Manifiesto AL PUEBLO. Setiembre de 1907. Huelga General de Inquilinos. ¡Obreros!
La imposibilidad de vivir, dado el alto precio que propietarios e intermediarios especuladores cobran por incómodas viviendas, nos impulsa a no pagar alquiler mientras no sean rebajados los precios a un 30 por ciento.
Los propietarios sin miramiento de ninguna especie escarnecen a los pobres agobiados por la explotación capitalista y las gabelas del Estado.
El movimiento contra la imposibilidad de vivir trabajando es un hecho y falta para su éxito que lo secunden todos los inquilinos de esta ciudad.
La huelga se ha iniciado en los “conventillos” de la calle Ituzaingó 279, 235 y 255, y ha repercutido, entre otras, en las siguientes casas:
La Cueva Negra, sito en Bolívar entre Cochabamba y Garay; las Catorce Provincias, Piedras entre Cochabamba y San Juan; Campos Salles, calle Industria entre Patricios y Azara, y otro cuyo nombre aún no sabemos porque está situada en Umberto 1º entre Pasco y Pichincha.
La secretaría funciona en la calle Ituzaingó 279, donde pueden mandar delegados los inquilinos de los innumerables conventillos y casas de inquilinatos de esta Capital.
Nuestra divisa contra la avaricia de los propietarios debe ser: NO pagar alquiler.
La Comisión.
Fuente: La Protesta, Buenos Aires, 3 de setiembre de 1907, p.1.
En la ciudad de Buenos Aires los propietarios toman una actitud dura y decidida contra los huelguistas e inician juicios de desalojo. La época es propicia ya que los propietarios suelen exigir al inquilino una garantía, frecuentemente un depósito de varios meses de alquiler por adelantado o bien el pago de dos meses de locación sin darle recibo por la erogación. Recién el propietario le extiende un recibo al percibir el tercer mes de pago, fechado como si fuera el primero. Por lo cual cualquier inquilino demandado por falta de pago aparecía ante la justicia como moroso. Los Jueces de Paz, por su parte, no tardan en intimar a los inquilinos para que desalojen las viviendas en el término perentorio de 10 días en lugar de los 30 que estipula la ley.
El Intendente Carlos de Alvear, preocupado por el cariz que toman los acontecimientos, convoca a representantes de los inquilinos para que expongan sus reclamos y les ofrece su mediación. En medio del malestar social que agita a las más importantes ciudades del litoral argentino, el gobierno porteño intenta calmar los ánimos. Pero, a pesar de sus deseos, no logra de parte de las autoridades nacionales una rebaja en las cargas impositivas sobre las casas de inquilinato.
El diario La Nación se hace eco de la situación y considera que son las autoridades municipales las que deben obligar a los propietarios de casas de inquilinato porteñas a hacer cumplir las disposiciones vigentes sobre higiene y seguridad. Reprueba el alza desmedida de los alquileres y se hace eco del caso de “un conventillo de 50 piezas, al cual se aumentaron los impuestos en una proporción de 80 pesos anuales. Correspondía, pues, el aumento a 1,60 por habitación. Pues bien, el precio de las piezas, que era de $ 20, fue aumentado a 25, de suerte que el propietario escudándose en el recargo aumentó sus utilidades en 2.920 pesos anuales.” 16
Entre el 1º y el 2 de octubre unos 250 conventillos más se suman a la medida de desacato y poco después son más de 1000 las casas de inquilinato cuyos moradores se declaran en huelga. Después de varios choques entre huelguistas y policías, la violencia se hace presente en la parroquia de San Telmo, cuando un joven de 18 años —Miguel Pepe— muere y tres inquilinos más resultan heridos luego de un tiroteo. El funeral del muchacho da motivo para organizar una marcha de protesta a la que asisten unas 15.000 personas que acompañan los restos del joven fallecido. La marcha se inicia en Plaza Once, pasa por Congreso y luego por la Avenida de Mayo hasta Plaza San Martín.
Se producen nuevos choques entre manifestantes y fuerzas del orden. La policía responde con impresionantes demostraciones de fuerza.17 El problema social trasciende a la esfera política. Los anarquistas prestan sus locales para que los inquilinos se reúnan y el Partido Socialista se declara a favor de los huelguistas.
La huelga encuentra eco favorable en casi toda la prensa capitalina. Mientras “La Corporación de Propietarios y Arrendatarios” firman un acuerdo para exigir a sus futuros inquilinos mayores garantías y expulsar a los huelguistas de sus casas.
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