martes, 1 de septiembre de 2020

Radicalizar la Reforma Universitaria. La fracción revolucionaria del movimiento estudiantil argentino, 1918-1922 - Parte 2

 Los periódicos estudiantiles porteños Bases, Clarín Insurrexit

El ciclo creciente de protestas obreras, por un lado, y la militarización de los civiles que se plasmó en la fundación de la LPA, por el otro, insinuaban los límites del liberalismo democrático yrigoyenista. Ante ello, muchos obreros se sumaron a las organizaciones políticas y sindicales. Los estudiantes reformistas de Córdoba decidieron vincularse al movimiento obrero local de orientación comunista, en cambio, la mayoría de los porteños se identificó con un nacionalismo antiizquierdista, latente desde su participación en 1910 en las guardias civiles antiobreras de los festejos del Centenario de la Revolución de Mayo. Entre los estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires, ese nacionalismo fue difundido por el Colegio Novecentista y sus Cuadernos (1917-1919), mientras que, entre los estudiantes de la Facultad de Derecho, circuló a través de la Revista Nacional (1919-1921) y la Unión Universitaria. Pero el nacionalismo antiobrero también resonaba en la füba, cuya asamblea de mayo de 1919 decidió la separación de la FUA, en disconformidad con las posiciones obreristas asumidas por la FUC y aprobabas por la FUA, y publicó un manifiesto que llamaba al resto de las federaciones regionales a tomar la misma decisión. La pequeña federación tucumana secundó a la porteña, pero las otras federaciones persistieron en el acercamiento de los estudiantes a las izquierdas.

Ante el fracaso de una orientación izquierdista de la FUBA, el joven Gregorio Bermann organizó el apoyo porteño a los jóvenes cordobeses a través de una Federación de Asociaciones Culturales (1918-1920), el estudiante de derecho José María Monner Sans consiguió que el Ateneo de Estudiantes Universitarios abriera sus "puertas al rumor de las luchas que libran oprimidos y opresores"13 y editara el periódico Clarín, mientras que el joven Juan Antonio Solari se encargó de publicar, también en Buenos Aires, el periódico socialista bolchevique Bases. Tribuna de la Juventud. Iniciativas estudiantiles similares se registrarían en Córdoba, Rosario y La Plata, lo que dio inicio a un ciclo de radicalización estudiantil que inauguraba un novedoso periodismo político y convergía con la revitalización del anarquismo y el socialismo que se registraba en el movimiento social.

Hasta entonces, los grupos estudiantiles habían editado revistas voluminosas y de aparición bimestral, centradas en cuestiones culturales y reclamos estudiantiles, como Ariel. Revista mensual de ciencias, letras y artes (1914-1915), Ideas. Órgano del Ateneo de estudiantes universitario (1915-1919) y los Cuadernos (1917-1919). Quienes intentaban prolongar el estallido de la Reforma en un movimiento político-cultural, que no solo democratizara las casas de estudio sino que también batallara por una Revolución social, debían reemplazar ese periodismo por uno que les permitiera intervenir en cuestiones políticas coyunturales y establecer fluidos contactos con otras publicaciones (estudiantiles, políticas o sindicales) que se definieran revolucionarias. Para ello, fundaron revistas de diez o doce páginas y de accidentada frecuencia semanal o quincenal, entre las que la mencionada Bases de Solari fue pionera.

Poco después de la aparición del manifiesto con el que la FUBA se separaba de la FUA, Solari, en colaboración con los jóvenes Eduardo Rodríguez Berdier, Luis de Villalobos y Ubaldo Pepe (a los que se sumaría su futura esposa y militante anarquista Herminia Brumana), puso a circular una revista quincenal que llamaba a los estudiantes a participar en la FUBA desde la defensa del liberalismo igualitario del panteón argentino y las simpatías socialistas por la Revolución rusa. El primer número de esta revista se abría con un epígrafe, suerte de manifiesto inaugural, que declaraba:

Bases mejores y más fuertes sobre las que levantaremos, con amor y con inteligencia, en obra de bondad, de verdad y de belleza, una Argentina más libre y civilizada entre los países civilizados y libres del mundo nuevo que llega.14

Los editoriales, notas breves, reseñas y recuadros que llenan los ocho números de esta publicación no dejan dudas de que "el mundo que llega" es el que ha sido abierto por la Revolución rusa.

Esas páginas también sugieren que la "obra de bondad, de verdad y de belleza" se completa, en el plano teórico, con el socialismo romántico de la generación del 37 (difundido en la sección titulada "El mandato de nuestros muertos") y, en el práctico, con la participación en las iniciativas obrero-estudiantiles del movimiento de la Reforma. Abandonando la neutralidad de las revistas que hasta entonces habían editado los estudiantes argentinos, Bases declaraba su solidaridad absoluta con todos los artículos publicados en sus páginas y llamaba a los estudiantes a leer dos publicaciones abiertamente probolcheviques: Documentos del Progreso, definida como una "muy recomendable publicación que registra los [hechos] más importantes de la historia social contemporánea", y el "excelente magazine interamericano" de "sano liberalismo" Cuasimodo, que editaban en Panamá los entonces anarcobolcheviques Nemesio Canale y Julio R. Barcos.15

Bases circuló tanto entre los grupos estudiantiles como entre los socialistas. Su señalamiento de un inminente mundo nuevo no solo buscaba la radicalización estudiantil, sino también la del PS. Entre 1919 y el IV Congreso Extraordinario, desarrollado en enero de 1921, los centros que componían el PS discutieron enérgicamente la adhesión a la vía revolucionaria recorrida por Rusia o la permanencia en la vía parlamentaria y gradualista. En sintonía con los discursos del senador Enrique del Valle Iberlucea y la intervención de las revistas porteñas Claridad (1920), Germinal. Publicaciones mensuales (1920-1921) y los mencionados Documentos del Progreso, Bases quiso evitar que en el PS primara un parlamentarismo que negaba el momento revolucionario abierto por Rusia. De ese intento (que Solari abandonaría luego de que el IV Congreso decidiera la distancia del PS con la Internacional) son claras muestras, además de las reiteradas menciones al excepcional momento revolucionario, el saludo a "un pueblo que de la libertad hizo su condición, de la generosidad su culto y de la justicia su idea", que realiza la breve nota de tapa "¡Viva Rusia!",16 y el entusiasmo ante el avance de los maximalistas en Varsovia, Berlín, Budapest, Roma, Londres y París, que formula "El triunfo bolcheviki en Europa y en Asia", otra breve nota de tapa.17

Bases expandió su entusiasmo maximalista más allá de los límites porteños: su definición revolucionaria de la Reforma fue saludada y retomada por una serie de publicaciones estudiantiles, ligadas tanto al socialismo bolchevique como al anarcobolcheviquismo, que pronto tramarían una red nacional. Adelantemos aquí que, desde Córdoba, Mente declaró en su primer número que:

Bases fue la primera y mejor tribuna que en estos últimos tiempos, frente al furioso despertar de las fuerzas reaccionarias, levantara la juventud libre para gritar fuerte y sin miedo su protesta y sus ideas, y debe ser leída por todos los hombres conscientes y dignos que en el país y fuera de él luchan por las ideas de justicia social.18

Bases también se convirtió en una referencia para La Gaceta Universitaria. Órgano de la Federación Universitaria de Santa Fe (1919-1920). Esta trascribió las notas en las que su par porteña les pedía a los estudiantes que se negaran a enfrentar la bandera argentina contra los trabajadores y que prefirieran ser acusados de "agitadores profesionales" antes que "defensores del orden". Así mismo, Solari fue el corresponsal argentino y encargado de la distribución local de la publicación montevideana Ariel, revista editada entre 1919 y 1931 por el Centro de Estudiantes homónimo que fundó el joven Carlos Quijano. En 1920 Ariel se definía reformista y filobolchevique, y Solari la vinculaba con los reformistas porteños más radicalizados. En efecto, por ese entonces aparecieron colaboraciones de Liborio Justo, Gregorio Bermann y José Belbey, un estudiante ligado al socialismo que fundó un grupo estudiantil y la revista La Cureta (1918-1921) orientados a radicalizar la Reforma en la facultad porteña de Medicina.19

En Buenos Aires, la prédica de Bases convivió con Clarín, otro periódico estudiantil que confirma la existencia de la minoría estudiantil revolucionaria. En agosto de 1919 el Ateneo de Estudiantes Universitarios se declaraba del lado de los oprimidos y entre septiembre de ese año y marzo del siguiente editaba diecinueve números, primero quincenales y luego semanales. Para estrechar la Reforma Universitaria con la revolución social, Clarín difundió los manifiestos del grupo parisino Clarté, redactó notas contra el parlamentarismo del PS, criticó el "falso patriotismo" de la LPA, boicoteó la Gran Colecta Nacional, recomendó la lectura de los "meritorios" Documentos del Progreso y se acercó al PSI y al sindicalismo revolucionario. En efecto, el órgano de la FORA del IX anunció que recibió cincuenta ejemplares de las nuevas "Orientaciones y propósitos" del Ateneo, junto con una carta en la que los ateneístas se ofrecían como "oradores, organizadores o cooperadores de los mítines o actos públicos que esa Federación acuerde":

creemos altamente saludable para la colectividad este diario contacto entre los hombres de estudio y los trabajadores, ya que aquellos no podrán nunca, a nuestro juicio, tener un concepto real y completo de los múltiples problemas de la vida, mientras permanezcan encerrados en sus gabinetes de estudio sin conocer directamente las condiciones de existencia, modos de ser, de sentir y de pensar de la gran mayoría de los hombres, constituida por las masas proletarias. Por otra parte, éstas recibirán así algo de la cultura superior y hasta simplemente general a la que tienen derecho, y que, por la injusta organización social del presente, sólo disfrutan un corto número de privilegiados.20

Sobre esa injusta organización social también escribieron en Clarín intelectuales de una generación mayor, como Alfredo Palacios, José Ingenieros y Julio Barcos, así como el joven Carlos Astrada.21 Pero ni Clarín ni Bases lograron pervivir más allá de mediados de 1920. El primero, por conflictos entre sus miembros; el segundo, por problemas financieros. De todos modos, en la decisión de Solari de cerrar Bases seguramente también pesó la posibilidad de sumarse al grupo "antiparlamentario" Insurrexit, que desde septiembre de 1920 editaría la mítica Insurrexit. Revista universitaria y organizaría conferencias en los sindicatos ligados a los comunistas.

La nueva revista sumaba al emergente periodismo político estudiantil la difusión de las doctrinarias revolucionarias y notas polémicas sobre la organización socialista local, el movimiento estudiantil y el obrero. Así mismo, Insurrexit estrecharía vínculos tanto con la revista cultural ligada a los anarcobolcheviques Cuasimodo como con las revistas estudiantiles revolucionarias de Córdoba, Rosario y La Plata, a las que se uniría en la efímera Federación de Estudiantes Revolucionarios.22


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