martes, 8 de mayo de 2018

Nostalgia por los cines del barrio - Parte 3

La posibilidad de recuperar al viejo edificio del Cumbre para transformarlo en un nuevo ámbito cultural quedará sólo en los papeles, ya que hubo oídos sordos para mantener la obra a pesar de haber sido declarada sitio histórico. Sin duda es algo bastante preocupante, ya que de esta forma queda claro que ningún bien patrimonial está totalmente resguardado, a pesar de estar amparado por la ley. Bueno, nada es de sorprender si el mismísimo Cristóbal Colón ha estado tanto tiempo acostado a un lado del viejo paseo del Centro a la espera de una decisión sobre su destino. Como paradójico, cabe agregar que en los sitios de compra y venta por Internet -y esto es una muestra del valor que para muchos tiene el pasado de estos lugares- se puede encontrar el programa o cartilla que se daban a la entrada y promocionaba el estreno de las películas del día en el viejo cine.

La diputada Adriana Montes se refiere al Cumbre y nos dice: “Sólo la nostalgia de muchos vecinos lo recuerdan como el lugar que hace años los juntaba en tardes interminables de cultura y diversión. En este sitio funcionaron, en las últimas décadas, varios establecimientos, un supermercado y un estudio jurídico, para finalmente ser lo que hoy es: nada”.

El Cumbre, por su parte, era un cine chico en comparación con las salas del Centro: ofrecía una pantalla de pequeñas dimensiones, los asientos eran un tanto rígidos y los pisos de madera estaban cubiertos con alfombras. En su época de esplendor se pasaban tres películas y un noticiero a precios económicos. Los jueves eran los días de estrenos y los miércoles se promocionaban descuentos para las damas. No se necesitaba ser de clase adinerada para disfrutar de sus espectáculos: precisamente la ventaja del cine de barrio es que como las películas llegaban una semana después de ser estrenadas en las salas del Centro los valores de la entrada eran menores y si se sumaba a alguna promoción los costos eran verdaderamente bajos. Por eso, esta salida nunca dejó de ser un excelente ritual.

El otro cine que hace tiempo dejó de funcionar es el Supremo, inaugurado el viernes 22 de mayo de 1931, según rezan los periódicos de la época. El edificio se encontraba en nuestro barrio de Villa Urquiza, más precisamente en la calle Bucarelli 2696; allí los menores podían ver por tres películas en continuado por 80 centavos. La fachada del mismo hoy se encuentra bastante desvirtuada, pero aún se pueden distinguir las líneas verticales y la geometría del Art Déco que vestía el frente. Es lamentable que en el momento en que se lo adaptó a una nueva función no se haya tenido en cuenta el valor estilístico del lugar.


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