sábado, 22 de septiembre de 2018

AGUSTÍN JUSTO, ROBERTO ORTIZ Y RAMÓN CASTILLO (1932-1943) - Parte 4


Sin embargo, la salida de Ortiz de la escena nacional por problemas de salud fue definitiva hacia mediados de 1940. El vicepresidente conservador Ramón Castillo ensayó una política reorientada a lograr la hegemonía de los elementos conservadores dentro de la coalición. Si Justo y Ortiz buscaron inflar a las fuerzas antipersonalistas (la cara radical de la ‘concordancia’) y captar parte de ese atractivo simbólico logrando el aval de capas más amplias de la sociedad, Castillo impuso una línea de construcción política volcada a desplazar a sus socios menores y a garantizar el control sucesorio para los demócratas nacionales propiciando una lógica excluyente y de fuerte control personalista. El plan presidencial fue un éxito: su posición partidaria e institucional fue sólida hacia 1942 y su imagen se vio fortalecida con la muerte del presidente Ortiz, del líder opositor Alvear y hacia enero de 1943, del ex presidente Justo. La imposición del candidato conservador Robustiano Patrón Costas, sin demasiadas confrontaciones, fue signo de la robustez de la gravitación presidencial sobre el elenco de fuerzas partidarias.

Sin embargo, si la posición de Castillo era fuerte internamente (hacia su partido y coalición de gobierno) y había logrado extender su apoyo hacia parte de la oficialidad que simpatizaba con sus políticas nacionalistas, el ciclo político parecía agotarse. La intervención de otros actores del sistema político con poder de veto (el mismo Ejército) quebró el sistema institucional y despojó al presidente del poder en una breve y quirúrgica insurrección (Potash 1986, Devoto 2014).

Lo cierto es que si bien la revolución de 1943 estuvo rodeada por incertidumbre y sorpresa más que certezas sobre los cursos de acción a tomar, y la activación de una solución militar fue “una” de las tantas salidas “posibles” ante ese impasse institucional que vivía el final del gobierno de Castillo, la dictadura militar surgida del 4 de junio demostró vocación por una reformulación del pacto estatal sin precedentes: un nuevo ciclo de poder comenzó en esa determinada coyuntura orientado por una nueva coalición gubernamental conducida por el coronel Juan Domingo Perón.

Una mirada ex post, por tanto, nos lleva a preguntarnos sobre algunas características de la tipología de Skowronek en estos líderes. Los “tres mosqueteros”, como los mencionó un contemporáneo historiador norteamericano (Gunther 1942: 289), parecieran en una visión rápida y global remitirse a liderazgos de la “reconstrucción”, de la “articulación” y de la “disyunción” en la Argentina de entreguerras.

II. Justo: general de la reconstrucción

Según Skowronek, los presidentes de la reconstrucción son aquellos que ofrecen su “competencia personal” y una serie de “reparaciones” desde lo organizativo y tecnocrático como promesas de acción. En primer lugar, este tipo de liderazgo llamó la atención sobre la parálisis gubernamental y se transformó en líder simbólico emergente de un colapso político en distintos momentos de la historia norteamericana. En este sentido, no solo fueron grandes comunicadores sino también grandes denunciantes del régimen anterior que colapsaba. “Repudiar el legado inmediato” (Skowronek 2011: 95) fue uno de los elementos fundamentales para conducir el cambio político de muchos líderes de la historia americana como Andrew Jackson, Franklin Roosevelt o Ronald Reagan.

También buscaron romper con los principales dogmas del pasado y aplicaron una nueva fórmula de gobierno con bases políticas y económicas más amplias llevando incluso a importantes transformaciones en términos de capacidades estatales (Skowronek 2011). Por último, algunos presidentes fueron exitosos en dominar los problemas inherentes al surgimiento y mantenimiento de autoridad y pudieron orquestar acuerdos políticos (y partidarios) fundamentales en el establishment.

En primer lugar, las particulares características del contexto político argentino de inicios de los años treinta —el colapso del gobierno popular de Hipólito Yrigoyen y la salida de la dictadura de José Félix Uriburu— posibilitaron que el general Justo hiciera uso de una retórica “regenerativa” y se presentase a sí mismo como un líder de la reconstrucción. En este sentido, Halperín Donghi (2004) advirtió que una vez electo, Justo abusó de la ambigüedad en sus discursos con el objetivo de no enajenar el apoyo de las diversas fuerzas que levantaron su candidatura, pero con velados propósitos —y algunas referencias más claras— de “clausurar” el proceso abierto en septiembre.


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