martes, 13 de agosto de 2019

Marcelo T. de Alvear, entrevistado por Los Andes - Parte 2


Hombres del dinamismo espiritual, de la inquietud permanente y de la mentalidad vigorosa del doctor Alvear, cuya característica es la rapidez para captar ideas e interpretar propósitos, la sobriedad para hablar, no ofrecen grandes facilidades inmediatas a la curiosidad del periodista.
Cuando el periodista quiere, por el viejo recurso de la pregunta renovada, conocer opiniones determinadas, arranca declaraciones sobre temas que exigen la mayor prudencia o bucear hondamente en su alma vivaz.

Si a ello se añade la circunstancia de un viaje de gira política en que el paisaje nuevo, por un lado, y la convivencia social entre amigos y correligionarios, por otro, cautivan la atención del personaje motivo de la entrevista, la responsabilidad de la misión alcanza puntos muy altos especialmente si el reportero desea ser discreto frente a su interlocutor.
Pero con el doctor Alvear no puede haber fracaso. Sabe él que con pocas palabras puede sugerir todo lo que calla en obsequio a la brevedad (...).


Le abordamos en la estación de La Paz, ya cuando el tren rodaba hacia Mendoza, Al saludo de Los Andes respondió con amables expresiones de cortesía para nuestro diario.
Seguidamente nos dijo que en primer término, quería, por intermedio del mismo, saludar al pueblo mendocino con toda la cordialidad y el cariño que le profesa.
“Vengo –señaló– en gira pública con el honroso mandato que me ha conferido la convención máxima de mi partido y lo hago con los mismos bríos de cincuenta años antes”.

En esto, como en muchas otras cosas, el doctor Alvear demuestra la potencia espiritual, mental y física que deriva de su personal declaración. En verdad no da señales de cansancio (...). El público de las estaciones y lugares de tránsito comenta auspiciosamente esa manifestación de energía cada vez que el doctor Alvear sale a la plataforma para retribuir los saludos del público y para alentarlo con sus rápidas arengas.

“Diga usted en su diario –añade– que como candidato de mi partido a la Presidencia de la República espero el respeto del adversario, como lo he respetado en todas las circunstancias de mi vida pública y privada, especialmente cuando tenía en mis manos el poder de la Nación”.
Varios de lo acompañantes del doctor Alvear que escuchan estas palabras, nos incitan a no olvidar la indicación. 

En realidad, en esa manifestación radica la esencia, lo fundamental de la entrevista. Respetar a la democracia, respeto recíproco entre los adversarios políticos durante la campaña electoral y en todo instante de la vida y función de los partidos y los ciudadanos candidatos, comporta en primer término, cultura popular y significa, asimismo, respeto por los derechos que acuerdan la Constitución y las leyes para que la democracia argentina se mueva dentro de la órbita de todas las garantías. 
Significa acatamiento de la voluntad popular libremente expresada por el órgano del comicio con sujeción a las normas de la ley Sáenz Peña. Todo esto sugiere la recomendación de doctor Alvear, y a fe que no es necesario que la amplifique expresamente.

(...) Necesario es que digamos que el doctor Alvear, en su carácter de entrevistado, sólo ha querido concretarse a Mendoza, a su pueblo, a sus industrias, a su belleza, a su tradición de patriotismo y a su democracia. Después de esto, la alternativa del viaje puso término a la breve conversación periodística. El convoy se detiene en una estación del camino. Un núcleo de ciudadanos sube al coche reservado y uno da ellos, visiblemente entusiasta, le dice al doctor Alvear: “Que la presidencia sea para Usted, doctor Alvear”. Y este, agradeciendo, responde: “Que la ejerza yo, pero para ustedes”.



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