lunes, 27 de abril de 2009

"Escritos y Cartas" de Alfredo Palacios - Parte 2



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La declaración de los derechos del Hombre, consignaba que el principio de toda soberanía reside esencialmente en la nación y que ningún cuerpo ni ningún individuo puede ejercer autoridad que no emane de ella expresamente,- y luego reconocía todos esos derechos a que antes me he referido y que nacen de la personalidad humana y de la forma democrática de gobierno. En cambio la Encíclica, obra de los déspotas, condena la civilización moderna y declara "que es opinión perniciosa e insana creer: que todo hombre tiene derecho a la libertad de conciencia y de culto y que este derecho en un país bien gobernado debe ser proclamado y apoyado por la ley;- que la voluntad del pueblo manifestada por la opinión pública o por otros medios constituye una ley suprema, independiente de todo derecho, divino y humano; que los padres tienen el derecho de educar a sus hijos fuera de la Iglesia Católica;- que la autoridad de la Iglesia, en fin, no ha sido conferida por Cristo para juzgar a las autoridades civiles. ¡Y bien!. La Iglesia que insolente lanza como reto al pueblo ese Syllabus y esa Encíclica que son un montón de mentiras y de injusticias codificadas; ¿ tiene por ventura derecho para extender la mano a la Democracia, fraternizando con ella?. No; la Iglesia es la negación de las soberanías populares a las cuales ha anatematizado y a cuyo impetuoso desborde ha tratado de oponerse siempre, porque enemiga de la centralización, condenaban en principio toda la obra secular basada en el absolutismo. La democracia existió dentro del cristianismo, pero en sus comienzos, cuando era una reacción de lo de abajo contra los de arriba, una verdadera corriente popular; pero la Iglesia cuyo nombre es esencialmente democrático, aún cuando se llame heredera de las doctrinas de Jesús no ha hecho sino desnaturalizar las que proclamó el Maestro. Jesús, el Gran revolucionario, surgió de entre las miserias del pueblo y se presentó en las sociedades reclamando los derechos de los pobres; Jesús es nuestro y nos lo han robado; fue un rebelde y doctrina para los desheredados, para los expoliados en contra de los que vivían del privilegio y la holganza, con su doctrina se esgrimieron las armas contra la sociedad romana, enemiga del pueblo y sostenedora del absolutismo de los Césares.

Los pobres contra los ricos, los de abajo contra los de arriba, la plebe contra el patriciado romano, esa fue la lucha sostenida en los comienzos del cristianismo, lucha durante la cual los nobles del Imperio arrojaron millones de cristianos en los circos para ser devorados por las fieras. Pero ¿ hay algo de común entre los primitivos cristianos y los actuales sectarios de la Iglesia?. – Nada absolutamente; los primeros proclamaban derechos y luchaban contra sus conculcadores; los segundos, siervos, se someten a las decisiones de la Iglesia que restringe día a día el círculo de los derechos populares en ventaja de las clases que gobiernan; los primeros sostenían una democracia, los segundos sostienen una oligarquía. ¿Cómo se produjo una transformación tan radical?.-Cuando la sociedad cristiana se extendió, aparecieron jerarquías y con ellas la centralización que borró los atributos republicanos del primer núcleo para marchare línea recta al absolutismo.

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