jueves, 30 de abril de 2009

Evangelización en América Latina - América de Sur


Catequizadas las Antillas, derribados los ídolos y asentada la fe en Méjico y predicado el evangelio en Centro América, le tocó su turno a la América del Sur. En noviembre de 1533, llega Francisco Pizarro (proveniente de América Central) al territorio del Perú, fundando en Marzo de 1534 la ciudad de Cuzco. Con Pizarro, llegaron al Cuzco dos sacerdotes: el P. Vicente Valverde, dominicano y el sacerdote seglar Juan de Sosa. Pocos meses después llegan los Mercedarios y se instalan en la ciudad, construyendo el primer convento fundado en el Perú. En 1535, el P. Valverde, que había vuelto a España, se entera de su nombramiento como primer obispo del Cuzco, la primera diócesis de América del Sur, volviendo a tomar posesión de ella en 1537, acompañado de veinte religiosos de su Orden, con quienes estableció su convento sobre las ruinas de un templo que los Incas tenían dedicado al sol. En 1541 se crea la diócesis de Lima, que en 1547 será elevada a arquidiócesis, constituyéndose en cabecera de la Iglesia en la América del Sur.

Gracias al espíritu organizador de Pizarro y a la riqueza de la tierra, fue el Perú, la región más importante de América. Ahí establecieron sus conventos las Ordenes religiosas y tuvieron por todas partes misiones y doctrinas. También salieron de ahí expediciones militares y evangélicas hacia las demás regiones de la América española. De ahí salió el capitán Sebastián de Belalcazar en 1533 hasta llegar al Ecuador, donde funda en Diciembre de 1534 la ciudad de San Francisco de Quito. Con él, fue el sacerdote mercedario Fray Hernando de Granada quien tuvo a su cargo la evangelización de Ecuador y Colombia. En el Ecuador tuvo más auge la acción evangélica de los religiosos, que en otras partes de América. En 1546 se crean las diócesis de Quito (Ecuador), y de Popayán (Colombia)

Años después, con la supresión de las encomiendas, se produjo una crisis en los nacientes pueblos y los religiosos tuvieron que cerrar sus casas.

En 1535, Diego de Almagro parte con su expedición hacia el sur, atravesando los actuales territorios de Bolivia y norte de Argentina para luego atravesar los Andes y llegar a Chile a fines de 1535. Acompañaban esta expedición dos sacerdotes mercedarios, el P. Antonio Solís y Antonio de Almansa y el clérigo Cristóbal Molina. De su paso por el territorio Boliviano, surgen las comunidades que darán origen a la diócesis de Charcas o la Plata en 1552, que luego será elevada a arquidiócesis en 1609.

En enero de 1536, llega a las costas del Río de la Plata don Pedro de Mendoza con diez naves y el 22 de Enero funda el puerto de Nuestra Señora Santa María del Buen Ayre. En esta expedición llegaron varios sacerdotes, clérigos y religiosos, entre los que se contaba fray Luis de Herrezuelo, religioso jerónimo, los padres franciscanos Fray Bernardo de Armenta y fray Alonso Lebrón y los mercedarios Juan de Almancia y Juan de Salazar. Los franciscanos pasaron después de un breve tiempo al Brasil, el P. Herrezuelo estuvo en Paraguay hasta 1544 año en que regresó a España, y el padre Salazar quedó doctrinando por estos lugares, siguiendo la suerte de los conquistadores. En 1547 se crea la diócesis de Paraguay.

A mediados de 1543, salieron del Perú en expedición exploradora hacia el Tucumán los capitanes Diego de Rojas, Felipe Gutiérrez y Nicolás de Heredia. Siguieron el camino de Almagro y llegaron con su gente al territorio argentino a fines de dicho año, permaneciendo por estos lares durante un tiempo. En calidad de capellán venía el sacerdote secular don Juan Cedrón que luego siguió su camino con los expedicionarios. En 1550, llegó al Tucumán Juan Núñez del Prado, acompañado de los padres Dominicos Fray Alonso Trueno y Fray Gaspar de Carvajal, quienes recorrieron parte de región evangelizando a los naturales. Núñez fundó la ciudad del Barco, primera del noroeste argentino, donde los dominicos fijaron también su residencia. Luego de tres traslados de la ciudad, en 1553 Francisco de Aguirre la fijó en su asentamiento definitivo dándole el nombre de Santiago del Estero Nueva tierra de Promisión, madre de todas las ciudades del norte argentino. En esa misma fecha, los padres dominicos retornaron hacia el Perú, quedando la región sin sacerdotes por más de tres años. A fines de 1556, cinco expedicionarios pasaron a Chile y trajeron consigo nuevamente al clérigo don Juan Cedrón que se estableció en la región. Poco después, a fines de 1557 entró al Tucumán el capitán Juan Pérez de Zurita, quien trajo al sacerdote secular Juan Rojo. De este modo, ambos sacerdotes sostuvieron por varios años la cruz de Jesucristo en el norte del territorio argentino. En 1561 llegan también los mercedarios al antiguo Tucumán, y más tarde los franciscanos, y años después, en en 1585 los Jesuitas. A estas tres Ordenes, debe la Argentina la conversión y civilización de sus primeros moradores. En 1570 se crea la diócesis de Tucumán, sufragánea de la de Charcas.

En 1540 parte del Cuzco don Pedro de Valdivia para descubrir y conquistar Chile. En el camino se le agregaron los sacerdotes clérigos Diego Pérez, Juan Lobo y Rodrigo González Marmolejo quien fuera después el primer obispo de Chile. En diciembre de 1540 fundó la ciudad de Santiago del nuevo Estremo, actual capital de esa República. Recién cuando en el Perú se cercioraron de que la expedición de Valdivia no había sido una locura, se decidieron las Ordenes religiosas a enviar misioneros a esa lejana región. Poco después, Valdivia salió a conquistar la región más austral de Chile acompañado de los padres Olmedo, Benavente y Correa. Se fundaron en esta región varias ciudades y fuertes. Llegado del Perú el P. Fray Antonio Rendón, se dividieron los cuatro religiosos el territorio chileno, que trataron de evangelizar con gran dificultad, en medio del constante acoso de los naturales.

En 1553 llegaron a Chile los padres franciscanos, en 1557 los dominicos y algunos años después los agustinos y jesuitas. En Chile, apenas si tuvieron doctrinas los misioneros fuera de las poblaciones y ciudades, puesto que fundadas las ciudades, a ellas se fueron recogiendo los naturales, ahí recibieron instrucción religiosa. En 1561 se crea la diócesis de Santiago de Chile y en 1567 la de Concepción (Chile).

Por su parte, el Patronato regio de Portugal tuvo a su cargo la evangelización del territorio brasileño. Brasil había sido descubierto en 1500 por el marino portugués Pedro Alvarez Cabral, aunque se cree que ya e 1499 Vicente Yañez Pinzón había llegado a sus costas. Parece que ya desde 1532, funcionaban algunas capitanías de los colonos portugueses con un servicio religioso que dependía del Obispado de Funchal, en las islas Azores (Portugal). En 1551, el papa Julio III erigió la Diócesis de San Salvador de Bahía la más antigua en territorio brasileño, sufragánea de Lisboa (Portugal). Desde 1551 hasta 1676 no hubo más que un solo obispo para todo el Brasil. En 1676, esta sede fue elevada a Arquidiócesis y se crearon las diócesis sufragáneas de Pernambuco, Río de Janeiro, Mariana y Sao Paolo. Hay que tener en cuenta que, mientras para la corona de España sus colonias americanas eran de primer orden, para la corona Portuguesa, el Brasil pasaba a ser una colonia secundaria luego de las de Africa y Asia. La cosecha misionera en Brasil, sin embargo, ha sido muy fecunda, porque en 1503 llegaron los Padres Franciscanos a Porto Seguro, Bahía y Río. En 1549 arribaron también los Carmelitas Calzados, los Capuchinos y los Jesuitas. De los padres Jesuitas es muy recordado el Padre José de Anchieta, que llegó a Brasil en 1553 y pronto se hizo famoso por su santidad, sus milagros, sus catecismos, himnos, diccionarios y gramáticas. En 1619, salió del Perú el P. Fray Francisco Ponce de León con cincuenta soldados y algunos indios, a descubrir y poblar las regiones del occidente de Brasil. En 1637 el capitán Pedro Teixeira marchó hacia Quito en busca de misioneros, retornando con cuatro mercedarios: los padres Alonso de Armijo, Juan de la Concepción, Juan de las Mercedes y Pedro Rua Cirne, a quienes se le unieron los jesuitas Acuña y Artieda y un sacerdote y un hermano franciscanos. En el camino murieron el padre franciscano y los mercedarios Armijo y Juan de la Concepción. Los demás, llegaron a Belén en diciembre de 1639. Allí se establecieron y desarrollaron su labor evangelizadora. Durante los siglos XVII y XVIII los religiosos evangelizaron el vasto territorio de Brasil.

Bibliografía:
Los primeros Apóstoles de América y la primera Misa en el Tucumán, Fr Policarpo Gazulla, Mercedario, Octubre de 1934.
Misión: Visión Histórica. P. Erasmo Uribe Pérez - Obras Misionales Pontificias de Colombia.

http://www.portalmisionero.com/evamer.htm

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