jueves, 18 de abril de 2019

Conformación del Estado Nacional (1854-1900) - Parte 8


Esta capacidad de definir los contenidos educativos a nivel nacional convirtió a la educación en un fabuloso dispositivo de adoctrinamiento y manipulación de contenidos, representaciones sociales y tradiciones territoriales y étnicas. El artículo 6, por ejemplo, fijaba los contenidos mínimos a transmitir a los alumnos, que incluían una distorsión del pasado nacional y una naturalización de la condición colonial de nuestro país, en relación con la civilización europea, acorde con la propensión colonialista de la dirigencia del liberalismo oligárquico. 

La ley introducía el pensamiento único, disfrazándolo bajo la apariencia de neutralidad y objetividad del saber científico y no descuidaba contenidos y prácticas de sociabilidad definidas por esa dirigencia, en abierta contradicción con las que portaban los inmigrantes y los pobladores preexistentes en nuestro territorio. En el caso de las niñas, se incluían materias como economía hogareña y manualidades, acordes con el rol social preasignado. En el caso de los varones, nociones básicas de la actividad agrícola-ganadera y ejercicios militares simples.

El sistema educativo se dividía en secciones infantil, elemental y superior. Se establecía la enseñanza mixta entre los 6 y los 10 años, y se creaban establecimientos para adultos en cárceles, fábricas, cuarteles, y escuelas rurales.

La gratuidad y obligatoriedad de la enseñanza primaria apuntaba al adoctrinamiento de toda la estructura social, y disponía la responsabilidad social de los padres o tutores, quienes podían ser multados ante las inasistencias reiteradas de los educandos.

La Ley disponía, asimismo, la profesionalización de la actividad, requiriendo la obtención de título habilitante para el ejercicio de la docencia. Como no se contaba aún con la cantidad necesaria de diplomados, el Consejo Nacional de Educación otorgaba certificados de idoneidad a postulantes que superaran los exámenes a los que debían someterse. 

Las Relaciones Exteriores

Durante la segunda mitad del Siglo XIX, la política exterior argentina se subordinó regularmente a los intereses y estrategias de Gran Bretaña, con la que se estableció una relación semicolonial. [3] Por entonces, la potencia europea era el principal mercado para las exportaciones argentinas, así como la principal fuente de inversiones y de aprovisionamiento de bienes y servicios para nuestro país. En este período se establecieron relaciones diplomáticas con la mayor parte del mundo. (Escudé, 1994).

En 1865, el Estado Nacional, encabezado por Bartolomé Mitre, ofició como instrumento de la política británica en el cono sur, exigiendo sanciones ejemplificadoras para la nación hermana del Paraguay, que se había atrevido a rechazar las presiones inglesas para establecer el librecambio. De este modo, un conflicto iniciado en la República del Uruguay entre facciones rivales, apoyadas por Brasil y Paraguay, dio origen a una terrible confrontación que provocó el exterminio del pueblo paraguayo, que se tradujo en la disminución de su población masculina adulta a menos del 5%, y la pérdida de 2/3 de su territorio, en beneficio principalmente de Brasil. El Estado Nacional Argentino se aseguró el Chaco Central, en el marco de una mediación realizada por el presidente de los EEUU, Rutherford Hayes, en 1878. La llamada Guerra de la Triple Alianza significó la presentación en la arena internacional del nuevo Estado Nacional Oligárquico de la Argentina, caracterizada por la masacre, el endeudamiento y la corrupción. (Rosa, 2009) (Pómer, 1968).

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