sábado, 17 de agosto de 2019

Escolios y falsificaciones sobre Scalabrini Ortiz. - Parte 1


 
En la senda de Scalabrini.

Insigne patriota y pensador nacional. Esta pequeña nota pretende clarificar algunos puntos de  su vida y obra como forma de rendirle un justo homenaje.

Mucho se ha escrito, y con seguridad se seguirá escribiendo sobre la vida y obra de ese ilustre argentino que se llamó Raúl Scalabrini Ortiz.

Este patriota fue uno de los más lúcidos pensadores nacionales que tuvo nuestro país. Con su aguda inteligencia, su fino análisis de los distintos actos jurídicos de la administración pública, pero sobre todo, del estudio de la incidencia de la política británica en nuestra tierra, Scalabrini se convirtió en un verdadero defensor de los derechos nacionales, y a su vez, en el más implacable fiscal de toda maniobra destinada a menoscabar el patrimonio nacional.

Fue entonces Don Raúl Scalabrini Ortiz, un abogado y fiscal de la Nación, en lo que hace a defender sus intereses y denunciar todas las maniobras operadas por el imperialismo, en particular por Gran Bretaña, para tener una Argentina dentro del esquema de la división internacional del trabajo, según el cual a Inglaterra le convenía que nuestro país desempeñara el papel de exportador de materias primas, e importador de manufacturas.

De esa manera los ingleses se aseguraban la colocación de sus excedentes de producción en nuestro mercado,  a la vez que se abastecía de alimentos. Lógicamente, con este esquema de comercio, la balanza de pagos de Argentina era  deficitaria ya que los términos de intercambio eran siempre favorables a la manufactura debido a  su correspondiente  valor agregado, generación de empleos y tecnología para los países productores, y perjudicial para los países generadores de materia prima.

Pero no terminaba allí la cuestión. Dada la particular geografía de nuestro territorio y la extensión del mismo, era necesario la creación de un medio de transporte que facilitara el envío de los productos ingleses hacia todo el país –con el lógico quebranto de cualquier intento de industria nacional a la que le resultaba imposible competir con los precios y calidad de la mercadería británica- y la concentración de las materias primas en el puerto de Buenos Aires para de allí ser transportadas a Inglaterra. Así fue que la Corona  ideó y concretó con el esfuerzo, el trabajo y el capital de los argentinos, los ferrocarriles que sin embargo, eran de propiedad inglesa (por las supuestas inversiones que estos realizaron para la obra). 
El trazado radial de las vías férreas pone en evidencia la necesidad de sacar la producción de materias primas hacia el mercado internacional, proceso que se complementa con el movimiento inverso; introducir al mercado interno, manufacturas provenientes desde Europa, o dicho sin rodeos, de Inglaterra. Y para mayor escarnio,  estos ferrocarriles que no sirvieron para el desarrollo de la Nación sino para su estrangulamiento, contribuyeron a constituir una ciudad portuaria rica y un interior del país pobre. Pero para mayor vergüenza nacional decíamos, el tendido de las vías férreas se realizó con increíbles ventajas para Gran Bretaña: “Es reprochable que se cedieran las tierras más feraces de la República, las más densamente pobladas, después de las aledaños de Buenos Aires, trabajadas por una población de propietarios radicada de tiempo atrás. Es reprochable que se los desposeyera de sus estancias a precios irrisorios para contribuir a la superganancia de los contratistas ingleses, pues como se verá, la diferencia entre el precio de expropiación y el precio mínimo fijado para su reventa por el Ferrocarril Central Argentino hubiera podido costear holgadamente la construcción del ferrocarril mismo. En el contrato se establece que: (Artículo 12).


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