miércoles, 2 de septiembre de 2020

Radicalizar la Reforma Universitaria. La fracción revolucionaria del movimiento estudiantil argentino, 1918-1922 - Parte 4

 Agremiación estudiantil

Los intentos argentinos de radicalizar la Reforma dieron lugar a dos experiencias organizativas. Los colaboradores de Bases, Clarín Ariel (futuros militantes del socialismo o el comunismo) buscaron que la fua trazara una acción universitaria en sintonía con la Revolución rusa y el combativo movimiento obrero. Para ello, entre otras acciones, editaron desde agosto de 1920 un Boletín de la Federación Universitaria Argentina, en el que convivía la información gremial y el llamado a democratizar las casas de estudio con el saludo a las iniciativas radicalizadas de los estudiantes chilenos y peruanos y la denuncia de las injusticias sociales. En cambio, los editores de Mente, Verbo Libre, Insurrexit Alborada apostaron por una "Federación de Estudiantes Revolucionarios" que reunieran a los grupos estudiantiles libertarios de las distintas ciudades.

Los líderes de la FUA hacían un llamado a que los estudiantes rosarinos fundaran una Federación Universitaria Rosarina. Esta, junto con la Federación Universitaria de Santa Fe (que funcionaba ya desde 1918) debería dar lugar a la Federación Universitaria del Litoral, que llevaría representantes a la Federación Nacional. En lugar de ello, el Centro Evolución propuso una federación que, recogiendo la tradición anarquista, ya desde su nombre se definiera revolucionaria. En octubre de 1920, las revistas Ariel de Montevideo y Vía Libre de Buenos Aires (y seguramente otras publicaciones) difundieron un "Manifiesto revolucionario" escrito desde aquel centro y las bases de una Federación de Estudiantes Revolucionarios que, según el recuerdo de Lazarte, estuvo compuesta por el Centro Evolución, la FUC, el grupo Insurrexit y el Centro de Estudiantes Revolucionarios de Santa Fe.

En el manifiesto, los estudiantes Lazarte, Di Filippo, José Miguel Lurá, Antonio Navarro, Francisco Bendicente, Eugenio Parajón Ortiz y Ruiz Gómez se dirigían "a los estudiosos y a los hombres nuevos" para sumarlos a la lucha emancipadora. La mayoría de esos nombres habían aparecido como colaboradores en los tres números de Mente, e incluso Di Filippo había utilizado las páginas de esa revista para anunciar la federación revolucionaria. En efecto, el segundo número de Mente publicaba "A definirse", una nota en la que Di Filippo denunciaba que la Reforma era un "movimiento liberal-burgués", que, a excepción de la Federación de Estudiantes Rosarinos, no se interesaba por el problema obrero. Allí mismo el joven autor de la nota declaraba que la juventud universitaria debía realizar un encuentro para definirse "con la Revolución o contra ella. Sin términos medios. Se tiene fiebre de aspiraciones máximas. El pueblo quiere saber quiénes somos".32

Ese encuentro seguramente se realizó a mediados de 1920 en Rosario, cuando los cuatro grupos argentinos fundaron la Federación Revolucionaria y decidieron que, durante el primer año, su sede estuviera en Rosario y en el segundo, en Buenos Aires. Pero recuerda Lazarte que

no pudo avanzar ni consolidarse. La reacción y la segregación de sus componentes la liquida, no llegando a reunirse el congreso que se había preparado en Buenos Aires. Los componentes de este sector estudiantil tienen acción en la Semana de Enero, hasta la gran Huelga Revolucionaria campesina y proletaria de la provincia de Santa Fe que llevara a la acción más de 100 gremios, tiene relación también con los conatos revolucionarios de un sector de la Alianza Libertaria.33

Disuelta la federación, Lazarte publicó en el diario anarcobolchevique El Trabajo un nuevo llamado a que los estudiantes tengan "como individuos y como gremio […] una conciencia clara de su misión social frente a la inmensa clase de desheredados, frente a la gran injusticia de la propiedad junto a las necesidades de la Revolución".34 Y para clarificar esa misión proyectó, junto con otros reformistas radicalizados, una editorial libertaria de escala nacional: José Torralvo en Santa Fe, Juan Lazarte en Córdoba, Julio R. Barcos en Buenos Aires y Luis Di Fillipo en Rosario se encargarían de fundar una revista y una editorial "que contribuyan al enriquecimiento de la cultura libertaria entre los elementos estudiosos del país".35

Por entonces la FUC y su Gaceta Universitaria se quejan de la indecisión política de la conducción vigente de la FUA y, para remediarla, llaman a convertir el Comité de Agitación Liberal, compuesto por grupos estudiantiles y obreros, en la base de un sindicato central de obreros y estudiantes.36 Poco después iniciaban un debate sobre el alcance de su acción estudiantil similar al que había tenido lugar en la FUBA en 1919, pero su resolución era la inversa. Frente a una próxima asamblea en la que se discutiría la condición de la FUC de "institución estrictamente gremial" y la pertinencia de que su acción no sea de "estricto carácter universitario y educacional", la junta directiva proponía que La Gaceta Universitaria se convirtiera en

una escuela de estudio de libérrima discusión de los problemas colectivos, estudios y discusión que por sus caracteres de seriedad y de ilustración científica, puedan servir con eficacia a los estudiantes y al proletariado, al cual nos sentimos vinculados por más de un recuerdo de confraternización y de gratitud y por más de un objetivo común en la vida de nuestro propio ambiente social.37

La asamblea aprobó una resolución que, además de esa solidaridad obrero-estudiantil, reconocía "la justicia que asiste a la clase obrera en su lucha contra la clase capitalista" y le otorgaba a La Gaceta Universitaria "libertad completa para dar cabida en sus columnas a toda publicación firmada de cualquier tendencia ideológica moderna".38 La figura del estudiante como un actor más en la lucha por la emancipación de la humanidad ya había quedado esbozada, pero las intervenciones del poder ejecutivo que se iniciaron en 1922 sobre las universidades y el retroceso del ciclo de protestas obreras dificultarían la construcción de proyectos obrero-estudiantiles duraderos.

De revolucionaria a antiimperialista latinoamericana

En 1923 poco queda de la red de periódicos estudiantiles revolucionarios que aquí recuperamos. El escenario político en el que actuaba esa red había sufrido importantes trasformaciones. El nuevo presidente nacional, Torcuato de Alvear, apoyó el reingreso de gobiernos universitarios antirreformistas y obstaculizó el funcionamiento de la FUA y sus regionales. Además, la disminución de los conflictos obreros y el fracaso de las insurrecciones europeas obligaron a los estudiantes radicalizados a ensayar nuevos posicionamientos políticos.

Varios de los animadores de aquellos periódicos revolucionarios orientaron su militancia a proyectos anarquistas o comunistas que excedían la universidad, mientras que las nuevas revistas reformistas se alejaron del "periodismo político" para recuperar una intervención cultural que mantenía una relación mediada (y alejada de la coyuntura) con la política. El caso paradigmático de esa reorientación culturalista lo ofrecen los doce números de la prestigiosa revista platense Valoraciones (1923-1928), pues allí varios líderes de la "huelga grande" de 1919, guiados por el maestro Alejandro Korn, difundieron las corrientes antipositivistas (sobre todo el neokantismo) y las vanguardias estéticas. Con ello estos líderes buscaron renovar los planes de estudio positivistas pero también mostrar que el antipositivismo no era afín al nacionalismo como había propuesto el Colegio Novecentista y sostenía el Centro de Estudiantes de la Facultad porteña de Filosofía y Letras, sino a un "socialismo ético" ligado al antibolchevique PS.39 La preeminencia de lo cultural también se advierte en el reformismo rosarino, cuando se compara Verbo Libre, Germinal La Antorcha con dos publicaciones posteriores que comparten varias firmas, Brújula (1926) y La Luciérnaga (1926-1927). Otra variación reformista fue propuesta por los jóvenes porteños que fundaron Inicial (1923-1927). Priorizando el gesto rupturista de la "nueva generación", sus editores publicaron notas en las que el antipositivismo se conciliaba tanto con un antiparlamentarismo bolchevique y emancipatorio como con uno fascista y antisemita.40


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