miércoles, 11 de julio de 2018

GÜEMES, Martín Miguel - Parte 3

Seis invasiones realistas fueron detenidas por Güemes y sus gauchos. Se estrellaron contra los hombres de Güemes -en grado eminente contra la bravura de los “Infernales”- que obedecían al caudillo siguiendo las órdenes de Luis Burela Saavedra, de Pedro José Zavala, de Pablo Latorre, de José Apolinario Saravia, José Gabino Sarolina, Juan Antonio Rojas, etc.


Escenarios triunfales fueron: Chicoana, Guachipas, la quebrada de Escoipe, San Agustín, El Carril, El Bañado, Sumalao, La Merced, Cerrillos, y cien lugares más.

Liberado Chile, San Martín comprometió enseguida sus esfuerzos para marchar al Perú. Su expedición se hizo por el mar y fue el brazo de la tenaza que deberá cerrarse sobre los realistas que aún dominan la tierra conquistada por Pizarro; el otro brazo debió accionar desde el norte argentino y operar por las regiones altoperuanas con la conducción de Güemes.


La provincia de Salta, terror y antemural del enemigo común, debía ahora hacer el último esfuerzo y articular el brazo armado de sus hijos con el de los compatriotas que habían hecho ya pie en las costas peruanas.


Un año difícil fue 1821 para el norte argentino. Con el enemigo enfrente, empedernidos realistas siempre dispuestos a atacar, afloraron otra vez las disidencias internas. Desatadas las pasiones chocan entre sí tucumanos y salteños, jujeños y santiagueños, llegándose así al momentáneo derrocamiento del gobernador Güemes; aunque bastó la sola presencia de éste en la ciudad de Salta para poner bajo sus órdenes a los soldados que debían atacarlo.


En la noche del 7 de junio de 1821, hallábase Güemes en Salta en la casa de su hermana Magdalena, cuando hasta la ciudad llegó una partida española que logró infiltrarse, el caudillo recibió una herida de bala en la columna vertebral, que diez días más tarde le causó la muerte.


Después de ser herido, el general fue conducido por sus hombres a la finca de los Nogués donde estaba su campamento y tuvo ocasión todavía de reafirmar sus altos ideales de liberación de la tierra patria. Teniendo por testigo a un parlamentario enviado por Olañeta, hizo jurar sobre el pomo de su espada al Cnl Vidt que continuaría la lucha hasta que el suelo natal quedara liberado.


Terminó así la vida de quien fuese uno de los máximos defensores y sostenedores de la declaración de la independencia efectuada en Tucumán, y como una centella la memoria recorre en apenas tres lustros desde el joven edecán de Liniers distinguido por su valor en ambas invasiones inglesas pasando por sus “bomberos”, su partida de observaciones, su escuadrón de Salteños, la ocupación de Tupiza, las milicias del Valle, su participación en Cotagaita y en Suipacha y en las dos acciones de Nazareno a las órdenes de Díaz Vélez.



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