y al movimiento que se produjo con ese objeto se le llamó algunas veces socialismo cristiano, otras acción popular cristiana, pero casi siempre democracia cristiana. Algunos católicos ilustrados ansiosos de que se lanzara esa palabra democracia que parecía sancionar el retorno al cristianismo puro, se agruparon, concentraron fuerzas y trataron de que su acción fuera punto de partida de reivindicaciones populares. No se dieron cuenta esos católicos de que la palabra democracia solo podía haber sido pronunciada por la Iglesia con el objeto de mistificar, pues ella es la negación, como lo hemos probado, de todo gobierno del pueblo por el pueblo mismo. León XIII temeroso del giro que tomaban las cosas, quizás lamentando haber ido demasiado lejos y acordándose probablemente del Syllabus y de la encíclica de su antecesor, el 18 de enero de 1901 dictó la célebre carta encíclica denominada "Democracia Cristiana", donde empleando toda clase de sofismos da a la palabra democracia una acepción que no le corresponde por su etimología, ni es la que acepta generalmente.

Dice que democracia cristiana no debe tomarse en el sentido político y que por lo tanto no implica el gobierno del pueblo (Democracia viene de demos: pueblo y cratos : gobierno) sino exclusivamente: benéfica institución a favor de las clases populares. He ahí palpitante la mistificación. La Iglesia pretendiendo abrazar a la democracia pero, dejando subsistentes todos los códigos de injusticias; y luego cuando se le hace notar la incompatibilidad entre el despotismo, que es ella y la libertad, que es la democracia, desnaturalizando principios y declarando que la democracia cristiana no es realmente democracia. Harto lo sabíamos. La Iglesia no puede hermanarse con el pueblo porque es la aliada de las clases que viven del privilegio y estos son los eternos enemigos del pueblo. Pero la prueba más evidente de la mistificación de la Iglesia está en la circular pasada el año pasado por el Cardenal Rampolla a los obispos, donde prohibe terminantemente las polémicas y controversias sobre democracia cristiana.

Tienen miedo y con razón. Tácito ha dicho que la verdad se extiende a medida que se le profundiza, y la mentira en cambio se espuma a través de las nubes y se pierde. Ha llegado el momento de decir al hombre que se cree representante de dios sobre la tierra, lo que pensó sin atreverse a decirlo, Pedro Froment, aquel admirable sacerdote creado por el genio de Zola que tanto ansiaba el retorno de la Iglesia al cristianismo primitivo: " ¿No podéis abandonar el trono y marcharos por los caminos con los humildes y con los pobres? -¡Pues bien!- todo está concluido con Vos, con vuestro vaticano y vuestro san Pedro. Todo se bambolea bajo el asalto del pueblo que sufre y de la ciencia que se engrandece. Aquí no hay más que escombros." A. L. PALACIOS


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lunes, 27 de abril de 2009

"Escritos y Cartas" de Alfredo Palacios - Parte 2



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La declaración de los derechos del Hombre, consignaba que el principio de toda soberanía reside esencialmente en la nación y que ningún cuerpo ni ningún individuo puede ejercer autoridad que no emane de ella expresamente,- y luego reconocía todos esos derechos a que antes me he referido y que nacen de la personalidad humana y de la forma democrática de gobierno. En cambio la Encíclica, obra de los déspotas, condena la civilización moderna y declara "que es opinión perniciosa e insana creer: que todo hombre tiene derecho a la libertad de conciencia y de culto y que este derecho en un país bien gobernado debe ser proclamado y apoyado por la ley;- que la voluntad del pueblo manifestada por la opinión pública o por otros medios constituye una ley suprema, independiente de todo derecho, divino y humano; que los padres tienen el derecho de educar a sus hijos fuera de la Iglesia Católica;- que la autoridad de la Iglesia, en fin, no ha sido conferida por Cristo para juzgar a las autoridades civiles. ¡Y bien!. La Iglesia que insolente lanza como reto al pueblo ese Syllabus y esa Encíclica que son un montón de mentiras y de injusticias codificadas; ¿ tiene por ventura derecho para extender la mano a la Democracia, fraternizando con ella?. No; la Iglesia es la negación de las soberanías populares a las cuales ha anatematizado y a cuyo impetuoso desborde ha tratado de oponerse siempre, porque enemiga de la centralización, condenaban en principio toda la obra secular basada en el absolutismo. La democracia existió dentro del cristianismo, pero en sus comienzos, cuando era una reacción de lo de abajo contra los de arriba, una verdadera corriente popular; pero la Iglesia cuyo nombre es esencialmente democrático, aún cuando se llame heredera de las doctrinas de Jesús no ha hecho sino desnaturalizar las que proclamó el Maestro. Jesús, el Gran revolucionario, surgió de entre las miserias del pueblo y se presentó en las sociedades reclamando los derechos de los pobres; Jesús es nuestro y nos lo han robado; fue un rebelde y doctrina para los desheredados, para los expoliados en contra de los que vivían del privilegio y la holganza, con su doctrina se esgrimieron las armas contra la sociedad romana, enemiga del pueblo y sostenedora del absolutismo de los Césares.

Los pobres contra los ricos, los de abajo contra los de arriba, la plebe contra el patriciado romano, esa fue la lucha sostenida en los comienzos del cristianismo, lucha durante la cual los nobles del Imperio arrojaron millones de cristianos en los circos para ser devorados por las fieras. Pero ¿ hay algo de común entre los primitivos cristianos y los actuales sectarios de la Iglesia?. – Nada absolutamente; los primeros proclamaban derechos y luchaban contra sus conculcadores; los segundos, siervos, se someten a las decisiones de la Iglesia que restringe día a día el círculo de los derechos populares en ventaja de las clases que gobiernan; los primeros sostenían una democracia, los segundos sostienen una oligarquía. ¿Cómo se produjo una transformación tan radical?.-Cuando la sociedad cristiana se extendió, aparecieron jerarquías y con ellas la centralización que borró los atributos republicanos del primer núcleo para marchare línea recta al absolutismo.

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domingo, 26 de abril de 2009

"Escritos y Cartas" de Alfredo Palacios - Parte 1


La iglesia, eterna aliada de los déspotas y por ende enemiga eterna de los pueblos a los cuales había mantenido siempre sometidos bajo su formidable autoridad, advierte en los instantes de su agonía que su muerte será la consecuencia lógica y fatal del asalto del pueblo que llega altivo proclamando su soberanía, sancionada ya por la ciencia, y entonces quiere transigir, - pero el despotismo y la libertad, las tinieblas y la luz no pueden abrazarse sino para destruirse e Iglesia y pueblo altivo que proclama derechos es lo mismo que despotismo y libertad, tinieblas y luz. I No es posible mirar sino como la resultante de su decrepitud, las declaraciones de la Iglesia que pretende reconciliarse con la Democracia, cuando ella observa una organización que implica una monarquía absoluta y cuando todas sus manifestaciones están basadas en esa forma de gobierno que ya pertenece al pasado.

La Iglesia ha sancionado con sus acciones que la más perfecta de las formas de gobierno es la monarquía, pues está más de acuerdo que las otras con el gobierno de dios y de la Iglesia misma. Esta es una verdadera sociedad a cuyo frente se encuentra un hombre que se dice infalible, sin parar mientes en que tal declaración entraña un insulto grosero a los principios científicos. En ese hombre que se cree infalible y por lo tanto omnisciente, reside la soberanía que por el hecho de ser emanada de Dios es superior a todas las demás soberanías que le están subordinadas. Sin Papa, ha dicho de Maistre, no hay soberanía. El gobierno de la Iglesia, como vemos, se caracteriza por una centralización completa y absoluta; tiene a su frente un autócrata en quien reside toda la soberanía, encargada de guiar a los pueblos como rebaño, pues se cree con derecho al gobierno espiritual y temporal del mundo. Esta pretensión absurda del Sumo Pontífice es la demostración palmaria de que las doctrinas que preconiza son perfectamente opuestas a la democracia o sea el gobierno de todos.

La soberanía de que se cree revestido el jefe de la Iglesia es la negación de las soberanías populares. Pero, ampliemos más la demostración del conflicto que existe entre la iglesia y la Democracia a objeto de que no sea posible la mas leve hesitación. De acuerdo con las constituciones basadas en principios democráticos el pueblo delega en el gobierno que de él emana en virtud de la elección, una parte de los derechos que constituyen su soberanía, pero es claro que se reserva aquellos que le son inherentes, que forman parte integrante de la personalidad humana y por ende son imprescriptibles e inalienables. Esos derechos legislados por nuestra carta fundamental de una manera expresa, tienen sus antecedentes en Inglaterra donde se dicta la carta magna que encierra una declaración de derechos arrancada al Monarca por los representantes del pueblo, y en Francia donde entre el estruendo de una sociedad que se derrumba; aparece la declaración de los derechos del Hombre, como consecuencia lógica y necesaria de la revolución en las ideas producida por los filósofos.

Esos derechos que existían desde el momento que son parte de nosotros mismos, pero que eran violados descaradamente por los Monarcas, esos derechos que se inscribieron en las Cartas fundamentales después de luchas cruentas en que se derramó a torrentes la sangre del pueblo, eterna víctima inocente; esos derechos que constituyen la esencia de la democracia y cuyo reconocimiento fue arrancado palmo a palmo; esos derechos, digo, son los que merecen el anatema de la Iglesia, de esa Iglesia, que mistificando, aún en los estertores de la agonía, con ansia de salvarse del derrumbe que le amenaza y está próximo, extiende sus ya débiles brazos para acercarse a la democracia. El Papa Pío IX que creía indiscutible la supremacía de Roma para intervenir en el gobierno de los demás países cuyos poderes temporales estaban subordinados a la autoridad papal; - en 1864 creyó que era llegado el momento de vigorizar la acción para impedir ciertas valladares que la ciencia en su marcha majestuosa y constante oponía al absolutismo de la Iglesia. Y entonces fue cuando dictó la Encíclica y el Syllabus, de triste recordación, documentos que se conservarán eternamente para oprobio de los enemigos de la ciencia y de los pueblos a quienes no se les quería reconocer sus derechos que eran fulminados con el anatema. En la Encíclica y el Syllabus, obras del infalible que ahí están para vergüenza de la Iglesia, se pone de manifiesto que esta es la negación de la Democracia.

Continua.....

"Dr. Alfredo Lorenzo Palacios atiende gratis a los pobres"



"No hay Patria sin Justicia. Mientras los niños pobres viven en hogares angustiados, nada absolutamente tienen que hacer las declaraciones sonoras pero vacías de los economistas bien alimentados.


"Publicado en El Historidor - Felipe Pigna

sábado, 25 de abril de 2009

La segunda presidencia de Yrigoyen


25 de Abril de 1811 – Batalla de San José


El 25 de Mayo de 1810 el Cabildo Abierto en la ciudad de Buenos Aires decidió que el Consejo de Regencia gaditano no tenía facultades para gobernar América en ausencia del prisionero Fernando VII. Como consecuencia destituyó al Virrey del Río de la Plata Baltasar Hidalgo de Cisneros y en su lugar se constituyó la “Junta Provisoria gubernativa conservadora de los Derechos del Fernando VII”.No todos los territorios del Virreinato aceptaron esta decisión; entre ellos la Gobernación de Paraguay, el Alto Perú (hoy Bolivia) y la ciudad de Montevideo. En ésta última pesó la opinión pro Regencia, lo que constituyó un problema para el gobierno de Buenos Aires en razón de que allí se asentaba la principal guarnición del territorio y era sede del Apostadero de la Real Armada; y dada su posición geográfica se hallaba en condiciones de bloquear por río y mar a la capital.
Pese a todo, las hostilidades no se iniciaron, puesto que la Junta de Buenos Aires inició campañas militares contra otras zonas rebeldes.Mientras tanto la Regencia designó para tomar posesión del Virreinato a Francisco Javier Elío (31 de Agosto de 1810), quien recibió órdenes de embarcarse para el Plata en Alicante, por hallarse Cádiz presa de una epidemia de fiebre amarilla. Embarcó en la fragata “Ifigenia”, acompañado de su ayudante Joaquín Gayón y Bustamante, y de un piquete del Regimiento de Voluntarios de Madrid, llegando a Montevideo el 12 de Enero de 1811.
El 3 de Febrero, entre otras cosas, dispuso que el piquete de los Voluntarios de Madrid desembarcase y se constituyese en el plantel de una fuerza más numerosa que iba a ser reclutada localmente.A fines de Febrero se produjo en la campaña de la Banda Oriental, territorio bajo la autoridad del Virrey (hoy República Oriental del Uruguay), un levantamiento de carácter juntista, promovido desde Buenos Aires. A poco de esto la vanguardia de las tropas de la Junta cruzó el río Uruguay bajo el mando del Teniente Coronel José Artigas. Éste había sido comisionado para sublevar la campaña y los pueblos del interior contra la autoridad virreinal; operación que tuvo éxito desde que era un personaje de mucho relieve y prestigio en el territorio oriental.Las milicias así convocadas fueron convergiendo hacia los lugares donde aun se mantenía la autoridad del Virrey, teniendo como último objetivo la toma de la ciudad fortificada de Montevideo. En estos momentos es que Elío dispuso la salida de fuerzas que ocupasen las poblaciones más cercanas a la ciudad. Una de ellas fue la villa de San José de Mayo, hacia donde marcharon –entre otras fuerzas- los soldados del Voluntarios de Madrid.
El 24 de Abril de 1811, Venancio Benavides, jefe de fuerzas juntistas, se aproximó con sus fuerzas a la población de San José, cuya pequeña guarnición se hallaba comandada por Joaquín Gayón quien, intimado a rendirse o plegarse a los atacantes contestó que “... no rendiré las armas que tengo el honor de mandar, hasta que la suerte me obligue a ello”.El ataque no lo realizó Benavides ese mismo día por estar ya anocheciendo y haber llegado un pequeño refuerzo a la guarnición. El mismo se efectuó la mañana del día siguiente, comenzando a las ocho de la mañana y finalizando al mediodía. Según el parte del jefe vencedor, la acción realmente decisiva duró ocho minutos, resolviéndose todo en un ataque a la bayoneta.
De hecho las bajas fueron muy escasas: 3 muertos y diez heridos de los defensores y 9 heridos de los atacantes. El botín de guerra consistió en armamento, especialmente unos cañones de a 4 libras y otro de a 24, aunque por la descripción hecha de éste último en realidad parece que se trataba de una carronada de marina.Pese a todo, a las pocas horas de haberse tomado la población, se aproximaron fuerzas provenientes de Montevideo comandadas por un tal Bustamante.
Las fuerzas que habían ocupado San José, salieron a atacarles a distancia de, aproximadamente, una legua; pero las tropas voluntarias de caballería se les dispersó al enfrentarse con una tropa formada en cuadra y con, por lo menos, una pieza de artillería. El sargento Esteban Rodríguez, que formaba en las fuerzas montevideanas establece en su “diario” que ellos no pasaban de 60 hombres mientras que los enemigos eran alrededor de 600. Cifras que parecen ser exageradas ambas la primera en menos y la segunda en más.
Marchando lentamente y haciendo fuego terminaron los atacantes por recuperar la población de San José, que Benavides había abandonado para continuar la campaña.Ante estos acontecimientos Venancio Benavides volvió con sus fuerzas, logrando el día 26 reocupar el lugar, haciendo prisioneros a las segundas fuerzas provenientes de Montevideo.
Fuente:
Voluntarios de Madrid en Montevideo - Antonio Alvarez, Montevideo (Uruguay)

Oscar J. Planell Zanonem - Oscar A. Turone
Agrupación Patricios Reservistas