jueves, 28 de noviembre de 2019

Ciudad en dictadura - Parte 7


La sanción de la U24 generó fuertes reacciones de diversos organismos ligados a los negocios inmobiliarios como la Cámara Inmobiliaria Argentina y el Centro de Estudios de la Propiedad. Se la acusaba de atentar contra el derecho a la propiedad y contra la inversión privada[56]. Finalmente, en 1982, como respuesta a las presiones inmobiliarias[57] se reduce el área protegida, quedando conformada por 74 manzanas.

El Mundial 78: La imagen de la ciudad


El Mundial de 1978 constituyó tempranamente una preocupación para el gobierno dictatorial[58]. El ente encargado de llevar adelante toda la organización del Mundial fue el Ente Autárquico Mundial 78 (EAM) que quedó directamente bajo la órbita de presidencia y que obtuvo trámites de excepción en materia cambiaria, aduanera, bancaria, impositiva y administrativa. Como en el caso de las autopistas, no se sabe exactamente lo gastado, pero se estima que fueron entre 500 y 700 millones de dólares en obras de refacción de estadios y aeropuertos, construcción de estadios nuevos, obras viales, infraestructura de comunicación etc. Si se considera que en el Mundial de España 82’ se gastaron aproximadamente 100 millones de dólares se pondrá de manifiesto lo exorbitante del gasto[59]. La importancia del evento radicaba, además, en que la dictadura pretendía lavar su imagen hacia el exterior (donde ya estaba siendo duramente cuestionada por las violaciones a los derechos humanos) y también reposicionarse frente a la opinión pública local, que ya sufría los embates económicos de las medidas económicas. Así, el régimen pretendía que el evento transmitiera una imagen de avance tecnológico eficiencia y modernidad.

En la Ciudad de Buenos Aires se realizaron varias obras relevantes, además de que muchas de las obras de la municipalidad, tal como analizaremos posteriormente, se ligaron al Mundial. Uno de las intervenciones más importantes fue la construcción del Centro de Producción de Televisión, proyectado por encargo directo, por los arquitectos Manteola, Sanchez Gómez, Santos, Solsona, Viñoly, con muy breves tiempos de proyecto y construcción para llegar a funcionar como centro de transmisión del Mundial por televisión blanco y negro al interior del país y color al exterior. El edificio fue considerado una gran obra de arquitectura, alabada a nivel nacional e internacional. Se emplazaba en un área de parques y el edificio pretendía respetar este entorno, por lo que se adoptó la solución del techo – plaza para dar continuidad a los parques. De esta manera, el parque continuaría sobre el techo del Centro, que funciona como plaza seca.

Otras intervenciones de importancia fueron las refacciones de estadios de fútbol. En la Ciudad de Buenos Aires se remodelaron los estadios de River Plate y de Velez Sarsfield, que fueron los seleccionados para ser estadios del Mundial 78[60]. El encargo de la remodelación de los estadios se realizó a los equipos profesionales que ya venían trabajando con esos estadios con anterioridad, mientras que para los estadios nuevos, se buscó a los estudios más prestigiosos, con antecedentes en la materia y se otorgó los proyectos en forma directa. El proyecto de refacciones del Estadio de River fue de Aslan y Ezcurra y asociados, mientras el estadio de Velez Sarsfield estuvo a cargo de Francisco Antonio Pérez y Ricardo Staricco Arqs. La Municipalidad, por su parte, cedió en forma gratuita por 20 años al Club Atlético River Plate los terrenos ubicados entre el sector norte del estadio, Av. Lugones, Av. Udaondo y Av. Saenz Valiente.

Por último, también en el contexto del Mundial se realizaron remodelaciones y ampliaciones en Aeroparque. En este caso, por la especificidad de las obras, fue la Fuerza Aérea la encargada del proyecto, que se había iniciado ya unos años antes. Posteriormente, en 1980, la Fuerza Aérea vuelve a realizar una reforma sobre el Aeropuerto, en este caso construyendo una nueva aeroestación para Aerolíneas Argentinas.

Además de las obras mencionadas se realizaron importantes obras para mejorar y ampliar los servicios de comunicaciones. Esto implicó la instalación de miles de líneas de teléfono, tendido de cables y canalizaciones subterráneas entre otras cuestiones. A las diversas obras encaradas por las múltiples reparticiones estatales se sumaron obras de capital privado, entre las que se destacaron la construcción de nuevos hoteles.

Si bien la mayor parte de la prensa tuvo una actitud celebratoria respecto a las grandes obras realizadas por el mundial, las críticas a las enormes inversiones se manifestaron tanto por parte de funcionarios ligados a la cartera económica como por parte de diversos medios de comunicación. Así, los diarios La Prensa y La Nación sacaron una serie de notas sobre los ingentes gastos realizados y las obras a realizarse, muchas veces consideradas innecesarias, onerosas y de imposible ejecución. Más allá de las obras en particular, se apuntaba a criticar la arbitrariedad de las inversiones realizadas respecto a las obras necesarias en las distintas ciudades y la falta de  justificaciones oficiales para esas obras.

La construcción de grandes equipamientos: Las escuelas municipales. 

Además de la construcción de plazas y parques, la Municipalidad inició un ambicioso plan de construcción de escuelas municipales. En 1978, por un proceso descentralizador iniciado desde el gobierno nacional, las escuelas primarias y preprimarias de la capital pasaron a depender de la Municipalidad que en 1979, emprendió el Plan Municipal “30 Escuelas” que, posteriormente, se convirtió en el plan “60 Escuelas”[61]. Se compraron terrenos con el fin de construir allí las nuevas escuelas y se reutilizaron terrenos o edificios que la Municipalidad tenía disponibles para otros fines.

El plan fue encargado mediante adjudicación directa a los estudios de arquitectura Antonini, Schon, Zemborain S.R.L., Kocourek S.R.L., Raña Veloso, Álvarez Forster Arquitectos y Sánchez Elia, Peralta Ramos (SEPRA), estudios muy renombrados al momento de la adjudicación. Esto supuso la ruptura con la tradición de construcción directa de estos establecimientos por parte del estado y abrió la puerta a la tercerización[62]. Desde la Municipalidad, se solicitaron espacios educativos totalizadores, lo que supuso la adopción elementos que lograran integrar a la escuela como un todo unificado y reconocible y la construcción de espacios que pudieran se utilizados para funciones diversas: cerramientos corredizos, aulas vidriadas, patios – taller, pizarrones articulables, espacios reconvertibles, etc. Así como sucedió con las plazas construidas en el período, algunos elementos del diseño fueron asociados a la ideología represiva de la dictadura, como el uso de paredes vidriadas como mecanismo de control.
Otra exigencia de la Municipalidad fue la elección de materiales de alta durabilidad y fácil mantenimiento que constituyeran un producto durable y flexible. Los materiales elegidos para lograr baja necesidad de mantenimiento y perdurabilidad (privilegiando además materiales y técnicas locales) fueron el ladrillo a la vista, el hormigón armado y los pisos de granito. Sin embargo, los materiales utilizados en algunos sectores de las escuelas (vidrios, equipamiento escolar recubierto en plástico, losetas flotantes) supusieron posteriores problemas de mantenimiento y baja perdurabilidad.


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