viernes, 21 de septiembre de 2018

AGUSTÍN JUSTO, ROBERTO ORTIZ Y RAMÓN CASTILLO (1932-1943) - Parte 2


Luego de la consolidación del nuevo sistema de control gubernamental estos líderes son sucedidos por otros que se perciben como herederos del nuevo orden político-institucional, afiliándose políticamente a sus predecesores y ensayan políticas de profundización, aunque emergen divisiones políticas. Finalmente, el ciclo lo completan presidentes que se aferran al orden establecido, pero que no son exitosos en controlar las consecuencias políticas de sus acciones, dado en parte porque el agotamiento de cada ciclo histórico —según el autor— no está asociado a las políticas recientes, sino a condiciones externas —vinculados a la economía internacional y nacional— que erosionan su legitimidad y los hunden en la irrelevancia (Skowronek 2011).

Este modelo analítico ex post puede resultar atractivo para comparar el desempeño de los liderazgos en Estados Unidos y Argentina teniendo en cuenta algunas observaciones que notó Pérez-Liñán (2013) en la aplicabilidad de la tipología para el estudio de la democracia reciente. Para el caso argentino contemporáneo, señaló que la inclinación de los presidentes a denunciar el pasado y aplicar estrategias de confrontación es mayor en períodos de crecimiento económico, mientras que priman tácticas de negociación en períodos de crisis y también que el agotamiento de los ciclos políticos es más acelerado en el caso argentino que el norteamericano, producto de la debilidad estructural del Estado. Estas observaciones no solo merecen ser tenidas en cuenta para un análisis de la coyuntura argentina post 1983, sino más bien parecieran repetirse como rasgos recurrentes en la historia política del siglo XX.

Una mirada renovada de los años treinta, nos permite observar ciertos elementos particulares de ese sistema político encerrado entre dos revoluciones militares: un contexto desprovisto de legitimidad combinado con inestabilidad, en donde el debate ideológico se vio polarizado y la sociedad argentina experimentó una continua transformación demográfica y económi-ca4. Sin embargo, también es cierto que hoy la imagen de una década coartada entre la “era radical” y la “revolución peronista” comienza a ser discutida, tanto por el parteaguas que “no” significó el año 1930 en muchos aspectos —historiográficamente sobrevalorado—, como por los procesos socio-4 Véase, Halperín Donghi (2004), Torre (2006), Devoto (2014).

Ello no quita que en este particular contexto y a la luz de los aportes de Skowronek para el caso norteamericano, los liderazgos de Justo, Ortiz y Castillo merezcan una nueva consideración en tanto que parecieran presidencias vinculadas por problemas comunes y en las que la pertinencia de una comparación es posible (Skowronek 1993). Este trabajo defiende la periodización propuesta y la aplicabilidad de los tipos de liderazgos apoyándose más en 1943 como punto de corte y fin de ciclo ante la evidente reconfiguración del sistema político a partir de la emergencia de Juan Domingo Perón; pero también revaluando a 1930 como un nuevo “renacer” de viejos acuerdos políticos que buscaban subsanar las limitaciones generadas por la democratización de 1912-1916, y que, al mismo tiempo, procuraban evitar una nueva experiencia radical como la que acababa de culminar.


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