martes, 8 de mayo de 2018

Nostalgia por los cines del barrio - Parte 2

También era usual que muchos colegios de la Ciudad usaran sus salones de actos para transformarlos en pequeños cines donde las películas continuadas, a costos muy bajos, tenían atrapados a los niños durante las tardes del fin de semana.

Todo eso quedó en el recuerdo y parte de esta actividad barrial en alguna medida se perdió. Estamos muy lejos de aquella época de esplendor, en donde ir a ver una o varias películas era la ceremonia de los fines de semana. Y no es que el furor por el séptimo arte haya desaparecido, sino que como ya hemos mencionado en alguna oportunidad los avances tecnológicos hicieron que el cine a partir de los años 80 se metiera rápidamente en nuestras casas, haciéndonos más perezosos a la hora de optar entre el confortable sofá de nuestro living y las butacas no tan cómodas de un cine. Pero dejemos en claro que son dos vivencias muy distintas.

Entre los 80 y los 90 comenzaron los cierres masivos de distintas salas, principalmente las de barrio. En la actualidad la pantalla grande fue variando tecnológicamente y significó un verdadero un problema para las pequeñas salas, que no lograron aggiornarse a los nuevos tiempos. Esto llevó a que las viejas salas de espectáculos fueran mutando, transformándose en templos religiosos, locales bailables o lugares con funciones poco acordes para estos hermosos edificios. 

En todos los casos las alteraciones de estas obras cambiaron su fisonomía edilicia, como así también su interior, lo que en definitiva le quitó su esencia arquitectónica. Las esplendorosas cajas arquitectónicas, rodeadas de innumerables luminarias en sus frentes con elementos decorativos futuristas -siempre llamativos- a través del uso del neón, se fueron apagando poco a poco, a tal punto que se llevó al extremo de demoler verdaderas joyas de la arquitectura del cine.

El Cumbre y el Supremo

Estas dos importantes salas de espectáculos prácticamente quedaron en el recuerdo, avasalladas de distinta forma por las necesidades del “progreso”. El primero es el emblemático cine Cumbre de Saavedra, ubicado en el cruce de la Av. Balbín y García del Río, del cual queda poco y nada debido a intereses empresariales. También se encontraban en el barrio las salas Aesca y Estrella, ya desaparecidas y que supieron funcionar como lugares de referencia para los vecinos.

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